Un buen relato el que hace Dosmanzanas:
Éxito incuestionable de la Manifestación Estatal del Orgullo LGTB, un evento que este 2014 ha ganado impulso activista y reivindicativo al tiempo que mantiene su poder de convocatoria intacto. Su nuevo recorrido -un acierto- mejora además las insuficiencias del pasado año y le permite adquirir un nuevo esplendor en su tramo final. El acoso contra el Orgullo por parte del Ayuntamiento de Madrid ha podido debilitar su aspecto más puramente fiestero y comercial -los días previos de fiesta de barrio en Chueca se han resentido- pero no ha podido con una manifestación que a nuestro juicio puede considerarse la mejor de los últimos años.
Resulta imposible calcular la afluencia de personas a un evento que colapsa el centro de la ciudad durante horas y de naturaleza tan multiforme, pero desde luego hablamos de cientos de miles de personas implicadas de una forma u otra.
Los organizadores volvían a repetir este año la cifra de 1.200.000 personas del año pasado. No podemos confirmarlo, pero lo que estaba claro era que habían tanta o más gente que en 2013.
Por lo que se refiere al “núcleo” reivindicativo de la marcha, sí creemos que la afluencia fue mayor. Pese a echar de menos la presencia de algunas organizaciones (comprensible dada la cada vez mayor riqueza de Orgullos locales) nuestra impresión es que había más personas y -esto es importante- más familias. O quizá se trate de una impresión subjetiva provocada por la mejor organización, tanto a nivel espacial como de tiempos, que permitió visibilizar mejor pancartas y mensajes, centrados este año en la persecución de las personas LGTB a nivel internacional. “Nos manifestamos por quienes no pueden”, era el lema del Orgullo este año 2014 y que miles de personas hicieron suyo.
Destacaron muy especialmente las consignas contra la alcaldesa Ana Botella al pasar frente a la nueva sede del Ayuntamiento, que una vez más su equipo de gobierno se ha negado a engalanar para la ocasión (a diferencia de lo sucedido con recientes acontecimientos futbolísticos). “Esa Botella, al contenedor”, fue uno de los gritos más coreados.
Se echó de menos a Pedro Zerolo
Otro de los gritos que más se escucharon fue “No estamos todos, falta Zerolo”. Y es que el histórico activista LGTB no pudo acudir a la marcha, como estaba previsto, al encontrarse con fiebre.
Él mismo se encargó de enviar un caluroso saludo a través de su cuenta de Twitter. “Por 1a vez en 30 años no podré estar en el Orgullo pero cantaré el ‘A quien le importa’ con fiebre y en cama ¡Viva el Orgullo LGTB!”, tuiteaba desde su casa.
El tramo final del recorrido, un acierto
Lo cierto es que el nuevo recorrido (una larga línea recta que conecta la Glorieta de Atocha con la Plaza de Colón atravesando Neptuno y Cibeles y que evita giros abruptos como el del año pasado) favoreció la fluidez y la movilidad, tanto interna como externa, de los cientos de miles de personas que participaron de una forma u otra. También permitió brillar más que nunca a las 30 carrozas que animaron el evento en su parte más lúdica, que pudieron contar con un perímetro de seguridad que resultaba muy difícil mantener en la Gran Vía.
Especial mención tenemos que hacer a la nueva parte final del recorrido, el Paseo de Recoletos, que a diferencia de los sucedido en 2013 sí permite seguir con comodidad lo que sucede en el escenario, escuchar el manifiesto (puedes leer aquí el de este año) y disfrutar de la fiesta posterior. La amplitud y el desahogo de sus áreas laterales permite además, y esa sí es una novedad respecto a ediciones anteriores, que las familias con niños pequeños y cochecitos puedan también participar de la fiesta en este tramo final sin miedo a las apreturas, profundizando el carácter de fiesta familiar que cada vez más tiene el Orgullo. Colón si fue este año la fiesta de las familias. De todas las familias.
En cualquier caso, este año 2014 ha asistido a la constatación de un hecho: la comunidad LGTB madrileña siente suya la Gran Vía, que pese a no acoger la marcha del Orgullo se vio igualmente colapsada durante toda la tarde y la noche. Valga como muestra la siguiente fotografía, tomada alrededor de la medianoche:
Sigue siendo válida la afirmación que hacíamos el año pasado: el abandono de la Gran Vía no solo no ha hecho que el Orgullo vaya a menos, sino que ha permitido su expansión. Pero este año, a diferencia de lo sucedido en 2013 -cuando la Policía municipal comenzó a las dos de la madrugada sus maniobras para abrir al tráfico rodado una Gran Vía repleta de gente- el Ayuntamiento admitió la evidencia y mantuvo la avenida cortada al tráfico hasta altas horas de la madrugada. Seguimos echando de menos, eso sí, una mayor atención municipal al evento: la ausencia de contenedores de basura o de aseos portátiles fue clamorosa.
Quizá sea este el momento de poner punto final a la nostalgia de la Gran Vía como escenario principal de la manifestación, como en su momento tuvimos que hacer cuando el Orgullo abandonó la Puerta del Sol por su incapacidad para absorber a los manifestantes, y centrarse en conseguir una eficaz convivencia de espacios, sobre todo si tras las próximas elecciones municipales el nuevo gobierno de la ciudad -sea del signo que sea- es más favorable a la celebración del Orgullo. ¿Por qué elegir entre Colon y Gran Vía, si podemos tener las dos?
Las fiestas de Chueca se resienten
De lo que tampoco cabe duda es de que la restricción a los espacios de celebración en el propio barrio de Chueca y las limitaciones impuestas a sus establecimientos ha acabado por deslucir la fiesta durante los días previos a la marcha. Es cierto que se mantiene una gran afluencia de gente y que ha habido eventos fuera del barrio (como el concierto del viernes noche en el estadio Vicente Calderón, conmemorativo del 20 aniversario de la revista Shangay), pero el ambiente popular y verbenero que caracterizaba al barrio durante la semana del Orgullo se ha resentido.
La Plaza de Chueca ha perdido su escenario, sustituido ahora por un botellón al uso, y Plaza del Rey y Callao (esta última en realidad fuera de Chueca) han quedado como los únicos espacios en los que tienen lugar actuaciones, con el consiguiente acúmulo de gente. Desde un punto de vista meramente activista puede parecer una pérdida menor frente a la fortaleza de la manifestación, pero no deja de ser un signo de que mantener el acoso en el largo plazo funciona. Y el acoso puede continuar.
Mientras, Cifuentes duda de que el Orgullo sea una manifestación
Por lo pronto, este sábado la prensa nos sorprendía con unas declaraciones de la delegada de Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, figura emergente dentro del PP y a quien no pocos ven como posible sustituta como candidata de ese partido al Ayuntamiento de Madrid en lugar de Ana Botella. Cifuentes, a quien correspondió en última instancia la decisión de vetar este año el recorrido por la Gran Vía, dudaba de que el Orgullo, al incluir carrozas, pueda considerarse una manifestación. “Eso no es derecho de reunión, es otra cosa. Pero como tiene ese componente reivindicativo, es un acontecimiento a caballo entre ese derecho y algo más lúdico”, matizaba a continuación.
Afirmaciones que pueden parecer frívolas, pero que ocultan una importante carga de profundidad contra la propia marcha. Habrá que seguir ojo avizor, como siempre.
Como hemos hecho en años anteriores (2007, 2008, 2009, 2010, 2011, 2012 y 2013) os dejamos con un par de galerías fotográficas de lo acontecido en Madrid. La primera recoge la parte más reivindicativa de la marcha. Intentamos recoger en ella instantáneas de todos los colectivos participantes, aunque pedimos disculpas se si nos escapó alguno. La segunda recoge algunas de las imágenes que nos resultaron más curiosas o llamativas. ¡Esperamos que os gusten!
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