1. Nuestra perplejidad
La pregunta formulada en el título nos va a acompañar muchos años y hoy, en esta época posreligional y postsecular debemos entrar en ella. Mi intención es solo provocaros en 10 minutos con cuatro flases. Consultaros una vez más y solicitaros aportaciones para este tránsito de espiritualidad, que como muy bien ha expresado Elsa, nos tiene a todos en vela y en vilo. Es la cuarta vez que lo hacemos.
Si Dios o el Señor ya no es la música que suena en toda circunstancia, la palabra de vida eterna, la justificación de nuestra existencia, ¿qué hacemos?, ¿con qué significamos, embellecemos y resolvemos nuestro discurrir ordinario, sus logros y fracasos? Hemos cantado insistentemente y seguimos cantando el salmo 121:
“Levanto mis ojos a los montes, ¿De dónde nos vendrá el auxilio? El auxilio nos viene del Señor que hizo el cielo y la tierra”
¿Hoy podemos responder así? Parece ser que cada vez menos. Y, sin embargo, todavía sentimos una reminiscencia de confianza en este símbolo de Señor o Dios antes con una fe rayana en la certeza. ¡Cuántos momentos desesperados donde el omnipotente y bondadoso Señor era el único que podía resolver nuestro mal, aunque no acabara de escribir derecho con los renglones torcidos! Especialmente cuando el sufrimiento inútil o el dolor irrecuperable de tantas víctimas.
¡Cuántas veces el Misterio de la Redención ha sido el paradigma y orientación de nuestra mundana existencia! Ese conjunto de secuencias temporales que empieza con la preexistencia de Jesucristo, la Santísima Trinidad, la Encarnación y Redención por la sangre, la Resurrección…un mito pero ¡contado como explicación! Sin ningún reparo ante la confusión de lenguajes o ámbitos del conocimiento. Y cuántas veces nos hemos topado con la contradicción entre la Bondad infinita y la existencia del mal! Con un “Dios ausente” cuya ausencia tampoco estaba. Todo esto hoy no resulta creíble
2. La necesidad de reinvención de la divinidad
¿Respondemos con el salmo o nos acercamos a algún otro modo de sentir lo sagrado, más comprensible en nuestro tiempo, como viene a decir Stuart Kauffman por ejemplo
¿Podemos renunciar al Dios Creador, el Dios Todopoderoso, omnipotente y omnisciente, que se contradice con la existencia del mal, y en su lugar encontrar lo sagrado en la creatividad incesante de la despliegue de la naturaleza?
¡Cuántos sentimientos e ideas similares a estas palabras de Stuart Kauffman, biólogo declarado ateo, van encontrando en muchas personas una resonancia especialmente significativa y alentadora, una alternativa a la gran tradición cristiana del Misterio de la Salvación y de la adoración del Dios Providente, Creador y Redentor! ¡Y cómo lo hacen además en la actual debacle religiosa, causada por la desafección y el fundamentalismo!
Nos preguntamos pues Qué nos mueve desde esta perplejidad a vivir y amar más allá del mero estar en el mundo. Y nos vamos diciendo: No tanto una liberación en el más allá, cuanto una aminoración del mal y del sufrimiento en el aquí. No tanto una vida eterna eximente de la cotidianidad y tan buscada por su perfecta felicidad, cuanto un escuchar el misterio del presente y construir felicidades, sabiéndonos precarios y cambiantes. No tanto un bienestar permanente para mí, cuanto una armonía y fraternidad entre las personas y el planeta. No tanto un Ser Supremo concreto, cuanto todos los seres sagrados.
3. La envolvente de este cambio, factores, circunstancias.
Y hemos ido cambiando por
· La falta de credibilidad o audiencia o de nuestras viejas convicciones
· Una nueva manera de entender el conocimiento, … el constructivismo, el consenso crítico, La reconciliación con la ciencia en complementariedad
· y una nueva cosmovisión y antropología no dualista centrada en la materia dinámica o creativa. El emergentismo y la creatividad incesante…
· Distinción entre los usos del lenguaje: carácter analógico y metafórico de toda expresión religiosa, como un complemento necesario en esa comprensión científica.
· La superación de una ética individualista, centrada en la obligación religiosa o legal, por una ética global y de la sobreabundancia respondida libérrimamente.
· El giro de las comunidades e iglesias hacia una izquierda moral sobre la base común de un agnosticismo creativo. El hermano menor, el publicano…
· El conjunto de estas causas y otras lleva también a muchas personas a la superación del teísmo. A abandonar la imagen del Dios Ente Supremo, conservando, sin embargo, la incondicionalidad y lo sublimidad que caracteriza a toda la realidad.
Y nos hemos respondido tras los primeros momentos de desconcierto con un gran alivio y deseo de universalidad. Nos ha satisfecho esta nueva perspectiva o paradigma que algunos llaman, o llamamos, “posreligión” “postsecularidad” y “posteísmo”.
Pero también nos afectan
4. Las observaciones críticas
a esta reinvención, que asumimos y queremos resolver con vosotros:
· El abandono de la referencia personal a un Tú y sus consecuencias en la oración, la vida interior y la explicitación simbólica.
· La pérdida de la religiosidad sobre todo popular y su correspondiente consuelo, lo último que le queda al pueblo tan expoliado.
· La dificultad para recuperar un compromiso de certezas, un consuelo y esperanza que no se apoya en la imagen tradicional de un Dios que lo sabe y lo puede todo y que en su bondad lo hará.
Y así nos encontramos ante el reto de formularnos nuevos relatos, sentimientos y símbolos. Formarnos en esta nueva mentalidad. Nos preguntamos cómo recrear un nuevo espíritu, incluso narración, suficientemente unitario y plural para toda la humanidad.
5. Motivaciones para una ética y poética desbordante y libérrima
La comprensión general del cristianismo ha ido pasando en nosotros desde una religiosidad pura, teocéntrica y omnipresente a una praxis de liberación y de secularidad. En otros a un cierre en los cuarteles. La teología de la liberación fue la primera ruptura con el sobrenaturalismo, asumida sin vacilación porque estaba amparada por una entrega martirial. Hoy la incertidumbre es mayor por la cultura postmoderna, liquida, débil.
Es tiempo de ensayo y reconstrucción [1]. De propuestas. Se avizoran múltiples conatos de una nueva ética y poética que animan la esperanza y el compromiso. Semillas de una nueva humanidad están empezando a germinar muy despacio. El planeta ha aumentado su grado de consciencia y responsabilidad sin dejar por ello los maleficios de la violencia, la indiferencia, y la irresponsabilidad. El humanismo que llamamos bioecocéntrico y el empoderamiento de la mujer son un buen ejemplo de ello. Ya estamos ensayando algunas de estas propuestas.
Además de callar porque tiene la palabra el silencio, asomarnos a la divinidad, no como ese Ser Supremo que parece que se ha ausentado, sino como una categoría o dimensión de la realidad, desbordante, creativa, como si fuera una divinidad enterrada que puja por florecer y que se manifiesta en diversas vetas de esperanza. Vetas que no son prioritariamente estados de ánimo personales, pero sí el optimismo congénito a la vida en expansión. Que tienen su base en una incierta cosmovisión o Gran Metáfora descrita antes por la Biblia, hoy elaborada desde la ciencia, la filosofía, los diversos lenguajes simbólicos y la intercomunicación humana en general.
Vetas de motivación no solo dadas en la voluntad de ser o vivir, en la confianza radical en la misma razón, abierta y plural, como “principio y fundamento” sino también vetas construidas, personal y comunitariamente, fruto de las utopías y anhelos de las diferentes culturas. Que en muchos momentos son esperanzas desesperadas. Son vetas naturales, más postulados o esperanzas a priori que fruto de experiencias de un signo u otro. Luego se llenan de contenido y con él crecen.
Vivimos esperanzados porque hay algo y no nada, ese algo es vida y por tanto creatividad, esa vida es inteligencia, honda lectura y tendencia al amor. Esa es nuestra esperanza fundante, un trascendental de nuestro ser.
El cielo “lleno de estrellas” fuera de mí y la bella “buena voluntad” en nuestro interior es algo de lo que más puede maravillarse la persona humana. “Cielo”, macrocosmos y microcosmos. El cielo del caótico orden cósmico y la vulnerable buena voluntad, el deseo de bien serpenteado de desgracias y errores.
6. Esperanzas de la Esperanza fundante.
Estas son en concreto algunas vetas [2] , vigores y artes
· El impulso natural de la vida que nos lleva a expandirnos, surgido en la oscuridad de la energía cósmica y que nos lleva hasta la maravilla de la consciencia y el amor.
· El bienestar, la salud y el gozo de vivir que ya mucha gente disfruta, aun con escasos recursos y conscientes de su provisionalidad. Es algo que abre la posibilidad de que todo el mundo pueda también alcanzarlos.
· Los descubrimientos científicos, el enorme esfuerzo por la justicia, por la democracia, la igualdad de género, etc. Hay allí amor. Hay amor y no más bien nada u odio, y la esperanza lo sabe.
· El mutuo contagio con otros esperanzados, de ahora y de siempre, mutando sus formas de esperanza y sabiduría
Hoy estamos en mejores condiciones para reducir el sufrimiento, para corregir el sistema económico que se apropia de “Dios” para legitimarse. Para fiarnos más de la metáfora y del silencio activo que de la mucha palabrería religiosa, aunque sea litúrgica. Para ser felices
Somos “espeleólogas de la esperanza” y “mineras del corazón” cunas del Espíritu Santo que hoy llamamos la “bella y buena razón”. Buscadores de un Reino de Dios que puede llamarse también “Internacional de la esperanza”, esa convergencia de las religiones y los humanismos para la justicia universal y la felicidad
Podemos ahondar en la bondad “subyacente” expresada en las tradiciones éticas y religiosas, sus utopías y grandes textos, encontrar la consolación en la filosofía o la serenidad con la meditación, entrar en la intersubjetividad doliente, acercarse al que sufre y juntos intentar una nueva vida que, compartida, será más una canción que un lloro en un valle de lágrimas.
Santi Villamayor, 28 de Mayo de 2023, intervención en la 4ª consulta del grupo Lenaers
[1] Los viejos paradigmas se resisten a ser sustituidos como también los dogmas, se agarran sin querer soltarse. Son como garrapatas. Nos aprisionan sin enterarnos y nos chupan la creatividad. Si los arrancas de cuajo dejan dentro la cabeza y nos producen una infección muy grave. Una debilidad o desafección de lo hasta entonces creído o unas exagerada reacción inmunológica contraria, el fundamentalismo. Las garrapatas y los dogmas salen solos con aceite
[2] Curiosamente antítesis de los ídolos o falsas creencias de Bacon, procedentes de la genética, la biografía, la relación humana y las teorías o dogmas…
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