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Obsesión enfermiza por los gays

Martes, 5 de julio de 2016
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cristianos-gaysOtra vuelta de tuerca

“Supone reducir el hombre a la condición de semental y la mujer a la de hembra reproductora”

(Ramón Baltar).- El papa en la rueda de prensa que dió a los periodistas que cubrieron su visita a Armenia ha reconocido sin ambages que la ICAR tiene que pedir perdir perdón a los homosexuales por el gran daño que les lleva hecho. A ver si se enteran los obispos que emponzoñan el ambiente con sus fétidas soflamas homófobas.

De obsesión enfermiza se puede calificar la atención que cierta iglesia docente presta a los asuntos del interfeminio, profanando la intimidad de las alcobas. Basados en el principio de que el instinto sexual se ordena sólo a la continuidad de la especie, declaran ilícitas todas las modalidades de retracto de colindantes que no apunten a la sala de partos.

Aberración intelectual que adobada con algunos textos bíblicos les sirve para condenar como abominables los machihembrados entre individuos del mismos sexo.

No hace falta disponer de un nutrido arsenal de letras ni divinas ni humanas para desarmar una a una esta sarta de afirmaciones sin fundamento, bastan las meras luces naturales y el hábito de gastarlas para descubrir dónde asoma su gran quiebra: supone reducir el hombre a la condición de semental y la mujer a la de hembra reproductora.

Tiene gracia descalificante que los defensores de la superioridad del espíritu sobre el cuerpo, tengan el cuajo de rebajar a los hijos de Dios al papel de simples soportes de ADN.

El anuncio de petición de perdón a los homosexuales tendría que aparejar una revisión de la enseñanaza católica sobre el particular. Proclamar su dignidad como personas pero imponiéndoles castidad perpetua, suena a cinismo y crueldad: Si sus inclinaciones eróticas no son de suyo condenables, tampoco lo serán sus realizaciones; condenarlas a vivir sin amor carnal equivale a cegar una de las pocas fuentes de la felicidad.

Con más ajuste de acciones a discurso, que ahí está la madre del cordero. La negativa del Vaticano a dar el placet al embajador que proponía Francia, gay publicado, constituye un contramensaje y desautoriza a Francisco.

Fuente Religión Digital

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El papa Francisco: “La Iglesia debe pedir perdón a los homosexuales”

Miércoles, 29 de junio de 2016
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la-iglesia-y-los-gaysLo tiene muy fácil, pida perdón YA… El problema es que, para que sea creíble esa petición de perdón, Francisco debiera eliminar los infames artículos nn 2357-2359 del Catecismo de la Iglesia Católica que rebosan homofobia, nos llaman desordenados y pretenden que Dios nos ha castigadfo a vivir en castidad sin derecho al amor… Mientras eso no ocurra… Parole, parole, parole

El papa afirmó que tanto los homosexuales como otros grupos marginados por la Iglesia merecen una disculpa por parte de la Iglesia.

A bordo del avión rumbo a Roma tras un viaje a Armenia, el pontífice fue preguntado acerca de si estaba de acuerdo con uno de sus principales asesores, el cardenal alemán Reinhard Marx, quien dijo durante una conferencia en Dublín, en los días posteriores al letal ataque en Orlando dentro de un club gay, que la Iglesia les debe una disculpa a los homosexuales por haberlos marginado.

El Papa Francisco ha declarado tras viajar a Armenia que la Iglesia – no como constitución, sino los creyentes integrantes de la comunidad cristiana – debería disculparse con las personas homosexuales, así como con otros colectivo desfavorecidos a lo largo de la historia. A pesar de ser una gran noticia, especialmente para los homosexuales religiosos, las declaraciones hay que cogerlas con pinzas, ya que no es la primera vez que Francisco se pronuncia negando la igualdad de gays y lesbianas.

Durante el vuelo, el pontífice afirmó que la Iglesia no tenía derecho a juzgarlas, sino que debería respetarlas.  Dijo que algunos comportamientos politizados de la comunidad homosexual pueden ser criticados por ser “un poco ofensivos para otros”, y volvió a responder con una variante de su “¿Quién soy yo para juzgarlos?”, que ya pronunció el 2013 y que despertó tantas esperanzas como suspicacias.

Preguntado sobre la homosexualidad, el Papa afirmó que:

Lo que dice el catecismo de la iglesia católica es que la homosexualidad es un desorden, sin embargo que las personas homosexuales no deben ser discriminadas por ello, sino respetadas y asesoradas pastoralmente. Creo que la Iglesia no sólo debe pedir perdón a las personas gais que ha ofendido, sino también a los pobres y a las mujeres que han sido explotadas, a los niños obligados a trabajar, ofrecer disculpas por haber bendecido tantas armas y por no haber acompañado a las familias que enfrentaban divorcios o que experimentaban otras situaciones, porque no se ha comportado como debería en muchas ocasiones, cuando digo la Iglesia me refiero a los cristianos, que somos los pecadores.

Sin embargo, desde la comunidad LGBT estas declaraciones han sido acogidas con bastante escepticismo, ya que los sectores religiosos siguen intentando presionar para limitar los derechos civiles del colectivo gay, discriminando a las personas homosexuales en todos los países en los que está presente.

Además, hace un mes el propio Papa declaró que aunque el matrimonio igualitario se esté aprobando en varios países, la objeción de conciencia debe ser un derecho al que toda persona puede acogerse si así lo estima conveniente.

Fuente Agencias/Religión Digital, AmbienteG/Cáscara Amarga

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La policía de Toronto pide perdón por redadas a la comunidad gay en 1981

Lunes, 27 de junio de 2016
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Toronto_Police_Service_Logo.svgEl jefe de policía de Toronto lamenta las redadas dirigidas contra la comunidad homosexual ocurridas hace más de tres décadas atrás en saunas y casas de baños.

«El servicio de policía de Toronto reconoce que el 5 de febrero de este año se cumplió el trigésimo quinto aniversario de uno de los mayores arrestos masivos en la historia canadiense», declaraba Mark Saunders, jefe de policía de Toronto, el miércoles, 22 de junio, en una recepción en la sede del Orgullo de Canadá, refiriéndose a una serie de arrestos producidos en 1981 en varias saunas, deteniendo a todos los que se encontraban en su interior.

«El evento de febrero de 1981 fue el más dramático es su capacidad destructiva y en el número de hombres detenidos, alrededor de 300», explica Sanders refiriéndose a que las redadas no se produjeron en una única noche, siendo esa la más dramática y destructiva de todas. Todos los detenidos fueron procesados de poseer o ser encontrados en un una casa de citas. «El trigésimo quinto aniversario de las redadas de 1981 es un momento para que el Servicio de Policía de Toronto exprese su pesar por estas acciones», dice Sanders, añadiendo que también es el momento de reconocer las lecciones aprendidas sobre los riesgos de amenazar a cualquiera de las muchas comunidades de la ciudad como si «no fueran parte de la sociedad».

El jefe de la policía de Toronto realiza sus declaraciones en un acto que forma parte de las celebraciones del Orgullo de Toronto que este año, por primera vez, abarca todo el mes de junio y no solamente una semana. «No podemos dejar estos tristes capítulos de nuestra historia en el olvido o sin resolver de alguna manera. Tenemos que recordar, tenemos que reconocer y tenemos que pedir disculpas», declaraba John Tory, alcalde de Toronto, celebrando muy positivamente las disculpas del jefe de policía, resaltando que era el momento justo, oportuno y necesario para pedir perdón.

Tony Fay es uno de los 286 homosexuales que se vieron afectados por esas incursiones, que considera por fin un episodio cerrado con estas disculpas. Según Fay, de esta manera se muestra la importancia de aquel momento particular en la historia de la ciudad y cómo ha cambiado la policía su opinión sobre la comunidad LGTB. Sin embargo, no toda la comunidad ha recibido estas disculpas de la misma manera puesto que algunos recuerdan la dureza de la acción policial en un entorno tradicionalmente tranquilo, como las saunas y las casa de baños, sacándoles a la calle desnudos, pidiendo los teléfonos de sus jefes para ponerles en conocimiento de que tenían empleados homosexuales o llegando incluso a publicar en un periódico la lista de todos los detenidos con el escarnio como único objetivo.

Por otro lado, este suceso funcionó como un revulsivo para la comunidad gay, que se unió para formar un comité con el objetivo de ayudar a los detenidos a cubrir las costas de sus procesos legales, acudir a los medios de comunicación y planificar futuras protestas marcando el inicio de la movilización de la comunidad LGTB de Toronto para luchar por sus derechos y encontrar una voz política.

Fuente Universogay

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El valor supremo está en la persona, no en su moral.

Viernes, 17 de junio de 2016
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abrazoLc 7, 36-8, 3

Este relato lo narran los cuatro evangelistas, aunque con detalles muy diferentes. Es un relato clave en los evangelios, porque nos demuestra la actitud de Jesús para con los pecadores; pero también la actitud de aquellos fariseos, que no eran capaces de ver más allá de sus narices o mejor, más allá de lo que manda la Ley. Los fariseos identificaban al pecador con su pecado. Jesús ve el valor de la persona humana más allá de sus fallos.

Hoy no se necesita mayores exégesis, porque el mensaje está muy claro. La clave está en analizar con cuidado los personajes que manifiestan sus actitudes a través del relato. La pecadora, Jesús, los fariseos y en los otros evangelistas, los apóstoles (Judas), que desde la superficialidad y raquitismo, desde la que solemos operar la mayoría de los mortales, no se enteran de nada y hablan, de despilfarro y de los pobres. Pero no debemos olvidar, que el verdadero protagonista es Dios o mejor, las ideas sobre Dios.

Es muy interesante descubrir que este relato y otros parecidos, no concuerdan con la idea que los cristianos hemos mantenido sobre los fariseos. No debían ser tan enemigos de Jesús, cuando le invitaban a comer, gesto que solo se tenía con las personas distinguidas y de cierto rango. Con frecuencia se invitaba a personajes que podían aportar opiniones diversas para animar la sobremesa. Aunque no estuvieran de acuerdo con muchas de las enseñanzas de Jesús, su oposición no debió ser tan tajante como nos cuentan.

“Evangelio” significa en griego, buena noticia. Pues la mejor de todas las noticias que podía recibir cualquier ser humano, es la que vamos a comentar hoy: Dios es perdón, porque Dios es amor. Tal vez sea el aspecto más original de todo el mensaje de Jesús. La experiencia de Dios le llevó a llamarle Abba (padre). Si no comprendemos y aceptamos este mensaje, todo lo demás carece de coherencia. La idea de un dios que premia a los buenos y castiga a los malos, convierte el evangelio en papel mojado e indirectamente nos invita a hacer lo mismo con los “malos”. Hoy podemos ver que seguimos tergiversando el evangelio.

Los judíos no fueron capaces de encajar el tema del perdón tal como lo predicaba Jesús. Claro que creían en el perdón de Dios, pero lo interpretaban a la manera del perdón humano. Después de dos mil años, seguimos sin aceptar el perdón que predicó Jesús. Seguimos escandalizándonos de que Dios ame a los malos. Aceptamos que Dios perdone a los buenos, pero eso de que ame al pecador antes de que se arrepienta, es algo que supera todo lo que pudiéramos aceptar de un Dios “justo”. Es ésta una actitud muy sutil, que pone de manifiesto hasta qué punto aceptamos con sordina el mensaje del evangelio.

Nos distanciamos del evangelio cuando planteamos nuestras relaciones con Dios como si fuera un ser humano. Es más, nos atrevemos a decirle que tome ejemplo de nosotros (perdónanos como nosotros perdonamos). Dios no tiene actos. En Dios los verbos no se conjugan porque no está afectado por tiempos ni modos. Dios todo lo que hace, lo es. Pensar que Dios cambia de postura con relación a un pecador porque hace penitencia es descabellado, si lo entendemos literalmente. Es solo una manera de decir que el pecador, en un momento determinado, se da cuenta de lo que Dios sigue siendo para él.

Tus pecados están perdonados. El mismo evangelio presupone una mala interpretación de la frase cuando se pone en duda la potestad de Jesús para perdonar pecados. Jesús no dice: Yo te perdono. Sabe muy bien, que ni él ni Dios tienen nada que perdonar. La actitud de Dios es siempre la misma. Eternamente será amor. Por nuestra parte, siempre seremos limitados y fallaremos. Pero a pesar de lo que nos han repetido hasta la saciedad, no somos una mierda. Toda vida animal produce mierda, pero no es esa mierda.

Lo que dijo Jesús, lo puede decir cualquiera a cualquiera. Por parte de Dios, tus pecados están siempre perdonados. La pelota está siempre en tu tejado. Tú eres el que debes cambiar tu actitud vital para que descubras ese perdón y pueda significar algo esencial para cambiar tu vida. El descubrir que Dios sigue amándote, a pesar de tus fallos, tiene que llevarte a una confianza absoluta y total en Él. Esa confianza es el fundamento de todo futuro verdaderamente humano. Sin esa confianza, el futuro se oscurece definitivamente.

Esto es lo que Jesús quiso decirnos de Dios. Otra cosa es que nosotros lo hayamos aceptado. ¿En qué lugar queda la confesión, tal como se ha entendido durante siglos? Es un problema que tenemos que resolver, pero nunca a costa del mensaje evangélico. La confesión se ha utilizado muchas veces como instrumento de control. Esto es lo que tenemos que superar. Un vendedor de agua tenía su puesto muy cerca de una fuente, el éxito de su negocio consistía en que los transeúntes no descubrieran que la fuente estaba allí mismo, detrás de un arbusto. No os dejéis engañar, no aceptéis agua envasada y tasada. Id a la fuente.

Lo que acabamos de decir, no sólo no hace inútil la confesión, sino que le otorga su verdadera dimensión humana. Para mí, la confesión es el más maravilloso invento de nuestros dos mil años de cristianismo. El mayor bien que yo mismo he hecho nunca a una persona ha sido en la confesión. Dios no necesita la confesión, pero nosotros sí. Esto debemos tenerlo muy claro a la hora de utilizar el sacramento de una manera provechosa. La confesión es un signo que debe llevarme al descubrimiento de una realidad, el amor que es Dios. Es un proceso de iluminación que cambia la manera de verme.

Basta tomar conciencia de que alguien me ama para que todo cambie a mi alrededor. La mujer del evangelio mostraba un agradecimiento tan grande, porque era consciente de que el perdón que había recibido era signo de un gran amor. El amor es una realidad tan profundamente humana que nadie, que se sienta querido de verdad, puede seguir indiferente. Es más, solo si uno se siente amado, podrá descubrir su capacidad de amar.

El automatismo a la hora de celebrar los sacramentos no tiene sentido. La confesión no es un quitamanchas. La confesión es un proceso que me debe llevar de una conciencia de pecado a una conciencia de superación de los fallos; de una desesperanza a una total confianza, en lo que yo soy, y en lo que es Dios. Esta es la verdadera fe-confianza. El objetivo primero de la confesión debe ser el descubrir el amor incondicional de Dios. Una vez que nos sentimos amados, surgirá en nosotros el deseo de corresponder, amando. Tomar conciencia de que Dios no me falla, suscitará en mí el deseo de fallarle menos.

No podremos entender el tema del perdón si no tenemos claro el concepto de pecado. Pecado no es el incumplimiento de una ley. Una acción o una omisión, no son pecados porque esté mandada o prohibida. Al contrario, está mandado o prohibido porque es pecado. Esta sutileza no es fácil de captar, pero es imprescindible para aclararse. Si no descubro la razón de mal en lo que hago o dejo de hacer, nunca estaré motivado para la acción o la omisión. El pecado siempre es fruto de una falta de conocimiento. Si yo estoy convencido de que algo es malo para mí, la voluntad nunca podría apetecerlo. Si la voluntad quiere algo, es porque la razón se lo presenta como bueno. La clave está en un mejor conocimiento.

Tu fe te ha salvado. No es lo que ha dicho Jesús lo que salva. Es el cambio de actitud de la mujer, reconociendo su pecado, y descubriendo que por parte de Dios está superado, lo que le ha traído la salvación. Se trata de una toma de conciencia de lo que Dios es, a pesar de lo que somos nosotros. Es reconocer que Dios, que me conoce mejor que yo mismo, me acepta como soy. Aquí “fe” significa confianza. La confianza salva siempre, porque no tiene en cuenta la calidad ni la cantidad de los fallos sino la calidad del amor de Dios.

Meditación-contemplación

Tus pecados están perdonados”.
El mayor obstáculo para una experiencia mística,
es el creer que mis fallos me alejan de Dios.
Este sentimiento es fruto de un desconocimiento de Dios.
………………….

Si no somos capaces de aceptarnos tal como somos.
Nuestra relación con Dios estará falseada y no puede llevarnos a buen puerto.
Descubrir que Dios nos acepta como somos,
es el primer paso para que nos aceptemos también nosotros.
………………….

Si consigo ir más allá de mis fallos,
descubriré mi ser luminoso e intachable.
Esa parte de mi ser, no depende de mí, sino de Dios.
Es por tanto, amable, digno de ser amado, por Dios y por mí.
…………………..

Oración de entrada
Que descubramos que jamás puedes fallarnos
y de ese modo, tomemos la decisión de
fallarte cada vez menos.

Sobre las ofrendas
Que tu presencia en nosotros,
significada en la comunión,
nos lleve a la confianza absoluta.

Final
Gracias por ser como eres
Y no como nosotros somos y actuamos.
Que este descubrimiento nos anime
a ser nosotros como tú eres.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Un amor que se desborda.

Jueves, 16 de junio de 2016
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jesus-abrazo-2Lc 7, 36-50

Este texto es tan expresivo en sí mismo, tan rico en símbolos, gestos y palabras que pienso que, quizás, el mejor comentario que se puede hacer de él es, sencillamente, una invitación a leerlo despacio, saborearlo, contemplarlo sin prisas… Propongo que pongamos en juego todos nuestros sentidos y miremos con calma, contemplemos la escena, escuchemos las palabras de cada personaje… e incluso olamos, toquemos y nos dejemos tocar… Seguro que no nos resulta difícil identificarnos con cualquiera de los personajes y orar con el texto.

Por si ayuda, aporto algunos datos que nos pueden servir para contextualizar el texto, conocerlo más y así, ojalá, entrar mejor en oración.

Quizás, para ello, convendría comenzar a leer no sólo estos versículos, sino desde el inicio del capítulo 7 de Lucas, pues el evangelio de hoy es el último de un grupo de episodios. El primero narra el encuentro en Cafarnaún entre Jesús y un grupo de ancianos que acuden a interceder ante él por un extranjero, un centurión -un pagano- que se había portado muy bien con ellos. Los ancianos lo describen como alguien “que ama a nuestro pueblo” y Jesús responde al amor de ese hombre sanando a distancia a su siervo y proclamando públicamente su admiración por la fe que muestra: “Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande” (7,9).

De Cafarnaún pasamos a Naín, donde, en la entrada del pueblo, Jesús se encuentra con la comitiva que acompaña a una viuda a enterrar a su hijo único. Jesús se compadece de esta mujer (que nos recuerda a la que en 1 Reyes 17 acoge y alimenta a Elías en su exilio) y al resucitar a su hijo, la resucita también a ella, pues le hace recuperar las posibilidades de vida en un contexto en el que, sin parientes próximos (véase el subrayado de “hijo único”) podría quedar en una situación verdaderamente difícil para ella. Esta experiencia hace que los que han contemplado lo ocurrido proclamen: “Dios ha visitado a su pueblo” (7,16).

Y esta experiencia, contada por los discípulos de Juan el Bautista a su maestro, hace que éste envíe seguidores a Jesús con la pregunta: “¿Eres tú el que tiene que venir o hemos de esperar a otro?” (7,19). Jesús les responde primero actuando, realizando numerosos gestos de sanación y después, a través de una narración que recordaría a los oyentes, sin lugar a dudas, las palabras del profeta Isaías con las que describía el tiempo de Salvación (Is 29,18; 35,5ss; 42,7).

Quien ha seguido el evangelio de Lucas hasta aquí y escucha ahora el texto que la Liturgia de este domingo nos presenta ya no se encuentra indiferente ante la persona de Jesús. Sabe que él es un profeta y ha visto que actúa como tal, siendo así signo de contradicción y de cuestionamiento. Sabe que ha venido para hacer que los ciegos vean, los cojos anden, los leprosos queden limpios y los sordos oigan, que los muertos resuciten y a los pobres se les anuncie la buena noticia. Ha escuchado directamente “y dichoso quien no encuentre en él motivo de tropiezo”… Es entonces cuando aparece la figura de Simón, un fariseo que invita a Jesús a comer.

El escenario, en este momento, es un banquete y podemos imaginarnos a Jesús reclinado en un diván, comiendo. No eran extrañas estas comidas en las que un personaje con cierto reconocimiento social y con poder económico invitaba a predicadores o a otras personas relevantes para dialogar, hacerles preguntas o simplemente para ser vistos con ellas. Eran comidas públicas y por eso no tuvo que serle complicado a la mujer acercarse a Jesús.

La mujer va directamente a él. Lo conoce. De hecho parece claro que no es la primera vez que se encuentra con él pues el texto nos dice que ella sabía que estaba allí (“al enterarse que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo”) y nos muestra que su intención, premeditada, estaba cargada de gratitud y reconocimiento. Si nos fijamos un poco más vemos que, en realidad, su intención seguramente era la de ungirle con el perfume que lleva en el frasco de alabastro pero, una vez que está a los pies de Jesús, el perfume se mezcla con unas lágrimas incontenibles que intenta enjugar con sus cabellos y sus besos.

Si imaginamos la escena podemos hacernos cargo de la tensión del momento. Lucas se ha preocupado de señalarle como “una pecadora pública”. Por tanto, para Simón y para el resto este acontecimiento certifica los rumores que se decían de él: “ahí tenéis a un comilón y a un borracho, amigo de los publicanos y pecadores” (7,34).

Quizás sólo fueron segundos, unos minutos, pero podemos imaginar las caras de estupor de las personas que estaban en la comida y lo gestos decididos de la mujer. Podemos contemplar también a Jesús, que se deja hacer, que no retira los pies. Impresiona cuando, después de escuchar la reprimenda de Simón y narrarle la parábola de los deudores con la intención de abrirle los ojos, Jesús sigue hablándole a la vez que se vuelve hacia la mujer (7,44). Es decir, hay algo que está claro y es que Jesús pone sus ojos en ella haciendo que sea de nuevo el centro de atención de todos, pero esta vez restituida a través de sus palabras.

Con respecto a la mujer hay algo interesante que señalar. Nuestras traducciones dicen: “y una mujer de la ciudad, una pecadora…”. Pero el texto griego utiliza el imperfecto del verbo ser (h=n). Es decir, la mujer “era”… ya no es lo que había sido en el pasado. También Jesús dirá “si da tales muestras de amor es que se le han perdonado sus muchos pecados”. No se dicen cuándo ni cómo fueron perdonados los pecados. Pero quienes contemplan la escena son incapaces de reconocer a la nueva mujer y simplemente juzgan lo que ha sido hasta ahora. De hecho resulta curioso que Jesús pregunte a Simón “¿ves a esta mujer?” (7,44), como para forzarle a abrir sus ojos de una manera nueva.

Jesús, en cambio, no le ha juzgado en ningún momento. Sabe quién es y ve también cómo es su corazón, reconociendo y aceptando la gratitud de la mujer hacia él. Entonces se vuelve a Simón para contarle una historia que habla de deudores, de denarios y de amor. Una historia que puede ayudarle a él y a todos los que le escuchan a comprender lo que hace. E invitándole a mirar a la mujer con ojos nuevos, Jesús le enumera a Simón la lista de las “faltas” en su hospitalidad: no hubo agua, ni beso de paz, ni aceite en la cabeza… No hubo, en el fondo, verdadero interés y hospitalidad hacia el invitado… La mujer ha compensado esa escasez con un derroche de amor. Con sus palabras, la mujer queda para Simón y para todos como modelo, como referente a quien deben mirar e imitar.

A la mujer ser le perdonaron muchos pecados. También a Simón, y a todos los que le escuchan, y a nosotros, se nos perdonarán nuestros pecados si somos capaces de ver y reconocer a Jesús como el Señor ante el que se doblan nuestras rodillas; si dejamos espacio en nosotros para la misericordia, el perdón y la bondad de Dios; si permitimos que Él transforme nuestra mirada para ver con ojos nuevos la realidad que nos rodea. Entonces dejaremos que fluya en nosotros el Amor de Quien nos llama siempre a una vida nueva, nos restituye y nos invita al banquete de la misericordia.

Inma Eibe, ccv

Fuente Fe Adulta

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Porque tiene mucho amor…

Domingo, 12 de junio de 2016
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CALUMNIA, QUE ALGUIEN QUEDA

Voy a engarzar en paz esas espinas
entre las rosas todavía nuevas.
Mi voluntad rendida Tú examinas,
Tú mi holocausto sin retorno pruebas.

Tus manos han ceñido mis riñones
desde la mocedad. Te ha reservado
mi corazón la flor de sus carbones.
Si he amado, Señor, a Ti te he amado.

Mi opción de eunuco por el Reino ostento
sobre esta frágil condición de hombre,
capaz, con todo, de acoger Tu aliento.

Cuando el lagar su desazón concluya,
Tú salvarás la causa de mi nombre
que sólo quiere ser la Causa Tuya.

*

Pedro Casaldáliga
El Tiempo y la espera. Sal terrae, 1986

***

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo:

“Si este fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora.”

Jesús tomó la palabra y le dijo:

“Simón, tengo algo que decirte.”

Él respondió:

– “Dímelo, maestro.

Jesús le dijo:

– “Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?

Simón contesto:

“Supongo que aquel a quien le perdonó más.”

Jesús le dijo:

“Has juzgado rectamente.”

Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón:

“¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama.”

Y a ella le dijo:

– “Tus pecados están perdonados.”

Los demás convidados empezaron a decir entre sí:

“¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?”

Pero Jesús dijo a la mujer:

– “Tu fe te ha salvado, vete en paz.”

Después de esto iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.

*

Lucas 7, 36-8, 3

***

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“No apartar a nadie de Jesús”. 11 Tiempo ordinario – C (Lucas 7,36–8,3)

Domingo, 12 de junio de 2016
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11-TO-262x300Según el relato de Lucas, un fariseo llamado Simón está muy interesado en invitar a Jesús a su mesa. Probablemente, quiere aprovechar la comida para debatir algunas cuestiones con aquel galileo, que está adquiriendo fama de profeta entre la gente. Jesús acepta la invitación: a todos ha de llegar la Buena Noticia de Dios.

Durante el banquete sucede algo que Simón no ha previsto. Una prostituta de la localidad interrumpe la sobremesa, se echa a los pies de Jesús y rompe a llorar. No sabe cómo agradecerle el amor que muestra hacia quienes, como ella, viven marcadas por el desprecio general. Ante la sorpresa de todos, besa una y otra vez los pies de Jesús y los unge con un perfume precioso.

Simón contempla horrorizado la escena. ¡Una mujer pecadora tocando a Jesús en su propia casa! No lo puede soportar: aquel hombre es un inconsciente, no un profeta de Dios. A aquella mujer impura habría que apartarla rápidamente de Jesús.

Sin embargo, Jesús se deja tocar y querer por la mujer. Ella le necesita más que nadie. Con ternura especial le ofrece el perdón de Dios, luego la invita a descubrir dentro de su corazón una fe humilde que la está salvando. Jesús solo le desea que viva en paz: «Tus pecados te son perdonados… Tu fe te ha salvado. Vete en paz».

Los evangelios destacan la acogida y comprensión de Jesús a los sectores más excluidos por casi todos de la bendición de Dios: prostitutas, recaudadores, leprosos… Su mensaje es escandaloso: los despreciados por los hombres más religiosos tienen un lugar privilegiado en el corazón de Dios. La razón es solo una: son los más necesitados de acogida, dignidad y amor.

Algún día tendremos que revisar, a la luz de este comportamiento de Jesús, cuál es nuestra actitud en las comunidades cristianas ante ciertos colectivos como las mujeres que viven de la prostitución o los homosexuales y lesbianas cuyos problemas, sufrimientos y luchas preferimos casi siempre ignorar y silenciar en el seno de la Iglesia, como si para nosotros no existieran.

No son pocas las preguntas que nos podemos hacer:

  • ¿Dónde pueden encontrar entre nosotros una acogida parecida a la de Jesús?
  • ¿A quién le pueden escuchar una palabra que les hable de Dios como hablaba él?
  • ¿Qué ayuda pueden encontrar entre nosotros para vivir su condición sexual desde una actitud responsable y creyente?
  • ¿Con quiénes pueden compartir su fe en Jesús con paz y dignidad?
  • ¿Quién es capaz de intuir el amor insondable de Dios a los olvidados por todas las religiones?

José Antonio Pagola

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“Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor”. Domingo 12 de junio de 2016 11º Ordinario

Domingo, 12 de junio de 2016
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32Leído en Koinonia:

2Samuel 12, 7-10. 13:
El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás.
Salmo responsorial: 31: Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
Gálatas 2, 16. 19-21: Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.
Lucas 7, 36-8, 3: Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor.

En la primera lectura, David, el rey elegido por Dios, ha pecado gravemente. No sólo ha cometido adulterio con Betsabé, esposa de uno de sus generales más leales, sino que además ha hecho matar al esposo engañado. Se ha mofado así del mismo Dios, al arrogarse un derecho abusivo sobre la vida y la muerte en beneficio de sus deseos depravados. Esto merece un castigo. Pero el rey reconoce su delito y se manifiesta humildemente arrepentido. Muestra así la profundidad de su fe, real a pesar de su pecado. Por eso Dios lo perdona. David quedará para siempre como el ejemplo vivo del hombre que, sobrepasando sus miserias, se ha situado en la dinámica divina que, sin desatender la justicia, aplica la misericordia y el perdón a quien se arrepiente, incluso por delitos enormes.

En la segunda lectura, Pablo no cesa de combatir la mentalidad que empuja al hombre a pensar que gracias a sus buenas acciones tiene derechos ante Dios. La religión fundada sobre la obediencia a la ley y sobre un contrato “te doy para que me des” falsea la verdadera relación con el Señor. Este tipo de religión condujo al judaísmo a rechazar el mensaje de misericordia de Jesús, para cerrarse en su frío esquema de la legalidad vacía. La fe transforma radicalmente esta mentalidad y nos hace abrirnos al amor divino tal como se ha mostrado en Jesús.

En el evangelio, una mujer -¡y qué mujer!- se atreve a estropear una sobremesa cuidadosamente preparada. La arrogante entrometida no sólo quebranta las leyes de la buena educación, sino que, además, comete una infracción de tipo religioso: un ser impuro no debe manchar la casa de un hombre socialmente puro (un fariseo).

Por un momento Cristo pierde su dignidad de profeta a los ojos de su anfitrión: “Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que le está tocando, y lo que es: una pecadora”.

Ante la situación que se ha presentado, Jesús utiliza el recurso de los sabios: el método socrático de inducir la conclusión correcta a partir de argumentos correctos. En vez de corregir a su anfitrión, lo invita a salir de su ignorancia y a reconocer que el verdadero pecador es él; el fariseo que se cree puro.

La mujer, a nadie ha engañado: ha repetido los gestos de su oficio; la misma actitud sensual que ha tenido con todos sus amantes. Pero esta tarde sus gestos no tienen el mismo sentido. Ahora expresan su respeto y el cambio de su corazón. El perfume lo ha comprado con sus ahorros, que son el precio de su “pecado”. Y sin dudarlo rompe el vaso (cf Mc 14,3), para que nadie pueda recuperar ni un gramo del precioso perfume. Una vez más, el gesto fino y elegante.

Salen aquí a la luz dos dimensiones de la salvación. Por una parte, estalla la libertad propia del amor. En esta comida el fariseo tenía todo previsto y preparado. Pero basta con que una mujer empujada por su corazón entre sin haber sido invitada, y la sobremesa cambia del todo. Por otra parte, el episodio revela la liberación ofrecida por Jesús. El Mesías proclama con sus actos y palabras que el hombre ya no está condenado a la esclavitud de la ley y de una religión alienante. El cristiano es un ser liberado sobre la base de esa fe hecha amor práctico que predica Jesús: “tu fe te ha salvado”.

En la antigüedad las prostitutas eran consideradas esclavas; socialmente no existían. Sin embargo, esta tarde una prostituta escucha las palabras de absolución y de canonización, porque ha hecho el gesto sacramental, ha expresado su decisión de cambiar de vida. Así se coloca a la cabeza del Evangelio. ¿Qué otra cosa pueden significar las palabras de Cristo “tus pecados están perdonados”? Es lo mismo que decir: “María, eres una santa”. Leer más…

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Dom 12.6.16 Porque has amado mucho

Domingo, 12 de junio de 2016
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la_soledad Del blog de Xabier Pikaza:

Dom 11. Ciclo C. Lc 7, 36‒8,3. Éste es el domingo de la “pecadora”, como le llama el fariseo del evangelio. Es el domingo de la mujer que supo amar mucho (como dijo Jesús), a pesar de que había sido prostituida.

Una opinión muy extendida piensa que se trata de María Magdalena, una prostituta que viene arrepentida a los pies de Jesús. Pero no es seguro que se llame María Magdalena, ni que sea la misma mujer de la unción en la cabeza que aparece en Mc 14, 3-9 y paralelos.

El evangelio supone que es “pecadora” (prostituta), pero no se dice si el “pecado” es suyo o es de otros (más bien supone que es de otros). Lo único claro es que ella ha sido capaz de amar (que ha amado mucho, se ha dejado amar por Jesús), y que el amor perdona, crea vida, en contra del fariseo que es incapaz de amar, por mas observante que sea.

He querido que la primera imagen evoque la figura de una mujer sobre el mar, angustiada, pesarosa de la vida, quizá al borde del suicidio, con una espada (o cruz al fondo). Quiero imaginar que ella es la “pecadora” de esta gran parábola, que un día decide ir al encuentro de Jesús.

13427882_601048003405729_627030946950223205_nLa segunda imagen recoge la portada del libro extraordinariamente evocador de Pedro Lamet, No sé cómo amarte… que habla de María Magdalena, que no es una prostituta en el sentido activo, sino una muer prostituida, víctima de una durísima trama de trata de mujeres… Una mujer que sufre bajo la pasión de muchos amos que no aman, hasta que va logrando liberarse y encuentra a Jesús, descubriendo el amor.

La escena del evangelio de hoy constituye el centro del relato de Lamet, que podría titularse María, itinerario de amor, a través de los diversos grados o escalones de la prostitución, que es el pecado de los hombres que la emplean y esclavizan, hasta la libertad que encuentra en el amor de Jesús.

Sólo por ello, por centrar su relato en esta escena, merece la pena leer este relato novelado de evangelio, que pasa de las estaciones de la prostitución de María (Magdala, Cesarea, Petra, Tiberíades…) a las cartas que María escribe en silencio y secreto a Jesús. Ella le dice no sé cómo amarte… Jesús le ha dicho: Sabes amar, as amado mucho.

Pero hoy no quiero hablar de la novela de Pedro Lamet, que dejo para otro día, sino situar y exponer este evangelio del domingo, el evangelio de la mujer prostituida que sabe amar a Jesús (y con Jesús).

Éste es el domingo de la mujer prostituida por otros… que ha buscado el amor y lo ha encontrado en el camino de Jesús. Es el domingo del fariseo que conoce y cumple muchas leyes de pureza legal, pero no ama (no se deja amar), sino que juzga a la mujer prostituida a la que él mismo contribuye a prostituirse de un modo directo indirecto.

Bueno domingo a todos. Gracias Pedro por este libro que tanto me ayuda para comentar el evangelio de este día. Lo seguiré presentando directamente otro día. Un saludo de Mabel.

EL EVANGELIO DE LA MUJER QUE HA SABIDO AMAR MUCHO

1. Situar del texto. Prostitutas y prostituidas; del sexo sagrado a la libertad y a la opresión

La prostitución ha tenido a lo largo de la historia múltiples funciones, entre las que se puede recordar la de tipo religioso: en los grandes santuarios de las diosas, desde Palestina y Babilonia hasta la India, solía haber mujeres, y también hombres: prostitutos sagrados(hieródulas y hieródulas), que actuaban como signo de la divinidad, iniciadoras sexuales de hombres (y mujeres), en el despliegue del amor (en este contexto se puede hablar de Ishtar e Isis, de la hierogamia y del tantrismo).

Pero, en general, la prostitución e ha separado del culto y ha venido a convertirse en una forma de imposición y opresión económica, sexual, afectiva.

Casi todas las culturas, edificadas sobre principios patriarcales, han tolerado la prostitución de las mujeres como una forma de regular la sexualidad de los varones y de mantener seguras las relaciones familiares. En general, la mujer casada se hallaba sometida al marido y carecía de libertad afectiva:

‒ En algunos casos, la prostituta podía convertirse en signo de mujer liberada,ejerciendo funciones superiores, en el plano cultural y social. Por eso ha habido siempre (y sigue habiendo “prostitutas ricas”, desde la hetairas griegas hasta las mujeres de una vida más libre, que llegan incluso a ser “reinas” y que dominan las revistas de corazón de todos los tiempos, especialmente en los nuestros).

Pero la inmensa mayoría de las prostitutas empezaban y terminaban siendo un tipo de esclavas sexuales. La prostitución es un signo especial de pecado masculino, de tráfico de influencias de poder, con millones de dinero en juego (millones vinculados al juego, a los casinos de lujos y a los prostíbulos de barro, con miles y miles de mujeres y niños esclavizados por el dinero del sexo).

2. Evangelio y prostitutas

De esas últimas prostitutas habla el evangelio. Ella son mujeres “violadas, dominadas, destruidas”, muy abundantes en tiempo de Jesús, de gran crisis social y económica:

‒ Se habían multiplicado las mujeres que estaban solas, sin tierra ni trabajo, sin familia ni posibilidades laborales, sin más “capital” que su cuerpo, utilizado por otros,, en un mundo donde sólo importaba la ganancia del sistema. La situación social las condenaba a la “prostitución”, es decir, al desarraigo y al hambre, a la ignominia social y la impureza.

‒ Es evidente que Jesús, profeta de los pobres y excluidos, tuvo que vincularse con ellas, pues se relacionó de un modo especial con los impuros y expulsados de la sociedad, con los enfermos y los locos, con un submundo de hombres y mujeres condenados por la misma sociedad a la opresión laboral y sexual (que muchas veces iban unidas). Leer más…

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Pecado y perdón. Domingo 11 del Tiempo ordinario. Ciclo C.

Domingo, 12 de junio de 2016
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JESÚS CON MARÍA MAGDALENA - Jesus-chez-le-Pharisien1Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre:

Mucha gente que no ha leído la Biblia piensa que debe ser parecida a las vidas de santos, llenas de ejemplos edificantes. Nada más distinto de la realidad, como lo demuestran las lecturas de hoy.

David, adúltero y asesino (1ª lectura)

La primera lectura requiere una ambientación, porque han mutilado tanto el texto que no se comprende lo que dice.

Una de las misiones principales del rey en la antigüedad era conducir al pueblo a la guerra. Así actuó David en los comienzos, luchando contra los filisteos. Pero años más tarde, cuando hubo que luchar contra Amón (parte de la actual Jordania), envió al ejército al mando de sus generales, mientras él se quedaba en Jerusalén, aprovechando para echarse unas buenas siestas, de las que se levantaba al ponerse el sol. Así lo cuenta la Biblia.

            Una de esas tardes, ve desde su azotea a una mujer muy hermosa, se interesa por ella y le dicen que está casada: se trata de Betsabé, la esposa de uno de sus generales extranjeros, el hitita Urías. Esto no impide a David llamarla y cometer adulterio con ella. Pero la cosa será más grave todavía. Con una estratagema, consigue que los amonitas maten a Urías, para poder casarse con Betsabé.

            Dios no se queda callado, y envía a David al profeta Natán. Este, en vez de denunciar abiertamente el doble pecado, le cuenta al rey un caso que ha provocado su indignación y desconcierto (copio el texto bíblico):

            “Había dos hombres en un pueblo: uno rico y otro pobre. El rico tenía muchos rebaños de ovejas y bueyes; el pobre sólo tenía una corderilla que había comprado; la iba criando, y ella crecía con él y con sus hijos, comiendo de su pan, bebiendo de su vaso, durmiendo en su regazo: era como una hija. Llegó una visita a casa del rico, y no queriendo perder una oveja o un buey, para invitar a su huésped, tomó la cordera del pobre y convidó a su huésped.

            David se puso furioso contra aquel hombre, y dijo a Natán: ¡Vive Dios, que el que ha hecho eso es reo de muerte! No quiso respetar lo del otro, pagará cuatro veces el valor de la cordera.”

            En este momento es cuando comienza la primera lectura de hoy (2 Samuel 12,7 – 10,13).

Entonces Natán dijo a David: «Ese hombre eres tú. Así dice el Señor Dios de Israel: Yo te he ungido rey de Israel y te he librado de las manos de Saúl.  Te he dado la casa de tu señor y he puesto en tu seno las mujeres de tu señor; te he dado la casa de Israel y de Judá; y si es poco, te añadiré todavía otras cosas. ¿Por qué has menospreciado a El Señor haciendo lo malo a sus ojos, matando a espada a Urías el hitita, tomando a su mujer por mujer tuya y matándole por la espada de los amonitas? Pues bien, nunca se apartará la espada de tu casa, ya que me has despreciado y has tomado la mujer de Urías el hitita para mujer tuya. David dijo a Natán: «He pecado contra el Señor.» Respondió Natán a David: «También el Señor perdona tu pecado; no morirás. 

            Sin la historia previa resulta difícil entender la lectura. Pero lo más importante es la actitud de David: es una canalla, adúltero y asesino, pero también sabe reconocer, inmediatamente, su pecado. Los capellanes de las cárceles comentan que es difícil encontrar a un preso que se reconozca culpable. Y nosotros, ¿cómo somos? ¿Sabemos reconocer humildemente: “he pecado contra el Señor”?

Una prostituta (evangelio)

            En la primera lectura, quien se enfrenta al pecador es un profeta, en nombre de Dios. En el evangelio, quien se enfrenta a la pecadora (una prostituta) es un fariseo; pero no la anima a convertirse, ni siquiera le habla, simplemente la desprecia. En cambio, Jesús, el profeta, antes de perdonarla, la alaba y la defiende.

            Un fariseo le rogó que comiera con él, y, entrando en la casa del fariseo, se puso a la mesa. 

            Había en la ciudad una mujer pecadora pública, quien al saber que estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume, y poniéndose detrás, a los pies de él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume. 

            Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para sí: «Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora.»
Jesús le respondió:

            Simón, tengo algo que decirte.

            El dijo:

            Di, maestro.

            Un acreedor tenía dos deudores: uno debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían para pagarle, perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará más?
Respondió Simón:

            Supongo que aquel a quien perdonó más.

            El le dijo:

            Has juzgado bien.

            Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón:

            ¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado con sus cabellos. No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con perfume. Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra.

            Y le dijo a ella:

            Tus pecados quedan perdonados.

            Los comensales empezaron a decirse para sí:

            ¿Quién es éste que hasta perdona los pecados?

            Pero él dijo a la mujer:

            Tu fe te ha salvado. Vete en paz.

El relato comienza contraponiendo a dos personajes: el fariseo, que simboliza a la gente buena, fiel a Dios, escrupulosa en el cumplimiento de todas las normas; y la prostituta, que en la tradición bíblica aparece como un peligro para los jóvenes y no tan jóvenes, porque aparta de la esposa y corrompe.

            Lucas no dice cómo, pero ambos han entrado en contacto con Jesús. Al fariseo le mueve la curiosidad, y lo invita a comer. La prostituta debe haber escuchado o visto algo en Jesús que la ha conmovido y va en su busca.

            El relato, fácil de entender a primera vista, resulta más complejo de lo que parece. De acuerdo con la parábola que cuenta Jesús, A quien poco se le perdona, poco amor muestra. Primero se produce el perdón y, como consecuencia, el agradecimiento. Sin embargo, la mujer manifiesta su agradecimiento antes de que la perdonen: Quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor.

            ¿Cómo se resuelve esta contradicción? Pienso que la solución es fácil: la mujer se ha sentido perdonada antes de entrar en la casa, mucho antes de que Jesús le diga Tus pecados quedan perdonados. Basta imaginarla escuchando uno de los discursos de Jesús en los que hablaba del amor de Dios, de Dios como Padre, de Dios pastor que busca a la oveja perdida; o imaginarla contemplando cómo Jesús come con los seres más odiados de la época, los recaudadores de impuestos (publicanos), y con las mujeres más despreciadas, las prostitutas como ella.

            Una de las grandes diferencias entre David y la prostituta es que David necesita que alguien le tienda una trampa y le obligue a confesar su pecado. La prostituta tiene un corazón más limpio, le basta ver y oír a Jesús para poner en crisis toda su vida. Pero es una crisis saludable. Como le dice Jesús al final, Tu fe te ha salvado. Vete en paz.

            No me detengo en otros aspectos del relato, como su marcado tinte polémico, haciendo que Jesús permita a la prostituta unas acciones escandalosas para cualquier persona biempensante.

            El sacerdote puede optar este domingo por una versión larga del evangelio, añadiendo el texto siguiente:


Y sucedió a continuación que iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce, y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.

            Relacionando estas palabras con el relato anterior, todo se centra en la relación de Jesús con las mujeres, y de la gran importancia que tenían dentro del grupo de sus seguidores. Marcos, el primer evangelista, lo deja claro al final, durante el relato de la pasión. Lucas, en cambio, quiere que sus lectores lo sepan desde el primer momento. Eran muchas las mujeres que sentían un profundo agradecimiento a Jesús, le acompañaban y ponían sus bienes a disposición del grupo.

El perdón a través de Jesús (2ª lectura)

            La lectura de san Pablo no se elige por su relación con el evangelio, pero hoy es fácil relacionarlos. Ante la realidad del pecado, ¿qué nos salva? El fariseo habría respondido: me salvo yo a mí mismo observando la ley de Moisés. Y muchos cristianos de origen judío seguían pensando lo mismo. Pero Pablo, que había sido fariseo y se había esforzado por cumplir las leyes a rajatabla, al conocer a Cristo advirtió que eso no era cierto. Quien lo había salvado era Jesús, muriendo por él.

Conscientes de que el hombre no se justifica por las obras de la ley sino sólo por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús a fin de conseguir la justificación por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley, pues por las obras de la ley nadie será justificado. En efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí. No tengo por inútil la gracia de Dios, pues si por la ley se obtuviera la justificación, entonces hubiese muerto Cristo en vano. 

Dos ejemplos edificantes

Decía al comienzo que la Biblia no es un conjunto de historias edificantes. Pero a través de una realidad escandalosa de adulterios, asesinatos, prostitución, nos invita a convertirnos, convencidos de que todos podemos repetir, con Pablo, que Jesús me amó y se entregó a sí mismo por mí.

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XI Domingo del Tiempo Ordinario. 12 junio, 2016

Domingo, 12 de junio de 2016
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TO-D-X
“Se colocó detrás, a sus pies, y llorando se puso a bañarle los pies en lágrimas y a secárselos con el cabello; le besaba los pies y se los ungía con la mirra.”
(Lc. 7, 38)

Al meditar, y saborear, el texto que nos propone la Iglesia para este domingo, nos encontramos de nuevo con las lágrimas de una mujer. El domingo pasado era el llanto de una madre a la que Jesús se acerca sintiendo compasión, dejándose tocar por su dolor. En esta ocasión, Simón ofrece una comida y además de las mujeres que sirven la mesa, hay al menos una prostituta en la fiesta que él ha organizado. Parece una costumbre muy masculina que atraviesa los tiempos y las culturas, recordemos que la fiesta que se pensó para recibir a los campeones del mundo de fútbol, en Madrid en el 2010, acabó en un club de alterne.

En el Evangelio, nuevamente encontramos las lágrimas de una mujer, pero esta vez el texto, de pronto, nos introduce en el corazón de una mujer prostituta. A diferencia de la viuda de Naín, ahora es ella la que se acerca a Jesús, y lo hace agradecida, llora de gratitud. ¿Cuántas lágrimas de amargura había derramado esta mujer? ¿Cuántas mujeres que se prostituyen lloran mientras realizan su trabajo, mientras “se dejan hacer” por el varón de turno? La prostitución es una tragedia femenina para beneficio del varón. Jamás un hombre comprenderá lo que significa prostituirse, o ser prostituída, porque corroe lo más íntimo de la feminidad de una mujer, su posibilidad de trasmitir vida, sus entrañas. Ningún hombre excepto Jesús, el Maestro, el Señor, que le recuerda con su manera de acogerla que es hija de Dios. Jesús la deja llorar, y se deja hacer por ella. Y a los varones de ayer y de hoy, les da una lección que urge que aprendan, para que el drama que sufren tantas mujeres en todos los lugares y culturas del mundo, desaparezca. “Os aseguro que lo que hayáis hecho a uno solo de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis” (Mt. 25, 40)

Tú eres el Profeta, que anuncias el camino a la Vida,
denuncias el que lleva a la muerte,

y yo quiero ser profeta de tu presencia
con mi mirar, mi acoger, mi denunciar, con mis lágrimas.

Fuente: Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa

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Los colegios cristianos catalanes piden perdón por los casos de abusos a menores

Domingo, 8 de mayo de 2016
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director-maristas-conocimiento-protocolo-abusos-ediima20160211-0191-4_560x280“Nos avergüenza profundamente”, dice la Fundación Escola de Catalunya

“Las escuelas afectadas se han puesto a disposición de las víctimas para intentar reparar los daños”

La Fundación Escola Cristiana de Catalunya ha pedido perdón por los casos de abusos sexuales que se han destapado en algunos de sus centros educativos en los últimos meses. “Lo sentimos, nos avergüenza profundamente y pedimos perdón a las víctimas y a sus familias”, expresan en una carta publicada en el diario La Vanguardia , tres meses después de que varios exalumnos denunciaran haber sido víctimas de abusos en la escuela Maristas de Sants- Les Corts de Barcelona.

“Hemos vivido y vivimos con vergüenza, indignación y tristeza los casos de abusos a menores que se han denunciado en los últimos meses en diferentes escuelas de nuestro colectivo”, manifiestan. Las escuelas afectadas se han puesto a disposición de las víctimas para intentar reparar los daños y darles apoyo psicológico y jurídico necesario”, añaden.

Desde Escola Cristiana de Catalunya aseguran que velarán para que no se produzca ningún abuso más en cualquiera de sus centros, pero a la vez admiten que “ni la sociedad ni las escuelas podemos garantizar que no volverá a pasar”. “Los protocolos actuales permiten detectar y denunciar con agilidad casos de estas características y centrar los esfuerzos convenientes a generar y desarrollar una cultura de la prevención”, concluyen, pero alertan de que para erradicar esta lacra es necesario que se involucren todos los agentes sociales.

Escola Cristiana de Catalunya es una fundación que ejerce de patronal de los 434 colegios propiedad de órdenes religiosas que hay en Catalunya (con 264.000 alumnos). Entre ellos está el colegio Maristas de Barcelona, uno de cuyos profesores, Joaquín Benítez, confesó haber abusado sexualmente de varios de sus pupilos después de que ellos lo hayan denunciado años después.

Religión Digital/Agencias

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Las dos caras del perdón.

Sábado, 16 de abril de 2016
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Del blog de Henri Nouwen:

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“El perdón tiene dos caras: el darlo y el recibirlo.

Aunque a primera vista, darlo pueda parecer lo más difícil, a menudo no somos capaces de perdonar a otro cuando nosotros no hemos sabido recibir perdón.

Únicamente, como personas que han aceptado el perdón, podemos encontrar la libertad para darlo a nuestra vez.

¿Por qué es tan difícil recibir el perdón? Cuesta decir: ‘sin tu perdón no puedo olvidar lo que pasó entre nosotros. Sólo tú puedes liberarme de ello’.

Esto requiere no sólo aceptar que hemos herido a alguien, sino también la necesaria humildad para reconocer nuestra dependencia de los demás. Sólo cuando podamos recibir el perdón de lo demás, podremos darlo.”

Perdonar de corazón a otro es un acto de liberación. Liberamos a esa persona de los vínculos negativos que existen entre nosotros….Pero no es solo eso. También nos liberamos a nosotros mismos de la carga de ser ‘el ofendido’. Mientras no perdonamos a quien nos ha ofendido, seguimos llevando la ofensa con nosotros o, peor aún, la arrastramos con nosotros como una pesada carga.

La gran tentación es obstinarnos en la cólera que sentimos hacia nuestros enemigos y creernos ‘los ofendidos y los heridos’ por ellos.

Por tanto, el perdón no solo libera al otro, sino que también nos libera a nosotros mismos.

Es el camino hacia la libertad de los hijos de Dios. ”

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Henri Nouwen

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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad

“El Papa pide perdón en México a los pueblos originarios”, por Leonardo Boff

Domingo, 20 de marzo de 2016
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embrace-of-the-serpent-es-un-filme-violento-y-psicodelico-sobre-la-colonizacipn-del-amazonas-body-image-1452646844-size_1000Leído en la página web de Redes Cristianas

La fecha del 15 de febrero de 2016 ha sido memorable, cuando el Papa Francisco estuvo en la ciudad colonial de San Cristóbal de las Casas, capital del estado más pobre de México, Chiapas, donde en 1994 irrumpió la rebelión de los zapatistas que perduró hasta el 2005. Allí se encontró con los pueblos originarios mayas, quichés y otros. Ante cien mil personas celebró misa utilizando las lenguas de ellos.

Fue una visita de doble reparación. Primero a los pueblos originarios, pidiendo perdón por los siglos de dominación y de sufrimientos: «Muchas veces, de manera sistemática y estructural, vuestros pueblos fueron objeto incomprendidos y excluidos de la sociedad. Algunos consideraron inferiores sus valores, su cultura y sus tradiciones, (…) y eso es muy triste. Lo que nos haría bien a todos sería un examen de conciencia y aprender a pedir perdón».

Resuenan todavía en nuestros oídos las palabras conmovedoras del profeta maya Chilam Balam de Chumayel: «Ay, entristezcámonos porque llegaron… vinieron a marchitar nuestras flores para que solo su flor viviese; entre nosotros se introdujo la tristeza, vino el cristianismo; ese fue el principio de nuestra miseria, el principio de nuestra esclavitud».

El impacto de la invasión de los españoles fue tan violento que de los 22 millones de aztecas existentes en 1519 cuando Hernán Cortés penetró en México, sólo quedaban en 1600 un millón de personas. Muchos murieron en guerras y la gran mayoría por enfermedades de los europeos contra las cuales no estaban inmunizados. Fue uno de los mayores genocidios de la historia humana. Los colonizadores sometieron los cuerpos, los misioneros conquistaron las almas. En lenguaje de un indígena del siglo XVI, los españoles, todos cristianos, «fueron el anti-Cristo en la Tierra, el puma de los pueblos, el chupador del indio”.

Ahora llega un Papa de América Latina que no escamotea, como siempre se hizo por la Iglesia oficial y por España, esta devastación de naciones enteras. Reconoce los pecados y abusos y pide perdón.

Hizo una segunda reparación: la rehabilitación del obispo Don Samuel Ruiz García, incomprendido por la jerarquía mexicana, en gran parte conservadora, y literalmente perseguido por el Vaticano por introducir diáconos indígenas y por colocar las bases de una “Iglesia indígena” que combinaba elementos de catolicismo y de la cultura autóctona, que incluye ramos de pino, huevos y referencias a Dios como Padre y como Madre. El Papa reconoció las tres lenguas principales como lenguas litúrgicas: chol, tzotzil y tzeltal. Se detuvo ante la tumba de don Samuel Ruiz y rezó largamente.

Y más aún. El Papa reconoció la gran contribución que pueden dar al mundo por la forma como tratan a la Pacha Mama, con respeto, veneración y armonía.

Retoma el discurso de la encíclica sobre el “Cuidado de la Casa Común” y dice enfáticamente: «No podemos permanecer indiferentes ante una de las mayores crisis ambientales de la historia. En esto, ustedes tienen mucho que enseñarnos. Vuestros pueblos, como reconocieron los obispos de América Latina, saben relacionarse armoniosamente con la naturaleza, que respetan como fuente de alimento, casa común y altar del compartir humano».

Y añade: «Entre los pobres más abandonados y maltratados está nuestro oprimido y devastado planeta. No podemos hacernos sordos ante una de las mayores crisis ambientales de la historia». E invita de nuevo a esos pueblos originarios a ser referencia viva de otro modo de habitar la Casa Común, de producir, de distribuir y de consumir en consonancia con los ritmos de la naturaleza y en equidad en la participación de los bienes y servicios naturales.

De mis andanzas por los distintos países latinoamericanos constato dos fenómenos visibles: la recuperación biológica de los pueblos originarios. Están creciendo en número y rehaciendo su población, en otro tiempo casi exterminada. El segundo es la reconquista de su cultura con sus religiones y con su sabiduría ancestral, transmitida por las abuelas y abuelos de generación en generación. Es una experiencia inolvidable participar en sus celebraciones, dirigidas por sus sacerdotes, sacerdotisas y sabios. Ahí se siente una profunda sacralidad y comunión con todos los elementos del universo, de la naturaleza y de la Madre Tierra.

Ellos no son hijos de la modernidad secularizada. Guardan una sagrada veneración por todas las cosas. Se sienten hijos e hijas de las estrellas y en profunda comunión con los antepasados. Estos son invisibles, pero están presentes, acompañando al pueblo con sus consejos trasmitidos por los ancianos y por los sabios.

Debemos revisitar estas culturas ancestrales. En ellas están vivos principios y valores que nos podrán inspirar formas de superar nuestra crisis de civilización y garantizar nuestro futuro.

* Leonardo Boff es articulista del JB online y ha escrito el libro “América Latina: de la conquista a la nueva evangelización”, 1992.

Traducción de Mª José Gavito Milano

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Jesús, el libre…

Domingo, 13 de marzo de 2016
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Del blog de Henri Nouwen:

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“Jesús fue verdaderamente libre. Su libertad estaba arraigada en su conciencia espiritual de que era el hijo amado de Dios, Sabía, en lo profundo de su ser, que pertenecía a Dios antes de nacer, que había sido enviado para proclamar el amor de Dios y que retornaría a Dios después de haber cumplido su misión. Esto le dio la libertad de hablar y obrar sin tener que complacer al mundo y el poder de responder al sufrimiento de las gentes con el amor de Dios, que sana.

Por eso dice el Evangelio : ‘Toda la multitud buscaba tocarlo, porque de él salía una virtud que sanaba a todos (Lucas 6, 19).”
*
Henri Nouwen
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Jesus y la adultera

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.

Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:

“Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?”

Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.

Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.

Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:

– “El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.”

E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.

Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos.

Y quedó sólo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó:

– “Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?

Ella contestó:

– “Ninguno, Señor.”

Jesús dijo:

“Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.”

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Juan 8, 1-11

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Un cuadro, un hombre y Dios

Martes, 16 de febrero de 2016
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Del blog de Henry Nouwen:

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“Un encuentro aparentemente insignificante con un cartel representando un detalle de El Regreso del Hijo Pródigo de Rembrandt hizo que comenzara una larga aventura espiritual que me llevaría a entender mejor mi vocación y a obtener nueva fuerza para vivirla. Los protagonistas de esta aventura son un cuadro del s. XVII y su autor, una parábola del s. I y su autor, y un hombre del s. XX en busca del significado de la vida.

Un día fui a visitar a mi amiga Simone Landrien al pequeño centro de documentación de la comunidad. Mientras halábamos, mis ojos dieron con un gran cartel colgado en su puerta. Vi a un hombre vestido con un enorme manto rojo tocando tiernamente los hombros de un muchacho desaliñado que estaba arrodillado ante él. No podía apartar la mirada. Me sentí atraído por la intimidad que había entre las dos figuras, el cálido rojo del manto del hombre, el amarillo dorado de la túnica del muchacho, y la misteriosa luz que envolvía a ambos. Pero fueron sobre todo las manos, las manos del anciano, la manera como tocaban los hombros del muchacho, lo que me trasladó a un lugar donde nunca había estado antes.

La primera vez que vi El Regreso del Hijo Pródigo, acababa de terminar un viaje agotador de seis semanas dando conferencias por los Estados Unidos, lanzando un llamamiento a las comunidades cristianas para que hicieran todo lo posible por prevenir la violencia y la guerra en América Central. Estaba realmente cansado, tanto que casi no podía andar. Me sentía preocupado, solo, intranquilo y muy necesitado. Durante todo el viaje me había sentido como un guerrero fuerte y valeroso luchando incansablemente por la justicia y la paz, capaz de hacer frente sin miedo al oscuro mundo. Pero ahora me sentía vulnerable como un niño pequeño que quiere gatear hasta el regazo de su madre y llorar.

Tan pronto como las multitudes que me alababan o me criticaban se alejaron, experimenté una soledad devastadora y fácilmente podía haberme rendido a las seductoras voces que me prometían descanso físico y emocional.

Este era mi estado la primera vez que me encontré con El Regreso del Hijo Pródigo de Rembrandt colgado de la puerta del despacho de Simone. Mi corazón dio un brinco cuando lo vi. Tras mi largo viaje, aquel tierno abrazo de padre e hijo expresaba todo lo que yo deseaba en aquel momento. De hecho, yo era el hijo agotado por los largos viajes; quería que me abrazaran; buscaba un hogar donde sentirme a salvo. Yo no era sino el hijo que vuelve a casa; y no quería ser otra cosa. Durante mucho tiempo había ido de un lado a otro: enfrentándome, suplicando, aconsejando y consolando. Ahora sólo quería descansar en un lugar que pudiera sentirlo mío, un lugar donde pudiera sentirme como en casa.

.. Me había puesto en contacto con algo dentro de mí que reposa más allá de los altibajos de una vida atareada, algo que representa el anhelo progresivo del espíritu humano, el anhelo por el regreso final, por un sólido sentimiento de seguridad, por un hogar duradero. Mientras seguía ocupado con mucha gente, envuelto en innumerables asuntos, y presente en multitud de lugares,… El Regreso del Hijo Pródigo estaba conmigo y seguía dando un significado mayor a mi vida espiritual. El anhelo por un hogar duradero que había llegado a mi conciencia gracias al cuadro de Rembrandt, crecía más fuerte y más profundamente convirtiendo al pintor en un fiel compañero y guía.”

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Henri Nouwen.
El Regreso del Hijo Pródigo. Fragmentos del prólogo.

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Aprender a perdonarse

Martes, 9 de febrero de 2016
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Del blog de la Communion Béthanie:

Tras las huellas vivas de Etty Hillesum

Mientras que nuestro mundo contemporáneo atraviese una crisis de sentido, una joven mujer judía puede ayudarnos a atravesar la prueba y a guardar la esperanza.

Del 1941 al 1943, en Amsterdam, Etty Hillesum mantiene un diario de una densidad excepcional. Consigna en 11 cuadernos las últimas experiencias de su vida. Este extraordinario documento es un verdadero testamento espiritual. Descubrimos allí su fe inquebrantable en el hombre al mismo tiempo que éste comte sus más negras fechorías durante la segunda guerra mundial. Etty Hillesum murió en Auschwitz el 30 de noviembre de 1943 después de haber pasado los últimos meses de su vida en el campo de tránsito de Westerbork al servicio de sus hermanos judíos.

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 “Hay que aprender primero a perdonarse uno sus defectos si se quiere perdonar a otros.

Es posiblemente uno de los aprendizajes más difíciles para un ser humano, lo compruebo muy a menudo en los demás, el del perdón de sus propios errores, de sus propias faltas.

La primera condición es la de poder aceptar, y aceptar generosamente, el  hecho mismo de cometer faltas y errores. “

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Etty Hillesum
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“El perdón”, por Gema Juan, OCD

Viernes, 25 de septiembre de 2015
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20819404503_6f3b8c1f58_mDe su blog Juntos Andemos:

El perdón es un misterio. Atrae y estremece, cautiva y asusta, desvela la vulnerabilidad y hace fuerte, todo al mismo tiempo. La oración de la Iglesia dice que Dios muestra con él su poder y los gurús, sabios y terapeutas de todos los tiempos y tradiciones han puesto sobre ese modo de misericordia una de las piedras esenciales de la vida.

Perdonar y ser perdonado, dar y acoger perdón. Descubrir la salud que hay en ese camino de acceso a la verdad personal profunda, camino también a la solidaridad más grande, la que Jesús ofrece con su vida y su palabra.

Teresa de Jesús entendió que en el perdón se hace verdad el seguimiento de Jesús. En la luminosa experiencia de quien ha recibido un: «vete en paz, quedas curado», al acercarse a Jesús y que ha entendido, a la vez: «haz tú lo mismo». Eso le sucedió a ella.

Importa no ser melindrosos ni infantiles, para avanzar en este camino. Teresa decía, con ironía, que hay «unas cositas que llaman agravios, que parece hacemos casas de pajitas, como los niños». Y aún añade: «Vendremos después a pensar que hemos hecho mucho si perdonamos una cosita de estas».

Puede parecer que Teresa es exigente en este terreno. Lo es, pero no como quien pide un esfuerzo superior ni porque crea que el perdón se alcanza por voluntarismo o «a fuerza de brazos». Es exigente porque sabe que sin esta experiencia no se acaba de entrar en el camino de Jesús, en el camino de la verdad y la libertad que llevan a la plenitud.

Por eso, pide poner en Él la mirada. Recuerda «aquella carne divina y sin pecado» que, en el huerto de los Olivos, sufría y escribe: «¿Cómo queremos la nuestra tan fuerte que no sienta la persecución que le puede venir y los trabajos?». El mal que se sufre, se siente. Teresa, siempre humana, sabe lo necesaria que es la paciencia: «Dejad hacer su oficio a la carne». Ni violentar ni perder el paso, se trata de ir haciendo camino.

El Papa Francisco llamaba «coleccionistas de injusticias» a quienes se pasan la vida llevando cuentas del mal que les hacen y recordaba el consejo que da Teresa: «Huya mil leguas de “razón tuve”, “hiciéronme sinrazón”, “no tuvo razón quien esto hizo conmigo”». Los dos apelan al seguimiento de un hombre que fue crucificado, a quien no dieron «una cruz muy puesta en razón», sino que sufrió la mayor sinrazón.

Teresa remite a la experiencia profunda: «No puedo yo creer que alma que tan junto llega de la misma misericordia, adonde conoce la que es y lo mucho que le ha perdonado Dios, deje de perdonar luego con toda facilidad y quede allanada en quedar muy bien con quien la injurió».

Cerca de la misericordia se descubre la verdad propia. Y se comprende, «imprimido en las entrañas», que la paciencia de Dios lo ha alcanzado todo y a todos, que su misericordia envuelve la vida y el mundo. Y ahí se entienden las palabras de Teresa: «¿Por ventura podéis pasar tanto que no debáis más?».

La facilidad para perdonar de la que habla Teresa no es la de la espontaneidad. Por eso, dice también: «No penséis que no ha de costar algo y que os lo habéis de hallar hecho».

El perdón es un don que se adquiere, sin que haya contradicción en ello. Es un regalo, pero cada quien tiene que recorrer por sí el camino hasta el don. Teresa sabía que el miedo puede retener: «No osamos pasar adelante, como si pudiésemos nosotras llegar a estas moradas y que otros anduviesen el camino». Por eso, siempre Jesús, que ha recorrido el camino primero, «que se puso en lo primero en el padecer».

Con sabiduría, Benedicto XVI apuntaba que «perdonar no es ignorar sino transformar». Y pedía oponer al océano del mal un océano de bondad, permaneciendo en la gratuidad: «Nada puede mejorar el mundo si el mal no es superado. Y el mal solo pude ser superado con el perdón… un perdón eficaz; perdón que solo nos lo puede dar el Señor».

Transformar el mal desde el perdón, elegir devolver bien, adelantarse en la gratuidad… todo eso hace –como decía Etty Hillesum– encontrar asomos de eternidad en las tareas cotidianas más pequeñas y, en definitiva, unirse al Jesús vivo que da vida.

Las palabras de Teresa, madre de espirituales, maestra de oración en la Iglesia, no dejan resquicio de duda. Lo único que sirve e importa a Dios es el amor; es lo único que une a Él, pero también, lo único que da verdadera felicidad:

«¡Qué estimado debe ser este amarnos unos a otros del Señor! Pues pudiera el buen Jesús ponerle delante otras, y decir: perdonadnos, Señor, porque hacemos mucha penitencia, o porque rezamos mucho y ayunamos y lo hemos dejado todo por Vos y os amamos mucho; y no dijo porque perderíamos la vida por Vos, y, como digo, otras cosas que pudiera decir, sino solo porque perdonamos».

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México pide perdón a dos militares expulsados por tener VIH

Sábado, 1 de agosto de 2015
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EJERCITOEl Ejército sacó de sus filas a los soldados hace más de 10 años tras saber que padecían la enfermedad

Ya en diciembre,México eliminó el VIH como causa de baja en el Ejército

El Gobierno mexicano ha pedido perdón este viernes a dos militares portadores del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) que habían sido expulsados de las Fuerzas Armadas en 1998 y 2001. El secretario de Gobernación (Interior), Miguel Ángel Osorio Chong, ha reconocido públicamente que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) se equivocó al echar a los uniformados tras saber que padecían la enfermedad.

Osorio Chong acudió al Museo de la Memoria y Tolerancia, en el centro de la Ciudad de México, y pronunció un discurso para los afectados y sus familias. Los militares, cuya identidad se ha sido protegida, no han asistido al acto. “En nombre de un México que respeta y respalda la encomienda del Sistema Interamericano de Derechos Humanos vengo a hacer extensiva una disculpa pública a las víctimas de los hechos originados en 1998 y 2001 respectivamente”, mencionó el secretario ante los letrados que defendieron a los militares.

Los afectados —un cabo y un teniente— han recuperado sus puestos de trabajo en las Fuerzas Armadas y las autoridades mexicanas se han comprometido a darles una indemnización, atención médica y psicológica permanentemente. Los dos casos llegaron a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la cual pidió en 2011 al Estado que se disculpara con los afectados y que reparara el daño que les hizo.

“México tiene hoy retos en los que tenemos que seguir avanzando y a los que estamos haciendo frente con la cara en alto. Que las fallas del pasado sirvan como base para aprender y construir una sociedad de derechos más sólida”, ha dicho Osorio Chong. De parte del Ejército mexicano solo asistió el director de Derechos Humanos de la Sedena. Los defensores de los dos militares pidieron a la institución marcial evitar la discriminación entre sus elementos.

En México, unas 180.000 personas viven con VIH, según datos del Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH y el sida (Censida). La discriminación hacia los que padecen la enfermedad es todavía compleja en el país: 3 de cada 10 mexicanos no aceptaría que en su casa viviera una persona con VIH, según la Encuesta Nacional sobre la Discriminación en México. Un 22% de los encuestados cree que se les debería impedir que usen aseos y piscinas públicos, y el 27% no compartiría comida con personas con VIH.

Fuente El País

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Un acosador pide disculpas al chico gay al que hizo la vida imposible hace 20 años.

Viernes, 15 de mayo de 2015
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ascosador_gay_bullying_20_años_despues_perdonYa vimos un caso parecido hace unos días:

Michael Morrisette sufrió bullying, debido a que es homosexual. 20 años después, uno de los agresores le envió un mensaje.

Estamos acostumbrados a leer historias de chicos y chicas que han sufrido bullying en el instituto por ser gays, lesbianas, bisexuales o transexuales. También podríamos decir que hemos visto a menudo historias de personas que defienden los derechos LGBT sin ser del colectivo, pero la historia de hoy es de las pocas que nos pueden sorprender y dar una lección.

Un chico llamado Chad recibió el siguiente mensaje de una de las personas que más mal se lo hicieron pasar durante su época en el instituto por ser gay. Durante sus años en el equipo de fútbol americano, Michael Morrisette sufrió bullying por parte de sus compañeros, debido a que es homosexual. Sin embargo, él jamás se imaginó que, 20 años después, recibiría las disculpas de uno de sus agresores. “Durante la escuela secundaria sufrí bullying por ser quien soy. Sufrí bullying por ser gay. Fue horrible”, expresó Michael, de acuerdo a ‘The Mirror’. Un chico llamado Chad recibió el siguiente mensaje de una de las personas que más mal se lo hicieron pasar durante su época en el instituto por ser gay. Quien se lo enviaba era Louie Amundson, uno de los tantos compañeros que lo discriminaban por ser homosexual:

“Hola Chad, recientemente hablé con mi hija de 10 años sobre los abusones. Me preguntó si yo había abusado de alguien y lamentablemente tuve que decirle que sí. Me vino a la mente lo imbécil y malo que fui contigo en el instituto. Quiero pedirte perdón. Si viviéramos en el mismo estado lo haría cara a cara. Ni siquiera sé si me recuerdas, pero quiero y te pido perdón.”

Por su lado, Michael reconoció que no recordaba específicamente a este excompañero, pero aseguró sentirse muy emocionado por el gesto. Chad es el que ha compartido la historia, que no termina aquí, por supuesto. Esta es su emocionante respuesta:

“Me has emocionado. Agradezco y acepto tu disculpa. En 20 años eres la primera persona en pedir disculpas por abusar de mí cuando era joven. Espero que puedas decirle orgulloso a tu hija que también pediste perdón y que nos llevamos bien. Es alucinante lo que 20 años y los niños pueden hacernos, ¿no crees? Gracias de nuevo, y espero que luches contra el bullying siempre que lo veas. ¡Ten un gran día!”.

“Le debía una disculpa. Me sentí humillado, avergonzado y aliviado al mismo tiempo”, completó Louie.

Esta historia nos da tantas lecciones en tan pocas líneas que cuesta enumerarlas. Nos enseña a perdonar, a seguir avanzando, a ser felices con lo que tenemos y no desear el mal ajeno. También nos enseña que la gente puede aprender, mejorar, y que hemos de estar dispuestos a afrontar el conflicto y esperar resolverlo.

Fuente Cromosomax

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