Las personas LGTB demandantes de asilo enfrentan la discriminación por toda Europa
Desde el inicio de la crisis de refugiados las personas demandantes de asilo que pertenecen al colectivo LGTB han experimentado la desprotección de los programas de acogida por toda Europa, algo que se suma al rechazo y la violencia a las que están expuestas en los centros
No es necesario introducirse de lleno en la información sobre la crisis de refugiados para conocer cómo Europa está fallando en en la protección de estas personas que huyen de la guerra, el terrorismo y el totalitarismo de países como Siria, Afganistán, Kosovo, Irak, Eritrea o Uganda -en su mayoría-.
Los programas de acogida desarrollados por los países miembros de la Unión Europea para atajarla se están encontrando con numerosos obstáculos que van desde el repugnante abandono de sus propias instituciones a no menos asqueroso rechazo xenófobo de la sociedad civil, como es el caso de Alemania.
Por otro lado, tanto las ONG dedicadas a la protección de los Derechos Humanos como los centros de acogida privada aseguran que se encuentran abrumados por la afluencia incesante de personas migrantes, cuya diversidad hace que las atención específica de cada colectivo sea prácticamente imposible.
Este descontrol y falta de voluntad política ha derivado en el hacinamiento de miles de personas en grandes salas sin habitaciones separadas o baños con puerta. Algo que motiva el choque interno de los diferentes colectividades que allí residen.
Todo ello teniendo en cuenta a su vez que cuenta que centenas de las personas desplazadas son homo, bi, trans o intersexuales, una condición que está lejos de ser generalmente aceptada en sus países de origen, y que es la razón de una persecución que no acaba al ”pasar la frontera”.
En este más que inadecuado contexto, parece simple cuestión de estadística que se registren numerosos enfrentamientos entre los demandantes de asilo. Como en Holanda, donde la reubicación de cinco refugiados LGTB por sufrir ataques y humillaciones motivó la decisión del Ministerio de Educación de instruirles en los derechos fundamentales del colectivo.
Y esta es una constante que se está dando en mayor o menor medida en países como Alemania, España, Dinamarca, Holanda, Finlandia y Suecia, donde la discriminación no sólo emana de las personas solicitantes de asilo, sino también del personal de seguridad y los equipos de traductores.
Como alarmante tasa de esta aberrante situación, se han registrado desde mitad del año pasado más de cien casos de violencia o abuso sexual contra refugiados homo o transexuales sólo en Alemania -todos fueron pepetrados dento del área perimetral de un centro de asilo-.
Por ello, sólo se puede observar con estupefacción la retirada de la propuesta del gobierno alemán que pretendía incrementar la seguridad de los refugiados, a pesar de vulnerar las directrices específicas de la UE en este ámbito.
Ante esta despreocupación interesada, la iniciativa activista ha tomado el mando, como se puede observar tras el anuncio de la apertura del centro para refugiados LGTB de la asociación Schwulenberatung, que acogerá a 122 personas en Berlin y 10 en Nuremberg.
Otras entidades, como la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, han presentado informes y campañas de concienciación como #PerseguidosLGTB, que pretende acabar con la doble discriminación que enfrentan los desplazados del colectivo.
Para lograrlo, CEAR defiende cuatro iniciativas:
- Apostar por la prevención como uno de los principales pilares para erradicar este tipo de exclusión múltiple.
- Destacar la importancia de la protección del colectivo LGTB.
- Mejorar los niveles educativos tanto en los países de origen como en los países que reciben a estos migrantes.
- Una especialización de los agentes que tengan en cuenta tanto las particularidades de las siglas que componen la comunidad LGTB como las características culturales y sociales de las personas demandantes
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