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¡Ay Jesús, Jesús!

Domingo, 8 de julio de 2018
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14_to_bDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01 JESÚS VUELVE A SU PUEBLO.

Jesús vuelve a Nazaret, donde había vivido treinta años y era muy conocido.

Jesús tenía ya una fama importante en su pueblo y entre las gentes de Galilea, incluso en el sur, en Judea se miraba ya a Jesús con recelo y odio:

o Bien por las expectativas políticas (zelotismo) que había despertado en algunos sectores del pueblo y a las que Jesús no dio pábulo.

o Y sobre todo por su distancia de los poderosos del Templo, de la sinagoga, de la política, así como por su cercanía a los pobres y enfermos, porque hablaba de la misericordia de Dios.

02. JESÚS “NO ES UN BUEN HIJO” DE JOSÉ, DE MARÍA.

Los paisanos de Jesús veían en Jesús a un nazareno, a un paisano, al hijo de María, hermano de sus hermanos, etc. Pero ni tan siquiera Jesús respondía a las expectativas de ser hijo de José, nazareno, galileo.

Jesús, hijo de José, debía ser expresión de sus parientes, del movimiento socio-cultural-político de aquella Galilea anti-romana, zelota. Pero Jesús no siguió ese camino.
Pero Jesús va a resultar despreciado y no bien acogido porque no fue fiel a lo que se esperaba en Nazaret – Galilea en esos momentos.

Jesús curaba enfermos, hacía milagros, acogía a mujeres, trataba con publicanos y pecadores, perdonaba, levantaba de la muerte.

Jesús estaba del lado del ser humano, no de la Ley, ni de los esquemas religiosos del Templo, de la sinagoga.

“Los lugares sagrados” fueron los más peligrosos para Jesús. Tres veces intentó Jesús enseñar en las Sinagogas. En la primera le interrumpieron de mala manera (Mc 1,21), en la segunda y tercera vez decidieron e intentaron asesinarle además de decir de él que “estaba loco” (Mc 3,1; Lc 4,16-30).

La “zona roja” de máximo peligro para Jesús fue el Templo. La “casa de Dios” fue el sitio más peligroso para Jesús. De las doce veces que aparece en el evangelio de Juan la expresión “asesinar” a Jesús, seis veces se encuentran en el Templo, (Jn 7, 19.20.25; 8,22.37.40). Igualmente S Juan emplea ocho veces el término “arrestar” a Jesús, cuatro son en el Templo: (Jn 7,30.32.33; 8,20).

(J. MATEO – J, BARRETO, El Evangelio de Juan. Análisis lingüístico y comentario exegético, Madrid, Ed Cristiandad, 1979, 399-400).

03. JESÚS SIENDO PROFUNDAMENTE HUMANO, FUE HIJO DE DIOS.

catedral-de-leon-vidrierasNosotros, como los paisanos de Jesús, como los judíos creemos en el Dios de la Ley, de la prepotencia, de los ritos. Pero Jesús fue hijo de Dios en la humanidad, en la debilidad.

Siempre la cuestión es ver en la materialidad de las personas y de la vida “algo más.

En el hijo del carpintero podemos ver a Cristo y lo que él significa.

Y a Jesús, a Dios, le vemos en el pobre, en el marginado, en los más débiles y sencillos de la vida.

04. SE EXTRAÑÓ DE SU FALTA DE FE.

Para sus convecinos, Jesús era un humano y nada más que un humano: el hijo de María.

Sin terreno preparado no hay cosecha. “No pudo hacer allí ningún milagro, salvo curar a unos pocos enfermos”. La palabra de vida de Jesús es viable únicamente en un ámbito de fe, de apertura a Dios.

Lo que les pasó a los convecinos de Jesús puede pasarnos también a nosotros: encerrarnos en valoraciones puramente humanas de Jesús (maestro de sabiduría y de ética) y no descubrir el verdadero “ser” de Jesús (transparencia de Dios). Jesús es bastante más que un gran o un pobre hombre. El “ser” de Jesús no se agota en su “ser” de hombre.
Sin ninguna pretensión por nuestra parte, Dios hace milagros cuando nosotros creemos y tenemos fe en Él.

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Jesús, profeta laico

Jueves, 26 de octubre de 2017
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jesus-de-nazaretTomás Maza Ruiz
Madrid.

ECLESALIA, 16/10/17.- Jesús fue un laico, no dependió de la jerarquía religiosa de su pueblo, sino que tuvo serias discrepancias con ella. Era, como nosotros, una persona sin ningún tipo de poder religioso dentro de las instituciones religiosas judías.

Pero Jesús era creyente, era un ferviente creyente, que vivía intensamente la unión con su Padre Dios. Y que también vivía intensamente el amor hacia sus hermanos los hombres.

Jesús debió meditar profundamente sobre estos dos grandes amores: Dios y los hombres. Desde su infancia su espíritu fue creciendo en amor, sabiduría y gracia delante de Dios y de los hombres. Fue educado en la fe religiosa judía y en las tradiciones del pueblo de Israel, pero se dio cuenta de que esa fe y esas tradiciones no eran suficientes para luchar contra el sufrimiento humano, y que incluso la religión ritualizada y jerarquizada era una de las cargas más pesadas que tenía que soportar el pueblo.

Cuando Jesús alcanzó su madurez humana y espiritual se dio cuenta de que la religión, tal como estaba estructurada, no era un camino para la “salvación“, es decir para la realización plena del ser humano, para su felicidad, y soñó con un mundo nuevo, con el Reinado de Dios. En este mundo ya no tendría la religión ritualizada la exclusiva para llegar a Dios, sino que, al contrario, era un obstáculo para cumplir su voluntad, porque la voluntad de Dios es que el hombre viva y sea feliz. Jesús descubrió que el camino para llegar a Dios consistía en el amor a los hermanos, especialmente los más pobres y los excluidos por los poderes de este mundo, sean políticos, económicos o religiosos.

Jesús no fundó una nueva religión. Su mensaje no es un mensaje religioso, sino ético, de amor. Jesús no instituyó una nueva jerarquía eclesial: sacerdotes, obispos, sumos sacerdotes. Todo ello fue una construcción humana copiada de la religión judía y de las religiones paganas del mundo antiguo. Si Jesús hubiera nacido en otra religión su mensaje habría sido esencialmente el mismo, puesto que no afectaba a creencias, ritos o dogmas sino al comportamiento de justicia y amor hacia los más pobres y marginados, que es común a cualquier ser humano sensible y de buena voluntad.

El ejemplo máximo de comportamiento “cristiano” en el Evangelio es atribuido por Jesús a un ”hereje”, un samaritano, que es el único que auxilia al herido tendido a la orilla del camino. Esto nos puede enseñar que lo que nos convierte en seguidores de Jesús no son los ritos, ni los dogmas, ni la obediencia a la “jerarquía”, sino el amor y la justicia hacia los pobres, marginados y víctimas de las injusticias de los poderosos. Y que son seguidores de Jesús los que obran así aunque sea de otra religión o incluso cuando no profesan ninguna.

Tres textos de los evangelios que resaltan la laicidad: Mateo 25, El Juicio de las Naciones, Mateo 5, Las Bienaventuranzas y Mateo 19, El joven rico.

La Iglesia oficial no se puede identificar con el Reino de Dios. Tampoco podría identificarse con este reino una Iglesia que siguiera las enseñanzas y el ejemplo de Jesús. Esta sería sacramento del Reino, parábola del Reino, porque el Reino está siempre en construcción, es un camino, no una llegada. El Reino de Dios es justicia, paz y amor y conseguirlo es un camino sin fin

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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“Jonás, un profeta contracultural”, por Gonzalo Haya

Sábado, 27 de mayo de 2017
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CU081219_002HR2 Hoy me dedico especialmente este texto acerca del libro de Jonás

Invito a leer un simpático cuentecito del Antiguo Testamento que, con  una fina ironía teológica, nos da una imagen de Dios que muchos cristianos actuales todavía no han descubierto.

Es un cuentecito, dos páginas, que desarrolla la historieta de un profeta al que Dios envía a Nínive con tremendas amenazas si no se arrepienten de su inmoralidad. El profeta huye hacia el otro extremo del mundo para evitar esta ingrata tarea. En su travesía surge una tormenta, castigo de Dios por su desobediencia, y es arrojado al mar; se lo engulle un enorme pez, reza a Dios, y el pez lo devuelve a la playa. Ahora sí; va a Nínive (capital del Imperio asirio, enemigo tradicional de Israel y símbolo de crueldad y opresión), predica su amenaza, y Nínive se convierte desde el rey hasta el último habitante. Dios los perdona, el profeta se siente estafado, y Dios baja para apaciguarlo. Un cuentecito, conscientemente increíble como historia, pero literariamente excelente como apólogo.

Es contracultural. Parece que se escribió hacia el siglo V ó IV antes de Cristo, después de la vuelta de los cautivos de Babilonia, cuando Esdras y Nehemías habían impuesto una campaña para cimentar el nacionalismo judío entorno al Dios de Israel. Con este fin reescribieron la Torá y, para apartar a los judíos de los gentiles, exigieron el cumplimiento del descanso sabático y de los alimentos impuros,  y expulsaronn a las mujeres cananeas que se habían casado con los judíos. Contra este nacionalismo religioso, el profeta presenta a un Dios que ama también a los gentiles.

Es irónico. El profeta huye de Dios, se embarca hacia Tartesos (España) en dirección contraria a Nínive (Irak actual). Teme que va a arriesgarse en un país enemigo, para que luego Dios perdone a los malos, y su profecía no se cumpla. ¿Orgullo profesional herido? En aquellos tiempos existía la profesión de profetas, a los que se pagaba como a los videntes actuales, y ni el pueblo ni los reyes sabían distinguir entre los profesionales y los enviados por Dios. Nuestro profeta se enfada, Dios (al que ni siquiera los profetas podían mirar directamente) conversa aquí amigablemente con él tratando, con poco éxito, de calmarlo; pero Jonás le replica justificando su enfado: ¡Claro que me enfado! Y mortalmente.

Es profundamente teológico. No porque los evangelistas relacionaran la resurrección de Jesús con el episodio de la ballena, sino porque sabe que el Dios de Israel no es un Dios nacionalista, es el Dios de todos los pueblos, y no sólo para castigarles sino para amarlos, para compadecerse de sus sufrimientos. No es un Dios que premia a los buenos y castiga a los malos, sino que ama a los buenos y a los malos.

Yo sabía que eres un Dios compasivo y clemente, lento para enojarte y de gran misericordia; yo sabía que te arrepientes de las amenazas.

El enfado del profeta no es sólo por su desprestigio; deja ver un cierto resentimiento por ese amor que Dios muestra por unos gentiles, que además están ignorando los mandamientos que el pueblo de Dios trata de observar a regañadientes. También los cristianos sabemos de estos resentimientos al condenar tajantemente a los malos que no cumplen los mandamientos. ¿Creemos que Dios ama y perdona a Boko Haram?

La teología de este profeta anticipa lo que más tarde mostrará Jesús en la parábola de la oveja perdida, la del jornalero de la última hora que cobra igual que los que echaron la jornada completa, y la del hermano mayor enfadado por el recibimiento del padre al hijo pródigo. Es irónico hasta el final:

Entonces le dijo el Señor. Tú te apiadas de un arbolito que no has plantado…

¿No voy yo a compadecerme de Nínive, esa gran ciudad en la que viven más de ciento vente mil ignorantes y en la que hay mucho ganado?

Gonzalo Haya

Fuente Atrio

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“Una voz grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.”

Domingo, 4 de diciembre de 2016
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12

Juan Bautista

 Cual greñudo y piloso nazareno,
amigo de alimañas y de fieras,
piel de camello sobre cuerpo enjuto,
como hijo del ayuno y de la estepa,
Juan Bautista predica en el desierto,
-inhóspito desierto de Judea-
y anuncia la llegada del Mesías,
de quien es precursor y fiel profeta.
Y dice que se siente indigno siervo
de soltar sus sandalias y correas.

¡Allanad y hacer rectos los senderos;
preparad los caminos del señor,
porque a punto de llegar está el Mesías
y exige “metanoia”, conversión.
Los que esperáis ansiosos su llegada
del Mesías -Ungido del Señor-
purificad los cuerpos y las almas
en las aguas del Jordán y del perdón!

Y cuando aquel cobarde rey Herodes
mande un día te corten la cabeza,
y Salomé, danzante, se la sirva
en preciosa plateada bandeja,
todos verán, beodos y asombrados,
que tú aún sigues con la boca abierta
gritando la Verdad que nunca muere,
gritando la Verdad a boca llena.

¡Qué bien supiste, Juan, ser de Jesús
su precursor, testigo y fiel profeta!

*

José Luis Martínez

***

Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando:

“Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.”

Éste es el que anunció el profeta Isaías diciendo: “Una voz grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.” Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.

Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo:

“¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: “Abrahán es nuestro padre”, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga.”

*

Mateo 3,1-12

***

***

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Hoy se cumple esta Escritura

Domingo, 31 de enero de 2016
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Claridad

Decir el pan, la lucha, el gozo, el llanto,
el monótono sol, la noche ciega.
Verter la vida en libación de canto,
vino en la paz y sangre en la refriega.

Desnuda al viento mi palabra os llega.
Sobre la plaza de la fiesta canto.
Pido que todos entren en la siega.
Vengo a espantar las fieras del espanto.

Mediterráneamente luminosa
escancio en mi palabra cada cosa,
vaso de luz y agua de verdad.

Si el Verbo se hace carne verdadera,
no creo en la palabra que adultera.
Yo hago profesión de claridad.

*

Pedro Casaldáliga
El Tiempo y la Espera, Sal Terrae, 1986

***

En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga:

– “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.

Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.

Y decían:

– “¿No es éste el hijo de José?”

Y Jesús les dijo:

“Sin duda me recitaréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”; haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.” Y añadió: “Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, mas que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, mas que Naamán, el sirio.”

Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo.

Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

*

Lucas 4, 21-30

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Los sabores de María

Viernes, 1 de enero de 2016
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1163590193_0Juan Yzuel
Zaragoza.

ECLESALIA, 23/12/15.- Vivimos un renacimiento de la gastronomía como arte y como dimensión esencial de toda cultura humana. Siempre hemos tenido la buena mesa como un placer esencial, pero actualmente vivimos la democratización de la alta cocina a través de la televisión. El mensaje es: en cada uno de nosotros, hay un chef en potencia esperando ser despertado… Sólo necesitamos una cosa: experimentar nuevas sensaciones gustativas, estar dispuestos a romper los tabúes culinarios y mezclar ingredientes que antes eran pensados como absolutamente opuestos, redescubrir sabores, darnos cuenta de que queda mucho aún por inventar. Y nuestra cocina, antes un lugar de sal, pimienta, ajo, aceite y vinagre, se ve invadida por decenas de botellitas con especias diversas, aromas exóticos y hierbas de nuestros montes que hasta hace poco habían quedado relegadas a las herboristerías.

Pero, para hallar nuevos mundos de sabor, hay que “deconstruir” nuestra memoria de sabores, educada y condicionada desde la más tierna infancia. Allí se nos dijo lo que estaba bueno, lo que estaba malo, lo que no se podía comer y lo que estaba reservado a momentos o personas especiales. Sólo cuando nos hemos enfrentado, en los viajes por todo el mundo, a culturas diferentes, hemos aprendido que el mundo de los sabores es muchos más amplio y rico de lo que nunca imaginamos.

Hay cinco sabores básicos: dulce, salado, amargo, ácido y umami. Este último se ha ido incorporando en la última década al catálogo que los niños aprenden en la escuela, pero aún no ha llegado a la cultura general de los adultos. Por ello, quedémonos por ahora con nuestros cuatro sabores principales.

El problema que hemos tenido es que se han extendido, sobre todo, dos sabores principales en nuestra cultura, el dulce y el salado. Casi todo está excesivamente azucarado o cubierto de sal. Esto no nos permite apreciar muchas veces el aroma de los frutos secos poco manipulados, el sabor de la carne en su propio jugo, el ácido natural de los cítricos o gusto fuerte del café solo y no edulcorado.

¿A qué me sabe esto?

En mis talleres de escritura del Diario personal me gusta proponer analogías sensitivas de nuestras experiencias. Si aquella mañana fuera un paisaje, ¿de qué paisaje se trataría? ¿O qué canción elegiríamos para asociarla con lo que pasó aquella tarde en el hospital? ¿Cuál es el olor primordial que parece flotar en esta memoria? También propongo sabores, que definamos nuestras experiencias vitales por el gusto. Esto descoloca al escritor, pues normalmente hacemos comparaciones visuales o auditivas con más facilidad que con sabores y los olores. ¿Qué sabor tenía ese día de tu cumpleaños? ¿Qué sabor domina en esta experiencia que estás describiendo? ¿Qué sabor me evoca esta persona tan importante en mi vida? ¿A qué me sabe, por ejemplo, mi hermano, mi padre, mi madre…? Cuando pienso en ella, ¿qué sabor fundamental me recuerda?

¿A qué me sabe María?

Vamos a aplicar esta exploración de sabores a María de Nazaret, madre de Jesús y madre nuestra. Para empezar, hemos de darnos cuenta de que muchas veces tenemos tan metida en nuestra memoria de sabores una forma exageradamente edulcorada de la Virgen, una versión dulzona y acaramelada que olvida, enmascara y oculta los ricos matices de una personalidad inabarcable. Para redescubrirla en todo su sabor, habremos de volver a los evangelios. Naturalmente, hay muchos textos sobre María que los exégetas analizan con lupa porque la María de Nazaret histórica no debió ser exactamente igual a la que vemos en el evangelio. No entraremos ahora en esas sutilezas; nos quedaremos con el retrato evangélico sencillo, el del pueblo llano.

DULCE

Posiblemente es el sabor fundamental de María. Como madre, evoca en nosotros la dulzura, el cariño, las caricias, el amor incondicional. María se muestra dulce en los evangelios: en Belén, junto a Jesús recién nacido, arropado y amamantado por su madre. En Ain Karén, cuidando a su prima. En Caná, preocupándose por la fiesta y la alegría de los recién casados. En Pentecostés, llenándose del vino dulce del Espíritu que alegra el corazón. María es alegría, servicio, acogida, amabilidad… Las letanías del Rosario la reconocen así: Causa de nuestra alegría, Madre amable, Madre del amor, refugio de los pecadores, estrella de los mares, esperanza nuestra,… Celebramos el “Dulce Nombre de María”. Infinidad de canciones la cantan en este sabor: “María tú, que velas junto a mí… enséñame a vivir con ritma alegre de juventud” (Gabaraín); “Madre de los hijos pobres” o “María, la madre buena” (Kairoi) nos invitan a acercarnos al amor materno de María.

María vive la alegría y la expresa. El Magníficat es todo una revelación de esa dulzura interior. Lo analizaremos en sus diferentes sabores, pero se arranca con la alegría: ¡Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador!

SALADO

La expresión “persona salada” incluye, en español, el ser graciosa, chistosa, divertida, chisposa,… Vemos a María como persona con encanto, que llega a ver a su prima y se arranca por soleares cantando al Señor su Magníficat. La podemos imaginar moviéndose por la casa prodigándose en este servicio, llenando la vivienda de vida y optimismo, de pasión y energía. También se necesita tener salero para resolver el problema de Caná de Galilea. “¡Ea, no tienen vino! Hay que hacer algo… Venga, Jesús, que tú puedes ayudar si quieres…”

Hay canciones como “María, Música de Dios” (Kairoi) que canta a esta mujer salada que comunica la alegría. “Madre de los jóvenes” (Gabaraín) nos habla de las tristezas de la juventud, de los peligros y la soledad de los adolescentes, pero que María puede sacarnos de las tristezas: “¡Ven, María a nuestra soledad,… a tantas esperanzas que se han muerto, a nuestro caminar sin ilusión…!

La sal nos recuerda también a las lágrimas. Y María tiene su ración de tristeza en los evangelios: ver a su hijo recién nacido en un establo porque no había para ellos dónde quedarse; contemplar a su pequeña familia huyendo a Egipto; buscar a su hijo con inquietud durante tres días en Jerusalén; verlo insultado y ensangrentado en las calles de Jerusalén camino del Calvario; contemplarlo en la cruz, pobre, desnudo, sufriente…; tenerlo frío y muerto en sus brazos al ser descolgado de la cruz… Se necesita un mar de lágrimas para vivir todas estas experiencias.

Si la María dulce es el primer tema de canciones de María, la María de las lágrimas es el segundo. La Salve nos recuerda que caminamos por un valle de lágrimas. “Hoy he vuelto” (Gabaraín) canta la nostalgia por la infancia; “Pienso en ti” (Matéu) nos dice que caminamos tristes sin María.

Por otro lado, la sal es la analogía elegida por Jesús en el evangelio para simbolizar que debemos ser sal de la tierra para que esta no se corrompa. María, como madre, fue sal con su propio hijo, sembrando en su corazón una forma de mirar al mundo que evitaba el nacionalismo, el extremismo, el machismo, el sexismo y todas las ideologías que ensucian la mirada limpia de un niño. María estuvo entre los apóstoles como sal, para que no se desvirtuara el mensaje del Maestro ni la esperanza en que su promesa se cumpliría. De allí que recibiera el encargo de Jesús crucificado “cuida de tu hijo” y formara parte de aquella primera iglesia a la que el Espíritu Santo animó en Pentecostés. No tenemos documentación sobre el papel de María entre los apóstoles, pero seguro que fue muy importante. Además del testimonio de su presencia en Pentecostés, está la tradición joánica de haber vivido con San Juan en Éfeso, y la jacobea de su aparición en Zaragoza, apoyando, animando, dando “rasmia”, como decimos en Aragón.

AMARGO

La amargura la tenía María garantizada en cuanto dijo “sí” en la anunciación del ángel Gabriel. Por si no lo tenía claro, así se lo aseguró Simeón: “Los bendijo y dijo a María, la madre: —Mira, éste está colocado de modo que todos en Israel o caigan o se levanten; será una bandera discutida  y así quedarán patentes los pensamientos de todos. En cuanto a ti, una espada te atravesará el corazón”. (Lc 2,34-35) María, guardaba todas estas cosas en el corazón (2,19), las meditaba y, a veces, las sufría en silencio, sin aspavientos, con serenidad. Fue amargo tener que ver que José sospechaba de ella y hasta hizo planes de repudiarla en secreto. Fue amargo tener que huir a Egipto, como lo es todo proceso de emigración forzosa. Fue difícil encajar las respuestas desconcertantes de Jesús (en el templo, en Cafarnaúm…) que parecen dar a entender que su Madre no es tan importante en su vida como lo es Dios o su Pueblo. ¡Es la experiencia de tantas madres de religiosos, religiosas, misioneros, cooperantes y locos del evangelio! Es la mezcla agridulce de saberse bendecida por un hijo especial, maravilloso, pero que no le dará las seguridades ni las alegrías pacíficas y sencillas que otro tipo de hijo le habría dado. María experimentará esa espada que atraviesa el alma al ver a Jesús en su pasión y muerte.

María vive su experiencia de amargura desde el silencio y la meditación. De igual manera que exteriorizaba su alegría, es parca en su lamento y su llanto. Lucas repite dos veces en el capítulo 2 que María guardaba todo esto en su corazón. Ni siquiera los artistas la han presentado en un gemido desesperado. Una de las obras más sublimes de la historia de la escultura es la Pietá de Miguel Ángel. Allí, María muestra dolor, pero no desesperación. Su amargura es mitigada por su gran confianza en el poder del amor del Padre.

María vive la amargura desde la salida hacia el otro, para cuidarlo y animarlo. De allí nace la petición de Jesús: “Mujer, he ahí a tu hijo”. María se sacude su propia amargura para dar consuelo, apoyo, paz, confianza… También desde la valentía. Se enfrenta a los problemas con resolución, sin evitar los conflictos.

Las letanías del Rosario no pueden dejar de bendecir a María en este trance: Consoladora de los afligidos, auxilio de los cristianos, reina de los mártires… Canciones como “Tú estás cerca” (Kairoi) canta el hecho de que María vive cerca del dolor de los hombres y mujeres. Muchas canciones están dedicadas a Nuestra Señora de los Dolores, como “Dolorosa” (Espinosa), “Madre de los creyentes” (Palazón), “Madre de todos los hombre” (Espinosa), “María, madre del dolor, das tu corazón al pie de la cruz” (Kairoi), “Quiero decir que sí” (Luis Alfredo)… Yo mismo compuse una canción para los presos de la cárcel de Rickers Island, en Nueva York, titulada “Señora de la prisión” con esta temática. Si la dulce María es la fuente de himnos de alabanza y María la salerosa de cantos de amor, María dolorosa es la fuente de las baladas, de la explicación detallada de nuestras dificultades y dudas y del camino largo e incierto pero, a la vez, alumbrado por la fe.

ÁCIDO

El ácido es un sabor unido a todo lo que limpia hasta el hueso y levanta las postillas, lo que hace salir el mal y lo sana de raíz, lo que quita la podredumbre y señala la fuente de la injusticia y la corrupción. Es el sabor de la crítica, de la denuncia, de la indignación, del descontento, de la manifestación en la calle, de la rebelión y de la lucha contra el tirano y el opresor. Es el sabor del visionario, del profeta, del rebelde.

María nos sorprende con este sabor en el Magníficat:

«Él hizo proezas con su brazo:
dispersó a los soberbios de corazón,
derribó del trono a los poderosos
y enalteció a los humildes,
a los hambrientos los colmó de bienes
y a los ricos los despidió vacíos
Lc1,51-53

María hace así una afilada crítica social. Con acidez asegura que los poderosos, los famosos, los prestigiosos, los saciados, los adinerados, los escandalosamente ricos… nada tienen que ver con lo que Dios quiere. El Magníficat es un cántico judío; no hay atisbo todavía de cristianismo en él. María canta todavía desde el Antiguo Testamento, desde la teología de la promesa mesiánica que comienza a despuntar en esta joven muchacha de Nazaret. La promesa se ha hecho realidad. Sólo ella e Isabel lo saben. El Mesías no nacerá de entre los poderosos y los sabios, sino de entre los humildes y pequeños. No será rico ni buscará el poder y la influencia, sino que dejará que el mismo poder de Dios actúe en él. Y vendrá a instaurar un nuevo orden, basado en la fraternidad y la igualdad.

María la ácida, la activista, la revolucionaria, no está ahora en las grandes basílicas, sino en los barrios pobres y embrutecidos, en las largas horas de trabajo bajo el sol en los inmensos terrenos expropiados por las multinacionales, en las chozas de las mujeres agredidas sexualmente en las guerras africanas, en las luchas por los derechos de las mujeres en los países patriarcales y machistas, entre las abuelas de la Plaza de Mayo, en los círculos de silencio de quienes quieren acabar con la violencia sexista. María se hace así cercana al cambio y la causa del “otro mundo es posible”. Se hace voluntaria de una ONG, cooperante en un campo de refugiados, maestra en un barrio marginal, educadora en un piso de acogida para niños de la calle, médica que lucha incansablemente contra el ébola, guerrillera ecologista en el Rainbow Warrior de Greenpeace, analista de seguridad que denuncia el atropello de los derechos y libertades de todos y todas, abogada laboralista, enamorada de las causa de los últimos pueblos indios del Amazonas…

Su acidez le hace tomar partido, optar por los marginados, haciendo una opción preferencial por los pobres. No acepta ni la indiferencia ni la neutralidad ante lo injusto y lo inhumano. Es la Madre de todos, y como tal opta sobre todo por sus hijos más débiles y vulnerables. Es un amor duro, tajante, claro. No puede admitir en su casa el desorden del hambre, de la miseria, de la desigualdad, del abandono…

María la contestataria, la profetisa, es la más cantada por la Teología de la Liberación. Los poemas de Casaldáliga hablan de ella así. Su “Señora de Guadalupe” es una María que no se queda en el dolor pasivo, sino que sale a luchar por la justicia y la dignidad. Entre las canciones con esperanza ácida, con terca confianza en el compromiso, está “Mientras recorres la vida” (Gabaraín) y el más reciente proyecto artístico de varias cantantes: “Nuestra señora de los indignados”. Algunas canciones de Domingo Pérez, Pepe Laguna (Anawin), Vicente Morales (Brotes de Olivo), canta así a María. Un ejemplo claro: “Romance guadalupano”, de Domingo Pérez, con la letra de Pedro Casaldáliga.

Redescubrir los sabores de María

En las últimas décadas muchos cristianos hemos echado a María de nuestra oración y de la Eucaristía, donde durante siglos tuvo un lugar inapropiado y exagerado. Es tiempo de redescubrir sus sabores y saber combinarlos adecuadamente, encontrando el toque justo, como en la alta cocina. Es importante hacerlo también por razones ecuménicas, dado que el exceso de “salazón” mariano dificultó el diálogo durante siglos. Ni tanto, ni tan poco. La religiosidad popular necesita redescubrir otros sabores de María. Ella fue el regalo que nos dio Jesús y la puerta que han usado mucho para encontrarse con Él. Está allí, dispuesta a servir, como siempre. Gracias, Madre. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

*alcierzo.com

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Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.

Domingo, 6 de diciembre de 2015
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142Juan Bautista

 Cual greñudo y piloso nazareno,
amigo de alimañas y de fieras,
piel de camello sobre cuerpo enjuto,
como hijo del ayuno y de la estepa,
Juan Bautista predica en el desierto,
-inhóspito desierto de Judea-
y anuncia la llegada del Mesías,
de quien es precursor y fiel profeta.
Y dice que se siente indigno siervo
de soltar sus sandalias y correas.

¡Allanad y hacer rectos los senderos;
preparad los caminos del señor,
porque a punto de llegar está el Mesías
y exige “metanoia”, conversión.
Los que esperáis ansiosos su llegada
del Mesías -Ungido del Señor-
purificad los cuerpos y las almas
en las aguas del Jordán y del perdón!

Y cuando aquel cobarde rey Herodes
mande un día te corten la cabeza,
y Salomé, danzante, se la sirva
en preciosa plateada bandeja,
todos verán, beodos y asombrados,
que tú aún sigues con la boca abierta
gritando la Verdad que nunca muere,
gritando la Verdad a boca llena.

¡Qué bien supiste, Juan, ser de Jesús
su precursor, testigo y fiel profeta!

*

José Luis Martínez

***

En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.

Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías:

“Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios.”

*

Lucas 3, 1-6

***

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Profeta

Domingo, 5 de julio de 2015
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JESÚS DE NAZARET

¿Cómo dejarTe ser sólo Tú mismo,
sin reducirte, sin manipularte?
¿Cómo, creyendo en Ti, no proclamarte
igual, mayor, mejor que el Cristianismo?

Cosechador de riesgos y de dudas,
debelador de todos los poderes,
Tu carne y Tu verdad en cruz, desnudas,
contradicción y paz, ¡eres quien eres!

Jesús de Nazaret, hijo y hermano,
viviente en Dios y pan en nuestra mano,
camino y compañero de jornada,

Libertador total de nuestras vidas
que vienes, junto al mar, con la alborada,
las brasas y las llagas encendidas.

*

Pedro Casaldáliga. El Tiempo y la Espera. 1986

*

A los que conmigo dicen de rodillas la Palabra,

a cuantos gritan conmigo -quizá contra los que callan, siempre contra los que mienten-,

a los que conmigo emplazan la lenta aurora del Reino,

… todavía estas palabras.

*

Pedro Casaldáliga. Todavía estas palabras. 1994

***

 

 

En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:

– “¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?”

Y esto les resultaba escandaloso. Jesús les decía:

– “No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.”

No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

*

Marcos 6,1-6

***

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“No despreciar al Profeta”, 14 Tiempo Ordinario – B (Marcos 6,1-6)

Domingo, 5 de julio de 2015
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14-852852-300x300El relato no deja de ser sorprendente. Jesús fue rechazado precisamente en su propio pueblo, entre aquellos que creían conocerlo mejor que nadie. Llega a Nazaret, acompañado de sus discípulos, y nadie sale a su encuentro, como sucede a veces en otros lugares. Tampoco lo presentan a los enfermos de la aldea para que los cure.

Su presencia solo despierta en ellos asombro. No saben quién le ha podido enseñar un mensaje tan lleno de sabiduría. Tampoco se explican de dónde proviene la fuerza curadora de sus manos. Lo único que saben es que Jesús es un trabajador nacido en una familia de su aldea. Todo lo demás «les resulta escandaloso».

Jesús se siente «despreciado»: los suyos no le aceptan como portador del mensaje y de la salvación de Dios. Se han hecho una idea de su vecino Jesús y se resisten a abrirse al misterio que se encierra en su persona. Jesús les recuerda un refrán que, probablemente, conocen todos: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».

Al mismo tiempo, Jesús «se extraña de su falta de fe». Es la primera vez que experimenta un rechazo colectivo, no de los dirigentes religiosos, sino de todo su pueblo. No se esperaba esto de los suyos. Su incredulidad llega incluso a bloquear su capacidad de curar: «no pudo hacer allí ningún milagro, solo curó a algunos enfermos».

Marcos no narra este episodio para satisfacer la curiosidad de sus lectores, sino para advertir a las comunidades cristianas que Jesús puede ser rechazado precisamente por quienes creen conocerlo mejor: los que se encierran en sus ideas preconcebidas sin abrirse ni a la novedad de su mensaje ni al misterio de su persona.

  • ¿Cómo estamos acogiendo a Jesús los que nos creemos «suyos»?
  • En medio de un mundo que se ha hecho adulto, ¿no es nuestra fe demasiado infantil y superficial?
  • ¿No vivimos demasiado indiferentes a la novedad revolucionaria de su mensaje?
  • ¿No es extraña nuestra falta de fe en su fuerza transformadora?
  • ¿No tenemos el riesgo de apagar su Espíritu y despreciar su Profecía?
  • Esta era la preocupación de Pablo de Tarso: «No apaguéis el Espíritu, no despreciéis el don de Profecía. Revisadlo todo y quedaos solo con lo bueno» (1 Tes 5,19-21). ¿No necesitamos algo de esto los cristianos de nuestros días?

José Antonio Pagola

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“No desprecian a un profeta más que en su tierra”. Domingo 5 de julio de 2015. Domingo 14º de tiempo ordinario

Domingo, 5 de julio de 2015
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39-ordinarioB14 cerezoDe Koinonia:

Ezequiel 2,2-5: Son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos. Salmo responsorial: 122: Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia. 2Corintios 12,7b-10: Presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Marcos 6,1-6: No desprecian a un profeta más que en su tierra

Los estudiosos suelen decir que la primera parte del Evangelio de Marcos (que termina en la “Confesión de Pedro”) se divide en varias partes más pequeñas; cada una de estas partes empieza con un resumen -llamado técnicamente “sumario”- de la vida de Jesús; después de cada una de ellas viene una referencia a los apóstoles. En este esquema, el evangelio de hoy es el fin de la segunda de las tres pequeñas partes que se caracterizan por un aumento progresivo en el conflicto que Jesús provoca al encontrarse con él. El texto marca un punto clave: Jesús -que es presentado aquí como profeta- se encuentra con la absoluta falta de fe de los suyos, amigos y parientes. El “fracaso” de Jesús se va acentuando: en la tercera parte ya se empieza a presentir la “derrota” del Señor anticipada en la muerte del Bautista.

Es característico del evangelio de Marcos presentar a sus destinatarios el aparente fracaso, la soledad, el “escándalo” de la cruz de Jesús. Esa cruz es la que comparten con él todos los perseguidos a causa de su nombre, como la comunidad misma de Marcos. En toda la segunda parte de este Evangelio lo encontraremos al Señor tratando -a solas con los suyos- de revelarles el sentido de un “Mesías crucificado” que será plenamente descubierto por el centurión -en la ausencia de cualquier signo exterior que lo justifique- como el “Hijo de Dios”.

Los habitantes de Nazaret no dan crédito a sus oídos: ¿de dónde le viene esto que enseña en la sinagoga? “Si a éste lo conocemos, y a toda su parentela”. La sabiduría con la que habla, los signos del Reino que salen de su vida, no parecen coherentes con lo que ellos conocen. Allí está el problema: “con lo que ellos conocen“. Es que la novedad de Dios siempre está más allá de lo conocido, siempre más allá de lo aparentemente “sabido”; pero no un más allá “celestial”, sino un “más allá” de lo que esperábamos, pero “más acá” de lo que imaginábamos; no estamos lejos de la alegría de Jesús porque “Dios ocultó estas cosas a los sabios y prudentes y se las reveló a los sencillos”; no estamos lejos de la incomprensión de las parábolas: no por difíciles, sino precisamente por lo contrario, por sencillas. El “Dios siempre mayor” desconcierta, y esto lleva a que falte la fe si no estamos abiertos a la gratuidad y a la eterna novedad de Dios, a su cercanía. Por eso, por la falta de fe, Jesús “no podía hacer allí ningún milagro”; quienes no descubren en Él los signos del Reino no podrán crecer en su fe, y no descubrirán, entonces, que Jesús es el enviado de Dios, el profeta que viene a anunciar un Reino de Buenas Noticias. Esto es escándalo para quienes no pueden aceptar a Jesús, porque “nadie es profeta en su tierra“. Y quizás, también nos escandalice a nosotros… ¿o no?

Jesús es mirado con los ojos de los paisanos como “uno más”. No han sabido ver en él a un profeta. Un profeta es uno que habla “en nombre de Dios”, y cuesta mucho escuchar sus palabras como “palabra de Dios”; cuesta mucho reconocer en quien es visto como “uno de nosotros” a uno que Dios ha elegido y enviado. Cuesta pensar que estos tiempos que vivimos son tiempos especiales y preparados por Dios (kairós) desde siempre. Pero en ese momento específico, Dios eligió a un hombre específico, para que pronuncie su palabra de Buenas Noticias para el pueblo cansado y agobiado de malas noticias. No es fácil reconocer el paso de Dios por nuestra vida, especialmente cuando ese paso se reviste de “ropaje común”, como uno de nosotros. A veces quisiéramos que Dios se nos manifieste de maneras espectaculares ‘tipo Hollywood’, pero el enviado de Dios, su propio Hijo, come en nuestras mesas, camina nuestros pasos y viste nuestras ropas. Es uno al que conocemos aunque no lo re-conocemos. Su palabra, es una palabra que Dios pronuncia y con la que Dios mismo nos habla. Sus manos de trabajador común son manos que obran signos, pero con mucha frecuencia nuestros ojos no están preparados para ver en esos signos la presencia del paso de Dios por nuestra historia.

Muchas veces nosotros tampoco sabemos ver el paso de Dios por nuestra historia, no sabemos reconocer a nuestros profetas. Es siempre más fácil esperar o cosas extraordinarias y espectaculares, o mirar alguien de afuera. Es más “espectacular” mirar un testimonio allá en Calcuta… que uno de los cientos de miles de hermanas y hermanos cotidianos por las tierras de América Latina que trabajan, se “gastan y desgastan” trabajando por la vida, aunque les cueste la vida. Es más maravilloso mirar los milagros que nos anuncian los predicadores itinerantes y televisivos, que aceptar el signo cotidiano de la solidaridad y la fraternidad. Es más fácil esperar y escapar hacia un mañana que ‘quizá vendrá’, que ver el paso de Dios en nuestro tiempo, y sembrar la semilla de vida y esperanza en el tiempo y espacio de nuestra propia historia. Todo esto será más fácil, pero, ¿no estaríamos dejando a Jesús pasar de largo? Leer más…

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Dom 5.7.15 ¿No es éste el artesano? Jesús, un trabajador

Domingo, 5 de julio de 2015
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tekton112Del blog de Xabier Pikaza:

Dom 14 tiempo ordinario, ciclo B, Marcos 6,1-6. Jesús fue un judío piadoso, atento a la palabra de Dios, pero su piedad resulta inseparable de su estado social.

Parece que sus antepasados vinieron de Belén de Judá a Nazaret de Galilea, tras la conquista de Alejandro Janeo (104 a.C.), recibiendo unas tierras, pero debieron perderlas, convirtiéndose en artesanos.

En esa línea, Marcos 6,3 le define como el artesano (ho tekton) es decir, como alguien que debía vender su trabajo, según oferta y demanda, en un mundo sin piedad, que ya no estaba ya marcado por la “providencia” del “lcielo” (lluvia) y el esfuerzo de los hombres, sino por el mercado laboral.

Antes de (y para) ser el Cristo, Jesús ha sido un artesano/obrero, sometido al trabajo de otros. Sin duda, él tenía un conocimiento básico de la Escritura y, como nazoreo, asumía la tradición socio-religiosa del judaísmo, pero se hallaba a merced de las duras ofertas laborales del entorno, con indicaré en esta postal (situándole dentro del organigrama de trabajos de su tiempo).

El texto que sigue está tomado básicamente de Historia de Jesús, VD, Estella 2013 (y en parte de Comentario de Marcos, VD, Estella 2012). Buen domingo a todos.

Texto. Marcos 6,1-6

En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: ¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el artesano, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?…

Marginado activo y pasivo.

11403121_463093287201202_1527799514246838764_nLos años de Jesús en Galilea corresponden básicamente al reinado de Antipas en Galilea (4 aC–39 dC) y estuvieron marcados por una profunda crisis económica, de forma que muchas tierras pasaron a manos de unos pocos y gran parte de los galileos engrosaron el proletariado (y clientelismo) urbano de las nuevas capitales (Séforis, Tiberíades), o siguieron en el campo en situación de dependencia (de renteros o artesanos eventuales).

Jesús ha sido campesino sin tierra; no formaba parte de una estirpe sacerdotal probablemente acomodada, como la de Juan Bautista (cf. Lc 1) o F. Josefo (según su Autobiografía), sino que era pobre efectivo, un marginal, un marginado . No se enfrentó a los poderes dominantes desde arriba, ni pidió limosna, ni se limitó a mejorar con pequeños retoques lo que había, desde el interior del sistema, pero inició una mutación social (por revelación de Dios), precisamente desde aquellos que, como él, carecían de poder y tierra, desde la escuela de pobreza y trabajo alienado de millones de personas, que dependían de aquello que otros quieran ofrecerles.

‒- Era marginado pasivo, pues los cambios de los últimos decenios, en un mundo controlado por escribas, sacerdotes oficiales y nuevos aristócratas dirigidos por H. Antipas (en pacto con Roma), le habían arrojado al margen de la sociedad, sin más medios que su trabajo eventual de artesano. Fue víctima de la nueva globalización comercial romana, y no podía cumplir la Ley como aquellos que tenían tiempo para ello (muchos fariseos).

‒ Era marginado activo. La misma situación que le había vinculado con otros expulsados, le permitió entender (en otra línea) la Escritura de Dios y la tarea de su pueblo. Era un expulsado de la vida, pero no resentido (no propugnó la violencia reactiva en contra de los ricos), sino un hombre con un inmenso potencial de creatividad. Desde ese fondo se entiende su respuesta a los retos de la realidad israelita, tal como se expresa en su contacto y Juan Bautista y luego con su mensaje de Reino en Galilea .

2. Marginado dependiente.

No fue un carpinteros rico y acreditado, con trabajo seguro y tiempo libre para argumentar sobre temas de Ley, sino un artesano-dependiente, sin acceso a tierra propia, ni pensador de tiempo libre, dispuesto a mejorar en lo posible lo que existe, sino un profeta en tiempo de opresión, teniendo que buscar y descubrir a Dios desde unas circunstancias sociales marcadas por la comercialización herodiana (romana) de los campos, que empezaban a depender de las ciudades y los nuevos ricos. Todo nos permite pensar que su mismo trabajo marcó su experiencia humana y religiosa:

‒ El trabajo en casa y campo propio arraiga al hombre (familia) en una tierra que puede entenderse como don trasmitido por generaciones (de padres a hijos). El antiguo Dios israelita tendía a revelarse así a través de la propiedad sagrada y la continuidad del grupo, sancionando unos valores de justicia y solidaridad que duran por generaciones, expresándose en la heencia de los propietarios. Pues bien, ese Dios antiguo ya no respondía a las necesidades de los obreros sin tierra, entre los que hallamos a Jesús.

‒ Campesinos y artesanos galileos se parecían a los hebreos en Egipto. Muchos estaban perdiendo su herencia, y no podían creer en el Dios de los «buenos» propietarios. No tenían patrimonio (en línea patriarcal), ni herencia para dejarla a los hijos, de manera que. Eran itinerantes obligados a “pedir” trabajo en aldeas y pueblos, sin estructuras familiares fijas, ni casas vinculadas a la tierra. Ciertamente, algunos pudieron enriquecerse, pero les faltaba la tierra/heredad que se transmite y mantiene en familia, por generaciones. La mayoría eran pobres. Para ellos proclamó Jesús ante todo el Reino .

((Jesús debió trabajar como artesano desde los 12 años. Así, cuando más tarde recorra Galilea como itinerante del Reino, volverá a los pueblos que había conocido de artesano, con otros oprimidos de Israel, en albergues y caminos. Sobre la situación de Galilea, cf. R. Aguirre, Los estudios actuales sobre Galilea y la exégesis de los evangelios en: A. Borrell (ed.), La Bíblia i el Mediterrani, Associació Bíblica, Barcelona 1997, 249-262; E. M. Meyers (ed.), Galilee through the centuries. Confluence of cultures (Duke Judaic Studies), Eisenbrauns, Winona Lake IN 1999; K. H. Ostmeyer, Armenhaus und Räuberhöhle?: Galiläa zur Zeit Jesu, 147-170; J. L. Reed, Population Numbers, Urbanization, and Economics: Galilean Archaeology and the Historical Jesus, ZNT 96 (2005), 203- 219; El Jesús de Galilea. Aportaciones desde la arqueología, Sígueme, Salamanca 2006; J. D. Crossan y J. L. Reed, Jesús desenterrado, Crítica, Barcelona 2003; S. Freyne, Jesús, un galileo judío, Verbo Divino, Estella 2007)).

Los rasgos anteriores trazan una fuerte disonancia. (1) Como israelita (nazoreo), Jesús era portador de una promesa de posesión o heredad. (2) Pero formaba parte de aquellos que habían perdido la tierra, expulsados de la promesa de Dios, a quienes él quiso anunciar el Reino. Esta experiencia plantea un problema, y para precisarlo debo analizar la división de clases que había por entonces en Galilea (Palestina) .

1. Clase gobernante, funcionarios.

En la cúpula se hallaban los altos oficiales romanos (Procurador…) y los reyes vasallos herodianos (Antipas o Filipo) bajo Roma (unas pocas decenas de personas). Tenían muchas tierras y recibían grandes impuestos, para disfrute personal y para financiar edificaciones y empresas militares y sociales. Se apoyaban en una subclase militar, sacerdotal e intelectual (un 5% de la población):

Jesús no luchó directamente contra los gobernantes y soldados de Roma, pero su visión de Dios y de su Reino se oponía a la estructura sagrada del imperio, y al orden superior de los sacerdotes, que decidieron su muerte, unidos a Roma. Por otra parte, el proyecto de Jesús se oponía a la clase intelectual de los escribas oficiales, que tenían una visión distinta de la Ley (Escritura) y de su incidencia en la vida del pueblo.

‒ Subclase militar. No había entre los judíos una clase militar estricta, pues el gran ejército estaba en manos de Roma y de su gobernador (Poncio Pilato), de manera que en conjunto ellos se hallaban bajo el mando de una milicia exterior (que se juzgaba sagrada), aunque Antipas, rey vasallo de Galilea-Perea, mantenía un pequeño ejército, que podía considerarse israelita, aunque integrado en la milicia romana. Ciertamente, en tiempo de Jesús no existía un ejército celota (anti-romano) estricto, que sólo surgirá en los años anteriores a la guerra (67-73 dC), pero había un conflicto militar latente, pues muchos judíos veían el ejército de Roma como signo demoníaco. Jesús no reclutará soldados, ni planeará un levantamiento militar, pero morirá condenado por el comandante del ejército romano (Poncio Pilato). Leer más…

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El misterio de la incredulidad. Domingo 14. Ciclo B.

Domingo, 5 de julio de 2015
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jesussinagoga1Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El domingo pasado nos recordaba el evangelio de Marcos dos ejemplos de fe: el de la mujer con flujo de sangre y el de Jairo. Hoy nos ofrece la postura opuesta de los nazarenos, que sorprenden a Jesús con su falta de fe.

En aquel tiempo Jesús fue a su tierra acompañado de sus discípulos. El sábado se puso a enseñar en la sinagoga, y la gente, al oírlo, decía asombrada: «¿De dónde le viene a éste todo esto? ¿Cómo tiene tal sabiduría y hace tantos milagros? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y el hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven con nosotros?». Y se escandalizaban de él. Jesús les dijo: «Sólo en su tierra, entre sus parientes y en su casa desprecian al profeta». Y no pudo hacer allí ningún milagro, aparte de curar a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se quedó sorprendido de su falta de fe. Recorrió después las aldeas del contorno enseñando.

Éxito en Cafarnaúm

            Resulta interesante comparar lo ocurrido en Nazaret con lo ocurrido al comienzo del evangelio: también un sábado, en Cafarnaúm, Jesús actúa en la sinagoga y la gente se pregunta, llena de estupor: «¿Qué significa esto? Es una enseñanza nueva, con autoridad. Hasta a los espíritus inmundos les da órdenes y le obedecen.» Enseñanza y milagros despiertan admiración y confianza en Jesús, que realiza esa misma tarde numerosos milagros (Mc 1,21-34).

Fracaso en Nazaret

            Otro sábado, en la sinagoga de Nazaret, la gente también se asombra. Pero la enseñanza de Jesús y sus milagros no suscitan fe, sino incredulidad. La apologética cristiana ha considerado muchas veces los milagros de Jesús como prueba de su divinidad. Este episodio demuestra que los milagros no sirven de nada cuando la gente se niega a creer. Al contrario, los lleva a la incredulidad.

Los milagros de Jesús han re representado un enigma para las autoridades teológicas de la época, los escribas, y ellos han concluido que: «Lleva dentro a Belcebú y expulsa los demonios por arte del jefe de los demonios» (Mc 3,22).

Los nazarenos no llegan a tanto. Adoptan una extraña postura que no sabríamos cómo calificar hoy día: no niegan la sabiduría y los milagros de Jesús, pero, dado que lo conocen desde pequeño y conocen a su familia, no les encuentran explicación y se escandalizan de él.

Jesús, motivo de escándalo

En griego, la palabra escándalo designa la trampa, lazo o cepo que se coloca para cazar animales. Metafóricamente, en el evangelio se refiere a veces a lo que obstaculiza el seguimiento de Jesús, algo que debe ser eliminado radicalmente («si tu mano, tu pie, tu ojo, te escandaliza… córtatelo, sácatelo»).

Lo curioso del pasaje de hoy es que quien se convierte en obstáculo para seguir a Jesús es el mismo Jesús, no por lo que hace, sino por su origen. Cuando uno pretende conocer a Jesús, saber «de dónde viene», quién es su familia; cuando lo interpreta de forma puramente humana, Jesús se convierte en un obstáculo para la fe. Desde el punto de vista de Marcos, los nazarenos son más lógicos que quienes dicen creer en Jesús aunque lo consideran un profeta como otro cualquiera.

Asombro e impotencia de Jesús

            A Marcos le gusta presentar a Jesús como Hijo de Dios, pero dejando muy clara su humanidad. Por eso no oculta su asombro ni su incapacidad de realizar en Nazaret grandes milagros a causa de la falta de fe. Adviértase la diferencia entre la formulación de Marcos: «no pudo hacer allí ningún milagro» y la de Mateo: «Por su incredulidad, no hizo allí muchos milagros».

Nazaret como símbolo

Los tres evangelios sinópticos conceden mucha importancia al episodio de Nazaret, insistiendo en el fracaso de Jesús (la versión más dura es la de Lucas, en la que los nazarenos intentan despeñarlo). Se debe a que consideran lo ocurrido allí como un símbolo de lo que ocurrirá a Jesús con la mayor parte de los israelitas: «Sólo en su tierra, entre sus parientes y en su casa desprecian al profeta».

El fracaso no lo desanima

            El evangelio de hoy termina con estas palabras: «Recorrió después las aldeas del contorno enseñando.» Jesús ha fracasado en Nazaret, pero esto no le lleva al desánimo ni a interrumpir su actividad. Igual que Ezequiel (1ª lectura), le escuchen o no le escuchen, dejará claro testimonio de que en medio de Israel se encuentra un profeta.

Lectura del Profeta Ezequiel (Ez 2,2-5).

En aquellos días, al decirme esto, el espíritu entró en mí, me hizo tenerme en pie y pude escuchar a aquel que me hablaba. Él me dijo: «Hijo de hombre, yo te  envío a los israelitas, a un pueblo de rebeldes, que se han rebelado contra mí, ellos y sus padres, hasta este mismo día. Hijos de cara dura y corazón de piedra son aquellos a quienes yo te envío. Les dirás: Esto dice el Señor Dios. Escuchen o no escuchen -puesto que son una raza de rebeldes-, sabrán que en medio de ellos se encuentra un profeta.

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“Una confusión: tenemos Pere para rato”, por Sor Lucía Caram, OP

Domingo, 5 de julio de 2015
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casaldaliga-pastor“Su estado no es terminal”

Un abrazo de vida y esperanza para todos

De su blog Sintonía Cordial:

El día El día 30 de junio a la mañana, después de la oración de la mañana y a la hora de misa, una persona vinculada a la Asociación de Amics del Bisbe Casaldàliga, nos pidió oraciones. Nos informó que el día anterior su familia había hablado con él y que su estado era grave y que se estaba terminando. Lógicamente la comunidad y los que nos acompañan oramos por él de una forma muy especial. El recuerdo en la oración es seguramente la mejor forma de gratitud y comunión.

Esto nos causó una gran tristeza, y a raíz de esta noticia escribí una líneas llenas de agradecimiento y admiración por el Obispo Pere que es mi referente y el de muchos que creemos en el Evangelio del Reino, en la opción preferencial de Jesús por los más pobres.

Luego supe que el estado de Pere no era diferente del de días anteriores, delicado, pero no terminal. Fue un respiro saber que le tenemos entre nosotros, e inmediatamente mi amigo Jesús Bastante publicó en el mismo portal la noticia de esta equivocación, que soy yo quien más lamento por el sufrimiento de las personas que queremos a Pere, pero también el respiro de saber que tenemos Pere para rato.

Contacté con su familia expliqué el episodio y todos se hicieron cargo de lo ocurrido.

A veces pasan esas cosas: la gente lo primero que hace es ir al Monasterio a pedir oraciones, y como orar no es nocivo, seguro que ésta oración y la de todas habrá reconformado más a Pedro, Pere, la roca y el referente de nuestra fe mientras caminamos hacia la Vida, hacia la Resurrección.

Y como diría Pere, un abrazo de esperanza y de vida para todos

***

Este es el artículo al que hace referencia

“Se nos va un Profeta”

Ayer ponía en mi escritorio, tallado a fuego con caracteres de pasión y convicción, aquello que se convirtió en el lema de mi vida y que lo heredé de alguien que lo vivió a tope y se identificó hasta el final con Jesús, el Maestro del Reino, et testigo del amor incondicional de Dios por los más pobres: Pedro Casaldáliga.

“Mi vida son mis causas y mis causas valen más que mi vida”. Y por que sus causas valían más que su vida fue un hombre que fue ganando cada día terreno a la libertad interior. El descubrió que la sangre de Cristo corría por sus venas y se sintió convocado a ser él mismo “pan comido y repartido para sus hermanos”. La Iglesia oficial no le comprendió, y los poderes de este mundo le persiguieron y amenazaron, pero nada ni nadie le pudo hacer claudicar: Su vida ya estaba entregada y era de Dios y de su Pueblo. Y Pedro, que también es piedra, ha sido la piedra de apoyo y fundamento de muchos cristianos y cristianas de bases, de muchos hombres y mujeres de buena voluntad, inquietos por la humanidad, que se acercaron a su pozo para beber del agua del Evangelio que manaba generosa por cada una de sus venas. Un manantial que ahora manará con más fuerza, porque es inagotable porque está unido al mar infinito de Dios que es la VIDA. Ya pronto tu posesión definitiva.

Esta mañana me dicen que Pere, Pedro, Piedra, “mi maestro y referente” este Padre y hermano obispo, que es Evangelio viviente, está apunto de entrar en la Vida, en la Resurrección. Su Pascua es inminente y su paso de liberación es nuestro paso de avanzada en la esperanza de la que se declaró militante: Hoy estandarte.

Se está apagando, para iluminar como un sol infinito, fundido en el fuego del amor que quemó sus entrañas y que le hizo iluminar: El fuego del Espíritu más Santo, el Espíritu de Jesús.

Pere vivirás en tus causas y en el corazón de todos los que bebemos del Evangelio hecho vida en tu vida, como la del Maestro que fue tu vida y tu TODO.

Hoy me siento triste, y un poco más sola. Tus palabras me alientan y sostienen y sólo Dios sabe la fuerza que me dieron tus consejos y las pocas conversaciones que mantuvimos en la distancia, en momentos de persecución, de incomprensión y hasta de injusticia por aquellos que quisieron apartarme de los pobres, porque yo también me había vuelto incómoda. ¡De eso tú, Pedro, sabías un rato!

Guardo con devoción y cariño tu mensaje en la celebración de mis 25 años de vida religiosa cuando me decías: “Querida Lucía, tú sigue fiel a la vocación de la mística en la calle. Para todos debería ser el mundo el claustro. En todo caso desde cualquier lugar podemos y debemos vivir el Misterio. 25 años de tu salida de Argentina y ahora en Manresa, cerquita de mi pueblo.
Seguiremos unidos, no hay distancia para la comunión en el Espíritu de Jesús. Recibe un fuerte abrazo y siempre en la Paz de la Esperanza. Pedro Casaldáliga”

Ahora más unidos que nunca en un abrazo de resurrección, haciendo del claustro del mundo el lugar privilegiado para construir el Reino al servicio de los pobres.

En tu último mensaje, el 24 de septiembre del 2014 me decías; Te doy mi total adhesión a la campaña “Todos contra la pobreza infantil”. Los niños, los preferidos, que hoy sufren están en mi corazón. Desde el cielo, arranca para ellos una bendición, que no les falte el pan de cada día, el pan de la educación, de las oportunidades, de la vida digna, de la paz y de la infancia que tienen derecho a vivir.

Pedro, amigo, hermano, me quedo con “tu fraterna y subversiva Eucaristía, que es mi oración de cada día, que me alienta en las horas baja y me renueva el la vida de cada día.

“Mis manos, esas manos y Tus manos.
Hacemos este Gesto,
compartida la mesa y el destino, como hermanos.
Las vidas en Tu muerte y en Tu vida.
Unidos en el pan los muchos granos,
iremos aprendiendo a ser la unida Ciudad de Dios,
Ciudad de los humanos.

Comiéndote, sabremos ser comida.
El vino de sus venas nos provoca.
El pan, que ellos no tienen,
nos convoca a ser Contigo el pan de cada día.

Llamados por la luz de Tu memoria,
marchamos hacia el Reino haciendo Historia,
fraterna y subversiva Eucaristía.

El vino de sus venas nos provoca.
El pan, que ellos no tienen,
nos convoca a ser Contigo el pan de cada día.
Llamados por la luz de Tu memoria,
marchamos hacia el Reino haciendo
Historia, fraterna y subversiva Eucaristía.

CASALDALIGA

Pedro Casaldáliga: “Sigo con mi hermano Párkinson”

(Jesús Bastante).- Acompañan a Pedro Casaldáliga desde hace más de 30 años. Durante su marcha temporal de Sao Félix de Araguaia, hace dos años, tras recibir amenazas de muerte, estuvieron a su lado. Son sus ojos y su voz, ahora que el maldito Párkinson avanza, inexorable. José María Concepción y Mari Pepa Raba hablaron esta misma tarde con el profeta de la Amazonía, preocupados tras algunas noticias que hablaban de un importante agravamiento de la enfermedad: Sigo con mi hermano Párkinson“, les dijo.

“Está contento, cansado pero lúcido”, relata a RD Mari Pepa, después del susto de esta mañana. “Está atendido por tres enfermeras, y nos han tranquilizado. Tendremos que esperar a los homenajes póstumos, por fortuna”, bromea.

Paz y bien, os quiero ver pronto, acertó a decir Casaldáliga durante la breve conversación. A sus 88 años, ha vivido con alegría la publicación de “Laudato Si”, donde se resumen muchas de las luchas que han impregnado su vida en la Amazonía: la Tierra, la causa indígena, el respeto de la Creación y el hombre como parte de una naturaleza global.

Otro amigo de Casaldáliga, Eduardo Lallana, uno de los impulsores de la Misa de la Tierra Sin Males” (con texto del obispo), se encuentra en estos momentos regresando precisamente de Sao Félix, donde estuvo hasta ayer compartiendo vida, y alegría, con don Pedro. “Nos dijo que le notó igual, con dificultades para hablar, como es lógico, pero perfectamente lúcido, afirma José María.

“La enfermedad irá avanzando, como es lógico, pero para nada hay que pensar que estemos ante los últimos días de Casaldáliga, culminan José María Concepción y Mari Pepa Raba. “No hay un proceso de término”, afirman, recordando una de las primeras frases que les dirigió el obispo, el amigo, el cristiano: “Los del Primer Mundo, si no trabajáis la solidaridad, no os vais a salvar, pese lo que os pese”.

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