Pensionista teme ser deportado por “no ser lo suficientemente gay”
Un hombre de 67 años teme ser deportado a Malasia, donde la homosexualidad es ilegal, por “no ser lo suficientemente gay”.
Yew Fook Sam, que vive en Kirkby, en Merseyside, intentó solicitar asilo en el Reino Unido después de haber sido arrestado por trabajar ilegalmente en 2016. Los funcionarios de inmigración han rechazado su solicitud de permanencia, a pesar del riesgo de persecución en su país de origen.
Un juez de la Cámara de Inmigración y Asilo afirmó que : “Tomando todas las pruebas de la ronda, encuentro que el apelante no es homosexual como él dice.” El veredicto fue repetido por un juez del Tribunal Superior que rechazó su apelación. Dijeron que el juez original “proporcionó razones detalladas y convincentes para concluir que el relato del apelante sobre su sexualidad no era genuino y creíble, identificando numerosas inconsistencias y discrepancias en su relato…“.
Sam, que llegó al Reino Unido en 2005 con un visado de visita, dice que estuvo casado en Malasia y que tuvo dos hijos, pero que ha dicho que estaba viviendo una mentira. Dice que su esposa lo dejó después de descubrir que era gay. Hablando con un medio de Liverpool, dijo: “Estaba tan decepcionado y deprimido, después de que me dijeran que no era gay. ¿Cómo puedo probarlo? Intenté decirle al Ministerio del Interior: ‘Tengo 67 años. No necesito sexo”.
Sam agregó que era parte de varias asociaciones gay y que había asistido a las celebraciones del Orgullo, lo cual, según él, llevaría a que fuera blanco de ataques en Malasia. “Quiero poder morir abiertamente como un hombre gay, no volver a Malasia y mantenerlo en secreto.”
Está siendo apoyado por una iglesia en Liverpool, donde es parte de la comunidad de alabanza de Mesa Abierta LGBTQIA+. Un miembro del grupo, Kieran Bohan, dijo que Sam tenía “mala salud” y que su “inglés e ingresos eran limitados”, lo que haría difícil estar en una relación. “Hay muchas personas en la vida adulta que se encuentran solteras, cualquiera que sea su orientación. No dejan de ser gays, bisexuales o heterosexuales porque no tienen pareja”, afirmó. Una petición para evitar su deportación ha recibido más de 1.000 firmas.
Un portavoz del Ministerio del Interior dijo al Liverpool Echo: “Este gobierno tiene un historial orgulloso de proporcionar protección a los solicitantes de asilo que huyen de la persecución por su orientación sexual o identidad de género, y el Reino Unido sigue siendo un líder mundial en su enfoque de la tramitación de este tipo de solicitudes de asilo. No hacemos comentarios rutinarios sobre casos individuales.”
Escalada de LGTBfobia pese al cambio político en Malasia
En entradas anteriores hemos venido hablando de la escalada de LGTBfobia de Estado en Malasia. Dos mujeres malasias, de 22 y 32 años, respectivamente, recibían a principios de este mes de septiembre seis latigazos por orden de un tribunal, tras ser descubiertas por agentes islámicos en el estado conservador de Terengganu «intentando participar en actos sexuales en un automóvil». El Gobierno, por otra parte, no solo dejaba claro su apoyo a la redada que días antes tenía lugar en un bar de ambiente gay de Kuala Lumpur sino que, en boca del ministro del Territorio Federal, Khalid Samad, expresaba que «esperamos que esta iniciativa pueda mitigar que la cultura LGTB se extienda a nuestra sociedad».
Ya con anterioridad, el nuevo Ejecutivo de Malasia había defraudado las expectativas despertadas cuando insinuó que el colectivo LGTB no debe visibilizarse porque incomoda «a la mayoría» del país. Lo hacía a cuenta de la censura de los retratos de los activistas Pang Khee Teik y Nisha Ayub en una exposición de George Town (ciudad del Estado de Penang) por orden administrativa.
Un entorno difícil para las personas LGTB
Malasia, una de las economías emergentes del sudeste asiático, es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes. Las relaciones homosexuales, en cualquier caso, son ilegales y se castigan con penas de hasta 20 años de cárcel. De hecho, en 2011 nos hacíamos eco de las intenciones de varios líderes musulmanes malasios de endurecer las medidas contra la homosexualidad y en 2015 el entonces primer ministro, Najib Razak, comparaba a las personas LGTB con el Estado Islámico, alegando que carecen de derechos humanos.
La LGTBfobia social y política imperante en Malasia ha llevado a situaciones que rozan el absurdo, y que hemos recogido en esta misma página. En febrero del año pasado, en un vídeo promovido por el Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia se sugería a los homosexuales que «aprender» a ser hetero es como iniciarse en la equitación. En febrero de este año nos hacíamos eco de un artículo que ejemplificaba la estigmatización de la comunidad LGTB también desde los medios de comunicación. En abril, nos enterábamos de que la Universidad de Ciencias de Malasia (USM) celebró un concurso de carteles para “convertir”alumnos gays en heterosexuales. Y en mayo que el gobierno de Malasia ha comenzado a bloquear páginas LGTB+, incluido el portal Utopia-Asia que es la principal fuente de información para viajeros gais en la región.
Otros ejemplos son el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales; la censura de una escena de La Bella y la Bestia, de la que ya hemos hablado, y de una canción de Lady Gaga o la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual.
Especialmente preocupante fue lo sucedido en 2012, cuando un joven gay musulmán recibió amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario. En junio del año pasado conocíamos la muerte de un adolescente, T. Nhaveen, después de cinco días en coma y sufrir una dura agresión de carácter homofóbica que le había dejado con varias heridas y quemaduras en la espalda, además de ser sodomizado con una barra. T. Nhaveen, de dieciocho años de edad, había quedado con su mejor amigo, T. Previin, de 19 años de edad, el sábado, 10 de junio, alrededor de las 11 de la mañana en una hamburguesería de Gelugor, un zona residencial de George Town, en Penang, para celebrar que iba a comenzar su vida como estudiante de música en Kuala Lumpur, pero falleció el jueves, 15 de junio, tras ser víctima de una dura agresión homofóbica que le deja en coma durante cinco días. Un episodio más de bullying homofóbico que en esta ocasión había consternado a la sociedad de Malasia por su dureza y violencia. Ante este escenario, podría pensarse que un suceso tan terrible como este debería servir de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia. Mucho nos temíamos que no iba a ser así, a la vista del hecho de que los mismos medios locales y autoridades que habían reaccionado con horror ni siquiera precisaron que el acoso que el joven sufría era de naturaleza homofóbica. Esperemos, al menos, que se haga justicia con los asesinos de T. Nhaveen. Está claro, sin embargo, que ni siquiera un hecho tan terrible como este ha servido de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia, como ya entonces pronosticábamos. Y para corroborarlo, en julio radicales religiosos de Malasia e Indonesia se rebelaban contra Starbucks por su apoyo al colectivo LGBT…
Fuente Cromosomax/Cristianos Gays/Dosmanzanas
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