Desmontando el fenómeno del ‘Movimiento Ex Gay’
Se llama James Parker y es el portavoz en Inglaterra del ‘movimiento ex gay’ de grupo de terapia de reorientación sexual llamado People Can Change (‘La gente puede cambiar’) que enseña a ‘curar’ la homosexualidad a través de la búsqueda de Dios. A sus 46 años de edad, explica que se trasladó a vivir a Londres con 18 años y llegó a tener sexo con más de 200 hombres. Hoy por hoy, está casado con una mujer y tiene un hijo. En más de una ocasión hemos hablado en RAGAP de las perniciosas terapias para ‘curar’ la homosexualidad y de la reorientación sexual desde el punto de vista del prejuicio clínico que le causa al paciente. Por desgracia, hay nuevos incautos que caen en las garras de estos grupos que, en muchas ocasiones, buscan su motivación en el fundamentalismo religioso y en otros convencionalismos trasnochados.
En un artículo publicado en el Internacional Bussines Time, Parker cuenta que después de convivir con un ex-soldado con el que pretendía formalizar su relación en una unión civil, se replanteó la búsqueda de tratamientos a sus problemas de compromiso. ‘Durante las sesiones de terapia’, relata Parker, ‘descubrí que mi falta de atracción hacia las mujeres se debía a que tenía que desafiar a mis comportamiento. Mi terapeuta me retó a descubrir en mi interior dónde estaba yo y cuál era mi conducta con respecto a otros hombres’.
Este ex militante gay cuenta que después de comenzar con el ‘tratamiento’ dejó a su pareja y comenzó a replantearse el motivo por el que rechazaba su identidad masculina (como si ser gay es equivalente a ser menos hombre). Así relata que comenzó a ‘ir por el camino recto’ y perdió su antiguo deseo de buscar ‘carne’ masculina’. Después de esto, describe que el contacto físico con una mujer comenzó a ser más ‘agradable‘.
Y concluye: “No echo de menos el estilo de vida gay que dejé atrás, cuando visité a mi ex novio, cinco años después de la terapia, que recordó los inconvenientes de ese estilo de vida, ‘incluso había contraído el VIH’, asegura (como si ser seropositivo sea una lacra social exclusiva de los gays).
Parker, el ex gay picaflor, afirma con rotundidad que la terapia de orientación sexual le salvó la vida a largo plazo y continua su lucha por arrancar de sus garras a otros incautos que sientan la ‘atracción hacia personas de su mismo sexo a través de la búsqueda de Dios’. Incluso se atreve a ir más lejos describiendo a todas las personas homosexuales como ‘productos de una infancia disfuncional’.
A modo de conclusión, Parker admite que todavía no es “exclusivamente heterosexual” como “igual que para la mayoría de la gente que hay períodos en los que la sexualidad puede ser muy variable”. Con esta afirmación todos los argumentos se caen por su propio peso. Convendría refrescar la memoria de Parker y de todos aquellos que se dejan seducir por historias fantásticas. Ser gay no es una enfermedad.
La Asociación Estadounidense de Psicología (en una resolución con 125 votos a favor, y 4 en contra) condena estas terapias que intentan cambiar la orientación sexual de los pacientes, porque consideran que hay grandes probabilidades de que los pacientes sufran depresión y tendencias suicidas. Son los resultados de una investigación que duró dos años y en las que participaron los 150.000 miembros de esta prestigiosa entidad. Hoy por hoy, no existe ningún tratamiento que implique cambios de orientación.
Los defensores de los derechos del colectivo LGBT describen el fenómeno de la curación homosexual como ‘la derecha cristiana que ha vuelto a empaquetar su campaña antigay en términos más suaves y amables. En vez de simplemente denunciar a los homosexuales como corruptos social y moralmente, han pasado a una estrategia de enfatizar el movimiento ex gay. Sin embargo, tras la máscara de compasión, el fin sigue siendo el mismo: reducir la protección legal para gays, lesbianas, bisexuales y transexuales’.
La terapia de reorientación sexual (también conocida como terapia reparativa de conversión) está muy lejos de eliminar o disminuir los deseos homosexuales de los pacientes. Se han probado muchas técnicas, incluyendo la modificación del comportamiento, el psicoanálisis, las drogas psicotrópicas, la hipnosis, la oración, el consejo religioso e incluso otras técnicas conductuales mucho más agresivas. Nada funciona porque es imposible cambiar la naturaleza humana. Tal vez, los enfermos sean todos los que se niegan a aceptar la realidad. Citando la Biblia, el instrumento que algunos esgrimen contra la homosexualidad, el profeta Juan dice en el capítulo 8, versículo 32: ‘La verdad os hará libres’. A buen entendedor, sobran palabras.
Fuente Ragap
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