Donald Trump, a favor de revertir la sentencia del Supremo sobre el matrimonio igualitario… promoviendo a nuevos jueces dispuestos a hacerlo
Hasta hace unos días, Donald Trump era considerado el “menos antigay” de entre los candidatos con posibilidades reales de ganar la nominación republicana para las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos. Una impresión que se ha venido abajo después de las declaraciones de este domingo a Fox News, en las que el favorito del bando republicano ha mostrado su intención de revertir la decisión del Tribunal Supremo sobre el matrimonio igualitario… proponiendo en el futuro a nuevos jueces del Supremo dispuestos a valorar de nuevo la cuestión.
“Es algo sobre lo que se ha sentenciado, está ahí”, respondió, al ser preguntado sobre la cuestión. “Si soy elegido seré muy firme a la hora de promover al Tribunal a jueces que puedan cambiar las cosas, pero es un camino muy largo”, advirtió. “Yo no estoy de acuerdo con el Tribunal [Supremo], debería ser una cuestión que decidiesen los estados”, aclaró.
Para entender el sentido de las palabras de Donald Trump, hay que tener en cuenta que el de juez del Tribunal Supremo es un cargo vitalicio. Cuando una de las nueve vacantes queda libre, ya sea por fallecimiento, retiro voluntario o impeachment, es el presidente el que propone un candidato, que debe recibir el visto bueno del Senado por mayoría simple. De hecho, se considera que la elección de jueces del Tribunal Supremo es uno de los más importantes legados que un presidente deja una vez acaba su mandato. De los actuales miembros del alto tribunal, dos fueron nominados por Ronald Reagan, dos por Bill Clinton, uno por George Bush padre, dos por George Bush hijo y dos por Barack Obama. Y aunque no siempre los jueces se alinean con las posiciones supuestamente más próximas al ideario de los presidentes que los nominaron (Anthony Kennedy, ponente del fallo en Obergefell v. Hodges, que supuso la extensión del matrimonio igualitario a todo el país, fue nominado por Reagan), es indudable que proponer a un juez con un perfil más o menos conservador es importante cara al equilibrio final.
Volviendo a Trump, pese a su perfil extremista en multitud de cuestiones, lo cierto es que en materia LGTB el magnate ha preferido huir de la polémica. Cuando se produjo el encarcelamiento de Kim Davis, la funcionaria de Kentucky que se negaba a permitir que en su condado se emitiesen licencias de matrimonio a parejas del mismo sexo, Trump llegó a asegurar que el matrimonio igualitario era ya ley, y que por tanto si Davis no quería emitir estas licencias debería haber permitido que sus funcionarios lo hicieran. Un posicionamiento pragmático, que contrastaba con las manifestaciones de apoyo incondicional a Davis por parte de sus oponente republicanos, y muy especialmente del que hoy se adivina como su principal rival, Ted Cruz. Donald Trump también se ha manifestado en contra de que las empresas privadas puedan despedir a trabajadores por el mero hecho de ser homosexuales, aunque lo ha hecho de forma ambigua y por supuesto sin comprometer un apoyo formal a una posible ley antidiscriminatoria (la Ley de No Discriminación en el Empleo, también conocida como “ENDA” por sus siglas en inglés), que pese a llevar más de dos décadas en discusión aún no ha podido ser aprobada.
Es por eso que las declaraciones de Donald Trump a Fox News han causado cierta sorpresa en el colectivo LGTB estadounidense, que consideraba que al menos en el tema del matrimonio igualitario Trump había pasado página. Algo que las bases republicanas más vinculadas a la derecha religiosa, cuyo candidato favorito parece Ted Cruz, no han hecho. Quizá sea precisamente en este contexto en el que las palabras de Trump puedan entenderse mejor: a las puertas del inicio de las primarias en Iowa, donde Cruz es muy popular entre las bases republicanas y parece el único capaz de hacerle sombra (una duda que se resolverá en solo unas horas).
Sus oponentes, aún peor…
Lo cierto, en cualquier caso, es que si de respeto a los derechos LGTB hablamos tampoco hay mucho donde elegir en el Partido Republicano. Especialmente preocupante es el apoyo expreso que ocho de los candidatos a ganar la nominación (Jeb Bush, Ben Carson, Ted Cruz, Carly Fiorina, Rand Paul, Marco Rubio, Rick Santorum y Mike Huckabee) han dado al proyecto de Ley de Defensa de la Primera Enmienda (First Amendment Defense Act o “FADA”), una propuesta republicana que tiene como objeto impedir por ley que la administración federal exija a las empresas que tengan o que aspiren a firmar contratos con ella no discriminar a sus empleados por razones de orientación sexual o identidad de género. Una exigencia que la actual administración federal mantiene gracias a una orden ejecutiva firmada por Obama en julio de 2014, precisamente debido al enésimo fracaso de la ENDA en el Congreso.
Fuente Dosmanzanas
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