Carta abierta a los jóvenes gays.
Leído en el blog de Humus. Cristianos en Gipuzkoa:
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Joven, amigo, amiga:
Sé de tu íntimo dolor porque el otro día en las duchas del instituto un compañero te llamó “maricón”. Y he oído tus sollozos porque tu madre no acepta que, porque te gusta otra chica, no le vayas a dar nietos… Y comprendo que, te llames Javier, Edurne, Luis o Leonor, temáis hablar de vuestra condición en público porque sabéis que muchos no os van a entender. Y es que, como vosotros, hay muchos jóvenes, chicos y chicas, que están sufriendo por este tema y me gustaría haceros ver que tenéis un problema inexistente y que, por tanto, debéis dejar de flagelaros.
Amigo mío, amiga, no os maltratéis, ni os sintáis limitados por ser homosexuales. Y menos aún os creáis unas personas raras, unos invertidos, unos desviados, unos enfermos mentales…Para nada. Sois perfectamente normales y no hay nada de antinatural, ni de pecaminoso, en vuestra condición. Natural es todo lo que la naturaleza ha creado. ¿Es antinatural ser zurdo porque la mayoría sean diestros? La naturaleza no puede servirnos como guía para nuestra conducta: ella se rige por la necesidad, nosotros por la libertad. Es cierto que nosotros formamos parte de la naturaleza, pero ella nos ha dotado con la capacidad de revestirnos con una segunda piel, mucho más rica e importante, que se llama cultura. Trasladar en bruto los comportamientos de la naturaleza a los seres humanos sería una monstruosidad. Fijaos si no en la conducta sexual de la mantis religiosa en la que la hembra, después de copular, devora al macho…Eso sí, vas a vivir una orientación sexual minoritaria y probablemente vas a tener que sufrir la incomprensión de algunas personas, quizás entre ellas la de vuestros propios padres. Pero, ojo, lo último que debes hacer en la vida es renunciar a ser lo que sois. La caridad empieza por uno mismo y si no os aceptáis a vosotros mismos estaréis incapacitados para amar a los demás.
¿Escrúpulos religiosos? No tenéis por qué tenerlos. Es cierto que en el Antiguo Testamento hay alguna condena de estas conductas, pero reflejan solamente un momento de la cultura judía y por tanto no tienen validez eterna ni universal. En el Nuevo Testamento Jesús no pronuncia ni una sola palabra de condena, ni hace la mínima mención de este tema. ¿Quién os puede condenar por ser como sois? Tomando prestadas palabras del profeta de Galilea os digo: “Yo tampoco os condeno”. Pero es que además no estamos hablando de un tema fundamentalmente moral. La homosexualidad no es un tema que haya de ser juzgado, sino respetado. Nadie tiene derecho a meterse en cama ajena, si no es previamente invitado. Pensad que Dios no quiere más que vuestro bien, os quiere como sois y quiere que améis apasionadamente y que celebréis la vida con todos sus lujos y fastos. El amor es la sola esclavitud a la que libremente debéis someteros. Ahí está vuestra salvación.
Las personas venimos tolerando muy mal el hecho de la diversidad. Con frecuencia funcionamos con el cerebro reptiliano. Ese cerebro que les lleva a las gallinas a picotear a la nueva gallina introducida en el corral y a las personas a repetir de forma acrítica las conductas que hemos visto en nuestros progenitores. Modificar mentalidades es una tarea cansina y que requiere varias generaciones. Una primera no acepta determinadas conductas, ni en la teoría, ni en la práctica (“A los maricones habría que darles un par de tiros en el culo y acabar con esos degenerados”). Una segunda generación acepta teóricamente que la homosexualidad se puede tolerar, pero en patio ajeno (“A mí me parecen muy bien los gays, pero gracias a Dios a mi hijo le gustan las chicas”). Con mucha suerte en una tercera generación podríamos observar una plena aceptación de los diferentes (“Parece mentira que hace años un padre pudiera echar de casa a un hijo por ser rosquete; no sé de dónde pudieron salir semejantes energúmenos”). La humanidad necesita siglos para ir madurando y modificando su sensibilidad. Curarse de la ignorancia y del miedo a lo desconocido requiere un largo tratamiento…
Así que ya veis, amigos, amigas, luchad por ser coherentes con vosotros mismos, por no engañaros, por desarrollar todos vuestros dones, todas vuestras capacidades, todas vuestras potencialidades, para llegar a ser lo que sois y no os atormentéis más. Dicen que al final de la vida uno se arrepiente más de las cosas que no ha hecho, que de las que ha hecho. Sed felices, tenéis todo el derecho del mundo. Y recordad que en este mundo no hay mayor ni más grave pecado que el desamor. Mucha suerte.
Pedro Miguel Ansó Esarte
Pamplona (Navarra)
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