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Del blog Nova Bella:
El existir innumerable me brota del corazón
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Rilke
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Del blog Nova Bella:
El existir innumerable me brota del corazón
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Rilke
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Del blog Nova Bella:
“A través de todos los seres se exiende un espacio:
el espacio interior del mundo”.
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Rilke
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Del blog Nova Bella:
Nadie puede aconsejarte y ayudarte,
nadie.
Solo hay un camino,
ve hacia adentro.
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Rainer Maria Rilke
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Del blog Nova Bella:
Remonta a lo profundamente inaccesible
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Rilke
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De su blog Un grano de mostaza: 14.10.2022
“Para lo del entierro, me lleváis a la iglesia. – Pero mamá, si tú no eres religiosa… No, pero está más cerca”. Es un diálogo entre una madre que se sabe próxima a la muerte y su hija en la película Cinco lobitos de Alauda Ruiz de Azúa (no se la pierdan…), y es evidente que el argumento de proximidad resulta determinante para la decisión.
Me llama la atención que también en el Evangelio resulte tan importante lo de la cercanía de Dios y la primera vez que Jesús dice algo sobre Él (o sobre su Reino, en versión más discreta) es que está cerca (Mc 1,15), que se está acercando (aviso copiado por Amazon para decirte que tu encargo está ya de camino).
Los expertos en comunicación afirman hoy que quien participa en un debate se lo juega todo en los primeros segundos de su intervención y por eso es llamativo que, entre los múltiples rasgos divinos, a cual más solemnes y espectacular según el catecismo – Infinitud, Poder, Magnificencia. Eternidad…, Jesús eligiera este otro, modesto y con minúsculas que presenta a Dios como un vecino amigable.
Eso es lo que debía querer decir Juan de la Cruz: “Así como el sol está madrugando y dando en tu casa para entrar, si destapas el agujero, así Dios, que en guardar a Israel no dormita (Sal 120,4) ni menos duerme, entrará en el alma vacía y la llenará de bienes divinos”(3 Ll 46).
Y también Rilke en este poema:
“Vecino Dios, si a veces te molesto, con duros golpes en las noches largas, es porque apenas te oigo respirar y sé que siempre estás solo en tu cuarto. Y si algo necesitas, y no hay nadie que te acerque un sorbo hasta la boca: yo te escucho siempre. Hazme una señal. Estoy muy cerca. Un leve muro, por azar, nos separa. Y una llamada tuya o mía podría sin ruido derribarlo”.
En resumen, que es precisamente esa proximidad de Dios y no otro discurso, declaración, doctrina o exordio lo que tenían que anunciar los discípulos – y se supone que hoy la Iglesia – cuando fueron enviados de dos en dos por los pueblos y aldeas: “Id y proclamad que el Reino de Dios está cerca” (Mt 10,7). Y es curioso lo que tienen que decir en caso de rechazo: ``Hasta el polvo de vuestra ciudad que se pega a nuestros pies, nos lo sacudimos en protesta contra vosotros; pero sabed esto: que se ha acercado el Reino de Dios” (Lc 10,11).
Dicho con otras palabras: Dios es inasequible al desaliento y ya podemos ir dando por perdido lo de quitarnos de encima su proximidad.
Fuente Alandar, Octubre 2022
Del blog Amigos de Thomas Merton:
En su libro LA BENDICIÓN ORIGINAL, Matthew Fox habla de varias vías para el viaje espiritual: la vía positiva o camino I (hacernos amigos de la creación), la vía negativa o camino II (hacernos amigos de la oscuridad, soltar y dejar ser), la vía creativa o camino III (hacernos amigos de la creatividad y de nuestra divinidad), y la vía transformadora o camino IV (hacernos amigos de la nueva creación: compasión, celebración, justicia). Me interesa ahora, en la línea que estoy presentando, compartir algunas ideas de la vía negativa, que es también camino a las profundidades divinas.
Destaca tres ideas: vaciar o desprendernos de las imágenes; ser vaciados o dejar que el dolor sea dolor; sumergirnos en el vacío, en la nada, y finalmente (que no veremos ahora), apreciar una teología de la cruz.
“Uno no encuentra a Dios en el alma añadiendo algo, sino mediante un proceso de sustracción” (Meister Eckhart).
El crecimiento de la persona humana tiene lugar en la oscuridad. Bajo tierra. En pasadizos subterráneos. Ahí donde “ninguna imagen ha llegado jamás hasta los cimientos del alma”, solo actúa Dios. Todo misterio habla de oscuridad. Toda oscuridad habla de misterio. Las personas necesitamos en ocasiones desprendernos de toda imagen si queremos producir imágenes auténticas con nuestras vidas, nuestro trabajo, nuestra oración y nuestro arte. Aprender a confiar en los espacios vacíos y en los silencios; en descender y no en ascender. Descendemos hasta la profundidad y ahí encontramos a Dios, “oscuridad sobre-esencial”, según Eckhart.
“Recordar esto: Todo sufrimiento tiene su final. Y cualquier cosa que sufran auténticamente, Dios la ha sufrido antes” (Meister Eckhart).
Una cosa es vaciar. Otra cosa es ser vaciado. El dolor hace esto. Nos vacía, si permitimos que lo haga. Tapar nuestro dolor con drogas, alcohol, televisiones, compras, sexo, no nos libera de él. Esto es someterse más al dolor, es permitir que siga gobernando nuestra vida, en lugar de que sea el amor quien lo haga. Pero enfrentarse a la oscuridad, aceptar el dolor, permitir que el dolor sea dolor, nunca es fácil. Por eso la valentía (un buen corazón) es la virtud fundamental en el viaje espiritual.
El sufrimiento es nuestro enemigo, pero esa no es excusa para no acogerlo, besarlo, durante el tiempo necesario para que verdaderamente podamos dejarlo ir. No hay manera de dejar el dolor sin antes haberlo acogido y amado, no como dolor, sino como a una hermana o hermano en nuestro viaje. El dolor que aceptamos y abrazamos hasta convertirlo en energía positiva nos ayuda a comprender a otras personas que sufren, es la escuela de compasión más legítima. También nos enseña que los verdaderos placeres de la vida son los más simples, los que se pueden compartir. El sufrimiento destruye las ilusiones y placeres falsos, y nos hace sensibles a lo verdaderamente hermoso de la vida. Muchas veces el sufrimiento no deseado, siempre y cuando le recemos o entremos en él y no lo ocultemos o huyamos de él, puede devolvernos el amor a la vida.
“Oh, dinos poeta, ¿qué haces? Alabo.
Pero los días devastadores y los vientos violentos,
¿cómo los soportas, cómo los recibes. Alabo.
Pero lo indecible, ¿cómo elevas eso,
cómo invocas lo innominable? Alabo.
¿Qué derecho tienes, al pasar por cada fase,
en cada máscara, a permanecer fiel? Alabo.
¿Y a qué se debe que tanto la quietud como la salvaje reyerta
te conozcan, como estrella y tormenta?
Porque alabo”.
(Rainer María Rilke)
Lo anterior es un resumen del texto citado para un encuentro grupal.
Del blog Nova Bella:
Convierte tu muro en un peldaño.
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Rainer María Rilke
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Del blog Nova Bella:
“Oh tú, Dios Vecino,
si en la larga noche
te molesto alguna vez
con recios golpes
es porque apenas
te siento respirar
(…)
Yo escucho.
hazme una breve señal.
Yo estoy muy cerca de ti.”
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Rainer María Rilke
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Del blog Nova Bella:
“El beso de la muerte” escultura de Jaume Barba (1930)
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“Entonces entiendo que tengo espacio en mi interior
para una segunda vida eterna e inmensa”
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Rainer María Rilke,
Amo las horas oscuras de mi ser
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Mors osculi: La estatua más conocida del cementerio de Poble Nou es de mármol y se encuentra en el departamento III. Se dice que aunque es obra del taller de Jaume Barba la ejecutó Joan Fontbernat. “El beso de la muerte” preside la tumba de Josep Llaudet Soler y la encargó a la muerte de su hijo, de 30 años.
En la base de la escultura constan unos versos de Jacint Verdaguer: “Mes són cor jovenívol no Pot més; a ses venes la Sanch s’atura i glaça i l’esma perduda amb la fe s’abraça sentint-se caure de la mort al bes” (“Pero su corazón juvenil no pudo más, por sus venas la sangre se para y hiela/congela, y el ánimo* perdido con la fe se abraza, sintiéndose caer de la Muerte al beso.”
La escultura de Barba-Fontbernat de 1930 se basa en un relieve que hay en Il Monumentale de Milán, sobre la tumba de la familia Marani, obra de Ercole Mentasti
*“l’esma” puede definirse como el ánimo vital, la esencia que mueve la vida.
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Del blog Nova Bella:
Nuestro cobijarse
es aprender a vivir
desamparados
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Irene lo encontró con vida y lo cuidó hasta curarlo
Considerado el tercer patrón de Roma, este mártir es una de las figuras más famosas y con más connotaciones del santoral cristiano
Sebastián socorrió a dos soldados cristianos que habían sido encarcelados y fue condenado primero al suplicio de las flechas y después a la ser flagelado hasta morir
Poetas como Rilke o Wilde sintieron fascinación por este santo joven y bello
Una imagen de San Sebastián, de un realismo estremecedor, con un desnudo sin censuras, fue admirada por pintores y feligreses en una iglesia italiana, hasta el punto de ser retirada para no distraer
Se le ha relacionado con la peste al parecerse las marcas de sus flechas a las llagas de esta enfermedad
Considerado el tercer patrón de Roma, después de Pedro y Pablo, Sebastián es una de las figuras más famosas y con más connotaciones del santoral cristiano. Reconocido, además, un icono gay semejante al de Aquiles y Patroclo, por ejemplo, la imaginería tradicional le ha rendido tributo y el arte contemporáneo ha aplaudido la sensualidad de su imagen, de Lorca a aquella portada de revista en la que Michael Jackson aparecía caracterizado con los atributos de este santo.
Su historia se remonta a los primeros siglos del cristianismo, cuando esta filiación religiosa esta prohibida en Roma. Cuenta el relato que Sebastián socorrió a dos soldados cristianos que habían sido encarcelados, y así descubrieron que él también seguía esa fe clandestina. Juzgado por tal delito, fue condenado al suplicio de las flechas. Dándolo por muerto, abandonaron su cuerpo y entonces Irene lo encontró, vio que todavía tenía vida y lo cuidó hasta curarlo.
Después de esa milagrosa recuperación, el joven de las flechas mantuvo su fe y no la escondió, por lo que no tardó en ser acusado de nuevo, condenado esta vez a ser flagelado hasta la muerte en el hipódromo del Palatino. Echado su cadáver por una cloaca, para negarle sepultura, Sebastián se apareció en sueños a Lucina, indicándole cómo hallar su cuerpo. La mujer lo hizo así, recuperándolo y llevándolo a enterrar a las catacumbas.
Leonardo Treviglio en Sebastiane de Derek Jarman,
En sus Vidas, Vasari relata cómo una imagen de San Sebastián, de un realismo estremecedor, con un desnudo sin censuras, fue admirada por pintores y feligreses en una iglesia italiana, hasta el punto de ser retirada para no distraer de la oración. Y es que en el Renacimiento convivieron el humanismo y su culto a la mímesis en la representación del cuerpo y la naturaleza y una religiosidad “de desierto”, que predicaba con firmeza el conveniente despojo de todos los placeres sensoriales.
En “Lágrimas de Eros”, la exposición organizada hace años por el Museo Thyssen Bornemisza, la imagen de este mártir se pudo contemplar a través de obras de diferentes épocas: de Bernini o Ribera a Edouard Levé, fotógrafo actual. En su catálogo, se explicaba la fascinación por este mártir joven y bello que sintieron poetas como Rilke o Wilde. Quien, en su viaje dedicado a explorar las maravillas de Grecia y Roma, pudo contemplar en Génova un San Sebastián de Guido Reni, confesando su impresión en un artículo que después publicaría.
San Sebastián curado por Irene, Francesco del Carro
Iconográficamente, además de ser el santo herido (por las flechas), paradigma de la resistencia al dolor y la frustración (atado a una columna), símbolo de belleza semidesnuda, cautiva y cautivadora, se le ha relacionado con la peste, al parecerse las marcas de sus flechas a las llagas de esta enfermedad. Por ello se le empezó a invocar contra las epidemias, pidiendo su intercesión para sanar a los golpeados por el contagio.
Fuente Religión Digital
Del blog Nova Bella:
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“El arte quiere decir no calcular ni contar: madurar como el árbol, que no apremia su savia, y se yergue confiado en las tormentas de primavera, sin miedo a que detrás pudiera no venir el invierno.”
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Rainer María Rilke
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Sermón anónimo del siglo XVII, en Herder
Palabras extraordinarias, luminosas y de una verdadera actualidad espiritual
(Herder).- El amor de Magdalena es un sermón extraordinario, luminoso, de una verdadera actualidad espiritual, que expresa un momento álgido de la mística francesa del siglo XVIII.
Con palabras muy cálidas y audaces, este texto presenta el amor de María Magdalena por Jesús y de Jesús por ella. María Magdalena encarna la sucesión de estadios del amor humano, lo cual es diferente de lo que representa María de Nazaret. La primera encarna el arquetipo de la amante (en su doble versión transgresora y sublime), mientras que la segunda ensalza el ideal de la virginidad y de la maternidad.
María es el nombre de la Madre-Hermana-Esposa, porque, en verdad, se trata de un único ser: la naturaleza humana hipostasiada en una persona. Por ello el autor de nuestro texto asocia hacia el final la figura de María Magdalena con la Iglesia, que es toda la humanidad convocada al encuentro con Dios, a la unión con Él.
A principios del siglo XX, el abad Joseph Bonnet descubrió el sermón El amor de Magdalena, escrito en el siglo XVII y de autor anónimo. Su difusión se dio gracias a Rilke, quien, en 1911, descubrió el texto por azar en la vitrina de un anticuario en París.
El poeta quedó fascinado por el contenido de su hallazgo y decidió traducirlo al alemán.
Para adquirir el libro, pincha aquí:
Para leer las primeras páginas, pincha aquí:
Fuente Religión Digital
A las mujeres y a las organizaciones feministas que luchan por la emancipación de las mujeres en una sociedad patriarcal, con mi solidaridad fraterno-sororal y en sintonía
Durante las últimas décadas se está produciendo un importante movimiento de recuperación de la figura de María Magdalena por parte de especialistas del Nuevo Testamento, preferentemente mujeres, que leen los textos fundantes de la fe cristiana en perspectiva de género, de historiadores e historiadoras de los orígenes del cristianismo, que llevan a cabo una reconstrucción no patriarcal de los primeros siglos de la religión cristiana, y de la teología feminista, que aplica a los textos la hermenéutica de la sospecha..
Papel fundamental han jugado en esta recuperación los evangelios llamados “apócrifos”, sobre todo los de carácter gnóstico, entre los que cabe citar el Evangelio de Tomás, el Evangelio de Felipe, El Evangelio de María (del que me ocupé en EL PAÍS-BABELIA, 13 de mayo de 2006) y Pistis Sofía, a quienes algunos investigadores conceden gran importancia por la información que proporcionan sobre las distintas tendencias del cristianismo naciente. Para un conocimiento de estos y otros textos gnósticos recomiendo la obra Textos gnósticos. Biblioteca de Nag Hammadi, 3 vols., Trotta, 1997-2000, editada por Antonio Piñero, catedrático de Filología del Nuevo Testamento en la Universidad Complutense de Madrid.
Resulta difícil una reconstrucción histórica de la figura de María Magdalena, por la falta de datos, ya que los evangelios, tanto los llamados canónicos como los apócrifos, ofrecen pocos datos sobre ella y constituyen un género literario muy peculiar. En este intento de reconstrucción vamos a empezar por una aproximación el movimiento de Jesús, del que María Magdalena formó parte y fue una figura relevante.
Un movimiento igualitario de hombres y de mujeres
Las actuales investigaciones sociológicas, de historia social, de antropología cultural y de hermenéutica feminista sitúan el grupo de seguidores y seguidoras de Jesús en el horizonte de los movimientos de renovación del judaísmo del siglo I, junto con los esenios, terapeutas, penitenciales y otros. Lo ubican asimismo dentro de los movimientos que lucharon contra la explotación patriarcal en las distintas culturas: griega, romana, asiática y judía. En la historia de Israel hubo intensas luchas protagonizadas por mujeres que jugaron un papel político y cultural muy importante.
Las primeras seguidoras de Jesús eran mujeres galileas que se reunían para comidas comunes, eventos de oración y encuentros de reflexión religiosa con el sueño de liberar a ls mujeres en Israel Es precisamente esa corriente emancipatoria del dominio patriarcal la que posibilitó el nacimiento del movimiento de Jesús como movimiento igualitario de hombres y mujeres en el que éstas jugaron un papel central. Su presencia y protagonismo en dicho movimiento, reconoce la teóloga feminista Elisabeth Schüssler Fiorenza, son de la mayor importancia para la praxis de solidaridad desde abajo.
El movimiento de Jesús se torna así una corriente de protesta contra la teoría y la práctica patriarcales entonces vigentes. La actividad de las mujeres fue determinante para que el movimiento de Jesús continuara después de la ejecución de Jesús y se extendiera fuera del entorno judío. Ellas fueron las primeras en argumentar teológicamente a favor de la participación de los paganos en el banquete mesiánico.
Desde Galilea. Amigas y discípulas
Las diferentes tradiciones evangélicas coinciden en hablar de la existencia de un grupo numeroso de discípulas que acompañaron y siguieron a Jesús de Nazaret desde Galilea hasta el momento de su ejecución en el Gólgota. La mayoría de las veces se citan algunos nombres de mujeres dentro de un conjunto más amplio: María Magdalena, Juana (Lc 8,2-3). Es la misma tendencia seguida en el caso de los varones (Pedro, Santiago y Juan). Con ello se pretende mostrar el lugar destacado que unas y otros ocupaban en el grupo.
La mujer que aparece casi siempre citada en primer lugar entre las amigas de Jesús es María Magdalena, que toma el nombre de de su lugar de origen, Magdala, ciudad pesquera floreciente de la costa oriental del lago de Galilea, entre Cafarnaún y Tiberíades. Ella es discípula de primera hora, pertenece al grupo más cercano a Jesús, ocupa un lugar preeminente en él y hace el mismo camino que el Maestro hasta Jerusalén. En otras palabras, comparte su causa y su destino. Las mujeres que siguen a Jesús suelen ser citadas en los evangelios en referencia a un varón, por ejemplo, Juana, “la mujer de Cusa”; María Magdalena, no: una prueba más de su independencia de toda estructura patriarcal.
La fidelidad o infidelidad a una causa y a una persona se demuestran cuando vienen mal dadas, en la hora de la persecución y del sufrimiento. Cuando Jesús es condenado a muerte y ejecutado, los discípulos varones huyen por miedo a ser identificados como miembros de su movimiento y a correr la misma suerte que él. Sólo las discípulas que le habían seguido desde Galilea le acompañan y están a su lado en la cruz (Mc 15,40; Mt 27,55-56; Lc 23,49.55). Dentro del grupo de mujeres que están junto a la cruz los sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas) citan a María Magdalena en primer lugar. Sólo en el evangelio de Juan aparece en último lugar. María funge como discípula fiel no de un Mesías triunfante, sino de un Crucificado por subvertir el orden establecido tanto religioso como político.
Primera testigo de la resurrección
Las distintas tradiciones evangélicas coinciden en presentar a las mujeres como las primeras testigos de la resurrección. Cuando ellas visitan el sepulcro el primer día de la semana, un ángel les comunica que el Crucificado ha resucitado y les pide que vayan a comunicar la noticia a los discípulos (Mt 28, 2-8). Inmediatamente después es Jesús Resucitado quien les sale al encuentro y les hace la misma petición. Tradiciones divergentes coinciden en presentar a María Magdalena como la primera testigo de la Resurrección.
Parece tratarse de una tradición muy antigua. El “final de Marcos” (Mc 16, 9-20) -añadido tardío al evangelio- afirma que Jesús se apareció primero a María Magdalena (Mc 16, 9), quien comunica la noticia a los discípulos que habían compartido su vida con él (Mc 16, 10). La reacción de éstos ante el anuncio de María Magdalena es de incredulidad por creer que se trata de un desatino. El testimonio de las mujeres carecía de valor entonces. ¡Cuánto más en un asunto de tanta trascendencia!
El Evangelio de Juan también presenta la aparición de Jesús a María Magdalena como la primera. La principal discípula y seguidora de Jesús se convierte en la persona que se encuentra con el Resucitado antes que los propios discípulos varones. El primer dato a tener en cuenta en este relato es que, al hallar el sepulcro vacío, Pedro y Juan se retiran, mientras que María Magdalena, según un sermón francés del siglo XVIII descubierto por el poeta Rainer María Rilke en 1911, “busca por doquier a su único, al único objeto de su amor, al único e inalterable apoyo de su corazón exánime”.
En ese encuentro hay una tonalidad íntima. Jesús llama a María por su nombre. Ella lo reconoce al instante y le llama “Rabbonní”, que es la forma de dirigirse los discípulos más cercanos al maestro (Jn 20,16-17). El breve diálogo que se entabla entre ambos brota de la confianza que había caracterizado sus relaciones anteriores. Como observa Schillebeeckx, entre María y Jesús sigue dándose la misma “comunicación vital” que mantuvieran en vida. Más aún: María experimenta a Jesús como Viviente.
Pero ahí no termina todo. Por indicación de Jesús, María comunica a los discípulos su experiencia del Resucitado: “He visto al Señor” (Jn 20,18). Ella cumplió las tres condiciones para ser admitida en el grupo apostólico: haber seguido a Jesús desde Galilea (Lc 8, 2-3); haber visto a Jesús resucitado (Jn 20,18); haber sido enviada por él a anunciar la resurrección a sus hermanos (Jn 20,17). Los apóstoles aparecen en las tradiciones evangélicas como testigos secundarios de la resurrección. Acceden a ella a través de la experiencia y del testimonio de las mujeres. Su actitud inicial es reservada, recelosa, más aún, desconfiada.
Según Schillebeeckx, “parece que las experiencias de estas mujeres contribuyeron a que la causa de Jesús se pusiera en movimiento” 1. Opinión compartida y sólidamente fundamentada por la hermenéutica bíblica feminista. En concreto, el reconocimiento de María Magdalena como primera testigo del Resucitado explica su protagonismo en el cristianismo primitivo.
Sin embargo, en las cartas paulinas y otros escritos del Nuevo Testamento el testimonio de las mujeres sobre Jesús resucitado no aparece y María Magdalena es sustituida por Pedro. Ello se debe a la situación jurídica de entonces, unida a una Iglesia sometida al dominio masculino, que muy pronto comenzó a eliminar a las mujeres del protagonismo que tenían en el movimiento de Jesús.
El silenciamiento, por parte de Pablo y de otras tradiciones neotestamentarias, de la aparición de Jesús a María Magdalena y a otras mujeres supuso la exclusión de éstas de los ámbitos de responsabilidad comunitaria. Con la pronta instauración de estructuras patriarcales y de la teología androcéntrica en la vida y organización de la comunidad cristiana se interrumpieron las posibilidades y expectativas que se abrían con el reconocimiento de las mujeres como primeras testigos del Resucitado.
A pesar del silencio de Pablo y de otros escritos del Nuevo Testamento, las mujeres constituyen el eslabón indispensable de la transmisión del mensaje evangélico, más aún, el eslabón esencial para la fe en Cristo resucitado y el nacimiento de la comunidad cristiana. Sin el testimonio de las mujeres quizá no hubiera continuado el movimiento de Jesús y difícilmente hubiera surgido la Iglesia. ¿Quién podría narrar en las asambleas eucarísticas las experiencias de la muerte y de la resurrección de Jesús, sino las mujeres, principales testigos, y quizá las únicas? Ellas fueron testigos de cómo una víctima era rehabilitada y el Crucificado vencía a la muerte por la fuerza del Dios de la vida.
En los orígenes del cristianismo, en varias iglesias cristianas María de Magdala tuvo una importancia tan grande, si no mayor, que Pedro. Con el paso del tiempo fue perdiendo relevancia hasta ser suplantada por la tradición de la maternidad divina de María, que llegó a predominar sobre la figura misma de su hijo Jesús de Nazaret, el iniciador del cristianismo como movimiento igualitario de hombres y mujeres. La mariología desplazó a la cristología.
Evangelios gnósticos: Evangelio de Tomás, Evangelio de Felipe, Evangelio de María y Pistis Sofía: Compañera del Salvador
En los Diálogos de Revelación de los evangelios apócrifos de carácter gnóstico, María Magdalena aparece como interlocutora preferente de Jesús resucitado, hermana de Jesús, discípula predilecta y compañera del Salvador. Tal cercanía del maestro provoca los celos de algunos apóstoles, especialmente de Pedro, quien, según Pistis Sophia, reacciona en estos términos: “Maestro, no podemos soportar a María Magdalena, porque nos quita todas las ocasiones de hablar contigo; en todo momento está preguntando y no nos deja intervenir”.
En dichos evangelios, a las que hoy se les está dando un importante valor, ya que nos permiten un conocimiento más riguroso del cristianismo primitivo y de sus diferentes tendencias, aparecen otras voces y otras interpretaciones, reprimidas por el patriarcado cristiano, que se impuso muy pronto a través de la ortodoxia androcéntrica.
Apóstol de apóstoles es el título que dio a María Magdalena Hipólito de Roma, quien no considera a las mujeres mentirosas, sino portadoras de la verdad y apóstoles de Cristo. Igualmente elogioso es el testimonio de San Jerónimo: “… y sobre todo, cómo María Magdalena recibió el epíteto ‘fortificada con torres’ por su fervor y la fuerza de su fe, y recibió el privilegio de ver a Cristo resucitado, incluso antes que los apóstoles” (Epist. CXXVII).
En el proceso de patriarcalización, clerizalización y jerarquización del cristianismo, María de Magdala fue relegada al olvido; más aún, fue presentada y representada como prostituta arrepentida, sirvienta de Jesús en agradecimiento por haber expulsado de ella los malos espíritus de los que estaba poseída, penitente con los vestidos desgarrados que llora por sus pecados pasados y por los que cometerían en el futuro las mujeres, mujer “de mala vida”. Otra fue la suerte de María de Nazaret, madre de Jesús, declarada Inmaculada, Madre de Dios, elevada a los altares, asunta al cielo en cuerpo y alma, piropeada con miles y miles de advocaciones, tratada casi con honores divinos. Toca ahora bajar a María de Nazaret del pedestal para devolverle su verdadera identidad: hermana nuestra y recuperar el protagonismo de María Magdalena como pionera de la igualdad.
Juan José Tamayo
Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones
Universidad Carlos III de Madrid
1 Edward Schillebeeckx, Jesús. La historia de un Viviente, Cristiandad, Madrid 1981, 318.
Fuente Fe Adulta
Los nazis cosían triángulos rosa en los uniformes de los acusados de actos homosexuales.
Cuando Alemania completó su proceso de unificación se introdujo en 1871 en el nuevo Código Penal un artículo que castigaba con penas de prisión las relaciones sexuales entre hombres. El artículo número 175 señalaba lo siguiente: “la fornicación/lujuria contra natura realizada entre hombres o de personas con animales se castigará con pena de cárcel; también se podrán retirar los derechos civiles”. Esta penalización recogía el punto de vista conservador prusiano de su propio código frente a otros mucho más liberales, como los de Baviera o Hannover que, ya en la primera mitad del siglo XIX habían despenalizado dichas relaciones, fruto de la influencia francesa. En 1913 se estableció una aclaración sobre lo que significaba la “fornicación/lujuria contra natura”, que quedaría definida como “acciones similares al concúbito natural”, pero como esta definición era un tanto ambigua, se dejó a la interpretación de los jueces.
En el año 1900 se aprobó una ley que prohibía la publicación y venta de libros e imágenes lujuriosas, con fuertes penas pecuniarias y de cárcel.
Los socialdemócratas comenzaron a luchar a finales del siglo para que el Parlamento alemán aboliera el artículo 175. Se hicieron eco de la campaña que había emprendido el psiquiatra Magnus Hirschelfd y su Comité Científico-Humanitario contra el mencionado artículo. Auguste Bebel declaró en 1898 que la policía de Berlín tenía listas tan largas de homosexuales y que abarcaban todas las clases sociales que el Estado prusiano se vería obligado a construir dos nuevas cárceles. Bebel se refería a las “listas rosas”, “listas de homosexuales” o “listas de sospechosos de homosexualidad”. El calificativo de “rosas” debió aparecer mucho tiempo después, terminada la Segunda Guerra Mundial. En esas listas se incluían a los que acudían a los baños públicos en busca de sexo anónimo o frecuentaban determinados ambientes.
En la época de la República de Weimar se mantuvo e intensificó la represión contra los homosexuales, pero el grado de la misma no fue uniforme en todo el país. Al parecer, en las ciudades de Berlín y Hamburgo había un grado de mayor tolerancia por parte de la policía, frente a lo que ocurría en otras ciudades. En esta época se crearon unidades policiales específicas para perseguir a los homosexuales y se siguieron elaborando las “listas rosas”.
La batalla legal iniciada a finales del siglo XIX por los socialdemócratas contra el artículo 175 comenzó a tener sus frutos en la segunda mitad de los años veinte. Importantes intelectuales, escritores, artistas y científicos alemanes apoyaron dicha abolición. Entre ellos, habría que destacar a Thomas Mann, Rainer Maria Rilke, George Grosz, August Bebel, Karl Kaustky, etc.. En una comisión parlamentaria del año 1925 se propuso eliminar el artículo 175 y sustituirlo por otros dos, intentando penalizar solamente los casos con agravantes, es decir, de aquellos de hombres que ejerciesen una posición de poder para conseguir sexo con otros hombres, los que acudiesen a la prostitución y los que tuviesen relaciones sexuales con menores de 21 años. Bien es cierto que se mantenía la discriminación pero en el proyecto de reforma del Código Penal de 1929 se despenalizaba el sexo entre hombres adultos. Pero dicha reforma nunca entró en vigor. Todo se paralizó cuando los nazis irrumpieron con fuerza en el Parlamento e hicieron imposible la formación de una mayoría para conseguir aprobar la reforma.
Fuente Público
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