“Identidad borrada’: contra las terapias de reorientación sexual
Del blog de Peio Sánchez Cine espiritual para todos:
La película, interpretada por Nicole Kidman y Rusell Crowe, se estrenó el viernes en España
El filme cuestiona una comprensión del cristianismo donde la orientación homosexual es presentada como un alejamiento de Dios y donde el juicio divino parece no tener nada que ver con el amor al ser humano
El mito de las llamadas terapias de conversión homosexual es puesto en tela de juicio por esta película desde la perspectiva preferente del papel de las familias. También cuestiona una comprensión del cristianismo donde la orientación homosexual es presentada como un alejamiento de Dios y donde el juicio divino parece no tener nada que ver con el amor al ser humano en anchura, profundidad y extensión.
Lo más valioso del film es su valor testimonial, a lo que se añade la presencia de un trío de actores magníficos -Kidman, Hedges y Crowe, que por este orden transmiten verdad- y una sólida finalidad educativa. Aunque esta pretensión didáctica tiende a quitar dramatismo a una historia que se hace demasiado previsible, aunque para nada simplificadora.
Jared Eamons (Lucas Hedges), que tiene 18 años, y sus padres viven en Arkansas donde participan de una comunidad bautista en la que el padre (Russell Crowe) tiene una fuerte implicación mientras que la madre (Nicole Kidman) le secunda. Después de que su hijo marcha a la universidad reciben la llamada de Henry (Joe Alwyn), un compañero perverso, que anuncia a Nancy que su hijo es homosexual. La noticia trastoca a la pequeña familia. El padre, aconsejado por algunos miembros de la congregación, decide dar un ultimátum a Jared: O ingresa en un programa de deshomosexualización o es repudiado por su familia y amigos.
El joven acaba en “El refugio”. Allí Victor Sykes (Joel Edgerton), responsable del centro, se propone devolverlo a Dios a base de que renuncie a su inclinación sexual. La terapia es tan resolutiva – Biblia incluida- como mortal. Antes del hundimiento el amor incondicional viene al rescate, aunque quizás llega demasiado tarde.
El actor y director australiano Joel Edgerton hace suyo el reciente libro de memorias de Garrard Conley. Así escribe el guion, interpreta a un personaje clave, dirige y, por si fuera poco, co-produce. El éxito de público ha sido muy notable en EEUU, lanzado sin duda por la potencia de los actores protagonistas. Su estreno fue un acontecimiento mediático que ha puesto los focos en estas pseudoterapias, por las que -según reflejan los títulos de créditos finales- ha pasado la increíble cifra de 700.000 personas.
El reduccionismo antropológico del fundamentalismo religioso está presente en el posicionamiento religioso del padre y de la institución supuestamente educativa. En la medida en que se simplifica la naturaleza humana de sus componentes bio-corporales, sociales, psico-afectivos y espirituales se dibuja una grotesca y peligrosa caricatura. La consecuencia teológica de este planteamiento es devastadora para la comprensión del Dios cristiano, que se encarna más en una armadura moral que en el amor desmedido por todo lo humano. No se trata de una gran película, pero es imprescindible como aviso convincente para navegantes.
NB. Un derecho religioso: Todo ser humano puede rezar a Dios
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