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¡Miraré al pesebre pobre, para ser pesebre con Él!

Miércoles, 15 de noviembre de 2023
Comentarios desactivados en ¡Miraré al pesebre pobre, para ser pesebre con Él!

Del blog de Alfonso J.Olaz El Rincón del Peregrino:

st-francis-2

Le miraré a Él, me acercaré, le hablaré…
¡Si supiera lo que ahí me aguarda!…
Al que está en el pesebre nada se le resiste, nada se le oculta
En el pesebre todo es posible, todo…

¡Pesebre viviente!
Ausencia de lo no conocido, Tristeza eterna de lo no amado
Lloro infinito por no haber sido querido.

Dibujo del Amor regalado y ya en todo dado,

borrado del Amor en tu pecho.
Encuentro sublime del gozo del Amor en el amado,

y sin haber sido visto, fue desaparecido y jamás encontrado.

Por no querido por el hombre
《 Amor, Misericordia, Paz y Bien》
Por lo no amado
Ya totalmente perdido.
Por lo no querido
Olvidado.

¿Y en lo amado?
Presencia real del que es muy amado

¡Me atreveré y me acercaré!

¡Y no buscaré otra cosa, para no olvidarlo nunca!

¡Pídeselo y haz la prueba!

Mira al pesebre, esa es tu mirada verdadera,

no es una mirada perdida, fracasada.

Sé pesebre con Él, esa es tu vida, la tuya.

No tendrás Oro ni plata
Solo los mismos problemas que Jesús
Hacer sus mismos caminitos,

para encontrar sus mismas respuestas 《 los consejos del pesebre》

Mira al pesebre, esa es tu mirada verdadera, es tu vida.

Ya eres vida infinita, y para hacerla ahora infinita con tus hermanos,

alárgala con tus preces, y así sabrás ofrecer con tu hermana la humildad,
las mismas respuestas,

las del mismo Jesús de Nazaret a todos sus hermanos, los tuyos, tuyos.

Hacer presencia real del pesebre como Él así lo quiere,
Como lo hizo el hermano Francisco y otros muchos
Y ahora, otros muchos, ya lo están haciendo.

Y a Él, y solo a Él, darás mil gracias,

por entender que todos somos sus hermanos
Y todos son mis hermanos
Todos, todos, todos somos- hermanos.
Nadie, nadie, nadie es Huérfano.

Que todos son del mismo pesebre del de Jesús.
Que nadie somos del establo del mundo, nadie, nadie, nadie.
Él así lo ha querido
Aunque hay otros muchos que pelean para que lo seamos.

Hermano, amigo, para eso naciste, para eso vives todos los días.
Para ser pesebre viviente, Él así lo ha querido.

《¡Qué gran suerte que tienes,

si lo supieras por un solo instante de tu existencia en su presencia…!》
Eres hijo del buen Dios, hermano tuyo,del mismo hijo de Dios,

de su misma familia divina, de la tuya…

Juntos os criasteis en el mismo pesebre
¡Entiendes esto!

¡Seré Pesebre, Padre Nuestro de cada día, dánosle hoy!…

¡Muchos renunciaron a ello!…
Muchos renunciarán.
Pero Otros muchos con el Espíritu del hermano Francisco,

y viendo tus viejos zapatos de caminante y el sol a tu lado, entenderán, habrán visto…
Y gracias a Él no renunciarán.

¡Bendito seas Señor!

¡Sé pesebre con Él, esa es tu vida!

Antes de caer en la tentación del establo del mundo
Cree y mira al pesebre con todas tus fuerzas-
Acabarás viendo lo creído
y harás esto creíble a todo el que no lo crea, para que lo vea sin haberlo visto,
Creído sin haberlo conocido,
Oído sin haberlo escuchado, para comenzar a ser gustado sin haberlo probado.

¡Habrás entendido lo que es!…

El principio del Amor, de todo, de todo, de todo Amor.

Confía en Él, ya te acogió en su propio pesebre, en su propio
Si quieres ser su propio hermanito, el de Jesús, Él del pesebre…

Él en su locura quiere ser hermano tuyo, para estar hermanado con todos.
¡Para que seas testigo de su pesebre viviente!

¡Para ser pesebre!
Humildad, siempre, siempre, siempre, humildad,
En todo, en todo, en todo

Para ser ya Confianza suya, y ya tuya para siempre…

Sé del pesebre, El de Jesús
Se Humilde, humilde,
Él te sostendrá en todo, en todo.
Y ya no te dejará en paz
para darte toda su paz

Y con Él ya para siempre, no temas
Él te llama ya amigo, y si así lo hace, lo hace para siempre…

En esta fría noche
Ojalá levantes los ojos al Cielo
Y veas tu estrella y en su resplandor
alumbres con su luz, toda, toda, toda su luz

para abrasar con su amor el pesebre de todos tus hermanos, para ser Paz y Bien.

Del pesebre a la Cruz
De la Cruz al Pesebre

*

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad ,

Dios en el pesebre, allí lloraba y gemía (el villancico de San Juan de la Cruz)

Miércoles, 28 de diciembre de 2016
Comentarios desactivados en Dios en el pesebre, allí lloraba y gemía (el villancico de San Juan de la Cruz)

navidad-nacimiento-del-nino-dios-en-la-gruta-de-la-montanaDel blog de Xabier Pikaza:

Éste es quizá el más hermoso y profundo de los villancicos o cantos al Dios recién nacido:

— Es el villancico del Dios que ha querido aprender a llorar, para saber así lo que es ser hombre, para saber de verdad lo que es ser Dios…

— Éste es el Dios que llora, para compartir la suerte de los hombres que lloran, pero no para quedarse en eso, sino para que ellos puedan reir y gozar.

— Es el villancico del Dios en el pesebre vacío de la historia, un pesebre de animales, en forma de cuna/sepulcro (comos sabe la tradición oriental). Llora donde unos hombres hacen llorar a otros hombres…

Este villancico forma la conclusión del Romance de la Trinidad y de la Encarnación, un gran poema en el que San Juan de la Cruz (SJC) canta la historia de amor de Dios en sí, de Dios con los hombres.

Con su estilo habitual, SJC expone en este Romance (RomTrin) el amor de Dios como matrimonio (es decir, como intimidad de amor) de sí mismo y de los hombres… Es como un canto de ciego en la noche que ilumina la vida de la humanidad, en la que Dios mismo llora y gime entre animales.

Este romance consta de nueve canciones, la última es la del Nacimiento, que hoy quiero presentar y recordar. Viene al final de un largo recorrido, que empieza en Dios como principio de amor, sigue con la creación y la historia de los hombres, para desembocar en el nacimiento del mismo Hijo de Dios, entendido como matrimonio eterno de Dios con los hombres, dice así (versos 289-310)

Ya que era llegado el tiempo /en que de nacer había,
así como desposado / de su tálamo salía
abrazado con su esposa,/ que en sus brazos la traía,
al cual la graciosa Madre / en un pesebre ponía,
entre unos animales / que a la sazón allí había.
Los hombres decían cantares, / los ángeles melodía,
festejando el desposorio / que entre tales dos había.

Pero Dios en el pesebre / allí lloraba y gemía,
que eran joyas que la esposa / al desposorio traía.
Y la Madre estaba en pasmo / de que tal trueque veía:
el llanto del hombre en Dios, /y en el hombre la alegría,
lo cual del uno y del otro / tan ajeno ser solía

Éste es el tema, éstos son algunos de sus rasgos:

— El Esposo es Jesús, que nace desposándose con la humanidad, es decir, haciéndose humanidad sufriente, en amor a todos.

La Madre es evidentemente María, que le acoge en pasmo, en experienia mística suprema. Vivir es nacer en Dios, nacer Dios con los hombres…

— Jesús nace entre animales, rechazado por la Gran Humanidad de los poderoso… Ésta es la ecología suprema, la encarnación de Dios en todos los seres…

— Éste es el “trueque” de Dios…que allí lloraba y gemía, este es el gran “comercio”, que consiste en ponerse en el lugar del otro, Dios en el hombre, el hombre en Dios.

Sería bueno comentar todo el Romance, sus 310 versos, quizá la obra de teología más excelsa de los nuevos tiempos. Yo me limito aquí a presentar los romances finales de la encarnación, con los últimos versos que acabo de citar, presentando la Encarnación y el Nacimiento como una historia de amor.

Éste es el misterio del llanto de Dios en los hombres, que ha puesto de relieve, de un modo especial, la iconografía y liturgia orienntal. Buen tiempo de Navidad a todos.

Encarnación, una historia de amor (Romance de la Trinidad 221-310)

Ésta es la última parte Romance, y se divide en dos partes. En la primera trata del abajamiento de Dios (es decir, de su kénosis profunda, para comunicarse de esa forma con los hombres) y en la segunda de su “matrimonio” con ellos. La Trinidad de Dios se expande y expresa de esta forma en la historia de la humanidad a través de la encarnación del Hijo Jesucristo.

La lógica de fondo es la misma que hemos venido evocando en las partes anteriores: El amor como entrega de sí, para que surja el otro (estableciendo así con él la comunión). Pero esa lógica, que es siempre la misma, se expresa ahora un modo distinto, en otro plano: Dios como Trinidad sale de sí y se realiza plenamente, como ser divino, en la historia de los hombres.

a. Abajamiento de Dios

Hemos hablado hasta aquí de la bajeza de la esposa humanidad, viniendo a inter¬pretarla no como pecado, sino como signo de su mayor perfección, de esperanza más honda y de su abandono más perfecto en brazos del esposo. Conforme a una visión también paulina (Gal 3-4), distinta de la que aparece en el texto del pecado “original” de Adán, los hombres fueron al principio como niños, pero Dios los fue “educando” poco a poco con su Ley (el yugo de Moisés, RTrin 225-226), para que así fueran madurando hasta el tiempo del “rescate” de la esposa (RTrin 223), un rescate que se expresa y define no como sacrificio para satisfacer a Dios por algún pecado, sino como expresión de amor intenso, de plena encarnación.

Jesús no viene para rescatar a la esposa de algún tipo de pecado y la condena, como en las teologías del pecado original y de la muerte redentora de Jesús, sino para cumplir su esperanza, según la promesa de Dios, como él mismo se lo comunica al Hijo:

Ya ves, Hijo, que a tu esposa / a tu imagen hecho había,
y en lo que a ti se parece / contigo bien convenía;
pero difiere en la carne, / que en su simple ser no había.
En los amores perfectos / esta ley se requería,
que se haga semejante / el amante a quien quería
(RTrin 229-238).

Estos versos nos sitúan ante el tema radical cristiano, que ahora interpretamos como “abajamiento”, es decir, como “encarnación” de Dios. El hombre es imagen de Dios y por eso está empeñado en encontrarle, para vincularse a él en plenitud. Pero la imagen debe hacerse semejanza, es decir, identidad natural para que ambos puedan mirarse y darse vida, cara a cara, en pleno matrimonio, y para eso es necesario que Dios “baja”, se haga carne. De esa forma, Dios mismo se introduce en nuestro mundo, asumiendo nuestra bajeza, nuestra nada. Sólo así la nada (ser del hombre) puede convertirse en todo: ser abierto plenamente a lo divino, porque Dios mismo se ha hecho carne, se ha hecho nada.

Recordemos que el misterio (Dios, creación…) tiene en Juan de la Cruz una forma esponsal. Había creado Dios una esposa para el Hijo; pero el Hijo no aca¬baba de tomarla: no ha venido a su vera, no se ha hecho asemejado a ella. Pues bien, ahora ha llegado el tiempo: el Hijo asume la voluntad del Padre y se encarna por María (“de cuyo consentimiento / el misterio se hacia”,RTrin 271-272). Así viene a contarse:

Ya que era llegado el tiempo /en que de nacer había,
así como desposado, / de su tálamo salía,
abrazado con su esposa, /que en sus brazos la traía
(RTrin 287-291).

El Hijo de Dios sale del tálamo nupcial, del secreto de Dios, que se realiza en el seno de María. Sale como esposo eterno e infinito, abrazado ya a su esposa tan pequeña, reflejada y condensada en la propia humanidad de Cristo. Esta es la escena triunfal que el romance había preparado largamente en su relato: el Hijo de Dios tomaría en sus brazos a la esposa humani¬dad, para abrazarla y elevarla con él hacia la altura de los cielos, para introducirla ya en su propio misterio trinitario. Así lo prometían varios tex¬tos primordiales:

Reclinarla he yo en mi brazo, /y en tu amor se abrasaría (RTrin 95-96).
A la cual (esposa) él tomaría / en sus brazos tiernamente
y allí su amor la daría; / que así juntos en uno
al Padre la llevaría (RTrin 174-158).

Éste es el misterio de la fe, es la confesión fundante del credo que SJC ha ido trazando en su Romance. La unión de las dos naturalezas de Cristo (Dios y hombre) se interpreta en categorías de unidad nupcial.

El Nacimiento aparece ya en el fondo como Pascua y pleni¬tud final de bodas, como aquel encuentro victorioso de Dios y de los hom¬bres que el Apocalipsis de Juan ha prometido como meta de los tiempos. Estamos ante una condensación genial y nueva del misterio cristiano. El Padre ha creado una esposa para su Hijo, pero ella se encontraba alejada, separada, sumida en su bajeza y desconsuelo. Para superar esa distancia y realizar el matrimonio, el Hijo se ha encarnado, entrando así en el propio espacio de la esposa.

Dios se hace hombre en Cristo… para desposarse de esa forma con los hombres, con todos los hombres, en amor de matrimonio. El mismo nacimiento humano de Cristo se entiende por tanto como Bodas de Dios con los hombres. Al presentar el misterio de la encarnación como desposorio de Dios con (en) los hombres, SJC ha superado el riesgo de los docetas y de los nestorianos (tal como normalmente suelen ser entendidos…).

Cristo es totalmente Dios haciéndose un hombre, en gesto de kénosis radical, entendida como salida y entrega de sí mismo, en gesto que amplía y despliega el misterio trinitario. Hemos visto ya que el Hijo sólo existe sí saliendo de sí mismo y viviendo así en el Padre. Pues bien, de un modo semejante, Jesús, Hijo encarnado, tiene que salir también de sí mismo, dando a los hombres todo lo que es y lo que tiene, para compartir la vida y el amor con ellos, en gesto de amor total, de matrimonio originario. Leer más…

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Navidad: Sé valiente, sé feliz …

Lunes, 28 de diciembre de 2015
Comentarios desactivados en Navidad: Sé valiente, sé feliz …

Del blog de la Communion Béthanie (1, 2):

sigena

Espera…

La Creación se reúne en el pesebre donde se unen:
peñascos, ciprés y olivos, el agua del pozo, el fuego del braseros…
Marie contempla y guarda todo esto en su corazón, esperanza del salvador:
el Hijo de Dios crece en su carne.
” Contemplar, maravillarse, respetar Divina creación… “

*

Navidad

Era justo medianoche … José, el buey y el asno se arrodillaron los tres y el pequeño nació, no dio un grito, nació con la sonrisa los brazos grandes abiertos… Los ángeles en el campo entonaron a plena vos este himno glorioso… “Gloria in excelsis Deo

El astro reluciente guiaba los pasos de todas las figuritas que se dirigían hacia el pesebre para alabar al divino niño… Descubriendo al Niños Jesús, les caían gruesas lágrimas como aceitunas, tanta era la emoción, la alegría les inundaba el corazón… sus rostros estaban radiantes. ¡Los animales, fatigados de haber jugado y vigilado toda la noche, se acurrucaron cerca del pequeño Jesús para darle calor!

valiente, sé feliz …
¡Amaos los unos a los otros… !
Y PAZ en la tierra
a los hombres de buena voluntad.

***

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