El reencuentro de 2 hermanos separados por la homofobia de sus padres.
Hace años, un niño perdió a su hermano. Se marchó de casa y lo dio por desaparecido. Ya adulto, ha descubierto que en realidad se le había localizado años atrás, pero que sus padres habían rechazado que volviera y prohibido que contactara con su hermano. Finalmente ha logrado reencontrarse con él y ha compartido su historia en redes sociales.
Una historia de profunda homofobia. Homofobia y religión van muchas veces de la mano y juntas fueron las causantes de una trágica separación. La historia de estos dos hermanos, John y Ryan, se volvió trágica cuando Ryan fue obligado a irse de casa de sus padres con 16 años por ser gay.
A través de la red social Reddit, su protagonista, que quiere mantener el anonimato, cuenta (parte 1, parte 2, parte 3) como hace años su hermano mayor desapareció de su vida. Un buen día se fue de su casa y nunca más supo de él. John era mucho más pequeño y no entendía por qué su hermano se había ido con un hombre mayor (su pareja por entonces) a casa de un vecino a por algo y nunca había regresado. “Me dio un abrazo, me dijo que me quería y se fue. Nunca volvió”.
Haciendo memoria, recuerda que poco antes lo había visto con un chico mayor que él, con el que probablemente se marchó: “El día antes de desaparecer, le recuerdo en casa y cuidando de mí (…) En ese día, vino un chico. Lo recuerdo. Era mayor, casi de la edad de nuestro padre. Mi hermano me hacía ir a mi habitación cada vez que oía el timbre. Más tarde, cuando el chico se había ido, mi hermano me pedía que no dijera nada de él (…) El día antes de desaparecer, recuerdo que vino ese chico. Estaba en la cocina y me acuerdo de estar mirando hacia arriba y verlo besar a mi hermano. Se abrazaban. No les importaba que los estuviera viendo. El chico mayor me saludó y yo le saludé, y luego seguí viendo dibujos animados”.
El protagonista de la historia recuerda que a su hermano se le dio por desaparecido. Sus padres pronto quitaron su nombre de la lista de personas desaparecidas, porque ellos habían sido los causantes de su desaparición, por no aprobar su homosexualidad y su relación con un hombre. Pero el pequeño John tardó en descubrir la verdad, pensaba que su hermano había desaparecido para siempre sin saber por qué. Años más tarde, sin embargo, ha descubierto que en realidad llevaba tiempo localizado, pero que habían sido sus padres quienes le habían prohibido volver a casa y que tuviera ningún contacto con su hermano pequeño: “Contacté con unos detectives que mi familia conocía desde que mi hermano había desaparecido. Cuando empecé a preguntar, me dijeron que mi hermano ya no estaba en ninguna lista de personas desaparecidas. Cuando pregunté qué significaba eso, me dijeron que lo habían quitado a petición de mis padres (…) Habían encontrado a mi hermano hace años —hace mucho, mucho tiempo— y descubrieron que estaba viviendo con otro hombre. Es gay, y eso repugnó a mis padres. Mi hermano intentó acercarse a ellos. Ellos le dijeron que no querían tener nada que ver con él, que yo no lo recordaba y que yo no querría verle…”.
Cuando descubrió por qué, ya muchos años después y habiendo formado su propia familia, la furia se apoderó de él: “mis padres odian sinceramente a mi hermano por ser quien es, por ser gay. Me ocultaron este secreto toda mi p*ta vida. Mi hermano se perdió el nacimiento de su sobrino, mi boda, graduaciones, TODO. Todo por culpa de mis padres y de sus mentiras”.
Cuando el hermano pequeño supo esto, decidió contactar con la policía y hacer uso del número de contacto que había dejado su hermano por si querían localizarlo. John logró pues, conseguir el número de teléfono de su hermano tras mucho esfuerzo y así fue la emotiva reunión de dos hermanos separados por la homofobia de sus padres cristianos. Tras el inicial desconcierto, hubo ocasión para un emotivo reencuentro. Le llamó y John escuchó a Ryan decir “¿quién es?”. Así lo relata John:
“Era su voz. Conocía esa voz. ¡Mi hermano! El que había estado desaparecido toda mi vida. Me cubrí la boca con mis manos temblorosas y me quedé sentado. Él seguía preguntando quién era. El hombre que se escuchaba de fondo estaba intentando hablarle. Me colgó el teléfono. Le llamé de nuevo, inmediatamente. Me contestó otra vez.
Le dije: “conseguí tu número”. Me preguntó quién era y qué quería. Le dije: “soy yo”. Hubo un silencio larguísimo. Pensaba que me había colgado. Entonces escuché cómo le decía a alguien que bajara la radio y cerrar la ventana. Me preguntó mi nombre. Se lo dije y me dijo que estaba mintiendo. Le expliqué que había conseguido su nombre a través de la asociación de niños desaparecidos con la ayuda de detectives. Me preguntó de qué color eran los cordones de unos zapatos que llevó a un picnic cuando éramos niños, y recuerdo a mi madre enfurecida por sus cordones rojos con zapatos azules. Fue la última vez que estuvimos juntos como una familia.
Me di cuenta de que estaba llorando. Lo primero que me preguntó fue: “¿dónde estás?”. Y le dije que vivía a unas pocas de casa. Sin dudar me dijo: “voy para allá”. Fue al aeropuerto sin equipaje, compró un billete de avión y vino directamente a verme”.
Cuando Ryan volvió a ver a John tras un montón de años le dijo: “pensaba que me odiabas y que no querías saber nada de mí”. Se sentaron en un bar a hablar durante horas. Tras unas 6 horas John le pidió que viniera a su casa a conocer a su mujer. Ryan por su parte estaba casado con un médico y vivían en la costa pacífica. Tienen 2 hijas de 12 y 8 años, y una vida maravillosa.
Sin embargo, la alegría no ha podido ser completa, pues sus padres siguen rechazando al hijo mayor: “Mi padre le cerró la puerta en las narices. Mi madre lo abrazó, le dijo que se cuidara y le cerró la puerta”. Con todo, el hijo menor ha tomado una decisión drástica: mudarse (por lo que se deduce de su testimonio viven en distintos puntos de Estados Unidos), dejar de vivir cerca de sus padres y compartir su vida con su hermano y su familia: “Mi hermano quiere que mi esposa y yo nos mudemos para estar más cerca de él (…) No puedo perdonar a mis padres. No tengo ninguna razón para permanecer cerca de ellos. Quiero estar con mi familia. Quiero recuperar todo el tiempo perdido”.
En definitiva, una historia de homofobia pero también de reencuentro y superación. Les deseamos a los dos hermanos una feliz vida compartida con sus familias. Qué triste que la homofobia destrozara una familia con mentiras, pero más vale tarde que nunca para que estos dos hermanos separados durante años volvieran a reconectar.
Fuente Cromosomax
General, Homofobia/ Transfobia.
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