Yeong-jin, exiliado de Corea del Norte revela su secreto ocultado durante mucho tiempo: Su Homosexualidad
Jang Yeong-jin, único exiliado de Corea del Norte que ha revelado públicamente de su homosexualidad, cuenta por primera vez su historia de vida. De entre los 30.000 norcoreanos que residen en el Sur, este limpiador de 55 años es hasta la fecha el único abiertamente gay.
En 1997 logró escapar del país por una frontera fuertemente protegida. Durante 18 años ha permanecido en silencio, hasta este mes de abril, cuando ha publicado la novela autobiográfica “Una marca de Honor Rojo”, en la que relata cómo se dio cuenta de que era homosexual.
“Antes de llegar aquí yo no sabía que era gay, ni lo que es la homosexualidad”, dice en una entrevista en New York Times, realizada por el corresponsal en Seúl y premio Pulitzer Choe Sang-Hun. Corea del Norte niega la existencia de la homosexualidad en el país porque la población tiene “mente sana y buenas costumbres”.
Jang nunca había llegado a comprender este concepto cuando crecía en la ciudad costera de Chongjin, al este del país, pero llegó a enamorarse de Seon-Cheol, amigo de toda la vida. Se separaron a los 17 años cuando ingresaron en el ejército, donde, según cuenta, “las relaciones físicas cercanas son una cuestión de supervivencia”. Cuenta que era común para los soldados dormir abrazados entre ellos durante el invierno, para mantener el calor, y los oficiales y los militares de mayor rango “le invitaban a sus camas con manzanas y alimentos”. “Lo consideramos como parte de lo que el partido llama “camaradería revolucionaria”, dijo.
Terminó el Ejército en 1982 después de contraer la tuberculosis y regresó a su ciudad de origen, donde se casó con una profesora de matemáticas en un matrimonio arreglado. “La mayoría de los hombres gays en el Norte se terminan casando les guste o no, porque es la única opción que conocen”, asegura. “La noche de bodas pensaba en Seon-Cheol y no podía tocar a mi esposa”, añade. Volvió a contactar con él, pero ya estaba casado con una enfermera y era padre de dos hijos.
Después de nueve años de matrimonio, varias visitas al hospital “por la falta de deseo hacia su esposa”, y un intento fallido de divorcio, abandonó el país. Ya en Seúl y dos años más tarde, con 40, aprendió el significado de la homosexualidad cuando vio la foto de un beso de dos hombres en una revista.
Ahora se dedica a la limpieza de edificios en el centro de la ciudad 12 horas al día, pero considera que es mucho mejor que la vida en Pionyang. “En Corea del Norte hay muchos homosexuales desgraciados sin ni siquiera saber por qué”, concluye.
Foto. Jean Chung para @nytimes en Instidy
Fuente Ragap
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