Defensores del veto a trans en el ejército estadounidense comparan ser transgénero con padecer una enfermedad
Tras escuchar el testimonio positivo de cinco miembros transgénero del ejército de los Estados Unidos en el Congreso, dos militares que defienden el veto a personas trans en el ejército llegan a comparar ser transgénero con padecer una enfermedad.
Cinco miembros transgénero de diferentes ramas del ejército de los Estados Unidos comparecen ante el subcomité de personal militar del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes este miércoles, 27 de febrero. Es la primera vez que el Congreso escucha el testimonio sobre las experiencias de militares transgénero en servicio activo, quienes aseguran que su identidad de género no afecta a su desarrollo militar. A continuación, en una audiencia separada y en un intento por defender el veto a militares transgénero, el Subsecretario de Defensa para Personal y Preparación y la Directora de la Agencia de Salud de Defensa comparan ser transgénero con padecer una enfermedad.
«Tuve éxito como submarinista y fui clasificado como el principal oficial de suministros de los 14 oficiales de suministros en el escuadrón», declara el teniente comandante Blake Dremann. En referencia a otros miembros de su unidad, la capitán Alicia Stehlik, asegura que después de su transición, sus colegas le «dijeron cosas que nunca hubieran dicho antes (…). Valoraron mi autenticidad, mi valor para ser yo misma. Lo que les permitió hacer lo mismo». La capitán Jennifer Peace, la sargento Patricia King y el suboficial de tercera clase Akira Wyatt también comparecieron ante el panel de la Cámara, defendiendo que debería permitirse a las personas transgénero continuar sirviendo en el ejército.
En julio de 2017, Donald Trump anuncia su intención de prohibir que las personas transgénero formen parte del ejército estadounidense. Sin embargo, cada una de las medidas adoptadas por su Gobierno ha sido bloqueada por diversos tribunales, al considerarlas medidas anticonstitucionales que atentan contra el derecho a la igualdad. En un giro inesperado, a principios de enero de este mismo año, el Tribunal de Apelaciones del Distrito de Columbia da la razón a la Administración Trump, fallando a favor del veto a los militares transgénero, asegurando que no se debería haber paralizado su medida, lo que no garantiza que entre en vigor dado que está pendiente de sentencia en diferentes procesos judiciales. Cerca de 15.000 militares transgénero sirven actualmente en las fuerzas armadas estadounidenses.
«A pesar de vivir en una nación donde muchos te discriminan, haces una elección que cada vez menos estadounidenses hacen: te unes al ejército y arriesgas tu vida y el bienestar de vuestras familias por nuestra seguridad. ¿Y cómo te lo agradece la Administración? Tratándote como una carga, no como un activo (…) poniendo en peligro maliciosamente vuestras carreras y trivializando vuestro sacrificio», asegura la presidenta de la subcomisión, Jackie Speier, representante demócrata por California, que ha llegado a afirmar que las medidas de Trump «pertenecen a la Edad Media» y no deberían aplicarse «en el ejército del siglo XXI».
También ha elogiado su labor el miembro republicano de mayor rango del subcomité, Trent Kelly, representante republicano de Misuri, pero para después apoyar el veto a personas transgénero en el ejército al declara que «es una desafortunada realidad que no todas las personas que desean servir en el ejército cumplen con los estrictos estándares médicos y de salud del comportamiento necesarios para mantener una fuerza lista y resistente (…). Sin embargo, solo tiene sentido que cualquier persona que pueda cumplir con estos estándares y que de otro modo esté calificada, se le permita servir».
El Subsecretario de Defensa para Personal y Preparación, James N. Stewart, comienza asegurando que los miembros de los servicios de personas transgénero podrán seguir prestando sus servicios, defendiendo que las medidas de Trump no son un «veto» ni se dirigen a personas «transgénero» al afirmar que solo afectan a personas diagnosticadas de «disforia de género (…). Las realidades asociadas con la condición llamada disforia de género y las adaptaciones necesarias para esa transición de género en el ejército son mucho más complicadas de lo que podemos suponer».
En la misma línea, la vicealmirante Raquel Bono, directora de la Agencia de Salud de Defensa, llega a asegurar que existen justificaciones médicas para no permitir que las personas con disforia de género presten sus servicios en el ejército, aludiendo a datos militares para justificar su argumento cuando le señalan que todas las organizaciones médicas consultadas han rechazado la veracidad de tal afirmación. Tampoco puede explicar por qué defiende que una persona que comienza su terapia de reemplazo hormonal tendría que estar 12 meses inhabilitada. Otro de sus argumentos es que las personas con disforia de género tienen sustancialmente más visitas de terapia conductal, lo que es refutado por la representante demócrata de Massachusetts, Susan Davis, quien señala que, dada la tensión mental del servicio militar, debería considerarse positivo que aquellas personas que busquen ese tipo de apoyo, no castigarse.
Anthony Brown, representante demócrata de Maryland, plantea una hipótesis acerca de la posibilidad de enrolar a alguien que había terminado ya su transición, ya que no experimentaba disforia de género, a lo que Stewart responde negativamente, lo que es aprovechado por Brown para señalar la discriminación de la medida: «Es la prohibición. ¡Esa es la prohibición!». En un intento por explicar sus posturas, Bono y Stewart llegan a afirmar que las secuelas de los procedimientos quirúrgicos son comparables a los de cirugías como la cardíaca, que les descalifican para servir en el ejército. De esta manera, comparan a una persona transexual sana con una persona que padece una enfermedad que limita sus capacidades físicas, brindando una nueva oportunidad para que Brown señale que están hablando de una discriminación flagrante.
Fuente Universogay
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