Reforma Eclesial. “Ecclesia semper reformanda”
José Antonio Revuelta
Palencia
ECLESALIA, 02/12/16.- Reformadores los hubo siempre: civiles, que proponían proyectos a reyes y gobernantes para mejorar la nación. Y religiosos. A modo de ejemplos actuales podríamos señalar a algunos más profundos y radicales, cargados de buena voluntad: Yves Congar (+), Víctor Codina –SJ, John Shelby Spong (episcopaliano y obispo emérito de Newark /USA), José María Vigil –CMF, Comisión Teológica Internacional de la EATWOT /ASETT …y ¡el Papa Francisco!
“A vino nuevo, odres nuevos” (Mc 2, 22)
El tópico de que vivimos un cambio de época, un cambio de paradigma global ha penetrado en todos los ámbitos y capas sociales. Sea en su visión pesimista u optimista. En esta coyuntura, la única manera de abrir caminos a la novedad creadora del Reino de Dios, acaso sea dar por terminado aquello que alimenta una religión caduca que no genera la vida que Dios quiere introducir en el mundo. Respetando siempre a aquellos que, teórica o prácticamente, continúan anclados en formas del viejo paradigma. Tal vez les sirva por algún tiempo.
Aunque quedarse corito (sic) para vestirse con la “nueva condición humana” es duro y produce inseguridad y vértigo. Máxime si se ha vivido desde pequeño. Máxime si se lleva siglos reiterando los mismos dogmas, gestos y fórmulas. Máxime si nos movemos entre algo sedicente ‘sagrado’. Pero no hay de otra.
Tampoco se puede cambiar a golpe de ‘gong’. “Natura non facit saltus” –proclamaban los escolásticos.
Dos cambios previos (Con ellos se resuelve el 99% del resto)
1º- Volver a las fuentes cristianas; reemprender el camino desde Jesús de Nazaret. Sin olvidar las intuiciones de los Padres de la Iglesia y de los Santos. Sin renunciar al océano inmenso de obras de arte de contenido e inspiración cristianos.
Vamos a listar unas posibles transformaciones necesarias. Fracasarán si no les precede un cambio de actitud, un cambio de mentalidad. Veo que se emiten homilías, se desarrollan conferencias, se redactan artículos y libros…con el entramado mental de siglos pasados. Así todo va a seguir igual, salvo alguna creatividad puntual o alguna metamorfosis cosmética. Hoy, las nuevas ciencias –sobre todo la cuántica, la cosmología, las del conocimiento- responden mejor que la religión a las grandes preguntas del hombre. Es necesario un nuevo diálogo religión-ciencias.
* Es imprescindible desmontar todo el constructo de dogmas, mitos, sacramentos, fórmulas, gestos…y partir del corazón del cristianismo: Jesús de Nazaret, su vida y sus actitudes; cómo es Dios (Padre-Madre) y su proyecto (el Reino). Sabemos que va a costar, después de milenio y medio de ahondar. Pero es condición sine qua non. Lo que tenemos ahora no es el tronco, sino alargadas ramas y ramitas. Volvamos al tronco.
2º- Desterrar el clericalismo efectivamente: Como con Jesús de Nazaret, los Apóstoles y Pablo, no tiene que haber “ordenación sacerdotal”, sino “asignación ministerial”. En el Nuevo Testamento no aparece por ninguna parte ni el sacerdocio sacramental ni el sacerdocio común de los fieles, propiamente dichos. El clericalismo -contra el sueño de Jesús- ha sido y es el sida, el cáncer de la Iglesia. De base, todos somos laicos, personas iguales, hijos de Dios. Ni tiene sentido el dualismo profano / sagrado.
Algunas reformas concretas (Evidentes; sin comentarios)
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Desmontar el ministerio petrino.
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Dejar de ser Jefe de Estado el Papa.
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Sospechar del poder sagrado de la Iglesia.
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Desterrar restos históricos que ya sirvieron, como nuncios, cardenales…
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Participar el pueblo cristiano en la elección de los obispos.
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Revisar la colegialidad episcopal, hoy solo de nombre.
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Practicar los derechos humanos con los teólogos, por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
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Abrirse a la lógica ‘ordenación’ de los casados, con celibato voluntario.
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Reconocer los derechos humanos de la mujer en la Iglesia: ‘ordenación’, etc.
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Promocionar al laicado en formación y autonomía.
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Respetar los carismas de la Vida Consagrada: Religiosas, sacerdotes…
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Relanzar humildemente el ecumenismo y el diálogo interreligioso.
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Transmutar totalmente el formato “misa” y su sentido.
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Defender los grandes principios del campo de la sexualidad y género; y abandonar la casuística, que pertenece más a la conciencia de la persona y a las ciencias.
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Renovar el lenguaje eclesial, anacrónico, repetitivo y fuera de onda. De ese modo es imposible la comunicación.
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Etc, etc.
“Las nuevas tecnologías y el cambio axial religioso superan el paradigma religioso del neolítico, centrado en el sacerdote, el templo y el sacrificio” [Codina, V. (2014). Revista Latinoamericana de Teología /31, p. 281].
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