Estados Unidos se queda sin embajadores abiertamente gais tras el cese fulminante de todos los nombrados por Obama
De un plumazo, Estados Unidos ha perdido todos sus embajadores abiertamente gais. Entre ellos el que fuera hasta hace pocos días embajador en España y Andorra, James Costos. No se trata de una medida específicamente homófoba: lo cierto es que el nuevo presidente de los Estados Unidos ha ordenado el cese fulminante de todos los embajadores que fueron nombrados por su predecesor, Barack Obama. Un gesto sin precedentes que habla muy claramente de la obsesión de nuevo presidente, Donald Trump, de revertir lo más rápidamente que pueda el legado de Barack Obama.
No es habitual que de forma inmediata un presidente de los Estados Unidos ordene el cese de todos los embajadores nombrados por su predecesor. Es común que los sustituya, al menos a los más destacados, y coloque en su lugar a personas afines, pero por lo general los embajadores permanecen en sus puestos durante un periodo de cortesía de varios meses hasta que tienen sustituto. En el caso de Trump, sin embargo, el afán por deshacerse de cualquier persona sospechosa de simpatizar con su predecesor ha precipitado la salida de numerosos representantes diplomáticos sin que todavía tengan sustituto.
Entre los representantes cesados se encuentran todos los embajadores abiertamente gais que había nombrado Obama: James Costos (España y Andorra), Ted Osius (Vietnam), Ruffus Gifford (Dinamarca), James “Wally” Brewster (República Dominicana) y Daniel Baer (embajador ante la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, OSCE). No son los únicos embajadores gais que nombró Obama: David Huebner, también abiertamente gay, fue embajador de Estados Unidos en Nueva Zelanda y Samoa, pero dejó ese puesto en 2014, mientras que John Berry, embajador en la vecina Australia, lo dejó en septiembre de 2016.
No fue hasta la llegada de Obama a la presidencia que en la diplomacia estadounidense comenzó a romperse el techo de cristal para los hombres gais (el del resto de personas LGTB sigue intacto). Antes de 2008 solo se tiene noticia de otros dos casos: James Hormel (primer embajador estadounidense abiertamente gay, propuesto en 1999 por Bill Clinton como representante en Luxemburgo) y Michael Guest (propuesto por George Bush en 2001 como embajador en Rumanía).
Costos y su pareja, amigos personales de los Obama
De la lista (tampoco demasiado amplia) dos son los nombres que merecen mayor atención por nuestra parte. El primero, James “Wally” Brewster, sin duda el que lo tuvo más complicado debido a la reacción homófoba de una parte de la sociedad dominicana, que se negó a aceptar con normalidad el hecho de que el máximo representante de Estados Unidos en su país fuese abiertamente gay. Es el caso de Nicolás de Jesús López, cardenal arzobispo de Santo Domingo, que lo calificó de “maricón” y llegó a decir de él que era la “esposa de un señor” que debería ocuparse de las labores del hogar.
Más fácil lo ha tenido en España James Costos, al queal margen de su labor estrictamente dimplomática hay que agradecerle la visibilidad de que ha hecho gala junto a su pareja, Michael Smith. Imágenes como la de Costos donando sangre en Madrid, en lo que constituyó una velada crítica a la discriminatoria política de donación en su propio país, o su aparición junto a su pareja en MasterChef Junior en horario de máxima audiencia fueron dos buenos ejemplos. Costos y Smith, amigos personales de los Obama (con los que al parece compartirán en próximos días vacaciones en California) dejan sin duda un buen recuerdo entre el colectivo LGTB de nuestro país.
La obsesión de Trump: liquidar el legado de su predecesor
El gesto de Donald Trump se enmarca, como decíamos arriba, en el contexto de la que es una de sus principales obsesiones: liquidar el legado de Barack Obama a la mayor velocidad que pueda. Un ejemplo simbólico fue la retirada, pocos minutos después de jurar como presidente, de la página que la web de la Casa Blanca dedicaba con Obama los derechos LGTB (de lo que nos hicimos eco casi inmediatamente en redes sociales, y que luego otros muchos medios han destacado).
No fue la única eliminación. También han desaparecido, por ejemplo, las referencias a la lucha contra el calentamiento global o las páginas en castellano. Todo un indicio de por donde pueden ir los tiros de una presidencia que, al margen de lo que suceda con los derechos LGTB en suelo estadounidense, no parece tener el menor interés en desarrollar el papel de promoción de los derechos LGTB en el mundo que la administración Obama sí quiso, al menos tímidamente, poner en marcha.
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