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La difícil unidad de la Iglesia

Domingo, 16 de agosto de 2015
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el-papa-francisco-ante-el-sinodoFrancisco no imaginaba las rivalidades que suscitaría la “Iglesia de la misericordia”

“La negación de la comunión sacramental a estas personas es un portazo pastoral a los fieles”

(Marco Antonio Velásquez, en Reflexión y Liberación).- El anhelo pastoral del papa Francisco de integrar a la mesa Eucarística, a las personas separadas y divorciadas vueltas a casar, se ha convertido en fuente de división en la Iglesia. En efecto, cuando Francisco asume la sede de Pedro no imaginaba las rivalidades que despertaría una cuestión que pastoralmente muchos obispos han resuelto de manera práctica, caso a caso, siguiendo los consejos del buen pastor, compasivo y misericordioso. Seguro que el mismo cardenal Bergoglio, como pastor de la Iglesia de Buenos Aires, lo enfrentó muchas veces.

Con la potestad del pastor de la Iglesia universal, Francisco decide enfrentar esto como un problema pastoral, que doctrinariamente parece resuelto, pero que en la práctica todos los obispos enfrentan en su fuero interno. Se trata de un tema que no sólo afecta a los obispos, sino también a los sacerdotes, quienes reciben requerimientos concretos de personas para facultarlos a recibir la comunión sacramental, ya sea en ocasiones específicas o de manera regular. Es una cuestión que afecta profundamente al corazón de los pastores que conocen cercanamente a sus fieles, porque saben que la negación doctrinaria tajante de la comunión, en estos casos, resulta en una falta de caridad evidente. La experiencia dice que cuando los obispos atraviesan el umbral de la amistad y de la fraternidad humana con sus fieles, optan por conceder, a veces privadamente, la autorización para comulgar.

En el presente, la negación de la comunión sacramental a estas personas es percibida como un verdadero portazo pastoral a los fieles, que concurren necesitados a requerir la compasión misericordiosa de su Iglesia. Los pastores cercanos saben que esas personas han acumulado una avidez de comunión, como muchísimas veces no encuentran entre quienes acuden regularmente a recibir el sacramento.

Éste parece ser el contexto en que Francisco ha querido enfrentar esto, poniéndolo en el corazón de la Iglesia y de los pastores; tema que ha llegado a ser el eje central del Sínodo de los obispos dedicado a la familia, cuya Asamblea Ordinaria se hará efectiva en octubre de 2015.

La Asamblea Extraordinaria del Sínodo, celebrada en octubre de 2014, dio indicios del ánimo pastoral para abordar el tema. La Relatio Synodi ha dejado huellas de la ausencia de un clima pastoral adecuado para respaldar al papa en la idea de integrar a la mesa Eucarística a personas separadas y divorciadas vueltas a casar, aun estableciendo un itinerario penitencial. Lamentablemente, dicha asamblea fue también la señal de partida de una campaña organizada para afianzar posiciones doctrinales tendientes a contrarrestar el imperativo de la misericordia, evitando socavar la disciplina sacramental respecto de la Eucaristía.

Luego de ocho meses de concluida la Asamblea Extraordinaria hay hechos reveladores. Los antagonismos liderados por los cardenales Kasper y Müller dan cuenta de una pudorosa rivalidad que, lejos de atenuarse, se ha agudizado, aunque con algo más de recato.

Los doctrinaristas han conseguido aglutinar consensos a través de la amplia geografía de la Iglesia, comprometiendo el apoyo de los obispos de África. La Iglesia latinoamericana, pese a ser la cuna pastoral del cardenal Bergoglio, no ha conseguido cerrar filas para respaldar el espíritu reformista del papa del tercer mundo. Por su parte, la Iglesia norteamericana, reservorio de tradiciones, no da cabida a mociones aperturistas, al igual que la Iglesia italiana y española. Luego, las principales lealtades provienen del resto de Europa, donde las iglesias de Alemania, de Francia y de Austria lideran una persistente corriente de apoyo. De manera similar y más silenciosa, la Iglesia asiática estrecha lealtades, tanto que el mismo papa acaba de sugerir en privado queel futuro de la Iglesia está en Asia” (relato del cardenal filipino, Luis Antonio Tagle).

En este contexto, la existencia de una “Filial Súplica a su Santidad el Papa Francisco”, firmada hasta ahora por 460 mil adherentes de todo el mundo, es un hecho inédito y coercitivo de su autoridad papal. La iniciativa, promovida con motivaciones del cardenal norteamericano Raymond Leo Burke, busca presionar al papa para que reafirme la doctrina tradicional de la familia.

Se configura así un verdadero ambiente cismático en torno a la posibilidad de implementar reformas pastorales, que puedan conducir a habilitar canales de acogida sacramental a personas que, con su drama vital, interpelan a la conciencia cristiana de la Iglesia.

Al revisar la nómina de los asistentes a la Asamblea Sinodal de octubre próximo, todo indica que el papa no contará con el respaldo de los padres sinodales (más de dos tercios de los votos) para aggionar a la Iglesia en este ámbito. Recordando que en la Iglesia sólo los concilios y la autoridad del papa tienen facultad resolutiva para emprender reformas de esta naturaleza, todo indica que los padres sinodales darán, en este terreno, una dolorosa señal de soledad al papa de la misericordia.

A buena hora, después de la Asamblea Sinodal la Iglesia entera ha sido llamada a vivir el Año de la Misericordia, un tiempo que se espera permita sanar heridas eclesiales y dar testimonio de misericordia a quienes esperan mucho de su Iglesia. Sólo así el pueblo de Dios estará acogiendo aquel mandato de Jesucristo: “Pero vayan, y aprendan lo que significa: ‘Misericordia quiero, que no sacrificio’; porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.” Mt 9,13.

Marco Antonio Velásquez Uribe

Consejo Editorial Revista Reflexión y Liberación

Espiritualidad, General, Iglesia Católica , , , , ,

Johan Bonny, obispo de Amberes, pide a la Iglesia que reconozca las relaciones homosexuales

Domingo, 28 de diciembre de 2014
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el-obispo-de-amberes-mons_560x280El prelado ya pidió respeto para los LGTB antes del Sínodo de la Familia

Aboga por “una diversidad de formas de reconocimiento en la Iglesia

Johan Bonny es el probable sucesor de Léonard en el episcopado belga

El obispo de Amberes, Johan Bonny, es partidario del reconocimiento por parte de la Iglesia católica de las relaciones homosexuales y bisexuales, según explica en una entrevista con el diario flamenco De Morgen.

Con su declaración el obispo Bonny se convierte en uno de los primeros líderes de la iglesia que cuestiona abiertamente con  el monopolio absoluto del matrimonio formado sólo entre hombre y mujer, únicas relaciones reconocidas por la Iglesia católica.

“Debemos buscar en el seno de la Iglesia un reconocimiento formal de la relación que también está presente en numerosas parejas bisexuales y homosexuales. Al igual que en la sociedad existe una diversidad de marcos jurídicos para las parejas, debería también haber una diversidad de formas de reconocimiento en el seno de la Iglesia”, ha señalado.

Bonny, el sucesor designado del asesinado arzobispo André-Joseph Léonard, quien se retirará en 2015, cree que las parejas homosexuales deberían ser capaces de obtener una bendición de la iglesia. Por otra parte, sostiene que una relación homosexual y los criterios de un matrimonio religioso pueden satisfacer. Los valores intrínsecos son más importantes para mí que la demanda institucional. La ética cristiana se basa en las relaciones duraderas en las que la exclusividad, la lealtad y la atención  recíproca son centrales .

El prelado ya alzó la voz por este tema en una carta al Vaticano días antes del Sínodo de la Familia, que se celebró el pasado mes de septiembre.  Incluyendo el hecho de que la iglesia necesita encontrar urgentemente una conexión con la sociedad moderna, explica  que  Todo el mundo tiene que hacer su vida con las relaciones, la amistad, la familia y la educación de los niños. No debemos negar que esto existía dentro de las lesiones y traumas de la iglesia. Hay demasiadas personas que fueron excluidos durante mucho tiempo.” Como obispo, he tenido ya que escuchar bastante irritación. Un hermano se enfada porque su hermana se ha vuelto a casar y no puede ya leer en la Eucaristía. Un padre reclama más comprensión para su hijo homosexual que se siente rechazado por la Iglesia. Una abuela no puede entender por qué el párroco no quiere bendecir la relación de su nieta con un hombre divorciado. Incluso si estas personas se hacen preguntas sobre el camino vital de sus allegados, aunque hubieran preferido otra situación y aunque tengan pesar, no se dejan vencer. Para estas personas, esta solidaridad es un signo importante de la solidaridad de Dios con toda persona, sea lo que sea que le ocurra. Tal y como lo perciben, la Iglesia no puede quedarse atrás en lo que toca al apoyo y hospitalidad del que ellos siguen dando testimonio en el seno de la familia”, aseguraba entonces. 

En septiembre, el obispo de Amberes, escribió en una carta al Vaticano sobre este asunto. Incluyendo el hecho de que la iglesia necesita encontrar urgentemente conexión en la sociedad moderna, explica por qué las cosas Bonny en el borde. Todo el mundo tiene que hacer su vida con las relaciones, la amistad, la familia y la educación de los niños. No debemos negar que esto existía dentro de las lesiones y traumas de la iglesia. Hay demasiadas personas que fueron excluidos durante mucho tiempo.”

Al final, el intento del Papa por acercar a la iglesia a los homosexuales no contó con el respaldo mayoritarioLa Relatio Synodi, es decir, el documento posterior al Sínodo, donde decía “darle la bienvenida a estas personas (los homosexuales)” ahora se puede leer “acoger a estas personas”. La palabra “fraternal” en un pasaje que hacía un llamado a la necesidad de encontrar un “espacio fraternal” para los homosexuales en la Iglesia, pero la expresión fue eliminada sin explicaciones.

El obispo de Amberes es el probable sucesor del presidente de la Conferencia Episcopal belga, el arzobispo André-Joseph Léonard, quien tiene previsto retirarse en 2015.

Fuente De Morgen

General, Historia LGTBI, Iglesia Católica , , , , , , ,

“El papa, el sínodo y los maricones”, por Bruno Bimbi

Lunes, 20 de octubre de 2014
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***

Seamos sinceros, por favor. ¿Ustedes realmente se creyeron que la reunión de tías solteronas del Vaticano iba a terminar con papá Francisco cantando “I Will Survive”?

Me mata tanta ingenuidad.

Una semana entera nos tuvieron a la espera, bombardeados por titulares de diarios e informes en los noticieros que contaban, orgullosos por ese argentino que consiguió sentarse en el trono de la última monarquía absolutista de Europa, que ahora la Iglesia católica, apostólica y romana iba a reconciliarse con los maricones. Que habría una “apertura” y una “acogida” (¡ay, señor traductor!) y no dirían más que somos sodomitas, pervertidos, desviados, antinaturales, pecadores, en fin, una manga de tragasables que irán al infierno por putos.

Dijeron que era histórico. Revolucionario. Una tormenta. Un cambio de época. No esperaron siquiera a ver el documento final, porque las ganas de confirmar que Francisco no es más Bergoglio y la Iglesia católica no es más apostólica ni romana tienen obnubilada a la prensa de casi todo el mundo, sobre todo a la argentina. Tienen una ganas bárbaras de creerle.

La primera versión del documento que pretendía resumir lo discutido en el “sínodo” por los obispos, vestidos con sus largas polleras negras y sus solideos y cinturones rosados, se titulaba Relatio post disceptationem —en latín clásico, esa lengua que solo ellas siguen hablando— y, para alegría de los más papistas que el papa, traía tres párrafos hablando de los omosessuali —en italiano, porque no había en latín una palabra para eso— y, curiosamente, el término no venía acompañado por las ofensas de siempre. ¡Extra, extra!

Los admiradores de Francisco estaban eufóricos, contándonos lo innovador y super-recontra-moderno que era ese texto que no nos insultaba más. Decía, presten atención, que los omosessuali tenemos “dones y talentos” y que podemos ofrecérselos a ellos, la comunità cristiana — y sólo a ellos, claro. Y se preguntaba —sí, se preguntaba, no afirmaba— si ellos serían capaces de “acogernos” y “evaluar” nuestra orientación sexual, pero siempre senza compromettere la dottrina cattolica su famiglia e matrimonio, por supuesto. No vaya a ser cosa que, de tanto evaluarnos y acogernos, alguien pueda pensar que la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio se movió medio milímetro del lugar donde Dios la puso, representado en el acto de ponerla por otras tías solteronas que se reunieron en el siglo XVI, con las mismas polleras negras, pero —según muestran las pinturas de la época del Concilio de Trento— sin nada rosado, salvo las de mayor jerarquía. Divas, ellas.

El texto también recordaba, por si quedaban dudas, que “las uniones entre personas del mismo sexo no pueden equipararse con el matrimonio entre el hombre y la mujer” y reclamaba al mundo que “tampoco es aceptable que se quiera ejercer presión sobre la actitud de los pastores o que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a la introducción de una legislación inspirada en la ideología de género” (la Iglesia le dice “ideología de género” a los estudios de género).

Benedicto manda saludos.

Por último, en el tercer párrafo, los obispos recordaban que la Iglesia tiene “problemas morales” con las parejas del mismo sexo, pero “reconoce” que “en algunos casos”, el apoyo mútuo “para el sacrificio” (WTF?) puede ser valioso, y hacían una confusa referencia a los niños con dos papás o dos mamás (aunque, obviamente, no usaban esas palabras), sin que quedase claro qué querían decir.

Y eso es todo.

Tenemos algunos dones y talentos. Pueden acogernos. Deven evaluarnos. Nuestras parejas siguen siendo un problema moral. La doctrina no se toca. Re-que-te-con-tra-mo-der-no. Pero apenas eso, para buena parte de los medios de comunicación de todo el mundo, era histórico. Revolucionario. Una tormenta. Un cambio de época. ¡Imaginate! La iglesia reconoce que tenemos algunos dones y talentos. ¡Guau!

Hagamos de cuenta, por un instante, que el sínodo hubiese terminado ahí y que ese texto fuese el documento final. Y hagamos de cuenta, por un instante, que no fuese un documento sobre los homosexuales, sino sobre los judíos. O sobre los negros. Y que dijese, con palabras parecidas, que tienen algunas cosas buenas, una que otra virtud, por lo cual estaría bueno acogerlos y evaluarlos, sin que eso comprometa la doctrina de la Iglesia sobre la judeidad y la negritud, que, como sabemos, es bien clarita. Me imagino que los negros y los judíos estarían contentísimos con semejante demostración de cariño y admiración.

Pero vos sos un denso, querés demasiado, no reconocés que es un gran avance.

—¿Cuál es el avance? A ver, explicame…

—Dicen que tienen dones, talentos. Antes decían que eran unos putos de mierda que se iban a ir al infierno. Es un avance, che, no seas tan exigente…

Pero no. Ni siquiera eso.

Después de una semana de discusiones, intrigas, trascendidos, aclaraciones, desmentidas, enojos y una incomprensible expectativa de casi todos los diarios del mundo, la reunión de tías solteronas decidió que no tenemos dones ni virtudes. O sea, para que quede claro: estuvieron una semana discutiendo sobre ese documento, porque no se ponían de acuerdo; votaron y decidieron, por mayoría, que no tenemos ningún don y ninguna virtud.

Ni una solita.

Ni siquiera eso fueron capaces de decir, aunque no fuese tan sincero, para disimular un poco.

El documento final, titulado en latín Relatio Synodi y divulgado este sábado, ya no trae más el subtítulo que hablaba de “acoger” a los omosessuali: ahora dice que hay que dar atención pastoral a sus familias. No dice más, repito, que los gays tengamos dones, ni virtudes, ni nada bueno. Dice, en cambio, que algunas familias viven la “experiencia” de tener dentro una persona con orientamento omosessuale. A esas familias, la Iglesia católica —que, por si quedaban dudas, sigue siendo apostólica y romana— debe darles atención pastoral para que entiendan que “no hay fundamento alguno para asimilar o establecer la más remota analogía entre las uniones del mismo sexo y el plan de Dios para el matrimonio y la familia”. Ni-la-más-re-mo-ta. Lo dicen estos señores de edad avanzada, desempleados y económicamente inactivos, que hablan en latín, usan polleras negras y solideos y cinturones rosados y son expertos internacionales en familia y matrimonio, pese a ser oficialmente castos, vírgenes, solteros y sin hijos. El plan de Dios, al que ellos tuvieron acceso através de la Wikileaks divina, no incluye a los omosessuali.

¿Entendieron, manga de putos?

Sin embargo, continúa el documento, los hombres y mujeres con orientamento omosessuale deben ser acogidos (y vuelve esa palabrita) “con respeto y sensibilidad”, evitándose todo tipo de “discriminación injusta”.

El respeto se nota mucho y se agradece inmensamente.

Lo más gracioso (por decirlo de alguna forma) es que la parte que habla de no discriminarnos injustamente es una cita, entre comillas, de un viejo documento escrito por Joseph Ratzinger en 2003, antes de ser papa (durante el reinado de Wojtila), titulado “Considerazioni circa i progetti di riconoscimento legale delle unioni tra persone omosessuali”. El objetivo del documento era, justamente, exigir a los gobiernos del mundo que discriminaran injustamente a las parejas homosexuales, negándoles el derecho al matrimonio civil. El documento de Ratzinger afirmaba, entre otras cosas, que “los actos homosexuales contrastan con la ley natural” y “cierran el acto sexual al don de la vida”, por lo que “no son el resultado de una verdadera complementariedad afectiva y sexual” y “en ningún caso pueden recibir aprobación”. Las muestras de respeto, sensibilidad y no discriminación continúan: “los actos homosexuales están condenados como graves depravaciones” y aunque no pueda decirse que los que “padecen esta anomalía” sean personalmente responsables por ella, cometen actos “intrínsecamente desordenados”. Para ser precisos, la parte citada por los obispos, que dice que los omosessuali deben ser acogidos con “respeto, compasión y delicadeza” y no sufrir “discriminación injusta” (ahí está: la que ellos nos imponen es justa, obvio), ordena que vivamos castos (como supuestamente ellos viven) y dice que “la inclinación homosexual es objetivamente desordenada y las prácticas homosexuales son pecados gravemente contrarios a la castidad”.

Todo muy bonito.

El texto de Ratzinger, resucitado desde las catacumbas de la Inquisición por el sínodo franciscano y agregado a último momento en el documento (también agregaron, al final, una condena más explícita a los países que aprueban el matrimonio igualitario), era tan repulsivo que el escritor peruano Mario Vargas Llosa, premio Nobel de literatura, escribió una durísima crítica en la que afirmaba que

“con argumentos así, aderezados con la presencia sulfúrica del demonio, la Iglesia mandó a millares de católicos y de infieles a la hoguera en la Edad Media y contribuyó decisivamente a que, hasta nuestros días, el alto porcentaje de seres humanos de vocación homosexual viviera en la catacumba de la vergüenza y el oprobio, fuera discriminado y ridiculizado y se impusiera en la sociedad y en la cultura el machismo, con sus degenerantes consecuencias: la postergación y humillación sistemática de la mujer, la entronización de la viril brutalidad como valor supremo y las peores distorsiones y represiones de la vida sexual en nombre de una supuesta normalidad representada por el heterosexualismo. Parece increíble que después de Freud y de todo lo que la ciencia ha ido revelando al mundo en materia de sexualidad en el último siglo la Iglesia Católica —casi al mismo tiempo que la Iglesia Anglicana elegía al primer obispo abiertamente gay de su historia— se empecine en una doctrina homofóbica tan anacrónica como la expuesta en las doce páginas redactadas por el cardenal Joseph Ratzinger”.

Once años después, la Iglesia católica, que sigue siendo apostólica y romana, bajo el reinado de Francisco, que sigue siendo Bergoglio, continúa empecinada en la misma doctrina homofóbica anacrónica, aunque su departamento de marketing y relaciones públicas ahora funcione mucho mejor y algunos crean que ha cambiado algo.

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Fuente BlogsTodoNoticias

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Cardenal Reinhard Marx: “La palabra exclusión no debe formar parte del lenguaje de la Iglesia y no se pueden crear “católicos de segunda o tercera clase”. “

Viernes, 17 de octubre de 2014
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el-cardenal-marxCardenal Marx: “Usted es homosexual y no puede vivir el Evangelio. Decir esto es algo que es inconcebible”, agregó.

Pero el Documento rebaja su cambio de postura ante los homosexuales

El Sínodo constata un “debate intenso” pero “con libertad de palabra y honestidad”

Los participantes votarán este sábado, divididos, la “Relatio Synodi”

El espejismo de la hipotética apertura de la Iglesia hacia los homosexuales

Los obispos participantes en la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la familia, Reinhard Marx y Paul Pontier, han destacado que durante estas dos semanas se ha producido un debate “intenso” pero “con libertad de palabra y honestidad”.

El arzobispo de Munich (Alemania) y miembro del grupo de nueve cardenales que asesoran al Papa en el Gobierno de la Curia, Reinhard Marx, ha admitido que el debate ha sido “intenso” pero “con voluntad de encontrar un camino común” y ha defendido que la palabra “exclusión” no debe formar parte del lenguaje de la Iglesia.

Marx, que ha advertido de que el texto presentado este jueves con las enmiendas de los grupos no fue “una conclusión” sino “un paso entusiasta” en el proceso sinodal, ha subrayado que la Iglesia debe estar “al lado de personas con una situación particular” y que, por tanto, “la exclusión no debe formar parte del lenguaje de la Iglesia”.

Pero, en el documento, donde decía “darle la bienvenida a estas personas (los homosexuales)” ahora se puede leer “acoger a estas personas”. La palabra “fraternal” en un pasaje que hacía un llamado a la necesidad de encontrar un “espacio fraternal” para los homosexuales en la Iglesia, pero la expresión fue eliminada sin explicaciones en la traducción al inglés del documento del Sínodo desde el italiano original.La modificación viene después de las quejas de los sectores más conservadores de la jerarquía eclesiástica.

Durante la rueda de prensa que ha tenido lugar este viernes sobre el Sínodo, el cardenal alemán ha apostado por encontrar en la Iglesia un lenguaje diferente” en el que no haya solo “blanco o negro” pues “los problemas humanos son mucho más complejos“.

Sobre el tema de los divorciados y vueltos a casar, Marx ha asegurado que es un asunto “muy actual” que “implica a muchas personas” pero ha puntualizado que los padres sinodales no quieren que se hable solo de esta cuestión. Para el cardenal, lo que el documento debe ofrecer son “elementos de atención pastoral para extender el evangelio de la familia”.

Marx defendió la necesidad de que la Iglesia dé “acogida” a las nuevas situaciones de las familias y consideró inconcebible” que se diga a un homosexual que no puede vivir el Evangelio.

El también presidente de la Conferencia Episcopal Alemana y uno de los miembros del llamado “G9” vaticano, nombrado por el papa Francisco para reformar el Gobierno de la Iglesia, explicó hoy en una rueda de prensa en el Vaticano su posición durante el Sínodo de obispos.

Marx, uno de los arzobispos más proclives a la apertura de la Iglesia hacia las que se consideran situaciones irregulares de la familia, afirmó que también el papa espera por parte de los obispos “nuevos impulsos que abran puertas para poder seguir proclamando el modelo de familia”.

Sobre este tema, Marx explicó que no se trata de cambiar la doctrina, pero recordó que la Iglesia tiene 2.000 años y que no se puede continuar repitiendo siempre las mismas cosas. No tenemos que seguir citándonos a nosotros mismos continuamente, dijo el arzobispo alemán, quien agregó que está “convencido” de que la iglesia debe “encontrar un lenguaje distinto”.

Sobre los homosexuales explicó que el “catecismo no les condena por su condición” aunque la Iglesia no puede aceptar la práctica de la homosexualidad, pero subrayó que no se pueden descartar los “valores” que hay en algunas parejas homosexuales que se han acompañado y han sido fieles durante años. Para Marx, la palabra “exclusión” no puede formar parte de la Iglesia católica y no se pueden crear “católicos de segunda o tercera clase”. “Usted es homosexual y no puede vivir el Evangelio. Decir esto es algo que es inconcebible“, agregó.

Respecto a que los divorciados que se han vuelto a casar puedan acceder a los sacramentos, uno de los temas sobre los que la asamblea no se ha puesto de acuerdo, Marx defendió que el magisterio de la Iglesia puede obviamente cambiar“. “El Evangelio es el que es, pero ¿lo hemos descubierto todo?”, señaló.

 francisco-en-una-de-las-sesiones-del-sinodoPor su parte, el arzobispo de Marsella (Francia), monseñor Paul Pontier, ha destacado la libertad de palabra” y “honestidad” que ha reinado entre los participantes en el Sínodo y ha explicado que durante el trabajo en los grupos emergió que “el núcleo familiar es una célula fundamental de la sociedad”.

Mientras, la colombiana Myriam Hoyos Castañeda ha indicado que su voz en el Sínodo ha sido la de una mujer “consciente de las dificultades como católica en el diálogo con el mundo”. Asimismo, ha señalado que los laicos participantes en la Asamblea han sentido que han ofrecido su reflexión y, en este sentido, ha insistido en que los laicos deben formar parte de la vida publica, llevar el mensaje evangélico y defender la doctrina social de la Iglesia. Entre los temas abordados, Hoyos ha destacado el tema de “las presiones internacionales en las políticas en contra de la familia” y la “necesidad no solo de preparar a las parejas para el matrimonio sino también de hacer un seguimiento a los casados”.

Sigue abierto el debate sobre si dar la Comunión a los divorciados que han contraído nuevas nupcias, pues solo un grupo lo apoyó, uno de lengua italiana que votó a favor, mientras que otros pidieron profundizar y otros aseguraron que no se puede cambiar la doctrina.

El arzobispo de Viena, el cardenal Christoph Schönborn, explicó que en el Sínodo es como una gran familia: “Sucede a menudo que la madre dice que es demasiado peligroso, mientras el padre dice que “no hay que tener miedo”. “Algunos padres del Sínodo dicen que no tenemos que olvidar la doctrina, pero otra parte también abogan por la necesidad de acompañar a todas aquellas situaciones difíciles”, dijo Schönborn.

En el documento final se podría incluir una mención a la necesidad de acogida a los homosexuales, pero varios círculos matizaron la necesidad de expresarse con prudencia, al igual que a la hora de valorar también a las parejas que viven fuera del matrimonio católico.

Un punto que seguramente aparecerá en la “Relatio Synodi” será el de hacer una referencia más amplia al mensaje positivo del Evangelio de la familia, al hecho de que el matrimonio – unión indisoluble entre un hombre y una mujer, de acuerdo con la doctrina oficial de la Iglesia – “es un valor todavía de mucha actualidad y en el que muchas parejas creen”.

Entre hoy y mañana se está encargando de redactar el documento final una comisión nombrada por el papa Francisco y compuesta por el relator general, el cardenal Peter Erdö; los secretarios Bruno Forte y el cardenal Lorenzo Baldisseri y otros ocho miembros. Entre ellos se encuentra el presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, Gianfranco Ravasi; el rector de la Universidad Católica Argentina, Víctor Manuel Fernández y el superior General de los Jesuitas, el padre Adolfo Nicolás.

La división plasmada en estos días ha llevado incluso a algunos medios a lanzar la hipótesis de que los participantes en el Sínodo no consiguiesen mañana ponerse de acuerdo para votar la declaración final.

Sin embargo hoy, el cardenal Marx aseguró que aunque se han vivido “tensiones” y discusiones “efervescentes”, se aprobará la declaración. También mañana, será publicado el llamado “Mensaje del Sínodo de los Obispos al Pueblo de Dios”, con la reflexión de los participantes en esta asamblea.

Fuente Religión Digital

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