La justicia turca condena a cadena perpetua al padre y a dos tíos de un adolescente gay víctima de un nuevo “crimen de honor”.
Leemos en Dosmanzanas que la justicia turca ha condenado a cadena perpetua al padre y a dos tíos de Roşin Çiçek, un adolescente gay de 17 años asesinado por su propia familia en lo que constituyó uno más de los terribles “crímenes de honor” que tienen lugar en ese país. Al menos en este caso se ha hecho justicia, algo que no todas las víctimas pueden decir.
El asesinato tuvo lugar en julio de 2012. Un par de meses más tarde nos hacíamos eco en dosmanzanas. Y aunque la versión que contamos entonces (basada en fuentes periodísticas turcas) difiere en algunos detalles de la que ahora se ha difundido, los hechos fundamentales coinciden. El muchacho ya había sido víctima con anterioridad de violencia por parte de su familia, un acaudalado clan tribal de la provincia de Diyarbakır, al sureste del país. Al parecer buscó refugio en casa de un amigo, de donde sus familiares lo sacaron a la fuerza. Posteriormente lo abandonaron al lado de una carretera, con signos de violencia y un tiro en la cabeza. Habría fallecido dos días después (según la versión que conocimos hace año y medio, su padre le descerrajó hasta 14 tiros y el cuerpo fue abandonado ya cadáver).
Sea como sea, después de un largo proceso la justicia turca ha encontrado al padre y a dos tíos del joven culpables de su muerte y los ha condenado a cadena perpetua. De hecho, tras negar de forma repetida ser el autor de los hechos, el padre acabó confesando el crimen, aunque negando que existiera una motivación homófoba. “Solo quería asustar a mi hijo. ¿Tenía que dejar que se convirtiera en un terrorista? Luchamos, y le disparé”, ha afirmado. La familia, de hecho, ha negado durante este tiempo que su hijo fuera gay. “Si hubiera sido homosexual yo lo hubiera matado con mis propias manos”, habría llegado a espetar a la prensa la propia madre del joven.
Para las organizaciones LGTB y de defensa de los derechos humanos está muy claro que se trató de un crimen de odio, y a pesar de que no se les permitió personarse como acusación han seguido estrechamente el proceso. De hecho, los activistas presentes en el Palacio de Justicia en el último día del juicio fueron agredidos por familiares de los acusados.
Una historia que se repite
Por desgracia, los asesinatos de personas LGTB a manos de sus propios familiares no son nuevos en Turquía. En el pasado hemos recogido otros casos, como el asesinato de Ramazan Çetin, una mujer transexual, a manos de su propio hermano, o el del estudiante gay Ahmet Yildiz por su padre.
La comunidad LGTB de Turquía vive en cualquier caso un momento complejo, ocupando el país uno de los últimos lugares en Europa en materia de derechos. En los últimos meses nos hemos hecho eco, por ejemplo, de un nuevo asesinato de una mujer transexual (Turquía ocupa el primer lugar entre los 47 miembros del Consejo de Europa, y el séptimo en el mundo, por el número de homicidios motivados por el odio transfóbico), de las detenciones de activistas LGTB involucrados en las protestas del parque Gezi o del bloqueo de Grindr por la justicia (para más información, dosmanzanas describió en esta entrada de julio de 2012, que en lo esencial sigue vigente, la persecución contra las minorías sexuales turcas con cierto detalle).
Afortunadamente también nos han llegado noticias esperanzadoras, como la celebración en 2013 del Orgullo LGTB más multitudinario de la historia turca. Y es que sería injusto olvidar que existe una Turquía moderna y abierta, que en Estambul existe una importante comunidad LGTB y que colectivos como Kaos GL o Lambdaistanbul hacen un gran trabajo en defensa de sus derechos, pese a los continuos intentos de las autoridades de ilegalizarlos.
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