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La lámpara de Diógenes. “Gaudete” viviendo para…

Jueves, 5 de marzo de 2020
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AYpdei10_400x400El lector me excusará de ofrecerle hoy una reflexión abstrusa, aunque solo aparentemente. De atreverse a seguirla y de renunciar al divertimento de una lectura fácil y placentera, seguro que le sacará buen provecho. El título nos pone en el umbral de la sabia reflexión del delirante y austero Diógenes tratando de poner en evidencia la locura, la artificiosidad, el rango social y el engaño de quienes no han descubierto que la honestidad es el alimento propio de la humanidad.

De dónde y a dónde

Desde que nuestro cerebro se desarrolló y adquirimos la capacidad de pensar en abstracto hace unos cuantos milenios, no hemos podido menos de cavilar sobre nuestro origen y destino y, más en concreto, sobre las razones por las que estamos aquí. Las archisabidas cuestiones de dónde venimos, a dónde vamos y por qué existimos de la forma en que lo hacemos se nos plantean a todos en las más diversas circunstancias, si no con frecuencia, sí al menos alguna vez a lo largo de nuestra vida. Pero justificar nuestra existencia, habida cuenta de cuanto la rodea, es tarea harto difícil.

A pesar de lo mucho que la humanidad ha llegado a saber sobre qué es y cómo funciona el Universo y sobre la materia-energía de que está compuesto, no puede decirse que sea mucho lo que sabemos sobre las grandes cuestiones que más nos conciernen. No obstante, todo lo que lenta y laboriosamente hemos ido descubriendo sobre el mundo y las leyes que rigen su imparable expansión, además de mejorar nuestra propia vida, sirve para calmar ansiedades y colmar curiosidades.

El epicentro

Aunque muchos de los avances científicos se produzcan por la necesidad imperiosa de protegerse y por el afán insaciable de apropiarse de los bienes de la naturaleza o de arrebatar a los demás seres humanos lo poco que poseen, lo cierto es que todo paso adelante nos enriquece colectivamente. Adquirimos así un poder al precio de cargar sobre nuestras espaldas la responsabilidad de conservar cuanto manipulamos. Pero los comportamientos depredadores activan las alarmas (Cumbre Climática que trata de sacar algo en claro esta misma mañana) y provocan afortunadamente la proliferación de asociaciones para defenderse de la agresiva naturaleza y de la propia sed de sangre.

Lo correcto es contemplar al hombre como clave de su propio acontecer. Tras haber logrado una alta calidad de vida para muchos, el hombre ha vencido la gravedad de la Tierra y explorado otros sistemas. Sus arriesgadas proezas aeronáuticas mejoran sus conocimientos y abren camino hacia otros mundos con la expectativa de fabricar un hábitat para cuando nuestro pequeño planeta se vuelva inhóspito por agotamiento de recursos o por algún cataclismo circunstancial.

Religión y moral

Pero en torno al hombre giran, además de las investigaciones y aventuras científicas y técnicas, la moral y la religión, las dimensiones vitales más determinantes de su conducta. En cuanto a la moral, el principio regulador apunta a la mejora de todas las vertientes de la vida, evitando peligros y daños y favoreciendo su desarrollo. De ahí que sean reprobables las continuas agresiones que nos infligimos a nosotros mismos, consumiendo sustancias peligrosas o acometiendo deportes de gran riesgo, y a los demás, esquilmando los recursos naturales y envenenando el medioambiente.

En lo referente a la religión, solo un iluso podría mantener hoy que gira en torno a Dios o que Dios es quien dicta las leyes y muestra el camino de salvación. Cuantos ídolos o dioses pululan en el firmamento cultural humano son hechura humana, muchas veces especulativa e interesada. Por lo general, responden a necesidades precisas o al deseo de perdurar en el tiempo en situación de placidez. La palabra “dios” ha sido posiblemente la más manipulada del diccionario a conveniencia de individuos sin escrúpulos o de grupos depredadores. El recurso a poner en boca de Dios lo que uno mismo quiere comunicar y a colocar las debilidades humanas al abrigo de un brazo protector sirve para arrancar servidumbres en quienes buscan resolver sin esfuerzo sus precariedades presentes y sus miedos.

El Maestro

Sin embargo, a lo largo de la historia han surgido muchos líderes que se han proclamado mensajeros del Altísimo. ¿Iluminados o farsantes? Seguro que lo han sido la mayoría, pero sería injusto meter a todos los “profetas” en ese saco. Afortunadamente, ha habido “maestros” capaces de abrir y desbrozar caminos de desarrollo, de bondad y de esperanza. A los farsantes los delatan su fanatismo y sus intereses depredadores, mientras que a los auténticos los aureolan su bondad y su heroísmo.

Sean cuales sean los contenidos reales de la personalidad histórica de Jesús de Nazaret, lo cierto es que sus seguidores lo han convertido en signo de contradicción: mientras a unos les ha servido para doblegar, zaherir y sacrificar a sus díscolos seguidores, otros han sufrido martirio por su causa al acoplar su vida a las consignas evangélicas. La línea divisoria entre unos y otros es la causa del hombre, por quien Jesús apostó fuerte, seguramente más que ningún otro conocido, al trazar el camino de las bienaventuranzas.

El problema

Surgidos de la materia por fuerzas creativas o carambolas químicas que escapan por completo a nuestro propio control, vivimos en un mundo que nos sobrepasa. Cierto que sabemos mucho sobre la materia y sus leyes e incluso sobre nuestra condición de pensantes autónomos, pero nos asombra descubrir a cada paso que el horizonte anhelado se aleja. Y, en el supuesto de lograr pronto sustanciales mejoras, nuestra capacidad de maniobra en el Universo seguirá siendo muy limitada. Seamos producto de una naturaleza caótica, como defienden muchos, o de una inteligencia superior, como dicen otros tantos, lo cierto es que no somos artífices de nuestro propio existir. En este contexto, nunca encontraremos mejor referencia reguladora de la conducta humana que nuestra propia vida.

Hacia esa vida debemos orientar nuestras conquistas gnoseológicas y técnicas, nuestro saber y dominio de los fenómenos naturales. Científicos y predicadores deben orientar sus esfuerzos en esa dirección. Lo que se extralimite terminará indigestándosenos o envenenándonos. El auténtico cristianismo da de lleno en el clavo al proclamar que el Dios desconocido e inalcanzable, el del enigmático “Soy el que soy”, se encarna en un ser humano y se exhibe en la biografía de cada cual haciéndose llamar “padre” y pidiendo trato de tal.

El hombre es, pues, la clave de todo quehacer. Debemos favorecer nuestra existencia y rechazar cuanto la obstaculiza. Debemos propugnar más y mejores valores y achicar la fuerza de sus correspondientes contravalores. La humanización requiere realzar el largo listado de las denuncias que el pobre-rico Diógenes hacía de cuantos ricos-pobres pululamos por doquier, encadenados por codicias insaciables (contrasta poderosamente la pobreza-riqueza de Diógenes, hombre honesto sin bienes ni necesidades, con nuestra riqueza-pobreza de hombres deshonestos atiborrados de bienes y necesidades).

Un hombre cualquiera, incluso el más depravado y deteriorado, es más importante que el dinero, la bandera, la patria, la democracia, el evangelio y hasta Dios mismo. Patria y Dios pierden su razón de ser sin el hombre. Es locura vituperable entregarse a una causa sagrada que dañe a un solo hombre. Tan esclarecedora luz debería ayudarnos a ver los zarzales en que con tanta frecuencia nos metemos. Por paradójico que resulte, a la divinidad anhelada solo se accede escalando la dura senda del servicio incondicional y omnímodo a los seres humanos.

Ramón Hernández Martín

Fuente Fe Adulta

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José M. Castillo: “La religión y la política han cambiado mucho en veinte siglos, pero el Evangelio sigue siendo el mismo”

Lunes, 30 de diciembre de 2019
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50387_N_04-04-12-0-42-02Las relaciones entre religión y política se mantuvieron hasta finales del s. XVIII, cuando en 1789 cuajó legalmente la Ilustración

Para Jesús, lo determinante y lo que necesita este mundo no es que tengamos gobernantes ejemplares, sino que seamos nosotros, los ciudadanos, los que vivamos de una manera ejemplar

¿Se metió Jesús en política? Si respondemos a esta pregunta desde lo que se vivía y cómo se vivía, en el mundo romano del siglo I, a nadie se le ocurriría pensar que la religión y la política estuvieran separadas. Roma afirmaba que su imperio era tal por mandato de los dioses (Warren Carter). Por eso, mientras duró el Imperio y en los siglos posteriores del medievo, tanto los políticos como los hombres de la religión, no sólo mantuvieron el firme convencimiento de que “lo religioso” y “lo político” se necesitaban mutuamente, sino que además lo decían en público y lo defendían a toda costa.

Este criterio fue firme. Incluso ya bien entrado el Renacimiento, después de 1513, Maquiavelo dejó escrito: “Los príncipes o los estados que quieran mantenerse incorruptos deben sobre todo mantener incorruptas las ceremonias de su religión, y tener a ésta siempre en gran veneración, pues no hay mayor indicio de la ruina de una provincia que ver que en ella se desprecia el culto divino (Discursos sobre la primera década de Tito Livio, libro 1, 12). Y así se mantuvieron las relaciones entre religión y política hasta finales del s. XVIII, cuando en 1789 cuajó legalmente la Ilustración.

Pero yo no hablo aquí de las relaciones entre religión y política, sino de Evangelio y política. La religión y la política han cambiado mucho en veinte siglos. El Evangelio sigue siendo el mismo. Ahora bien, en el Evangelio está patente que Jesús no puso el centro de su mensaje en el cambio de los gobernantes y sus programas de gobierno, sino en el cambio de los gobernados y sus conductas. La mentalidad de Jesús aparece, en los Evangelios, tan patente como desconcertante.

“¿No lo estamos viendo ahora, en el silencio y las cosas extrañas, que oímos a no pocos “hombres de la religión”, que defienden su poder y sus privilegios, aunque las mujeres, los extranjeros y los desamparados tengan que seguir soportando lo más duro de la vida?”

Cuando Herodes mandó degollar a Juan Bautista, en una noche de juerga (Mc 6, 14-29 par), los Evangelios ni mencionan denuncia o protesta alguna de Jesús por semejante atrocidad. Y cuando le contaron a Jesús que Pilatos había asesinado a unos galileos, precisamente cuando ofrecían un sacrificio religioso en el templo, Jesús le dijo a la gente lo que nadie seguramente esperaba. En vez de rechazar el crimen de Pilatos, lo que Jesús le dijo a la gente fue tremendo: “Os digo que si no os enmendáis (si no cambiáis de vida), todos vosotros vais a morir igual” (Lc 13, 1-5). Para Jesús, lo determinante y lo que necesita este mundo no es que tengamos gobernantes ejemplares, sino que seamos nosotros, los ciudadanos, los que vivamos de una manera ejemplar.

¿No hemos pensado nunca que el tremendo relato de la pasión de Cristo nos enseña, entre otras cosas, que quien se resistió a condenar a muerte a Jesús no fue el “poder religioso”, sino el “poder político”? Al final, Pilatos cedió. Pero fue porque el “poder religioso”, en el momento decisivo, confesó a gritos su verdadera creencia: “No tenemos más rey que el César” (Jn 19, 15).

Es tremendo, pero hay que reconocerlo, si es que creemos en el Evangelio: el poder religioso cree más en su propio poder, venga de donde venga, que en la fidelidad a Jesús hasta el último suspiro. ¿No lo estamos viendo ahora, en el silencio y las cosas extrañas, que oímos a no pocos “hombres de la religión”, que defienden su poder y sus privilegios, aunque las mujeres, los extranjeros y los desamparados tengan que seguir soportando lo más duro de la vida? ¿Por qué el papa Francisco tiene que soportar tanto rechazo precisamente de quienes no se cansan de insistir que ellos son los conservadores más íntegros de la religión? La política es importante. Pero es más importante nuestra honradez.

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Encuentro

Martes, 26 de noviembre de 2019
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Cuando yo era joven, la «religiosidad» era para mí la excepción. La «religiosidad» me alejaba por sí misma. Por otra parte estaba la existencia habitual, con sus negocios, aquí, en cambio, imperaba el arrobamiento, la iluminación, el éxtasis, sin tiempo ni causalidad. No tuvo lugar nada de particular: un día, tras una mañana de exaltación «religiosa», recibí la visita de un joven desconocido, sin estar presente allí, no obstante, con toda el alma… No había venido a mí por casualidad, sino enviado por el destino no para una charla, sino para tomar una decisión, y precisamente a mí, precisamente en aquel momento.

        ¿Qué esperamos cuando estamos desesperados, pero buscamos también una persona? Probablemente, una presencia a través de la cual se nos diga que, pese a todo, la cosas tienen sentido. Desde entonces abandoné esa «religiosidad» que es solamente excepción, extrañamiento, evasión, éxtasis, o tal vez fui yo el abandonado por ella. Ahora no tengo más que la vida cotidiana de la que nunca me distraigo. El misterio ya no se pronuncia, se ha sustraído o bien mora aquí, donde todo sucede tal como sucede. Ya no conozco otra plenitud que la de cada hora mortal compuesta de pretensiones y responsabilidades. Muy lejos de estar en las alturas, sé, no obstante, que en la pretensión se me dirige la palabra y que puedo responder de manera responsable. Sé quién habla y me pide una respuesta. No sé mucho más. Si esto es religión, entonces la religión es todo, la totalidad vivida simplemente en su posibilidad de diálogo.

*

Martín Buber,
Incontro. Frammenti autobiografía,
Roma 1994, pp. 73ss, passim

***

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“¿Para qué queremos la religión, para tranquilizar algunas conciencias?”, por José Mª Castillo

Miércoles, 25 de septiembre de 2019
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Utilizamos-religion-satisfacer-intereses-Evangelio_2080901906_9889617_660x371De su blog Teología sin censura:

“Algunos sólo quieren mantener el poder y los privilegios que les han llevado a los cargos importantes que ocupan”

Lo digo con toda sinceridad: los que se empeñan en mantener intocable una tradición, que no es dogma de fe, ¿qué es lo que quieren mantener a toda costa? ¿le fe íntegra de la Iglesia y sus fieles? ¿o lo que quieren defender, en todo caso, es el poder y los privilegios que les han llevado a los cargos importantes que ocupan?

No cabe duda que, en la sociedad y en los numerosos componentes que la configuran, se están produciendo cambios tan rápidos y tan importantes, que nos tienen a todos profundamente desconcertados. Nuestra forma de vivir cambia a una velocidad que, hace sólo unas décadas, no podíamos imaginar. Todo cambia. Todo, menos alguna que otra institución, que es de esos colectivos que se empeñan en seguir siendo, no sólo lo que siempre fueron, sino además como siempre fueron.

Con lo cual estamos viviendo una situación en la que hay grupos o colectivos importantes, que están empeñados en defender y mantener que, si ellos cambian en determinados asuntos, son infieles a su razón de ser y a su destino en este mundo. Con lo que dejarían de cumplir su finalidad y su destino en el mundo y en la sociedad.

Esto justamente es lo que le pasa a la Iglesia. Y no sé si lo mismo les ocurre a otras religiones. Posiblemente. Es más, seguramente es así. Porque las religiones tienen y mantienen, con una intolerancia ejemplar, que si cambian en ciertas (no pocas) tradiciones, normas, formas de conducta, etc., con tales hipotéticos cambios serían infieles a sus dioses y a su destino en este mundo.

¿Qué consiguen con esto las religiones? Consiguen ser fieles a “sus dioses”. O eso es lo que se imaginan los dirigentes religiosos. Pero, con su fidelidad a “los dioses”, ¿son fieles igualmente a los destinatarios de la religión, que somos los “seres humanos”? Más aún, ¿puede ser aceptable y se puede tolerar una religión, que es fiel a “lo divino”, pero es infiel a “lo humano”? Entonces – y si es que todo este tinglado tiene que ser así – ¿para qué queremos la religión y de qué nos sirve ese solemne y soberano tinglado? Servirá quizá para tranquilizar algunas conciencias. Pero, ¿para eso queremos la religión y con eso acaba su razón de ser en este mundo?

Viniendo a cosas más concretas, cuando los cristianos entramos en una iglesia y vamos a misa, a una boda, a un bautizo…, ¿qué vemos?; ¿qué nos dicen?; ¿qué impresión nos causa lo que se hace y se dice en una ceremonia religiosa? Lo que yo veo y oigo, en esas liturgias clericales, es (con pocas y ligeras variantes) casi lo mismo que yo veía y oía cuando era un niño, hace ya bastantes años. El mundo de ahora es tan distinto del de entonces. La vida, las ideas, las costumbres…, casi todo ha cambiado. Todo, menos la religión, que sigue casi igual.

Pero, entonces, ¿nos puede extrañar que la gente vaya cada día menos a misa o que a muchas personas les interese cada día menos lo que piensan y dicen los curas?

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Una misma religión y dos formas de vivirla

Por lo pronto, quienes nos interesamos por el problema, que estoy planteando, lo primero que deberíamos tener muy claro es que no es lo mismo hablar de Dios que hablar de la religión. Dios es trascendente. Es decir, Dios no es de este mundo, ni en este mundo se puede comprender. Si es “trascendente”, es “incomunicable”, o sea no es “objetivable” en ideas y conceptos. Dios, por eso mismo, está más allá del horizonte último de nuestra capacidad de conocimiento.

Pues bien, si Dios es trascendente, la religión es siempre algo inmanente, o sea es una realidad cultural, que los seres humanos vivimos y practicamos, mediante la cual buscamos a Dios y hacemos lo que está a nuestro alcance para relacionarnos con Dios.

Los cristianos sabemos, por el Evangelio, que Jesús es el Hijo de Dios y, por eso mismo, es la “revelación de Dios”. En Jesús, y por Jesús, nos relacionamos con Dios. Ahora bien, Jesús escogió, como apóstoles, a hombres casados. ¿Qué dificultad podemos encontrar en que actualmente haya hombres casados – y también mujeres – que presidan comunidades y celebraciones de la eucaristía? Por mantener estas costumbres, ¿vamos a privar a tantas y tantas comunidades de creyentes de poder celebrar la eucaristía?

Lo digo con toda sinceridad: los que se empeñan en mantener intocable una tradición, que no es dogma de fe, ¿qué es lo que quieren mantener a toda costa? ¿le fe íntegra de la Iglesia y sus fieles? ¿o lo que quieren defender, en todo caso, es el poder y los privilegios que les han llevado a los cargos importantes que ocupan?

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José María Castillo: “Una cosa es ‘practicar’ la religión. Y otra cosa es ‘utilizar’ la religión

Viernes, 2 de agosto de 2019
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Oracion_2061403926_11979448_660x371De su blog Teología sin censura:

 “Si es que de verdad queremos ser ciudadanos de una pieza: que los últimos sean los primeros”

“Mucha gente está convencida de que lo importante en este momento es la política, mientras que la religión cada día pinta menos”

“A veces, el político ‘practica’ lo que le conviene, para obtener lo que le rinde mayor ‘utilidad'”

“Cantidad de relatos en los que Jesús reprende machaconamente a sus discípulos más íntimos, por la cantidad de veces que aquellos hombres discutían cuál de ellos era ‘el más importante'”

Mucha gente está convencida de que lo importante en este momento es la política, mientras que la religión cada día pinta menos. De ahí que, a la ciudadanía, lo que le interesa es lo que hacen los políticos. Lo que hagan o digan los curas (y sus devotos) importa menos o incluso nada, a no ser que se trate de escándalos o abusos de curas sin escrúpulos.

Esta manera de ver la realidad parece indiscutible. Y efectivamente todo esto resulta indiscutible para quienes se limitan a ver la realidad de la manera más superficial que se puede ver. Porque el hecho es que las relaciones entre política y religión son bastante más complicadas de lo que bastante gente se imagina.

religion-politica-eleccionesMe explico. Una cosa es “practicar” la religión. Y otra cosa es “utilizar” la religión. Un político (ya que de política estamos hablando) puede ir a misa todos los domingos, puede ser amigo de curas y obispos, puede rezar a los santos y hacer otras prácticas por el estilo, que, sin duda alguna, son cosas loables y ejemplares. Pero también puede ocurrir que el político de misas, rezos y santos, sea un embustero y un corrupto, que insulta a todo el que no piensa como él y que, por supuesto, se afana por ocupar una poltrona desde la que manda y se impone a los demás. Es evidente que este individuo “practica” la religión, pero también la “utiliza”. Más aún, “practica” lo que le conviene, para obtener lo que le rinde mayor “utilidad”.

Y conste que esto se suele hacer –de forma más o menos consciente – lo mismo en los despachos de los políticos que en las sacristías y celdas de parroquias y conventos.

Por eso, si es que de verdad queremos ser ciudadanos de una pieza, en lugar de hacernos tanto daño fomentando el odio, la mentira y el insulto, tendríamos que repetir, sin cansarnos, lo que tantas veces repite el Evangelio: que “los últimos serán los primeros” (Mc 10, 31; Mt 19, 30). Si este criterio se pusiera en práctica, no por “vagancia” de unos o por “pietismo” de otros, sino por la convicción de quienes fueran de verdad educados, para buscar el mayor bien de todos, sin duda alguna llegaríamos a vivir en una sociedad en la que, sin duda alguna, habría menos sufrimiento y una felicidad más y mejor compartida.

bienPor esto, sin duda alguna, una de las cosas que más me llaman la atención, cuando me pongo a leer el Evangelio, es la cantidad de relatos en los que Jesús reprende machaconamente a sus discípulos más íntimos, por la cantidad de veces que aquellos hombres discutían cuál de ellos era “el más importante” (Mc 9, 33-37; Mt 18, 1-5; Lc 9, 46-48) o quiénes tenían que “ocupar los primeros puestos” (Mc 10, 35-41; Mt 20, 20-28; Lc 22, 25-26). Lo mismo que cuando denuncia la ambición de escribas y fariseos por la ambición de estar y aparecer como los más famosos (Mc 12, 38-40; Mt 23, 1-36; Lc 20, 45-47).

Insisto en que todo esto no representa ni creencias celestiales, ni piedades de gente beata. Es algo mucho más serio. Y más profundo. Porque toca el fondo mismo de la vida. Ese fondo oscuro que todos llevamos en nuestra intimidad más honda. El fondo que, más que gente religiosa, nos hace personas honestas y cabales, que toda persona honrada vería con gusto ocupando los cargos con más responsabilidad.

Budismo, Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad, Hinduísmo, Islam, Judaísmo

Javier Elzo: “En Francia, los católicos practicantes pesan más en las grandes aglomeraciones que en las zonas rurales”

Martes, 30 de julio de 2019
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Encuesta-Europea-Valores-conclusiones_2140295997_13770687_660x371Algunas conclusiones no tan evidentes de la religiosidad hoy, según la encuesta de valores europea

Asistimos en Francia a una desinstitucionalización de de la religión y un aumento de los cultos minoritarios. Aún así la cultura religiosa del francés medio está unos codos por encima de la del español medio

Respecto de la relación de la práctica religiosa con la urbanización, las ciudades grandes, aquellas con más de 500,000 habitantes, son más religiosas que el resto de Francia debido, probablemente, a las diferencias sociales

“Las iglesias históricas parecen sufrir un creciente desprestigio”

“La belicosidad anti eclesial de parte de la gran prensa española y la de sus lectores, es prácticamente inexistente en Francia, salvo en reductos muy minoritarios”

“La inquina de El País con la Iglesia (y no es el único, ‘infoLibre’, del que soy suscriptor, es obsesivo contra la iglesia), no tiene parangón con ningún gran medio francés, comenzando por ‘Le Monde’

Las encuestas europeas de valores (EVS) se llevan realizando desde 1977 por oleadas, más o menos cada diez años. La última, la quinta, en 2018. Ya tengo en mis manos la publicación francesa. En España, ya se ha efectuado el trabajo de campo. Por la Universidad de Deusto. Su Equipo de estudio de los valores está analizando los datos, luego habrá que esperar a que presenten su Informe. Las líneas que siguen, son unos datos significativos a partir del Informe de Francia y, a continuación, me permito unas reflexiones sobre la comparabilidad entre la religiosidad en Francia y en España.

Tras lectura del Informe francés

Es este: Pierre Bréchon, F. Gonthier, S. Astor (dir) “La France des valeurs. Quarante ans d´évolutions“. Presses Universitaires de Grenoble, abril 2019, 382 páginas. Las Notas que siguen se basan en el inicio de la Sexta parte del Informe “La Religión en movimiento”.

Entre los jóvenes de 18-30 años, los fieles del islam están a punto de ser tan numerosos como los católicos, más del 13% de los musulmanes (de estos grupos de edad) y menos del 15% de católicos.

Manteniendo la edad constante, quienes han salido más tarde del sistema educativo son quienes en mayor proporción son católicos practicantes. El redactor de este capítulo del libro comenta así este dato: “Las relaciones entre el progreso del nivel de conocimientos y la religión son, por lo tanto, menos sistemáticas que lo que postulan enfoques corrientes del proceso de secularización” que apuntan que más nivel de conocimientos se correlaciona con menos religiosidad.

Respecto de la relación de la práctica religiosa con la urbanización, la tesis de que la ciudad ha sido durante mucho tiempo equiparada con el abandono de la religión por los migrantes internos que provienen de las campañas, supuestamente católicas, ya no se aplica a la Francia del siglo XXI. Las ciudades grandes, aquellas con más de 500,000 habitantes, son más religiosas que el resto de Francia: “los católicos practicantes pesan más en las grandes aglomeraciones que en las zonas rurales: 15% frente al 13%. (Entienden por “católicos practicantes” aquellos que declaran asistir a un oficio religioso, al menos en algunas fiestas religiosas, y “católicos no practicantes” quienes no asisten más que una vez al año, o menos)

Este fenómeno está probablemente relacionado con las diferencias sociales. Los dos grupos profesionales católicos que practican con mayor frecuencia son los directores, cuadros directivos y gerentes (18% de practicantes), y las profesiones intelectuales y científicas (16%), mientras que la tasa de práctica religiosa no es sino del 9 % entre los obreros de la industria y de los transportes, sean no cualificados. La encuesta revela, también, que los primeros habitan en gran medida en las grandes ciudades, mientras que los obreros están, hoy, sobrerrepresentados en la Francia rural.

El análisis de las creencias revela que la creencia en Dios va mucho más allá de la identificación con una religión establecida. Más que un retroceso de la religión en Francia, deberíamos hablar de desinstitucionalización de la religión, y aumento de los cultos minoritarios que llegan, por primera vez, al 10 % de la población francesa.

“Las teorías del fin de la religión no están confirmadas por esta nueva versión de la encuesta sobre los valores de los europeos, y de los franceses en particular. Sin embargo, las iglesias históricas parecen sufrir un creciente desprestigio. El progreso del islam y el del protestantismo evangélico no es suficiente para compensar el declive del catolicismo, así como el del judaísmo (menos 0, 5 % de la población), del protestantismo histórico lutero-calvinista (1%) frente al 1,6 % de la suma de los evangélicos y los Testigos de Jehová, el cristianismo ortodoxo (menos del 0,5 %), cifra similar a las de otras religiones orientales, budismo e hinduismo. En definitiva, aunque lo religioso no está, en absoluto, en declive, en la Francia del siglo XXI, parece estar claramente en proceso de desinstitucionalización.

Abordamos esta cuestión de la desinstitucionalización de lo religioso y la contrapusimos a la subjetivación de la fe, en nuestro trabajo sobre la Iglesia, comentando la última publicación de Peter Berger.

Y, en España, ¿qué?

Notas previas para comparar la religiosidad de los españoles con la de los franceses

Hay que subrayar que la realidad socio-religiosa francesa no es, en absoluto, idéntica a la española, más allá de algunas notas comunes, particular, pero no únicamente, el desplome de la práctica religiosa regular y la ausencia de nuevas vocaciones religiones. Pero hay también diferencias. Brevemente anotaría estas.

La guerra civil española, con el clericidio de los primeros meses de la sublevación, por la parte republicana (indicador de un problema de años anteriores), y la declaración de cruzada por los obispos, excepto Vidal y Barraquer y Múgica, a los que siguieron los años de nacionalcatolicismo están lejos de haberse borrado de la mente de los españoles. Francia vivió conflictos similares, incluso mayores, pero hace más de cien años, básicamente en siglo XIX, sin olvidar la revolución de 1789, y han aprendido a convivir, aun con trifulcas puntuales como, en el mandato de Hollande, con las manifestaciones del “mariage pour tous”.

Avanzaría la hipotesis, admito que arriesgada y de complicada verificabilidad que, en Francia, su episcopado en general se posiciona (por decirlo simple) más a la izquierda que la gran masa de católicos practicantes, a diferencia del episcopado español, en general, de nuevo, que estaría más a la derecha que el practicante católico español en las edades inferiores a los 65 años. Es cierto que la mayoría de católicos en Francia y en España están escorados a la derecha, pero en Francia hay más católicos muy de derechas (con escasísimos claramente de izquierdas), mientras que en España, quedan núcleos, algunos importantes como “socialistas cristianos” (aunque últimamente los oigo poco) y otros grupos, portales digitales y entidades de centro izquierda y claramente de izquierdas, sin que falten los que se dicen muy de derechas, (así VOX), pero lo son mucho más en lo político que en lo religioso.

La belicosidad anti eclesial de parte de la gran prensa española y la de sus lectores, es prácticamente inexistente en Francia, salvo en reductos muy minoritarios. No que la gran prensa francesa (los pocos cotidianos que quedan que se pueden contar con los dedos de una mano) sea habitualmente complaciente con la Iglesia francesa, que no lo es, pero tampoco es monocolor contra ella. Lector habitual de “Le Monde” y “El País” lo compruebo constantemente. La inquina del segundo con la Iglesia (y no es el único, “infoLibre”, del que soy suscriptor, es obsesivo contra la iglesia), no tiene parangón con ningún gran medio francés, comenzando por “Le Monde” que puede publicar un editorial muy duro, incluso con el papa Francisco, pero abrir a cinco columnas valorando positivamente un documento del episcopado francés.

Por otra parte, en España, no se encuentra en sus quioscos y librerías generalistas revistas como el magnífico “Le Monde des religions”, “La Vie- Chrétiens en débat”, “Esprit”, “Etudes”, etc., etc. Las escasas revistas religiosas en España, se reciben por abonados, personales o colectivos, o están enfeudadas en las librerías religiosas, y no forman parte del paisaje intelectual español.

Todo esto hace que la cultura religiosa del francés medio esté unos codos por encima de la del español medio. Con su traslado, comprobable, en los grandes medios de comunicación franceses y españoles, prensa escrita y digital, radios y televisiones, estatales y autonómicas (al menos las que yo controlo, como EITB). Lo que explica, a mi juicio obviamente, no pocas diferencias, en la actualidad, en la religiosidad media de los españoles en relación a la de los franceses. Por ejemplo, ¿es mayor la religiosidad de las personas con mayor formación en España como se apunta en Francia?. Lo dudo. Sospecho que, en España, el fundamentalismo cientista prolifera en mayor medida en las personas con formación superior (especialmente en CC. SS y Humanas) que el fundamentalismo religioso. Pero no tengo datos para confirmarlo o infirmarlo. El desierto, en estudios socio- religiosos en España, es sahariano.

Fuente Religión Digital

Cristianismo (Iglesias), General, Iglesia Católica, Iglesia Luterana, Iglesia Ortodoxa, Iglesias Evangélicas, Iglesias Reformadas (Calvinistas), Islam, Testigos de Jehová , , , , , , , ,

“Diferencias entre esoterismo, religión, mística y cristianismo”, por José Antonio Vázquez

Viernes, 19 de julio de 2019
Comentarios desactivados en “Diferencias entre esoterismo, religión, mística y cristianismo”, por José Antonio Vázquez

cristo-y-dialogo-interreligiosoHoy es difícil encontrar discursos sobre espiritualidad que diferencien bien el ámbito de lo espiritual del ámbito de lo psicológico (no están separados pero, en ocasiones, se confunden) así como que distingan entre las diversas perspectivas o grados que pueden encontrarse en la vivencia de la espiritualidad.
Como explica Edith Stein, la espiritualidad hace referencia a la dimensión humana que es capaz de apertura a una realidad más allá de lo psicológico (mental, emocional o conductual) y lo material; el ámbito en el que se descubren los valores transcendentes que dan sentido a la vida (Martin Velasco). La espiritualidad es la dimensión personal del ser humano (hay que tener en cuenta que muchos confunden la persona con el individuo, por ejemplo, Jung), pues es el lugar de la libertad y la responsabilidad que le lleva a transcenderse más allá de sus necesidades egocéntricas.

Ahora bien, esta espiritualidad puede vivirse con diversos grados de profundidad que es bueno conocer y distinguir sin separar.

En los orígenes de la humanidad la espiritualidad presentaba la forma de lo que se ha llamado religiosidad cósmica o primordial. Restos de esta perspectiva pueden encontrarse en las diversas formas de chamanismo que aún perduran (en muchos casos ya muy reducidas a mera magia).

Estas religiones, siendo diversas por ser religiones tribales, tenían una perspectiva común: La búsqueda de la armonía con la naturaleza con la que se vivía en fusión (no había mucha conciencia personal), la religión buscaba la conservación de la vida y el orden naturales y sobrenaturales.

Estas religiones estaban vinculadas a un modo mítico de pensamiento, que captaba la realidad de modo simbólico y huía de su dimensión histórica o secular. Se cultivaba un pensamiento sintético más que analítico, simbólico más que racional, que nacía de la fusión entre el sujeto y el objeto, que no eran vistos como realidades separadas sino como formando una sola realidad. La forma politeísta que era frecuente que tuvieran sus hierofanías era vivida como una realidad común,  siendo los dioses expresión de los diversos aspectos de la dimensión espiritual concebida, en realidad, términos monistas, en último término, pues predominaba una conciencia de fusión con lo real.

Poco a poco irá creciendo la conciencia del individuo, la conciencia humanista; el ser humano empezará  a diferenciarse de la naturaleza y a tomar conciencia de su racionalidad, que cobra importancia.

El periodo llamado axial por K. Jaspers en torno al siglo VI A.C. es cuando aparece esta nueva conciencia en muchas diferentes culturas. En esta periodo, las religiones  anteriores se van transformando en religiones de tipo salvífico (salvación de la persona) y de tendencia universalista.

Podría decirse que se produce una división de la tradición primordial en dos perspectivas diferentes y en relación: una perspectiva humanista o exotérica (exterior) que busca la realización-salvación  del individuo humano (pues se descubre la dignidad del ser humano) y que se sostiene en un pensamiento analítico, dualista- diferenciando objeto y sujeto- y que da primacía a la ética; y por otro lado, una perspectiva que pretende ser continuadora de la visión primordial anterior y que quiere transcender lo humano, yendo a lo más profundo de la persona y tiene una visión transcendente y supracósmica, la perspectiva llamada esotérica (interior).

Reflejo de esta separación entre humanismo y esoterismo es la diferenciación muy estricta en la perspectiva esotérica entre lo profano o mundano (privado de valor religioso) y lo sagrado (lo realmente valioso), vivido muchas veces como realidades separadas e incompatibles.

El esoterismo sería, pues, una perspectiva propia de las religiones precristianas, que pretende ser continuadora de la visión primordial en medio de culturas que ya han adquirido una perspectiva humanista, por lo que es reservada a una minoría (para la mayoría que ha desarrollado una conciencia analítica y dualista es ya incomprensible). Su tendencia es monista, como en la religión primordial, tiende a reducir todo en último término a la realidad transcendente, sin valorar la autonomía real de lo mundano y humano. Confundiendo además lo relacional con lo dual.

Luc Benoist, siguiendo las explicaciones de Rene Guenon, conocido maestro del esoterismo contemporáneo, señala como:

El esoterismo… tiene por objeto liberar al hombre de los límites de su estado humano, hacer efectiva la capacidad que ha recibido de alcanzar los estados superiores en forma activa y duradera gracias a ritos rigurosos y precisos.

La tendencia monista del esoterismo es muy característica, lo que las religiones bíblicas van a entender en términos relacionales, el esoterismo, al entender la relación como dualismo, lo interpreta como realidades profundas de la persona, no como encuentro con realidades que la transcienden. Ejemplo típico es el concepto de las realidades angélicas que en las religiones bíblicas son entendidas como el encuentro de la persona con unas realidades espirituales distintas a ella y en el esoterismo se interpreta como una expresión simbólica de los estados superiores de la propia persona.

El esoterismo, en el cristianismo, es visto como una perspectiva limitada, que es integrada y transcendida, y que en realidad no lleva más que a lo más profundo de la persona, a su dimensión espiritual profunda, pero no es capaz de entender la perspectiva religiosa relacional por su limitada perspectiva monista. En las religiones precristianas el esoterismo era visto como la dimensión espiritual más profunda. Hoy todavía hay quien sigue creyendo esto.

Antoine Faivre, estudioso de la perspectiva esotérica, ha dado cuatro características típicas de las tradiciones espirituales esotéricas que permiten reconocer estos caminos esotéricos. Añade, además, otras dos características que también son frecuentes, aunque no es necesario que se den para hablar de una tradición esotérica como lo es con las cuatro primeras:

1) Mentalidad basada en las correspondencias: todo se ve como signo, como símbolo, a veces, la naturaleza visible refleja lo invisible, o la historia y la naturaleza solo tienen sentido y valor en relación con los libros revelados. El problema es que no se tiene en cuenta el valor y autonomía de esos símbolos, que son realidades en sí, además de símbolos.

2) Naturaleza Viva: La realidad natural se ve como un complejo plural, jerárquico e interrelacionado (de ahí la existencia de la magia en estos caminos) con el peligro de divinizar lo natural y lo creado o de todo lo contrario, «cosificarlo» como mero símbolo como si careciera de una realidad en sí más allá de su dimensión simbólica.

3) Importancia de la Imaginación y las mediaciones: El instrumento espiritual por excelencia es la imaginación activa, las visiones, los símbolos y ritos, que se consideran suprahumanos y ahí reside su eficacia. La iniciación es esencial y se concibe como la transmisión de una energía espiritual, sin ver su fondo de encuentro personal con el Misterio, por la mentalidad monista del esoterismo.

4) Búsqueda de la transmutación: Se busca ante todo una transmutación del individuo lograda por la gnosis, por un conocimiento fusional con el Misterio.

5) Práctica de la Concordancia: Se cree que las diversas tradiciones son expresiones de una misma tradición primordial y se buscan por ello concordancias entre todas ellas. No se perciben adecuadamente las diferencias cualitativas entre ellas.

6) Transmisión Regular: Se considera esencial la iniciación ritual, que es vista más que como un encuentro, como la recepción de unas energías espirituales suprahumanas. Las tradiciones esotéricas son extremadamente estrictas en la realización de los ritos pues ponen el centro en los símbolos mismos y no en la relación interpersonal con el Misterio que estos ayudan a realizar (por lo que para la mentalidad religiosa relacional- no esotérica- los ritos pueden ser variados dentro de unos límites e incluso no son absolutamente necesarios para la Gracia). En el esoterismo no hay una perspectiva relacional (encuentro) sino monista (fusión con energías).

Jean Danielou explica que con el nacimiento de las tradiciones del tronco de Abraham nacen las religiones bíblicas centradas en el concepto de Alianza o encuentro con el Misterio. En realidad, podría decirse que estas religiones son las que descubren el concepto mismo de religión, que es precisamente un concepto cuya base está, como decía Zubiri, en la experiencia de la religación con lo real; es decir, la religión se basa en el acceso a una perspectiva relacional, diferente a la perspectiva primordial (que era de fusión y monista) y a la perspectiva exotérica-humanista (dualista).

La perspectiva relacional nace del descubrimiento de un nuevo enfoque hacia la realidad al percibir que la realidad no se compone de objetos (cosas) externos a nosotros, ni de simplemente símbolos, llamados a fusionarse con nosotros, sino de ámbitos (López Quintás) realidades que tienen su propia entidad secular y, a la vez una dimensión espiritual , que, al encontrarnos con ellas (sin fusionarnos ni cosificarlas), nos permiten desarrollar posibilidades espirituales nuevas que nos transforman y las transforman. Como ejemplo de esta visión se suele poner el de la partitura, que reducida a cosa es un simple papel y descubierta como ámbito nos permite relacionarnos con ella espiritualmente generando una nueva realidad que nos transfoma y la trasfoma a ella: la creación de arte musical al servicio de la belleza.

La religión sería el modo relacional de vivir la espiritualidad, modo que integra y transciende, el humanismo y el esoterismo, siendo más profundo que cualquiera de estas dos perspectivas. Para Martin Velasco la perspectiva religiosa podría caracterizarse por los siguientes elementos:

La referencia al Misterio: Una realidad transcendente y absoluta.

Lo sagrado, o mejor, lo santo: En la religión lo sagrado no es una realidad diferente, sino una dimensión de lo real, lo histórico, que a su vez, conserva su realidad profana valiosa y su autonomía propia.

Actitud Salvífica: El ser humano percibe que es su vínculo con el Misterio lo que le plenifica, de ahí, que viva ante él una apertura y una cooperación.

Mediaciones: El Misterio se manifiesta en mediaciones o hierofanías, que por un lado lo manifiestan y, por otro, permiten al ser humano responder a ese misterio con acciones como la oración, el ayuno, la limosna, la peregrinación… etc.

Plenitud y origen de la religión sería la Mística, que, de nuevo, Martin Velasco define como: “presencia inobjetivable de la Transcendencia en el centro de la inmanencia…

La mística de algún modo integra y transciende la religión, sin suprimirla ni negarla (eso permite que podamos hablar de místicas laicas).

Para este autor, los elementos esenciales de la experiencia mística son:

1.- Presencia del Misterio que se ofrece

2.- Aceptación de esa Presencia, que es lo que entendemos como actitud de fe: apertura y consentimiento al Misterio.

Entre las características del modo de vivir la experiencia mística estarían:

su carácter inefable, su inmediatez mediada (se conoce a Dios por los efecto en la persona), su pasividad activa, su fruición, su simplicidad, certeza y oscuridad, así como el carácter impactante sobre la persona… expresión de una experiencia mucho más plena que cualquiera de las perspectivas anteriores, a las que integra y transciende.

La Mística nos lleva a la experiencia de la nodualidad relacional, experiencia de comunión con Todo y con todos sin dejar de ser quienes somos, experiencia de unidad y pluralidad y no a la experiencia de nodualidad monista al estilo esotérico.

Por último, habría que hablar de la novedad de la mística cristiana. El Misterio Pascual, de la cruz y la resurrección- centro de la religión cristiana-, rompe todas las imágenes del Misterio, que se “rebaja” haciéndose uno de nosotros para liberarnos y llevarnos a la plenitud participando de nuestra debilidad y sufrimiento.

El cristianismo es un escándalo para los seguidores de la tradición primordial y esotéricos, por su visión relacional, que ellos creen dualista y es incomprendido por judíos y musulmanes por su expresión del Misterio desde la debilidad, desde la opción por los pobres, haciéndose él mismo pobre para liberarlos y «fracasando» en el sentido mundano del término.

El cristianismo posee así una novedad  y una plenitud que no está en otras tradiciones religiosas y que estamos llamados a dar a conocer, no a imponer, sino a poner en relación con toda tradición humanista, primordial o esotérica colaborando con esas tradiciones en construir un mundo mejor. También estamos llamados a descubrir las verdades y la santidad en esas tradiciones, las semillas del verbo, que dirían los Padres de la iglesia o el “Cristo” desconocido que hay en ellas (en lenguaje cristiano).

El cristianismo trae una novedad cualitativa que no puede perder y, a la vez, no tiene el monopolio de la verdad, por ello, nuestro cristocentrismo ha de entenderse en modo relacional ( Geffré):  poner en diálogo y en relación con Cristo toda realidad humana y espiritual, enseñando la novedad cristiana y aprendiendo de los otros su sabiduría propia, su Cristo oculto, que nosotros desconocemos, colaborando con todos en la construcción de un mundo más humano y más espiritual: El Reino.

José Antonio Vázquez Mosquera

Fuente Cristianía: Monacato laico

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“El Eros y el Tánatos”, por Fernando Jiménez.

Jueves, 18 de julio de 2019
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961828b8Hay que reconocer que en nombre de la Fe religiosa (la Fe que alimenta a las distintas Religiones del planeta) se han cometido demasiadas tropelías, atropellos y abusos -a veces terribles- contra el pobre ser humano sencillo y de buena voluntad. Atropellos mucho más perversos e irritantes cuando muchas veces van envueltos de hipocresía, santurronería y beaterío.

Pero también tenemos que reconocer, si queremos ser justos, que por la Fe y la Religión, se ha derrochado en este mundo (por personas muchas veces silenciosas y socialmente insignificantes) mucho heroísmo, mucha generosidad, mucha rebeldía contra las injusticias perpetradas a los seres más desvalidos, mucha entrega hasta el sacrificio total de sí mismas…

No se puede decir que sea la Fe el único y el más genuino motor de todos los actos de “heroicidad moral y humana”. En la gnoseología del Psicoanálisis se piensa que el corazón humano –de cualquier cultura, religión o nacionalidad- está permanentemente impulsado y azuzado por una doble fuerza: el Eros, que es la fuerza del amor y del bien, y el Tánatos, que es la fuerza destructora, la del mal y la muerte. Y en cualquier momento, según imprevisibles circunstancias, el corazón se volcará, con todo su potencial energético, hacia el egoísmo, el odio, la agresividad, el aprovechamiento y sometimiento de quien sea…, o podrá movilizar todo su potencial (apoyándose en muchos casos en la inspiración que le aporta su Fe y la Religión que profesa) hacia la generosidad, la bondad, la creatividad, la solidaridad, puestas al servicio del amor y de la vida.

Lo que, expresado también desde el sistema mental que diseña la teoría del maestro Alfred Adler, se podría decir que todos los “animales humanos” (animal rationalis de Aristóteles) podemos actuar impulsados por la potente fuerza biológica puesta al servicio salvaje y egoísta del YO, o movilizarla, encauzarla y dirigirla en nuestras actuaciones y decisiones al servicio del NOSOTROS (que en la simbología cristiana se representa con la celebración de la Eucaristía).

Desde este doble esquema mental se puede significar y comprender lo que diferencia al héroe del malvado. Y es necesario, para nuestra recta autogestión, tener siempre presente que en cualquier persona humana, coexisten potencialmente un héroe y un malvado. Precisamente la función de la Religión es la de apoyar, dirigir, alentar, reforzar y mantener los motores primarios del instinto al servicio del Eros. Es decir: al servicio del Amor y de la Vida celebrado en un eucarístico nosotros.

En 1932 el filósofo Bergson publicó su tratado Las dos Fuentes de la Religión y la Moral. En este escrito contrapone dos especies de moral: la Moral de Obligación, (implica sufrimiento, sumisión, culpabilidad con la Mirada puesta en el mal) y la Moral de Aspiración (implica ilusión, motivación, libertad con la mirada puesta en el bien y en los valores)

Hay muchos testimonios históricos y personales para pensar que cuando la pedagogía y la educación se inspiran, se diseñan y se fundamentan en una Moral de Obligación, la fuerza del instinto reprimido termina reventando las costuras del corsé moral y escapándose obcecadamente por cualquier resquicio, con las consecuencias tan nefastas como las que actualmente nos están tan desoladoramente arrasando.

Pero también he tenido constancia, con testimonios psicológica y terapéuticamente conocidos y confirmados, de que una auténtica Moral de Aspiración, consciente y libremente adoptada –no impuesta amenazadoramente-, permanentemente revisada, interiorizada y alimentada, logra canalizar la fuerza del instinto, en un proceso de sublimación, hacia realizaciones del Eros, en beneficio madurativo y humano para la autorrealización singular de la propia persona, y en realizaciones solidarias, benéficas y constructivas para la Humanidad.

Fernando Jiménez Hernández Pinzón

Fuente Fe Adulta

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Hacia un idolatría de la Eucaristía.

Domingo, 23 de junio de 2019
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[…] El mismo Cristo  debe asfixiarse en nuestros ostensorios de oro, en nuestros cálices incomparables, en nuestros copones incrustados de joyas, Él quiso sólo la paja del Pesebre o la madera de la cruz. El culto exagerado de la Eucaristía tiende a hacer de nuestras iglesias templos paganos.

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Louis Evely

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Condúceme de lo irreal a lo real, condúceme de las tinieblas a la luz, condúceme de la muerte a la inmortalidad.

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Brihadaranyaka Upanishad

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Una liturgia sin compromiso místico

Los faraones de Egipto han sido divinizados y los monumentos no dejan de representar su investidura divina. Cuando, más tarde, Alejandro el Grande conquistó Egipto, no creyó que pudiera asegurar su dominación sobre las colonias sin hacerse reconocer como Dios. Del mismo modo los emperadores romanos, para consolidar la unidad de su imperio, aceptaron, luego finalmente impusieron, esta divinización de Roma y de su persona.

Pero esta divinización del faraón provocaba también, casi necesariamente, la “faraonización” de dios. Había una simbiosis, una suerte de comunidad de vida en la que las reacciones eran recíprocas y, finalmente, la imagen de la divinidad se amoldaba a la del faraón divinizado.

¿Hasta qué punto esta situación ha sido reproducida a lo largo de los siglos, incluso en el pensamiento de Israel? ¿En qué medida nuestra liturgia no guarda vestigios de este intercambio ambiguo entre la realeza terrestre y la realeza divina? ¿Hasta qué punto incluso el concepto de la realeza divina no es simplemente una emanación de la realeza humana?

¿En qué medida, en Bizancio, la liturgia de Palacio y la liturgia de Santa Sofía no coincidían en una misma imagen, donde la realeza divina y la realeza humana se confundían de nuevo?

Y en qué medida nuestra liturgia no es todavía una supervivencia de las liturgias reales que no comprometen nunca el fondo del alma? ¿No podemos pensar, a veces, que en nuestra misma liturgia, se trata de rendir homenaje a un soberano, de procesiónar alrededor de su altar, de erigirle un santuario dedicado a él, y una vez hecho esto, queda con Dios, todo esto que puede realizarse y celebrar sin ninguna especie de compromiso místico?

Algo extremadamente peligroso

Es evidente que, si el hombre de la calle es tan a menudo completamente extraño a lo que pasa en nuestras iglesias, es porque no pasa allí ningún acontecimiento susceptible de tocarlo aunque sea un poco. El no se siente allí de ninguna manera alcanzado y concernido a lo más íntimo de él mismo.

Hay una religión aparente que  no asume compromiso profundo. Esto es extremadamente grave, y podemos preguntarnos hasta qué punto esto no es a causa de la Eucaristía que llegamos a una confusión tan radical sobre la esencia misma del mensaje de Jesús.

Una especie de materialismo religioso, el peor de todos; puede trágicamente establecerse alrededor de la Eucaristía; tenemos un catalizador de paladio, un pararrayos celeste, sobre la casa, podemos dormir tranquilo, Dios está allí en su cajita y lo tenemos constantemente a nuestra disposición.

¿Nos hemos cuestionado suficientemente sobre  el valor de nuestras comuniones? ¿sobre el valor de esos niños? ¿Qué producen? ¿Qué cambian?

En las comuniones sin compromiso, donde se cuenta con el opus operatum (un efecto producido infaliblemente por el hecho de que se recibe el sacramento), en las comuniones donde mecánicamente se debe ser santificado porque se abrió la boca o se tendió la mano para recibir la hostia: hay allí algo extremadamente peligroso porque no se ve en absoluto toda la exigencia que está en la base de una conversión verdadera, y que supone a un nuevo nacimiento; no vemosen absoluto la exigencia de la comunión que implica esta transformación radical donde se pasa del mí posesivo al mi oblativo. Incluso, ¿cuántos sacerdotes  que celebran la misa cada día todavía pueden, quizá, estar todavía allí?

Resituar la Eucaristía en la perspectiva evangélica

Debemos pues resituar la Eucaristía, hay que situarla allí dónde la vida de la Iglesia debe encontrar su unidad, hay que situarla en su sitio, es decir en la perspectiva evangélica que se nos impone en los últimos encuentros del Señor con sus discípulos.

La última consigna que resuena en todas las páginas delrelato joánico, es que os améis unos a otros como yo os he amado. Y esta consigna es también el criterio que hace reconocer a los discípulos de Jesús: ” en esto os reconocerán que sois mis discípulos, si os amais los unos a los otros.

Y para dar una lección a sus discípulos, Jesús les lavó los pies. “Esto es lo que es amar a tu prójimo: lo que he hecho es para que hagáis vosotros lo mismo los unos a los otros”.

Por extraño que pueda parecer, la Eucaristía parece haber desaparecido, ni siquiera se nombra en este lugar, ¿por qué? Debido a que está implícita en esta mandato (lavatorio de los pies). Está implícitamente contenida en el mandato y en la consigna final del Señor: “Amaos los unos a los otros”, ya que es exactamente la misma cosa.

“Os conviene que yo me vaya “

Recordemos las trágicas palabras de Jesús en el discurso después de la Última Cena: “Es bueno que yo me vaya porque, si no me voy, el Paráclito, el Espíritu Santo, no vendrá a a vosotros”. ¿Cómo no ver en estas palabras la confesión de un fracaso? Jesús nunca convirtió a nadie … ¡a nadie! Ni la muchedumbre, ni los sacerdotes, ni las autoridades, ni Herodes ni sus discípulos, ni incluso el discípulo amado que se dormirá como los otros enseguida en el Jardín de la Agonía: no ha convertido a nadie.

Y la llamada suprema que les dirige  a sus discípulos en el lavamiento de los pies se quedará sin eco: no comprenden que el reino de Dios está dentro de ellos mismos.

No comprenderán que es para hacer nacer este reino interior que Jesús se arrodilla delante de ellos para lavarles los pies, y no comprenden  que es para arrancar la piedra de nuestros corazones que Jesús muere sobre la cruz. Y la última pregunta que le harán a Jesús justo antes de la Ascensión será significativa de esta total  incomprensión.

¡La humanidad de Jesús debe pues desaparecer! Y es sólo en lo invisible, en el fuego del Pentecostes, como encontrarán a su Maestro como una presencia interior, no lo verán en lo sucesivo ya más delante de ellos sino dentro de ellos, y es en aquel momento cuando lo reconocerán. ¿Podemos desde entonces imaginar un solo instante que Nuestro Señor nos haya dado la Eucaristía para que refabriquemos con este sacramento un culto idolátrico, para que pudiéramos poseerlo allí, al alcance de nuestra mano, encerrándole en una caja para que nos pertenezca? ¿ Podemos concebir un materialismo igual por parte del Señor? ¿Cómo podemos imaginar que les hubiera robado su presencia visible a los Apóstoles para restituirnos en la hostia un foco de idolatría, como si pudiéramos disponer de Dios como el resultado de un objeto? Es absolutamente imposible, es exactamente lo contrario que sucede cuando Jesús nos da la Eucaristía.

*

Maurice Zundel

La Rochette, 1963

(Fuente)

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***

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.

Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle:

“Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado.”

Él les contestó:

“Dadles vosotros de comer.”

Ellos replicaron:

“No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío.”

Porque eran unos cinco mil hombres.

Jesús dijo a sus discípulos:

“Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.”

Lo hicieron así, y todos se echaron.

Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.

*

Lucas 9, 11b-17

***

El milagro de la multiplicación de los panes tiene lugar allí donde en el pueblo de Dios se escucha la Escritura cuya exégesis mesiánica nos proporcionó Jesús, y, por consiguiente, allí donde se respeta la Escritura y se obedece su Palabra, que encuentra su expresión actual en la asamblea de la comunidad.

Eso significa: allí donde se vive la vida cotidiana bajo el lema de la voluntad de Dios […]. El milagro de la multiplicación de los panes tiene lugar allí donde se celebra el banquete mesiánico, al que Jesús quiso invitarnos precisamente a todos, a los justos y a los pecadores, a los sanos y a los enfermos, a los invitados de la primera hora y a los que se quedan mirando los toros desde la barrera, es decir, allí donde se ha hecho posible, a continuación, la integración y la unanimidad de aquellos que quieren ponerse al servicio ae la construcción del pueblo de Dios. Eso significa: allí donde al convivium, o sea, al banquete de la eucaristía, le corresponde de nuevo el convivir, o sea, la convivencia de los creyentes que precede y sigue a la eucaristía, y encuentra su síntesis festiva en la celebración de semana en semana, de una fiesta a la otra.

El milagro de la multiplicación de los panes tiene lugar allí donde se vuelve vital la fe en que el hombre no vive sólo de pan, sino que vive, en primer lugar, de la Palabra de Dios, de su promesa y de la voluntad de aquel que se ha creado un pueblo al que debe llevar a una tierra que mana leche y miel. Eso significa que el milagro tiene lugar asimismo allí donde los creyentes se atreven a dar pruebas de su propia fe y a ponerla a prueba.

*

R. Pesch,
Il miracolo della moltiplicazione dei pañi. C’é una soluzione per la fame nel mondo?,
Brescia 1997, pp. 182ss, passim.

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Taiwán aprueba (con algunas limitaciones) el matrimonio igualitario

Sábado, 18 de mayo de 2019
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taiwan-lesbianas-2Una semana antes de que terminara el plazo dado por el Constitucional en 2017, el Parlamento de Taiwán legaliza el matrimonio igualitario

Taiwán ya es definitivamente el primer país asiático en legalizar el matrimonio igualitario. Y es que aunque en 2017 se legalizó «de facto», no ha sido hasta ahora que se ha aprobado la ley.

El 17 de mayo de 2019, fecha en la que se conmemoraba el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, pasará a la historia de la lucha en favor de los derechos LGTB como el día en el que por primera vez un país asiático, Taiwán, aprobó el matrimonio igualitario. Una aprobación que cuenta con algunas limitaciones, pero que ha sido recibida por satisfacción por el activismo taiwanés, que ve como se gana una importante batalla jurídica que comenzó en los tribunales hace varios años y en la que los grupos cristianos de la isla han ofrecido gran resistencia.

Ya explicamos en su momento que el Tribunal Constitucional de Taiwán había sentenciado que el Código Civil del país (que definía el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer) era discriminatorio porque violaba “las garantías constitucionales de libertad de matrimonio en igualdad“. En mayo de 2017, la Corte Constitucional de Taiwán emitía un fallo en el que instaba al Yuan Legislativo (el parlamento taiwanés) a legalizar el matrimonio igualitario en un plazo de dos años.  Si no se producía la reforma por la vía legislativa tras un periodo de dos años, la sentencia decretaba que a partir de mayo de 2019 las parejas del mismo sexo podrían comenzar a registrar sus matrimonios automáticamente. La sentencia  otorgaba al Parlamento dos años que se cumplían dentro de una semana para modificar el Código Civil y legislar el matrimonio igualitario; aunque ya entonces se podía decir que se había legalizado puesto que el Tribunal dejaba claro que si en ese periodo de tiempo el gobierno no había presentado una ley, ese artículo del Código Civil se consideraba erróneo y las parejas homosexuales podrían empezar a casarse en los Ayuntamientos.

Comenzaba entonces la movilización de los grupos anti-LGTB, articulados en torno a la la denominada «Alianza para la Felicidad de la Próxima Generación», un conjunto de grupos religiosos que reunieron las firmas suficientes para promover la celebración de un referéndum sobre la materia. El referéndum, que constaba de varias preguntas, tuvo lugar el pasado mes de noviembre, y los grupos LGTBfobos, que llevaron a cabo una muy agresiva campaña y que contaron con importantes apoyos económicos, consiguieron más votos (ello a pesar de que las encuestas muestran que el matrimonio igualitario cuenta con el apoyo de una mayoría de los taiwaneses). Así, por ejemplo la apertura del matrimonio a las parejas del mismo sexo recibió 3.250.165 votos a favor y 6.701.859 en contra (el censo electoral era de 19.757.067 votantes). Un resultado que entraba en colisión con las disposiciones constitucionales y legales que el Gobierno estaba obligado a resolver.

Finalmente, el Gobierno de Taiwán optó por evitar que se agotase el plazo concedido por la Corte Constitucional y presentó ante el Yuan Legislativo un proyecto de ley muy medido en su lenguaje. Por ejemplo, el lugar de llamarlo proyecto de ley de matrimonio, la norma se presentó bajo el aséptico título de «Ley parlamentaria de ejecución de la interpretación judicial nº 748». Era, además, no un proyecto de ley de simple reforma de las leyes de matrimonio vigentes para abrirlas por defecto a todas las parejas, sino un texto legal específico. Pues ayer 17 de mayo, justo una semana antes de que se cumpla ese plazo, en el Parlamento de Taiwán se han debatido tres propuestas. Una de ellas quería llamar al matrimonio igualitario «relación familiar homosexual» (con cada miembro llamado «miembros de familia homosexual«) y la otra propuesta proponía llamarlo «unión homosexual» y a cada miembro «compañero doméstico».

En la propuesta presentada por el Gobierno y respaldada por el Partido Democrático Progresista (que ya llevaba el reconocimiento de este derecho en su programa electoral hace años aunque no se puso manos a la obra hasta recibir una intensa presión popular a raíz del caso del activista Chi Chia-Wei) sí hablaba de matrimonio, incluía además derechos de adopción limitados y era la única que los activistas LGTB+ del país apoyaban.

Finalmente ésa ha sido la propuesta aprobada en el Parlamento por una amplia mayoría: 66 votos a favor y 27 en contra.

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Un proyecto que ha sido finalmente aprobado en tercera lectura este 17 de mayo, por 66 votos a favor (varios de ellos procedentes del Partido Nacionalista Chino o Kuomintang, principal fuerza opositora) y 27 en contra. Un resultado que ha provocado alivio entre el activismo LGTB, que veía con temor la posibilidad de que el Yuan Legislativo optase por dar su apoyo a cualquiera de los otros dos proyectos de ley alternativos presentados en la cámara con objeto de regular las uniones entre personas del mismo sexo de forma explícitamente diferente al matrimonio y con menos derechos de los que conceden el proyecto finalmente aprobado.

El proyecto autoriza a las parejas del mismo sexo a registrarse como matrimonios y les concede el estatus legal de esposos, aunque limita algunas cuestiones. Los taiwaneses no podrán contraer matrimonio con extranjeros de su mismo sexo a menos que sus países de origen reconozcan también el matrimonio igualitario, y los derechos de homoparentalidad continuan muy limitados: las parejas del mismo sexo seguirán sin poder adoptar conjuntamente hijos con los que no tengan relación biológica ni se habilitarán como «parejas infértiles» a efectos de acceso a los procedimientos de reproducción asistida.

El colectivo LGTB+ había convocado manifestaciones y marchas hacia el Parlamento para seguir la votación y, una vez se han conocido los resultados, han celebrado la victoria. Y es que la decisión también ha sido mayoritariamente celebrada por los grupos LGTB, que pese a las limitaciones de la ley (por cuya corrección en el futuro seguirán trabajando) han conseguido una importante victoria simbólica y moral, que además ha colocado a Taiwán en las primeras páginas de todos los periódicos del mundo como primer país asiático en aprobar el matrimonio igualitario. Hay que recordar, en este sentido, que aunque el estatus de Taiwán como sujeto político internacional permanece en un limbo diplomático desde el final de la guerra civil china y numerosos países no lo reconocen oficialmente como estado, en la práctica y a nivel comercial, turístico o cultural es considerado un país más.

Por otra parte, no está de más recordar que también en occidente la aprobación del matrimonio igualitario ha contado con limitaciones iniciales en varios países. La aprobación mediante un texto legislativo específico plagado de particularidades, por ejemplo, ya sucedió en Inglaterra y Gales. Y Bélgica, segundo país del mundo en aprobarlo en 2003, no permitió la adopción homoparental conjunta hasta 2006. Lo mismo sucedió en Portugal, que aprobó el matrimonio igualitario en 2010 pero la adopción homoparental tuvo que esperar hasta 2016.

Gay rights supporters celebrate outside Parliament after lawmakers legalised same-sex marriage bill in Taipei on May 17, 2019. - Taiwan's parliament began debating Asia's first gay marriage law as conservative lawmakers launch a last-ditch attempt to scupper the most progressive bill in favour of a watered-down "civil-union" law. (Photo by Sam YEH / AFP) (Photo credit should read SAM YEH/AFP/Getty Images)

Partidarios de los derechos humanos celebrando la legalización del matrimonio igualitario (Foto: AFP/Getty/Sam Yeh)

La propia presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, del Partido Progresista Democrático y que siempre se ha mostrado favorable a las reivindicaciones del colectivo LGTB, expresaba en redes sociales su confianza en que el proyecto recibiese finalmente el apoyo de la mayoría. «Hoy tenemos la posibilidad de hacer historia y mostrar al mundo que los valores progresistas pueden echar raíces en una sociedad del Asia oriental», tuiteaba:«El 17 de mayo de 2019 en Taiwan, #LoveWon. Hemos tomado un gran paso hacia la igualdad y hemos hecho de Taiwán un país mejor«, publicaba la presidenta del país, Tsai Ing-wen, en su cuenta de Twitter.

 

La ley aprobada entrará en vigor el próximo viernes, 24 de mayo, fecha a partir de la cual comenzarán a celebrarse los primeros matrimonios. Veremos si ello tiene efecto arrastre en otros países del área en los que ya desde hace varios años ha comenzado a plantearse la posibilidad de aprobar el matrimonio igualitario, como Vietnam, o por el contrario refuerza las posiciones de los cada vez más influyentes grupos cristianos anti-LGTB, que ya han conseguido tumbar iniciativas en favor de la igualdad, por ejemplo, en Corea del Sur. O ambas cosas. Estaremos atentos.

Como no podía ser de otra manera los homófobos han protestado mucho y han pataleado más y han asegurado que el gobierno está legislando en contra del pueblo porque ellos celebraron un referéndum que decía que el 72% de la población de Taiwán está en contra. Alguien tiene que explicarles que los derechos de las minorías no deben someterse a referéndum (porque la minoría jamás será más numerosa que la mayoría que no concede ese derecho, aunque no le afecte en absoluto), aunque tampoco es necesario porque el Gobierno ya aclaró que ni referéndum ni referéndam: la sentencia del Constitucional es la que es y los derechos humanos son los que son.

Fuente El Diario.es, vía HazteQueer/Dosmanzanas

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Evita y la verdadera solidaridad cristiana

Jueves, 16 de mayo de 2019
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padre20120726Evita-Charla1Gustavo Vera revela las palabras del Papa en el centenario de Eva Perón

Francisco: “Este mundo virtual, lleno de opinólogos, magnificó la distancia, anuló la cercanía y perdió la capacidad de acariciar; ya se olvidó de la ternura”

Hernán Benítez, confesor de Eva Duarte: “Ella era más cristiana que yo, para ella el cristianismo no era un sermón, ni una hostia, era mucho más, era sentir el dolor de los desamparados ¿comprende?”

El martes 7 por la mañana, cuando se cumplían los cien años del nacimiento de María Eva Duarte, compartí con mi amigo las sentidas palabras de quien fuera su confesor y asesor personal, el padre jesuita Hernán Benitez. En sus memorias Benitez describe en sencillamente la auténtica solidaridad cristiana de Evita :

“Yo la acompañaba, a veces, a barrios suburbanos, en noches frías de invierno, a llevar medicamentos a un enfermo y entraba con ella en una casita humilde. En una cama, un señor jadeaba con dificultad y en su rostro se veían llagas profundas, purulentas. Ella entraba, saludaba a todos, dejaba los medicamentos en una mesa y luego se acercaba al hombre para darle una palabra de aliento y le besaba la cara. Y yo, pastor de Cristo, que había estudiado el Evangelio en el colegio Máximo de Devoto, yo, que había dado no sé cuántas misas y había predicado en la Catedral, daba un paso atrás, yo, sacerdote, imagínese… Ella salía y me retaba. Era terrible. – Pero Padre. Usted se cree que vinimos nada más que a traer medicamentos como hacían las oligarcas de la Sociedad de Beneficencia. Vinimos a traer solidaridad, a que este hombre se sienta uno como nosotros, un argentino por el cual otros argentinos se preocupan y sufren por su estado y quieren fervientemente que se sane. No va a decir que no lo entiende, Padre… ¡Terrible! Ella era más cristiana que yo, para ella el cristianismo no era un sermón, ni una hostia, era mucho más, era sentir el dolor de los desamparados ¿comprende?”

(Memorias del Padre Benítez, el confesor de Eva Perón).

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El jueves 9 de mayo el padre Jorge respondió: 

Me emocionó el relato del P. Benìtez. Es la apología de la ternura. Hay un abismo entre el “hacer beneficiencia” y expresar la solidaridad cristiana, y ese abismo se resuelve con ternura. Este mundo virtual, lleno de opinólogos, magnificó la distancia, anuló la cercanía y perdió la capacidad de acariciar; ya se olvidó de la ternura.

La solidaridad cristiana no es beneficencia, es sentir el dolor de los desamparados y expresar esa fraternidad con ternura y cercanía a los más necesitados. Estos dos hermosos testimonios sobre Evita, uno de su confesor personal y otro del actual vicario de Cristo nos invitan a reflexionar sobre el accionar solidario de Evita desde la cercanía y el corazón. Inspirándonos en su ejemplo, será posible seguir soñando y luchando por sociedades justas, inclusivas y sustentables.

EVA2

Fuente Religión Digital

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“Ya estamos hartos de engaños religiosos”, por José María Castillo

Sábado, 4 de mayo de 2019
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Crisis-Iglesia-catolica_2111798858_13510737_660x371De su blog Teología sin censura:

“La religión cristiana ha entrado en una crisis incontenible y creciente”

“No nos angustiemos si la religión se debilita y se hunde. No nos preocupemos por la escasez de vocaciones, la falta de sacerdotes, el vacío de los templos y el abandono de sacramentos”

“El cristianismo no es una religión… El centro de nuestra fe es el Evangelio”

Estamos viviendo un hecho patente: los países tradicionalmente más cristianos, a medida que se van desarrollando y son cada día países más industrializados y más ricos, son también cada día países menos religiosos. Por eso se puede (y se suele) decir que la religión cristiana ha entrado en crisis. Una crisis incontenible y creciente. ¿Qué podemos pensar y hacer en esta situación?

Lo digo claro y sin rodeos: lo que tenemos que hacer los cristianos es vivir de acuerdo con el Evangelio de Jesús. Teniendo en cuenta que, si hacemos eso, nos va a ocurrir lo que le ocurrió a Jesús. A saber: nuestra relación con Dios no se realizará mediante el templo, los sacerdotes y sus ceremonias, sino viviendo (en la medida de lo posible) como vivió Jesús: con su misma espiritualidad y llevando una vida que contagia honradez, bondad y generosidad. Para estar con los que sufren, los que menos pintan en la vida (mujeres, niños, extranjeros…), los publicanos y los pecadores. Haciendo todo eso, con demasiada frecuencia, como lo hizo Jesús: precisamente cuando y como lo prohibía la religión. De ahí, el conflicto y los constantes enfrentamientos, que terminaron por llevar a Jesús al juicio, a la condena y a la muerte cruel de un subversivo. Que eso fue la cruz.

De ahí, la pregunta capital que nos hacemos hoy: ¿es el cristianismo una religión? Como religión se ha vivido durante siglos. Pero, ¿fue así en su origen?

Mucha gente no se imagina que la palabra “religión” (thrêskeia), que designa el servicio sagrado, es decir, la religión y su ejercicio (L. Schmidt: ThWNT III, 155-159), aparece solo cuatro veces en el Nuevo Testamento. Y referida a los creyentes en Jesús, únicamente dos veces, en la carta de Santiago (1,26-27), que se aplica a la “religión de los cristianos”. Para decirnos que “religión pura y sin tacha a los ojos de Dios Padre, es ésta: visitar (para dar consuelo y alivio) a huérfanos y viudas en sus apuros y no dejarse contaminar por el mundo” (cf. Max Zerwick).

Y es que, como bien explican quienes han analizado a fondo este asunto, el uso poco frecuente de la palabra “religión”, en el Nuevo Testamento, está en consonancia con el uso, también poco frecuente, de otros conceptos, relacionados con el culto sagrado, tales como therapeia (“servicio cultual”), latreia (“culto religioso”), épimeleia (“solicitud” religiosa), leitourgía (“servicio o culto divino”), ierourgía (“servicio sacerdotal”) (cf. L. Schmidt, o. c., 158). Esta escasez o ausencia de vocabulario “religioso-sagrado no puede ser casual o por descuido, en un tema tan central para cualquier religión.

En el cristianismo naciente se evitó el vocabulario que caracteriza a los “hombres de la religión” porque, como bien se ha dicho, “la causa y la consecuencia de este hecho (la ausencia de vocabulario sagrado o religioso) son idénticas: el cristianismo, fundamentalmente, no exige un comportamiento cultual especial (W. Radl, Dic. Exget. N.T., vol. I, 1898). Por eso, cuando Pablo se dirige al romano Agripa, pero incluyendo al judío Festo, le dice: “He vivido con arreglo a la tendencia más rigurosa de nuestra religión” (Hech 26, 5). Pablo obviamente se refería a la religión judía en la que había sido “fariseo”, como asegura el mismo Pablo (l. c.).

No nos angustiemos si la religión se debilita y se hunde. No nos preocupemos por la escasez de vocaciones, la falta de sacerdotes, el vacío de los templos y el abandono de sacramentos como la penitencia o el matrimonio. No pasa nada. Porque, si nos enteramos, de veras, de lo que es el cristianismo, empezaremos a tomar en serio – y con todas sus consecuencias – que el centro de nuestra fe y el camino de los cristianos, para buscar a Dios, es el Evangelio, el proyecto de vida que, con su forma de vivir, nos enseñó y nos marcó Jesús.

Lo que ocurre, según creo, es que esto nos asusta. Porque la religión nos ofrece muchas seguridades: tranquiliza conciencias (que tienen motivos para sentirse inquietas), da prestigio, refuerza intereses políticos, tiene sus ventajas económicas, legitima el sistema dominante, fomenta el turismo y hasta sirve para lucirse en festejos lustrosos. Y es verdad que la religión ha hecho santos. Sí, los ha hecho. Pero no olvidemos que los santos de verdad vivieron de acuerdo con el Evangelio. Como tampoco debemos olvidar que “la experiencia religiosa de todos nosotros ya no es de fiar, porque (como te descuides) nos remite a la falsa religión” (Thomas Ruster). Y, la verdad, ya estamos hartos de engaños religiosos.

Fuente Religión Digital

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José María Castillo: “En la Iglesia preocupa más el esplendor de la religión que la fidelidad a Jesús”

Viernes, 29 de marzo de 2019
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2379-large_defaultDe su blog Teología sin Censura:

El teólogo explica los entresijos de su ‘Evangelio marginado‘ (Desclée)

“Un ‘Dios falso’ ha llevado al mundo más avanzado al abandono de la religión”

“Jesús no quiso templo. No quiso sacerdotes. No quiso rituales. No quiso ceremonias sagradas. No quiso obediencia y sometimiento de nadie a él”

“Jesús no prescinde de la religión, sino que desplaza la religión: la arranca de ‘lo sagrado’ y la pone en el centro de ‘lo más plenamente humano'”

Jesús Espeja: “El ‘Evangelio marginado’ de Castillo, una exposición de gran valor para estos momentos de la Iglesia”

He escrito este libro porque he intentado explicar – en cuanto eso es posible – por qué la Iglesia se interesa más y se preocupa más por el “sometimiento a la religión” que por el “seguimiento de Jesús”. Creo que, sin miedo a exagerar, se puede afirmar que en la Iglesia preocupa más el esplendor de la religión que la fidelidad al seguimiento de Jesús.

El “sometimiento a la religión” dio resultado y fue eficaz hasta finales del s. XV. A partir del Renacimiento, la Reforma (s. XVI), la Ilustración (ss. XVII-XVIII), la Resistencia y la Restauración (s. XIX), la industrialización y la violencia (dos guerras mundiales), que marcaron el s. XX, y finalmente la Modernidad y la Posmodernidad, todos estos grandes fenómenos históricos y culturales, han hecho que la religión nos sirva para creer en El Dios falsificado (Thomas Ruster). Un “Dios falso”, que ha llevado al mundo más avanzado al abandono de la religión. O en otros casos (que abundan) nos ha conducido, sin darnos cuenta, a que “la experiencia religiosa de todos nosotros ya no sea de fiar, porque nos remite a una falsa religión” (o.c., pg. 228).

La Iglesia de los dogmas, las normas y los ritos fue útil y tranquilizaba las conciencias mientras los “mitos”, los “ritos” y las “jerarquías” eran útiles y servían para explicar tantas cosas que los humanos no sabíamos cómo explicarlas o pensábamos que servían para darle sentido a la vida o tener una esperanza última, que suavizaba el hecho inevitable de la muerte.

Hoy todo eso ha perdido (sobre todo, en las generaciones jóvenes) su utilidad y su razón de ser. Hasta el extremo de que los adolescentes, apenas llegan a cumplir los doce o trece años, cortan con toda la “jerga” de temas, teorías y creencias, que enseña el clero, y sencillamente para ellos se acaba y ya no interesa más la “religión”. Y lo mismo que veo esto, pienso también que este problema (más grave de lo que mucha gente se imagina) no tiene más solución que lo que vio Lutero cuando, siendo todavía un monje joven, viajó a Roma. Y allí comprobó que lo que interesaba a la Iglesia era la sumisión al papa y los rituales (indulgencias…) que daban dinero (Lyndal Roper, Martín Lutero, p. 75-76).

“La religión no responde a lo que necesita el ser humano”

Mi convicción es que veinte siglos antes de lo que sienten las últimas generaciones, fue Jesús de Nazaret, el “personaje-centro” y central del Evangelio, quien se dio cuenta de que la “religión” del templo y de los sacerdotes, de los dogmas y de las normas, de los rituales y las observancias, del poder y del dinero, todo eso fue útil para las culturas de la Antigüedad, pero no responde a lo que necesita el ser humano como tal.  

Lo determinante, para el ser humano (lo que nos humaniza) no es satisfacer la “necesidad” de nuestras propias carencias (esto es lo que hace la “religión”), sino potenciar la “generosidad” para resolver las carencias de los demás (esto es lo que nos aporta el “Evangelio”).

Aquí es fundamental – incluso enteramente necesario – hacer una distinción clave. Hay dos formas de hacer teología y, por eso, hay “dos modelos de teología”: 1) La “Teología especulativa”, que se elabora a partir de “teorías”, que se basan en el pensamiento escolástico (con su “mortificante dependencia del pensamiento de Aristóteles”, según la acertada fórmula de Lyndal Roper) o tienen sus raíces en el pensamiento estoico (Pitágoras y Empédocles) (E. R. Dodds), en cuanto se refiere a la moral. 2)  La “Teología narrativa”, que se construye mediante relatos tomados de la vida diaria. El ejemplo más patente (de esta teología) lo tenemos en los evangelios. Se trata, en este caso, de narraciones en las que lo determinante no es la “historicidad”, sino la “significatividad”. En el caso concreto del Evangelio, ¿qué nos dicen esos relatos para nuestra forma de vivir, para ser fieles al “seguimiento de Jesús”?

Con toda razón y precisión, J. B. Metz escribió: “La teología no es hoy teología de profesores, no se identifica con la teología de oficio. Con mayor razón, pues, no debe la teología histórico-vital encerrarse en los esquemas de expresión de un lenguaje científico exacto y reglamentado…. De ahí que deba evitar a toda costa someterse incondicionalmente al vocabulario de la exactitud. Precisamente la teología no es – ni ha sido nunca – una ciencia natural de lo divino” (La Fe, en la Historia y en la Sociedad, p. 230).

En esta dirección tiene que girar la teología, la liturgia y el gobierno de la Iglesia. Como nos lo está indicando sabiamente el Papa Francisco. Yo sé que darle este giro a la vida no es posible, si nos atenemos a lo que da de sí la condición humana. Por eso me parece tan genial la fórmula que nos dejó I. Kant: “La praxis ha de ser tal que no se pueda pensar que no existe un más allá” (en Gesammelte Schriften, VII, p. 40). Sólo si tomamos en serio y aceptamos de verdad que Jesús de Nazaret fue (y es) un hombre en el que vemos a Dios” (Jn 1, 18; 14, 9-10; Mt 11, 27; Fp 2, 6-11; Col 1, 15; Heb 1, 2), es decir, solamente cuando sabemos y aceptamos que el Dios Trascendente se hizo presente en nuestra inmanencia mediante la vida, la forma de vivir y actuar, de Jesús de Nazaret, sólo así y en eso encontramos a Dios.

Ahora bien, lo que encontramos en el Evangelio es que la forma de vivir y de actuar de Jesús fue una vida marcada por una profunda espiritualidad (su oración frecuente y prolongada) y una constante preocupación por el sufrimiento humano.

Por eso Jesús no quiso templo. No quiso sacerdotes. No quiso rituales. No quiso ceremonias sagradas. No quiso obediencia y sometimiento de nadie a él. No mencionó para nada la división y la diferencia entre lo sagrado y lo profano. No habló nunca de orden (“ordo”) ni de ordenación. Intencionadamente curó a los enfermos cuando la religión prohibía curarlos. Rechazó con firmeza la observancia de rituales religiosos (Mc 7). Andaba frecuentemente con “malas compañías” (los pecadores, los samaritanos, los recaudadores de impuestos…). Nunca denunció las conductas criminales de los políticos (ni a Herodes, cuando degolló a Juan Bautista, ni a Pilatos cuando asesinó a los galileos que ofrecían sacrificios en el templo). Puso sus preferencias en los débiles, niños, mujeres, extranjeros…. La fe en Jesús fue un hecho solamente para el excomulgado por la religión: el ciego de nacimiento (Jn 9).

Conclusión: los cristianos tenemos una “religión” que cada día interesa menos. Porque cada día cobra más fuerza el rechazo al “poder vertical” (Peter Sloterdijk, Has de cambiar de vida, p. 151-153) y al “poder opresor” (Byung-Chul Han, Psicopolítica, p. 27-30). Lo que motiva a la mayoría de la gente es el “poder participativo” y el “poder seductor”. Si algo destacan los evangelios, es el poder seductor que mostró Jesús. No para hacerse él importante y famoso. Jesús fue así y se comportó así, para remediar el sufrimiento humano. Y mediante ese remediar el sufrimiento, así revelar lo que nosotros podemos saber de Dios; y cómo podemos relacionarnos con Dios: “Lo que hicisteis con uno de uno de estos hermanos míos tan insignificantes lo hicisteis conmigo” (Mt 25, 40). Jesús no prescinde de la religión, sino que desplaza la religión: la arranca de “lo sagrado” y la pone en el centro de “lo profano”, “lo laico”, “lo más plenamente humano”.

Lutero dijo: “El hombre es incapaz por naturaleza de querer que Dios sea Dios. Quiere ser Dios él mismo, no desea que Dios sea Dios” (Luther’s Works 31, 10; Martin Luthers Werke 1, 17, 225). Lo que hace el Evangelio es “dejar a Dios ser Dios, en cada ser humano”.

Para saber más acerca del libro, pincha aquí:

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José María Castillo: “Lo que Jesús enseñaba a sus discípulos no fue religión, fue el Evangelio”

Miércoles, 20 de marzo de 2019
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jesus-de-nazaret“No existe el demonio. Es una figura mítica para describir en aquellos tiempos el mal”

“La Iglesia se ha centrado más en la religión, y ha marginado el Evangelio”

(Diario Jaén).- Es sacerdote en excedencia, lo que le deja las manos libres y tiempo para dedicarse a lo que le gusta, que es escribir y participar activamente, desde hace años, en proyectos solidarios con Mensajeros de la Paz. Tiene publicados varios libros. El último,El Evangelio marginado“, lo presenta hoy (el pasado día 1 de marzo), a las 19:00 horas, en la Sala 75 Aniversario de Diario JAÉN

¿Por qué ese título, El Evangelio marginado?

 La tesis central del libro parte de la idea de que el cristianismo es una religión y de que la Iglesia es la gestora de esa religión. Gira en torno al hecho del fenómeno religioso. Pero hay algo que es previo a todo eso, que es el Evangelio. Es una recopilación de relatos breves en torno a una figura singular, Jesús de Nazaret.

Hay dos cosas a tener en cuenta, la religión y el Evangelio. Jesús nació en un pueblo muy religioso, el pueblo judío, y por tanto fue educado en una religión. Pero cuando se separó de su familia, de su casa y se puso a recorrer Palestina, que era una colonia romana del imperio, lo que Jesús representa no fue la religión, fue el Evangelio.

¿En dónde está el problema?

El libro gira en torno a la religión y el Evangelio. El problema está en que la vida pública de Jesús la conocemos, la privada en los años que vivió en Galilea, no. Él era un trabajador humilde en Nazaret. Un buen día dejó su casa, su familia, su trabajo y después de estar cerca de Juan Bautista se rodeó de un grupo de discípulos, de compañeros y de mujeres que iban con él.

¿Qué les predicaba?

Lo que Jesús les enseñaba no fue religión, fue el Evangelio.

Scene 07/53 Exterior Galilee Riverside; Jesus (DIOGO MORCALDO) is going to die and tells Peter (DARWIN SHAW) and the other disciples this not the end.

¿Cuál es la diferencia?

La diferencia está en que la religión es un conjunto de prácticas y observancia de normas, de creencias que giran siempre en torno al espacio sagrado que es el templo y son gestionadas por una jerarquía de sacerdotes, que en otras religiones tienen sus equivalentes, en cada cultura les llaman de una manera. Pero siempre hay los profesionales de la religión, con un lugar separado y aparte del templo que es un lugar sagrado, que viven, por ejemplo, en un palacio episcopal.

Quiere decir que esa práctica no figura en el Evangelio.

Jesús no hizo nada de eso. Vivió, habló y actuó de tal manera que no tiene que ver con la religión. Si leemos los Evangelios, el conflicto entre el Evangelio y la religión es constante, casi desde el principio hasta el fin. Y va en aumento, con la Pasión.

Al final, aquello acabó de la peor manera posible y es que la religión era incompatible con Jesús y el Evangelio. Por eso lo juzgaron, lo condenaron y lo ejecutaron de la peor manera que se podía ejecutar en aquel momento a un subversivo, crucificándolo. Esa era la manera más cruel de matar en aquel tiempo.

El Evangelio marginal es, por tanto, su visión de lo que ha pasado en la Iglesia.

Lo que Jesús enseñó fue el Evangelio, en conflicto con la religión. ¿Ve el contraste? Jesús no fundó un templo, no fundó un sacerdocio, no instituyó rituales. Jesús era un predicador ambulante, en el que resaltan tres cosas, su preocupación por curar enfermos, por la salud, curaba a un ciego, un manco, un paralítico… Jesús curaba a todo el que podía. Incluso hay un caso que resucitó a un muerto. Pero estos relatos no se pueden tomar al pie de la letra.

En aquella cultura creo que esos hechos no ocurrieron así tal cual. Es una manera de decir que Jesús, donde veía sufrimiento, lo aliviaba. La primera gran preocupación del Evangelio es la salud. Es lo que más nos preocupa a todos. La segunda es el hambre. Se habla de comidas, pero siempre son compartidas, de alimentación compartida.

Y en tercer lugar, su preocupación eran las relaciones humanas, que fuesen lo mejor posible, con perdón, sin venganzas, siendo bueno con todos, respetando a todos, aunque sean gente que no piensa como tú, aunque sean extranjeros o lo que sean.

Así las cosas, lo extraño es que lo que ha predominado en la Iglesia no ha sido todo esto, aunque es verdad que la Iglesia hace mucho de todo esto. Pero la estructura del sistema organizativo y de gestión de la Iglesia es la religión. La Iglesia tiene catedrales, templos, los obispos viven en palacios. La gente de Iglesia, hombres y mujeres, tienen su vida asegurada.

¿Y la figura del demonio y las tentaciones?

No existe el demonio. Es una figura mítica para describir en aquellos tiempos el mal.

Fuente Religión Digital

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“El mito de Eva y la desigualdad de la mujer respecto al hombre”, por Juan Zapatero.

Sábado, 9 de marzo de 2019
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2226371157_349c4c33f6No cabe duda de que, a quienes nos movemos dentro de los parámetros cristianos (no en cuanto a religión, sino a cultura), la influencia judía en nuestro pensamiento ha sido determinante a la hora de concebir, en este caso, a la mujer (sexo femenino) como inferior en condición respecto al hombre (varón).

Si exceptuamos los fanáticos, de una índole y de otra, que siguen defendiendo la creación tal y como la relata el libro del Génesis, está claro que en la actualidad toda persona dotada de mínimo sentido común admite que la descripción sobre la creación en general y, por ende, también del hombre y de la mujer, que encontramos en el libro anteriormente citado, no son otra cosa sino relatos fantasiosos que responden sencillamente a la manera de concebir la vida y las relaciones humanas en su quehacer cotidiano que tenía la gente de hace ya bastantes siglos en un lugar geográfico concreto. Por ello, estoy convencido de que no son casuales cinco factores por lo que a la mujer se refiere, según dicho relato.

En primer lugar, el origen de esta, al menos según una de las versiones del libro del Génesis, no solo es posterior a la existencia del hombre (varón) en la tierra, sino que además tiene su origen en el propio varón “Entonces Yahveh Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Yahveh Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces éste exclamó: ‘Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada’”. (Gen 2, 21-23). Tenemos, pues, que el varón y la hembra no son creados, no solamente al mismo tiempo, sino que, a su vez, la segunda procede del primero.

En segundo lugar, si seguimos leyendo el relato, se deja entrever de inmediato otro elemento fundamental y clave como es el hecho que la mujer no tiene sentido por sí misma, sino en cuanto a la función que debe desempeñar respecto al hombre: para que este no esté solo. “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada” (Gen 22,18). Aunque es cierto que, a renglón seguido, dice “Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne”; ello no impide entrever que la mujer no aparece con una finalidad propia, por sí misma, sino en tanto en cuanto sirve de compañía al varón. Aquí podríamos entrar ya en un profundo debate sobre si nos encontramos ante alguien que se parece más a un objeto (servir a o de), en vez de frente a un sujeto que tiene sentido, autonomía y valor por sí mismo. Es más, de interrogantes se pueden plantear los que queramos y más; por ejemplo ¿Qué hacer con o de la mujer que no cumple la misión de servir de ayuda y de apoyo al varón, en todas las facetas que podamos imaginar, ya que su misión es precisamente esa? Queda la puerta abierta a todas las posibilidades, no precisamente en el mejor de los sentidos.

En tercer lugar, si continuamos con la lectura del libro (Gen 3,6) observamos que, dentro del estilo narrativo que se utiliza, aparece precisamente la mujer como la culpable, pues es la inductora, de la pérdida de aquel estado idílico de eterna felicidad en el paraíso “Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió”. Por tanto, la culpa de todos los males que le vinieron desde entonces a aquel hombre y, por ende, a toda la humanidad posterior, no tenían otro origen que la mujer. Una mujer que se dejó llevar por sus deseos instintivos más genuinos, en vez de por la capacidad de pensar. A algunos seguro que les faltará tiempo para acabar rematando: una capacidad de pensar exigua, mínima o inexistente en el caso de la mujer.

En cuarto lugar, no es casual que la serpiente, como encarnación del Maligno, se dirija a la mujer en vez de al varón de cara a seducirla y a liberarla del prejuicio que el Creador había infundido en el corazón del hombre: “Y Dios impuso al hombre este mandamiento: De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio” (Gen 2,16-17). ¡Cuántas interpretaciones no se han hecho a partir de este texto sobre la debilidad de carácter de la mujer y sobre su ambición, en contraposición a la fortaleza y a la moderación del varón, por ejemplo!

Por último, si bien es verdad que Yahvé impone un castigo a los tres protagonistas (serpiente, varón y hembra), no es menos cierto que a la mujer se lo incrementa; por una parte, teniendo que parir con dolor; mientras por otra, viéndose obligada a “apetecer al marido” (no así al revés) y a sufrir el dominio que este ejercerá sobre ella. Si lo observamos detenidamente, nos daremos cuenta rápidamente de que ambas cosas son fuertemente humillantes. “A la mujer le dijo: Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará” (Gen 3,14-17).

Dejando de lado aquellos países en los cuales la mujer continúa siendo tenida, por desgracia, como un objeto puro y duro; me parece que, en los que nos consideramos más avanzados, o al menos así nos tienen los demás, no se puede poner en duda que las leyes en favor de la liberación y la igualdad del sexo femenino han hecho avances (aunque no tantos como cabría esperar); sin embargo, tengo la impresión de que a nivel individual y de ciertos grupos el parecer del relato del Génesis sigue planeando todavía por demasiadas mentes. Lo que quiere decir que no es cuestión solamente de leyes, sino principalmente de la transformación que debe producirse en dichas mentes.

Juan Zapatero Ballesteros

Fuente Fe Adulta

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“Navidad: Jesús modificó la historia”, por José María Castillo, teólogo

Miércoles, 26 de diciembre de 2018
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97A3B1DF-392E-4E33-A9BA-446912423D7EDe su blog Teología sin Censura:

Es evidente que la Navidad es una fiesta de gozo y alegría, de familia y amistad, de disfrute y de tantos recuerdos que, hasta en los últimos rincones del mundo, de una forma o de otra, se hace presente. Esta fiesta, vivida así, se ha hecho carne de nuestra historia y, en buena medida, una manifestación patente de nuestra cultura.

Como es lógico, una fiesta así, se puede vivir de mil maneras. En todo caso, con el paso del tiempo y con los muchos cambios, que han experimentado nuestras costumbres, lo más frecuente es lo que más le interesa a casi toda la ciudadanía es el jolgorio, la comida, la diversión y todo lo que sean motivos para evadirse de la dura realidad de nuestra historia, tan confusa y preocupante por tantos motivos, que no es mi propósito ponerme ahora a recordar. Son cosas de las que precisamente queremos evadirnos en estos días.

Pues vamos a intentar lo de la evasión. La más sana evasión. Desde hace algún tiempo, vengo notando un fenómeno, que se da en no pocas personas y que me hace la impresión que va en aumento. Se trata del creciente número de individuos (hombres o mujeres), que se alejaron (hace algunas décadas) de la religión y de la Iglesia, hasta detestar a obispos, curas y frailes sin piedad. Pero ahora resulta que, sin saber exactamente por qué, en esas personas “a-religiosas”, está surgiendo – y va en aumento – una profunda y secreta admiración por el personaje y la significación de Jesús de Nazaret.

El problema, para algunas de estas personas, está en que la cristiandad ha fundido y confundido, de tal manera y hasta tal punto, a Jesús con la religión, que el rechazo de “lo religioso” está dificultando (más de lo que imaginamos) el encuentro con Jesús y la aceptación de su mensaje. Y es que quienes se hacen un lío con este asunto concreto, posiblemente nunca han caído en la cuenta de que a Jesús lo mató la religión.

Aquí es fundamental dejar claro que los evangelios son “teología narrativa”. Es decir, se trata de una teología hecha, no a base de teorías, doctrinas, especulaciones y argumentos. Los evangelios son una recopilación de relatos, tomados de la vida diaria de la gente, que nos presentan y nos platean un “proyecto de vida”. Una forma de vivir, que antepone la vida (y la felicidad de la vida) a la religión, a sus dirigentes, sus leyes, sus amenazas, sus ceremonias, el “yugo” y la “carga”, que Jesús le suavizó a la gente hasta hacerla feliz. Teniendo muy presente que, en todo este asunto, lo que importa no es la “historicidad” de los relatos. Lo que interesa es la “significatividad” de esos relatos.

En definitiva, ¿por qué la religión no soportó el Evangelio? ¿Por qué los “hombres de la religión” se enfrentaron, odiaron y mataron a Jesús? Porque la “religión” brota de la “necesidad”. El Evangelio, por el contrario, surge de la “generosidad”. Esto es lo que explica que Jesús fue un hombre muy “religioso”, pero como no soportaba ver a la gente sufrir, por eso, ni más menos, antepuso el “Evangelio” a la “religión”.

Por eso – y con razón – tanta gente (sin saberlo), cuando llega Navidad, se alegra lo indecible. Porque llega el Evangelio.

 

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¿”Religión” o “Evangelio”?, por José Mª Castillo, teólogo

Sábado, 15 de diciembre de 2018
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45918986762_4b192d2e58De su blog Teología sin Censura:

Que hay malestar y preocupación en la Iglesia, es cosa que nadie pone en duda. Y hay motivos abundantes para el malestar y la preocupación.

No voy a repetir lo que todos sabemos. Lo que quiero plantear, en esta breve reflexión, es una sola pregunta que, según creo, va directamente al fondo del problema. ¿Qué es lo que más nos interesa y nos preocupa: la “religión” o el “Evangelio”?

Para responder a esta cuestión, que nadie me venga diciendo: “A fin de cuentas, lo mismo da lo uno que lo otro”.

No. De ninguna manera. No da igual. Si a Jesús lo condenó a muerte el Sanedrín (Jn 11, 47-53), el Consejo Supremo de los Sacerdotes del Templo (Mt 26, 59-66 par), de forma que ellos fueron quienes forzaron al Pilatos para que Jesús muriera de la peor manera que se podía morir en el Imperio, como un delincuente peligroso (Jn 19, 9-16 par), ¿no podemos (y debemos) preguntarnos si a Jesús lo mató la religión?

Más aún (y aquí tocamos lo más fuerte), si Jesús llegó a morir de esta manera, este final se produjo porque su predicación, su conducta, su forma de vida fue un continuo enfrentamiento con los sacerdotes, los maestros de la Ley y los más escrupulosos observantes de la religión, los fariseos. A lo que se vino a sumar el acto provocador del Templo, cuando Jesús, látigo en mano, expulsó del lugar sagrado a todos los que allí negociaban, llegando a decir que aquello era una “cueva de bandidos”.

Lo más torpe y grave, que ha hecho la Iglesia, ha sido convertir el Evangelio en un acto, un componente más, de la religión. Si la religión mató a Jesús, ¿cómo podemos decir tranquilamente que Jesús fundó una religión?

Entonces, si Jesús no fundó ninguna religión, ¿qué es lo que nos dijo y nos dejó? Jesús nos dejó el Evangelio, que es “un proyecto de vida”.

Pero entonces, ¿dónde y en qué está la diferencia entre la “religión” y el “Evangelio”? Si respondemos sin miedo, llegando hasta el fondo del asunto, la cosa está clara: la “religión” tiene su razón de ser en la “necesidad” del propio sujeto, mientras que el “Evangelio” se explica a partir de la “generosidad” hacia los demás. Son dos fuerzas, dos razones de ser, dos dinamismos, literalmente contradictorios.

La religión brota de la necesidad. Todos necesitamos, de una manera o de otra, por un motivo o por otro, liberarnos de sentimientos de culpa. Necesitamos superar el miedo que nos acosa por tantos motivos. Necesitamos respuesta a muchas preguntas para las que no encontramos respuesta. Necesitamos seguridad. Necesitamos esperanza, para esta vida y para después de la muerte. Necesitamos ayuda en la enfermedad, en los apuros que acarrea la vida, la soledad, el desengaño, etc, etc. Y todos buscamos respuesta a la necesidad. Sobre todo, necesitamos cariño. Es en la necesidad, que acosa al ser humano, donde tiene su origen la religión.

El Evangelio es lo opuesto a la propia necesidad. Porque es la respuesta, que brota de la generosidad, a las necesidades de los demás. Por eso, Jesús nos presenta un proyecto de vida, que consiste en remediar las necesidades que sienten y viven los demás. Según los evangelios, Jesús lo centró todo en curar a los enfermos, compartir la comida con los demás, y procurar (a toda costa) las mejores relaciones humanas, centradas en la bondad y el cariño a los demás. Con todo lo que esto supone de plantar cara (y hasta la vida misma) a quienes van por la vida agrediendo la dignidad y los derechos de los otros, sea cual sea su nacionalidad, su religión o su conducta.

Hablando con claridad y sin miedo: la Iglesia se ha salido del camino que la trazó Jesús. Lo que la gente ve en la Iglesia es “religión”. ¿”Evangelio”? Hay personas de Iglesia y gente buena que lo vive, quizá sin saber que lo que vive es el Evangelio. Pero es chocante que, cuando aparece un Papa, como el que ahora tenemos, el papa Francisco, en su misma casa, en el Vaticano, y por todo el mundo, sobre todo entre clérigos y gente de Iglesia, hay demasiada gente que no soporta a este Papa. Prefieren la religión, su pompa y su boato. Y así nos va. Dando motivos a la confusión, en unos. Y al desconcierto o al desinterés, en una notable mayoría.

¿No sería lo más apremiante ponernos a pensar y analizar si el fondo de todos los males es que hemos puesto la religión en el puesto que tendría que ocupar el Evangelio?

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“Jesús, el Evangelio y la Religión”, por José Mª Castillo

Jueves, 29 de noviembre de 2018
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abusosDe su blog Teología sin Censura:

Religión Digital ha publicado recientemente una declaración en la que defiende que “informar de los abusos del clero no es “traicionar” a la Iglesia católica”. Cuando he leído esta declaración, lo primero que se me ocurre decir es que estoy completamente de acuerdo con lo que afirma la dirección de RD en esta declaración. El “clero” tiene siempre el peligro de incurrir en el “clericalismo”, que, como indica el Diccionario de la RAE, es la “intervención excesiva del clero en la vida de la Iglesia, que impide el ejercicio de los derechos a los demás miembros del pueblo de Dios”.

Esto justamente es lo que estamos viendo, viviendo y soportando en la Iglesia. En cada parroquia, en cada diócesis y en la Iglesia universal, son los obispos y los sacerdotes los que deciden e imponen a los fieles lo que hay que pensar y lo que hay que hacer (en cuanto se refiere al bien y al mal). Y bien sabemos que los “hombres de la religión” se ven a sí mismos dotados del poder y del derecho de decidir hasta lo más íntimo de cada ser humano, en su conciencia, en esa profundidad que cada cual vive en lo más hondo de sí mismo. Allí donde cada ser humano se ve como una buena persona o, por el contrario, como un perdido o incluso como un canalla.

Es verdad que mucha gente no le hace caso a nada de esto. Y bien sabemos que, de día en día, aumenta el número de ciudadanos que mandan a los curas a tomar viento. Pero también es cierto que los obispos y clérigos en general siguen teniendo el poder de orientar casi todo lo que se refiere a la religión como a ellos les conviene. Y esto, amigos lectores, sigue siendo un poder muy fuerte. Porque es un poder determinante en el tejido social de un pueblo, de un país, de una nación. Bien sea por lo que la Iglesia dice. O quizás – peor aún – por lo que la Iglesia se calla. En España, se habla ahora mucho de política y de corrupción, de la economía y del paro, de la justicia y de los bancos, de la sexualidad y de los mil problemas que eso acarrea, de la violencia, de la crispación política y del odio, del separatismo y de tantas otras cosas que a todos nos interesan y nos preocupan.

Yo me pregunto muchas veces: ¿por qué los obispos y los curas se callan en casi todos estos asuntos, que son los que de verdad preocupan a la gente?

El silencio del clero, en los problemas que de verdad preocupan a la gente, está en un asunto mucho más serio y más profundo. La Iglesia tiene su origen en Jesús de Nazaret. Pero Jesús no fundó una religión. ¿Cómo iba a fundar una religión un hombre que fue perseguido, condenado y asesinado por la religión? No. Jesús vivió y nos dejó el Evangelio, que es el “proyecto de vida” de los que “siguen” a Jesús. Y si es que asumimos el Evangelio como nuestro “proyecto de vida”, no podemos callarnos ante lo que estamos viendo y viviendo. Si los cristianos tomamos en serio el Evangelio, hasta jugarnos nuestra propia “seguridad” – como hizo el propio Jesús, ni más ni menos – entonces veremos y palparemos que el “criterio de la autenticidad cristiana es la peligrosidad liberadora” (J. B. Metz).

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La “purga” gay le cuesta a Tanzania mucho dinero en ayudas internacionales

Lunes, 26 de noviembre de 2018
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tanzania-purga-gay-696x522Ya hace días que explicamos que en la región de Dar es Salaam, en Tanzania, ha empezado una “purga” gay impulsada por su gobernador, Paul Makonda, con la intención de identificar, detener y torturar a las personas gais para que “vuelvan” a ser heterosexuales. También hace días que te explicamos que el Ministro de Exteriores del país, Alphaxard Kangi Ndege Lugola, explicó a la prensa que el gobierno no ve con buenos ojos esa “purga”… para luego ir al Parlamento a decir que Tanzania “no es el lugar” para ser homosexual porque “nunca permitiremos que esas cosas ocurran“.

Es asombrosa la inexistente reacción de los colectivos LGTB+ que se lanzaron en tromba a manifestarse frente a las embajadas rusas cuando ocurrió más o menos lo mismo en Chechenia.

A la que esta vez parece que no tenemos que esperar mucho rato es a la comunidad internacional, que aunque en el caso de Chechenia ni estuvo ni se la esperaba, en el caos de Tanzania sí han empezado a mover ficha.

Primero fue la mismísima Unión Europea la que llamó a consultas a su embajador en Dar es Salaam, Roeland van de Geer, y emitió un comunicado denunciando “el deterioro en materia de derechos humanos” en Tanzania. Por su parte el gobierno de Estados Unidos ordenó a la embajada americana en el país que emitiera una alerta de seguridad recomendando a sus ciudadanos que revisaran sus perfiles en redes sociales, porque Makonda ya anunció que no se iba a amilanar a la hora de monitorizar comunicaciones privadas para “detectar” a los homosexuales.

Ahora Tanzania se acaba de llevar un golpe mucho más duro que una consulta a un embajador o una alerta de seguridad. El gobierno de Dinamarca, el segundo país que más ayudas inyecta en el país (unos 53 millones de dólares solo el año pasado), ha anunciado que no seguirán ayudando económicamente al país. Según Ulla Tørnæs, ministra de desarrollo danesa, el país está muy preocupado por “el desarrollo negativo” del país africano,  ha condenado los comentarios homófobos e “inaceptables” de sus responsables políticos y ha anunciado que retiran una ayuda de 10 millones de dólares. “El respeto a los derechos humanos es de suma importancia para Dinamarca“, aseguró Tørnæs

Pero Tanzania no ha perdido solo 10 millones de dólares. Aunque no ha sido por el caso de la “purga” gay, el Banco Mundial ha decidido cancelar los planes de un préstamo de 300 millones de dólares al país; por un lado porque Tanzania ha decidido prohibir que las jóvenes embarazadas vayan a la escuela o al instituto (y también que vuelvan después de dar a luz) y por otro lado por la ley sobre estadística que el país aprobó en septiembre y que convierte en un crimen que se cuestionen los datos que proporciona el gobierno.

Lo de los gobiernos de los países homófobos que dependen de ayudas internacionales para que su población no se rebele contra ellos es, cuando menos, curioso. En sus discursos siempre acusan a los países occidentales de querer “imponer” sus nuevas costumbres (los derechos LGTB+), y las rechazan de pleno… Pero no tienen ningún problema a la hora de aceptar nuestro dinero occidental. Alguien debería tomar nota de eso.

Fuente  Pink News, vía HazteQueer

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“La religión y la derecha política”, por José Mª Castillo, teólogo

Jueves, 22 de noviembre de 2018
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cortes-una-religion-para-vivir-en-5-pasos-4De su blog Teología sin censura:

¿Por qué ocurre, con tanta frecuencia, que la gente de derechas suele ser más religiosa que quienes militan o tienen ideas de izquierdas? Es verdad que esta doble sintonía – de la derecha con la religión y de la izquierda con la irreligión – no se puede generalizar. Pero el hecho global de la frecuente coincidencia de la derecha con la religión; lo mismo que el rechazo de la izquierda hacia lo religioso, nadie (que vea la vida con objetividad) lo pondrá en duda, supongo. En España, además, me parece indudable.

¿Por qué ocurre esto? Para responder a esta pregunta, no viene al caso contraponer lo que ocurrió con Hitler y Mussolini, en Alemania e Italia, y lo que sucedió con Franco en España. Hitler y Mussolini perdieron sus guerras. Franco ganó la suya y mantuvo su dictadura durante 40 años. Y conste que, aun así, el profesor Thomas Ruster (Universidad de Dortmund) se lamentaba recientemente de que los campos de concentración estaban ubicados cerca de museos y bibliotecas; y se avergonzaba de que no solo la mayoría de aquellos facinerosos, los ejecutores del holocausto, habían recibido clases de religión y habían escuchado sermones e instrucciones morales. Sin embargo, existió Auschwitz, que los educados religiosamente no lo impidieron.

Pues bien, siendo todo esto muy verdad, vamos al fondo del asunto. Lo he dicho y no me cansaré de repetirlo. Jesús fue un hombre profundamente religioso, pero no fundó una religión. Jesús anunció el Evangelio. ¿Cómo iba a fundar una religión un hombre que fue asesinado por los dirigentes y entendidos en lo que es una religión?

No debemos confundir a Dios con la religión. Dios es “trascendente” (no tenemos acceso a Él, ni podemos conocerlo), mientras que la religión en “inmanente”, es decir, siempre es un hecho cultural. De ahí que, cuando hablamos de Dios, deberíamos distinguirlo de las “representaciones de lo divino”, que se hacen en cada cultura.

Otra cuestión es que, en la prehistoria de la humanidad, la religión es mucho más antigua que Dios. La religión tiene unos cien mil años (tantos como el “Homo Sapiens”), mientras que de Dios se viene hablando hace unos diez mil años. O sea, durante noventa mil años, se ha vivido la religión sin Dios.

La religión suaviza el miedo a la muerte, libera de los sentimientos de culpa y es un componente de nuestra propia identidad. Pero la religión consiste en un sistema de rangos que exige sometimiento a superiores invisibles. De ahí, la carga de obligaciones y prohibiciones mediante las que los jerarcas religiosos se imponen a sus fieles.

Por eso, el poder religioso suele andar aliado con el poder político. Y ambos se sustentan y necesitan mutuamente. Los poderosos se suelen aliar a los “hombres de la religión”. Como éstos se alían a los poderosos.

Así las cosas, se comprende que la izquierda social y política suele sentirse incómoda ante el poder político-religioso. Es verdad que todo esto se explica y se justifica utilizando argumentos y motivos religiosos y sociales. Pero el fondo del asunto, ya hemos visto dónde está.

Cuando Jesús aparece en la historia, el Imperio romano había montado un sistema religioso en el que no importaba el dios en el que cada cual creía. Era una religión doméstica (cada familia la vivía en su casa) que se centraba en mantener la sumisión al poder imperial. En el caso de Israel, todo se centraba en el Templo, fuente de poder y de dinero para sus sacerdotes, que imponían rituales, obediencia a la ley y sumisión al sistema, interpretado por los maestros de la aquella ley. La consecuencia era que el Templo y sus sumos sacerdotes mantenían al pueblo sumiso al Imperio y a los dirigentes de la religión judía.

En estas circunstancias, ¿qué hizo Jesús? No protestó contra el Imperio. ¿Qué ofreció como alternativa? El Evangelio: enseñó que Dios es Padre bueno con todos, curó a los enfermos, dio de comer a los indigentes, acogió a los pecadores, mujeres, niños, extranjeros…, exigió perdón, respeto y cariño entre todos. Y no se calló ante la hipocresía de los protagonistas y observantes de la religión.

El problema, que tenemos hoy, es que la Iglesia ha dado más importancia a la religión que al Evangelio. La religión da dinero y poder. El Evangelio exige identificarse con los que más sufren y con los últimos de la sociedad.

¿Se comprende ahora por qué la derecha política suele ser más religiosa que la izquierda? El Evangelio, marginado. Y en su lugar intentamos mantener una religión anticuada, que puede ayudar para tranquilizar conciencias, pero sirve cada día menos para mejorar conductas.

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