Tras años de espera, Italia ha aprobado por fin una ley de uniones civiles entre personas del mismo sexo. Es una buena noticia, sin duda. No obstante, la aprobaciòn ha sido posible solo después de que el Gobierno de Matteo Renzi (Partido Democrático, PD) aceptase descafeinar el proyecto inicial, retirando la posibilidad de que en el seno de una pareja del mismo sexo uno de los miembros de la pareja pudiese adoptar a los hijos del otro miembro y modificando aspectos simbólicos para acentuar las diferencias entre uniones civiles y matrimonio.
El proyecto, tal y como informamos en su momento, fue aprobado en febrero por el Senado, cámara en la que el Gobierno italiano tiene un respaldo menor y en la que los contrarios a los derechos LGTB presionaron para reformar a la baja el proyecto inicialmente presentado por la senadora Monica Cirinnà. Renzi acabó por ceder a las presiones, y el proyecto fue aprobado por 173 votos a favor y 71 en contra. Pasó entonces a la Cámara de Diputados, donde en teoría no debía tener dificultades para ser aprobado. Pero no ha resultado tan sencillo: más de dos meses después el proyecto seguía enquistado. Finalmente Renzi se ha visto obligado a forzar un órdago: a primera hora de la tarde de este miércoles se sometía a una moción de confianza vinculada a que el proyecto no sufriese más dilaciones. La moción fue aprobada por 369 votos a favor, 193 en contra y 2 abstenciones. Despejada la duda, poco después se sometía a votación el texto, aprobado finalmente por 372 votos a favor, 51 votos en contra y 99 abstenciones.
La propuesta original presentada por la senadora Cirinnà en junio de 2014 reconocía a las parejas del mismo sexo derechos civiles, patrimoniales y sociales similares a los del matrimonio, aunque no la adopción conjunta. Como gran paso adelante, sin embargo, sí que permitía, bajo ciertas circunstancias, la adopción por parte de uno de los miembros de la pareja de los hijos que ya tenga el otro miembro de la pareja (bautizada en Italia con el anglicismo stepchild adoption). La tramitación del proyecto, sin embargo, no se aceleró hasta después del histórico referéndum irlandés sobre el matrimonio igualitario, cuando el primer ministro Renzi (Partido Democrático, PD) declaró que “las uniones civiles no pueden retrasarse más”. Curiosamente, el propio Renzi era el que había actuado hasta entonces como freno al proyecto, pese a que el Parlamento salido de las elecciones de 2013 no debería haber tenido, de acuerdo a las posiciones defendidas por los partidos en ese momento, especiales dificultades para aprobarlo.
Hasta su aprobación por el Senado Renzi intentó, sin éxito, llegar a un acuerdo con su socio principal de gobierno, el Nuevo Centro Derecha de Angelino Alfano (actual ministro del Interior), que prefería una regulación de menor nivel que no contemplase la stepchild adoption. Renzi, cuya primera y más importante dificultad era la división interna en su propio partido (una amalgama de democristianos, centristas, socialdemócratas y socialistas, y cuyo sector católico sigue siendo especialmente influyente), se vio finalmente abocado a dejar de lado a Alfano y confiar en que a una supuesta mayoría de parlamentarios del PD se sumasen diversas fuerzas menores de izquierda y sobre todo el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo (M5S), que se había mostrado a favor del proyecto. No fue suficiente. El M5S se negó a validar la denominada “enmienda supercanguro”, un procedimiento parlamentario abreviado que tiene como objeto rechazar de un plumazo y sin discusión numerosas enmiendas menores, al que ese partido se opone por principio. Ello abocaba a un proceso de discusión más prolijo, y lo que en último término era lo que buscaba Grillo, acentuaba la división interna entre los senadores del PD, a los que Renzi pensaba dejar libertad de voto por lo que a la stepchild adoption se refiere. El propio M5S había decidido también, después de las recientes y masivas movilizaciones populares tanto a favor como en contra del proyecto, dar libertad de voto a sus senadores en lo referente a este punto.
La discusión quedó así suspendida mientras partidarios y detractores reagrupaban sus fuerzas. Matteo Renzi, sin embargo, no quiso dejar pasar más tiempo y finalmente aceptó descaifenar el proyecto en el sentido en el que le reclamaban tanto el sector católico de su partido como la derecha. El resto, ya lo hemos contado arriba.
¿Por qué es un proyecto descafeinado?
La ley finalmente aprobada no contempla ni siquiera la stepchild adoption. Las parejas del mismo sexo con hijos, por tanto, seguirán estando obligadas a acudir a la justicia italiana caso por caso para hacer valer sus derechos. Y es que los jueces italianos, salvo excepciones, se están mostrando más sensibles que la clase política de ese país hacia la realidad familiar de las personas LGTB. La propia stepchild adoption, por ejemplo, ha sido ya reconocida por varios tribunales.
Un detalle menor para algunos pero especialmente simbólico, y que deja bien claro el afán de los legisladores homófobos por dejar su impronta en el proyecto, ha sido la supresión de la “obligación de fidelidad” que, del mismo modo que la ley italiana exige a las parejas casadas, el proyecto inicial de Cirinnà exigía a las parejas del mismo sexo unidas civilmente. Por curioso que parezca, se trataba de un aspecto que había sido especialmente criticado por los contrarios al proyecto porque en su opinión hacía prácticamente indistinguible a esta institución de la del matrimonio. Eliminarlo supone, en cierto modo, oficializar que la relación afectiva que se le supone a dos personas del mismo sexo unidas civilmente es de peor calidad que la que se le supone a una pareja de distinto sexo casada.
De hecho, las uniones civiles italianas entre personas del mismo sexo son consideradas jurídicamente una “formación social específica”, término que nadie sabe muy bien qué significa, pero que fue introducido con objeto de configurarlas como una rareza que las diferencie, por ejemplo, de matrimonio.
Buena noticia, al fin y al cabo
La aprobación de la ley, en cualquier caso, supone que por fin Italia, el último gran país de Europa occidental en hacerlo, reconoce las parejas del mismo sexo (hasta Chipre o Grecia, dos países de tradición ortodoxa, la habían adelantado ya). De “paso histórico” la ha calificado el colectivo italiano Arcigay. También ILGA Europe se ha congratulado, reconociendo el 11 de mayo como un “día importante para el movimiento LGTBI italiano”, aunque la organización europea insiste en que no puede ser el último paso al haber quedado fuera las familias homoparentales.
El Partido Demócrata ha celebrado al decisión con un aplauso y el propio Matteo Renzi, para quien esta medida era uno de sus compromisos con sus votantes, ha señalado que era un «día de fiesta. Italia ha dado un paso hacia adelante». Así lo resume el propio Renzi en su muro de Facebook:
Hoy es un día de fiesta para muchos. En estas horas decisivas tengo junto a mi corazón el pensamiento y el recuerdo de Alessia [Ballini, alcaldesa de San Piero a Sieve, luchadora por los derechos de los homosexuales, fallecida en 2011]. Y esto me basta. Porque las leyes son hechas para las personas, no para las ideologías. Para quien ama, no para quien proclama. Lo hacemos poniendo la moción de confianza porque ya no se podía retrasar más después de años de intentos fallidos. Lo hacemos con humildad y valentía”.
Las celebraciones han llegado tanto por parte de colectivos LGTB, como por parte de otros miembros del gobierno, como María Elena Boschi, ministra para las Reformas Constitucionales, quien reiteraba que se trata de «un día de fiesta para todos los italianos (P). Hemos dado una respuesta después de años, no sólo en relación a los derechos, sino a los sueños y expectativas de tantas personas». En la misma línea, Roberta Pinotti, ministra de Defensa, publicaba en Twitter que «finalmente Italia podrá tener una ley sobre las uniones civiles. Más derechos y más serenidad para quienes se aman. Ahora estamos al mismo nivel que Europa».
Renzi no ha dejado de advertir que «nadie tiene derecho a no aplicar la ley», adelantándose a quienes se negaran a confirmar una unión civil entre homosexuales, dado que « los municipios tienen la obligación de ponerla en práctica». De la misma manera, tampoco le preocupa perder el respaldo de los votantes católicos, respondiendo que cuando hay cosas que hacer, se hacen. La ley aprobada no sólo reconoce las uniones de parejas del mismo sexo, sino que garantiza a ambos cónyuges derechos similares a las parejas heterosexuales en lo que respecta a pensiones, vivienda y herencias, así como visitas hospitalarias y hasta a llevar el mismo apellido.
Tampoco han faltado las voces críticas con la aprobación de esta ley, como los ultraderechistas de Liga Norte, Matteo Salvini y Massimiliano Defriga, mientras el primero hace un claro llamamiento a la desobediencia por parte de los alcaldes de su formación, el segundo sostiene que esta ley representa un ataque directo contra la familia. Más moderada se posiciona Giorgia Salvini, de la formación conservadora Hermanos de Italia, que ha declarado que respetará la ley, pero no celebrará personalmente ninguna unión homosexual.
No deja de ser triste, en cualquier caso, el espectáculo ofrecido por la clase política italiana a lo largo de los últimos meses, y que demuestra hasta qué punto los derechos de una minoría se han convertido en moneda de cambio, con un Renzi más preocupado de mantener unido a su partido o un M5S más preocupado de dejar en evidencia dicha división interna que de los derechos de las familias homoparentales, que siguen estando desprotegidos.
Enhorabuena en cualquier caso al colectivo LGTB italiano por lo conseguido, que no es poco. A celebrarlo hoy y a luchar por nuevos avances mañana.
Fuente Dosmanzanas/UniversoGay, Chueca/Agencias
General, Historia LGTBI, Homofobia/ Transfobia.
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