Entra en vigor en Aceh (Indonesia) la ley que penaliza las relaciones homosexuales con castigos físicos en público
Un nuevo rincón del mundo se convierte en un lugar aún peor para las personas LGTB, y van… Se trata de la provincia indonesia de Aceh, donde el pasado viernes entró en vigor la ley que su Parlamento aprobó en septiembre de 2014 y que castiga las relaciones homosexuales con la pena de recibir cien azotes en público con una vara de ratán. La ley, además, será de aplicación tanto a musulmanes como a no musulmanes.
Formalmente, la homosexualidad no es delito en Indonesia, el país con mayor número de fieles musulmanes del mundo, que mantiene un código penal heredado de la época colonial neerlandesa. La excepción es la provincia noroccidental de Aceh, en donde rige oficialmente la sharía o ley islámica desde 2005 (gracias a la autonomía que le fue concedida por Indonesia tras firmar la paz con los separatistas, poco después del tsunami que asoló la región) y donde el año pasado su Parlamento aprobó por unanimidad aplicar este degradante castigo físico a los casos, explícitamente descritos, de sexo anal entre hombres y de “frotamiento de partes del cuerpo entre mujeres para la estimulación”. Los azotes en público ya se aplicaban a los condenados por juegos de apuestas, consumo de alcohol y adulterio o muestras de afecto entre personas de distinto sexo fuera del matrimonio. La pena podrá ser conmutada por una multa de mil gramos de oro puro o cien meses (más de ocho años) de prisión y se aplicará tanto a musulmanes como al resto de la población, incluidos extranjeros.
“Los no musulmanes pueden elegir ser juzgados bajo la ‘sharía’ o bajo el código penal normal de Indonesia”, ha asegurado el responsable del departamento legal de la ‘sharía’ del Gobierno provincial, Syahrizal Abbas. La nueva legislación también criminaliza la violación y el acoso sexual. Todos aquellos que sean declarados culpables podrían enfrentarse a penas de al menos 40 latigazos, según una copia del texto a la que la agencia Reuters ha podido acceder.
Durante este tiempo, la esperanza de los activistas en favor derechos humanos de la región era que el Gobierno de Indonesia hiciese uso de su capacidad para bloquear la reforma, pero no ha sido así. Aceh se consolida de esta forma como el rincón más hostil de Indonesia para las personas LGTB. Un peligro adicional, sin embargo, viene dado por la posibilidad de que otras provincias con un perfil social y religioso parecido al de Aceh, como Sumatra Meridional o Java Oriental, sigan su ejemplo.
Grupos de defensa de los Derechos Humanos han advertido de que esta nueva ley podría criminalizar el sexo consensuado y poner obstáculos a la denuncia de violaciones. “Castigar a alguien que ha tenido sexo consentido con hasta 100 latigazos es despreciable”, ha asegurado el director de campañas de Amnistía Internacional en el sureste asiático, Josef Benedict. “Es una violación flagrante de los Derechos Humanos y debe ser derogada de forma inmediata”, ha añadido.
A Aceh se le otorgó en 2005 un estatus especial de autonomía, como parte de un acuerdo firmado con Yakarta para poner fin a décadas de violencia separatista, y fue entonces cuando se le dio la capacidad para introducir la ‘sharía’. A comienzos de año, un distrito de la provincia promulgó una ordenanza municipal que exigía a las escuelas educar a niños y niñas de forma separada, y otra en la que se prohibía a las mujeres sentarse a horcajadas sobre una motocicleta cuando es un conductor el que lleva el vehículo.
Ya antes de la aprobación de esta ley, nos habíamos hecho eco de la situación en Aceh. En el año 2010 relatábamos la indignación de grupos musulmanes ultraconservadores por la celebración de un certamen de belleza para mujeres transexuales, mientras que en 2013 recogíamos una primera iniciativa del ayuntamiento de la capital de la provincia, Banda Aceh, para introducir un castigo físico para quienes mantuviesen relaciones con personas del mismo sexo. Y a principios de este mismo mes de octubre dos mujeres eran detenidas acusadas de mantener relaciones lésbicas. Ellas se habrían librado por poco de recibir los latigazos, pero la policía islámica anunció que serían sometidas a “rehabilitación” en dependencias sociales.
Indonesia: entre lo malo y lo peor
Indonesia presenta una realidad diferente para su comunidad LGTB dependiendo de la región. La de Aceh es desde luego la peor situación, puesto que como decíamos arriba la homosexualidad no es formalmente delito en el resto del país. Ello no significa que en otras partes sea buena. En 2004, las autoridades municipales de Palembang, en Sumatra Meridional, dictaron por ejemplo una regulación en la que aglutinaban la actividad de las personas LGTB como “prostitución”. En virtud de ese reglamento, todas las personas acusadas de cometer cualquiera de esas actividades se enfrentan a la perspectiva de un máximo de seis meses de prisión o 5.000.000 de rupias (360 euros, 380 dólares) de multa.
En otras zonas existe una actitud algo más tolerante, especialmente en zonas urbanas como Yakarta. Con todo, la influencia de los islamistas más radicales se hace sentir cada vez más. En la propia Yakarta las autoridades prohibieron en 2012 un concierto de Lady Gaga, abanderada de los derechos LGTB, por considerarla un personaje diabólico y antirreligioso. Los fundamentalistas también han obligado a cancelar una reunión de la división asiática de la ILGA (International Lesbian and Gay Association) en Surabaya y han amenazado a los organizadores del Q! Film Festival, un festival de cine LGTB, por mencionar otros dos ejemplos.
En marzo de este 2015, el Consejo de Ulemas de Indonesia dictó una fetua en la que se exigía que los actos homosexuales sean castigados con la pena de muerte. Aunque el Consejo de Ulemas no tiene ningún poder legislativo o ejecutivo en Indonesia, su influencia social es elevada. Indonesia también votó el pasado 2014 en contra de la resolución del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas contra la homofobia y la transfobia y ha sido calificado, por su propia población, como un mal lugar para vivir si eres gay o lesbiana (solo un 2% opina lo contrario) en una encuesta de Gallup.
Fuente Dosmanzanas y Ragap
Comentarios recientes