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“Dadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Domingo 22 de octubre de 2023. 29º domingo del Tiempo ordinario.

Domingo, 22 de octubre de 2023
Comentarios desactivados en “Dadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Domingo 22 de octubre de 2023. 29º domingo del Tiempo ordinario.

52-OrdinarioA29Leído en Koinonia:

Isaías 45,1.4-6: Llevó de la mano a Ciro para doblegar ante él las naciones. 
Salmo responsorial: 95: Aclamad la gloria y el poder del Señor.
1Tesalonicenses 1,1-5b: Recordamos vuestra fe, vuestro amor y vuestra esperanza.
Mateo 22,15-21: Pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: “Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?” Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: “Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto.” Le presentaron un denario. Él les preguntó: “¿De quién son esta cara y esta inscripción?” Le respondieron: “Del César.” Entonces les replicó: “Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.”

En la primera lectura nos encontramos ante un texto que se encuentra ubicado en lo que se llama el «Segundo Isaías» o «libro de la consolación» de pueblo de Israel. Este dato, aparentemente simple, nos permite entrar al texto desde una clave de interpretación especial. Isaías, el profeta del juicio y el castigo, siempre tiene al final una palabra de ánimo, de esperanza, de consolación, sobre todo en estos tiempos en los que las propuestas alternativas son buscadas por el sistema globalizante para eliminarlas.

Yahvé habla a Ciro –una persona que «no conoce a Dios», insiste el texto- y le habla, para encomendarle una misión. Es decir: el no conocer a Dios no es una limitación para ser llamados por Dios a una misión, y la de Ciro va a ser la de anunciar palabras de consuelo. El monopolio de la elección de Dios por parte de sólo un pueblo entre todos los pueblos de la humanidad, se desdibuja ante este relato del profeta. Constatamos que un «no judío» puede servir también de mediación adecuada para la actuación de Dios. En buena parte, eso es una gran novedad.

En Pablo, la realidad que Isaías presenta como alianza es elección en comunidad («tenemos presente la obra de su fe, los trabajos y sobre todo la tenacidad de su esperanza»): Son las palabras de Pablo y compañía a la comunidad que se reúne en Tesalónica, quienes se dejan guiar por la acción del Espíritu Santo…

El evangelio de Mateo –el más comentado en la historia de la iglesia y a la vez el evangelio del cual se ha hecho la interpretación más dogmática y espiritualista– es el marco de un texto polémico en un contexto social en el que se divinizaba al Emperador. El evangelio de Mateo es la primera síntesis de la tradición judía y cristiana después de la destrucción del templo de Jerusalén en la guerra de los años 66-74 d.C. El fragmento que hoy leemos forma parte de una serie de controversias entre Jesús y los fariseos (y otros grupos) sobre temas como el tributo, la resurrección de los muertos, el mandamiento principal, el hijo de David… Todas estas controversias tienen como telón de fondo la confrontación de Jesús con la ley romana.

Bajo el tema del tributo, una realidad que sufrían las comunidades cristianas (en las que se fue elaborando el texto del evangelio) bajo el dominio del imperio romano, el pueblo de Israel –que siglos antes había soñado una sociedad como confederación de tribus, en la que el único Señor fuese Dios, el Dios de la liberación–, vive ahora las consecuencias de una monarquía que exprime al pobre para sostener su estructura. Los más pobres son los más afectados por la política fiscal, pues la tasación recaía más directamente sobre los que trabajaban la tierra, campesinos o inquilinos.

Pero yendo un poco más allá del tributo, fijémonos en la figura del Emperador. Roma cargaba sobre sí la influencia del mundo religioso de Egipto y Grecia. La relación de los romanos con estos dioses forma parte de la estructura ordinaria y cotidiana de la vida social: se entendía al Emperador como un dios; Roma era una teocracia.

Las comunidades cristianas que habían optado por otra forma de entender la relación con Dios, con el Dios de Jesús, con el Abba, no podían entender cómo el emperador se presentaba como Dios, y se enfrentan a la religión oficial optando por lo alternativo, que en este caso es la propuesta de vida en pequeñas comunidades de hermanos y hermanas.

Ante esta realidad, la comunidad cristiana busca en la experiencia vivida con el maestro y nos trae al escenario esta frase que ha conseguido ser aceptada como adagio popular: «al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». Por tanto ya en los albores de la reflexión de la comunidad está la conciencia de que el emperador no es Dios, y nunca lo será, porque Dios es amor, justicia, amor, igualdad… valores ausentes en cualquier imperio, de cualquier época.

Con el correr del tiempo, lo que es alternativo se transforma en oficial, y se hace necesario reemprender el camino de la creatividad, de la renovación, de lo alternativo.

En la actualidad no hay emperadores que se presenten como Dios, pero sí nos encontramos con ciertas estructuras religiosas monárquicas e imperiales que lejos de reflejar la vivencia de la comunión entre los hermanos y hermanos, pretenden imponer la explotación de los pobres al mejor estilo del imperio Por eso, al leer este texto desde el hoy, tenemos que decir con voz profética: «a la estructura oficial religiosa lo que es de ella» y «a Dios lo que es de Dios», o sea, «a Dios Padre y a su Reino toda nuestra entrega y fidelidad».

El evangelio de Mateo con su fuerza eclesiológica renovadora, nos impulsa a trabajar incansablemente por una iglesia más cercana a la propuesta de Jesús, más centrada en las personas, en las relaciones entre los hermanos, y menos pendiente de la norma y estructura, que cuya atención no puede ponerse por encima de la Justicia y de la defensa de los pequeños, los predilectos de Dios. Leer más…

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22.10.23. Devolved al César… Mataron a Jesús porque no pagó tributo y hoy haríamos lo mismo (DO 29; Mt 22, 15-21)

Domingo, 22 de octubre de 2023
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IMG_0988Del blog de Xabier Pikaza:

Jesús quiso el Reino de Dios para pobres y excluidos de los reinos y templos de este mundo. Pero, mientras llegaba el Reino (a fin de que llegue), muchos cristianos optaron por pagar tributo, convirtiéndose ellos mismos a veces en César.  

Por eso es importante volver a la palabra enigmática “devolved” (apodôte) al César…, no entréis en la disputa de tributos, en un mundo de césares contrapuestos, donde cada uno quiere su tributo: los legionarios de Roma y los celotas del monte de Galilea.

Este pasaje puede ayudarnos a entender y situar los conflictos económico-políticos del momento actual entre los que se cuentan el de Ucrania/Rusia, Palestina/Israel. Mientras muchos luchan, matan y mueren por tributos, el camino del reino de Dios sigue abierto para los que creen en el evangelio.

Texto

En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: “Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?” Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: “Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto.” Le presentaron un denario. Él les preguntó: “¿De quién son esta cara y esta inscripción?” Le respondieron: “Del César.” Entonces les replicó: “Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.” (Mt 22, 15-21)

Lectura del texto

Ésta es la pregunta que plantean en Jerusalén, en el momento clave de su revelación mesiánica. El signo de fondo es el denario del tributo, que significativamente Jesús no lleva, no por casualidad (como si hubiera olvidado tomarlo), sino por principio, pues él mismo ha pedido a sus discípulos que anuncien el Reino sin dinero o vestidos de repuesto (Mc 6, 6b-13). Por eso ha dicho al rico que venda lo que tiene, que reparta lo obtenido entre los pobres, para iniciar un camino en el que deben compartirse casas-campos y relaciones familiares (Mc 10, 17-31). En este contexto fija este relato la relación entre el movimiento de Jesús y el imperio, sobre el fondo de la tensa situación de Palestina (Israel), que desembocará tras unos años (67 d.C.) en una dura guerra contra Roma:

IMG_0989 ‒ Los defensores del Imperio, tenderán a justificar la economía y política de Roma, pagando unos impuestos que se entienden como un modo de participar en ese Imperio, en comunión con otros pueblos de aquel tiempo. El denario del tributo constituye una forma de contribuir al orden externo (mundano) de Dios.

Los enemigos del Imperio, entenderán el tributo como atentado contra la sacralidad israelita. Posiblemente, identifican la familia de Dios con el grupo nacional judío y quieren acuñar moneda propia, avalada con el nombre de Jerusalén. Por eso rechazan al César y su impuesto. Unos u otros, diga Jesús lo que diga, podrán acusarle: si afirma, le llamarán colaboracionista; si niega, insumiso, anti-romano.

Pues bien, Jesús no defiende la oposición violenta (no pagar, guerra contra Roma), ni apoya el orden de Roma (pagar), pues sabe que le tientan y, subiendo de nivel, responde que devuelvan (apodôte) al César el dinero que pertenece al César. En principio, podemos suponer que él era contrario al pago del tributo, no sólo por lo que ello implicaba de colaboración con el Imperio, sino también porque ese impuesto estaba al servicio de una economía fundada en el dinero. En esa línea, su respuesta (¡devolved al César lo que es del César y dad a Dios lo que es de Dios!) no se puede entender como declaración de guerra contra Roma, pero tampoco como aceptación de su tributo, sino que nos obliga a subir nivel, invitándonos a un tipo distinto de comunión humana.

Jesús no se pronuncia, por tanto, en contra de la ley, sino “fuera de ella”, esto es, al margen, pues busca las “cosas de Dios” (cf. Mc 8, 33) más allá del dinero y de la espada, no en un plano de ideales espiritualistas, sino de relaciones humanas (como indica en otra perspectiva el Sermón de la Montaña: Mt 5-7; Lc 6, 20-46). Se sitúa en el margen y desde el margen responde, para resolver así desde Dios los temas de conflicto de los hombres: Pagar o no pagar; pagar a quién (al Cesar o a los guerrilleros celotas enemigos del César). Las “cosas” de Dios que definen la identidad de su proyecto mesiánico, se sitúan en un espacio de gratuidad y pan compartido, no de dinero y talión, como sabe Mt 5, 21-48: “habéis oído que se ha dicho; yo, en cambio, os digo…”.

¿Es lícito pagar o no? Fariseos y herodianos quieren situar a Jesús ante la alternativa entre el sí y el no, en un plano monetario, en una sociedad campesina en la que apenas circula el dinero, de forma que, para muchos, no existe casi más moneda que la del tributos. Pero Jesús ha superado esa alternativa. No se trata de pagar o no pagar, sino de situarse en una dimensión más alta de revelación de Dios, es decir, de humanidad solidaria, por encima de una economía y política fundada en la posesión de la moneda. Jesús no acepta el tributo ni lo rechaza, sino que supera ese plano monetario (pagar o no pagar), pidiendo que se devuelva a Roma el dinero de sus impuestos, para iniciar de esa manera un camino distinto de evangelio.

20190110-Dios-o-el-dinero-mockup-final.1jpg‒ Jesús no tiene moneda, y así pide una a sus tentadores. Ellos se la traen, y él la mira, preguntando por la inscripción y la imagen grabadas en ella. Por una parte, él quiere superar el nivel de economía en que parecen situase todos. Por otra parte, él sabe que la moneda tiene valor de curso legal (económico), pero no es profana, en el sentido moderno del término, sino que lleva grabada una imagen del César, que en ella actúa como autoridad religiosa, es decir, como signo de divinidad. También la inscripción (que podía ser “Tiberio César Augusto, hijo del divino Augusto”) tenía carácter sagrado. Según eso, el tributo del César situaba a los hombre ante un “dios” que actúa por interés de dinero (Mammón), y eso Jesús no lo puede aceptar, como ha dicho en Mt 6, 24.

‒ Devolved al César… No combate con armas contra el César, pero tampoco le obedece (no emplea su dinero), sino que sale fuera del espacio de su dominio, para situarse en un ámbito de vida y convivencia donde el tributo al César sea innecesario. Aquellos que le tientan están dispuestos a emplear la moneda del César. Pues bien, Jesús les dice que se la devuelvan, de modo que no tengan nada que deberle, nada que pagarle. No se trata, por tanto, de luchar en guerra contra el César (no pagarle, como pretendían los celotas, para crear después su propio impuesto), sino de devolverle su dinero al César, para que él lo emplee como él quiera, pues el Reino se le alcanza y crea con monedas.

Jesus no ha caído, por tanto, en la trampa que quieren tenderle (pagar o no pagar), sino que propone un camino distinto: Devolver la moneda al César, darle lo suyo, es decir, salid de su imperio económico, para así ocuparse en verdad de las cosas de Dios. Devolved al Cesar lo que es del César, es decir, “salid de su imperio”, salid de su dinero… romper el esquema imperial del denario

‒ Y dad a Dios lo que es de Dios… Sólo allí donde al César se le devuelve la moneda (sin entrar en cálculos con él) se puede dar a Dios lo que es de Dios, es decir, todo lo que somos y tenemos, inaugurando un tipo de vida distinta, en gratuidad, esto es, sin “capital” de imperio, sin la violencia política y económica que simboliza el tributo. Esta propuesta ha de entenderse a la luz de todo el evangelio. Cerrada en sí misma, ella podría tomarse como puro enigma, una salida ingeniosa, llena quizá de ironía, pero sin sentido positivo. Pues bien, ella recibe un sentido más preciso a la luz de toda la enseñanza y conducta de Jesús, que no ha querido comprar con dinero los panes y los peces de las multiplicaciones (cf. 6, 37; 10, 17-22; 14, 3-9), sino que ha mandado a los suyos que compartan lo que tienen.

 Habían querido tenderle una trampa (pagar el tributo, oponiéndose a los nacionalistas judíos, o no pagarlo, enfrentándose con Roma). Pero Jesús se elevó de plano, sin caer en la trampa de fariseos y herodianos. No dice “sí” (paguen), ni dice “no” (niéguense a pagar), sino algo anterior y mucho más profundo: Apodote (devolvedle) al César lo que es suyo (salid de su campo), a fin de “dar” a Dios lo que es de Dios (para realizar su proyecto en el mundo). Por eso, el texto acaba comentando que se admiraban de él, aunque sus acusadores podrán decir más tarde que él ha ido soliviantando a la gente, para que no pague tributos al César, con lo que eso significa en aquel contexto (cf. Lc 23, 2).

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Jesús no sataniza al dinero y a su César (contra los celotas), ni lo diviniza (como hace Roma), sino que lo expulsa el ámbito mesiánico, pues él mismo ha dicho que lo opuesto a Dios es Mammón, el dinero convertido en “dios” supremo de este mundo (cf. Mt 6, 24), por encima incluso del imperio de Roma y del templo de Jerusalén. En esa línea debemos añadir que tarea y proyecto de Reino es una experiencia y tarea de gratuidad universal, superando el plano del dinero (cf. Mc 10, 17-31). En esa línea debemos seguir afirmando que el proyecto de Jesús va en contra de la raíz económica y religiosa del Imperio, pues él pide a los suyos que devuelvan el dinero al Cesar, saliendo así de su dominio.

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A Dios lo que es de Dios y la carta más antigua. Domingo 29. Ciclo A.

Domingo, 22 de octubre de 2023
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denario-tiberioDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Dos posturas ante el tributo al César

Seguimos en la explanada del templo de Jerusalén, en medio de los enfrentamientos de diversos grupos con Jesús. Esta vez, fariseos y herodianos lo van a poner en un serio compromiso preguntándole sobre la licitud del tributo al emperador romano. Por entonces, además de los impuestos que se pagaban a través de peajes, aduanas, tasas de sucesión y de ventas, los judíos debían pagar el tributo al César, que era la señal por excelencia de sometimiento a él.

            Fariseos y herodianos no tenían dudas sobre este tema; ambos grupos eran partida­rios de pagarlo. Los fariseos, porque no querían con­flictos con los romanos mientras les permitieran observar sus prácticas religiosas. Los herodianos, porque mantenían buenas relaciones con Roma. Como a nadie le gusta pagar, los rabinos discutían si se podía eludir el tributo. Y algunos adoptaban la postura pragmática que refleja el tratado Pesajim 112b: «… no trates de eludir el tributo, no sea que te descubran y te quiten todo lo que tienes».

          Sin embargo, otros judíos adoptaban una postura de oposición radical, basada en motivos religiosos. Dado que el pago del tributo era signo de sometimiento al César, algunos lo interpretaban como un pecado de idolatría, ya que se reconocía a un señor distinto de Dios. Este era el punto de vista de los sicarios, grupo que comienza con Judas el Galileo, cuando el censo de Quirino, a comienzos del siglo I de nuestra era. Al narrar los comienzos del movimiento cuenta Flavio Josefo: «Durante su mandato [de Coponio], un hombre galileo, llamado Judas, indujo a los campesinos a rebelarse, insultándolos si consentían pagar tributo a los romanos y toleraban, junto a Dios, señores morta­les» (Guerra de los Judíos II, 118). Más adelante repite afirmaciones muy pareci­das: «Judas, llamado el galileo…, en tiempos de Quirino había atacado a los judíos por someterse a los romanos al mismo tiempo que a Dios» (Guerra de los Judíos II, 433).

La trampa de la pregunta

            Con este presupuesto, se advierte que la pregunta que le hacen a Jesús sobre si es lícito pagar el tributo podía compro­meterlo gravemente ante las autoridades romanas (si decía que no), o ante los sectores más progresistas y politizados del país (si decía que sí). Además, la pregunta es especialmente insidiosa, porque no se mueve a nivel de hechos, sino a nivel principios, de licitud o ilicitud.

En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron:

̶ Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?

La respuesta de Jesús

Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús:

– Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto.

Le presentaron un denario. Él les preguntó:

̶ ¿De quién son esta cara y esta inscripción?

Le respondieron:

̶ Del César.

Entonces les replicó:

̶ Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

            Jesús, que advierte enseguida la mala intención, ataca desde el comienzo: «¿Por qué me tentáis, hipócritas?» Pide la moneda del tributo, devuelve la pregunta y saca la conclusión. Jesús, como sus contemporáneos, acepta que el ámbito de dominio de un rey es aquel en el que vale su moneda. Si en Judá se usa el denario, con la imagen del César, significa que quien manda allí es el César, y hay que darle lo que es suyo.

            Estas palabras de Jesús, tan breves, han sido de enorme trascen­dencia al elaborar la teoría de las relaciones entre la Iglesia y el Estado. Y se han prestado también a inter­pretaciones muy distin­tas.

Las cosas de Dios

            Si analizamos el texto, las palabras: «Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios», no constituyen una evasiva, como algunos piensan. Van al núcleo del problema. Los fariseos y herodianos han preguntado si es lícito pagar tributo desde un punto de vista religioso, si ofende a Dios el que se pague. La respuesta contundente de Jesús es que a Dios le interesan otras cosas más importantes, y ésas no se las quieren dar. Teniendo presente el conjunto del evangelio, «las cosas de Dios», lo que le interesa, es que se escuche a Jesús, su enviado, que se acepte el mensaje del Reino, que se adopte una actitud de conversión, que se ponga término al raquitismo espiritual y religioso, que se sepa acoger a los débiles, a los menesterosos, a los marginados. Eso no interesa ni preocupa a fariseos y herodianos, pero es la cuestión principal. Si el evangelio no fuese tan escueto, podría haber parafraseado la respuesta de Jesús de esta manera: ¿Es lícito poner el sábado por encima del hombre? ¿Es lícito cargar fardos pesados sobre las espaldas de los hombres y no empujar ni con un dedo? ¿Es lícito llamar la atención de la gente para que os hagan reverencias y os llamen maestros? ¿Es lícito impedir a la gente el acceso al Reino de Dios? ¿Es lícito hacer estúpidas disquisiciones sobre los votos y juramentos? ¿Es lícito dejar morir de hambre al padre o a la madre por cumplir un voto? ¿Es lícito pagar los diezmos de la menta y del comino, y olvidar la honradez, la compasión y la sinceridad? En todo esto es donde están en juego «las cosas de Dios», no en el pago del tributo al César.

            Naturalmente, la comunidad cristiana pudo sacar de aquí conse­cuencias prácticas. Frente a la postura intransigente de los sicarios, defender que no era pecado pagar tributo al César. Y, con una perspectiva más amplia, fundamentar una teoría sobre la conviven­cia del cristiano en la sociedad civil, sin necesidad de buscar por todas partes enfrentamientos inútiles. Siempre, incluso en las peores circunstancias políticas, nadie podrá arrebatarle a la iglesia y al cristiano la posibilidad de dar a Dios lo que es de Dios.

El emperador no siempre es enemigo (1ª lectura)

            En Israel, desde los primeros siglos, hubo gente fanática y enemiga de conceder el poder político a un hombre mortal. El único rey debía ser Dios, aunque no quedaba claro cómo ejercía en la práctica esa realeza. Otros grupos, sin negarle la autoridad suprema a Dios, aceptaban el gobierno de un rey humano. Pero siempre debía tratarse de un israelita, no de un extranjero. La novedad del texto de Isaías, una auténtica revolución teológica para la época, es que Dios, aunque afirma su suprema autoridad («Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí, no hay dios»), él mismo escoge al rey persa Ciro, lo lleva de la mano, le pone la insignia y le concede la victoria. Porque Ciro, al cabo de pocos años, será quien conquiste Babilonia y libere a los judíos, permitiéndoles volver a su tierra.

            Este proceso de esclavitud – liberación – vuelta a la tierra recuerda al ocurrido siglos antes, cuando el pueblo salió de Egipto. La gran novedad, escandalosa para muchos judíos, es que ahora el salvador humano no es un nuevo Moisés sino un emperador pagano.

          El texto ha sido elegido para confirmar con un ejemplo histórico que se puede respetar al emperador, pagar tributo, sin por ello ofender a Dios.

Así dice el Señor a su Ungido, a Ciro, a quien lleva de la mano: «Doblegaré ante él las naciones, desceñiré las cinturas de los reyes, abriré ante él las puertas, los batientes no se le cerrarán. Por mi siervo Jacob, por mi escogido Israel, te llamé por tu nombre, te di un título, aunque no me conocías. Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí, no hay dios. Te pongo la insignia, aunque no me conoces, para que sepan de Oriente a Occidente que no hay otro fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay otro.

El escrito más antiguo del Nuevo Testamento (2ª lectura)

            Desde este domingo hasta el 33 inclusive la segunda lectura se toma de la 1ª carta de Pablo a los tesalonicenses, escrita en Corinto hacia el año 49/50.

            El breve fragmento elegido por la liturgia de hoy solo contiene el exordio, con loselementos típicos (remitentes, destinatarios, saludo) y el comienzo de la acción de gracias, donde Pablo recuerda las tres grandes virtudes de los tesalonicenses (fe, amor, esperanza) y el don de la elección. Adviértase el tono tan cordial con que escribe Pablo.

Pablo, Silvano y Timoteo, a la Iglesia de los tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. A vosotros, gracia y paz. Siempre damos gracias a Dios por todos vosotros y os tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor. Bien sabemos, hermanos amados de Dios, que él os ha elegido y que cuando se proclamó el Evangelio entre vosotros no hubo sólo palabras, sino, además, fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda, como muy bien sabéis.

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Domingo XXIX. 22 Octubre, 2023

Domingo, 22 de octubre de 2023
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Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: -¡Hipócritas!, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto.”

(Mt 22, 15-21)

El evangelio de este domingo nos enseña que podemos caer en la tentación de creernos mejores que los fariseos y pensar: “mira qué mala gente, cómo quería pillar a Jesús.”

Bien, precisamente esa fue la tentación en la que cayeron los fariseos. Ellos se creían mejores que Jesús y eso les llevó a buscar dejarle en evidencia.

Creernos ser mejores que las demás es una gran tentación y un gran peligro. De hecho, está en la base de los grandes conflictos de la historia pasada y la que vamos escribiendo.

Los grandes conflictos surgen de la creencia de que lo propio es mejor y por lo mismo nos consideramos con derecho a imponerlo o a rechazar lo diferente.

Pensemos por un momento en la situación política actual en la que cada quien repite su maravillosa idea sin escuchar la realidad ajena. ¿Cómo puede haber diálogo? No puede haberlo. Si no estamos dispuestos a dejarnos afectar por las ideas y puntos de vista ajenas no hay comunicación.

En el evangelio los fariseos se presentan como queriendo dialogar, cuando en realidad su intención es comprometer a Jesús. Jesús en lugar de entrar en su juego pone de manifiesto sus intenciones y zanja el problema sin evadirse en largas discusiones estériles, otorgando a cada cosa su lugar: “al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios.”

Dialogar no es aportar una idea sino arriesgarla. “Comprendiendo su mala voluntad”. Se trata de exponer mi propio punto de vista, aceptando que no es el único y ni siquiera es el mejor. Es más, quizá ni siquiera sea bueno para otras personas que ven otras cosas porque tienen diferentes realidades.

Para dialogar se necesita mucha humildad y apertura, un corazón pacífico y una mente flexible. Es una pena que en nuestras sociedades modernas, en la era de la comunicación, nos enseñen a hablar y a opinar, pero no a dialogar.

Oración

Trinidad Santa, comunión en la diferencia, enséñanos el arte de la escucha que nos abre a la realidad ajena. Danos la humildad que necesitamos para poder encontrarnos y dialogar

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Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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No hay un Dios-César ni un César-Dios.

Domingo, 22 de octubre de 2023
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Mt 22, 15-21

Los jefes comprendieron que las tres parábolas se referían a ellos (los obreros de última hora, los hermanos mandados a la viña, el banquete de boda. Contraatacan con tres preguntas que intentan tenderle una trampa para tener de qué acusarlo. La primera es la del tributo al César que acabamos de leer. La segunda es sobre la resurrección de los muertos. La tercera, cuál es el primer mandamiento, que leeremos el próximo domingo.

Merece atención el texto del segundo Isaías que hemos leído. Es muy interesante, porque es la primera vez que la Biblia habla de un único Dios. Estamos a mediados del s. VI a. c., y hasta ese momento, Israel tenía su Dios, pero no ponía en cuestión que otros pueblos tuvieran sus propios dioses. Esto no lo hemos tenido nunca claro. El creer en un Dios único es un salto cualitativo increíble en el proceso de maduración de la revelación.

El evangelio de hoy no es sencillo. Con la frasecita de marras, Jesús contesta a lo que no le habían preguntado. No se mete en política, pero apunta a una actitud vital que supera la disyuntiva que le proponen. Una nefasta interpretación de la frase de Jesús la convirtió en un argumento para apoyar el maniqueísmo en nombre del evangelio. Seguimos entendiendo la frase como una oposición entre lo religioso y lo profano; hoy entre la Iglesia y el Estado. Se trata de una falta absoluta de perspectiva histórica.

Moisés utilizó a Dios para agrupar a varias tribus en un solo pueblo. Israel fue siempre una teocracia en toda regla. Cuando se instauró la monarquía por influencia de las naciones próximas, al rey se le consideró como un representante de Dios (hijo de Dios), sin ningún poder al margen del conferido por su divinidad. Al proponer la pregunta, los fariseos no piensan en una confrontación entre el poder religioso y el poder civil, sino entre su Dios y el César divinizado. La moneda es clave para entender la respuesta.

TI(berius)CAESAR DIVI AUG(usti) F(ilius) AUGUSTUS: PONTIF(ex) MAXIM(us)

Tiberio César, glorioso hijo del divino Augusto, sumo pontífice

Jesús pregunta: ¿De quién es esa imagen e inscripción? Se cuestiona si un judío tiene que aceptar la soberanía del César o seguir teniendo a Dios como único soberano. Con su respuesta, Jesús no está proponiendo una separación del mundo civil y el religioso. En tiempo de Jesús tal cosa era impensable. No hay en el evangelio base alguna para convertir la religión en una especulación de sacristía sin influencia en la vida real.

Fariseos y herodianos, enemigos irreconciliables, se unen contra Jesús. Los fariseos eran contrarios a la ocupación, pero se habían acomodado. Los herodianos eran partidarios del poder de Roma. La pregunta era una trampa. Si decía que no, se ponía en contra de Roma. Los herodianos lo podían acusar de subversivo. Si decían sí, los fariseos podían acusarlo de contrario al judaísmo, porque se ponía en contra del sentir del pueblo.

El verbo que emplea Jesús, “apodídômi“, no significa dar sino devolver. El que emplean los fariseos (dídomi), sí significa “dar”. Una pista para comprender la respuesta. Estaban contra el César, pero utilizaban su moneda y tiene derecho a exigir que se la devuelvan. Un verdadero judío tenía que renunciar a utilizar el dinero de Roma. Les hace ver que ya han contestado, pues han aceptado la soberanía de Roma.

Al preguntar por la imagen, Jesús está haciendo clara referencia al Génesis, donde se dice que el hombre fue creado a imagen de Dios. Si el hombre es imagen de Dios, hay que devolver a Dios lo que se le ha arrebatado, el hombre. La moneda que representa al César tiene un valor relativo, pero el hombre tiene un valor absoluto, porque representa a Dios. Jesús no pone al mismo nivel a Dios y al César, sino que toma claro partido por Dios. El hombre como valor supremo es la clave del mensaje de Jesús.

Tampoco se puede utilizar la frase para justificar el poder. Si algo está claro en el evangelio es que todo poder es nefasto, porque machaca al hombre. Se ha repetido hasta la saciedad que todo poder viene de Dios. Pues bien, según el evangelio, ningún poder puede venir de Dios, ni el político ni el religioso. En toda organización humana, el que está más arriba está allí para servir a los demás, no para dominar.

Jesús dice que el César no es Dios, pero no hemos dudado en convertir a Dios en un César (he leído una homilía: “el único César que existe es Dios”). No es fácil asimilar que tampoco Dios es un César. No se trata de repartir dependencias, ni siquiera con ventaja para Dios. Dios no hace competencia a ningún poder terreno, sencillamente porque no tiene ningún poder. Esto, bien entendido, evitaría toda solución falsa. El problema es una trampa en sí mismo. No existe una alternativa entre César y Dios.

Se ha predicado que había que estar más pendiente del César religioso que del César civil. Ningún ejercicio del poder es evangélico. No hay nada más contrario al mensaje de Jesús que el poder. Siempre que pretendemos defender los derechos de Dios, estamos defendiendo nuestros propios intereses. El que te diga que está defendiendo a Dios, en realidad lo está suplantando. Tampoco el estado tiene derecho alguno que defender. Los dirigentes civiles tienen que defender siempre los derechos de los ciudadanos.

No hablamos de anarquismo. Al contrario, una sociedad, aunque sea de dos personas, tiene que estar ordenada y en relaciones mutuas de interdependencia. En ella, una tiene mayor responsabilidad; pero todas las relaciones humanas deben surgir del servicio a los demás, no del dominio. Ningún ser humano es más que otro ni está por encima de otro. “No llaméis a nadie padre, no llaméis a nadie jefe, no llaméis a nadie señor”.

No existe una realidad sagrada y otra profana. Hoy no existe un César con poder absoluto, ni existe un Dios que disputa el poder al César. Es descabellado hacer creer a la gente que tiene unas obligaciones para con Dios y otras con la sociedad civil. Dios se encuentra en todo lo terreno, pero en lo más hondo del ser. Si solo lo encontramos en la iglesia, hemos caído en la idolatría. La única manera de entender todo el alcance del mensaje de hoy es superar la idea de un Dios fuera que arrastramos desde el neolítico.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Lo profano y lo sagrado.

Domingo, 22 de octubre de 2023
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Mt 22, 15-21

«Hipócritas, ¿por qué me tentáis?»

Los fariseos y los herodianos se odiaban a rabiar, y el objeto de la extraña alianza que muestra el texto es sin duda tapar todo resquicio por el que Jesús pudiese escapar de la trampa que le habían tendido. Si contestaba que sí, que era lícito pagar tributo al César, los fariseos le acusarían ante el pueblo de ser amigo de sus opresores romanos, y si contestaba que no, que no era lícito, los herodianos lo prenderían por sedicioso. Lo que no esperaban era que Jesús fuese capaz de salir airoso de aquel atolladero: «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».

Y como argumento para conjurar la trampa que le habían tendido es genial… pero lo del César también es de Dios.

El cronista del capítulo primero del Génesis se inventa un relato precioso para decirnos una sola cosa: que todo es obra de Dios; que todo es reflejo de Dios. Y por eso, en el mundo no hay nada que pueda considerarse profano, sino que todo es sagrado; obra de Dios. Nosotros hacemos distinción entre lugares sagrados, los templos, y lugares profanos, el resto. También distinguimos en tiempos sagrados, en los que vamos al templo a cumplir con Dios, y tiempos profanos, que son para nosotros y en los que Dios no tiene parte alguna.

Para Jesús todo es sagrado. Ve a Dios en todas las cosas; todo es revelación de Dios para él, reflejo de Dios, y por eso es capaz de hablar de Él con las cosas más sencillas y cotidianas. Tampoco hace distinción entre tiempos sagrados y profanos; todo el tiempo es de Dios; tanto el que dedica a la oración de madrugada para confortarse en presencia de Abbá, como el que consagra luego a curar y enseñar; a proclamar el Reino por los caminos de Palestina.

Recuerdo que Ruiz de Galarreta se despedía de nosotros al finalizar la eucaristía con estas palabras: «Ya nos hemos alimentado… ahora a trabajar». El mundo no es un lugar profano para dedicarnos sin más a nuestras cosas, sino nuestro lugar de trabajo como cristianos. El templo es sagrado en la medida en que vayamos a él alimentarnos. El mundo lo es en la medida en que nos tomemos en serio nuestro compromiso de proclamar el Reino; de ser sal, de ser luz, de ser semilla…

Una de las cosas más característica y distintiva de la propuesta de vida que nos hace el evangelio, es que no nos propone huir de la realidad humana, sino dar pleno sentido a toda realidad humana. Porque el Reino no es esencialmente renunciar a nada, sino dirigirlo todo hacia ese fin. Ni poseer, ni casarse, ni trabajar, ni descansar, ni disfrutar, ni esforzarse, ni dimensión humana alguna, está fuera de esta categoría esencial: medios para construir el Reino.

Miguel Ángel Munárriz Casajús 

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo sobre este evangelio, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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Dad a Dios lo que es de Dios: ¿Podemos darle algo mejor que el cuidado de la vida humana?

Domingo, 22 de octubre de 2023
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render-unto-caesar-and-unto-god_900x600_72dpi_2Mateo 22, 15-21

Un día más, estábamos sentados en la ladera del monte, esperando que Jesús abriera su corazón y nos hablara. Cuando vimos que se acercaba un grupo de herodianos, y observamos la expresión de sus rostros, supimos que venían buscando el conflicto. Desde hacía tiempo, tanto ellos como los fariseos, tenían interés en dejar a Jesús en ridículo, públicamente. Querían desprestigiarle ante la gente que le seguíamos y le escuchábamos con atención.

– ¡Vienen a por él! Se oyó a lo lejos. Y asentimos con la cabeza.

Saludaron a Jesús con la falsedad que era habitual en ellos y rápidamente abordaron el tema de los impuestos. Un tema espinoso, porque cada grupo político tenía su posición particular, lo que provocaba enfrentamientos y violencia.

Los herodianos, junto con muchos sacerdotes de alto rango, se beneficiaban directamente de los impuestos; lo mismo que muchos funcionarios, recaudadores, etc. Por eso no querían ningún cambio. Años antes, Herodes el Grande se distinguió por vivir entre la tiranía, la ambición y el despilfarro; impuso grandes tributos que sus seguidores han venido manteniendo, año tras año, a costa de la sangría de nuestro pueblo.

Por otra parte, algunos grupos revolucionarios nos proponían que nos negáramos a pagar impuestos; nos decían que así proclamábamos que Dios es el único Señor de Israel. Era muy difícil tomar postura, porque me arriesgaba a ser perseguida.

Me preguntaba: ¿qué hará Jesús ante esta trampa que le tienden los discípulos de los fariseos y los herodianos?

Jesús mantuvo la calma y pidió un denario. Rápidamente le ofrecieron uno, acuñado con el rostro del César. Por el hecho de tener ese rostro, las autoridades religiosas consideran que la moneda es impura, tan impura que no podemos usarla en el templo de Jerusalén, ni para pagar los servicios religiosos, ni para dar limosna.

Dentro del templo se acuñan las monedas “puras”, las de uso religioso. Los cambistas reciben las monedas impuras, las pesan y nos entregan el equivalente de su valor en monedas del templo. Bueno, se encargan también de quedarse con un porcentaje que muchas veces es abusivo, sobre todo a costa de la gente más pobre e ignorante.

– “Dad al César lo que es del César”, dijo Jesús, mirando fijamente al grupo.

Los herodianos respiraron tranquilos. Se dieron media vuelta para retirarse. No había de qué preocuparse. Entonces Jesús dijo con voz potente:

– “Y dad a Dios lo que es de Dios”.

Se armó un revuelo. En el aire fueron quedando muchas preguntas: ¿Qué es de Dios y qué no es de Dios? ¿Qué hay que darle? ¿Dios necesita lo que le damos? ¿No es suficiente con alguna limosna?

Entonces recordé que, pocos días antes, Jesús había dicho: Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Y me pareció entender que todas las personas son de Dios, ya sean galileas o samaritanas, judías o gentiles, justas o pecadoras… Y que solo puedo darle a Dios aquello que le doy al prójimo.

Me volví pensativa a casa. Por la noche, apague el candil para no gastar aceite, y salí a meditar bajo las estrellas, pidiendo al Abbá que me ayudara a comprender con hondura lo que nos había dicho Jesús con tanto énfasis.

María, discípula amada.

Han pasado casi 2.000 años. Y este fin de semana, ante los inhumanos acontecimientos que están viviendo el pueblo palestino y el pueblo judío, también podemos hacernos preguntas:

· ¿Por qué se mezclan las noticias para que confundamos a un grupo terrorista con toda la población palestina y al fundamentalismo judío con todo el pueblo judío?

· Unos intereses económicos brutales han acallado la voz de quienes deben y pueden parar la masacre que se ha anunciado ¿Hasta cuándo el dinero hará enmudecer a quienes tienen en su mano abrir caminos para la paz?

· Una vez más, se mueve el negocio de las armas y de ese río revuelto saldrán grandes fortunas. ¿Qué podemos hacer?

· A los ojos de Dios ¿qué valor puede tener una tierra, frente al valor de miles y miles de vidas humanas inocentes?

· ¿Contrastamos la información que recibimos, antes de compartirla desde lo más visceral de nuestro ser?

· ¿Buscamos gestos de esperanza y compromiso, contra toda desesperanza? ¿Oramos por la paz del mundo?

Que el Abbá nos ayude a comprender con hondura las palabras de Jesús: “Mi paz os dejo, mi paz os doy”

Marifé Ramos

Fuente Fe Adulta

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Debates y trampas.

Domingo, 22 de octubre de 2023
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IMG_0944Domingo XXIX del Tiempo Ordinario

22 octubre 2023

Mt 22, 15-21

En gran medida, los debates le encantan al ego, porque lo entretienen y lo alimentan. Lo entretienen porque, mientras discute, evita mirar su propia problemática interna. Y lo alimentan porque le permiten compararse con otros, luchar por imponerse y, en definitiva, creerse “alguien”. Todo ello explica que, como es fácil observar, es muy extraño que una persona que debate de esta manera cambie su opinión. Más bien sucede al revés: cada cual se fortalece y atrinchera en su posición.

Criticar el debate, al que estamos acostumbrados a través de los diferentes medios, no significa negar el valor del diálogo. Pero este tiene unos requisitos, que son los que marcan la diferencia. El primero de ellos es que el objetivo del diálogo no es “tener razón”, ni “salirse con la suya”, sino la búsqueda desapropiada de la verdad. Y, en paralelo, otro segundo requisito es la capacidad de reconocer la parte de verdad que toda posición contiene, porque no se olvida que cada persona tiene su verdad.

Pero, así como al ego le encanta el debate, de la misma manera disfruta poniendo trampas. Porque, al no buscar la verdad, sino lograr imponerse al otro y descalificarlo, desarrollará todas las artimañas a su alcance para ridiculizar o, al menos, acallar a aquel de quien discrepa.

Ante las trampas, carece de sentido el diálogo, porque falla otra de las condiciones básicas: la honestidad. De ahí que el mejor recurso sea evitarlas. A no ser que se posea el ingenio suficiente -como en el caso del relato evangélico que leemos hoy- para mostrar al desnudo la falsedad que la misma trampa encierra.

Quien solo busca la verdad vive el diálogo desde la humildad y el más profundo respeto a la otra persona, por más que no pueda compartir su punto de vista. Pero no entra en debates interminables ni, mucho menos, trata de “cazar” al otro por medio de trampas. Porque, en última instancia, no vive buscándose a sí mismo, sino dejando o permitiendo que la vida fluya y se exprese.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Dad al César… ¿La fe es ineficaz?

Domingo, 22 de octubre de 2023
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IMG_0965Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.- PREGUNTA TRAMPA

La pregunta que los fariseos le lanzan a Jesús es una pregunta trampa: le preguntan “para comprometer a Jesús”. ¿Es lícito pagar el impuesto al César, al opresor extranjero romano?

Jesús se da cuenta de “su mala voluntad”. ¿Por qué me tentáis, hipócritas?

Si Jesús contesta que no hay que pagar impuesto al opresor (al César, a los romanos), los fariseos y la clase alta de Israel puede descansar, pues así pueden poner a Jesús en manos de la justicia romana, quienes lo ejecutarán por revolucionario zelota

Si dice que hay que pagar impuesto, todavía es peor, Jesús sería una especie de traidor a la causa judía y el pueblo se pondría en contra de Jesús.

02.-  JESÚS CONOCE LA MALICIA E HIPOCRESÍA DE AQUELLA GENTE (v 18).

El ámbito de las relaciones entre el poder del César y la autoridad de Dios es siempre un campo minado, tanto en tiempos de Jesús, como hoy en día: fe e ideologías, Iglesia y estado, razón y fe…

Por eso se suele decir que la Iglesia, los curas, incluso los movimientos religiosos no han de entrar en política, pues es competencia del César.

En la respuesta de Jesús hay una cierta ironía.

Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

Césares ha habido y hay siempre muchos, demasiados, y en todas las esferas de la vida: en política, en economía, en los entresijos eclesiásticos.

Las palabras Kaiser y Zar, son variantes de César.

Hay mucho Kaiser suelto en la vida social, política, económica y eclesiástica.

¿Y qué es lo del César, qué quiere el César? Los zares y césares quieren escaños parlamentarios, mayorías absolutas, poder, dineros, palacios, etc. Pues eso es lo que hay que darles.

Por una parte Jesús conocía la malicia e hipocresía de aquellos fariseos. Por otra parte, Jesús, como buen creyente, conocía bien los mandamientos de los que el primero es: Amarás al Señor tu Dios con toda tu alma…

Por eso ni Jesús, ni los cristianos adoraron nunca al César, al emperador (y por eso murieron, más bien los mataron: mártires). El primer mártir fue el mismo Jesús, y en la historia matarán después a muchos cristianos que no adoraron al emperador romano; a Bonhoeffer que no se postró ante Hitler, asesinaron a Monseñor Oscar Romero, que no pagó el tributo de Dios a los militares, o a Ignacio Ellacuría que sirvió a Dios y al pueblo en su enseñanza y pastoral universitaria y no a los poderes económicos, etc.

“Mi Reino no es como los de este mundo”. El Reino de Dios es de justicia y de paz. Vivir en ese ámbito de Dios es dar a Dios lo que es de Dios.

03.- ¿LA FE ES INEFICAZ?

Una cuestión candente suele ser si el cristiano, la Iglesia ha de entrar en política o no.

En la sociedad, en la vida socio-política la eficacia está en el César, en el Ayuntamiento, en el Gobierno, etc.

Si se quiere construir una casa de cultura, un polideportivo o un colegio en el pueblo, en el barrio hay que recurrir al César: al ayuntamiento, a la diputación-gobierno vasco o al gobierno central. La misma atención médica, la docencia, el tráfico, etc. funcionan sin la fe. La eficacia está en las ideologías, en el poder.

La fe es humilde y -en este sentido- la fe es ineficaz. Solamente con la fe no se construye un hospital o una escuela.

Pero al mismo tiempo la fe es fuerte. La fe es una reserva, una instancia crítica capaz de poner en crisis las tesis del César. Tú, César, tendrás poder, pero no sensatez ni verdad. Tendrás dineros, escaños, monedas, sedes pero –tal vez- no tienes verdad, ni posiblemente bondad (ética). Lo que emanan de los parlamentos y ámbitos de poder en muchos casos no es ni verdad ni bueno.

La fe es la instancia última que ejerce en el creyente una doble función:

a. Por una parte la fe ilumina el camino de la existencia humana, le confiere sentido y horizonte.

b. Por otra parte la fe es enormemente crítica con lo que supone el “César”, con la ética con la que se regulan las cosas en la sociedad.

Por esto el cristiano, el ciudadano cristiano en la medida de sus cualidades, posibilidades y opciones, ha de entrar en la vida social, política, etc. y trabajar incluso “manchándose las manos”. Pero el que cree en Dios, trabaja con la reserva crítica de la fe.

Recordemos cómo hace unas décadas D. José Mª Arizmendiarrieta creaba e impulsaba todo el movimiento cooperativista de Mondragón: Fagor, etc… Recordemos los movimientos obreros: JOC, HOAC, JEC… Recordemos el movimiento de los curas obreros, etc…

El César, el presidente de gobierno, el banquero, el Obispo tienen poder, pero mi fe está en Dios, no en el César.

Trabajo desde una ideología pero yo no creo ni en Marx, ni en mi ideología-partido político, ni en un movimiento eclesiástico determinado…

No adoréis nunca al César, al poderoso. A los “césares” echadles -dadles- lo que os piden: votos, tarjetas opacas, “Moncloas y Ajuria-eneas” pero no deis al Cesar lo que es de Dios.

Yo creo en Dios. Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí, no hay dios (1ªlectura)

En último término, si somos algo valientes en ocasiones habremos de hacer nuestro aquello de San Pedro y los apóstoles: Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres, (HH 5,29).

DADLE AL CÉSAR LO QUE LE GUSTA, LO DE DIOS ES OTRA COSA

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Domingo de Guzmán, un cristiano libre

Martes, 8 de agosto de 2023
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En la Fiesta de Santo Domingo de Guzmán, recordemos a este hombre providencial, amante de la pobreza y de la libertad en el compromiso…

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(imagen Saint Dominic of Guzman ora pro nobis by DCJBeeers)

***

Nació en Caleruega (Burgos), en España, en 1172. Hacia 1196 se convirtió en canónigo del capítulo de la catedral de El Burgo de Osma (Soria). Acompañó al obispo Diego en una importante misión por el norte de Europa. Al pasar por el sur de Francia, vio claramente el daño que la herejía cátara estaba haciendo entre los fieles y maduró el designio de reunir a algunas personas que se dedicaran a la evangelización a través de la predicación pobre, estable y organizada del Evangelio.

Este proyecto, aprobado por vez primera por Inocencio III, fue reconocido definitivamente por Honorio III el 22 de diciembre de 1216. Este último llamó «Hermanos Predicadores» a sus miembros. Domingo diseminó de inmediato a los hermanos que le siguieron por las regiones más remotas de Europa. Solía decir: «No es bueno que el grano se amontone y se pudra».

Precisó en dos congregaciones generales los fundamentos y los elementos arquitectónicos de su familia religiosa: vida en común pobre y obediente, la oración litúrgica, el estudio asiduo de la Verdad ordenado a la predicación, entendida como contemplación en voz alta, participación en la misión propia de la Iglesia, sobre todo en las tierras todavía no  evangelizadas.

Hombre genial, sabio, misericordioso, era «tierno como una madre y fuerte como el diamante»(Lacordaire). Murió en Bolonia el 6 de agosto de 1221. Gregorio IX lo canonizó el 3 de julio de 1234.

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***

“¿Cómo podré yo seguir estudiando en pieles muertas, en pergaminos, cuando hermanos míos en carne viva se mueren de hambre?”

“Con los pies descalzos salgamos a predicar”.

“Si alguien enseña a los frailes que faltar a las observancias es pecado, yo mismo iré sin demora por los claustros raspando todas las reglas con su cuchillo”.

“El trigo amontonado se pudre”.

“Tened caridad, conservad la humildad, poseed la pobreza voluntaria”.

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El primer modo de orar consistía en humillarse ante el altar como si Cristo, representado en él, estuviera allí real y personalmente, y no sólo a través del símbolo. Se comportaba así en conformidad al siguiente fragmento del libro de Judit: Te ha agradado siempre la oración de los mansos y humildes (Jdt 9,1 ó). Por la humildad obtuvo la cananea cuanto deseaba (Mt 15,21-28), y lo mismo el hijo pródigo (Le 15,11-32). También se inspiraba en estas palabras: Yo no soy digno de que entres en mi casa (Mt 8,8); Señor, ante ti me he humillado siempre (Sal 146,61). Y así, nuestro Padre, manteniendo el cuerpo erguido, inclinaba la cabeza y, mirando humildemente a Cristo, le reverenciaba con todo su ser, considerando su condición de siervo y la excelencia de Cristo. Enseñaba a hacerlo así a los frailes cuando pasaban delante del crucifijo, para que Cristo, humillado por nosotros hasta el extremo, nos viera humillados ante su majestad.

Mandaba también a los frailes que se humillaran de este modo ante el misterio de la Santísima Trinidad, cuando se cantara el Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. […]

Después de esto, santo Domingo, ante el altar de la iglesia o en la sala capitular, se volvía hacia el crucifijo, lo miraba con suma atención y se arrodillaba una y otra vez; hacía muchas genuflexiones, a veces, tras el rezo de completas y hasta la media noche, ora se levantaba, ora se arrodillaba, como hacía el apóstol Santiago, o el leproso del evangelio que decía, hincado de rodillas: Señor, si quieres, puedes curarme (Mt 8,2); o como Esteban, que, arrodillado, clamaba con fuerte voz: No les tengas en cuenta este pecado (Hcfi7,60). El padre santo Domingo tenía una gran confianza en l a misericordia de Dios, en favor suyo,  en bien de todos los pecadores y en el amparo de los frailes jóvenes que enviaba a predicar. […] Enseñaba a los frailes a orar de esta misma manera, más con el ejemplo que con las palabras.

*

I. Taurisano,
Il nove modi di pregare di san Dominico,
ASOP 1922, pp. 96ss.

 

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“Inmigración y cárcel”, por Gabriel Mª Otalora

Martes, 18 de julio de 2023
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las-carceles-son-lugares-traumatizantes-y-peligrosos-para-los-reclusos-lgbt-segun-un-estudio-reveladorDe su blog Punto de Encuentro:

10.06.2023 | Gabriel Mª Otalora

No hago más que escuchar que la inmigración trae delincuencia incluso entre personas que son cristianas por tanto seguidoras del mensaje de amor inclusivo de Jesús de Nazaret. Casi nunca se añade que los inmigrantes vienen de países donde la guerra y el hambre es la principal realidad de quienes salen de un infierno para buscar un futuro mejor. Si nos quedamos con el miedo y desprecio al diferente (se llama racismo), la cárcel sería más o menos abominable en función de las características de sus presos. Pero lo cierto es que la población carcelaria está compuesta por gente muy joven, cuyo perfil real no es el que la sociedad se imagina, ni tampoco la justicia pretendida es la real.

Para empezar, solo un 14% de reclusos están condenados por delitos graves o violentos. Llama la atención que siendo uno de los Estados con menor número delitos graves sentenciados, sea unos de los que más presos estén recluidos en las cárceles, a lo que hay que hay que añadir el elevado número de preventivos a la espera de sentencia. E igualmente llama la atención la escasa presencia de condenados por delitos societarios, el blanqueo de capitales, los delitos contra la Hacienda Pública, el urbanismo, la malversación, el medio ambiente…

Quizá lo más grave de todo es la convicción social de que los inmigrantes son los delincuentes habituales de las prisiones; como si delincuencia e inmigración fueran de la mano. Es una especie de estigma xenófobo que pesa como una sentencia firme, una predisposición que no deja margen al beneficio de la duda. La búsqueda de un hábitat más humano hace que millones de personas huyan de la miseria en una carrera de obstáculos a veces superior a sus fuerzas. Los llamados “sin papeles” y no pocos de los recién regularizados afrontan toda clase de penalidades y trastornos psicosomáticos que los especialistas denominan el síndrome de Ulises o estrés crónico depresivo acumulado por múltiples factores como su situación irregular, la explotación laboral, la soledad y lejanía de los suyos, ser el punto de mira policial, etc. Muchos miles se han quedado en el camino ante el muro de exclusión agravado por las dificultades con el idioma, su precariedad emocional y el ambiente hostil que sufren.

El Papa Francisco es una de las contadas excepciones que ha condenado nuestro modelo económico excluyente. Él nos invita a cuestionarnos “el modelo de desarrollo”y de economía actual para evitar que “los hijos y nietos paguen una factura demasiado alta porquela tierra arde” y el capitalismo “mata”. Así hablaba Francisco el año pasado ante cerca de mil jóvenes reunidos en Asís.

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Frente al estigma de asociar al inmigrante con el delincuente, debemos mirarles con otros ojos, sobre todo porque la realidad no es la que pensamos. Volviendo al perfil real carcelario, ¿cuánta población reclusa es inmigrante? Según datos oficiales del Ministerio del Interior (2022), solo un tercio, el 31,1% de reclusos y reclusas, son población extranjera, y eso que las cifras han subido ligeramente desde 2021.

Lo que sí es cierto es que las cárceles están llenas de pobres y enfermos. Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), los centros penitenciarios acaban albergando mayoritariamente a personas de los grupos más vulnerables y desfavorecidos de la sociedad. Y junto a esta realidad, el aumento de penas no mejora la reinserción, objetivo central de toda la política penitenciaria cuando, además, el 70 % de la población recusa padece adicciones.

La gestión eficaz de las cárceles no depende únicamente de las autoridades penitenciarias, a pesar de la importancia del organismo que las gestiona. La eficacia está directamente relacionada con la legislación, la gestión del sistema de justicia penal en su conjunto; el desempeño judicial, el nefasto corporativismo y las presiones que recibe dicho sistema desde fuera, sobre todo cuando la inmigración viene escapando de la miseria y se utiliza como arma arrojadiza. Vox, en plena resaca electoral, anuncia su intención de quitar la asistencia sanitaria a los “ilegales”…

Es preciso ampliar la justicia penal, a la que deben servir las leyes y la praxis jurídica, buscando la convivencia desde los derechos humanos, con acciones valientes en materia de inserción y de pedagogía social ante la realidad penitenciaria para desterrar que inmigración y delincuencia van de la mano ¡Al menos entre los cristianos!

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Coge tu cruz y sígueme…

Domingo, 2 de julio de 2023
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No te he negado

Por causa de Tú causa me destrozo
como un navío, viejo de aventura,
pero arbolando ya el joven gozo
de quien corona fiel la singladura.

Fiel, fiel…, es un decir. El tiempo dura
y el puerto todavía es un esbozo
entre las brumas de esta Edad oscura
que anega el mar en sangre y en sollozo.

Siempre esperé Tú paz. No Te he negado,
aunque negué el amor de muchos modos
y zozobré teniéndote a mi lado.

No pagaré mis deudas; no me cobres.
Si no he sabido hallarte siempre en todos,
nunca dejé de amarte en los más pobres.

*

Pedro Casaldáliga,
El Tiempo y la Espera,
Sal Terrae 1986

***

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

“El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí.

El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará.

El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo.

El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.”

*

Mateo 10,37-42

***

Dios, que me entrega tesoros para que los guarde, me permite que los custodie y los administre bien   Me agrada relacionarme con los demás. Mi intensa participación, me parece, irradia lo mejor y más sincero de mí; las personas se muestran sinceras conmigo, cada uno es una historia, y todos me cuentan su vida. Y mis ojos encantados no tienen que leer. […]. Soy un enfermo, no puedo hacer nada. Mas tarde enjugaré lágrimas y replegaré miedos, allá abajo. En el fondo, ya lo hago en esta cama. ¿Quizá sea por esto que tengo fiebre y mareos?. No quiero ser cronista de horrores. Ni tampoco de sucesos sensacionales.

Esta mañana le he dicho a Jopie: siempre llego a la misma conclusión, la vida es bella. Y creo en Dios. Quiero estar entre los  “horrores” y decir igualmente que la vida es bella. Ahora, con fiebre y mareos, acostado en un rincón, no puedo hacer nada. Hace poco me he despertado con la garganta seca, he aferrado mi vaso y he agradecido los sorbos de agua; he pensado: si pudiese andar entre los millares de hombres amontonadas por ahí y pudiese ofrecerles un trago… Me digo: no es nada, tranquilo, no es nada, tranquilo.

Cuando una mujer o un niño hambriento se ponía a llorar detrás de nuestras mesas de grabación, me arrimaba, le abrazaba sobre mi pecho, le apretaba, le sonreía y suavemente le decía a quien se encontraba acurrucado y aturdido: no es nada, no es nada. Me quedaba allí y, si podía, hacía algo. A veces me sentaba cerca de alguien, le ponía el brazo encima del hombro, guardaba silencio y le miraba a la cara. Nada resultaba nuevo, ninguna de aquellas expresiones de dolor humano. Todo me parecía familiar; como si ya hubiera vivido cada casa. Algunos me decían: tienes nervios de acero para resistir. No creo que tenga nervios de acero; mas bien, nervios sensibles, capaces de “resistir”. Tengo el coraje de mirar de frente al dolor. Al final de coda día me decía: ¡quiero tanto a los hombres!.

*

E. Hillesum,
Diario 1941-1943,
Milán 5i 992, 232ss.

*

***

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“¿Cómo vivir un cristianismo que diga algo a nuestro presente?”, por Consuelo Vélez

Jueves, 11 de mayo de 2023
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IMG_9654De su blog Fe y Vida:

Consuelo Vélez

El conocido teólogo Karl Rahner afirmó que el cristiano del futuro será místico o no será cristiano” y ya estamos en el “futuro” -en referencia a sus palabras- y es válido pensar si está frase se está cumpliendo y si, precisamente por no ser místicos, más y más gente se aleja de la vivencia de la fe.

Pero vayamos por partes. Lo primero será entender que significa “ser místico. Algunos creen que es retirarse del mundo y dedicarse exclusivamente a los ámbitos que comúnmente llamamos “sagrados”. Supondría gastar horas y horas en liturgias y oraciones, entre más solemnes y misteriosas, más valiosas, y rodearse de símbolos religiosos, espacios religiosos, cantos religiosos. Todo esto tiene valor en su justa medida, pero ninguna de esas realidades garantiza la experiencia mística. En realidad, la mística se refiere a la experiencia de Dios que tiene una persona de una manera fuerte, profunda, totalizante y que se expresa en su manera de ser y de actuar. Pero aquí es donde viene una necesaria reflexión para discernir cuándo es una experiencia mística y cuando puede ser un ritualismo externo.

La clave nos la da el Dios en quien creemos los cristianos y con el que nos relacionamos: Jesús de Nazaret. Podemos saber cómo es Dios -sin pretender decir que lo abarcamos plenamente ya que Él siempre supera nuestra comprensión humana- porque Jesús nos lo reveló con sus palabras y obras. El Dios que conocemos a través de Jesús es el de la misericordia infinita. Es el que pone al ser humano como valor fundamental frente a lo cual todo lo demás ha de ser para su bien y no para ningún tipo de opresión, exclusión o sujeción. El Dios de Jesús es el que propone la mesa común de los hermanos y hermanas reunidos en su nombre. Es el que apuesta por el diálogo y la paz renunciando a toda guerra y vencimiento por la fuerza. El Dios del reino es el que se asegura que los desfavorecidos y descartados -como dice el papa Francisco- sean los privilegiados para que no se queden por fuera en ningún sentido. El Dios revelado por Jesús es el que cree en la diversidad, en el valor de lo pequeño, en la gratuidad, en la fiesta, en el gozo por cada situación que logra transformarse para el bien. Es el que siembra a manos llenas la semilla por todos los campos y espera pacientemente hasta su cosecha. Es el que paga igual sin importar la hora de llegada y el que dice que el mayor en el reino es el que se hace servidor de todos. Estas características y muchas otras que podrían señalarse, son las que invitan a entender que la mística cristiana no tiene nada que ver con alejarse del mundo sino con meterse en él buscando encarnar esta manera de ser de Dios y la llamada que nos hace. Algunos llaman a esto, “mística de ojos abiertos” porque, en efecto, se experimenta a Dios en la historia presente y se responde a su amor en esta realidad.

Algunos grupos no parecen ser místicos de ojos abiertos, sino que proponen la mística en el sentido al que nos referimos al inicio. Aunque estos grupos cuentan con un significativo número de personas -que nos hacen preguntarnos si no será por ahí el camino-, una mirada atenta nos hace ver que muchas de sus propuestas y prácticas no están en consonancia con la experiencia del Dios de Jesús. Definitivamente, la mística no consiste en encerrarse en el intimismo, moralismo, ritualismo o tradicionalismo, aunque esas formas den seguridad. La mística consiste en atender a los “signos de los tiempos”, lugar donde el Espíritu de Dios continúa hablando, para encontrarle allí donde está revelándose y donde se puede dar esta experiencia de encuentro con Él o experiencia mística como se le ha llamado.

Desde estas aclaraciones, podríamos decir que muchos cristianos de hoy siguen en deuda con una experiencia religiosa que los vuelque hacia el mundo, que no le teman, que no lo satanicen, que no lo consideren perdición, sino que lo vean como lugar de encuentro con Dios para más amarle, más servirle, más garantizar que esta historia pueda ser historia de salvación para todos. Sigue pendiente que los cristianos acompañen las búsquedas sociales, culturales, políticas, etc., de las personas de hoy, especialmente, de los más jóvenes. Que lo hagan con humildad y sin pretensión de tener la verdad absoluta. A fin de cuentas, la experiencia de vivir es un misterio que cada día nos sorprende, invitándonos a acoger y realizar con esperanza y creatividad, la novedad del vivir, del amar.

Personalmente creo que las personas se alejan de la institución eclesial porque la ven muchos pasos atrás de la realidad del mundo -siempre con temores y resistiéndose a los cambios- y se alejan de la experiencia de fe porque no logran explicarla de manera encarnada y significativa para este presente. No será por más rezar o por más celebrar liturgias solemnes como se conseguirá que la gente vuelva a la experiencia de fe. Será por ser místicos de ojos abiertos -como tal vez lo diría hoy Rahner-, como la fe seguirá viva y fecunda en los tiempos de secularización que vivimos. Si nos atreviéramos a poner en práctica la fe histórica de la que somos depositarios, la fe encarnada que Jesús nos mostró, la fe comprometida que su praxis nos señaló, posiblemente hablaríamos menos de pérdida de fe y nos sorprenderíamos de la riqueza y fecundidad de la fe cristiana cuando es capaz de caminar al ritmo de los tiempos.

(Foto tomada de: https://humanidades.com/pobreza/)

 

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In memoriam

Viernes, 24 de marzo de 2023
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En un aniversario más del asesinato de Monseñor Romero

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“La oración es la cumbre del desarrollo humano. El hombre no vale por lo que tiene, sino por lo que es”

(Homilía 24-07- 1977).

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“Ningún hombre se conoce mientras no se haya encontrado con Dios”

(Homilía 10-02-1980).

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“Es inconcebible que se diga a alguien “cristiano” y no tome como Cristo una opción preferencial por los pobres”

(Homilía 9-09-1979).

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La otra cuaresma

Martes, 14 de marzo de 2023
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5B953921-334F-43FA-919A-7457CEB247B1Cuando ayunar no es una opción

Juan Zapatero Ballesteros
Sant Feliu de Llobregat (Barcelona).

ECLESALIA, 10/03/23.- Al llegar la Cuaresma, la Iglesia recuerda a sus fieles el deber de hacer penitencia, de manera más intensa, con el propósito de avanzar en el camino de la conversión y el obtener perdón de los pecados. Son, entre otros, el ayuno y la abstinencia dos instrumentos más que propicios para conseguirlo. Creo que no es necesario recordar el significado concreto que tienen estas dos prácticas; en todo caso, el diccionario de la Lengua lo explica de manera perfecta.

Es esta una práctica habitual que la Iglesia recomienda realizar a sus fieles durante el tiempo de Cuaresma. El objetivo concreto de hacerlo durante ese tiempo no es otro que llegar purificados a la celebración de la Pascua, la fiesta clave y fundamental de los cristianos. Se trata de cuarenta días, cronológicamente hablando, en recuerdo del tiempo que Jesús pasó en el desierto. Hago tal aclaración, porque, sobre todo, después de la última pandemia, eso de «cuaresma, cuarentena» no coincide con la realidad temporal de cuarenta.

Independientemente de cuántos puedan ser, numéricamente hablando, los que cumplen con esta práctica, lo que sí es cierto es que quienes deciden seguir la norma eclesiástica de privarse, durante la Cuaresma, de ciertas cantidades de alimentos en general y de abstenerse de comer otros, todos ellos deciden hacerlo libremente. Eso sí, a sabiendas de que, una vez acabada la celebración de la Pascua, podrán volver a las andadas, sin control en unos casos. Otros, en cambio, de manera más civilizada y habitual a como lo venían haciendo. Sin descartar que habrá unos terceros que acabarán convertidos de verdad; no lo vamos a negar. Lo que dicho en Román paladino significa que, en general, la mayoría acabará con muy poco o nulo propósito de enmienda de no volver a las andadas.

Si nos atenemos, dentro del mundo, a la sociedad rica, bien estante y opulenta, observamos que también se cumple con las exigencias de otra «cuaresma», asumidas libremente, claro,  que tiene como finalidad conseguir otros objetivos. Estarían, en primer lugar, quienes, siguiendo las recomendaciones del facultativo de turno, optan por poner freno a ciertos excesos de comida y de bebida, si es que de verdad quieren conseguir recuperar la salud, demasiado deteriorada en algunos casos.

En segundo lugar, estaría la «cuaresma» de quienes se abstienen de cuánto haga falta y más, con tal de conseguir los cánones de belleza física impuestos por la moda social del momento.  Para ello no escatiman ni las privaciones más dolorosas que les puedan llegar a imponer. A pesar, eso sí,  de que, la mayoría de las veces, todo ello no les hace más felices, ni mucho menos. Más bien, en muchos casos, todo lo contrario. Pero es igual; han conseguido lo que pretendían: ser admirados y envidiados por una sarta de «borregos», muy débiles mentalmente, que acabarán pagando el pato. ¡Y de qué manera!

Hay que decir, en honor a la verdad, que estos últimos no solo desconocen la abstinencia, sino que practican de manera devoradora lo contrario de lo que ella significa. Consumen hasta la saciedad cuantos productos, materiales o no, les proponen quienes han conseguido introducirlos en el canon de belleza que a ellos les interesa. Productos que, según les dicen, no van a destruir su belleza exterior, a pesar de que interiormente les conviertan en auténticos adefesios y en verdaderas marionetas manipulables.

Por último hay unos terceros, de aquí, de allí, del otro lado y de más allá, este es precisamente uno de los efectos secundarios de la globalización, que ya llevan ayunando desde hace tiempo. ¡Y lo que les queda! Pero no porque así lo hayan decidido ellos, sino porque otros, que sí que sabemos quiénes son, aunque ellos no den la cara, se lo imponen sin más. Y mejor no meternos a indagar, porque podríamos correr la suerte de salir muchos o todos salpicados. Algunos, no sé cuántos, pertenecientes probablemente al sector de los que ayunamos y practicamos la abstinencia tal y como manda la Santa Madre Iglesia. Otros, a los sumisos al canon de belleza. Otros también a quienes piensan que ayunar es saludable; pero en la casa del vecino, no en la propia, claro.

Y si se me apura, algunos más, unos cuantos o muchos, a quienes piensan que «la vida es así, que han tenido mala suerte y, por tanto, qué lo vamos a hacer. Que, dado que la vida tiene estas cosas, les ha tocado a ellos: aguantar, que es lo que toca».

No estaría mal que, en estos momentos, todos, unos como creyentes en el mensaje de Jesús, otros como personas que conservan o conservamos aún un poco de buena voluntad, recordáramos las palabras del profeta Isaías (58, 6-12): «Más bien, el ayuno que yo quiero es que se desaten las ataduras de la impiedad, que se suelten las cargas de la opresión, que se ponga en libertad a los oprimidos, ¡y que se rompa todo yugo! Ayunar es que compartas tu pan con quien tiene hambre, que recibas en tu casa a los pobres vagabundos, que cubras al que veas desnudo, ¡y que no le des la espalda a tu hermano!» .

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(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedenciaPuedes aportar tu escrito enviándolo a eclesalia@gmail.com).

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La gente va a los templos

Miércoles, 1 de febrero de 2023
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Del blog de José Arregi Umbrales de luz:

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La gente va a los templos
a saludarme…
¡Qué simples e ignorantes son mis hijos,
que piensan que vivo aislado!

¿Por qué no vienen y me saludan
en la procesión de la vida, donde yo habito,
en las granjas, en las fábricas y en el mercado,
donde aliento a los que ganan el pan con el sudor de su frente?

¿Por qué no vienen y me saludan
en las barracas de los pobres,
y me encuentran bendiciendo a los pobres y necesitados
y secando las lágrimas de las viudas y los huérfanos?

¿Por qué no vienen y me saludan
al borde del camino,
y me encuentran bendiciendo al mendigo que pide pan?
¿Por qué no vienen y me saludan
entre aquéllos que son pisoteados por los orgullosos de alma y poder,
y me contemplan sosteniendo su sufrimiento y derramando compasión?

¿Por qué no vienen y me saludan
entre las mujeres hundidas por la sumisión y la violencia
entre las que me siento para bendecirlas y levantarlas?

Estoy seguro de que nunca pueden echarme de menos
si intentan encontrarme entre el sudor y la lucha por la vida
y en las lágrimas y las tragedias de los pobres.

*

Kushdeva Singh,
físico, místico y activista social indio,
(1902–1985)

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“María y la liberación de los pobres”, por Segundo Galilea.

Lunes, 12 de diciembre de 2022
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191213_4084586_Reaparece_imagen_de_la_Virgen_de_Guadalupe_bEl tema de María en la liberación cristiana e integral de los pobres y oprimidos va a surgir como el resultado del encuentro entre la devoción popular mariana (que es la propia de esos pobres) y la aspiración y movilización de esos mismos pobres en busca de su dignidad, de sus derechos y de su libertad violados por sistemas socialmente injustos y muchas veces políticamente opresivos.

La cuestión puede plantearse así: ¿de qué manera influye la piedad y espiritualidad popular mariana en las aspiraciones y tareas de liberación de los pobres? ¿Tiene María un lugar en una sana teología espiritual de la liberación de los pobres? La respuesta eclesial es afirmativa. Puede ser articulada teológicamente e integrarse en la tradición mariológica de la iglesia. Ello es posible debido a que el tercer mundo católico ha ido tomando conciencia, casi simultáneamente: a) de los caminos de su liberación, b) de la naturaleza colectiva que ésta tiene en los pobres, c) de las potencialidades liberadoras de su catolicismo popular y de su piedad mariana.

Por eso, la relativamente reciente reflexión cristiana sobre la liberación ha dado un lugar a María desde el inicio, al lado del lugar central de Jesucristo. Esta mariología liberadora se ha ido enriqueciendo en los últimos años, no sólo con la experiencia espiritual de las comunidades cristianas y con la elaboración de los teólogos, sino muy decisivamente con intervenciones del magisterio de la iglesia. Los enfoques de Juan Pablo II sobre María y la liberación, la dignidad de los pobres y la justicia, expresados sobre todo en sus viajes a América Latina, son abundantes al respecto.

No se trata de extrapolar los evangelios a nuestra situación actual, ni de forzar las fuentes de la revelación, haciendo de María una militante de la liberación y de la justicia, en los términos y maneras que hoy lo entendemos. Ello sería tan errado como innecesario. Si María tiene un lugar en la liberación y justicia de los pobres, es por su actitud y por su capacidad de inspiración evangélica y humanizadora, y no tanto como modelo de acción militante. Así como María es también modelo de acción misionera e inspiración y criterio para los misioneros, aunque ella nunca haya sido misionera en el sentido que hoy lo entendemos. No; de cara a la misión o a la liberación, María no fue una militante, ni hay que buscar en ella modelos de militancia según los términos actuales.

El lugar de María en la liberación es mucho más profundo: ella nos revela por el testimonio de su vida las grandes actitudes cristianas que deben acompañar a los militantes de la liberación; por la función maternal que ejerce en los hijos de Dios ella inspira y nutre las motivaciones de los cristianos que luchan por la liberación y la justicia; ella es un signo que alimenta la esperanza cristiana en la liberación total de los pobres y sufrientes. María es necesaria para que los pobres y oprimidos tengan presentes las actitudes y criterios que se requieren para hacer de su liberación un camino auténtico de libertad de toda forma de servidumbre humana. María les testimonia, por su pobreza y humildad, que la verdadera liberación y libertad no es hacerse rico, ni actuar insolidariamente, ni buscar poder para abusar de otros más débiles, ni acceder al desarrollo para caer en servidumbres nuevas de hedonismo y materialismo.

La contribución de María a una espiritualidad de solidaridad liberadora con los pobres puede resumirse así:

1. La Predilección de María por los pobres y oprimidos.

María formó parte del pueblo llano de su tiempo, compartió su vida ardua y anónima. (El grado sociológico de la pobreza de María —o de Jesús, para el caso— no tiene importancia aquí.) Por ello se identifica con los sencillos y modestos de la tierra. Al compartir su suerte les revela su dignidad: la madre de Dios y de los hombres es una mujer como ellos. Esta solidaridad de María con la pobreza y los pobres es ya un factor en su liberación, pues la liberación comienza y se alimenta con el descubrimiento de la dignidad de los pobres y de su mutua solidaridad.

Esta opción preferencial por los pobres en María no es sólo un hecho evangélico: en la condición ardua y pobre del nacimiento de Jesús, en la inseguridad de la persecución de Herodes, que la llevó a exiliarse en Egipto con su familia, en la vida opaca y modesta de Nazaret como una mujer más del pueblo, etc. Es también un aspecto de la devoción popular mariana. El pueblo sencillo y pobre siente a María cercana, una de ellos. Las tradiciones sólidas de apariciones marianas (Guadalupe, Lourdes, Fátima como ejemplos bien conocidos) se dan en lugares pobres y a gente sencilla, a menudo niños y niñas. Los grandes lugares de veneración mariana son visitados sobre todo por los más pobres, necesitados, sufrientes y oprimidos, aun sociopolíticamente. Todo esto encierra un gran mensaje mariano sobre la dignidad de los pobres y una llamada a la solidaridad por su liberación humana.

2. María arroja una nueva luz en la liberación de inspiración cristiana.

Ésta se afirma esencialmente en la dignidad de los pobres y en los derechos que esta dignidad reclama. La liberación es la plenitud de la dignidad humana. La liberación tiene también por base la solidaridad fraterna de todos los hombres, creados todos a semejanza de Dios e hijos de Dios por gracia. La liberación debe conducir no sólo a sistemas más justos, sino sobre todo a la convivencia fraterna, debe transitar por los caminos de la solidaridad y no por las vías del odio, de la violencia y la lucha ciega y sistemática. Los logros puramente materiales de la liberación son relativos y aun ambiguos si no conducen a crecer en dignidad y en fraternidad de lo cual María fue modelo y es inspiración.

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3. María era consciente y solidaria con las miserias y servidumbres del pueblo de Israel.

Participaba en el anhelo de liberación de ese pueblo; integró ese anhelo en la promesa de Dios y en la obra de Cristo como redentor del pecado y como salvador de toda servidumbre humana. María dio a los anhelos de liberación de su pueblo un horizonte de esperanza en la venida del reino de Dios, que haría nuevas todas las cosas.

Esta actitud de María está condensada en su Magnificat (Lc 1,46-55). En el tercer mundo creyente se reza el Magníficat teniendo presente esta actitud. En algunos lugares se ha convertido en un texto clave para entender la actitud de María en la liberación de su pueblo. El propio magisterio de la iglesia ha hecho uso de él en este sentido (cf Puebla 297; instrucción sobre “Libertad cristiana y liberación”, Cong. de la Fe, n. 48; encíclica de Juan Pablo II sobre la “Bienaventurada Virgen María en la vida de la iglesia peregrina” (Redemptoris Mater, n. 37). El tema ha sido reiterado por el propio papa Juan Pablo II, particularmente en sus viajes a Iberoamérica, comenzando por su homilía en Zapopán, México (AAS LXXI, p. 230). En todo esto no hay abuso sociológico o ideológico con respecto al Magníficat; sólo la constatación de que las promesas de Dios, que se han comenzado a realizar con la venida de Cristo, por las que María da gracias al haber sido elegido como humilde instrumento, incluyen la realización de un reino de justicia entre los hombres. Un reino que enaltece a los humildes y derriba a los poderosos, que colma de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos (Lc 1,51-53). Esta promesa forma parte para siempre de la esperanza de los pobres, de la que María es un testigo privilegiado.

El mordiente liberador de la piedad mariana, ¿es sólo una hermosa teoría o responde a experiencias y hechos? ¿Ha habido momentos en la historia de esos pueblos en que María haya simbolizado e inspirado la causa de la justicia y la libertad? Hechos pasados y recientes responden que sí. Aunque en esto las motivaciones del pueblo o de los líderes sean complejas y se dé siempre la tentación de utilizar política o ideológicamente la devoción religiosa con las ambigüedades consiguientes, existe siempre el hecho de que en momentos de crisis, cuando está en juego la libertad, la intuición religiosa popular vio en María una protección y un símbolo de Dios que hace suya la justa causa de los pobres. Todo país en que la devoción mariana tiene una envergadura popular podría contribuir con ejemplos. Ya recordamos más atrás el caso, entre otros, del lugar de María en las gestas de emancipación de los países de Iberoamérica. Ejemplos contemporáneos tampoco faltan, desde los campesinos mexicoamericanos que en California luchan por sus reivindicaciones bajo el estandarte de la Virgen de Guadalupe hasta el pueblo filipino, que en 1986 cambió su sistema de gobierno no con armas ni puras consignas políticas, sino con manifestaciones pacíficas presididas por imágenes de María y rezando el rosario.

Segundo Galilea

Diccionario de Mariología

Fuente Reflexión y Liberación

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No preguntes

Miércoles, 23 de noviembre de 2022
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Del blog de José Arregi Umbrales de Luz:

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Migrantes tras cruzar la valla en Melilla.Javier BernardoAP

No preguntes cuántos son los que murieron, tampoco cuántos han sido los heridos. “Centenares”, dicen. Cien arriba, cien abajo, ¿a quién importa?

No preguntes cómo murieron. No preguntes si esas muertes fueron evitables. No preguntes por responsabilidades en ese crimen contra unos jóvenes africanos sin derechos y sin pan.

No preguntes.

La culpa es de los muertos. Los violentos son los muertos. Los responsables son los muertos. Las autoridades de los pueblos sólo pueden felicitarse de haber conseguido que los violentos estén muertos, que los sin derechos estén muertos, que los sin pan estén muertos.

Y se felicitan, y se aplauden, y se animan a continuar matando a jóvenes africanos sin derechos y sin pan.

Y el periodismo calla: no denuncia; ni siquiera informa.

Y la conciencia calla: como si Alá bendijese a quienes matan pobres; como si a Dios no importasen los pobres que asesinamos; como si los dueños del poder que nos oprime fuesen también los dueños de nuestros derechos, de nuestro pan, de nuestras vidas.

Yo no puedo decir que los responsables de esas muertes son los Gobiernos de España y Marruecos; yo no puedo decir que los Gobiernos de España y Marruecos tienen las manos manchadas de sangre; yo no puedo decir que los Gobiernos de España y Marruecos llenan de víctimas un frío, cruel, prolongado e inicuo corredor de la muerte. No lo puedo decir, pero lo puedo pensar, y es lo que pienso.

Adoradores del dinero a un lado y otro de la frontera. Adoradores del poder a un lado y otro de la frontera. Adoradores de la mentira a un lado y otro de la frontera. Violadores de pobres a un lado y otro de la frontera. Herodes y Pilato se han puesto de acuerdo para matar a Jesús. A un lado y otro de la frontera Herodes y Pilato se han puesto de acuerdo para matar a ese “Dios para Dios”, que son los pobres.

*

Santiago Agrelo,
franciscano,
Arzobispo emérito de Tánger,
27 de junio de 2022

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Afirmación de fe, hoy y cuando vengas.

Lunes, 21 de noviembre de 2022
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Creemos en Jesús,
presente en la alegría y esperanza del pueblo
marcado por una historia de sufrimiento y pobreza.

Creemos en Jesús,
presente en las personas que atraviesan situaciones críticas
a causas de las decisiones de otras personas.

Creemos en Jesús,
presente en los jóvenes marginados y sin trabajo
por causa de las estructuras que hemos creado.

Creemos en Jesús,
presente en los refugiados que huyen y no son acogidos
porque los sentimos como un estorbo y nos dan miedo.

Creemos en Jesús,
presente en el pobre que sufre,
en el triste y sin futuro,
en el perseguido y encarcelado,
en los emigrantes y exiliados,
en los niños explotados y abandonados,
en las mujeres humilladas y ninguneadas,
en las personas sin dignidad y sin salario…

Creemos en Jesús,
presente en los ciudadanos sin derechos,
en los creyentes perseguidos por la sociedad y su iglesia,
en las persona que luchan por un mundo nuevo,
en sus seguidores y mártires, aún sin reconocimiento.

Creemos en Jesús,
presente en todos los calvarios y cruces
que hemos levantado a lo largo del camino
por defender nuestras conquistas e intereses.

Creemos en Jesús,
y reafirmamos nuestra esperanza en él,
y en la fuerza sanadora y liberadora
de su amor derramado en nosotros y nosotras..

Creemos en Jesús, vivo y presente
en nuestro mundo e historia,
en nuestra sociedad e iglesia,
y en nuestra vida, cada día.

*

Florentino Ulibarri
Fe Adulta

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Domingo de Guzmán, un cristiano libre

Lunes, 8 de agosto de 2022
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En la Fiesta de Santo Domingo de Guzmán, recordemos a este hombre providencial, amante de la pobreza y de la libertad en el compromiso…

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(imagen Saint Dominic of Guzman ora pro nobis by DCJBeeers)

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Nació en Caleruega (Burgos), en España, en 1172. Hacia 1196 se convirtió en canónigo del capítulo de la catedral de El Burgo de Osma (Soria). Acompañó al obispo Diego en una importante misión por el norte de Europa. Al pasar por el sur de Francia, vio claramente el daño que la herejía cátara estaba haciendo entre los fieles y maduró el designio de reunir a algunas personas que se dedicaran a la evangelización a través de la predicación pobre, estable y organizada del Evangelio.

Este proyecto, aprobado por vez primera por Inocencio III, fue reconocido definitivamente por Honorio III el 22 de diciembre de 1216. Este último llamó «Hermanos Predicadores» a sus miembros. Domingo diseminó de inmediato a los hermanos que le siguieron por las regiones más remotas de Europa. Solía decir: «No es bueno que el grano se amontone y se pudra».

Precisó en dos congregaciones generales los fundamentos y los elementos arquitectónicos de su familia religiosa: vida en común pobre y obediente, la oración litúrgica, el estudio asiduo de la Verdad ordenado a la predicación, entendida como contemplación en voz alta, participación en la misión propia de la Iglesia, sobre todo en las tierras todavía no  evangelizadas.

Hombre genial, sabio, misericordioso, era «tierno como una madre y fuerte como el diamante»(Lacordaire). Murió en Bolonia el 6 de agosto de 1221. Gregorio IX lo canonizó el 3 de julio de 1234.

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***

“¿Cómo podré yo seguir estudiando en pieles muertas, en pergaminos, cuando hermanos míos en carne viva se mueren de hambre?”

“Con los pies descalzos salgamos a predicar”.

“Si alguien enseña a los frailes que faltar a las observancias es pecado, yo mismo iré sin demora por los claustros raspando todas las reglas con su cuchillo”.

“El trigo amontonado se pudre”.

“Tened caridad, conservad la humildad, poseed la pobreza voluntaria”.

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***

El primer modo de orar consistía en humillarse ante el altar como si Cristo, representado en él, estuviera allí real y personalmente, y no sólo a través del símbolo. Se comportaba así en conformidad al siguiente fragmento del libro de Judit: Te ha agradado siempre la oración de los mansos y humildes (Jdt 9,1 ó). Por la humildad obtuvo la cananea cuanto deseaba (Mt 15,21-28), y lo mismo el hijo pródigo (Le 15,11-32). También se inspiraba en estas palabras: Yo no soy digno de que entres en mi casa (Mt 8,8); Señor, ante ti me he humillado siempre (Sal 146,61). Y así, nuestro Padre, manteniendo el cuerpo erguido, inclinaba la cabeza y, mirando humildemente a Cristo, le reverenciaba con todo su ser, considerando su condición de siervo y la excelencia de Cristo. Enseñaba a hacerlo así a los frailes cuando pasaban delante del crucifijo, para que Cristo, humillado por nosotros hasta el extremo, nos viera humillados ante su majestad.

Mandaba también a los frailes que se humillaran de este modo ante el misterio de la Santísima Trinidad, cuando se cantara el Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. […]

Después de esto, santo Domingo, ante el altar de la iglesia o en la sala capitular, se volvía hacia el crucifijo, lo miraba con suma atención y se arrodillaba una y otra vez; hacía muchas genuflexiones, a veces, tras el rezo de completas y hasta la media noche, ora se levantaba, ora se arrodillaba, como hacía el apóstol Santiago, o el leproso del evangelio que decía, hincado de rodillas: Señor, si quieres, puedes curarme (Mt 8,2); o como Esteban, que, arrodillado, clamaba con fuerte voz: No les tengas en cuenta este pecado (Hcfi7,60). El padre santo Domingo tenía una gran confianza en l a misericordia de Dios, en favor suyo,  en bien de todos los pecadores y en el amparo de los frailes jóvenes que enviaba a predicar. […] Enseñaba a los frailes a orar de esta misma manera, más con el ejemplo que con las palabras.

*

I. Taurisano,
Il nove modi di pregare di san Dominico,
ASOP 1922, pp. 96ss.

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