Pascua (10), vamos a pescar: La iglesia tiene dos centros (no uno)
Termino esta serie de Pascua, ya en las puertas de Pentecostés,con el motivo de unos pescadores que no echan la red para “extraer” la pesca del lago, sino para cuidar y amar a los peces convertidos en ovejas, es decir, en ganado.
Ya sé que el motivo es extraño y puede ser algo barroco, como las escenas del evangelio de Juan, que comienza con parábolas simples (un ciego, un paralítico…) y que después se lía, volviendo y revolviendo las imágenes, como en este caso (Jn 21), pasando de la pesca y de la red con peces al rebaño y al pastor examinado de amor y no de pastos o de leches.
Ármese de paciencia el lector y lea el texto (Jn 21) y déjese extrañar, y vuelva luego, si aun tiene resuello, a esta postal, en la que quiero insistir en las figuras de Pedro (signo del orden de la Gran Iglesia) y el Discípulo Amado (que sin duda va por libre). Pedro debe defender (aceptar) la libertad del Discípulo Amado… el Amado ha de seguir en la barca de Pedro.
Recordemos el comienzo de la escena. Pedro sale a pescar con seis amigos, un grupo de Siete (es decir, toda la Iglesia; cf. Hech 6-7). Entre ellos se ha colado un “extraño”, que no tiene ni siquiera nombre, y le llaman Amado (cf. Jn 15, 15).
— Se puede discutir quién es ese Discípulo Amado, si es figura simbólica o real. Algunos dicen que es Juan el Zebedeo, otros con Lázaro, a quien Jesús amaba (cf. Jn 11, 5. 28) o María Magdalena, a quien Jesús parece haber querido mucho…. Pero es muy difícil decidirlo.
— Pedro “es” la Gran Iglesia, como sabemos por Jn 1, 42, cuando Jesús le dijo: «Tú eres Simón, hijo de Juan; tú te llamarás Cefas, que significa Pedro», es decir, Piedra cimiento (cf. Mt 16, 17-18). Incluso el Discípulo Amado, el de tantas libertad, ha de entrar en su barca…, pero tendrá su propio oficio, será libre siendo Iglesia (es decir, por ser Iglesia).
Imagen 1: Iglesia son dos dos que corren al sepulcro de Jesús (Pedro y el “otro”)
Imagen 2: Pedro y el Discípulo amado al final de la pesca (aunque el tema se pude aplicar a la primera llamada de Mc 1, 18-22; pero “imaginemos” que estos dos son Pedro y Juan, no Pedro y Andrés).
Imagen 3: La Iglesia son dos (Pedro y el discípulo amado, que avanzan con Jesús).
(La imagen normal de la Iglesia formada por Pedro y Pablo es buena, pero es posterior…).
Éste ha sido un “pacto” no escrito, el primer “concilio” de la Iglesia antigua:
‒ La Gran iglesia (Pedro) ha de admitir a carismáticos liberados, que van a lo suyo, testigos de la libertad originaria del amor, debe aceptarles como son ( iglesia especial, sin muchas leyes o estructuras).
‒ Por su parte, ese Discípulo amado debía reconocer un tipo de autoridad de Pedro, es decir, la Gran iglesia (como supone Jn 21), sin desvincularse del todo.
Así cuenta Jn 21 nuestra historia que empieza con los peces del agua y termina con las ovejas del monte, en un camino de reconocimiento y amor en la iglesia. .
Pedro dice: Vamos a pescar, compañeros; y entra en la barca el Discípulo Amado, que es “casta”.
Así dice Pedro, y el Discípulo amado se cuela en la barca, sin decir nada, sin pedir permiso. Está allí porque sí, como estaba cerca de Jesús en la Última Cena. (Jn 13, 21-27). Parece un “don nadie”, y sin embargo tiene conexiones, de forma que incluso es amigo del Sumo Sacerdote y consigue así que a Pedro le abran la puerta de la casa donde se celebra el juicio de Jesús (cf. Jn 18, 15-16).
Esta amistad del Discípulo amado con el Sumo sacerdote supone que era un hombre de categoría, emparentado con la “casta” de los altos círculos de Jerusalén, y así le presenta el evangelio como alguien que está cerca de la élite sacerdotal: es un judío importante que se ha hecho amigo de Jesús.
Todo parece indicar que este Discípulo Amado era Casta, pero sabe querer y se mantiene bajo la cruz, donde no está Pedro, que no es casta, pero tiene miedo… Más aún, este Discípulo Amado, amigo del Gran Sacerdote, se hace también “amigo” de la madre de Jesús (Jn 19, 26-27)… y corre luego con Pedro buscando el sepulcro vacío de Jesús, donde ven el sudario y las vendas, cuidadosamente dobladas (Jn 20).
Pedro ha de hacerse Discípulo Amado (es decir, reconocer su autoridad).
Pedro tiene que rehacer oficialmente la Iglesia de los compañeros de Jesús, pero no empieza de cero… pues a su lado sigue silencioso este Discípulo Amado… que quizá no sabe otras cosas, pero sabe querer y ser querido (¡sólo en amar es mi ejercicio!)
El relato empieza con Simón Pedro diciendo “voy a Pescar” (21, 3). Sin este principio no hubiera habido iglesia, como han indicado otros testimonios de Mt y Lc-Hech. Se le juntan varios discípulos, formando así un número de siete (como los helenistas de Hech 6), no Doce como los apóstoles de Jerusalén (evidentemente, faltan aquí las mujeres, que estaban, sin duda). Suben con Pedro a la barca y, a la voz del Señor, que les espera en la orilla, vuelven a echar las redes tras una noche en la que no han pescado nada.
Ahora logran pescar un gran número de peces (todos los pueblos) y el Discípulo amado reconoce a Jesús y dice a Pedro: ¡Es el Señor!» (Jn 21, 3-7). Pedro ha dirigido la faena, pero no sabe ver, porque aún no ama, y así depende del Discípulo amado, para descubrir a Jesús que espera en la orilla, recibiendo los peces que le traen y ofreciéndoles el pan y el pez del Reino. «Después que comieron, Jesús dijo: «Simón, hijo de Juan ¿me amas más que estos?». Le dijo: «¡Sí, Señor! Tú sabes que te quiero». Le dijo: «¡Apacienta mis corderos!…» (Jn 21, 15-17).
En este contexto volvemos a descubrir la vinculación y diferencia entre Pedro y el Discípulo Amado, en línea de amor. Ambos han estado en la barca de la pesca; ambos deben seguir vinculados. Pedro tiene que aprender a amar a Jesús; el Discípulo amado debe aceptar el ministerio de Pedro. De esa forma, los dos quedan vinculados por el mismo amor. Así se entiende el final de la escena, que está centrada en Pedro, pero en su referencia al Discípulo Amado.
– Pedro sigue siendo el encargado de cuidar de ese rebaño, como responsable del trabajo de la iglesia; para ello debe transformarse en amor, convirtiéndose él también en discípulo amado (Jn 21, 15-19).
– El Discípulo Amado ha de seguir al lado de Pedro, libre y creativo, dentro de una iglesia que es de todos. Ese discípulo avanza por sus propios caminos, al lado de Pedro, como representante de la comunidad del espíritu y amor dentro de la iglesia (cf. Jn 21, 20-24).
— Eso significa que en un sentido muy profundo sólo existe iglesia del amor: el mismo Pedro debe transformarse en esa línea si es que quiere seguir a Jesucristo y anunciar su pascua sobre el mundo.
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