La Comisión Bíblica del Vaticano ‘reinterpreta’ la visión bíblica sobre la homosexualidad o el divorcio… y el secretario de Doctrina de la Fe enmienda la plana al texto de la Comisión Teológica: “No existe ninguna ‘apertura’ a las uniones de personas del mismo sexo”
Las uniones gay , son “una expresión digna y legítima del ser humano”
La Comisión Bíblica, a petición del Papa, publica ‘¿Quién es el hombre?’, una relectura de las Escrituras acerca de las relaciones homosexuales, el divorcio, el adulterio o el celibato
“¿Quién soy yo para juzgar a un gay?” dijo en su día el Papa Francisco. Ahora, Roma le respalda
“Será requerida una atención pastoral, en particular frente a las personas individuales, para llevar a cabo aquel servicio de bien que la Iglesia debe asumir en su misión para los hombres”
“Ciertas formulaciones de los autores bíblicos, como las directivas disciplinarias del Levítico, requieren una interpretación inteligente que salvaguarde los valores que el texto sagrado intenta promover”
La persona que “decide separarse de aquellos que amenazan la paz o la vida de la familia, no realiza por ello un acto contrario al matrimonio”
Una “nueva relectura bíblica”. Esta es la base de ‘¿Quién es el hombre?’, un documento publicado, a petición del Papa, por la Comisión Bíblica y con el que el Vaticano ‘reinterpreta‘ las interpretaciones clásicas que se han hecho sobre la visión de las Escrituras acerca de la homosexualidad, el divorcio, el adulterio o el celibato.
No se trata de ninguna revolución, como explica el jesuita Piero Bovati, secretario de la citada Comisión, sino de ofrecer una “herramienta autorizada“ para los expertos, catequistas y formadores y también “un texto de referencia del que derivar principios para la reflexión sobre temas que están en el centro del debate social y civil: el divorcio, el adulterio, la homosexualidad o, de otra manera, el celibato sacerdotal, por citar sólo algunos ejemplos”.
A lo largo de 330 páginas, el texto se zambulle en temas polémicos, aunque el propio Bovati sostiene, en una entrevista con Vatican News, que “hay preguntas que la gente se hace hoy que no encuentran una respuesta inmediata y precisa en la Biblia”. La visión más sorprendente es la que se hace del matrimonio y de las uniones homosexuales.
Ejemplos de uniones gays reconocidas
“La relación erótica homosexual no debe ser condenada”, se lee en el texto, según algunas agencias, que recuerda que no existen “ejemplos de unión legalmente reconocida entre personas del mismo sexo” en la tradición bíblica. Por ello se insta a aceptar “la homosexualidad y las uniones homosexuales como expresión legítima y digna del ser humano”.
“La Biblia poco o nada dice acerca de este tipo de relación erótica, que por lo tanto no debe ser condenada, también porque a menudo indebidamente se confunde con otros comportamientos sexuales aberrantes”, se lee en el texto, que subraya cómo “ciertas formulaciones de los autores bíblicos, como las directivas disciplinarias del Levítico, requieren una interpretación inteligente que salvaguarde los valores que el texto sagrado intenta promover evitando, por lo tanto, repetir literalmente aquello que también trae consigo rasgos culturales de aquel tiempo. Será requerida una atención pastoral, en particular frente a las personas individuales, para llevar a cabo aquel servicio de bien que la Iglesia debe asumir en su misión para los hombres”.
No todos los divorcios son pecado
Otros temas, como el de la indisolubilidad del matrimonio, también tienen una lectura renovada en el documento. Así, la Comisión Bíblica sostiene cómo “el cónyuge que, observando que la relación conyugal ya no es una expresión de amor, decide separarse de aquellos que amenazan la paz o la vida de la familia, no realiza por ello un acto contrario al matrimonio” sino que “atestigua la belleza y la santidad del vínculo precisamente al declarar que no se da cuenta de su significado en condiciones de injusticia e infamia”.
Giacomo Morandi: “No existe ninguna ‘apertura’ a las uniones de personas del mismo sexo”
“La institución del matrimonio, constituida por la relación estable entre marido y mujer, se presenta constantemente como evidente y normativa en toda la tradición bíblica”
“El documento de la Pontificia Comisión Bíblica sigue exactamente esta línea y ciertamente no se “abre” al divorcio, como algunos, de manera distorsionada o instrumental, creen o quisieran
El mismo documento afirma que pretende ser “una interpretación fiel de toda la Sagrada Escritura respecto del tema antropológico”. Este se basa “en un procedimiento expositivo original que ha tomado como texto de referencia el relato fundacional de Génesis 2-3… porque estas páginas bíblicas son consideradas fundamentales por la literatura neotestamentaria y por la tradición dogmática de la Iglesia”. En definitiva, el texto pretende “promover una visión global del proyecto divino sobre el hombre, que comenzó con el acto de la creación y se realiza en el transcurso del tiempo, hasta su cumplimiento en Cristo, el hombre nuevo, que constituye la clave, el centro y la meta de toda la historia humana”.
La enseñanza de la Iglesia, con el Código de Derecho Canónico, ya concede a los cónyuges válidamente unidos por el sacramento del matrimonio el derecho a separarse en ciertos casos particulares. Pero este hecho no ha significado nunca ninguna legitimación del divorcio, entre otras cosas porque un sacramento del matrimonio válidamente contraído permanece así y nunca puede ser anulado por ningún otro acto. Por el contrario, es diferente la hipótesis en la que el matrimonio se reconoce como nulo desde el principio: este es el caso de los procedimientos para la declaración de nulidad del matrimonio. Sin embargo, a veces hay situaciones en las que la convivencia entre los cónyuges se hace prácticamente imposible por diversas razones. Es precisamente en estos casos que la Iglesia admite la separación física de los cónyuges y el fin de la cohabitación. Sin embargo, los cónyuges que están válidamente unidos por el sacramento del matrimonio no dejan de ser marido y mujer ante Dios y, por lo tanto, no son libres de contraer una nueva unión. La comunidad cristiana está llamada a estar cerca de estas personas y a ayudarlas a vivir cristianamente su situación, como recuerda con autoridad el Catecismo de la Iglesia Católica en el n. 1649. El documento de la Pontificia Comisión Bíblica sigue exactamente esta línea y ciertamente no se “abre” al divorcio, como algunos, de manera distorsionada o instrumental, creen o quisieran.
Otros párrafos que han llamado la atención son los relativos a la homosexualidad. Hay quienes han leído en el documento de la Pontificia Comisión Bíblica una apertura a las uniones entre personas del mismo sexo. ¿Es así?
Desde hace algún tiempo, sobre todo en la cultura occidental, se han alzado voces de disensión respecto al enfoque antropológico de la Escritura, tal como la Iglesia la entiende y la transmite en sus aspectos normativos; todo ello se juzga a menudo como el simple reflejo de una mentalidad arcaica e históricamente condicionada. Sabemos que diversas afirmaciones bíblicas, en el ámbito cosmológico, biológico y sociológico, han sido consideradas gradualmente como superadas con la progresiva afirmación de las ciencias naturales y humanas. En este sentido, algunos dicen que una nueva y más adecuada comprensión de la persona humana impondría una reserva radical sobre el valor exclusivo de la unión heterosexual, a favor de una aceptación análoga de la homosexualidad y las uniones homosexuales como una expresión legítima y digna del ser humano. Además – se argumenta a veces – la Biblia dice poco o nada sobre este tipo de relaciones, que por lo tanto ya no deberían considerarse ilícitas desde el punto de vista moral. Se trata de una aproximación ideológica y parcial a la antropología. En realidad, el documento en el n. 185 dice textualmente: “La institución del matrimonio, constituida por la relación estable entre marido y mujer, se presenta constantemente como evidente y normativa en toda la tradición bíblica. No hay ejemplos de ‘unión’ legalmente reconocida entre personas del mismo sexo”. Por lo tanto, no existe ninguna “apertura” a las uniones entre personas del mismo sexo, como algunos lo han afirmado erróneamente.
Fuente Religión Digital
Historia LGTBI, Homofobia/ Transfobia., Iglesia Católica, Sexualidad
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