Rebajas.
No me gusta comprar en una tienda que ponga sus productos en rebajas. Me está indicando que lo que ahora vale, luego valdrá menos. Si valen, valen ahora y más tarde. Las rebajas indican que se sienten agobiados y es preciso rebajar las ganancias para poder sobrevivir.
Encuentro que es una invitación al consumo, porque ya que está tan barato, voy a comprar… Y ¿si estuviesen prohibidas? Significaría que los productos están ofrecidos a su auténtico valor. Así jugamos, todos, un poco al engaño. Y lógicamente, debo esperar a que se rebajen los precios de aquello que antes costaba más.
Las rebajas me recuerdan a los partidos políticos que prometen unas cosas y luego rebajan aquello y “se hace lo que se puede”. Veo que este sistema no educa, pues ya sé que lo que me dicen y me prometen, luego se va a quedar reducido a la mitad. Se da carta de normalidad a no pensar bien lo que ofrezco antes de ponerlo en el escaparate del programa político.
Cierto que es precisa la comprensión y atender a las circunstancias, pero sin dejar nunca de pensar y valorar las cosas por lo que son y valen realmente.
¿Educa este sistema económico? Porque actualmente lo que interesa es que funcione el negocio… La educación es de otro ministerio.
También hay rebajas en nuestro cristianismo. Por ejemplo, la pobreza o las bienaventuranzas que Jesús plantea a todo seguidor suyo, las hemos reducido y aplicado solamente a los miembros de vida consagrada. Y Jesús lo que dice es para todo seguidor suyo: “Si quieres seguirme, deja lo que tienes, dáselo a los pobres y luego, ven y sígueme”. Y detrás de las rebajas religiosas, hemos reducido el evangelio a religiosidad.
Detrás de las rebajas religiosas está el ansia de número, de multitudes, de búsqueda de un Dios protector y tapagujeros.
Con las rebajas del evangelio, nos quedamos en fórmulas, en ritos, pero no llegamos a construir el reinado de Dios. Y eso es lo que quiere y nos plantea Jesús. Aunque seamos pocos, que tengamos la vitalidad de la mostaza.
En época de rebajas, busquemos los productos auténticos, aunque cueste, como el seguimiento de Jesús. No queremos sucedáneos, aunque eso traiga multitudes.
Gerardo Villar
Fuente Fe Adulta.
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