(Javier Elzo).- Un grupo de antiguos compañeros, hoy ya amigos, estudiantes a finales de los años sesenta y comienzos de los setenta del siglo pasado, en la Universidad de Lovaina, se reúnen, desde hace años, los primeros miércoles de mes, en una cafetería restaurante de Madrid a almorzar con larga sobremesa. Cuando viajo a Madrid y, si puedo, me junto a la comida-sobremesa. Nos intercambiamos información, vía Internet, sobre temas de actualidad, de política económica, o de política a secas, o de cuestiones que a alguno le ha llamado la atención, y nos lo transmite.
Uno de ellos me envió un texto, con foto espectacular incluida, texto firmado por Juan Carlos Martos (misionero claretiano), con este titular: “Cristianos quemados vivos en Nigeria: un holocausto monstruoso, ante la indiferencia internacional“. La información no es nueva y, aunque algunos contestaron su autenticidad, comprobé la seriedad de Martos con el Superior de los Claretianos en Euskal Herria, a quien conozco bien. He comprobado también que ya había sido publicada en Religión Digital. Pero la insistencia del papa en el tema (recientemente con ocasión de la Semana Santa, ya referenciado en RD, y también antes) así como la lectura de un impactante libro, todavía no traducido al castellano, me llevan a escribir sobre el tema.
1. Un libro de ámbito mundial y una entrevista al papa Francisco
Personalmente el correo de mi amigo lovanista me impactó y, de alguna manera avergonzó. Había vivido, in situ prácticamente, la salvajada del asesinato de los redactores de Charlie Hebdo en Paris y unido al coro de los que han repudiado semejante acto. Entré en Internet y encontré este libro: “Le livre noir de la condition des chrétiens dans le monde” (Sous la direction de Jean-Michel di Falco, Timothy Radcliffe et Andrea Ricardi”. Con la colaboración de 70 contribuyentes Obra coordinada por Samuel Lieven. Editions XO, Paris 2014, 811 páginas). Si se ha hablado de este libro en España, se me ha pasado desapercibido. Lo compré y estoy en su lectura. A quien lea francés, sea o no cristiano, sea o no creyente, si los Derechos Humanos conforman parte importante de su cosmovisión vital debe leer este libro.
En la introducción al mismo de uno de sus tres directores Jean-Michel di Falco referencia una entrevista al papa Francisco el 13 de junio de 2014 en la primera pagina (y cinco más en el interior) de “La Vanguardia”. Como suscriptor online de LV he accedido a ella y traslado aquí, en su original en castellano, algunas afirmaciones de Francisco. “Los cristianos perseguidos son una preocupación que me toca de cerca como pastor. Sé muchas cosas de persecuciones que no me parece prudente contarlas aquí para no ofender a nadie. Pero en algún sitio está prohibido tener una Biblia o enseñar catecismo o llevar una cruz… Lo que sí quiero dejar claro es una cosa: estoy convencido de que la persecución contra los cristianos hoy es más fuerte que en los primeros siglos de la Iglesia. Hoy hay más cristianos mártires que en aquella época. Y no es por fantasía, es por números”.
La violencia en nombre de Dios domina Oriente Medio, le apunta el entrevistador Henrique Cymerman. Responde Francisco “Es una contradicción. La violencia en nombre de Dios no se corresponde con nuestro tiempo. Es algo antiguo. Con perspectiva histórica hay que decir que los cristianos, a veces, la hemos practicado. Cuando pienso en la guerra de los Treinta Años, era violencia en nombre de Dios. Hoy es inimaginable, ¿verdad? Llegamos, a veces, por la religión a contradicciones muy serias, muy graves. El fundamentalismo, por ejemplo. Las tres religiones tenemos nuestros grupos fundamentalistas, pequeños en relación con todo el resto.(….) Un grupo fundamentalista, aunque no mate a nadie, aunque no le pegue a nadie, es violento. La estructura mental del fundamentalismo es violencia en nombre de Dios“.
2. Un gran filósofo ateo comenta la persecución de los cristianos
Permítanme que cite aquí, para creyentes y no creyentes, un par de reflexiones de André Comte-Sponville, conocido, brillante y profundo filosofo ateo, quien en su contribución al libro arriba señalado escribe esto: “que la Iglesia, durante mucho tiempo haya formado parte de los perseguidores nadie lo ignora (tampoco los directores del libro y lo señalan infinidad de veces). Pero no es una razón, continúa Comte-Sponville, para hacer caer sobre los cristianos de hoy las faltas o los crímenes de sus predecesores. Nadie es culpable de los pecados de sus padres. Los derechos de los hombres se transmiten por el nacimiento; la culpabilidad no. Los cristianos son, en primer lugar seres humanos. Lo que es suficiente para otorgarles derechos, luego a a obligarnos a deberes a su respecto” (página 120 de “Le livre noir de la condition des chrétiens dans le monde”.
Páginas más adelante, en la 123, Comte-Sponville, escribirá que “la línea del frente no pasa, muy afortunadamente, hoy en día, entre los creyentes y los increyentes. Pasa entre los amigos y los enemigos de la libertad: entre los espíritus abiertos y tolerantes, tanto si creen en Dios como si no, y los espíritus fanáticos y sectarios, tanto si que se reclaman de una religión (así el islamismo) o de una ideología pretendidamente laica (así China o Corea del Norte)”
3. ¿Cuantos son los cristianos perseguidos en el mundo?
Es difícil dar cifran seguras y concluyentes. He aquí algunas encontradas en el “Livre noir…”. El cardenal francés Jean-Louis Tauran, presidente del consejo pontificio para el diálogo interreligioso cifraba en octubre de 2013 que “el número de cristianos perseguidos en el mundo oscila entre los 100 y los 150 millones de personas. Esta cifra, en constante aumento, hace del cristianismo, la religión más perseguida del mundo” (P.13 del “Livre noir…”). Aunque añade páginas adelante que, “el cristianismo no ha sido a lo largo de su historia la religión más perseguida. Incluso ha estado del lado de los perseguidores” (p. 16. “Livre noir…”)
El Pew Forum on Religión and Public Life de Washinton D.C (una referencia mundial para los estudiosos de los fenómenos religiosos) señalaba en 2012 que “los cristianos eran víctimas de una u otra forma de acosamiento, con o sin apoyo de las leyes, en 139 países, esto es cerca de tres cuartas partes de las sociedades humanas. Es el grupo religioso más acosado, aunque fieles de otras religiones sufren también amenazas en numerosos lugares del mundo. En Septiembre de 2009, el presidente de la Sociedad internacional para los derechos humanos, estimó que el 80 % de los actos de persecución religiosa perpetrados en el mundo atañía a los cristianos. En un estudio realizado en 2011 por el National Consortium for the Study of Terrorism and Responses to Terrorisme, mostró que el número de actos terroristas perpetrados contra los cristianos en el mundo había conocido una progresión de 309% entre 2003 y 2010. En su Informe de 2012, la comisión americana sobre las libertades religiosas en el mundo ha identificado 16 países en los que se dan actos odiosos y sistemáticos (….) particularmente la tortura, la detención y el asesinato. Si numerosas comunidades religiosas son afectadas por esta violencia, una sola lo es en el conjunto de los 18 países: la comunidad cristiana” (Le livre noir…, página 33)
4. ¿Por qué, precisamente, los cristianos?
El Islam radical es, en la actualidad, el principal causante del odio hacia los cristianos, aunque no hay que olvidar que los primeros que sufren el odio de estos islamistas son otros musulmanes, en nada fundamentalistas. Pero si, al comienzo de la segunda década del siglo XXI, el radicalismo islamista desapareciera del planeta, los cristianos no estarían en seguridad. Así en el estado vietnamita, en China, en Corea del Norte o en las zonas latinoamericanas controladas por los narcotraficantes, viven amenazados cuando no perseguidos, encarcelados o asesinados.
Según los expertos en la discriminación y acoso a los cristianos en el planeta cabe señalar, al menos, estas cinco razones o motivos.
En primer lugar simplemente que los cristianos conforman la religión mas extendida en el planeta: 2.300 millones de las que algo más de la mitad, 1.200 millones, son católicos. Los otros son ortodoxos, protestantes o miembros de iglesias independientes que se reclaman de Jesús. Los cristianos conforman del orden de un tercio de la humanidad. Le siguen los musulmanes con 1.700 millones de adeptos.
En segundo lugar no hay que olvidar que, a lo largo de un siglo, desde 1910 a 2010, la distribución de los cristianos en el mundo se ha trasformado radicalmente. La tabla adjunta lo muestra claramente.
Evolución, en %, de la distribución mundial de los cristianos en los últimos cien años
Pero hay mas, y más importante. Este aumento de los cristianos, fuera de Occidente, es percibido en algunos países como una amenaza. Así en China el crecimiento explosivo de la Iglesia Pentecostal se considera peligroso para un país laico de partido único. En Arabia Saudita, donde impera el wahhabismo, – fuente de Al Qaeda, no se olvide -, el millón de inmigrantes trabajadores de origen cristiano (Filipinas, Corea del Sur, Líbano etc.) es considerado perturbador de su fundamentalismo. El trato servil de los poderes occidentales a Arabia Saudita, Vaticano incluido, merecería un texto aparte.
En tercer lugar, en algunas partes del mundo, los cristianos constituyen no solamente una minoría religiosa sino también étnica, social y cultural donde son vistos como adversarios en el ascenso social. Es lo que sucede, por ejemplo en Birmania o en la India.
Hay una cuarta razón, que en parte ya ha sido señalada: los cristianos aunque, ya lo hemos visto, viven cada vez más en Oriente y en África, sin embargo son asimilados a Occidente y sufren el anti europeismo y, sobretodo, el antiamericanismo imperante (no siempre, sin razones históricas) en determinadas regiones del mundo. En Irak, como en Siria, por ejemplo, los islamistas radicales etiquetan a las iglesias cristianas como avanzadillas de Occidente cuando, en realidad, los cristianos estaban allí asentados mucho antes que el surgimiento del Islam.
Nos hacemos eco, en quinto lugar, last but not least, de un argumento esgrimido por Andrea Riccardi, historiador y fundador de la Comunidad de San Egidio en Roma, y uno de los directores del libro referenciado, cuando escribe que “entre humanidad y compromiso, los cristianos (algunos cristianos, me permito añadir) representan otra forma de vivir y de interactuar con los otros lo que resulta inaceptable para el fanatismo todo poderoso como para los interese que tratan de controlar la sociedad de forma oculta” (“Le livre noir…” o. c. p. 152). Es lo que sucede, claramente, en determinados enclaves del fundamentalismo islámico, por dar un ejemplo muy en boga. Les resulta insoportable la presencia de cristianos que adopten como ley moral el amor gratuito y universal, no solamente hacia los suyos, y que prefieran el martirio a abjurar de su dios, el Dios que, sostienen, se ha revelado en Jesucristo.
No deja de ser llamativo que este ultimo argumento, a la postre, coincida con el que sostenían algunos emperadores y pensadores romanos durante las persecuciones a los cristianos en los tres primeros siglos de nuestra era: no aceptar el dios romano, máxime si era representado en la figura del emperador y como tal, hace aparecer como perturbadores del orden social a los cristianos. Hay que releer el texto de Celso “Contra los cristianos” escrito el año 178 de nuestra era para ver la similitud de argumentos. Valga este botón de muestra cuando, casi al final del texto, escribe esto: “suponed (se refiere a los cristianos) que se os ordena jurar por el Jefe del Imperio. Nada hay de malo en hacerlo pues las cosas de la tierra han quedado entre sus manos (….) Pero si buscáis socavar este principio, el príncipe os castigará con razón…” (Celse, “Contre les chretiens” Ed. Sillage. Paris 2014, página 104. La traducción es mía).
Evidentemente este razonamiento resulta difícil de aceptar en gran parte del mundo occidental. Incluso por parte de algunos cristianos. Es lo que nos lleva a abordar la última cuestión de estas páginas: las razones del silencio de Occidente ante la masacre y persecución de los cristianos en otras partes del planeta.
5. ¿Por qué este silencio en Occidente?
El historiador Andrea Riccardi, fundador de la comunidad San Egidio y uno de los directores del libro, explica, en gran medida, el silencio de Occidente ante el actual masacre de los cristianos, en su aportación al libro (ver pagina 143) escribiendo que “…en realidad, la cultura occidental ha alimentado un auténtico sentimiento de culpa alimentado por las responsabilidades de los cristianos y las violencia que ellos han perpetrado a lo largo de su larga historia. Pensemos, por ejemplo en los tristes episodios de la conquista de America, o del colonialismo” o de las cruzadas, o de la Inquisición, me permito añadir. Cierto, de toda certeza. Pero esto no borra el hecho de la masacre de los cristianos de nuestros días.
Sigo, a continuación en este punto, las paginas 37 – 42 del texto de John Allen con un título, -¿ excesivo?- , “Une guerre mondiale contre les chretiens”, del libro arriba referenciado “Le livre noir…)
John Allen trae a su texto la pregunta de Fouad Twal, jordano de nacimiento, Patriarca católico de Jerusalem en una conferencia que pronunció el año 2011 en Londres: “¿Es que nadie escucha nuestro grito?. ¿Cuántas atrocidades debemos sufrir todavía antes de que alguien, en alguna parte, nos ayude?”
Allen ofrece estos elementos de respuesta que resumo, con algunos añadidos propios:
1.- La mayor parte de los laicos occidentales están poco instruidos en cuestiones religiosas y estos temas les resbalan. Además las persecuciones no tienen lugar en sus casas, en sus países, sino en países muy lejanos que muchos, la mayoría, no sabrían situar exactamente en un mapa. Por otra parte decir, como alguna vez he oído o leído, que en España hay una persecución religiosa en la actualidad es un sin sentido total. Ni al laicismo más recalcitrante (que lo hay en España) cabe denominar persecutor de lo religioso.
2. Cuando se habla de persecución religiosa lo que viene a cabeza son las cruzadas, la Inquisición, la colonización con la esclavitud aceptada por los cristianos, Giordano Bruno, Savinarola, Miguel Servet, Galileo Galilei. En España, algunos recuerdan el clerocidio en los primeros años de la guerra, mientras que otros procuran pasar de largo o poner acento en otros asesinatos.
3. Regís Debray que, recuérdese, fue un antiguo comunista que combatió con el Che Guevara y que, en la actualidad, está muy interesado en la cuestión religiosa, escribe que, en nuestros días, la persecución de los cristianos se encuentra en un punto muerto: las víctimas serían “demasiado cristianas” para interesar a la izquierda y “demasiado extranjeras” para interesar a la derecha. Los conservadores, las personas de derechas, miran para otro lado ante la política de seguridad de Israel y sus efectos nocivos para los árabes cristianos, pero se precipitan ante el menor acto de violencia perpetrado por el islamismo radical y aunque, últimamente, con el asalto a la revista Charlie Hebdo y los salvajes degollamientos de rehenes por miembros del Estado Islámico, se ha irritado a la población occidental en su conjunto, es más fácil encontrar, entre las personas de izquierda, explicaciones, que no justificaciones, de un estado de cosas que señalan, justamente a mi juicio, provenientes de la historia. Pero es, también, entre estas personas de izquierdas donde encontramos más dificultad para aceptar el odio contra los cristianos en el interior de la banda de Gaza, controlada por Hamas, donde los cristianos son objetivos de violencias y exacciones.
4. Pero hay que preguntarse, fundamentalmente, por qué los cristianos instruidos, los agentes de pastoral, sacerdotes y obispos incluidos, parecen apenas interesarse por este tema. ¿Cuántas pastorales, cuantos encuentros, coloquios, sermones y hojas al fondo de los templos cabe encontrar, en lo que llevamos de siglo XXI, que tengan como objeto la persecución de los cristianos en el mundo?. Bien pocos. ¿Por qué? Cabe avanzar tres tipos causas o motivos de este silencio de los cristianos occidentales más instruidos y, en algunos casos más comprometidos también, con su religión?
4.1 En primer lugar, la idea de que en la violencia contra los cristianos se trata de casos excepcionales. Algunos casos particularmente llamativos y sostenidos por agencias internacionales defensoras de los derechos Humanos, como Amnesty Intertacional. Muchos han firmado llamamientos de este tipo. Pero esa violencia no se la percibe como una violencia generalizada, estructural de algunas partes del mundo, por el solo hecho de ser, en esos países, personas cristianos.
4.2. En segundo lugar, es el efecto perverso de una idea, de una opción muy positiva: la búsqueda del ecumenismo, la aceptación del pluralismo religioso y el deseo de encuentros interreligiosas, como los de Asís. En este contexto, muchos cristianos ven difícil poner el acento en una persecución hacia sus hermanos orientales por temor a herir a los miembros de otras confesiones religiosas. Algunos a reconocer y condenar las dificultades con las que viven los árabes de confesión cristiana en Israel por temor a ofender al pueblo judío, que tanto ha sufrido en la historia. Otros a enfrentarse a los musulmanes por la opresión en la que viven los judíos en las sociedades islamistas, máxime en tiempos actuales en los que la islamofobia es moneda corriente. También en Occidente
4.3 Pero la tercera causa de este negacionismo de la violencia contra los cristianos en muchas partes del mundo, está en el interior mismo de los cristianos occidentales, en lo que Allen denomina, justamente a mi juicio, como “tribalización” del cristianismo occidental en el interior de las iglesias cristianas occidentales. Determinados aspectos de la pluriforme cultura en la que vivimos, obviamente también se han introducido en el seno de las iglesias cristianos lo que, así dicho, no puede ser sino positivo pues indica que el cristiano forma parte de la cultura en la que vive y participa de ella. No hacerlo supondría encerrarse en el gueto de su religión y proyectarse como una “contracultura” entendiendo que el mundo circundante es perverso en tanto no adopte los valores de “su” religión. Estamos ante un planteamiento todavía arraigado entre demasiados cristianos en Occidente que, llevado al extremo, hace que la dimensión cultural a la que cada cristiano se adscribe, es más fuerte que la comunidad cristiana en su conjunto, cuya quintaesencia radica en el amor gratuito, en la fratría universal consecuencia de la fe en el Dios único, Padre de todos. Esto conlleva no solamente a la división histórica de los cristianos en católicos, protestantes y ortodoxos, sino que en el seno de cada una de estas confesiones abundan las “tribus”: los adversarios del aborto desde la concepción, los pacifistas, los tradicionalistas, los neo-conservadores, los defensores de la teología de la liberación, los progresistas, los espiritualistas, los que defienden, o proscriben, la ordenación de la mujer en la iglesia católica, etc., etc. Estas divisiones pueden ser más importantes, y de hecho lo son, que la conciencia de pertenencia a una iglesia y lo que, cabría entender como un ejercicio de la libertad en el seno de la iglesia, se convierte en terreno de caza y disputa que diaboliza a los disidentes. Una de las consecuencia de este estado de cosas reside en que los cristianos occidentales dedican más tiempo y energía a despedazarse entre si que a ocuparse y ayudar a sus hermanos orientales, masacrados y, en algunos sitios del planeta, a punto de desaparecer. En particular en tierras donde surgió el cristianismo.
4.4. En efecto así es. Lo ilustro con un ejemplo llamativo, y con ello terminaré estas páginas, nos los ofrece el sur-este de Turquía en una zona fronteriza con Siria, que se encuentra actualmente bajo dominio kurdo. Al comienzo del siglo XX se asentaba allí una comunidad floreciente de 500.000 cristianos arameos que mantenían viva la lengua que, presumiblemente, hablaba Jesús. Al final del siglo pasado era cifra se había reducido a 2.500 cristianos arameos y numerosos observadores estiman que “su erradicación total es inminente” (Le livre noir des chretiens …o. c. p. 34).
6. Cerrando con dos referencias que nos son más próximas
Un historiador nada sospechoso de ser pro-ecclesial, simplemente un historiador honesto (que cita con elogio, y de forma destacada, en la pagina de agradecimientos Paul Preston, en su libro “El Holocausto español: odio y exterminio en la guerra civil y después” Ed. Debate, Barcelona 2011. Ver pagina 15), me refiero a José Luis Ledesma, escribe que “durante la fase inicial de la revolución y la guerra (del 36), se desencadenó una auténtica caza del clero en toda la zona republicana.(…) El resultado fue de proporciones tan bíblicas, valga aquí la expresión, que convierte a la España de esos años en el escenario de la mayor matanza de eclesiásticos de la Europa contemporánea. Algo menos de 6.800 vidas fueros segadas por aquella violencia clerófoba, la mayor parte durante los tres primeros meses” (En el capítulo “Una retaguardia al rojo. Las violencia en la zona republicana” del colectivo editado por Francisco Espinosa Maestre, “Violencia Roja y Azul, España 1936-1950”, Ed. Critica, Barcelona 2010, página 182.
Por ultimo, me limito a citar, pues aun no lo he leído, el libro de Anxo Ferreiro Currás, “Consejos de guerra contra el clero vasco (1936-1944). La iglesia vasca vencida”. EDITA asociación Intxorta 1937 Kultur Elkartea, 525 paginas, 2013
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