Pequeño rebaño.
Me ha impresionado. Un misionero que ha estado en el Japón muchos años. Y su labor ha sido acompañar a una comunidad de 10 personas. El tiempo lo ha dedicado a recoger cartones por la calle y enviar el dinero a Filipinas para los empobrecidos. Asimismo recogía muñecas y juguetes. Y ha estado muchísimos ratos entrenando al fútbol a los chavales de colegios. Y haciéndoles magia. Eso sí, que en cada sesión lanza un mensaje de Jesús
Me hace que pensar. Dice el evangelio que no importa el número. Que no tratamos de conquistar personas, fieles para nuestra causa. La verdad que merece la pena pensarlo. Yo estoy en unos pueblos de 50 y 200 habitantes. Y lo más importante: “estoy”.
Hoy que andamos en la Iglesia dando vueltas a cómo anunciar el evangelio y conseguir que las personas participen en la comunidad cristiana. Igual lo importante no es conseguir adeptos, sino vivir: Vivir el Evangelio. Y ser testigos de Jesús. Me turba mucho el número. Pero lo importante es ser luz, reflejar, transmitir y ser testigos del Evangelio de Jesús, de su Buena Noticia.
Me choca lo poco que se habla en la misa del Reino y lo mismo en las actividades eclesiales. Y resulta que Jesús es lo que anuncia y lo que proclama. Las parábolas son formas de encontrar y construir ese Reino con sus características.
Siento que necesitamos pasar por un desierto con pocas personas para purificar, para vivir la experiencia de Jesús, sobre todo en la segunda parte de su vida.
Os confieso que cuento las personas que participan en las misas: Cosa por otro lado, muy fácil, pues somos muy pocos. Pero tengo que superar la confianza en la cantidad e ir purificando mi fe en la viveza. Siempre recuerdo un misionero que me impresionó mucho. Había estado en un país musulmán y su tarea era acompañar a ser buenos musulmanes.
Pienso muchas veces en Jesús que se queda solo al final de su vida. Solo unas mujeres. Esto para mí es un misterio enorme. Me recuerda a Foucauld.
Cuando veo multitudes en torno al papa, en grades concentraciones, me interrogo ¿cómo es que Jesús se fue quedando solo?
Siento como un empeño en volver a las mayorías y un desgarro porque vamos quedando muy pocos. ¿Será que va por ahí el Evangelio? Porque además es incuestionable que aunque seamos pocos, pero esa luz, ese calor se transmite y extiende su amor a los demás. Recuerdo la película “De dioses y hombres”. Igual estamos empezando a calar en el evangelio vivido como Jesús.
Me ha tocado llegar al pueblo el día de Navidad o Año nuevo y no haber ninguna persona en misa. Me pongo en el centro de la plaza y grito la Felicidad a todos los que no están.
Me va suponiendo mucho el ir aprendiendo a estar con pocos, a ir desapareciendo, a estar con cada persona… A veces se habla de suprimir eucaristías o hacerlas con seglares y siempre se piensa en pueblos pequeños. Me pregunto ¿Y por qué no se puede hacer eso en las grandes iglesias, en las catedrales? Porque una persona sola es tan importante para Jesús como las multitudes. Lo percibo como cuestión de Evangelio. “Te doy gracias Padre porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla”.
Gerardo Villar
Fuente Fe Adulta
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