Condenan a 85 latigazos a dos homosexuales en Indonesia
Un tribunal de Aceh (Indonesia) condena a 85 latigazos a dos hombres de 20 y 23 años por ser culpables de practicar sexo homosexual.
La homosexualidad no es ilegal en Indonesia, pero la provincia de Aceh tiene libertad para aplicar la ley Sharia.
Un tribunal de la provincia de Aceh (un territorio en el extremo norte de la isla de Sumatra, Indonesia) ha condenado a dos hombres gais a ser torturados en público con 85 latigazos cada uno después de haberles encontrado culpables de practicar sexo entre ellos.
Los hombres, de 20 y 23 años, fueron detenidos por la policía después de que sus vecinos alertaran a las autoridades y permanecerán detenidos hasta que se ejecute la sentencia.
Aunque la homosexualidad no es ilegal en Indonesia lo cierto es que el registro del país en cuestiones de LGTBfobia no es como para que se sientan muy orgulloso. La provincia de Aceh, además, es un territorio con cierta independencia en el que está permitido que “ignoren” ciertas leyes estatales, lo que les llevó en 2014 a aprobar leyes contra la homosexualidad y permite a los jueces aplicar la ley Sharia islámica.
Los fiscales del caso pidieron originalmente una pena de 80 latigazos sin sentencia de cárcel, pero los jueces consideraron que lo correcto eran 85. Uno de los “jueces”, el magistrado Khairil Jamal, dijo en la sentencia que los acusados fueron “encontrados culpables legal y convincentemente” de practicar sexo gay: “Se ha demostrado, jurídicamente, de manera convincente, que ambos son culpables de relaciones homosexuales (…). Están condenados a recibir públicamente 85 bastonazos”.
“Estos hombres han sido invadidos en su privacidad de una manera espantosa y humillante”, reclama Phelin Kine, vice director de la división de Asia para Human Right Watch, pidiendo la anulación del veredicto de forma inmediata al considerar el procedimiento de los bastonazos como una tortura. El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos del que Indonesia es firmante, prohíbe prácticas como los bastonazos o los latigazos al considerarlas una práctica cruel, así como la persecución por razones de índole religiosa o sexual.
“El presidente debería intervenir con urgencia en este caso, para cumplir su compromiso declarado de erradicar la discriminación por motivos sexuales”, reclama Kine, recordando que en octubre de 2016 el presidente de Indonesia, Joko Widodo, había manifestado su desacuerdo con este tipo de métodos extremos con los que se castigaba a los miembros del colectivo LGBT llegando a declarar que “la policía debe actuar en contra de los intolerantes”. Indonesia es el país musulmán más grande del mundo, que sumado al 93 % de homofobia que se calcula padece, da cuenta del nivel de persecución al que están sometidas las personas homosexuales, bisexuales o transexuales.
Indonesia, un infierno para la diversidad LGTB
No se puede negar la belleza natural de Indonesia, un país de postal que oculta en su interior un infierno para la comunidad LGTB. Sin ir más lejos, el pasado mes de febrero publicábamos un post recogiendo cómo la oleada de virulenta homofobia y transfobia se abre paso a un ritmo preocupante en Indonesia. Publicábamos entonces que políticos y líderes religiosos se turnan con declaraciones incendiarias que estigmatizan cada ver más a la población LGTB.
Recordemos que la provincia autónoma de Aceh (en la zona norte de Sumatra) aprobó en septiembre de 2014 una penosa ley que castiga las relaciones homosexuales con la pena de recibir cien azotes en público con una vara de ratán. La legislación entraba en vigor en octubre de 2015. Ese mismo mes nos hacíamos eco de la detención de dos jóvenes lesbianas (de 18 y 19 años) por abrazarse públicamente y confesar que eran pareja. Según el jefe de la policía islámica las chicas serían “sometidas a rehabilitación con la participación de psicólogos en dependencias sociales”.
Indonesia presenta una realidad muy diferente para su comunidad LGTB dependiendo de la región. Formalmente, la homosexualidad no es delito en el país con mayor número de fieles musulmanes del mundo, que mantiene un código penal heredado de la época colonial neerlandesa. La excepción es Aceh, donde desde 2005 rige la sharia o ley islámica gracias a la autonomía que le fue concedida al firmar la paz con los separatistas, poco después del tsunami que asoló la región. Pero la influencia islamista se deja sentir también en otros lugares de Indonesia. La de Aceh es desde luego la peor situación, puesto que como decíamos arriba la homosexualidad no es formalmente delito en el resto del país. Ello no significa que en otras partes sea buena. En 2004, las autoridades municipales de Palembang, en Sumatra Meridional, dictaron por ejemplo una regulación en la que aglutinaban la actividad de las personas LGTB como “prostitución”. En virtud de ese reglamento, todas las personas acusadas de cometer cualquiera de esas actividades se enfrentan a la perspectiva de un máximo de seis meses de prisión o 5.000.000 de rupias (360 euros, 380 dólares) de multa.
En otras zonas existe una actitud algo más tolerante, especialmente en zonas urbanas como Yakarta. Con todo, la influencia de los islamistas más radicales se hace sentir cada vez más. En la propia Yakarta, la capital, las autoridades prohibieron en 2012 un concierto de Lady Gaga, abanderada de los derechos LGTB, por considerarla un personaje diabólico y antirreligioso.
Los fundamentalistas también han obligado a cancelar una reunión de la división asiática de la ILGA (International Lesbian and Gay Association) en Surabaya y han amenazado a los organizadores del Q! Film Festival, un festival de cine LGTB, por mencionar otros dos ejemplos. En marzo de 2015, el Consejo de Ulemas de Indonesia dictó una fetua en la que se exigía que los actos homosexuales sean castigados con la pena de muerte. Aunque el Consejo de Ulemas no tiene ningún poder legislativo o ejecutivo en Indonesia, su influencia social es elevada.
En el mes de octubre de 2016, informábamos de la detención de una pareja gay por subir a su cuenta de Facebook unas fotos besándose, junto con un mensaje de amor, que fue considerada por las autoridades como “pornografía”. A estos hechos se suman el veto de aspirantes LGTB a plazas públicas, el cierre de la única escuela para personas trans de Indonesia o la persecución de webs LGTB y apps de contactos gais.
Indonesia también votó el pasado 2014 en contra de la resolución del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas contra la homofobia y la transfobia y ha sido calificado, por su propia población, como un mal lugar para vivir si eres gay o lesbiana (solo un 2% opina lo contrario) en una encuesta de Gallup.
Desde aquí enviamos un afectuoso saludo a todos esos heterosexuales que consideran que la homofobia no es un problema y nos solidarizamos con todos los heteros que han sido torturados por su orientación sexual. Que, según los archivos de toda la historia de la humanidad, han sido… ninguno.
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