La comunidad LGBT de Filipinas: aceptada por la sociedad, rechazada por la ley.
La aceptación de la sociedad filipina no se ha traducido en cambios sustanciales en la situación de los LGBT ni en reformas de las políticas ni en el establecimiento de programas para asegurar su inclusión en la vida política, social y económica del país.
El filipino es uno de los pueblos más acogedores del mundo para homosexuales y transexuales, según varios estudios, pero los legisladores del país, influenciados fuertemente por la iglesia católica, se niegan a aprobar medidas que les protejan contra la discriminación. “Para un país que es supuestamente respetuoso con las lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT), somos el único que no tiene una ley nacional para protegerles contra la discriminación“, explica a Efe el secretario general de la organización de defensa de homosexuales y transexuales Lagablab, Jonas Bagas.
En un estudio llevado a cabo por el Centro de Investigaciones Pew, el archipiélago quedó entre los 10 primeros de las 39 naciones en las que se analizó el nivel de aceptación social del colectivo LGBT y resultó ser el más tolerante de Asia.
Pero para el activista, la aceptación de la sociedad filipina “no se ha traducido en cambios sustanciales en la situación de los LGBT, y tampoco ha desembocado en reformas de las políticas ni en el establecimiento de programas para asegurar su inclusión en la vida política, social y económica del país”. La principal causa de ello, según Bagas, es el carácter profundamente religioso del país, lo que lleva a la falta de una legislación que defienda los derechos de este colectivo. “Las instituciones políticas ceden fácilmente a las influencias de la iglesia católica a la hora de limitar los derechos de los LGBT“, afirma Bagas.
Aunque la homosexualidad no está penada en Filipinas, dos personas del mismo sexo no pueden contraer matrimonio, definido en el Código Familiar del país como un “contrato especial de unión permanente entre un hombre y una mujer”. Tampoco están legalmente reconocidas las parejas del mismo sexo, ni se les permite llevar a cabo una adopción conjunta, ni tienen el derecho de que su cambio de sexo se vea reflejado en el Registro Civil. Además, no existe una legislación a nivel nacional que defienda a los LGBT de la discriminación laboral, ni de la discriminación en la prestación de bienes y servicios. “Hemos estado presionando para que se apruebe la Ley Contra la Discriminación, que ha estado pudriéndose más de una década en el Congreso”, dice a Efe por su parte Mai Lagman, del Proyecto de Derechos Arcoiris.
La Iglesia Católica, que cuenta con fieles seguidores en la esfera política filipina, ha bloqueado todo proyecto de ley que trate de prohibir la discriminación por orientación o identidad sexual. Para la iglesia, aprobar cualquier legislación que defienda los derechos de los LGBT, “abriría la puerta a los matrimonios del mismo sexo”, ha afirmado Ronald Reyes, abogado de la Conferencia de Obispos Católicos de Filipinas (CBCP, sus siglas en inglés).
Reyes ha admitido que los homosexuales y transexuales de Filipinas tienen desventajas, aunque apunta que es por elección propia. “¿Cómo se le puede dar protección a una persona que elige ser gay?”, apostilló el letrado.
Pero las asociaciones que luchan por los derechos de los homosexuales y transexuales en Filipinas siguen teniendo esperanzas de que algún día, la iglesia católica del archipiélago cambie de opinión y que los políticos voten su igualdad. “Creemos que al final el amor y la compasión para todos -incluidos los LGBT- debe prevalecer y prevalecerá”, dice la representante del Proyecto de Derechos Arcoiris. “Si la iglesia empieza a ver a los LGBT como lo que somos, seres humanos con derechos, entonces no habrá ningún desacuerdo”, sentencia.
Fuente EFE
General, Historia LGTBI, Homofobia/ Transfobia., Iglesia Católica
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