Comentarios desactivados en Pedro Trigo, SJ.: “Todos somos Pueblo de Dios”.
El sacerdote jesuita de origen español y radicado en Venezuela, Pedro Trigo, estuvo presente en el Panel 1: Panorama de la teología latinoamericana actual, correspondiente al primer día del Congreso de teología sinodal, que inició este 9 de agosto en la sede del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam).
En su disertación, el padre Trigo ha compartido tres retos que todo teólogo debe considerar a la luz de “los signos de los tiempos de hoy”. Entre estos: recepcionar el Concilio Vaticano II, vivir con autenticidad la fe y comprender la época actual para fomentar “lo humanizador”.
Actualmente el jesuita es profesor ordinario de Teología y director del Departamento de Investigaciones en el ITER (Instituto de Teología para Religiosos), asociado a la Universidad Pontificia Salesiana de Roma y a la Facultad de Teología de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas.
Una misma vocación y esperanza
Sobre la recepción del Concilio Vaticano II, ha comentado que es urgente reconfigurar la Iglesia para responder a “con fidelidad creativa” a las apuestas de este hito eclesiástico significó desde Medellín (1968) hasta la actualidad: “Todos somos pueblo de Dios”.
Sobre todo entender que la Iglesia “no únicamente la institución eclesiástica, como sostenía el esquema sobre la Iglesia que preparó la curia y fue desechado”.
Por eso, – apuntó el sacerdote – en la constitución sobre “la Iglesia (Lumen Gentium), después de haberse referido en el capítulo primero al misterio de salvación que es la Iglesia, en el segundo se refiere al portador de ese misterio que es el pueblo de Dios y los tres siguientes a las tres vocaciones que lo integran”, entiéndase, laicado, clero y vida religiosa.
Claro está, solo en el entendido de que “la única función de ellas es que el pueblo de Dios dé de sí al máximo y por eso no son escatológicas”, es decir, “en el seno de Dios sólo habrá hijas e hijos de Dios y hermanas y hermanos en Cristo”.
“Todos compartimos la misma vocación y esperanza y a todos nos une la caridad, el amor fraterno. Así pues, el lazo de unión es Jesús de Nazaret y su Espíritu”, sostuvo.
Actuar cristocéntrico
Para seguir recepcionando el Concilio, explica Trigo, otro de los retos es vivir con autenticidad nuestra fe, porque “a diferencia de esa época, ya no se transmite ambientalmente el cristianismo, enfoquemos nuestra misión en que se viva lo más personalizada y comunitariamente posible y que este cristianismo vivo irradie en nuestros ambientes”.
Trigo aseguró que “debemos ser coherentes con los evangelios, con el Jesús de los evangelios y con su misión”, porque lo que “se anuncia es la encarnación del Hijo de Dios para que los que reciben esa historia concreta y viva puedan ver, oír y palpar y proseguir así su historia desde dentro, con su mismo Espíritu”.
Es en la Cena del Señor donde está presente Jesús de Nazaret, quien debe ser “el alma de la teología, de la predicación, singularmente de las homilías, y de toda la espiritualidad y pastoral”.
Sobre todo, ha recordado que “si comulgamos o adoramos al Santísimo y desconocemos los evangelios, no sabemos conscientemente con quien nos relacionamos. Podemos relacionarnos realmente con él si seguimos la moción de su Espíritu, pero no será tan fácil discernirlo, si no conocemos lo que dijo e hizo Jesús de Nazaret”.
Encarnarse en la realidad
El tercer reto para el padre Trigo trata sobre “hacernos cargo de los contenidos fundamentales y de la dinámica de la época actual” para “discernirla desde dentro, asumiendo y transmitiendo lo humanizador”.
Ha invitado a desechar todo aquello que atenta contra la dignidad humana. Esto es posible mediante el aggiornamento (ponerse al día) como encarnación.
Comentó que antes del Concilio Vaticano II el punto de partida era “la condenación del mundo moderno y la pastoral concebida como apartar de él a los más posibles y llevarlos al ámbito de la salvación que era la Iglesia”.
Esto llevó, a partir del propio Concilio, a la comunidad divina a que “uno de la Trinidad se hiciera uno de la humanidad”. Citando al teólogo Victor Codina explicó que la Trinidad “nos ofrece la última inspiración y clave de lectura de la acción social y de la presencia cristiana en la historia”.
El mismo Juan XXIII lo expuso en su testamento: “No es el Evangelio el que cambia: somos nosotros los que comenzamos a entenderlo mejor… Ha llegado el momento de reconocer los signos de los tiempos, de captar su oportunidad y de mirar lejos” .
Para Trigo “la encarnación era también la fuente de una constante exigencia: La de comprender, de hacer justicia a la realidad, de ser verdadero, de ser honrado con las personas y situaciones y con uno mismo”.
Esta exigencia invita a todos los creyentes a “desechar lo que no construye, lo que no humaniza, y apegarse a lo que lleva adelante la vida, a lo que es más justo, a lo que lleva a la participación y la comunión y a que uno y otros podamos ser más”.
Comentarios desactivados en Alberto Iniesta: Aquella primavera eclesial
Del blog de Juan José Tamayo:
En el centenario del nacimiento de Alberto Iniesta
“Se cumple el centenario del nacimiento de Alberto Iniesta, obispo auxiliar de Madrid de 1972 a 1998, uno de los testigos y protagonistas más lúcidos y coherentes de la transición política de la dictadura a la democracia y de la transición religiosa de la Iglesia nacionalcatólica a la del Concilio Vaticano II”
“Desafió al franquismo en los momentos finales de la vida del dictador, por lo que se vio obligado a huir a Roma, donde contó con el apoyo de Pablo VI”
“Hizo realidad el modelo de Iglesia de los pobres en el barrio madrileño popular de Vallecas, de clase obrera, de izquierdas y con importante presencia del Partido Comunista. Mantuvo una estrecha relación con el padre Llanos”
“En su actividad pastoral y sociopolítica tuvo como guía la teología de la liberación. Fue el único obispo español, en representación de numerosos colectivos cristianos de base del Estado Español, en el funeral y entierro del arzobispo de San Salvador, monseñor Romero”
“Con Alberto Iniesta se hizo realidad la utopía de Otra Iglesia Posible en un barrio popular de Madrid con una am”plia proyección y gran influencia en otros lugares de nuestro país. ¿Por qué no va a hacerse realidad hoy?”
Entre los principales actores eclesiales de la transición política y religiosa en España suele destacarse al cardenal Tarancón, y creo que con razón, pero, si queremos ser justos con la historia, hay que citar a otros protagonistas, colectivos unos, personalidades individuales, otras. Entre los primeros están los movimientos apostólicos comprometidos con la clase trabajadora, con el mundo juvenil y estudiantil, las comunidades de base como alternativa de Iglesia, las parroquias populares, los sacerdotes obreros, los religiosos y las religiosas en barrios, las teólogas y los teólogos que han elaborado su reflexión teológica en el horizonte del Concilio Vaticano II y en perspectiva, los obispos conciliares, etc.
Entre las personalidades que ocuparon un lugar relevante en aquella –corta, todo hay que decirlo- primavera de la Iglesia católica española se encuentra Alberto Iniesta, obispo auxiliar de Madrid de 1972 a 1998, fallecido el 3 de enero de 2016, un día antes de cumplir 93 años y cuyo centenario de su nacimiento celebramos estos días.
Los largos años de silencio, desde poco después de su jubilación, pudieron hacer olvidar u oscurecer el significativo papel que jugó en la reforma de la Iglesia católica española, que no acababa de poner en práctica la nueva eclesiología del Concilio Vaticano II, ni desvincularse definitivamente de los cuarenta años de legitimación del franquismo. Por eso, con motivo del centenario de su nacimiento, quiero hacer memoria de su persona como ejemplo y referente de un cristianismo liberador, que tiene mucho que enseñarnos de cara al futuro.
Alberto Iniesta fue, sin duda, uno de los testigos y protagonistas más lúcidos y coherentes de la transición política de la dictadura a la democracia y de la transición religiosa de la Iglesia nacionalcatólica a la del Concilio Vaticano II
Alberto Iniesta fue, sin duda, uno de los testigos y protagonistas más lúcidos y coherentes de la transición política de la dictadura a la democracia y de la transición religiosa de la Iglesia nacionalcatólica a la del Concilio Vaticano II, y uno de los obispos que puso en práctica la reforma conciliar de manera más auténtica y desafió al franquismo en los momentos finales de la vida del dictador. Esto sucedió con la homilía del 4 de octubre de 1975 en la que denunció, junto con el papa Pablo VI, la ejecución de cinco condenados a muerte por el dictador, pidió la supresión de la pena de muerte de la legislación española y reprobó el uso de torturas para conseguir declaraciones de los reos, “lo cual –dijo- ha ocurrido recientemente en nuestro país”. Para protegerse de la indignación del gobierno y de las amenazas de muerte de la extrema derecha que provocó la homilía, se vio obligado a huir a Roma, donde contó con el apoyo de Pablo VI.
“Denunció, junto con el papa Pablo VI, la ejecución de cinco condenados a muerte por el dictador, pidió la supresión de la pena de muerte de la legislación española y reprobó el uso de torturas para conseguir declaraciones de los reos, ‘lo cual –dijo- ha ocurrido recientemente en nuestro país'”
Iniesta entendía la Iglesia como pueblo de de Dios, comunidad de creyentes codirigida por las personas seglares, comprometida con los sectores más vulnerables de la sociedad y conciencia crítica del poder. Con esa orientación participó activamente en la Asamblea Conjunta Obispos-Sacerdotes celebrada en Madrid del 13 al 18 de septiembre de 1971, que hizo autocrítica de la jerarquía católica por su alianza con la dictadura, denunció los enormes desequilibrios económicos y la ausencia de derechos humanos, rompió con el franquismo y defendió la democracia.
Dentro del clima de reconciliación que reinaba entonces en la Iglesia católica, Iniesta apoyó una de las conclusiones más conflictivas que contó con un amplio apoyo de los sacerdotes y obispos, pero no fue aprobada por no contar con los dos tercios requeridos por el reglamento de la Conferencia Episcopal Española (CEE): la que pedía perdón por no haber sido testigos de la reconciliación en la guerra entre hermanos en estos términos: Reconocemos humildemente y pedimos perdón, porque nosotros no supimos ser ministros de reconciliación en el seno de nuestro pueblo, dividido por una guerra entre hermanos.
A pesar de las peticiones que hicieron diferentes sectores de la sociedad española a la (CEE) para que pidiera perdón por el apoyo al golpe de Estado de Franco a través de la Carta del Episcopado del 1 de julio de 1937 y de la legitimación de la dictadura, se negó, y sigue negándose, a diferencia de numerosos episcopados de diferentes iglesias nacionales: Francia, Argentina, Alemania, etc., que han hecho declaraciones de petición de perdón por su apoyo o silencio ante situaciones similares a la española en sus propios países.
“Iniesta hizo realidad el modelo de Iglesia de los pobres en el barrio madrileño popular de Vallecas, de clase obrera, de izquierdas y con importante presencia del Partido Comunista”
Iniesta hizo realidad el modelo de Iglesia de los pobres en el barrio madrileño popular de Vallecas, de clase obrera, de izquierdas y con importante presencia del Partido Comunista. Mantuvo una estrecha relación -personal, social y eclesial- con el padre Llanos, a quien, en el prólogo a Confidencias y confesiones (Sal Terrae, Santander, 2005), del propio José María de Llanos, le califica de “colaborador cercano”, de quien se consideraba “amigo entrañable” y del que decía “admirar y querer al viejo amigo”. Recuerda la afirmación de Menéndez Pidal de que “la humildad es hermana de la sabiduría” y se la aplica al Jesuita del Pozo del Tío Raimundo.
En su actividad pastoral y sociopolítica tuvo como guía la teología de la liberación contando con las orientaciones éticos-proféticas del “jesuita sin papeles” José María Díez-Alegría, el acompañamiento testimonial y la práctica popular de Carlos Jiménez de Parga y el asesoramiento de Casiano Floristán y Julio Lois, profesores del Instituto Superior de Pastoral y cualificados representantes de dicha tendencia teológica en España, que fueron a vivir a Vallecas coincidiendo con el nombramiento de Iniesta como obispo auxiliar de ese distrito madrileño.
Otro buen amigo de Iniesta fue Alfonso Carlos Comín, en su opinión uno de los principales intelectuales en el debate sobre la posible interacción entre marxismo y cristianismo. Lo visitó unos días antes de su muerte y le recordaba “con su cara afilada, su barba puntiaguda, sus ojos profundos…, y con unas grandes almohadas a su espalda, como el clásico dibujo de don Quijote en su lecho de muerte”. Iniesta solía citarlo como ejemplo de militante comunista y de cristiano comprometido, casi con las mismas palabras del título de uno de los libros de Comín: “Cristianos en el partido, comunistas en la Iglesia” (Laia, Barcelona, 1977).
“Conformó la Vicaría de Vallecas al modo asambleario, con la celebración de la Asamblea Conjunta de la Iglesia de Vallecas, cuyo final se vio truncado por la prohibición gubernamental, y en clave comunitaria, con el reconocimiento de los numerosos movimientos cristianos de base”
Sintonizó, y mucho, con el cristianismo liberador latinoamericano. Prueba de ello fue la asistencia como único obispo español, en representación de numerosos colectivos cristianos de base del Estado Español, al funeral y entierro del arzobispo de San Salvador, monseñor Romero, asesinado mientras celebraba misa el 24 de marzo de 1980. Su actitud ético-evangélica se caracterizó, en palabras suyas, por la “opción preferencial por los pobres y por los oprimidos, a favor de la justicia, la fraternidad y la solidaridad, siendo la voz de los sin voz y el apoyo de los más débiles”.
Conformó la Vicaría de Vallecas al modo asambleario, con la celebración de la Asamblea Conjunta de la Iglesia de Vallecas, cuyo final se vio truncado por la prohibición gubernamental, y en clave comunitaria, con el reconocimiento de los numerosos movimientos cristianos de base, más cercanos a la experiencia de la Iglesia de los orígenes que a la organización jerárquico-patriarcal actual.
Iniesta fue uno de los redactores, junto con los obispos Teodoro Úbeda, Ramón Echarren y Javier Osés, del documento “Servicio pastoral a las pequeñas comunidades cristianas”, de 1982, que reconoce humildemente la posibilidad de equivocarse –“y hasta pecar”-, de los obispos, así como su ausencia habitual del vivir cotidiano de dichas comunidades cristianas, al tiempo que expresa la necesidad de abrirse a las críticas, defiende la eclesialidad de las pequeñas comunidades y propone como compromiso preferente de los obispos la promoción de nuevas comunidades.
Este documento fue uno de los pocos gestos de aproximación y de comprensión hacia las comunidades de base por parte de la jerarquía católica española, que, desde su nacimiento, las vio con recelo, cuando era una de las experiencias eclesiales más auténticas que surgieron en continuidad con el Concilio Vaticano II a partir de la definición de la Iglesia como Pueblo de Dios y comunidad de creyentes en la Constitución Luz de las gentes.
En su libro Convicciones y recuerdos (San Pablo, Madrid, 2003), prologado por Iniesta, ya como obispo auxiliar emérito, Casiano Floristán, que fue su compañero de estudios de teología en la década de los 50 del siglo pasado en la Universidad Pontificia de Salamanca y, luego, colaborador en Vallecas, recuerda que el cardenal Tarancón no estuvo presente en el momento de la prohibición gubernamental de la Asamblea Conjunta de Vallecas, lo que provocó “gran sorpresa e irritación de la feligresía vallecana”. Quizá se debiera a que, como el mismo Casiano afirma, aun reconociendo que “fue el cardenal de la transición, a Tarancón le faltó una punta de profetismo y le sobró concordismo”.
“Con Alberto Iniesta se hizo realidad la utopía de Otra Iglesia Posible en un barrio popular de Madrid con una amplia proyección y gran influencia en otros lugares de nuestro país. ¿Por qué no va a hacerse realidad hoy?”
El obispo auxiliar de Madrid Alberto Iniesta siempre fue leal al cardenal Tarancón. Sin embargo, Tarancón no siempre le correspondió, al menos en algunas páginas de su libro Confesiones, donde le caracteriza de ingenuo, le critica por dejarse influir por grupos progresistas y confiesa que “nos ponía a todos en un brete” (PPC, Madrid, 2005).
Con Alberto Iniesta se hizo realidad la utopía de Otra Iglesia Posible en un barrio popular de Madrid con una amplia proyección y gran influencia en otros lugares de nuestro país. ¿Por qué no va a hacerse realidad hoy?
Comentarios desactivados en “Nuestro peor enemigo”, por Gabriel Mª Otalora
Estamos viviendo tiempos de un laicismo furibundo que no quiere ver otra cosa que una Iglesia católica como una institución del pasado, llena de privilegios y convertida en una rémora para el progreso, la libertad y la felicidad. Por otro lado, están los católicos que se sienten víctimas de una gran injusticia en forma de un ataque sistemático a la religión católica que provoca una sociedad empobrecida espiritualmente, sin moral,y persigue arrumbar los valores más esenciales del ser humano.
Ambas posturas no tratan de escucharse ni tampoco quieren ver lo que de verdadero hay en esas críticas ni sobre lo que tienen de bueno quienes piensan y sienten en el otro extremo. Nuestra Iglesia aporta un gran bien a la sociedad y es causa de escándalo; esta es la doble verdad. La autocrítica no es nuestra especialidad ni tampoco la comunicación de todo lo bueno que hacemos a la sociedad en nombre de Cristo -ya lo expuse en otra reflexión anterior- más allá de Cáritas y algunas onl´s (organización no lucrativa) muy conocidas, que son una parte pequeña de la inmensa labor eclesial de construcción del Reino en muchísimos campos de la exclusión social con los más desfavorecidos.
La Iglesia es la comunidad de seguidores de Jesús iluminada por el Espíritu Santo. Pero cuando hacemos de la institución un poder humano, nos alejamos de la verdadera comunidad continuadora de la obra de Cristo; y escandalizamos, claro que sí. El teólogo José Antonio Pagola ha escrito recientemente que “Una de las herejías más graves es hacer de la Iglesia el ‘sustitutivo’ del reino de Dios”. Algo parecido le ocurrió a aquella Iglesia judía que no aceptó a Jesús porque suponía desmontar todo el poder acumulado en forma de una institución teocrática y ajena a la esencia de Dios Amor y de su proyecto.
Como afirma Pagola, cuando Dios reina en el mundo, la humanidad progresa en justicia, solidaridad, compasión, fraternidad y paz. A esto se dedicó Jesús con verdadera pasión. Por ello fue perseguido, torturado y ejecutado. En lugar de mirar la vida como la miraba Jesús y de sentir y actuar como Él para construir un mundo más solidario y fraterno, la Iglesia vive en una grave herejía al primar la institución eclesial como un absoluto que sustituye, en la práctica, al reino de Dios descentrando su misión y espantando a muchos buscadores de buena fe.
Las tres grandes tentaciones de poder, vanagloria y dinero han calado muy hondo en la institución confundiéndose con el Pueblo de Dios al que hemos sido llamados. Todo es Iglesia, pero no podemos defender desde el evangelio a semejante estructura, incluido el Estado Vaticano y a las jerarquías locales que asfixian la autocrítica y la acción liberadora del Espíritu. El Papa lo intenta y ¡hay que ver las resistencias!
Dicho lo anterior, son muchos los que se niegan a reconocer el bien que la Iglesia aporta a la sociedad. A veces por su mezquindad y defensa de intereses inconfesables; otras veces es por nuestro pésimo ejemplo al sustituir la autoridad del servicio y del amor por el poder y sus lamentables escándalos llenos de soberbia. Para visualizar el bien que hace la Iglesia en el mundo, hay que escuchar las voces de los obispos de Irak, de Siria, de Santiago Agrelo hasta hace poco arzobispo en Tánger, que denuncian constantemente las atrocidades que sus gentes están sufriendo a manos de los poderosos y son verdaderos pastores de amor con los que sufren. Ellos actúan como profetas que defienden la dignidad del ser humano puestos los ojos en Cristo Jesús. Pero de estos salen pocas noticias y nosotros tampoco las producimos demasiado en nuestras comunidades.
Si somos Buena Noticia para el mundo, debemos mostrar y propalar nuestras estructuras solidarias que tanto aportan al PIB estatal de manera voluntaria y solidaria. No es un ejercicio de vanagloria sino de evangelización, de mostrar lo que ofrecemos en hospitales, cárceles, comedores asistenciales, barrios maltratados, colectivos expulsados a las cunetas sociales. Muchos no nos conocen en lo bueno. Pero hoy es imposible saberlo pues no hay un lugar en el que podamos saber la organización solidaria de la Iglesia, ni siquiera a nivel diócesis, juntando lo diocesano con las onl´s de las órdenes religiosas.
Mientras tanto, solo nos publicitan lo malo y nosotros no sabemos hacer una sana autocrítica institucional, al menos en la línea de Francisco, empezando por muchos obispos y curas que parecen pagados por quienes no quieren una Iglesia basada en las actitudes de Jesús de Nazaret. Somos, en definitiva, nuestro propio enemigo.
Comentarios desactivados en Pueblo de Dios… ¿Estirpe elegida?
No parece una cosa tan evidente que los cristianos sean una «estirpe elegida». Pendencieros, vanos, egoístas, petulantes, ingratos, tenaces en el resentimiento, los miembros de esta raza elegida a duras penas se distinguen en el marco de la universal miseria humana. Nada de lo nuestro puede haber motivado, ni de lejos, la elección divina. El único valor que hay en nosotros es precisamente esta elección, que lleva a cabo y explica cuanto de santo, de puro, de generoso, de sabio, de bueno… germina en un terreno tan sórdido y duro. La existencia de una «estirpe elegida» no significa que haya «estirpes excluidas». La estirpe elegida está compuesta por todos los que no se defienden del asalto del amor que está en el origen de todas las cosas que existen. Los «predestinados» son -allí donde se encuentren los que se dejan amar. La Iglesia es la asamblea de los convocados por el amor del Padre.
Somos un pueblo, unificado por la común dignidad y por la esperanza común. Somos un pueblo con la única ley del amor. Con nuestro comportamiento podemos desmentir mil veces esta realidad nuestra, pero no por ello deja de estar arraigada y de ser urgente dentro de nosotros. Somos un pueblo y parecemos una manada de litigiosos sumarios. Ahora bien, nadie debe ironizar ni escandalizarse. Nadie que sea capaz de registrar despiadadamente sus propias derrotas se maravillará de los ideales aparentemente inertes y traicionados por todos, con tal de que cada día se renueve el compromiso. Estoy tan asombrado y soy tan feliz de que me haya alcanzado la misericordia, que no llego a descubrir justamente motivos de indignación y de denuncia.
Somos un pueblo de gente que intenta amar en un mundo donde todo nos invita a atrincherarnos en nosotros mismos; que intenta contemplar la realidad verdadera y eterna, mientras que todos nos exhortan a disiparnos; que intenta orar, esto es, abrirse al diálogo con el Padre, cuando todos están persuadidos de que el cielo es un vacío y el mundo un orfanato. Todos estos repetidos intentos, realizados juntos para que nuestro escaso ánimo se multiplique y nuestros abatimientos no se sumen, eso es el pueblo de Dios .
*
G. Biffi, Meditazioni sulla vita ecclesiale,
Milán 1972, pp. 129-132, passim
Comentarios desactivados en Castillo: “El pueblo tiene poder para elegir a sus obispos, y quitar al obispo indigno”, por José María Castillo
“¿No nos damos cuenta de que, en cosas muy importantes, la cultura y la sociedad cambian a una velocidad que la Iglesia no es capaz de seguir?”
“Necesitamos recuperar la dignidad, autoridad y grandeza de un Papa que no desea ni quiere poderes y grandeza”
José María Castillo
¿No nos damos cuenta de que, en cosas muy importantes, la cultura y la sociedad cambian a una velocidad que la Iglesia no es capaz de seguir? Es un hecho, por ejemplo, que hay curas jóvenes que miran más al pasado que les conviene a sus ideas conservadoras que al futuro que les interpela.
Hace más de cuarenta años, yo enseñaba a mis alumnos que, en el s. III (en otoño del 254), los cristianos de la España romana le presentaron al obispo Cipriano (el más importante de entonces, aunque estaba en Cartago) un problema complicado. Tal problema consistía en que los fieles de tres diócesis españolas (León, Astorga y Mérida) se enteraron de que sus obispos no habían dado el debido testimonio de su fe en una persecución del emperador Decio. Y aquellos fieles, ante el ejemplo escandaloso de sus obispos, tomaron la decisión (impensable ahora) de quitar a los obispos, echarlos a la calle y deponerlos de sus cargos. Los cristianos, en aquel tiempo, se sentían responsables de sus diócesis. Y no toleraban el escándalo de obispos que no eran capaces de confesar su fe en Jesucristo, cuando se veían amenazados. Así las cosas, los cristianos acudieron al obispo más reconocido y ejemplar de entonces, que era Cipriano de Cartago.
Pero todo se complicó cuando uno de los obispos depuestos, un tal Basílides, recurrió al papa Esteban, obispo de Roma. Pero se valió de una información manipulada y en la que el asunto era presentado como a Basílides le convenía. Con lo que el asunto de complicó. Y esto fue lo que motivó el recurso de los cristianos de la España romana al obispo Cipriano, el más reconocido y respetado de la Iglesia de entonces.
Cipriano convocó un concilio, cuyas decisiones nos han llegado en la carta 67 de Cipriano, que está firmada por 37 obispos que participaron en aquel sínodo. Esta solución, para un conflicto local, era perfectamente aceptada en el s. III.
Ahora bien, en aquel sínodo local, se tomaron tres decisiones, que constan en la carta mencionada:
1) El pueblo tiene poder para elegir a sus ministros, concretamente al obispo: “Vemos que viene de origen divino el elegir al obispo en presencia del pueblo, a la vista de todos… Dios manda que ante la asamblea se elija al obispo” (Epist. 67, IV, 1-2).
2) El pueblo tiene poder para quitar al obispo indigno: “Por lo cual el pueblo… debe apartarse del obispo pecador y no mezclarse en el sacrificio de un obispo sacrílego, cuando sobre todo, tiene poder de elegir obispos dignos o de rechazar a los indignos” (Epist. 67, III, 2).
3) Incluso el recurso a Roma no debe cambiar la situación, cuando el recurso no se ha hecho con verdad y sinceridad: “Y no puede anularse la elección verificada con todo derecho, porque Basílides… haya ido a Roma y engañado a nuestro colega Esteban que, por estar lejos, no está informado de la verdad de los hechos, y haya obtenido el ser restablecido ilegítimamente en su sede, de la que había sido depuesto con todo derecho” (Epist. 67, 5, 3).
Queda patente, por tanto, que la Iglesia del s. III tenía una mentalidad según la cual la Iglesia consistía más en la comunidad que en el clero. Lo cual no era atentar contra los derechos del clero, sino sencillamente reconocer el papel que desempeñaba y los derechos que tenía la comunidad de los fieles.
Ahora bien, si la Iglesia de los primeros siglos se comportaba y era gestionada de esta manera, ¿Por qué, con el paso de los siglos, se le ha quitado a la comunidad de los fieles un derecho que tuvo en sus orígenes más antiguos y originales?
Y quede claro que, al plantear esta pregunta, no se trata – de ninguna manera – de limitar los derechos y poderes del obispo de Roma. Se trata de todo lo contrario. Lo que más nos tiene que importar es lo que más desea el Papa actual, el Papa Francisco: recuperar la dignidad, autoridad y grandeza de un Papa que no desea ni quiere poderes y grandeza, sino una Iglesia en la que todos los fieles cristianos sientan y vivan como problema de todos lo que a todos nos va a devolver la fuerza evangélica de una Iglesia, que no quiere grandezas humanas, sino la eficacia evangélica de la comunidad de los seguidores de Jesús el Señor.
Comentarios desactivados en “Sí, la Iglesia es de derechas. De derechas-derechas”, por Antonio Aradillas
“La Iglesia, como tal, es de derechas. El evangelio, como tal es, no obstante, de izquierdas”
¿De cuántos cristianos, y de qué estamentos –movimientos- religiosos, se sabe ya que electoralmente levantarán, hasta enronquecer, su VOZ, en los aledaños de los templos católicos?
La Iglesia se “derechizó” en proporciones ciertamente impensables, tanto que al mismo Jesús le hubiera sido difícil su reconocimiento
Es sabido de todos, que “derechización” es un barbarismo, o “incorrección gramatical que consiste en pronunciar o escribir mal una palabra”, o “emplear vocablos impropios”. De todos es también sabido que, además de ”igual, recto, seguido y sin torcerse a un lado ni a otro, el término “derecha” es académica y popularmente aplicable con toda corrección al “conjunto de personas que profesan ideas conservadoras referidas especialmente a las favorables y favorecedoras de la continuidad en las vidas colectivas, y adversas a los cambios bruscos y radicales”.
Así las cosas, las personas, actitudes y actividades, por lo que respecta sobre todo a la Iglesia, la tarea de entrenzar unos cuantos comentarios, resulta fácil y asequible:
La Iglesia, como tal, es de derechas. El evangelio, como tal es, no obstante, de izquierdas. Con excepción de algunos de los tiempos eclesiales primeros, bíblicamente narrados con emoción, pundonor, veracidad, destreza y, por supuesto, comprometidos en ello sus miembros, la Iglesia se “derechizó” en proporciones ciertamente impensables, tanto que al mismo Jesús le hubiera sido difícil su reconocimiento.
La jerarquía no es el Pueblo de Dios
Pese al principio de la necesidad proclamada casi dogmáticamente de que “Eclessia Semper reformanda”, primó en la teoría y en la práctica, con mayor y ardorosa vigencia, el de “Semper idem”, fundamentado en la convicción de su “sempiternidad” en esta vida y en la otra, como signo principal de la imagen de Dios…
Resulta obvio ahorrarse comentar, que precisamente habría de ser la jerarquía, que no el pueblo de Dios, la acaparadora del singular, y para muchos, excesivo, privilegio de inamovible en esta vida y en la otra, hasta hacer depender de ello aún su propia identidad y fundación como entidad religiosa. Con el “semper idem” como lema, jaculatoria, camino de vida y de comportamientos, propios y ajenos, la Iglesia se hizo, y todavía se sigue haciendo presente…
Por lo tanto, cuantos cambios, y más los “considerados bruscos y radicales”, que pudiera registrarse en la Iglesia, habrían de cancelarse “en el nombre de Dios”, condenados a perpetuidad, sin más consideración y escrúpulos, y por mucha lógica que, “con luz y taquígrafos”, aportaran el común de los fieles en los casaos extremos, a no ser que de ellos fueran sus beneficiarios principales los miembros de la jerarquía.
Las reformas, ¿condenables?
Llegar a la inhóspita conclusión de que exactamente los responsables máximos de la institución y estructura eclesiástica, en sus diversos niveles personales e institucionales, fueron, son y prefieren seguir siendo inamovibles, -es decir,”de derechas”– es tan fácil, como triste y doloroso. La reforma –las reformas- siempre son condenables. Aquellos papas, y más quien se permitió “el lujo”, de apellidarse Francisco- sin números cardinales identificadores, no tienen futuro y el hipotético ascenso ulterior “al honor de los altares” no es- no será- tan claro, como en otros casos….
Sí, la Iglesia es de derechas. De derechas-derechas. Tal condición se percibe, experimenta y padece en la mayoría de sus –ámbitos, con admirables y raras excepciones, canonizables en determinadas personas. movimientos y estamentos mayoritarios que se dicen “religiosos”. Santos- santos siguen siendo en la actualidad declarados y reconocidos como tales, no pocos de quienes antes fueron anatematizados, ensambenitados y hasta quemados en hogueras inquisitoriales y de las otras …
La Iglesia, en campaña electoral
En vísperas electorales ya en España, el crecimiento de posiciones y actitudes derechistas en personas y grupos, se percibe con facilidad dentro de la Iglesia y sobre todo en sus líderes, con mitras o sin ellas. Son muchos más los que piensan y actúan “en y por la Iglesia”, que “en y por el evangelio”. Los programas electorales de los de derechas, son más sustantivamente canónicos y “eclesiásticos”, que “evangélicos”, tales como los referidos a la asignatura de la Religión, a diversos privilegios y a las “inmatriculaciones” de bienes, de los que por cierto hay que referir que, después del Estado, su más rica propietaria en España es precisamente la Iglesia.
¿No tendrán que ser y votar “a las derechas” quienes vivan en palacios”, por muy episcopales que sean?. ¿Dependerá la falta de claridad, de decisión, de justicia y de audacia del episcopado español en relación con abusadores y pederastas, por acción u omisión, precisamente a su “adscripción “, al menos sentimental, a ideas y movimientos inamovibles y conservadores, con el “ultra”, o sin él por delante? ¿Por qué hay tantos o más santos canonizados, de derechas, que de izquierdas?
¿De cuántos cristianos, y de qué estamentos –movimientos- religiosos, se sabe ya que electoralmente levantarán, hasta enronquecer, su VOZ, en los aledaños de los templos católicos? ¿Cuál será la opción electoral mas frecuentada, y recomendada, -con discreción o sin ella- por nuestros obispos? ¿Acaso la “somnolencia de los buenos” –fieles y obispos- caracterizará el proceso electoral actual, sin ejemplares referencias a comportamientos eclesiásticos, de por sí antidemocráticos?
Comentarios desactivados en ¿Dónde estaba la Iglesia durante la Revolución Bolchevique?
La Familia Imperial y Lenin…
El 7 de noviembre, según el calendario gregoriano, se cumplen 100 años de la Revolución Bolchevique. También es conocida como la Revolución de Octubre, debido a que, según el calendario juliano, los hechos ocurrieron el 25 de octubre de 1917.
Dicho acontecimiento marcó definitivamente la caída de la Rusia zarista. Previamente, en febrero de 1917, había sido derrocado el zar de Rusia, instalándose un gobierno provisional. Posteriormente, en octubre de ese mismo año, el gobierno provisional también fue derrocado para instalar el gobierno comunista dirigido por Vladimir Lenin. Comienza así una cruenta y larga guerra civil que culminó con la instalación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1922.
Fue un acontecimiento mundial de gran impacto, que cambió radicalmente el curso de la historia.
Alrededor de 80 años después, el gran teólogo y sacerdote belga, José Comblín, volvía a recordar la Revolución Bolchevique para despertar la conciencia de la Iglesia Pueblo de Dios, en torno a una pregunta incisiva y fundamental. Con tal cuestionamiento quería desentrañar dónde estaba el corazón de la Iglesia institucional, frente a un gran acontecimiento de la historia. En este caso, la institucionalidad eclesial quedaba remitida a la Iglesia Ortodoxa rusa, que para el discernimiento era un perfecto símil de su par católica.
Normalmente, las instituciones y las personas, en su lenguaje discursivo, buscan convencer a los demás respecto de la nobleza, bondad y rectitud de sus intenciones. Sin embargo, los hechos muchas veces contradicen tales declaraciones y se convierten en la prueba irrefutable de las motivaciones reales que se ocultan detrás de sus actos.
Jesucristo, buen conocedor del corazón humano, enseñaba -a sus seguidores- criterios de discernimiento sencillos, para ayudarlos a desentrañar estas ambigüedades que asaltan a la conciencia humana. En ese contexto les dijo aquella frase inconfundible: “donde esté tu riqueza, allí estará también tu corazón” (Mt 6, 21).
Con ese mismo prisma, José Comblín, teniendo presente los acontecimientos de la Revolución Bolchevique, ayuda a desentrañar dónde estaba el corazón de la Iglesia en tales circunstancias históricas:
Tal vez no sea mera casualidad que el ateísmo más virulento, el ateísmo que predica una verdadera mística de la negación de Dios, el ateísmo destructivo, esto es, el ateísmo del comunismo ruso, haya nacido justamente en el país en que la visión contemplativa del mundo y el cristianismo oriental de la transfiguración estaban más desarrollados. Tal contemplación de la transfiguración aparece finalmente como un inmenso escándalo: ¿cómo pueden dejar de ver lo que acontece en la realidad? A la negación del mal del mundo, el ateísmo responde por una negación de su transfiguración.
Hay episodios cargados de significado. El día en que en San Petersburgo, Lenin invadía el Palacio Imperial y destruía el Imperio ruso, los obispos estaban reunidos a poca distancia para discutir algunas reglas litúrgicas. Es todo un símbolo. (“O Espiritu Santo no mundo“, Páginas 100-101, Paulus 2009. Traducido por Juan Subercaseaux).
O sea, que mientras el mundo parecía caerse a pedazos, los obispos estaban mirándose el ombligo, preocupados de la “rúbrica”, o sea de las reglas de la liturgia.
Los hechos descritos por Comblín tienen una sorprendente actualidad. Hoy, 100 años después de la Revolución Bolchevique, entre muchos signos de esperanza y fuertes signos de muerte, a ratos, el mundo también parece caerse a pedazos.
La realidad global muestra el registro de guerras cruentas en distintas partes del mundo; la amenaza de nuevos mega conflictos que involucran a grandes potencias; gigantescos desplazamientos humanos que escapan del hambre, de la sequía y de la muerte; la mantención de graves conflictos tribales en amplios sectores de Africa; el resurgimiento de movimientos fascistas en diferentes latitudes; la expoliación económica y cultural que sufren numerosos pueblos originarios; el terrorismo y la violencia de Estado; la preocupante densidad de catástrofes naturales; el descontrolado avance del cambio climático; la multiplicación de la pobreza; el desbordamiento del narcotráfico; la corrupción y una larga lista de lacras sociales describen parte del panorama mundial actual.
Siendo ésta una realidad global objetiva, resulta desconcertante una Iglesia que, mirándose el ombligo, se divida entre si dar o no la comunión a separados y divorciados vueltos a casar; que se empecine en marginar de la mesa eucarística a los más hambreados y sedientos de Dios; que consuma su energía eclesial en reorganizar sus estructurales curiales y feudales; que se atrinchere en moralismos añejos para hostigar precisamente a quien, como Papa, busca precisamente reconectar a la Iglesia con los verdaderos problemas del mundo.
Resulta vergonzoso que habiendo tanto por hacer, aparezca ante los ojos del mundo, esa Iglesia enajenada de una realidad que la interpela a desplegar toda su capacidad de servicio, para multiplicar esperanza y testimoniar que el verdadero tesoro de la Iglesia no es el poder, sino su capacidad de servir a los más pobres de un mundo que los abandonó, porque en medio de los pobres y sufrientes es donde debe estar el corazón de la Iglesia.
Comentarios desactivados en Vigilia de oración por un mundo sin Homofobia 2017
Nos envían esta información que gustosamente publicamos.
Saludos en Cristo Resucitado,
De nuevo este año, cristianos y cristianas de diferentes comunidades creyentes de todo el mundo nos reuniremos en oración durante el mes de mayo, en el que se celebra el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia, para recordar a todas las víctimas de esta violencia.
Las Vigilias de oración serán un momento de rezo y testimonio cristiano, porque como personas creyentes no podemos quedar calladas cuando millones sufren exclusión, viven amenazadas, torturadas e incluso a veces condenadas a muerte en varios países del mundo solo porque existen, o porque quieren vivir la afectividad que Dios les ha dado.
El lema que unirá las Vigilias en todo el mundo este año será: «Bendecid a los que os persiguen; bendecid y no maldigáis»(Romanos 12, 14).
En Sevilla la Vigilia será el día 12, organizada por Ichthys junto a la CVX de Sevilla y animada por Pueblo de Dios.
Os queremos invitar a compartir con nosotras y nosotros este momento de encuentro y oración, sintiéndonos unidos en la fe que compartimos.
Vigilia de Oración por un Mundo Sin Homofobia
Viernes 12 de mayo, a las 21:00 h.
Iglesia de San Pedro de Alcántara, C/ Cervantes 7, Sevilla (entre San Andrés y San Martín).
Adjuntamos el cartel esperando que le deis la máxima difusión posible.
Además de la Vigilia, celebraremos otras actividades encuadradas en las 3as. Jornadas de Sensibilización y Concienciación sobre la Homofobia en Clave Creyente, sobre las que podéis recabar mayor información a través de las Redes Sociales.
Muchas gracias por el interés prestado. Recibid un cordial saludo.
Afectuosamente
Ichthys, Cristian@s LGBTH de Sevilla / CVX Sevilla / Pueblo de Dios
Comentarios desactivados en La liturgia es del pueblo
Esta reflexión trata sobre liturgia, y es posible que ya algunos de los que leen esto dejen de leerlo. El tema en ocasiones aburre, más por desconocimiento que por carencia de interés.
La palabra liturgia significa “obra, acción del pueblo“, lo cual nos permite a quienes vivimos el estado laical, es decir, a quienes no formamos parte de la jeraquía, respirar con desahogo.
Respiar con desahogo porque tenemos el regalo de la liturgia, porque es “nuestra”, del pueblo de Dios, porque su terminación “-urgia” nos recuerda que es acción, movimiento, vida, en definitiva.
La liturgia es el espacio y el tiempo en el que, sintiéndonos y sabiéndonos PUEBLO DE DIOS, celebramos nuestra fe, la expresamos, la compartimos y traemos a ese encuentro comunitario a tantas mujeres y hombres que están ocupados de “pensamiento, obra y omisión” en otros múltiples quehaceres.
La verdad es que no hay nada dentro de la liturgia que no esté pensado, varonilmente pensado, eso sí. Lo que expresamos con nuestras palabras, gestos, tiempos, silencios, cantos, movimientos, símbolos,… es profundo y riquísimo. Sucede muchas veces que quienes participamos en las celebraciones somos “analfabetos litúrgicos”, desconocemos este idioma y, lamentablemente, no entendemos lo que percibimos con los cinco sentidos, nuestras cinco puertas de acceso a la interioridad.
Por un lado desconocemos el lenguaje litúrgico, y pasa como cuando viajas a un país del que ignoras su idioma, costumbres y expresiones. Te gustará o no, te parecerá más o menos exótico, interesante, emocionante incluso, pero… indudablemente, no llegarás a captar plenamente lo que ves, ni podrás ser profundamente consciente de lo que vives mientras desconozcas los códigos.
Por otro lado nos encontramos con un lenguaje litúrgico (y con esto no nos referimos solo al lenguaje hablado o escrito, sino a sus múltiples expresiones) que está algo obsoleto en determinados aspectos. Y tan atemporal y estrambótico sería que fuéramos por la vida hablando cual Quijotes y Sanchos como querer celebrar una fe hoy con expresiones y símblos de ayer. Y eso que están muy de moda las fiestas medievales, pero…
Hermanas y hermanos laicos, la liturgia también es cosa vuestra, casi es, sobre todo, cosa vuestra. Impliquémonos, estudiemos, entendamos su contenido, solo así podermos cambiarla, actualizarla y renovarla, reconociendo su hondura y sacralidad, su ser camino hacia el Misterio.
Comentarios desactivados en Francisco denuncia a las “castas” eclesiásticas que “ están continuamente reprendiendo al pueblo de Dios”
Pues nos parece muy bien, pero que le aplique estas palabras a obispos omo Munilla o Réig Plá…
“Hay un profundo desprecio al pueblo santo de Dios. Ya no son pastores, sino capataces”
El Papa advierte a los religiosos contra la “espiritualidad del zapping” que no se pone al lado del prójimo
(Jesús Bastante).- “Te queremos, te queremos. Esta es la juventud del Papa”. Miles de gargantas, de jóvenes, seminaristas, religiosos, religiosas y sacerdotes se dieron cita esta tarde (noche española) en la escuela Don Bosco de Santa Cruz. Y que hicieron gala de una efusividad y un amor a su pastor, quien en contrapartida les ofreció una profunda e intensa catequesis sobre su misión en el mundo, arremetiendo contra los religiosos que “nos hacemos casta”, con “el corazón blindado” y que “frente al pueblo de Dios, están continuamente reprendiendo, rezongando, mandándoles callar“.
Francisco les puso el ejemplo del ciego Bartimeo, un ciego, excluido, que “cuando vio al Señor se hizo sentir”. ¿Cuál fue la reacción de los discípulos, de los que acompañaban a Jesús? “Si traducimos esto forzando el lenguaje, en torno a Jesús iban los obispos, las monjas, los curas, los seminaristas, loa laicos comprometidos y el pueblo fiel de Dios”
“¿Cómo reaccionamos frente al dolor de aquel que está al borde del camino, al que nadie hace caso, aquel que está sentado sobre su dolor, que no entra en ese círculo de los que siguen al Señor?” Son tres respuestas ante los gritos del ciego, “que hoy también tienen actualidad: Pasar, “cállate” y “ánimo, levántate””.
En prime lugar. “Pasar de largo, porque ya no escuchan. Estaban con Jesús, miraban a Jesús, querían oír a Jesús, no escuchaban. Pasar es el eco de la indiferencia, que los problemas no nos toquen”, denunció el Papa. Son los obispos, los religiosos, los sacerdotes que piensan que “es natural que haya pobres y gente que sufre. Tan natural que no me llama la atención un pedido de auxilio. El peligro de acostumbrarse, decimos que es normal, siempre fue así“.
Es “el eco que nace en un corazón blindado, cerrado, que ha perdido la capacidad de asombro, y por lo tanto la posibilidad de cambio”, señaló el Papa, incidiendo en “cuánto seguidores de Jesús corremos el peligro de perder esa capacidad de asombro, ese estupor del primer encuentro que se va degradando. Eso le puede pasar a cualquiera, le pasó al primer Papa”.
Son los que tienen “el corazón blindado”, un corazón “que se ha acostumbrado a pasar sin dejarse tocar. Una existencia que pasando de aquí para allá no logra enraizarse en la vida de su pueblo, simplemente porque está en esa elite que sigue al Señor”.
“Podríamos llamarlo la espiritualidad del ‘zapping’, pasa y pasa, pero nada queda. Son quienes van tras la última novedad, el último best seller, pero no logran tener contacto y relacionarse, involucrarse, incluso con el Señor al que está siguiendo” subrayó Bergoglio, quien alertó de la tentación de “dividir esta unidad entre escuchar a Dios y escuchar al hermano”, y “tenemos que ser conscientes de ello. De la misma forma que escuchamos a nuestro padre, es como escuchamos al pueblo fiel de Dios. Si no lo hacemos con los mismos oídos, con al misma capacidad de escuchar, con el mismo corazón, algo se quebró”.
“Pasar sin escuchar el dolor de nuestra gente, sin enraizarnos en su vida, es como escuchar la palabra de Dios sin dejar que eche raíces. Una historia sin raíces es una vida seca“, concluyó.
La segunda actitud, la de “no molesten, no escuchen”. La de aquellos que “toman contacto con la realidad, pero reaccionan reprendiendo. Son los obispos, los curas, los papas… del “dedo así“ (dijo, agitándolo con fuerza)”. Es la actitud de quienes,“frente al pueblo de Dios, están continuamente reprendiendo, rezongando, mandándoles callar”. “Dale una caricia, por favor, escúchalo, dile que Jesús lo quiere” señaló el Papa, denunciando a los que sacan a los niños de la iglesia porque lloran, “como si el llanto de un chico no fuera una sublime predicación“.
“Es el drama de la conciencia aislada, los que piensan que sólo ellos son aptos. Hay un profundo desprecio al pueblo santo de Dios. Han hecho de la identidad, superioridad. Ya no son pastores, sino capataces”, dijo, con dureza, Francisco. “Escuchan, pero no oyen. Ven, pero no miran. La necesidad de diferenciarse les ha bloqueado el corazón, la necesidad de decir que no es como ellos, les ha apartado del grito de su gente, sino de los motivos de la alegría”. Y es que, entre los religiosos, “a veces hay castas, que con nuestra actitud vamos haciendo. Nos separamos”.
“Te sacaron de detrás del rebaño, no te olvides nunca, no te la creas. No niegues tus raíces“, reclamó el Papa.
La tercera palabra, la de quien se detiene y da ánimos. “Un eco que no nace directamente del grito de Bartimeo, sino de la reacción de la gente que mira cómo Jesús actuó ante el clamor del mendicante. Aquellos que no le daban paso o le hacían callar, al ver a Jesús cambian. Es un grito que se transforma en palabra, en invitación, en cambio, en propuestas de novedad frente a nuestras formas de reaccionar”.
“A diferencia de los que pasaban”, señaló el Papa, “Jesús se detuvo y preguntó qué pasa. Se detiene frente al clamor de una persona. Sale del anonimato de una muchedumbre para identificarlo y de esa forma se compromete con él. Y lejos de mandarle callar, le pregunta qué puede hacer por él. No necesita diferenciarse, no le echa un sermón, no le clasifica ni le pregunta si está autorizado para hablar. Sólo le pregunta y quiere ser parte de la vida de ese hombre, queriendo asumir su misma suerte. Así le restituye paulatinamente de la dignidad que tenía perdida, al borde del camino y ciego. Lo incluye. Y lejos de verlo desde fuera, se identifica con los problemas”.
Porque, “no existe una compasión que no se detenga, no existe una compasión que no escuche, que no se solidarice con el otro. La compasión no es “zapping”, no es silenciar el dolor. Es la lógica propia del amor, el padecer-con. No se centra en el miedo, sino en la libertad que nace de amar y pone el bien del otro sobre todas las cosas. Es la lógica que nace de no tener miedo de acercarse al dolor de nuestra gente. Aunque muchas veces no sea más que estar al lado y hacer de ese momento una oportunidad de oración“
“No somos testigos de una ideología, de una receta o de una manera de hacer teología“, concluyó Bergoglio. “Somos testigos del amor sanador y misericordioso de Jesús. Somos testigos de su actuar en la vida de nuestras comunidades. Y esta es la pedagogía del maestro, de Dios con su pueblo:pasar de la indiferencia del zapping, al ánimo, levanta. No porque seamos los mejores o funcionarios de Dios, sino porque somos testigos agradecidos de la misericordia que nos transforma”. Leer más…
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