Un diapasón
La oración contemplativa es como golpear un diapasón. Todo lo que realmente puedes hacer en la vida espiritual es resonar en el tono adecuado para recibir el mensaje siempre presente. Una vez que estés sintonizado, recibirás, y eso no tiene nada que ver con la dignidad o con el grupo al que perteneces, sino sólo la resonancia interior, una capacidad de reciprocidad (véase Mateo 7: 7-11), lo que implica una humildad básica. Debemos comenzar con el conocimiento de que el Remitente está absolutamente y siempre presente y transmitiendo. Lo único que cambia es la estación receptora: tú y yo.
La oración es conectar con Dios / Realidad Suprema. No es un intento de cambiar la mente de Dios acerca de nosotros o acerca de los eventos. Tal arrogancia es aquello de lo que se burlan los incrédulos – y con frecuencia con razón. La oración consiste principalmente en cambiar nuestra propia mente para que cosas como el infinito, el misterio y el perdón puedan resonar dentro de nosotros. La mente pequeña no puede ver grandes cosas porque los dos están en diferentes frecuencias o canales. Debemos igualar nuestra resonancia a la de Amor. Tal como él sabe hacer.
Sin contemplación, lo mejor que puedes hacer es saber por comparación, cálculo y desde el punto de vista limitado del “tú”. La oración conoce la realidad de una manera totalmente diferente. En lugar de presentar un ser salvado al momento, la oración deja de defender o promover sus propias ideas y sentimientos, y espera, espera y recibe orientación de Otro. Se ofrece desnuda al ahora, para que nuestro amante interior y excitado pueda encontrar al Amante. Tal oración requiere cirugía mayor de corazón, mente y vista interior. La oración consiste en cambiarse, no en cambiar a Dios.
En pocas palabras, la oración es algo que te sucede a ti (Romanos 8: 26-27), mucho más que cualquier cosa que tu hagas en privado. Es una autorización del Gran Ser más que una afirmación del yo pequeño. Eventualmente te encontrarás prefiriendo decir, “La oración pasó, y yo estuve allí” más que “oré hoy”. Todo lo que sabes es que estás siendo guiado, guiado, amado, usado y orado. Tu ya no estás en el asiento del conductor. Siguiendo esta guía sabrás lo que hay que hacer.
Dios deja de ser un objeto de atención como cualquier otro objeto en el mundo, y se convierte en algún nivel en tu propio “Yo Soy”. Comienzas a conocer a través, con y en Alguien más. Y entonces tu pequeño “Yo Soy” se convierte en “Nosotros Somos”. Después sabes instintivamente que tu vida no es sobre ti, sino que estás sobre la Vida. “Vivo ahora no, pero otra vida vive en mí”, para parafrasear las palabras poéticas de Pablo (Gálatas 2:20).
Esto no significa que seas moralmente o psicológicamente perfecto. De ningún modo. Pero ahora tendrás la libertad de reconocer tus fracasos y de crecer y amar mejor a causa de ellos. ¡Esa es la diferencia principal e importante!
Puerta de entrada al silencio:
Mantente quieto y sigue en movimiento.
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Richard Röhr
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