“El frigorífico”, por Gerardo Villar.
Me vais a perdonar el atrevimiento. Quizás la palabra no es acertada, pero sí sirve para expresar mi pensamiento. Me estoy refiriendo a un hecho religioso que ocurre en casi todos nuestros templos. Y es que cuando celebramos la eucaristía, presentamos el copón lleno de formas, y las que no se consumen en la celebración, se reservan en el sagrario para otras sucesivas celebraciones. Luego se consumirán en sucesivas misas.
No me parece acertado si queremos rememorar la cena del señor. Jesús cogió pan y vino sin haberlos usado antes y los empleó en la Última Cena.
Me parecería mucho más litúrgico, mucho más acertado, preparar tantas formas en un copón antes de la misa. Los fieles van echando una forma cada uno en la bandeja y se depositan en el copón. Tantas, cuantos fieles. De ahí se echan al copón y esas formas son la ofrenda de esa celebración. Luego se presentan en el ofertorio y es el pan que usamos y consagramos en la misa. Es el pan presentado, ofrecido, consagrado y comulgado.
Me parece que tiene mucho más sentido litúrgico. Normalmente reducimos el ofertorio a echar vino y agua y una forma grande. Luego comulgaremos con las formas que hemos guardado los días anteriores. Me falta la frescura y el sentido comunitario de ofrenda.
Y el ideal sería que sea un pan grande que se parte y reparte entre el sacerdote y los feligreses. Un pan que se pueda partir y compartir.
Normalmente damos poca importancia a las ofrendas. Y con el pan, podemos ofrecer nuestra vida y sobre todo, la realidad del mundo. Todos los días recibimos una bocanada de acontecimientos. Quizás solo nos fijamos en lo malo. Buena ocasión el ofertorio para reconocer y presentar lo bueno y positivo que también se da en la vida.
Hay ocasiones en que es necesario hacer un doble acto de fe. Primero, creer que aquello tan delgado, tan trasparente es pan, y luego en la eucaristía creer que es la presencia de Jesús.
Sería positivo el ofrecer formas con grosor y entidad propias del pan.
Me choca cuando llegan personas a comulgar que lo hacen de rodillas y en la boca. Me gustaría que nuestras celebraciones se pareciesen más a la última cena de Jesús. No se trata de cumplir un rito sino Celebrar una comida, la Comida de Jesús.
Gerardo Villar
Fuente Fe Adulta
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