El Estado de Kerala puede convertirse en el primero de la India en enmendar la criminalización de la homosexualidad
“¿Puede Kerala demostrar que no es solo el estado más alfabetizado en la India, sino que también es el más liberal?”, se pregunta a través de su muro de Facebook el diputado indio pro LGTB Shashi Tharoor. La pregunta viene a cuento de la posible enmienda al artículo 377 del Código Penal del país, que criminaliza las relaciones homosexuales. Tharoor se ha reunido recientemente con el primer ministro de Kerala, Pinarayi Vijayan, a quien le ha solicitado que este Estado tome la iniciativa para despenalizar la homosexualidad. Aunque en última instancia el parlamento volvería a tener la pelota sobre su tejado, el presidente tendría que sancionar posteriormente la reforma de la ley. Para el activismo LGTB, aún si la enmienda no saliera adelante, “se abrirá camino para el siguiente nivel del movimiento”.
Todo se remonta al año 2009, cuando el Alto Tribunal de Delhi hacía pública una histórica sentencia en la que declaraba “inconstitucional” la prohibición de las relaciones entre personas del mismo sexo. Sin embargo, en 2013 la Corte Suprema decidía recriminalizar la homosexualidad dejando la decisión de mantener o derogar la ley vigente al parlamento. Desde entonces, la Lok Sabha (cámara baja del parlamento de la India) rechazaba a finales de 2015 y nuevamente en marzo de 2016 sendas proposiciones de ley del diputado Shashi Tharoor para despenalizar las relaciones homosexuales.
Precisamente este diputado (que en 2006 llegó a ser el segundo más votado de los siete candidatos para suceder a Kofi Annan como secretario general de la ONU, por detrás del vencedor Ban Ki-moon) parece de los pocos parlamentarios nacionales interesados en la protección de las personas LGTB en la India. En este sentido, tras sus anteriores intentos fallidos, Tharoor está visibilizando una nueva fórmula: que un Estado considerado más liberal sea el que presente formalmente la enmienda para despenalizar la homosexualidad. Se trata de Kerala, un Estado con cerca de 32 millones de habitantes al suroeste del país, que destaca por desarrollar políticas más progresistas que otros territorios indios, así como por su elevada tasa de escolarización (que alcanza cerca del 94% frente al 74% nacional).
Con los antecedentes de rechazo del parlamento a la descriminalización de las relaciones entre personas del mismo sexo todo apunta a que, en caso de prosperar la presentación de la enmienda al artículo 377 del Código Penal de la India, el camino se presenta complicado. Todavía más si cabe cuando en última instancia es necesaria la firma del presidente. En todo caso, aunque “la comunidad LGTB en Kerala espera con interés que se produzca la reforma política, que establecerá un modelo replicable para el subcontinente indio”, de no llegar a salir adelante “abrirá camino para el siguiente nivel del movimiento”, ha explicado Jijo Kuriakose, uno de los fundadores de la organización igualitaria Queerala.
Por su parte, Shashi Tharoor ha dejado claro que es necesario “asegurar la igualdad a todos los ciudadanos del país, proporcionando protección contra cualquier forma de discriminación social”. Además, el diputado denuncia la “ironía” de que “todas las antiguas tradiciones hindúes de tolerancia a la orientación sexual de varios tipos y varias formas de autosexualidad son una expresión en favor de la moral victoriana que se impuso a la India y que no formaba parte de nuestros códigos y prácticas morales”.
LGTBfobia de Estado en La India
Las informaciones que nos llegan positivas en clave LGTB de la India son muy escasas. A principios de este mismo año nos hacíamos eco de la apertura del primer colegio para alumnos transexuales en riesgo de exclusión social. Solo unos días después, sin embargo, recogíamos la historia de un joven de 20 años cuyos padres trataron de organizarle una “violación correctiva” después de salir del armario como gay. Los progenitores llegaron a contratar a unos matones para que le agredieran al saber que mantenía una relación con otro chico con el que convivía.
Por otra parte, hace solo unos días publicábamos que las autoridades de la India impedían la entrada al país a Victoria Kolakowski, la primera jueza trans de los Estados Unidos. Semanas atrás, prohibían una película por “glorificar” las relaciones homosexuales. La Junta Central de Certificación Cinematográfica de la India (CBFC) se negaba a certificar ‘Ka Bodyscapes’ para su proyección por incluir “escenas gais sensibles”.
Como ocurre en muchos otros países en los que existe homofobia de Estado, los grupos homófobos en la India (incluidos los policiales) se creen en el derecho de realizar impunemente cualquier acción contra las personas sexualmente diversas. No es necesario que las víctimas sean realmente homosexuales (lo que en ningún caso les eximiría de su responsabilidad criminal), con que ‘lo parezcan’ es suficiente.
En 2014, un año después de la recriminalización de la homosexualidad en la India, el activismo LGTB denunciaba un repunte de la violencia homófoba. Y a principios del año pasado recogíamos que ese mismo año 2014 se realizaron un mínimo de 600 detenciones a personas que habían sido acusadas de practicar la homosexualidad. Una cifra que en 2015 se elevaba a más de 1.300 personas, incluyendo 207 adolescentes. Una cifra, no obstante, que parece poco realista si tenemos en cuenta que desconocemos el alcance de la corrupción policial y la cantidad de afectados por extorsiones económicas a cambio de evitar el arresto o el procesamiento judicial.
En octubre de 2015 dábamos cuenta de más casos de extorsión por ser o “parecer” homosexual por parte de miembros de la policía, quienes, según constatan los activistas LGTB “con frecuencia visitan los puntos donde los gais se encuentran y les extorsionan pidiéndoles dinero”. Por otra parte, la estigmatización y los prejuicios provocan todo tipo de injusticias. A principios de 2016 nos hacíamos eco del intento de suicidio de un adolescente de quince años, quemándose vivo, tras ser acosado por ser gay.
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