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Maestro.

Domingo, 22 de octubre de 2017
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jesusDe hecho, la búsqueda de la verdad se encuentra en el propio fundamento de las enseñanzas de Sócrates, de Jesús y de Buda (Frédéric Lenoir)

22 de octubre. Domingo XXIX del TO

Mt 22, 15-21

Maestro, sabemos que eres sincero, y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad, sin que te importe nadie, porque no te fijas en las apariencias 

En la película El maestro de música, se cuenta la historia de un cantante retirado de la ópera, que toma a dos alumnos cantantes –Sophie y Jean– para sacar de ellos los genios que llevan dentro. Su respuesta es enseñar, compartir con ellos todo lo que sabe, todo lo que ha aprendido a lo largo de su vida y transmitírselo para que su arte no muera con él, para dejar huella de su efímero paso por el mundo, para hacer lo único que da sentido a nuestras vidas: dar. Jesús, Maestro también de la partitura verbal de su evangelio, dejó como legado a sus seguidores la misma bella historia. Ojalá que, como Sophie y Jean, igualmente nosotros acabemos ganando en un concurso de canto el primer premio.

La melodía sacra de la voz de Jesús se infiltra por todas las rendijas del alma de la Humanidad. Una voz y unos textos que riman en perfecta asonancia con la vida, como el mejor soneto de Petrarca. Véanse a título de ejemplo, los dos tercetos del Nº 123, que Liszt musicalizó para deleite nuestro: “Cordura, Amor, Dolor y Cortesía / tan bien armonizaba su lamento / que nunca el mundo oyó tal armonía; / y el cielo estaba a ella tan atento / que en las ramas ni una hoja se movía, / pues su dulzura saturaba el viento”. Los verdaderos maestros, escribió en Mâitres à penser Roger-Pol Droit: “no son nombres sobre cubiertas de libros, sino también timbres de voz, estilos de mirada, maneras de comportarse, de bajar la cabeza o de estrechar la mano”.

Los Evangelio relatan una constelación de hechos que configuran el rostro de Jesús con indicaciones claras de su dimensión plenamente humana. Son cúmulos estelares abiertos, en unos casos, y arremolinados en significativas figuras, en otros. Discípulos o no de tramposos y enredadores fariseos, el Maestro de Nazareth puede dialogar con ellos en cualquier espacio y cualquier tiempo. En consonancia, a veces, a veces en sugerentes disonancias.

En la segunda lectura de este domingo, Carta 1 a los Tesalonicenses versículos 2-3, Pablo da gracias a Dios “recordando vuestra fe activa, vuestro amor solícito y vuestra esperanza perseverante”La liturgia quiere resaltar con ello la idea del diálogo y la importancia de su mantenimiento vivo en hechos: fe, amor y esperanza.

La tensión entre Jesús y las autoridades religiosas (fariseos) y civiles (herodianos), salta a la vista. Dialogar para llegar a un acuerdo, imposible. Su intencionalidad es claramente desestabilizadora: un complot protagonizado por los poderes establecidos, orientado a conducir al Maestro a un terreno extremadamente peligroso, cualesquiera que fuere el tipo de respuesta por ellos esperada. Lo de “al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios” les desconcierta y, avergonzados, le dejaron y se fueron. ¡Qué pena que en esta ocasión no recordara la escena del templo y al grito de “¿Por qué me tentáis, hipócritas?”, no convierte el denario en azuzante látigo y les expulsa una vez más de su presencia.

En su obra Jesús Sócrates Buda Tres maestros de vida (Editorial PPC), el filósofo francés Frédéric Lenoir (1962) nos dice de estas tres memorables figuras históricas que la búsqueda de la verdad se encuentra en el propio fundamento de sus enseñanzas. A ellos y al personaje que se sentó a mi puerta como dice Rabindranath Tagore en su poema de El Jardinero, debemos escuchar atentos para aprender a vivir de ellas.

POR QUÉ AL AMANECER

¿Por qué se sentó a mi puerta con el alba? Cada vez que salgo o entro, tengo que pasar a su lado; y mis ojos, cada vez, se prenden en sus ojos.

No sé si hablarle o no. ¿Por qué se sentó a mi puerta? ¡Qué negra la noche nublada de julio! ¡Qué suave el azul del cielo en otoño! Los días de la primavera, ¡qué inquietos al viento del Sur!… Las canciones que él canta tienen cada vez una melodía.

Y se me nublan los ojos, y tengo que dejar mi trabajo…

¿Por qué se sentó a mi puerta?

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Ni colaboracionista, ni guerrillero.

Domingo, 22 de octubre de 2017
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render-unto-caesar-and-unto-god_900x600_72dpi_2Mt 22,15-21. Evangelio del domingo 22 de octubre 2017

Una situación peliaguda. No era nada fácil salir airoso de aquella pregunta formulada con el propósito de ponerle en un aprieto: “¿es lícito pagar impuesto al César?” Pero Jesús logró dar una respuesta que se ha convertido en un clásico: “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.

Sí. Hay cosas que pertenecen al orden de lo divino, y otras al orden temporal, y cada ámbito se rige por leyes diferentes aunque compatibles. Por eso no debemos acogernos solo a una de las dos dimensiones para evitar cumplir nuestras obligaciones con la otra. Un buen creyente no debe reducir su compromiso con los demás al hecho de dar limosna y ser caritativo, sino que tiene que pagar sus impuestos y contribuir de todos los modos posibles al bien común. Un buen ciudadano, además de ajustarse a la ley establecida, debe ir más allá de ella, pues a la legislación se le escapan muchas dimensiones del ser humano que también hay que cuidar.

Sin embargo, los fariseos estaban planteando a Jesús una cuestión que poseía una carga política por el contexto en que la formularon: en una tierra, Palestina, dominada por Roma. Lo que en el fondo estaban buscando era que el Señor se “mojara” y tomara partido por uno de los dos grupos que en esos momentos estaban en litigio: los judíos beligerantes y los paganos romanos. El de Nazaret, ¿a quién apoyaba? Querían que se definiera. Por eso, los fariseos “llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta y le enviaron algunos discípulos suyos, con unos partidarios de Herodes”. Habían diseñado un plan malicioso para ponerle entre la espada y la pared delante tanto de los judíos más afines a posturas radicales –entre los que posiblemente habría defensores de la lucha armada–; como de los simpatizantes de los romanos –algunos de ellos “vendidos” al poder–. De este modo los fariseos pretendían matar dos pájaros de un tiro: obligar a Jesús a posicionarse (y por tanto hacerle perder seguidores del grupo que no eligiera); y que se convirtiera en el causante de un nuevo enfrentamiento entre las dos corrientes de opinión. Los partidarios de Jesús quedarían posicionados junto a unos… y frente a otros.

Pero no les salió bien. No era colaboracionista, ni guerrillero. Era el Señor. Su querer e interés estaba en otro lugar, y sus palabras eran para todos. Con su réplica nos dio una buena pista para vivir la política mejor: poner cuidado para no absolutizar ningún poder humano, y ser siempre, como Él, incluso en circunstancias complicadas, hombres de paz que no alimentan la división.

María Dolores López Guzmán

Fuente Fe Adulta

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Evangelizar no es mantener el orden público

Domingo, 22 de octubre de 2017
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11-4Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01. DÍA DE LAS MISIONES.

Celebramos hoy el ya clásico día de las MISIONES (DOMUND).

Misión significa envío. En la vida podemos desempeñar diversas misiones, tareas, envíos.

El mismo Jesús misionó: he sido enviado a anunciar la buena noticia a los pobres… (Lc 4,18 ss). Jesús en diversos momentos envió a los suyos a evangelizar. Salid a las periferias, que dice el papa Francisco: a las periferias geográficas, ideológicas, religiosas, morales.

Misionar, evangelizar es comunicar la buena noticia del evangelio en lo que tiene de salvación, de sentido de la vida, de horizonte.

Sin embargo el Evangelio es amable, sanante, salvífico para nuestra vida.

El habitat evangélico y eclesial es “un hospital de campaña tras una batalla. Lo que la Iglesia necesita con urgencia es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones”.

Misionar es transmitir algo bueno, NO MANTENER EL ORDEN PÚBLICO.

02. MISIONAR NO ES ADOCTRINAR (NI A LOS DE LEJOS NI A LOS DE CERCA)
Todavía perviven entre nosotros, en nuestras tramoyas eclesiásticas modos y maneras doctrinarias.

¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. , decía el papa Francisco

Evangelizar es ante todo, curar heridas. Si un misionero diera una conferencia en Guinea Ecuatorial o en Senegal sobre lo pernicioso que es el colesterol, tendría “toda la razón” del mundo, pero sería algo perfectamente insensato. ¡Pero no ves que los niños y la gente se está muriendo de hambre, de malaria y de pena!

¿Para qué tanta precisión teorizante, tanto “filioque” si la gente entre nosotros no tiene ganas de vivir, se suicida, sufre angustia, está en paro, etc.?

59134015c7ff3_evangeliogLos ministros de la Iglesia deben ser, ante todo, ministros de misericordia … a las personas hay que acompañarlas, las heridas necesitan curación … ¿Cómo estamos tratando al pueblo de Dios? Los ministros de la Iglesia tienen que ser misericordiosos, hacerse cargo de las personas, acompañándolas como el buen samaritano que lava, limpia y consuela a su prójimo. Dios es más grande que el pecado.
Volvamos al Evangelio. Sintamos el alivio, la misericordia de Dios en nuestro interior.

A lo mejor a alguien le pueda parecer heterodoxa la expresión, pero hay ocasiones y situaciones en las que nos hace bien echar mano del Evangelio: si lo eclesiástico te ha hecho daño, el Evangelio te aliviará. En nuestro contexto eclesiástico van colocando obispos doctrinarios, pero no bondadosos, ni que transmitan bondad, ni evangelio. Estos modos eclesiásticos cansan mucho en la vida… Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviare. (Mt 11,28).

03. SER MISIONERO NO ES MANTENER EL “ORDEN PÚBLICO”.

Llama la atención y alivia las frecuentes alusiones que el papa Francisco hace al Evangelio de misericordia, a ser misericordiosos. El evangelio solamente será tal si es bondad y amabilidad.

Ser misionero, catequista, servir en la Iglesia no es mantener el “orden público”, sino transmitir la bondad de Dios.

Los ministros del Evangelio deben ser personas capaces de caldear el corazón de las personas, de caminar con ellas en la noche, de saber dialogar e incluso descender a su noche … El pueblo de Dios necesita pastores y no funcionarios “clérigos de despacho”.

Yo no sé si hacen falta funcionarios en las curias y en los entramados episcopales (más bien creo que no o desde luego no más que lo que un funcionario significa en la Kutxa), lo que sí hace falta es evangelio, el evangelio de la misericordia. Y en el cristianismo, para sentirse querido “no hay que pasar por ventanilla”.

En nuestra propia diócesis de San Sebastián se están nombrando, –“a veces de aquél modo-” funcionarios episcopales no tanto para anunciar la bondad y el alivio del evangelio, sino para mantener el orden público.

Posiblemente a muchos de nosotros, el momento actual de Francisco nos ayude a recuperar el Evangelio de JesuCristo.

Allá por loa años conciliares-postconciliares, 1962-1978 vivimos una esperanza llena de ilusión, incluso de euforia: un pequeño Pentecostés. Era una esperanza alegre y entusiasmada. Hoy también hemos de mantener la esperanza, quizás ya no alborozada, pero sí una esperanza humilde, sencilla, audaz.

04. NOSOTROS NECESITAMOS SER EVANGELIZADOS.

29029504-pol-tica-mapa-del-mundo-sobre-fondo-azul-marino-con-todos-los-estados-etiquetados-y-seleccionar-la-eHace cincuenta años, más o menos, “no había un lugar del mundo” en el que no hubiera un misionero de nuestras diócesis.
Hoy en día somos nosotros los que hemos de ser evangelizados.

San Pablo en la carta a los Romanos (10,14-15) tiene un texto que parece estuviera escrito para nosotros:
¿cómo van a invocar a Dios, si no han creído en él? ¿Y cómo van a creer, si no han oído hablar de él? ¿Y cómo van a oír, si nadie les anuncia el mensaje? ¿Y cómo van a anunciarlo, si no hay quien los envíe? Como dice la Escritura: “¡Qué hermosa es la llegada de los que traen buenas noticias!”

¿Cómo vamos a ser creyentes y disfrutar del evangelio, si no hemos oído hablar del evangelio, aunque hayamos oído hablar de la doctrina religiosa? ¿Cómo vamos anunciar la bondad que desconocemos? Ya ni nuestra misma Iglesia diocesana transmite bondad.

QUÉ HERMOSO ES ANUNCIAR LAS BUENAS NOTICIAS DE LA VIDA, DEL SEÑOR
ID POR TODO EL MUNDO Y PREDICAD EL EVANGELIO DE LA BONDAD DE DIOS

 

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Bastan dos o tres…

Miércoles, 6 de septiembre de 2017
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Del blog de la Communion Béthanie:

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El Cristo de gloria está presente bajo las especies de toda humanidad, más especialmente bajo las del pobre y del pequeño: todo hombre es un Cristo en gestación.

Pero la liturgia es el lugar privilegiado donde esta gestación se acoge, se mantiene, nace día tras día. El lugar también donde se realiza no sólo para quienes consienten en ello, sino también para la multitud que ignora que su grito es dolor de parto. La oración de los salmos que nos es confiada expresa esta realidad de Iglesia: bastan dos o tres para cantarlos en Su Nombre, y el Cristo Total está allí en todos sus miembros en los que estos salmos recapitulan los gritos yel rostro.

*

Christian de Chergé,
prior de los monjes de Tibhirine
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***

Cómo no pensar, durante estos días de vacaciones, en las personas que sufren en su alma, en su cuerpo, que sufren en soledad…

A todas y todos deseamos ofrecer la paz y el bien.

Deseamos estar cerca de ti, el reflejo humilde de esta palabra quel hermano Roger de Taizé pone en los labios de Dios:

“Cuando estés en lo más duro de la prueba, te sostengo en tu desesperación… Y estoy también en las profundidades de la esperanza “.

***

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Gaspar Romero: “Mi hermano Óscar…”

Lunes, 21 de agosto de 2017
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gaspar-y-foto-romero-5-anosGaspar Romero (foto El Faro). En el recuadro, la madre Guadalupe con Oscar Arnulfo, Zaida, Rómulo y el mayor, Gustavo

“Su pecado fue defender a los pobres, pedir justicia”

“Fue el Papa quien sacó el proceso de beatificación del pantano en el que se encontraba” 

Cardenal Ezzati: “Monseñor Romero comprendió el dolor de los más pobres como su camino”

“MI HERMANO OSCAR…”. Entrevista a Gaspar Romero: “El 15 de agosto, día de su cumpleaños y Asunción de María, recuerdo perfectamente que mi madre me dijo que él llegaría alto” 

(Alver Metalli. Tierras de América).- A las diez de la mañana la temperatura ya llega a 30 grados. Navidad con 40º no es algo raro en estas latitudes, donde los árboles navideños no conocen los copos de nieve. No lo es para Gaspar Romero, que se defiende del calor sentado junto a la puerta de una sala que da al patio, lleno de plantas verde intenso.

Es el menor de los siete hermanos nacidos del matrimonio de Santos Romero y Guadalupe Galdámez, y lo separan doce años del segundo, el famoso Óscar Arnulfo. Es jovial y lúcido, con sus 87 años. Le informo sobre el encuentro que acabo de tener con el sacerdote Rafael Urrutia, quien estuvo a cargo de la causa de beatificación de su hermano Óscar, y la noticia de que la documentación sobre un cuarto milagro, por el que tal vez sea reconocido como santo, acaba de ser enviada a Roma para que la examinen los miembros de la congregación vaticana encargada del tema.

Los otros dos casos de presuntas curaciones inexplicables, la de un ecuatoriano y la de un mexicano, están siendo estudiados pero todavía en El Salvador. Gaspar Romero escucha con atención, visiblemente interesado. Después de asimilar las noticias que le estoy transmitiendo, me pregunta si estuve en la cripta de monseñor Romero, en el subsuelo de la catedral metropolitana. Me recomienda que vaya y observe con atención una pintura “muy bonita” de un doctor Usulutan, quien agradece al beato Romero por un milagro recibido.

“A mí personalmente me han contado muchas curaciones y gracias recibidas por muchos fieles, pero que no tienen base científica, y que hay muchas personas que por intercesión de monseñor han recobrado la salud o encontrado trabajo…”.

Le muestro una foto tomada del sitio salvadoreño Supermartyrio. En la imagen, desteñida por el tiempo, se ve a la madre, Guadalupe Galdámez de Romero, con largos cabellos oscuros, y sus hijos. Óscar Arnulfo acurrucado en el borde de una silla junto con Zaida, Rómulo en los brazos de su madre y el mayor, Gustavo, de pie a su lado. La fotografía – explica el sitio que la publicó por primera vez – fue tomada el 21 de noviembre de 1922, cuando Óscar Arnulfo tenía cinco años y es, a todos los efectos, la imagen más antigua de Romero niño que se conoce.

-Pero usted no está en la foto.

Gaspar Romero la toma con la punta de los dedos, como si fuera una hostia.

“Vine después”, dice sonriendo. “Los de esta foto murieron todos”.

Los únicos que todavía viven son él y Tiberio Arnoldo Romero, radicado en San Miguel, el pueblo donde Óscar fue primero seminarista y luego obispo. “Yo vengo después que él. Mi hermana ya falleció”.

 

-¿Qué se siente o cómo se vive con un hermano casi santo?

oscar-y-hermanosGaspar Romero admite que nunca pensó que aquel hermano con el que creció pudiera llegar a ser santo. “Vivíamos juntos y veía su carácter…”. Se ve que busca la palabra apropiada para definirlo. “Diferente”, dice después en tono muy contenido. “Pero recuerdo una predicción de mi madre”, revela. Era el año 1942, Romero todavía se encontraba en Roma para completar su formación académica en la Pontificia Universidad Gregoriana. “Hablando con ella del cumpleaños de Óscar Arnulfo el 15 de agosto, día de la Asunción de María, recuerdo perfectamente que me dijo que llegaría muy arriba”.

No dice si pensaba en el cielo de los beatos o de los santos, y con pudor desvía la conversación sobre el Papa actual, al que no conoce personalmente sino “solo por correspondencia”, como aclara. Pero le gusta mucho. “Él fue quien sacó el proceso de beatificación del pantano en el que se encontraba. Sé que no progresaba por la oposición que había aquí entre nosotros”, en El Salvador. Da algunos nombres, unos bastante conocidos y otros menos. Le recuerdo que el Papa, después de la beatificación, dijo una expresión muy fuerte, de martirio sufrido incluso después de su muerte, un martirio “que continuó después de su asesinato” por las calumnias de “sus hermanos en el sacerdocio y en el episcopado”.

“Sí, efectivamente así fue, se lo escuché decir a él también los últimos días“, exclama Gaspar. “Su pecado fue defender a los pobres, pedir justicia para que no se cometieran prepotencias contra la gente pobre. Por eso la oligarquía lo hizo matar. Los diarios lo ultrajaban, los de este país, que son diarios de los ricos y dicen lo que los ricos piensan. Decían que era comunista, que era guerrillero, y la oligarquía salvadoreña mandó a Roma tres obispos, el de San Miguel, el de San Vicente y el de Santa Ana, para que lo denunciaran y para pedir que lo transfirieran. Monseñor lo supo y le disgustó mucho que tres hermanos en el episcopado hubieran ido a denunciarlo. Fue muy doloroso para él, porque eran algunos de los que él había ayudado”. Y agrega que “hoy también hay difamadores” en la Iglesia de El Salvador.

-¿Y conoce personas que hayan cambiado de opinión sobre monseñor Romero, que hayan sido críticas y hostiles y ahora piensen distinto?

“Si, y vinieron a verme. Me dijeron que lo lamentaban mucho y que estaban arrepentidas porque habían repetido cosas falsas sobre monseñor Romero. Piden perdón a Dios y a él por las ofensas que le hicieron”.

 

-Como ocurrió con Rutilio Grande antes que él..

“Cuando nombraron obispo a Romero, el padre Rutilio era director del seminario San José de la Montaña. Rutilio le pidió que lo trasladara a El Paisnal, donde había nacido. Allí adoctrinaba a la gente, les enseñaba que no se dejaran ultrajar por los patrones, que pidieran un trato justo y salarios decentes. Y eso provocó también su muerte: la extrema derecha lo mandó asesinar”.

-¿Qué significó aquello para su hermano?

“Cuando monseñor Romero supo que habían matado a Rutilio, fue allí. Llegó al lugar donde lo estaban velando, en el parque. Preguntó por qué no lo velaban en la iglesia y lo hizo llevar dentro. Permaneció toda lo noche junto al cuerpo de Rutilio. Allí comenzó también su amistad con los jesuitas (Rutilio Grande era jesuita, nda), que se habían distanciado de él y lo criticaban”.

-¿Es cierto que en aquel momento, delante del cadáver de Rutilio Grande, comienza – como dicen sus biógrafos – el cambio de Romero?

“Sì, allí comenzó en él una transformación. Le pidió al Presidente de la República, el doctor Carlos Humberto Romero, que se investigara el asesinato del padre Rutilio hasta identificar a los culpables. El Presidente le dijo que no sabía quiénes eran los responsables pero que haría investigar a fondo y en un mes tendría respuestas. Pero no fue así. Pasó el mes y como no había responsables seguros, monseñor Romero rompió con el gobierno”.

romero_01Lo que también tuvo consecuencias para su hermano menor. Gaspar Romero habló sobre eso en una entrevista al diario on line El Faro en agosto de 2011: «Yo tenía un cargo muy bueno en ANTEL (la empresa de telecomunicaciones nacional, nda), de jefe. Y de repente llegó la orden, recuerdo que fue un viernes: me pasaron a la portería, a trabajar de las 7 de la noche 7 de la mañana. Yo iba a preguntar el porqué, que qué había hecho, hasta pedí audiencia, pero nunca me la dieron. Entonces, yo cumplí y me fui a la portería. Cuando logré hablar con mi jefe, me lo confirmó: “Es por su hermano”».

En la misma entrevista Gaspar Romero habla de los días previos al asesinato de su hermano y de las consecuencias que él sufrió.

 

«Yo recibía también muchas amenazas anónimas en mi casa, desde malcriadezas y groserías hasta algunas muy finas, en las que me decían que querían mucho a mi hermano y que yo intercediera. El viernes antes de que lo mataran (a Monseñor Romero lo asesinaron un lunes) me llegó un anónimo que decía algo así: si mi hermano no desiste de sus homilías, las horas las tiene contadas, que lo iban a secuestrar y que yo se lo dijera. Era bien pulida, bien nítida. Entonces fui a verlo y me dijo: “No le hagás caso, botálo”».

Fue la última vez que habló con su hermano.

«No te preocupés, me dijo, y si me llega a pasar algo, vos vas a ser el primero de la familia en saberlo. Y fueron palabras proféticas, porque el 24 de marzo yo estaba trabajando cuando a las 6 y pico de la tarde me habló mi jefe y me dijo que fuera a la Policlínica, que habían herido a mi hermano. Yo ya sabía, verdad, y salí corriendo. Al llegar no me querían dejar entrar, pero me identifiqué. Como a las 10 entraron todos mis parientes, y ahí estuve toda la noche».

Las palabras más candentes llegan antes de la despedida. La temperatura también ha subido y está cerca de los 35 grados. Le refiero un diálogo con el canciller de la arquidiócesis de San Salvador, Rafael Urrutia, quien acompañó a monseñor Romero a los altares y ahora está haciendo lo mismo con Rutilio Grande.

-Me dijo que si hoy Romero estuviera vivo, diría las mismas cosas que decía en los años ’80…

“Yo le digo más: si hoy estuviera aquí, lo hubieran matado de nuevo. Porque él hubiera seguido defendiendo a los pobres de tantas injusticias, tanta miseria y tanta corrupción“.

Artículo publicado en Tierras de América y Vatican Insider el 24 de diciembre de 2016 con el título: NAVIDAD CON LOS ROMERO. Entrevista a Gaspar el menor de los siete hermanos del beato salvadoreño: “Si mi hermano estuviera aquí, lo hubiera matado de nuevo”

 

Fuente Tierras de América

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Domingo de Guzmán, un cristiano libre

Martes, 8 de agosto de 2017
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En la Fiesta de Santo Domingo de Guzmán, recordemos a este hombre providencial, amante de la pobreza y de la libertad en el compromiso…

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(imagen Saint Dominic of Guzman ora pro nobis by DCJBeeers)

 “¿Cómo podré yo seguir estudiando en pieles muertas, en pergaminos, cuando hermanos míos en carne viva se mueren de hambre?”

“Con los pies descalzos salgamos a predicar”.

“Si alguien enseña a los frailes que faltar a las observancias es pecado, yo mismo iré sin demora por los claustros raspando todas las reglas con su cuchillo”.

“El trigo amontonado se pudre”.

“Tened caridad, conservad la humildad, poseed la pobreza voluntaria”.

*

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“Domingo de Guzmán, varón compasivo”, por Martín Gelabert Ballester, OP

***

El primer modo de orar consistía en humillarse ante el altar como si Cristo, representado en él, estuviera allí real y personalmente, y no sólo a través del símbolo. Se comportaba así en conformidad al siguiente fragmento del libro de Judit: Te ha agradado siempre la oración de los mansos y humildes (Jdt 9,1 ó). Por la humildad obtuvo la cananea cuanto deseaba (Mt 15,21-28), y lo mismo el hijo pródigo (Le 15,11-32). También se inspiraba en estas palabras: Yo no soy digno de que entres en mi casa (Mt 8,8); Señor, ante ti me he humillado siempre (Sal 146,61). Y así, nuestro Padre, manteniendo el cuerpo erguido, inclinaba la cabeza y, mirando humildemente a Cristo, le reverenciaba con todo su ser, considerando su condición de siervo y la excelencia de Cristo. Enseñaba a hacerlo así a los frailes cuando pasaban delante del crucifijo, para que Cristo, humillado por nosotros hasta el extremo, nos viera humillados ante su majestad.

Mandaba también a los frailes que se humillaran de este modo ante el misterio de la Santísima Trinidad, cuando se cantara el Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. […]

Después de esto, santo Domingo, ante el altar de la iglesia o en la sala capitular, se volvía hacia el crucifijo, lo miraba con suma atención y se arrodillaba una y otra vez; hacía muchas genuflexiones, a veces, tras el rezo de completas y hasta la media noche, ora se levantaba, ora se arrodillaba, como hacía el apóstol Santiago, o el leproso del evangelio que decía, hincado de rodillas: Señor, si quieres, puedes curarme (Mt 8,2); o como Esteban, que, arrodillado, clamaba con fuerte voz: No les tengas en cuenta este pecado (Hcfi7,60). El padre santo Domingo tenía una gran confianza en l a misericordia de Dios, en favor suyo,  en bien de todos los pecadores y en el amparo de los frailes jóvenes que enviaba a predicar. […] Enseñaba a los frailes a orar de esta misma manera, más con el ejemplo que con las palabras.

*

I. Taurisano,
Il nove modi di pregare di san Dominico,
ASOP 1922, pp. 96ss.

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Coge tu cruz y sígueme…

Domingo, 2 de julio de 2017
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No te he negado

Por causa de Tú causa me destrozo
como un navío, viejo de aventura,
pero arbolando ya el joven gozo
de quien corona fiel la singladura.

Fiel, fiel…, es un decir. El tiempo dura
y el puerto todavía es un esbozo
entre las brumas de esta Edad oscura
que anega el mar en sangre y en sollozo.

Siempre esperé Tú paz. No Te he negado,
aunque negué el amor de muchos modos
y zozobré teniéndote a mi lado.

No pagaré mis deudas; no me cobres.
Si no he sabido hallarte siempre en todos,
nunca dejé de amarte en los más pobres.

*

Pedro Casaldáliga,
El Tiempo y la Espera, Sal Terrae 1986

***

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

“El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.”

*

Mateo 10,37-42

***

*

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Cerca de ti, Cristo Jesús

Jueves, 18 de agosto de 2016
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Del blog de la Communion Béthanie:

Vivamos el verano con el libro “15 días con el Hermano Roger de Taizé “ escrito por Sofía Laplane en la Editorial Ciudad Nueva: 

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Cerca de ti,  Cristo Jesús, se hace posible conocer a Dios, dejando pasar en nuestra propia vida lo poco que comprendemos del Evangelio. Y este poco es justo lo suficiente para avanzar día tras día. El caso es que jamás haces de nosotros viajeros, permanecemos toda la vida de los pobres de Cristo que, en toda sencillez, se disponen a confiar en el misterio de la fe.

 

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Durante el verano, vuestras hermanas y hermanos de Cristianos Gays rezan contigo y por tí. De hecho, nuestro deseo es vivir nuestra vida cotidiana, iluminados interiomente por medio de Jesucristo. Queremos estar cerca de los que pasan las pruebas.

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Domingo de Guzmán, un cristiano libre

Lunes, 8 de agosto de 2016
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En la Fiesta de Santo Domingo de Guzmán, recordemos a este hombre providencial, amante de la pobreza y de la libertad en el compromiso…

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 “¿Cómo podré yo seguir estudiando en pieles muertas, en pergaminos, cuando hermanos míos en carne viva se mueren de hambre?”

“Con los pies descalzos salgamos a predicar”.

“Si alguien enseña a los frailes que faltar a las observancias es pecado, yo mismo iré sin demora por los claustros raspando todas las reglas con su cuchillo”.

“El trigo amontonado se pudre”.

“Tened caridad, conservad la humildad, poseed la pobreza voluntaria”.

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“Domingo de Guzmán, varón compasivo”, por Martín Gelabert Ballester, OP

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“La Iglesia: de la lucha contra el sufrimiento de los pobres y excluidos, al establecimiento y potenciación de la propia autoridad”, por José Mª Castillo

Viernes, 1 de julio de 2016
Comentarios desactivados en “La Iglesia: de la lucha contra el sufrimiento de los pobres y excluidos, al establecimiento y potenciación de la propia autoridad”, por José Mª Castillo

apostasiaDe su blog Teología sin censura:

Se suele decir (y es verdad) que la Religión Cristiana tiene su origen en Jesús de Nazaret. Como también suele decir (y también es verdad) que la Iglesia tuvo sus comienzos en la vida y las enseñanzas de Jesús. Pero tan cierto, como lo que acabo de decir, es que ni Jesús fundó (o instituyó) una Religión, ni fundó (o instituyó) una Iglesia. ¿Cómo iba a fundar una religión un hombre que provocó un conflicto mortal con los dirigentes de la religión, con el templo, con los sacerdotes, los rituales y normas que la religión imponía a la gente, de forma que todo aquello terminó en la condena de Jesús como un delincuente subversivo? Y por lo que se refiere a la Iglesia, ni siquiera el concilio Vaticano II se atrevió a decir que Jesús fue su “fundador”, sino que se limitó a indicar que la Iglesia tuvo su origen en la predicación de Jesús sobre el Reino de Dios (LG 5, 1). Por supuesto, san Pablo les puso el nombre de “iglesias” a las “asambleas” que él fue organizando en sus viajes apostólicos. Pero sabemos que Pablo fue un judío de cultura griega, en la que el término “ekklesía” designaba la asamblea de los ciudadanos libres, que se reunían para votar democráticamente las decisiones importantes.

Entonces, ¿qué es lo que nos dejó Jesús a quienes creemos en él y, por tanto, pensamos que su legado es importante, incluso determinante y hasta decisivo? Leyendo y analizando a fondo los evangelios, lo que en ellos queda patente es que Jesús fue un profeta, que trasmitió a su posteridad un proyecto de vida, una forma de estar y de actuar en este mundo. Un proyecto de vida que se lleva a la práctica a partir de lo que fueron las tres preocupaciones fundamentales que vivió el propio Jesús: 1) La salud (relatos de “curaciones de enfermos”). 2) La alimentación (relatos de “comensalía”, la mesa compartida). 3) Las relaciones humanas (enseñanzas sobre la “felicidad, misericordia, justicia, perdón, amor…). Este “proyecto de vida”, en el lenguaje y en la teología del Evangelio, se resume y se condensa en el “seguimiento” de Jesús. De forma que la cristología se constituye primordialmente, no desde determinados dogmas y saberes, sino a partir del seguimiento de Jesús.

Pues bien, si lo que acabo de indicar fue constitutivo y determinante en los orígenes del cristianismo, en seguida se comprende – y se comprende sin dificultad – cómo y por qué la Iglesia encontró acogida en la Antigüedad o, por el contrario, cómo y por qué la Iglesia encuentra indiferencia y hasta rechazo en la Modernidad.

Quiero decir que, en los primeros siglos de su historia, cuando la Iglesia se fue organizando y se hizo presente en la sociedad de forma que lo central y determinante de su vida fue la lucha contra el sufrimiento y la acogida de toda clase de gentes marginadas, excluidas y despreciadas, fue entonces cuando la Iglesia se expandió por todo el Imperio, hasta llegar a ser la institución central y más valorada en aquellos tiempos. Como bien ha explicado el profesor E. R. Dodds, cuando el Imperio vivió una auténtica “época de angustia” (desde mediados del s. II hasta el s. IV), “la Iglesia ofrecía todo lo necesario para constituir una especie de seguridad social: cuidaba de huérfanos y viudas, atendía a los ancianos, a los incapacitados y a los que carecían de medios de vida…”. Y añade el mismo Dodds: “Debieron ser muchos los que se sintieron desamparados: los bárbaros urbanizados, los campesinos llegados a las ciudades en busca de trabajo, los soldados licenciados, los rentistas arruinados por la inflación y los esclavos manumitidos. Para todas estas gentes, el entrar a formar parte de la comunidad cristiana debía de ser el único medio de conservar el respeto hacia sí mismos y dar a la propia vida algún sentido. Dentro de la comunidad se experimentaba el calor humano y se tenía la prueba de que alguien se interesa por nosotros, en este mundo y en el otro”.

Con el paso de los tiempos, el centro de las preocupaciones de la Iglesia se fue desplazando: de la lucha contra el sufrimiento de los pobres y excluidos, al establecimiento y potenciación de la propia autoridad. Lo que desembocó en el desplazamiento del Evangelio de Jesús a la religión de los sacerdotes. Lo central en la Iglesia dejó de ser el “seguimiento” evangélico. Y lo fue, desde entonces, el “poder” eclesiástico, que antepone – en la práctica – la sumisión de los fieles a la solidaridad con los pobres, marginados y excluidos.

Así las cosas, mientras la religión fue un componente central de la cultura y la sociedad, la Iglesia se vio a sí misma como fiel a la misión que tenía que cumplir en este mundo. Hasta que, en el s. XVIII, la Ilustración puso en evidencia las contradicciones que la Modernidad encuentra en el hecho religioso. Contradicciones que, en los siglos XIX y XX, han tomado fuerza y presencia en la mentalidad de los ciudadanos de la moderna “cultura secular”. Lo que nos ha traído a la desconcertante situación que estamos viviendo. Si nos empeñamos en seguir intentando armonizar – y hasta identificar – “religión” y “Evangelio”, ni la mayoría de los ciudadanos pone en práctica la religión, ni la gente religiosa acaba de entender el Evangelio viviendo el seguimiento de Jesús. Como es lógico e inevitable, en estas condiciones, el presente y el futuro de la Iglesia se nos hace cada día más problemático. ¿Seguiremos afincados en nuestra tradicional religiosidad o nos decidiremos por la fidelidad definitiva al seguimiento de Jesús?

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Simone Weil, Pensamiento Social y Ética desde la Espiritualidad de la Justicia

Martes, 5 de abril de 2016
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simone-weil2Del blog de Agustín Ortega:

Ciencia desde los crucificados de la historia

Una buscadora incansable de la verdad, de la belleza y del bien

Este testimonio espiritual de Simone Weil bebe del pozo de la fe cristiana, de Jesús Pobre y Crucificado en solidaridad liberadora con los esclavos u oprimidos de la tierra

(Agustín Ortega).- Simone Weil (SW) nace en 1.909 en París y muere prematuramente a los 34 años. Fue una pensadora, filosofa y profesora muy significativa, una persona comprometida y entregada. En SW, pensamiento y experiencia-acción son inseparables. Para ella, su vida y obra o pensamiento fueron un don o regalo inmerecido que, advertía, se podía frustrar con una existencia mediocre. SW pensaba y creía que la creación o el mundo es un don gratuito que se nos da y que nos vivifica, que satisface nuestras necesidades vitales y alimenta nuestras posibilidades.

La existencia y pensamiento de SW gira en torno al amor y com-pasión, a la solidaridad y compromiso radical (profundo) con el dolor y sufrimiento de la humanidad, con los más pobres y oprimidos. Por ejemplo, con los obrero/as explotados por el capitalismo industrial. Como se observa, de forma alternativa al relativismo y a la superficialidad que rige en buena medida hoy día, ella fue una buscadora incansable de la verdad, de la belleza y del bien que la entendía como un compromiso solidario por la justicia con los oprimidos. De forma similar a la teoría crítica, por ejemplo a Adorno, SW alienta una estética desde las víctimas de la historia que, más allá de las meras apariencias o formas superficiales, penetra en lo más hermoso y belleza profunda. Esto es, en la compasión, solidaridad y compromiso liberador con los explotados y pobres de la tierra.

Para SW, el pensamiento, la filosofía y el conocimiento (epistemología) se realizan: desde la experiencia, corporalidad, trabajo (manual) y servicio-acción o compromiso en el mundo, practicando el amor y el bien; desde el sufrimiento y la injusticia que padecen los más oprimidos y marginados. Este pensamiento o enfoque del conocimiento, sintoniza con lo mejor de la filosofía y de las ciencias sociales contemporáneas en este campo epistemológico. De ahí que en su existencia, SW realizara experiencias de enseñanza o formación en universidades populares y en ateneos con los obreros, experiencias de vida y trabajo en las fábricas. Para compartir la mísera vida y condiciones de los obreros, de los pobres, en una solidaridad radical (profunda).

Es la ciencia desde los crucificados de la historia– parafraseando a E. Stein-, que busca el bien, la justicia, no el poder y la fuerza, más actual que nunca. Su filosofía, pensamiento y la ciencia que proponía tiene, pues, un claro carácter ético-político que, mas allá de conocer y comprender la realidad, busca transformarla desde la verdad, la belleza y el bien o la justicia. Pretende una promoción liberadora de la injusticia con los explotados y excluidos.

De esta forma, para realizar adecuadamente esta ciencia y conocimiento, frente a todo idealismo e individualismo, tiene que desaparecer mi yo y dejar manifestarse a las cosas, a la realidad y su sentido, significado o trascendencia más profunda. En línea similar a como propuso también otra gran pensadora de nuestro tiempo, María Zambrano.

Este conocimiento o compresión de la realidad, se hace desde los polos o dialéctica de la fuerza y, su consecuencia, la miseria o sufrimiento. Una fuerza o dominación que, al ejercerse, transporta a esta realidad y a las personas a una realidad violenta y sin humanidad o vida, la cosifica. Y es que SW tiene una perspectiva humanizadora, ética-crítica de la realidad y de las ciencias humanas o sociales, muy significativa en la historia, teoría o metodología del pensamiento y ciencia social. Con una sensibilidad por el sufrimiento, que visibiliza la opresión e injusticia, fruto de la dominación y tiranía ejercidas por colectivos o estratos sociales. Es la conocida como estratificación social, con sus estructuras-sistémicas que oprimen y empobrecen a otros grupos o capas de la población, que son explotadas y marginadas.

SW nos propone una antropología dialéctica e integral, en donde la persona es, por una parte, abierta, solidaria y encarnada en el sufrimiento de los otros, de los más oprimidos, oponiéndose así al individualismo o liberalismo burgués-capitalista; y por otra, el ser humano es autónomo o independiente-crítico, en el sentido de que no deja que cualquier colectividad o sistema la quiera manipular u oprimir, frente a un colectivismo estatalista.

En el fondo de esta visión de la persona que no muestra SW, se encuentra lo más valioso de la antropología o ciencia social actual. Las cuales nos enseñan como la persona está en relación con los otros y dinamiza o transforma la comunidad y sociedad, lo contrario de lo que nos impone el neoliberalismo y el colectivismo. Y que la sociedad, con sus estructuras y sistemas, condiciona e influye en la persona, como tampoco acepta este individualismo neo-liberal. Es una inter-relación constante, permanente y transformadora entre persona y sociedad.

Su análisis y propuesta o pensamiento más social, uno de los más importante de nuestra época tal como ha observado A. Camus, se basa en identificar la especialización, la separación o primado de lo técnico-instrumental o deshumanización frente al trabajo manual o humano, como raíz de la opresión social. Un diagnostico de lo peor de la modernidad, en el que coincide, desde diferentes posiciones, con Weber, Ortega o la Escuela de Frankfurt.. En este sentido, SW propone este trabajo manual o humano, a las personas, como centro de la realidad y vida social. Una alternativa de sociedad basada en la libertad e igualdad o justicia para todos, desde la amistad. En línea parecida a lo que propuso I. Ellacuría, frente a la civilización del capital y de la riqueza, la acumulación posesiva con derroche y sin freno, la civilización del trabajo y la pobreza, la humanización, austeridad o el compartir solidario.

SW pretende echar raíces sobre la realidad y sociedad. Ya que las personas y, en especial, los obreros, los oprimidos y excluidos se encuentran en una situación de desarraigo vital y social, les han sido arrancados o expropiados el fruto de su trabajo (bienes y recursos), su dignidad y vida. Un enraízamiento e implantación o religación con la realidad, como también nos enseñó a su modo X. Zubiri, que permita desarrollar al ser humano en todas sus posibilidades y capacidades, que posibilite soportar y resistir la expropiación o alienación a la que se ve sometido, por parte de las fuerzas o poderes.

Como se observa, con sus aciertos o luces y posibles límites, en la filosofía o pensamiento social y ético de SW, en su obra y vida, late el corazón de la mística y espiritualidad de la pobreza solidaria en la justicia liberadora con los pobres de la tierra; frente a los ídolos del poder y de la riqueza, del mercado y capital convertidos en falsos dioses. Este testimonio espiritual de SW bebe del pozo de la fe cristiana, de Jesús Pobre y Crucificado en solidaridad liberadora con los esclavos u oprimidos de la tierra. Y se inserta en toda la historia de la santidad, del amor de una iglesia pobre en justicia con los pobres que da vida, vida digna, plena, eterna…como asimismo está enseñando y testimoniando el Papa Francisco.

Fuente Religión Digital

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La urgencia de volver a la Iglesia de los pobres – Homilía de Jon Sobrino (Encuentro Pacto de las Catacumbas)

Martes, 24 de noviembre de 2015
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bajar-de-la-cruz-a-los-pobres-cristologa-de-la-liberacin-1-638Estos días hemos reflexionado sobre “el pacto de las catacumbas” que hace cincuenta años firmaron en este lugar alrededor de cuarenta obipos. Se comprometían personalmente a construir “una Iglesia pobre y servidora”. Asi estaban recogiendo el gran deseo de Juan XXIII:  que la Iglesia sea “una Iglesia de los pobres”. En el aula conciliar no prosperó la idea, pero el pacto de las catumbas se convirtió en el legado “secreto” del Vaticano II.

 Hoy, en esta eucaristía, ante Dios y reunidos como su pueblo, quisiéramos comprometernos en la construcion de esa Iglesia, que es la unica Iglesia de Jesus. Es la mejor manera, y en definitiva la única manera, de recordar el pacto de las catacumbas como es debido. Y de renovarlo con la urgencia necesaria.

Tras el pacto ha habido epocas de florecimiento eclesial, y es bueno recordarlo para tener aliento en épocas difíciles: si la gracia fue real, es que hoy tambien es posible. Y sigue habiendo un gran pecado, que nos urge a seguir siendo responsbles de erradicarlo y a estar dispuestos a correr riesgos. Pecado es en nuestros dias Lampedusa, los refugiados que buscan sobrevivir ante la eficaz indiferencia de Europa. Y pecado es la pederastia de sacerdotes y el carrerismo de altos eclesiásticos. Todo ello lo recuerda con vigor y rigor  el papa Francisco.

Pero es mas fructífero recordar la gracia. Es mas dificil porque nos exige mucho. Y es mas gozoso, porque, lo que ha ocurrido en estos cincuenta años sigue siendo una buena noticia. Ha ocurrido en mucho lugares, pero me comprenderán si me centro en el continente latinoamericano.

Ha habido obispos padres de la Iglesia, algunos de ellos mártires, Don Helder Camara, Angelelli, don Samuel Ruiz, Leonidas Proaño, Juan Gerardi. Ha habido, menos conocidas, madres de la Iglesia, laicas y religiosas, algunas de ellas mártires. En El Salvador María Julia Hernández, Marianella García Villa, Rufina Amaya, Silvia Arriola. Ha habido comunidades de base, así llamadas porque están a la base de la sociedad de  un mundo pobre, y comunidades indígenas que luchan por sus culturas. Ha habido seminarios y universidades que enseñan y promueven la liberación de los oprimidos. Ha habido teología de la liberación y cercanía de iglesias hermanas. Ha habido muchos mártires, mucho amor y mucha entrega. Y la Iglesia se ha parecido un poco más a Jesús.

Al firmar el pacto de las catacumbas los obispos tuvieron sencillez, lucidez y decisión. Qusiera decir ahora lo que, en lo personal, mas me ha impactado de lo que ayudaron a generar una corriente episcopal.

1. El nosotros del pacto fue recogido en Medellín.

En el pacto de las catacumbas los obispos hablaron muy personalmente. No hablaron para enseñar a los fieles, sino para hablar unos a otros. Llegaron a formar un “nosotros” existencial. Y generaron una importante corriente eclesial.

Tres años despues en Medellin los obispos dijeron. “Un sordo clamor brota de millones de hombres, pidiendo a sus pastores –pidiéndonos- una liberación que no les llega de ninguna parte (n. 2). Y añaden lo que no se suele decir: “Llega también hasta nosotros las quejas de que la Jerarquía, el clero, los religiosos, son ricos y aliados de los ricos” (n. 2). Aclaran que a veces se confunde la apariencia con la realidad, pero reconocen que hay cosas que han contribuido a crear la imagen de una Iglesia institucional rica: los grandes edificios, las casas de párrocos y religiosos, cuando son superiores a las del barrio en que viven; los vehículos propios, a veces lujosos; la manera de vestir heredada de otras épocas…

Esclarecidas las exageraciones, y hablando en primera persona los obispos reconocen lo que de verdad hay en las quejas. “En el contexto de pobreza y aun miseria en que vive la gran mayoría del pueblo latinoamericano, los obispos, sacerdotes y religiosos tenemos lo necesario para la vida y una cierta seguridad, mientras los pobres carecen de lo indispensable y se debaten entre la angustia y la incertidumbre” (n. 3).

Reconocen el distanciamiento y desinterés que los pobres resienten. “No faltan casos en que los pobres sienten que sus obispos, o sus párrocos y religiosos, no se identifican realmente con ellos, con sus problemas y angustias, que no siempre apoyan a los que trabajan con ellos o abogan por su suerte” (n.  3). Resuena el papa Francisco.

Estas palabras pensadas y detalladas muestran que los obispos tomaron en serio existencialmente, como personas  y como grupo, el clamor de los pobres.

Y tambien lo presupone las palabras iniciales de Medellin. “Existen muchos estudios sobre la situación del hombre latinoamericano. En todos ellos se describe la miseria que margina a grandes grupos humanos. Esa miseria, como hecho colectivo, es una injusticia que clama al cielo” (n.1).

El texto es de suma importancia. Al ponerlo al comienzo de todo el documento los obispos confiesan lo que está en su mente y en su corazón. Y llama poderosamente la atención que, siendo un texto escrito por obispos, creyentes en Dios, amantes de Jesucristo y servidores en la Iglesia, sus primeras palabras no sean palabras religiosas, ni bíblicas, ni dogmáticas. Son palabras sobre la realidad de este mundo; más en directo, sobre su pecado. Mencionan a quienes lo sufren, y, por implicación, a quienes lo cometen. El pecado mayor es la “injusticia”. Las palabras “clama al cielo” pueden ser el equivalente al término español “desorbitante”, pero también se pueden entender como en Éxodo 3, 9: “El clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí”, dice Yahvé.

2. Mons. Romero fue fiel a  los pobres hasta el martirio

El cambio de Monseñor se debió sustancialmente al asesinato de Rutilio Gande  el 12 de marzo de 1977 en Aguilares. Es bien conocido. Ahora quiero recordar su total cercanía a pobres, empobrecidos y víctimas.

El 19 de junio de 1977 Monseñor  volvió a Aguilares, cuando el ejército salió del pueblo tras un mes de haberlo ocupado y haber asesinado alrededor de cien campesinos. Recuerdo perfectamente como comenzó su homilía: “A mí me toca ir recogiendo cadáveres”. Fue duro con los criminales y les recordó las palabras de la Escritura:  ”Quien a hierro mata, a hierro muere”. En el ofertorio presentó a Dios a las cuatro religiosas que se había ofrecido a sustituir a los sacerdotes expulsados de Aguilares. Y a los campesinos que, atemorizados, no habían ido al templo, pero que podían escuchar sus palabras a traves de altavoces les dijo: “Ustedes son la imagen del Divino Traspasado… [Este pueblo] es la imagen de todos los pueblos que, como Aguilares, serán atravesados, serán ultrajados”(1) .

Monseñor preparaba sus homilías pensando en el pueblo sufriente. Así lo dijo en su última homilía dominical, la víspera de ser asesinado: “Le pido al Señor durante la semana, mientras voy recogiendo el clamor del pueblo y el dolor de tanto crimen, la ignominia de tanta violencia, que me dé la palabra oportuna para consolar, para denunciar, para llamar al arrepentimiento, y, aunque siga siendo una voz que clama en el desierto, sé que la iglesia está haciendo el esfuerzo por cumplir su misión” (2) .

Y con ese pueblo se comprometió hasta el final. “Quiero asegurarles a ustedes, y les pido oraciones para ser fiel a esta promesa, que no abandonaré a mi pueblo, sino que correré con él todos los riesgos que mi ministerio me exige”(3) .

Monseñor tomó en serio la construcción de una iglesia, la relacionó con el pueblo crucificado. La Iglesia de Jesús es una Iglesia perseguida. En un arrebato evangélico dijo: “Me alegro, hermanos, de que nuestra Iglesia sea perseguida, precisamente por su opción preferencial por los pobres y por tratar de encarnarse en el interés de los pobres”(4) . Y en un arrebato mayor confesó: “Sería triste que, en una patria donde se está asesinando tan horrorosamente, no contáramos entre las víctimas también a los sacerdotes. Son el testimonio de una Iglesia encarnada en los problemas de su pueblo”(5) .

Monseñor fue un hombre feliz. En 1979 le dijo al comienzo de la homilia al director de una delegación de Iglesias hermanas de Estados Unidos: “Quiero que a su regreso exprese simplemente lo que ha visto y oído, y lleve el testimonio de que con este pueblo no cuesta ser buen pastor; es un pueblo que empuja a su servicio… Más que un servicio… significa para mí un deber que me llena de satisfacción”(6) .

En el funeral que celebramos en la UCA su poco despues del asesinato Ellacuria dijo en su homilia: “Con Monseñor Romero Dios pasó por El Salvador”.

 3. Otro 16 de noviembre, en 1989, en El Salvador fueron asesinados seis jesuitas y dos trabajadoras de la UCA.

Despues de Medellín no solo Monseñor Romero fue asesinado. Ya he mencionado al principio los nombres de hombres y mujeres mártires. Tambien hubo niños y ancianos. Permìtaseme recordar ahora a mis compañeros asesinados hace 26 años. Me han hecho pensar sobre lo que es el cristianismo, la Iglesia y la universidad. Por ser jesuitas su recuerdo puede ayudar a los religiosos y religiosas. Y por trabajar en una univesidad puede ayudar a laicos y laicas.

Iluminan el cristianismo porque reprodujeron en forma real, no intencional o devocional, la vida de Jesús. Su mirada se dirigió a los pobres reales, los que no dan la vida por supuesto y viven  y mueren sometidos a la opresión del hambre, la injusticia, el desprecio, y a la represión de torturas, desaparecimientos, asesinatos, muchas veces con gran crueldad. Se movieron a compasión e “hicieron milagros”, poniendo ciencia, talentos, tiempo y descanso, al servicio de la verdad y de la justicia. Y “expulsaron demonios”. Ciertamente lucharon contra los demonios de fuera, los opresores, oligarcas, gobiernos, fuerzas armadas, y de esos defendieron a los pobres. No les faltaron modelos, Rutilio Grande y Monseñor Romero. Y fueron fieles hasta el final, en medio de bombas y amenazas, con misericordia consecuente. Murieron como Jesús, y han engrosado una nube de testigos, cristianos, sacerdotes, religiosos, también agnósticos, que han dado su vida por la justicia. Estos son los “mártires jesuánicos”, referente esencial para los cristianos y para cualquiera que quiera vivir humana y decentemente en nuestro mundo.

Fueron fieles a su vocación, y actualizaron a San Ignacio. Su tarea fue bajar de la cruz al pueblo crucificado, la liberación de la opresión, especialmente la producida por causas estructurales, y elegir el camino de la civilización de la pobreza en contra de la civilización de la riqueza, acumuladora y deshumanizante.

En este contexto me parece oportuno recordar un hecho singular: los mártires de la UCA nunca discernieron si era voluntad de Dios quedarse en el país, con riesgos, amenazas y persecuciones, o salir del país. Creo que ni se les ocurrió. Actuaron “sin dubitar ni poder dubitar” (Ejercicios de san Ignacio n. 175). Si nos preguntamos “que movía y atraía la voluntad”, podemos decir que era “Dios nuestro Señor” comunicándose al alma. Pero creo  que conocemos las realidades históricas que no les ataban al pais: “el sufrimiento del pueblo”, ”la vergüenza que daba abandonar al pueblo”, “la fuerza cohesionante de la comunidad”, “el recuerdo enriquecedor de Monseñor Romero, de nueve sacerdotes y cinco religiosas asesinadas”, incluso el “haberse acostumbrado a la persecución”. Pienso que todo ello movía la voluntad e iluminaba las decisiones y el camino a seguir. Dios no actuaba a través de cualquier cosa, sino a traves de las que hemos mencionado.

El Padre Arrupe dijo de ellos que “éstos son los jesuitas que necesita hoy el mundo y la Iglesia. Hombres impulsados por el amor de Cristo, que sirvan a sus hermanos sin distinción de raza o de clase. Hombres que sepan identificarse con los que sufren, vivir con ellos hasta dar la vida en su ayuda. Hombres valientes que sepan defender los derechos humanos, hasta el sacrificio de la vida, si fuera necesario” (19 de marzo, 1977, una semana despues del asesinato de Rutilio Grande).

 Con los jesuitas murieron asesinadas dos mujeres: Julia Elba Ramos, 42 años, cocinera de una comunidad de jóvenes jesuitas, pobre, alegre e intuitiva, y trabajadora toda su vida. Y su hija Celina, 15 años, activa, estudiante y catequista; con su novio habían pensado comprometerse en diciembre de 1989. Se quedaron a dormir en la residencia de los jesuitas, pues allí se sentían más seguras. Pero la orden fue “no dejar testigos”. En las fotos se nota el intento de Julia Elba de defender a su hija con su propio cuerpo. Son el símbolo del pueblo crucificado, inocente e indefenso.

Una última reflexión creyente. De los mártires de la UCA, unos fueron más parecidos a Monseñor Romero, los jesuitas. Otros fueron más parecidos al pueblo crucificado, las dos mujeres. Mirándolos a todos ellos y ellas en su conjunto, podemos decir que con ellos y ellas Jesús y su Dios pasaron por este mundo cargando con la cruz. Pero también hay que decir que, contra toda apariencia, en ellos y ellas pasó el Dios de la salvación. Así lo escribió el P. Ellacuría con rigor científico. Por mi parte escrito: “fuera de los pobres -y de las víctimas- no hay salvación”.

 4. Los mártires traen salvación

Hemos recordado a mártires. Su vida y su muerte son de gran dureza, y por eso mis palabras pueden sonar fuertes. Pero también es verdad que a ellos se dirigen las bienaventuranzas de Jesús. Y que para nosotros son -pueden ser- una bendición: nos animan a entregarnos a los demás y a tener esperanza, ánimo que no se encuentra, con esa fuerza, en ninguna otra parte, ni en la liturgia ni en la actividad de la academia.

Los seis jesuitas de la UCA cargan con nosotros y nos llevan en su fe, Julia Elba y Celina nos llevan en la suya, pero de manera distinta. Yo al menos, no puedo entrar en su misterio. Pero Dios sí lo conoce y ellas -Dios sabe cómo- nos llevan a Dios.

Y contra toda ciencia y prudencia, los mártires generan esperanza. Miles de campesinos pobres, con familiares muertos, se juntan la víspera del 16 de noviembre en la UCA para celebrar unos con otros, rezar y cantar. Jürgen Moltmann lo teorizo muy bien hace unos años: “no toda vida es ocasión de esperanza, pero sí lo es la vida de Jesús, quien, por amor, tomó sobre sí la cruz”.

Para terminar quiero agradecer al Papa Francisco que  se ha estado moviendo de nuevo en las catacumbas. A su modo, con humor y sencillez, con dureza y con cariño. Quiere reformar la Iglesia. Ayudémosle, no solo aplaudamos.

A Monsenor Luigi Bettazzi un gran abrazo. Y el agradecimiento de los salvadoreños a quienes nos ayudo en los años dificiles.

   Y a los mártires, que descansen en paz. Que su paz nos transmita a los vivos la esperanza, y que su recuerdo no nos deje descansar en paz.

Homilia de Jon Sobrino en el marco del encuentro celebrando los 50 años del Pacto de las Catacumbas realizado en Roma noviembre 2015

Fuente Amerindia

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El problema no son los que se van, sino (también) los se quedan

Lunes, 24 de agosto de 2015
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B86HQu4IEAABLeDDel blog de Xabier Pikaza:

El evangelio de hoy (23.8.5) dice que, al escuchar la propuesta de Jesús en Cafarnaum, algunos se marcharon, dejaron de seguirle.

Les parecía quizá que el listón de Jesús era demasiado alto (o estaba mal colocado).

Otros se quedaron, posiblemente sin demasiado convencimiento; eran Pedro y los doce. Jesús les dice: ¿No os vais? Y ellos responden ¿Dónde vamos a ir, tú tienes palabras de vida eterna?

No parece que esa respuesta de Pedro y los Doce, tal la transmite el evangelio de Juan, sea simplemente irónica (como algunos exegetas han pensado). Pero, en esa línea, quien conozca este evangelio de Juan sabe que ella no es demasiado clara, pues Juan acepta la tarea de los Doce, pero sabe que hay Alguien más importante que esos Doce, el verdadero transmisor del mensaje de Jesús, que es el Discípulo Amado. Pues bien, como iré destacando esta postal, la revelación de Dios en Jesús, tal como la encarna el Discípulo amado, está unida a la mediación de Dios en los pobres y excluidos de la tierra.

Ésta es la única vez en que Juan habla de los Doce como Iglesia instituida; en todo el resto del evangelio muestra cierto recelo por ella. Desde aquí se entiende un comentario a la postal de ayer:

El principal enemigo del evangelio está en casa, o sea, en la iglesia que tiene miedo de Jesús… (Según ese comentario de F., el problema no sería el de aquellos que se van, sino el de aquellos que se quedan,traicionando el espíritu de Jesús).

El problema no es simple, y pueden darse diversas posibilidades:

— Algunos se van porque han conocido bien a Jesús… y no quieren seguirle, pero otros se van sin haberle conocido (sin que nosotros, los cristianos, hayamos mostrado de verdad su rostro).

— Otros se van porque el camino de su Iglesia, representada por los Doce que han quedado como dirigentes de ella se les hace estrecho e incluso equivocado.

— Unos se quedan en la Iglesia, pero sería mejor que se marcharan, y cuanto antes, porque desfiguran el rostro de Cristo en ella, buscando en el fondo su comodidad sus intereses.

— Otros se quedan, y está bien, pero deberían (deberíamos) cambiar mucho mucho, en línea de evangelio, para ser testigos de Jesús a quien dicen invocar y seguir.

— Hay, finalmente, otros que reflejan bien el rostro de Jesús…

En ese contexto, antes de ofrecer mi reflexión, quiero introducir yadaptar la cita famosa, de uno de los cristianos más significativos del siglo XIX:

La religión (=iglesia) contemporánea es una cosa bastante lamentable. La religión, entendida como principio rector, como centro de gravedad espiritual, no existe en modo alguno, y en su lugar hallamos la denominada religiosidad, un estado de ánimo particular, un gusto particular: unos gustan de ella, otros no, de la misma manera que hay quien ama la música y quien no… En lugar de ser todo de todo, la religión (Iglesia) se esconde en un pequeño y apartado rincón de nuestro mundo interior, aparece como uno más entre la multitud de intereses diversos que se reparten nuestra atención (V. Soloviev, Teohumanidad, Sígueme, Salamanca 2006, 18. Original del 1878).

En este contexto quiero reflexionar sobre la “unidad” de la iglesia, sobre aquellos que se van y sobre aquellos que se quedan.

Pedro respondió: ¿Dónde iremos…?

Pedro ha sido y sigue siendo un garante privilegiado de la unidad cristiana y en él se han vinculado de algún modo los judeo-cristianos y los pagano-cristianos, los de Pablo y los del Discípulo amado e, incluso, los de Santiago, el hermano del Señor. Pero no todos quedaron con él, no todos entendieron ni entienden a Jesús en la línea de Pedro. Por eso, desde la perspectiva de Mt 25, 31-46 y del conjunto del NT quiero poner a su lado (junto a Pedro) otra “piedra” de unidad eclesial, que es el mismo Cristo y su evangelio,dirigido a todos los pobres y excluidos del mundo.

En ese sentido, antes que la roca de Pedro está la roca de los pobres y de los aplastados por la vida y sociedad; ellos han sido primeros representantes de Jesús, ellos han de seguir siendo principio y fuente de unidad cristiana y humana, según el testimonio más antiguo de los evangelios, incluido el de Mateo. Así lo he puesto de relieve en mi libro sobre Pedro.

En esa línea debemos citar la Gran Oración de Jn 17, que es ya oración pascual (de Jesús resucitado) a favor de las iglesias divididas, en grupos petrinos, paulinos, juaninos y más juaninos, grupos de gnósticos y no gnósticos… Así completamos la ruptura del final de Jn 6 (Cafarnaum) con la llamada a la Unidad propia del Testamento de Juan (Jn 17(.

Allá, hacia el año 110 d. C., la herencia de Jesús corre el riesgo de dividirse y romperse, como su túnica bajo la cruz. En ese momento, el evangelio de Juan (Jn 21) pide también a Pedro que sea foco de unidad, vinculándose al Discípulo Amado (y viceversa).

De las divisiones de la Iglesia primitiva y de la unidad que se va formando en torno a Pedro (según los evanvelios de Mateo y de Juan) tendremos que seguir hablando. Pero como he dicho, antes de eso, en la misma vida de Jesús, tal como ha sido evocada por lo sinópticos, se ha planteado el problema de la unidad entre los hombres en general, entre los pobres y los ricos, los itinerantes y los sedentarios, los expulsados de la sociedad y los dueños de ellas. De esa unidad primaria queremos seguir hablando aquí.


La roca de los pobres

El grupo de Jesús se inicia a partir de los expulsados y/o marginados del nuevo des-orden social que se extiende en Galilea, especialmente entre aquellos que no caben en las estructuras de poder que triunfan desde las ciudades que ahora imponen su dominio (su ley comercial y social). Es como si ahora los portadores del movimiento de Jesús no fueran ya, en primer lugar, el papa, los obispos y los representantes de la sociedad establecida, sino los separados y alejados de ella: emigrantes e ilegales, pobres, rechazados, de la tierra.

Jesús ha rechazado aquel modelo de de sociedad de imposición ha invertido el orden normal de las instituciones: no quiere formar grupos de dominio, desde arriba, sino un movimiento de creatividad social (de comunicación humana) desde los más pobres. Por eso empieza ofreciendo salud a los enfermos e identidad humana a los posesos y enfermos (es decir, a las víctimas del sistema). Sin ese descubrimiento práctico del valor de los expulsados y oprimidos que debían ser (y son) hijos privilegiados de Dios no se puede hablar de un pueblo del Reino. Jesús empieza acogiendo y ayudando a los que hoy llamaríamos “itinerantes”, a los que no tienen casa, ni familia..

En este contexto podemos hablar de una nueva hipótesis (o descubrimiento) de Jesús, que puede compararse de algún modo con las “hipótesis” de la ciencia.

Cuando un “sistema” científico deja de explicar unos fenómenos se vuelve necesaria una nueva hipótesis, una ley distinta, que pueda aplicarse en esos casos no-explicados. Pues bien, Jesús descubrió que el sistema social imperante (romano/galileo) no “funcionaba” de manera humana, pues debía expulsar a muchos pobres, dejándole sin tierra ni lugar en la sociedad. Por eso tuvo que elaborar una nueva “hipótesis social”, un camino y modelo de vida distinto, que fuera capaz de ofrecer una esperanza a los expulsados del sistema. Así podemos presentarle como “inventor de humanidad”. Pero él no inició su movimiento de cero, sino desde toda la experiencia de Israel (recogida en la Escritura), que viene a situarle y le sitúa en el camino de las promesas de Israel.

Jesús no ha sido un pauperista ni un purista

Ciertamente, en contra de algunas tendencias “pauperistas” de su tiempo o de tiempos posteriores, Jesús no rechaza a los propietarios (sedentarios), dueños de casas y campos, en quienes se expresaba el ideal agrícola israelita, según el cual cada familia posee su heredad y vive en armonía (pacto) con otras familias del entorno, sino que cuenta con ellos.

En ese sentido, debemos añadir que él no ha sido un purista (que sólo acepta a “sus” pobres), sino que ha buscado (amado) también a los propietarios, a quienes anuncia el Reino (salud mesiánica), pidiéndoles que acojan (que no opriman) a los pobres, compartiendo con ellos casa y bienes. De esa forma “come y bebe” (cf. Mt 11, 19) no sólo en casa de Leví, el publicano (cf. Mc 2, 13-17), sino en las casas de otros propietarios pudientes, como recuerdan los evangelios (cf. Mc 14, 3-9; Lc 7, 36-50; 14, 1-24). Jesús no condena sin más a los “propietarios”, pero valora de un modo especial a los no-propietarios y más en concreto a los a los que llamamos itinerantes, sea por necesidad social, sea por opción evangélica.

Distinguimos dos tipos de itinerantes.

(1) Los que no tenían nada y que, por tanto, nada podían dejar: ni casa, ni familia estricta o propiedades. Ellos son los primeros destinatarios del mensaje de Jesús: pobres, enfermos, mendigos, itinerantes por necesidad o condición social, sin más hogar que el camino. Retomando el símbolo del Éxodo, Jesús supone que ellos caminan hacia la tierra prometida y les convierte en portadores de su mensaje de Reino, iniciando así un éxodo nuevo y universal.

(2) Hay otros que han podido hacerse itinerantes por vocación, porque Jesús les llama y ellos le siguen, dejando casa-familia-posesiones (o el trabajo de la pesca como los de Mc 1, 16-20). Éstos son los que “optan” por el estilo de vida de Jesús, es decir, por su mensaje y proyecto de Reino. Son los rompen con un tipo de familia establecida, vinculada al poder patriarcal, para iniciar una familia de Reino (familia de Jesús) abierta a los que no tienen familia en el sentido antiguo. En esa línea se sitúan algunos textos de ruptura familiar, que iremos evocando: Mc 1, 16.20; 3, 31-35; 10,29-30; Mc 13, 9-13 con Mt 10, 17-22 y Lc 21, 12-16; Mt 10, 34-36 y Lc 12, 51-53; Mt 10, 37-38 y Lc 14, 25-27; Mt 23, 8-10; Lc 9, 61-62 etc.

El éxodo de los pobres. Una inversión de la historia

De esa forma, destacando (en líneas distintas) el valor de unos y otros Jesús no ha establecido un esquema de oposición violenta (no quiere que los itinerantes-desposeídos ocupen el lugar de los sedentarios), sino que ha puesto en marcha un esquema de trasformación, partiendo precisamente de los desposeídos. No busca por tanto, una guerra, sino una simbiosis entre campesinos y propietarios, pero partiendo de los más pobres y retomando así dos modelos sociales que en la historia israelita se habían dado de forma sucesiva y separada.

(1) En un plano, Jesús asume el modelo de los propietarios agrícolas, autónomos y federados, que había instaurado el libro de Josué tras la conquista (cf. Jos 18-24) y que ratificó más tarde la ley del jubileo (Lev 25): esos propietarios autónomos de tierras parecían ser representantes del auténtico Israel y de esa forma los sitúa, simbólicamente, la misma legislación de la Misná en el centro de la identidad judía.

(2) Pero él conecta, sobre todo, con un tiempo anterior y así retoma la imagen de los itinerantes del principio de la historia israelita (que llenan la historia de Israel, desde el Éxodo hasta el Deuteronomio), viéndolos como portadores de la verdadera identidad del pueblo elegido. Pues bien, los equivalentes de aquellos hebreos del éxodo, que salieron de Egipto y vagaban por un desierto de muerte, en busca de tierra, son ahora los pobres y expulsados de Galilea, que así vienen a mostrarse como portadores itinerantes del Reino de Dios y de su curación, pero no para conquistar con violencia la tierra y hacerse dueños de ella (como los hebreos de los libros de Josué y de Jueces), sino para anunciar a todos el Reino y para curar a los mismos propietarios de la tierra, quedando así en sus manos (dejando que ellos les acojan).

Conclusión. El proyecto de unidad de Jesús, un lugar para todos:

Jesús instaura de esa forma un modelo nuevo de comunicación, a partir de los itinerantes (nuevos hebreos), pero sin conquista violenta ni expulsión (ni muerte) de los propietarios.

–Jesús nos lleva al comienzo de la historio israelita, al tiempo de la “conquista” de Palestina, que ha de llevar a la comunión y participación de todos los hombres y mujeres, en la única Madre Tierra, que es la tierra prometida de la Vida de Dios.

Los itinerantes de Jesús no hacen la guerra, ni matan a los “propietarios anteriores” (como pedían las leyes más duras del viejo Israel, cuando exigían la muerte de los “ricos cananeos”: cf. Ex 23, 23-33; 34, 11-16; Dt 7, 1-6 etc.), sino que les ofrecen salud y curación, trazando así para ellos y para todos los hombres un tipo de unidad más alta, la Unidad de los Hijos de Dios (de la que habla Jn 11, 52).

Mediación de la unidad. Jesús inicia con sus itinerantes un proyecto i de curación y gratuidad, en el que quepan todos, desde el Dios del amor, como quería Soloviev hace 150 años. Los enviados de Jesús nos vienen a matar (ni a condenar al infierno sin más) a los propietarios, sino a ofrecerles salud y curación, dialogando con ellos.

— Sin ese gran proyecto y camino de curación (descubrimiento del valor más alto y del gozo de Dios y de unión entre los hombres) carece de sentido este camino. En esa línea han de quedar con Jesús los Doce, pues tienen una gran tarea, como testigos de Jesús, enviado y presencia de Dios, en una humanidad que puede, de otra forma, dividirse y romperse para siempre.

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Domingo de Guzmán, un cristiano libre

Sábado, 8 de agosto de 2015
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En la Fiesta de Santo Domingo de Guzmán, recordemos a este hombre providencial, amante de la pobreza y de la libertad en el compromiso…

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(Sto Domingo de Guzmán penitente, de Martínez Montañés)

 “¿Cómo podré yo seguir estudiando en pieles muertas, en pergaminos, cuando hermanos míos en carne viva se mueren de hambre?”

“Con los pies descalzos salgamos a predicar”.

“Si alguien enseña a los frailes que faltar a las observancias es pecado, yo mismo iré sin demora por los claustros raspando todas las reglas con su cuchillo”.

“El trigo amontonado se pudre”.

“Tened caridad, conservad la humildad, poseed la pobreza voluntaria”.

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Oración cristiana con la creación

Lunes, 13 de julio de 2015
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respirando

Te alabamos, Padre, con todas tus criaturas, que salieron de tu mano poderosa.
Son tuyas,
y están llenas de tu presencia y de tu ternura. Alabado seas.

Hijo de Dios, Jesús,
por ti fueron creadas todas las cosas.
Te formaste en el seno materno de María, te hiciste parte de esta tierra,
y miraste este mundo con ojos humanos.
Hoy estás vivo en cada criatura
con tu gloria de resucitado. Alabado seas.

Espíritu Santo, que con tu luz
orientas este mundo hacia el amor del Padre y acompañas el gemido de la creación,
tú vives también en nuestros corazones para impulsarnos al bien.
Alabado seas.

Señor Uno y Trino,
comunidad preciosa de amor infinito,
enséñanos a contemplarte en la belleza del universo, donde todo nos habla de ti.
Despierta nuestra alabanza y nuestra gratitud por cada ser que has creado.
Danos la gracia de sentirnos íntimamente unidos con todo lo que existe.
Dios de amor,
muéstranos nuestro lugar en este mundo como instrumentos de tu cariño
por todos los seres de esta tierra,
porque ninguno de ellos está olvidado ante ti. Ilumina a los dueños del poder y del dinero
para que se guarden del pecado de la indiferencia, amen el bien común, promuevan a los débiles,
y cuiden este mundo que habitamos.

Los pobres y la tierra están clamando:
Señor, tómanos a nosotros con tu poder y tu luz, para proteger toda vida,
para preparar un futuro mejor, para que venga tu Reino
de justicia, de paz, de amor y de hermosura. Alabado seas.
Amén.

*

Francisco
Dado en Roma, junto a San Pedro, el 24 de mayo, Solemnidad de Pentecostés, del año 2015,tercero de mi Pontificado.
Extracto de la carta encíclicaLaudato si (alabado seas) del papa Francisco sobreb el cuidado de la casa común.
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‘Iglesia, servidora de los pobres’, leída con ojos de mujer Pepa Torres Pérez, Ap. C.J.

Domingo, 10 de mayo de 2015
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20091017elpepivin_11Leido en la página web de Redes Cristianas

Sucedió hace unos meses en un encuentro de colectivos de mujeres en un barrio de Madrid en el que, reflexionando sobre el tiempo y el espacio propio de las mujeres, una mujer boliviana levantó la mano y contó, con toda naturalidad, que su tiempo más personal era el que sacaba cada mañana antes de irse a trabajar para hablar con su Diosito. Su aportación desconcertó a la asamblea y las animadoras no supieron muy bien cómo reconducir aquella participación “inesperada”, de modo que al final el diálogo terminó en una deriva sobre si las religiones en la historia han favorecido la liberación de las mujeres o su opresión.

Leyendo la Instrucción Pastoral Iglesia, servidora de los pobres he vuelto a recordar este debate y me pregunto cuál sería el comentario de estos colectivos al leerla. Yo misma me siento confusa. Mi primer sentimiento ante su lectura ha sido el de alegría y esperanza, pues la sensación global que me habita al leerla es algo parecido a lo que debió sentir el autor del Libro del Sirácida al escribir: El grito de los excluidos y excluidas atraviesa las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansa, no ceja hasta que se haga justicia (cf. Eclo 35,12-14.16-18). Este grito se hace un clamor insostenible en nuestro mundo, que nos recuerdan cada día quienes desafían las fronteras arriesgando sus vidas en el intento de cruzarlas y otros hechos cotidianos, ante los que como cristianas y cristianos, no queremos acostumbrarnos: gentes que trabajan a destajo en la recogida de la mandarina cobrando 0,70€ la caja; trabajadoras internas, eternas “sin papeles” por 500€; doce mujeres asesinadas, en lo que va de año, a manos de sus ex-parejas; el retorno forzoso a los hogares de muchas otras como consecuencia de los recortes sociales (entre ellos la Ley de dependencia); más de 17.000 familias desahuciadas, desde que se inició la crisis; y un largo etcétera.

El grito de los pobres, y entre ellos el de los inmigrantes como los más pobres entre los pobres (n. 7) alcanza también al corazón de los obispos españoles y por eso la Instrucción urge a la comunidad cristiana y a los poderes públicos (nn. 44-45) entre otras cosas a trabajar por la justicia (nn. 19, 20, 22, 42, 53), denunciando la corrupción (nn. 10-12) y las políticas que están generando desigualdad y exclusión (n. 48) y buscando alternativas (nn. 32,49,52,53). Sin embargo, mi consolación no es completa, pues me deja todavía un tanto seca y descontenta al sentir de nuevo, como en tantas ocasiones a lo largo de la historia de la Iglesia, que “lo femenino queda disuelto en lo social”.

Es cierto que por primera vez en un documento episcopal, el corazón de los obispos se descubre conmovido como el de Jesús por la pobreza y la violencia contra las mujeres: “nos aflige el incremento del número de mujeres afectadas por la penuria económica pues, no sin razón, se habla de ‘feminización de la pobreza’. Algunas de ellas incluso son víctimas de la trata de personas con fines de explotación sexual, particularmente las extranjeras, engañadas en su país de origen con falsas ofertas de trabajo y explotadas aquí en condiciones similares a la esclavitud. Igualmente nos duele sobremanera la violencia doméstica que tiene a las mujeres como sus principales víctimas. Resulta necesario incrementar medidas de prevención y de protección legal, pero sobre todo fomentar una mejor educación y cultura de la vida que lleve a reconocer y respetar la igual dignidad de la mujer (n. 7). Pero, a la vez, me cuesta reconocerme en el genérico masculino al que gran parte de la instrucción va dirigida. Visibilizarnos en el lenguaje hubiera sido ya un buen punto de partida, máxime cuando seguimos siendo las sustentadoras de la Iglesia y, en la acción social, sus principales protagonistas.

La Instrucción recoge también la preocupación de los obispos por las desigualdades que sufrimos las mujeres en el ámbito familiar, laboral y social (n. 51), pero omite, sin embargo, una desigualdad que pone en sospecha el resto de sus afirmaciones: la desigualdad que vivimos las mujeres al interior de la Iglesia, la división sexual y la subalternidad con que se nos contempla, invisibiliza, o sigue relegando a tareas auxiliares, excluyéndonos de los espacios de toma de decisiones o de representación y el acceso a los ministerios.

El Pontificado del papa Francisco está siendo una buena noticia de frescura y libertad para una Iglesia que quiere descentrarse y desplazarse para servir al mundo en las periferias. Ojalá que este abrir puertas lo sea también para nosotras las mujeres al interior mismo de la Iglesia. Mientras tanto el espíritu de María Magdalena y aquellas otras que seguían y servían a Jesús con su bienes por los caminos de Galilea (cf. Lc 8, 1-3) seguirá alentándonos a forzar la comunidad de iguales y el primado de la mutualidad y la reciprocidad en la relación entre mujeres y hombres en la Iglesia, frente al primado de la subalternidad y su forma políticamente correcta: la complementariedad. Quizás eso mismo es lo que quieren decir los obispos cuando reconocen que: Es preciso aceptar las legítimas reivindicaciones de sus derechos, convencidos de que varón y mujer tienen la misma dignidad. Debemos reconocer que la aportación específica de la mujer, con su sensibilidad, su intuición y capacidades propias, resulta indispensable y nos enriquece a todos (n. 51).

En la próxima reunión de colectivos de mujeres del barrio, seguro que algunas mujeres me preguntan por esto… ¿Y vosotras en la Iglesia, con el nuevo Papa, cómo vais?

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Seguimos el mismo camino de Jesús y de los pobres: la persecución

Domingo, 15 de febrero de 2015
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romer_560x280Monseñor Óscar A. Romero [1].

“Debemos estar claros desde el principio de que la fe cristiana y la actuación de la Iglesia siempre han tenido repercusiones socio-políticas. Por acción o por omisión, por la connivencia con uno u otro grupo social los cristianos siempre han influido en la configuración socio-política del mundo en que viven. El problema es cómo debe ser el influjo en el mundo socio-político para que ese influjo sea verdaderamente según la fe”.

“Como en otros lugares de América Latina después de muchos años y quizás siglos han resonado entre nosotros las palabras del Éxodo: “He oído el clamor de mi pueblo, he visto la opresión con que le oprimen” (Ex 3,9). Estas palabras de la Escritura nos han dado nuevos ojos para ver lo que siempre ha estado entre nosotros, pero tantas veces oculto, aun para la mirada de la misma Iglesia”.

“El constatar estas realidades y dejarnos impactar por ellas, lejos de apartarnos de nuestra fe, nos ha remitido al mundo de los pobres como a nuestro verdadero lugar, nos ha movido como primer paso fundamental a encarnarnos en el mundo de los pobres”.

“Ahí hemos encontrado a los campesinos sin tierra y sin trabajo estable, sin agua ni luz en sus pobres viviendas, sin asistencia médica cuando las madres dan a luz y sin escuelas cuando los niños empiezan a crecer. Ahí nos hemos encontrado con los obreros sin derechos laborales, despedidos de las fábricas cuando los reclaman y a merced de los fríos cálculos de la economía. Ahí nos hemos encontrado con madres y esposas de desaparecidos presos políticos. Ahí nos hemos encontrado con los habitantes de tugurios, cuya miseria supera toda imaginación, y viviendo el insulto permanente de las mansiones cercanas”.

“En ese mundo sin rostro humano, sacramento actual del siervo sufriente de Jahvé, ha procurado encarnarse la Iglesia de mi Arquidiócesis. Hemos hecho el esfuerzo de no pasar de largo, de no dar un rodeo ante el herido en el camino, sino de acercarnos a él como el buen samaritano”.

“Es una novedad en nuestro pueblo que los pobres vean hoy en la Iglesia una fuente de esperanza y un apoyo a su noble lucha de liberación. La esperanza que fomenta la Iglesia no es ingenua ni pasiva. Es más bien un llamado desde la palabra de Dios a la propia responsabilidad de las mayorías pobres, a su concientización, a su organización -en un país en que, unas veces con más intensidad que otras, éste está legal o fácticamente prohibida-”.

“La esperanza que predicamos a los pobres es para devolverles su dignidad y para animarles a que ellos mismos sean autores de su propio destino. En una palabra, la Iglesia no sólo se ha vuelto hacia el pobre sino que hace de él el destinatario privilegiado de su misión”.

“La Iglesia no sólo se ha encarnado en el mundo de los pobres y les da una esperanza, sino que se ha comprometido firmemente en su defensa. Las mayorías pobres de nuestro país son oprimidas y reprimidas cotidianamente por las estructuras económicas y políticas de nuestro país. Entre nosotros siguen siendo verdad las terribles palabras de los profetas de Israel. Existen entre nosotros los que venden al justo por dinero y al pobre por un par de sandalias; los que amontonan violencia y despojo en sus palacios; los que aplastan a los pobres; los que hacen que se acerque un reino de violencia, acostados en camas de marfil; los que juntan casa con casa y anexionan campo a campo hasta ocupar todo el sitio y quedarse solos en el país”.

“Estos textos de los profetas Amós e Isaías no son voces lejanas de hace muchos siglos, no son sólo textos que leemos reverentemente en la liturgia. Son realidades cotidianas, cuya crueldad e intensidad vivimos a diario. Las vivimos cuando llegan a nosotros madres y esposas de capturados y desaparecidos, cuando aparecen cadáveres desfigurados en cementerios clandestinos, cuando son asesinados aquéllos que luchan por la justicia y por la paz”.

“En esta situación conflictiva y antagónica, en que unos pocos controlan el poder económico y político, la Iglesia se ha puesto del lado de los pobres y ha asumido su defensa. No puede ser de otra manera, pues recuerda a aquel Jesús que se compadecía de las muchedumbres. Por defender al pobre ha entrado en grave conflicto con los poderosos de las oligarquías económicas y los poderes políticos y militares del Estado”.

“Pero lo más importante es observar por qué ha sido perseguida. No se ha perseguido a cualquier sacerdote ni atacado a cualquier institución. Se ha perseguido y atacado a aquella parte de la Iglesia que se ha puesto del lado del pueblo pobre y ha salido en su defensa. Y de nuevo encontramos aquí la clave para comprender la persecución a la Iglesialos pobres. De nuevo son los pobres los que nos hacen comprender lo que realmente ha ocurrido. Y por ello la Iglesia ha entendido la persecución desde los pobresLa persecución ha sido ocasionada por la defensa de los pobres y no es otra cosa que cargar con el destino de los pobres. La verdadera persecución se ha dirigido al pueblo pobre, que es hoy el cuerpo de Cristo en la historia. Ellos son el pueblo crucificado, como Jesús, el pueblo perseguido como el siervo de Jahvé. Ellos son los que completan en su cuerpo lo que falta a la pasión de Cristo. Y por esa razón, cuando la Iglesia se ha organizado y unificado recogiendo las esperanzas y las angustias de los pobres, ha corrido la misma suerte de Jesús y de los pobres: la persecución”.

*** 

[1] Recopilación ofrecida por Jaume Flaquer de textos extraídos de un Discurso de Oscar Romero para la recepción del Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Lovaina (2-2-1980)y editado por la revista Selecciones de Teología. http://www.seleccionesdeteologia.net/selecciones/llib/vol20/78/078_romero.pdf

Fuente Cristianismo y Justicia

Imagen extraída de: Religión Digital

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“¿Cómo celebraría hoy Jesús la Navidad?”, por Faustino Vilabrille

Jueves, 1 de enero de 2015
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1235125161025Leído en su blog:

Jesús nació en una cuadra, inundada de amor, mucho más digna que el palacio de Herodes, inundado de sangre, como los miles de palacios que en el mundo son.

Querid@s amig@s colaboradores y cooperantes:

Podemos preguntarnos cómo celebraría Jesús hoy la Navidad: Sin duda la celebraría haciendo lo que hizo toda su vida: por un lado proclamando el amor, la fraternidad, la justicia, la igualdad, la vida en abundancia para todos, la paz verdadera fundada en la justicia, la solidaridad, la dignidad de los niños, la defensa de las mujeres marginadas, el cuidado de los enfermos, la acogida a los inmigrantes. Y por otro, clamando contra la injusticia, contra los ricos y sus riquezas porque producen empobrecidos, contra los corrompidos y los corruptores actuales iguales a los fariseos de entonces; la celebraría apoyando y consolando a los desahuciados, liberando a los abatidos, atendiendo y curando a los enfermos, dando pan al que tiene hambre, agua al que tiene sed, escuchando atentamente a los demás, compadeciéndose; devolviendo la esperanza, la dignidad y el valor a los más débiles; la celebraría al lado de los pobres, indefensos, marginados, oprimidos y encarcelados, la celebraría entre los últimos de los últimos, es decir, en el Tercer Mundo.

Jesús nació en una cuadra, igual que nacen hoy la inmensa mayoría de los niños del tercer mundo. Jesús nació entre lo pobre, lo desvalido, y lo marginado; lo humilde, lo pacífico, lo manso, lo dócil y sencillo como lo eran las ovejas y sus pastores de entonces; Jesús nació entre los últimos de los últimos, su nacimiento fue anunciado a los últimos de los últimos; vivió entre los últimos de los últimos y murió entre los últimos de los últimos.

Conocer a Jesús y su mensaje con toda su riqueza de humanidad, de respuesta integral a las aspiraciones más profundas del hombre, es lo mejor que nos puede suceder en la vida.

Solo desde la encarnación en la realidad de los oprimidos, como la de Jesús, es posible hoy la Navidad. Encarnarse en la realidad de los oprimidos no es solo asumir su opresión y atenderlos, sino también y sobre todo enfrentarnos a las cusas que los oprimen para erradicarlas y que dejen de estar oprimidos, y de haber opresores que los opriman.

¿Cómo podemos hacerlo?

-Vamos a asumir como nuestra la causa de los oprimidos y exigir justicia para ellos.

-Vamos a denunciar públicamente a los ricos, su riqueza y su opresión para que dejen de oprimir y ser así liberados ellos mismos de ser opresores.

-Vamos a rechazar toda clase de ayudas a los pobres que provengan de quienes primero los han creado, como esos que explotan a trabajadores del Tercer Mundo fabricando allí, esclavizándolos, productos para vender en el Primero.

-Vamos a ahorrar algo para poder compartir un poco más con los que más lo necesitan, especialmente con los que son los más pobres de los pobres, los del Tercer Mudo.

-No vamos a estar comiendo o bebiendo en exceso mientras miles de personas a esa misma hora están muriendo de hambre y sed.

-Vamos a vivir un poco más austeramente: así no seremos causa de la injusta explotación de la tierra y cuidaremos la naturaleza, en medio de la cual nació Jesús.

-Cuidaremos mejor nuestra salud para, viviendo más tiempo, poder seguir haciendo un poco de bien mientras estemos en este mundo.

-Por todo ello nos sentiremos más felices por estar así más cerca del pobre de Belén que vino a compartir en todo nuestra condición humana y a anunciar la salvación a los pobres y la liberación a los oprimidos; y le daremos gracias por haber iluminado nuestras vidas con la luz de su mensaje para este mundo y la plenitud definitiva.

-Llevaremos en la mente y el corazón, como Jesús, el compromiso con la vida, la justicia, la igualdad, la fraternidad, el amor, la paz, la esperanza, manifestándolos en los hechos y las palabras de nuestra vida, para ser con Jesús constructores de una nueva humanidad para todos lo seres humanos y para toda la creación.

Los profetas de Israel sostuvieron la esperanza del pueblo, pobre y oprimido, anunciando a un Mesías Libertador.

¿Qué esperanza de liberación anunciamos los cristianos de hoy a los pobres y oprimidos de nuestro tiempo?

Una vela puede encender miles de velas y su vida no se acorta, sino que recibe más luz. Así es la felicidad: cuanto más se comparte, más crece

Un abrazo muy cordial y sentido en estos días de Navidad para todos y todas, especialmente aquellos y aquellas que en estos días sé, por conoceros personalmente, que estáis sufriendo de una manera muy especial.-Faustino

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Betania

Martes, 23 de diciembre de 2014
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Del blog de la Communion Béthanie:

2014 con Dios llama y Vivir por el Espíritu +

En 1932, dos mujeres entregan su existencia a Dios y reciben en su oración, día día, palabras de Vida. Dos libros van a nacer de este compañerismo con Cristo, que te proponemos descubrir a lo largo de este año.

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“Tu propio pensamiento puede acondicionar una parcela de esta tierra para hacerlo un “jardín de Dios “, Betania donde tu Maestro podrá reposar, un lugar donde podrá traer a sus amigos, sus pobres y sus desheredados, con el fin deconversarcon ellos y de proporcionarles el descanso.”

*

El 19 de diciembre, Dios llama.

***

 

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“Aprenda a salvarse en treinta segundos”. Domingo 30. Ciclo A.

Domingo, 26 de octubre de 2014
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love-neighborDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj: 

¿Cuál es el mandamiento principal? Muchos católicos responderían: «Ir a misa el domingo». Los que piensan así probablemente no irán a misa este domingo. A los que piensen de otro modo y vayan, les gustará recordar lo que pensaba Jesús.

El problema de los contemporáneos de Jesús

En los domingos anteriores, diversos grupos religiosos se han ido enfrentado a Jesús, y no han salido bien parados. Los fariseos envían ahora a un especialista, un doctor de la Ley, que le plantea la pregunta sobre el mandamiento principal. Para comprenderla, debemos recordar que la antigua sinagoga contaba 613 mandamientos (248 preceptos y 365 prohibiciones), que se dividían en fáciles y difíciles: fáciles, los que exigían poco esfuer­zo o poco dinero; difíciles, los que exigían mucho dinero (como honrar padre y madre) o ponían en peligro la vida (la circuncisión). Generalmente se pensaba que los importantes eran los difíciles, y entre ellos estaban los relativos a la idolatría, la lascivia, el asesinato, la profanación del nombre divino, la santificación del sábado, la calumnia, el estudio de la Torá.

¿Se puede reducir todo a uno?

Ante este cúmulo de mandamientos, es lógico que surgiese el deseo de sintetizar, de saber qué era lo más importante. Este deseo se encuentra en una anécdota a propósito de los famosos rabinos Shammai y Hillel, que vivie­ron pocos años antes de Jesús. Una vez llegó un pagano a Shammai y le dijo: «Me haré prosélito con la condición de que me enseñes toda la Torá mien­tras aguanto a pata coja». Shammai lo despidió amenazándolo con una vara de medir que tenía en la mano. El pagano acudió entonces a Hillel, que le dijo: «Lo que no te guste, no se lo hagas a tu prójimo. En esto consiste toda la Ley, lo demás es interpreta­ción” (Schabat 31a). También el Rabí Aquiba (+ hacia 135 d.C.) sintetizó toda la Ley en una sola frase: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo; este es un gran princi­pio general en la Torá».

La novedad de Jesús

Mateo había puesto en boca de Jesús una síntesis parecida al final del Sermón del Monte: «Todo lo que querríais que hicieran los demás por vosotros, hacedlo vosotros por ellos, porque eso significan la Ley y los Profetas» (Mt 7,12). Pero en el evangelio de hoy Jesús responde con una cita expresa de la Escritura:

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús habla hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:

̶ Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?

Él le dijo:

̶  Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.

            «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente» (Deuteronomio 6,5). Son parte de las palabras que cualquier judío piadoso recita todos los días, al levantarse y al ponerse el sol. En este sentido, la respuesta de Jesús es irreprochable. No peca de originalidad, sino que aduce lo que la fe está confesando continuamente.

            La novedad de la respuesta de Jesús radica en que le han preguntado por el manda­miento principal, y añade un segundo, tan importante como el primero: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Levítico 19,18). Una vez más, su respuesta entronca en la más auténtica tradición profética. Los profetas denunciaron continuamente el deseo del hombre de llegar a Dios por un camino individual e intimista, que olvida fácilmente al prójimo. Durante siglos, muchos israelitas, igual que muchos cristianos, pensaron que a Dios se llegaba a través de actos de culto, peregrinaciones, ofrendas para el templo, sacrificios costosos… Sin embargo, los profetas les enseñaban que, para llegar a Dios, hay que dar necesariamente el rodeo del prójimo, preocuparse por los pobres y oprimidos, buscar una sociedad justa. Dios y el prójimo no son magnitudes separables. Tampoco se puede decir que el amor a Dios es más importante que el amor al prójimo. Ambos preceptos, en la mentalidad de los profetas y de Jesús, están al mismo nivel, deben ir siempre unidos. «De estos dos mandamientos penden la Ley entera y los Profetas» (v.40).

El prójimo son los más pobres (1ª lectura)

            En esta misma línea, la primera lectura es muy significativa. Podían haber elegido el texto de Deuteronomio 6,4ss donde se dice lo mismo que Jesús al principio: «Escucha, Israel, el Señor tu Dios es uno. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón…» Sin embargo, han elegido un texto del Éxodo que subraya la preocupación por los inmigrantes, viudas y huérfanos, que son los grupos más débiles de la sociedad (la traducción que se usa en España dice los «forasteros», pero en realidad son los inmigrantes, los obligados a abandonar su patria en busca de la supervivencia, marroquíes, senegaleses, rumanos, etc.). Luego habla del préstamo, indicando dos normas: si se presta dinero, no se pueden cobrar intereses; si se pide el manto como garantía, hay que devolverlo antes de ponerse ponerse el sol, para que el pobre no pase frío. Es una forma de acentuar lo que dice Jesús: sin amor al prójimo, sobre todo sin amor y preocupación por los más pobres, no se puede amar a Dios.

Así dice el Señor: «No oprimirás ni vejarás al forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto. No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque, si los explotas y ellos gritan a mí, yo los escucharé. Se encenderá mi ira y os haré morir a espada, dejando a vuestras mujeres viudas y a vuestros hijos huérfanos. Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero, cargándole intereses. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo.»

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