Para erradicar la homofobia y seguir luchando por nuestra libertad
La respuesta de Gonzalo Valverde, un militante del PTS que fue atacado por su orientación sexual en la provincia de Cordoba.
Por Gonzalo Valverde (La Izquierda Diario)
Era sábado por la madrugada y camino a mi casa sufrí un abuso y ataque homofóbico. Llegué a mi casa y mi compañero me acompañó al hospital. Allí el médico dijo una frase similar a “los mimos déjenlos para su casa”, la homofobia siguió incluso en la Institución que debía brindarme el cuidado a la salud.
Digo y sostengo que fue un acto homofóbico porque al dar a conocer mi deseo, su respuesta fue el golpe y la agresión. No quiero tampoco ahondar en detalles sino esbozar algunas reflexiones sobre lo que me pasó. Tranquilamente le podría pasar a otro joven gay o de hecho lo viven la mayoría de las compañeras trans que encuentran en la prostitución la única forma de subsistir.
A pesar de que existe la Ley de Identidad de Género, que se conquistó la Ley de Matrimonio Igualitario, hoy podemos decir que la igualdad ante la ley no es igualdad ante la vida. Si no fuese así no podría contar que estos golpes que hoy fueron a mi rostro, hace un año terminaron con el asesinato de Laura Moyano y en el año 2010 con la vida de Pepa Gaitán, ambos con carácter de asesinatos lesbotrasfóbicos y acompañan en Córdoba a una dolorosa y larga lista de nombres de quienes fueron víctimas de femicidios.
En Córdoba además de los derechos conquistados están las leyes de la calle, las que marca la policía en la cara de las compañeras trans, que cotidianamente denuncian estigmatización y persecución por parte de esta institución amparada por el código de faltas de la provincia. Y a nivel nacional los nombres resuenan entre numerosos ataques de neonazis en Mar del Plata, ataque a compañeras trans y hasta el asesinato de la activista Diana Sacayán. Violencia machista que, incluso, vivió una estudiante hace menos de una semana en el comedor universitario de la Universidad Nacional de Córdoba.
Ahora es necesario pensar que esta violencia que se expresa en golpes o asesinatos es el último eslabón de esa cadena de violencia que se ejerce a diario contra mujeres y disidentes sexuales.
También que nos pueden echar de un bar como le pasó recientemente a una pareja lesbiana en Buenos Aires. Ni hablar del acoso constante que viven los y las trans con un promedio de vida de 35 años y no pueden siquiera acceder a un trabajo digno.
Por esto, esto no tiene como responsable a una persona en particular, a un agresor en concreto. En este sentido, quienes sólo buscan el responsable pidiendo penas o hasta la cárcel no resulta una alternativa viable, que solucione el problema de fondo. Lo que golpea fuerte es la homofobia y la heteronorma, un problema que es social y parte de este sistema de opresión.
Hoy en día, existe una heteronorma que rige sobre los cuerpos que nos imprimen desde chicos cuando nos dicen “los hombres no lloran” o cuestionan si alguien es “demasiado femenino”. Un estereotipo del ser hombre que nos imponen, cuyas bases están profundamente ligadas a la ideología oscurantista que pregona la iglesia católica y tiene sus militantes como el Monseñor Aguer que en sus últimas declaraciones demostró cómo su energía se concentra en atacar los derechos de las mujeres y LGTBI.
Así, la batalla exigiendo justicia ante un caso particular, ante un ataque concreto, se vuelve una exigencia de justicia contra la discriminación al conjunto de las y los disidentes sexuales. Es contra esta discriminación en todos los terrenos que seguimos peleando.
Es con esta perspectiva que milito en el PTS y Pan y Rosas, impulsando grandes debates, organizándonos y siendo parte de las inmensas movilizaciones que se hicieron en el país para gritar Ni Una Menos, y de liberación a Belén. Presentando proyectos de emergencia contra la violencia hacia las mujeres por nuestras legisladoras Laura Vilches y Myriam Bregman. Por esto estamos organizándonos junto a nuestras compañeras de cara al XXXI Encuentro Nacional de Mujeres de Rosario, donde ellas llevarán la lucha contra la violencia homolesbotransfóbica a ese espacio.
Luchamos y exigimos todos nuestros derechos, como lo venimos haciendo en la Universidad Nacional de Córdoba reclamando por un cupo laboral para personas trans o en todo el país por trabajo, salud y educación para este colectivo. Pero también viendo la necesidad de transformar este sistema de raíz, terminando con todo tipo de opresión de forma independiente a los partidos patronales oficiales y de la oposiciòn asì como de la Iglesia.
Vía SentidoG
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