Comentarios desactivados en El Papa aclara sus comentarios sobre la homosexualidad: “Hay que considerar las circunstancias”
Primer pontífice en pedir la despenalización de la homosexualidad: “Es una condición natural”
Una imagen recortada de una carta escrita por el Papa Francisco al editor de Outreach, James Martin, S.J., el 27 de enero de 2023
el Santo Padre imaginó una hipotética conversación en la que una persona podría objetar diciendo: “Ser homosexual es pecado”, y el Papa sugirió una respuesta: “También es pecado la falta de caridad de unos con otros”
Desde la Santa Sede se enviaron dos versiones: una manuscrita y otra mecanografiada, que se ve a continuación
Una imagen recortada de una carta escrita por el Papa Francisco al editor de Outreach, James Martin, S.J., el 27 de enero de 2023. Desde la Santa Sede se enviaron dos versiones: una manuscrita y otra mecanografiada, que se ve a continuación.
Esta semana, en una entrevista con Associated Press, el Papa Francisco se convirtió en el primer Papa en pedir la despenalización de la homosexualidad. Fue un paso histórico hacia la protección de la Iglesia Católica de las personas LGTBI vulnerables en todo el mundo.
(Pincha en la foto para ampliarla)
Durante su entrevista, el Santo Padre imaginó una hipotética conversación en la que una persona podría objetar diciendo: “Ser homosexual es pecado”, y el Papa sugirió una respuesta: “También es pecado la falta de caridad de unos con otros”.
Algunos medios de comunicación, sin embargo, atribuyeron estos sentimientos directamente al Papa, a pesar de que la doctrina de la Iglesia no afirma que la orientación homosexual en sí misma sea un pecado. Como dijo el Papa en su entrevista, al igual que ha hecho en otras ocasiones: “Es una condición humana”.
Para ayudar a aclarar las cosas, Outreach formuló tres preguntas al Santo Padre, en español, y recibió de él una respuesta por escrito. Planteamos estas preguntas como una entrevista, para que él supiera que sus respuestas se harían públicas. Nuestras tres preguntas fueron:
– Santo Padre, gracias por su firme llamamiento a despenalizar la homosexualidad. ¿Por qué ha decidido decirlo en este momento?
– Parece que ha habido cierta confusión sobre su comentario: “Ser gay es pecado”, que, por supuesto, no forma parte de la doctrina de la Iglesia. Mi impresión fue que usted simplemente repetía lo que otros podrían decir hipotéticamente. Entonces, ¿cree que el simple hecho de ser gay es pecado?
– ¿Qué les diría a los obispos católicos que siguen apoyando la penalización de la homosexualidad?
Respuesta escrita
La respuesta escrita del Papa al editor de Outreach, James Martin, S.J., aparece a continuación, traducida del español por J.D. Long-García e Ivan Briggeler.
Comentarios desactivados en Francisco: “La homosexualidad no es un delito”…
El paso es de gigante, ya que la Iglesia en muchas ocasiones se ha negado a condenar esas leyes… El Papa Francisco ha denunciado las leyes que criminalizan a las personas LGBTQ+, diciendo que “ser homosexual no es un delito” y que los obispos deben someterse a “un proceso de conversión” para ser más afirmativos.
El Papa hizo sus comentarios históricos sobre la criminalización anti-LGBTQ+ en una entrevista con Associated Press publicada ayer.Dijo que “ser homosexual no es un delito”, sino que es una “condición humana”. Informó Vatican News :
“Respecto a los derechos de las personas que se identifican como LGBT, el Papa dijo: ‘Todos somos hijos de Dios, y Dios nos quiere como somos y con la fuerza de que cada uno luche por su dignidad’.
“Entonces, como suele hacer en sus sermones o entrevistas, el Papa imaginó un diálogo entre dos personas. Alguien podría decir que la homosexualidad ‘es un pecado’. En respuesta, el Papa aclaró: ‘Primero distinguimos entre pecado y crimen’, y agregó: ‘También es pecado faltar a la caridad con los demás’.
“Esta fue una oportunidad para que el Papa abordara una crítica a las leyes que criminalizan la homosexualidad, a las que calificó de ‘injustas’. ‘Creo que hay más de 50 países que tienen condena legal y de estos, creo que unos 10, un poco poco más o menos, tener la pena de muerte [por homosexualidad]. No lo mencionan directamente, pero dicen “los que tienen actitudes antinaturales”.
“También pidió a los obispos que discriminan a las personas con atracción homosexual y a las comunidades ‘LGBT’ que adopten un enfoque diferente. En este ámbito, el Pontífice recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica que afirma ‘que las personas con tendencias homosexuales deben ser acogidas, no marginadas…’”
“En 2019, se esperaba que Francisco emitiera una declaración oponiéndose a la criminalización de la homosexualidad durante una reunión con grupos de derechos humanos que realizaron investigaciones sobre los efectos de tales leyes y las llamadas ‘terapias de conversión’.
“Al final, después de que se filtrara la noticia de la audiencia, el Papa no se reunió con los grupos. En cambio, el Vaticano No. 2 lo hizo y reafirmó ‘la dignidad de toda persona humana y contra toda forma de violencia’”.
Un aspecto de la entrevista de Francisco provocó debate ayer sobre si el Papa consideraba la homosexualidad un pecado. En el informe de AP, se lee: “Bromeando consigo mismo, Francisco articuló la posición: ‘No es un crimen. Sí, pero es un pecado. Bien, pero primero distingamos entre un pecado y un crimen’”. Sin embargo, el informe de Vatican News citado anteriormente deja en claro que la frase del Papa acerca de que la homosexualidad es pecaminosa es atribuible a su compañero de conversación imaginario, no al propio Francisco. La enseñanza católica es clara en que el simple hecho de ser gay no es pecado.
Francis DeBernardo, director ejecutivo del New Ways Ministry, emitió una declaración (disponible aquí) regocijándose porque el Papa denunció las leyes de criminalización. Dijo, en parte:
“Este llamado a la despenalización ayudará a salvar vidas y promoverá el respeto por las personas LGBTQ+, particularmente en áreas donde la ley o las normas sociales las convierten en víctimas del miedo, el odio, la violencia y la muerte.
“El Papa le recuerda a la iglesia que la forma en que las personas se tratan entre sí en el mundo social tiene una importancia moral mucho mayor que lo que las personas pueden hacer en la privacidad de un dormitorio.
“Lo más importante es que el Papa destaca que ser LGBTQ+ no es pecaminoso ni criminal, pero dañar al prójimo ciertamente es ambas cosas. Ese principio simple es la base de la enseñanza católica”.
Bondings 2.0 cubrirá más respuestas de católicos y defensores LGBTQ+ en los próximos días. Para obtener una lista de las respuestas de los líderes católicos a la criminalización anti-LGBTQ+ en los últimos años, haga clic aquí. Para conocer los recursos del New Ways Ministry sobre cómo acabar con la criminalización, haga clic aquí.
—Robert Shine (él/él), New Ways Ministry, 26 de enero de 2023
Durante la entrevista, la primera concedida tras la muerte de Benedicto XVI, Francisco afirmó estar “bien de salud”, y que ya había desaparecido prácticamente la dolencia en la rodilla. “Por la edad que tengo, estoy normal (…). Puedo morir mañana, pero vamos, está controlado. De salud estoy bien”, subrayó.
Y lo referido a la Homosexualidad, a continuación:
AP: Hay un tema que es complicado, la criminalización de la homosexualidad. Es un tema que cada vez se ve discutido, pero hay muchas parejas que tienen leyes criminales contra los homosexuales y algunos hasta contemplan la pena de muerte. Incluso donde estas leyes no se aplican, las normas contribuyen a una clima de violencia, discriminación contra la comunidad gay y trans. ¿Cuál es la posición de la Iglesia? ¿Qué debe hacer la Iglesia? Puesto que hay obispos que apoyan estas leyes.
Francisco:Sí. En el catecismo de la Iglesia católica dice que las personas de tendencia homosexual tienen que ser acogidas, no tiene que ser marginadas, acompañadas si es que se da un lugar. En mi viaje de Brasil y primer viaje, dije aquella frase que a alguno le molestó, le molesta. Si hay una persona que busca a Dios y es sincera, quién soy yo para juzgarla. Está el Señor.
En el viaje de Irlanda, aquí la atención se volcó después sobre la carta de McCarrick, no, de Viganò. La carta de Viganò. Y se dejó de lado este asunto. Pero ahí me alcancé a decir que una familia que tenga un hijo o una hija con tendencia homosexual no tiene que despedirla, tiene que crear el cuadro familiar para que viva en paz. Y la condena de la homosexualidad viene de lejos.
Hoy día, por ejemplo, creo que los países que tienen condena legal son más de 50, condenas legales, y de estos creo que diez más o menos, un poquito por ahí, tienen la pena de muerte. No la nombran directamente, pero dicen ‘aquellos que tienen actitudes antinaturales’, o sea, buscan decirlo de manera escondida. Pero hay países que tienen esta fuerza de tendencia, o al menos culturas que tienen esa fuerte tendencia. Creo que es injusto.
Acá en la audiencia, de hecho recibo grupos de personas así. Lo hice general, los saludo, gente que viene en grupos. Una mujer que trabaja mucho con esto, este es un ejemplo, lo quiero decir, es una monja de 80 años. Sor Geneviève, que es una de las capellanas del circo, vive en una roulotte. Son de las Hermanas de Foucauld, viven tres ahí, en el circo. Y ella me trae, no digo todos los miércoles, pero al menos dos, tres miércoles al mes, un grupo de personas con un sacerdote que también trabaja allí.
Somos todos hijos de Dios y Dios nos quiere como estamos y con la fuerza que luchamos cada uno por nuestra dignidad. El ser homosexual no es un delito. No es un delito. Sí, pero es pecado. Bueno, primero distingamos pecado por delito. Pero también es pecado la falta de caridad con el prójimo, ¿y vos cómo andás?
O sea, distinguí eso. Y los países que tienen la pena de muerte son diez, 12, creo, todavía, más o menos. Pero curioso, nunca dicen la palabra, dicen ‘acciones deshonestas’ o algo. Usan un giro para decirlo. No, eso está mal. Está mal. Está muy mal. Creo que no hay que discriminar a nadie. Más aún saliendo ya del problema de la homosexualidad, vamos a otro problema. Al asesino más grande, al picador más grande tampoco hay que discriminarlo. Cada hombre y cada mujer tiene que tener una ventana en su vida donde pueda volcar su esperanza y donde pueda ver la dignidad de Dios. Y ser homosexual no es un delito. Es una condición humana.
AP: Y en los estados que tienen esas leyes, ¿la Iglesia puede contribuir a derogar estas leyes?
Francisco: Sí, sí. Tienen que hacerlo, tienen que hacerlo. Lo que pasa es que son culturas, culturas en un estado, y los obispos de ese lugar, si bien son buenos obispos, forman parte de la cultura y algunos tienen la mente todavía en esa cultura. ¿O no? También el obispo tiene un proceso de conversión. Yo de los obispos de esos lugares no tengo malas informaciones de ninguno, que están abiertos a ayudar no sólo en esto, sino otros problemas.
Pero ternura, por favor, ternura, como la tiene Dios con cada uno de nosotros. Volvemos las tres categorías de Dios. Dios tiene tres actitudes: cercanía, misericordia y ternura. Y con esas tres basta, está toda la teología ahí. Dios cercano, que está en la mano mía. Un Dios misericordioso que me perdona tantas veces. Un Dios tierno.
No sé si usted vio la ópera pop del hijo pródigo. Es de cuatro o cinco años atrás. Bueno, el hijo pródigo, todo en música pop, es una cosa bien hecha, bien moderna. Y termina que el pibe le dice a un amigo que extraña a su papá y que quiere volver, y éste dice “mirá, escribile”, ’“tengo miedo que no me reciba”, “escribile, y decile que si te va a recibir, que ponga un pañuelito blanco en el balcón de la casa”. Y la ópera termina, que van los dos de camino. El amigo lo acompaña para encontrar al padre y cuando da la vuelta se ve la casa toda llena de pañuelitos blancos. Dios es generoso en su misericordia. El hijo pródigo, “pero vístanlo, el anillo, todo”. Se acabó, se olvida. El padre. Si predicáramos más sobre eso y no sobre tonteras, andaríamos mejor.
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El New Ways Ministry se regocija cuando el Papa Francisco condena la criminalización anti-LGBTQ+
La siguiente es una declaración de Francis DeBernardo, Director Ejecutivo del Ministerio New Ways, con respecto a la declaración del Papa Francisco de que la homosexualidad no debe ser criminalizada.
New Ways Ministry se regocija por la declaración del Papa Francisco de que la homosexualidad no debe ser criminalizada, una declaración que millones de católicos han pedido durante mucho tiempo a los líderes de la iglesia. Este llamado a la despenalización ayudará a salvar vidas y promoverá el respeto por las personas LGBTQ+, particularmente en áreas donde la ley o las normas sociales las convierten en víctimas del miedo, el odio, la violencia y la muerte.
El Papa le recuerda a la iglesia que la forma en que las personas se tratan entre sí en el mundo social tiene una importancia moral mucho mayor que lo que las personas pueden hacer en la privacidad de un dormitorio.
Lo más importante es que el Papa destaca que ser LGBTQ+ no es pecaminoso ni criminal, pero dañar al prójimo ciertamente es ambas cosas. Ese principio simple es la base de la enseñanza católica.
Demasiados líderes de la iglesia a menudo han ignorado este principio y se han negado a enseñarlo. El silencio de la jerarquía ha ayudado a perpetuar una cultura de leyes draconianas, falta de respeto desenfrenada, retórica violenta y ataques físicos brutales y, a menudo, fatales contra las personas LGBTQ+.
La declaración del Papa destaca el valor católico de proteger la dignidad humana que muchos líderes de la iglesia se han negado a aplicar a las situaciones sociales opresivas de las personas LGBTQ+ en todo el mundo, incluso en los EE. UU. Nada de lo que dijo el Papa Francisco contradice la enseñanza de la iglesia. De hecho, sus palabras están enraizadas en esa enseñanza.
En los EE. UU. y en muchas naciones, los católicos en las bancas han pedido al Papa y a otros líderes de la iglesia que condenen la criminalización y la violencia. En 2014, New Ways Ministry instituyó la campaña #PopeSpeakOut, llamando a sus seguidores a enviar tuits y mensajes para instar al Papa Francisco a hacer una declaración en contra de las leyes de criminalización. Cuando el Papa visitó Uganda, Kenia y la República Centroafricana en 2015, muchos defensores africanos de las personas LGBTQ+ le pidieron que hiciera una declaración contra la criminalización, pero no lo hizo. En 2021, más de 750 líderes eclesiásticos y académicos respaldaron una declaración teológica pública que pedía a los católicos que pusieran fin a la discriminación anti-LGBTQ+.
Esperamos que el Papa Francisco pronuncie este mensaje cuando visite Sudán del Sur, que criminaliza la homosexualidad, durante su viaje apostólico, del 31 de enero al 5 de febrero de 2023.
A medida que los movimientos anti-LGBTQ+ en los EE. UU. y el mundo ganan fuerza, la declaración del Papa Francisco es muy necesaria. Esperamos que más líderes de la iglesia se animen a hacer declaraciones similares, particularmente cuando surjan iniciativas que dañen la dignidad humana y la vida de las personas LGBTQ+ en sus regiones y naciones.
—Francis DeBernardo, New Ways Ministry, 25 de enero de 2023
Comentarios desactivados en “¿Una moral sin pecado?”. 5 Tiempo ordinario – C (Lucas 5,1-11)
Se dice a menudo que ha desaparecido la conciencia de pecado. No es del todo cierto. Lo que sucede es que la crisis de fe ha traído consigo una manera diferente, no siempre más sana, de enfrentarse a la propia culpabilidad. De hecho, al prescindir de Dios, no pocos viven la culpa de modo más confuso y solitario.
Algunos han quedado estancados en la forma más primitiva y arcaica de vivir el pecado. Se sienten «manchados» por su maldad. Indignos de convivir junto a sus seres queridos. No conocen la experiencia de un Dios perdonador, pero tampoco han encontrado otro camino para liberarse de su malestar interior.
Otros siguen viviendo el pecado como «transgresión». Es cierto que han borrado de su conciencia algunos «mandamientos», pero lo que no ha desaparecido en su interior es la imagen de un Dios legislador ante el que no saben cómo situarse. Sienten la culpa como una transgresión con la que no es fácil convivir.
Bastantes viven el pecado como «autoacusación». Al diluirse su fe en Dios, la culpa se va convirtiendo en una «acusación sin acusador» (Paul Ricoeur). No hace falta que nadie los condene. Ellos mismos lo hacen. Pero ¿cómo liberarse de esta autocondena?, ¿basta olvidar el pasado y tratar de eliminar la propia responsabilidad?
Se ha intentado también reducir el pecado a una «vivencia psicológica» más. Un bloqueo de la persona. El pecador sería una especie de «enfermo», víctima de su propia debilidad. Se ha llegado incluso a hablar de una «moral sin pecado». Pero ¿es posible vivir una vida moral sin vivenciar la culpabilidad?
Para el creyente, el pecado es una realidad. Inútil encubrirlo. Aunque se sabe muy condicionado en su libertad, el cristiano se siente responsable de su vida ante sí mismo y ante Dios. Por eso confiesa su pecado y lo reconoce como una «ofensa contra Dios». Pero contra un Dios que solo busca la felicidad del ser humano. Nunca hemos de olvidar que el pecado ofende a Dios en cuanto que nos daña a nosotros mismos, seres infinitamente queridos por él.
Sobrecogido por la presencia de Jesús, Pedro reacciona reconociendo su pecado: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador». Pero Jesús no se aparta de él, sino que le confía una nueva misión: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres». Reconocer el pecado e invocar el perdón es, para el creyente, la forma sana de renovarse y crecer como persona.
Comentarios desactivados en 6.2.22. Dejar la orilla, arriesgarse mar adentro. La tarea de Pedro y de su iglesia
Del blog de Xabier Pikaza:
El tema es claro: Jesús nos dice que dejemos la “orillita” donde estamos trampeando sin conseguir nada; que vayamos al mar hondo. La traducción latina dice: Duc in altum: lleva el barco a más hondura, avanza hasta el mar abierto. El texto litúrgico castellana dice “rema mar adentro”, esfuérzate, no sigas en tu orilla tranquila repitiendo los mismos erroes.
Sea como fuere, Simón y sus compañeros tienen que arriesgar si quiren lograr algo. Parece que habían andado pescando en plan de costa, por los alrededores conocidos, al modo de siempre (como seguimos muchos ; por los caladeros de la playita particular al estilo de siempre. No hemos sigo “iglesia en salida” (en salida de mar).
El evangelio añade que en la zona donde andamos, ya no hay pesca. Debemos aventurarnos con Jesús (por Jesús) hacia profundidades y mares aún desconocidos. Esto es lo que dijo Jesús a Pedro, esto es lo que hoy nos repite, al Papa Francisco y a todod: Arriésgate ya ¿nos arriesgamos?
| X Pikaza Ibarrondo
Texto: Lucas 5, 1-11
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Rema mar adentro, y echad las redes para pescar. “Simón contestó: “Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.”
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: “Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.” Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres.”Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Situar el texto:
Este pasaje tiene un fondo histórico. Jesús debió andar de pesca con su gente, pero refleja al mismo tiempo la historia del cristianismo primitivo, desde la perspectiva de Pedro y a sus primeros compañeros. Éstos son algunos datos de su historia:
1. Se llamaba Simón (nombre hebreo-arameo, pero helenizado)… y era de Betsaida, de oficio pescador, casado en Cafarnaúm (y viviendo posiblemente en la casa de la madre de su mujer). Tenía un fondo laboral y familiar claro, conocido, lo mismo que Andrés, su hermanos. Parece que vivía de su trabajo, pero no era dueño de una barca propia como los zebedeos. No parece que pudiera navegar lejos, cambiar el arte de la pesca. Pues bien, Jesús va a decirle que arriesgue más, que vaya a pescar (a buscar, a escuchar, a querer) a otros caladeros. Ese hoy nuestro tema. Estamos haciendo una “pesca de costa”. Necesitamos arriesgar más.
2. Había sido discípulo de Juan Bautista(Jn 1, 36-42) donde Jesús le encontró probablemente, y le atrajo para su misión de Reino. Eso significa que era un hombre entrenado en cuestiones de “espíritu”, especialmente de arrepentimiento y penitencia. Conocía la espiritualidad y tarea de los de los bautista…, pero se convirtió a Jesús… y se vio obligado a cambiar el lugar y la forma de pesca. También muchos de nosotros (una parte considerable de la iglesia, somos más de Juan Bautista que de Jesús. Sabemos de arrepentimientos y de conversiones junto al río, a flor de costa, con agua tranquila…¿Estaremos dispuestos a llevar nuestra barca hacia mares lejanos, profundos…distintos?
3. El Evangelio de Marcos (Mc 1, 16-42) ha recreado la llamada de Pedro (Simón) y de sus tres compañeros (su hermano Andrés y los dos zebedeos) en forma “ideal”, en un contexto de pesca y playa. Es posible que esa recreación tenga un fondo histórico. Pedro y sus compañeros siguieron de algún modo pescando durante el tiempo del mensaje de Jesús… Jesús les conoció también en la playa, y ellos le enseñaron tareas de pesca.
Jesús llamó a Simón de un modo especial y le apellidó Pedro (Roca…), quizá de un modo irónico… confiándole una tarea especial… Pero Pedro negó a Jesús… en el momento de su detención. Tenía, sin duda, iniciativas y propuestas, quiso el poder (cf. Mc 8), no le parecían buenas algunas ideas de Jesús, que llegó a llamarle “Satanás”, aunque le conservó a su lado.
4. Pedro creyó en Jesús tras su crucifixión e inició (con las mujeres y con otros discípulos) el camino de la Iglesia, ofreciendo el mensaje en especial a los judíos. Así le ve y acepta Pablo, que mantiene con él una relación tirante pero de reconocimiento mutuo. Pedro estaba convencido del proyecto de Jesus… Pero no supo o no quiso arriesgar. Estaba tipo convencido de Jesús, pero se mantuvo a la orilla, sin arriesgar, se llegar hasta el fondo del mensaje y camino de Jesús. Era de los de Jesús, pro no cambió lo suficiente, siguió en la vieja orilla…. Pero se mantuvo, y se fue “convirtiendo” en una historia larga de encuentros y desencuentros con Pablo (y con Santiago, el hermano de Jesús). No tuvo miedo a equivocarse, y por eso terminó acertando, y marchando a Roma con el estandarte de Jesús, donde le mataron los romanos.
5. Pedro asumió la misión a los gentiles…, aunque con ciertos matices distintos de los de Pablo, por lo que tuvieron diferencias, que aparecen reflejadas en Gal 2 y Hch 15. Pero al fin asumió la tarea de Pablo, interpretando así el evangelio como misión universal, para lo que vino a Roma, que era un buen sitio entonces para ser universales. Pablo era necesario, fue providencial, vio las cosas como nadie… Y así abrió el camino que desembocó en la pesca de Pedro. Hoy (año 2022) hace falta una nueva “conversión” de Pedro. Los papas, sucesores de Pedro, llevan demasiados años (siglos) pescando en la orilla, sin atreverse a escuchar a Jesús de profundizar, penetrando en el mar (a remos como dice la traducción española) o a vela, como parece suponer el texto original. Lo claro es que hay que arriesgarse y salir a alta mar, como hizo Pedro. En eso tiene que andar Francisco, en eso tenemos que andar todos.
6. Pedro en Lucas y en el evangelio de Juan. La abundancia de la misión de la Iglesia está vinculada a Pedro. En esa línea, el texto de Jn 21 y este de Lc 5 son no sólo paralelos, sino que provienen de una tradición común de “pesca milagrosa”, de abundancia de iglesia. Es evidente que Pedro ha contribuido poderosamente a la extensión del mensaje y vida de Jesús, y así lo ratifica Jn 21, añadiendo una nota esencial a lo que dice Lc 5. En Lc 5 es Pedo el que dirige la faena y entra en la hondura del mar…Los otros, a su lado, son simples acompañantes. Por el contrario, en Jn 21, Pedro tiene que hacer lo que hace y, al mismo tiempo, tiene que aceptar el mensaje y proyecto del discípulo amado. Quedan así claros los dos proyectos: El de conducir la barca de la iglesia hasta la hondura del mar…y el de pactar con el Discípulo Amado. Pero esto es ya tema y tarea de otro dia.
Entender el texto
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1. Lucas recoge y recrea en este pasaje una tradición previa… que está en el fondo de Mc 1, 16-20 (la llamada a los primeros discípulos, a los que Jesús hará pescadores de hombres…). Hay un fondo histórico, pero recreado por la tradición pascual, que reconoce a Pedro y a los zebedeos (tres) o a Pedro-Andrés, con los zebedeos (cuatro) como los primeros testigos de Jesús, columnas de la Nueva Comunidad. En ese fondo se sitúa la imagen del mar y la barca, con la pesca cristiana.
2. Lucas reelabora aquí una tradición que ha sido recreada también por Jn 21 (pesca milagrosa, misión…). Hay muchos elementos comunes, pero la versión de Juan está mucho más enriquecida, como parábola total y conclusión del Evangelio: Los “pescadores” son siete (no cuatro…) y Pedro recibe una tarea especial de “pastorear” a las ovejas de Jesús (al lado del Discípulo amado).
3. La novedad del texto de Lucas (y de Juan) está en el hecho de que Jesús (que es el Jesús pascual) pide a Pedro que vuelva a iniciar la faena, en un mar más profundo, en el centro del mar, lejos de la costa. En un primer momento, Pedro y los suyos trabajaban cerca de la costa (entre judíos…); el Jesús pascual les pide que se arriesguen, que vayan más allá (que asuman en el fondo la tarea de Pablo, que es la misión de los gentiles). Sin este nuevo mandato de Jesús, y sin la “obediencia” de Pedro (que se pone en marcha, aunque tenga el riesgo de hundirse, como sabe Mt 14) no habría surgido la Iglesia (con Pablo sólo era difícil crear iglesia vinculada a la historia de Jesús).
4. Este Pedro el “aventado y arriesgado”, que va a pescar más lejos de la orilla, con sus compañeros, es el signo de la iglesia que se debe aventurar a romper los moldes hechos, la misión ya fijada… Es evidente que tiene el riesgo de fracasar y de hundirse (como en Mt 14), pero si se queda en la orilla donde no hay olas, ni hay gentes de otro tipo,… ha fracaso de antemano. Éste es el Pedro de la Iglesia que debe encontrar, en este mar-mundo del 2022, nueva “pecado”, nueva pesca. Estamos hoy discutiendo de temas menores, a la orilla del evangelio, a la orilla de la humanidad. Necesitamos que Jesús nos diga “duc in altum”, ir al centro del mar, a la nueva humanidad, para proclamar allí el evangelio.
5. La tarea de este Pedro (la función petrina de la Iglesia) ha sido retomada de formas distintas por los evangelios (menos el de Marcos, que deja el tema sin resolver, dando casi la impresión de que Pedro no se había convertido todavía…). Mateo presenta a Jesús sacando del agua a Pedro, para que no se ahogue (Mt 14)… y confiándole después la tarea de “abrir” las puertas de la Iglesia más allá Israel (Mt 16), apareciendo así como piedra de base de la nueva comunidad… Lucas presenta a Jesús orando por Pedro… para que pueda confortar a los hermanos (Lc 22, 32).
6. Pedro ha realizado una acción arriesgada, al servicio de la misión universal de la Iglesia, teniendo que enfrentarse para ello con los mismos discípulos de Jerusalén, que le critican de hereje y aventado (cf. Hch 10…). El buen Pedro tiene que defenderse apelando al Espíritu Santo…, pero queda ante los de Jerusalén como un hombre “peligroso”, que inicia misiones “imposibles”, fuera del cerco sagrado de la buena ley de Jesús… Éste es el fondo de nuestra escena: Por Mandato del Jesús Pascual… Pedro se arriesga a pesar mar adentro…
7. Los protestantes, en general, aceptan la misión de Pedro y le veneran como gran apóstol, junto a Pablo… Pero piensan que su misión no debe perpetuarse de manera personal en la Iglesia, a través de un papa de Roma. Por eso lo tienen más fácil: Pedro queda en el pasado, su tiempo terminó, le recordamos y agradecemos su misión… y basta. Hay algunos protestantes que se quedan con la versión de Marcos, suponiendo que Pedro lo hizo al fin mal, pero creo que su lectora no recoge la dinámica del evangelio.
8. Los católicos lo tenemos mucho más difícil,pues pensamos que la misión de Pedro continúa y está expresada, de algún modo, en el Papa y en sus compañeros… Aquí está nuestra paradoja: Los papas lleven siglos haciendo de “rémora”, impidiendo que la barca de la Iglesia se arriesgue de verdad, buscando nuevos mares… No me imagino a los últimos papas remangándose como Pedro para llevar la barca de la iglesia a nuevos mares: Duc in Altum. No me imagino al Papa echándose al agua (como Pedro en Jn 21…), ni escuchando de verdad la reprimenda de Jesús que le dice: ¡No me andes espiando al discípulo amado, que te he hecho pastor, no inquisidor!.
9. Los católicos tenemos más difícil… pues los últimos papas (desde hace siglos) se siguen quedando en la orilla de Roma,a la orilla del Derecho Canónico, en un tipo de iglesia-israel (¡quizá mal Israel!) que no ha escuchado ni ha visto, ni ha querido resolver desde el evangelio las cosas que hay más allá… Da la impresión de que los nuevos “pedros” de la iglesia lo hacen en un sentido bien, pero no salen a pescar a nuevos mares… De manera que nadie les puede criticar como criticaron a Pedro los buenos cristianos de Jerusalén por haber aceptado en la Iglesia a un tipo raro, como el centurión de Cesarea. A pesar de ello seguimos (yo sigo) confiando en el verdadero Pedro, el arriesgado de Jesús, que se pone a pescar de nuevo allí donde había fracasado antes….
10. Habrá que recordarle a Pedro “duc in altum”… Arriésgate Pedro (arriesgaos los zebedeos…). Hay faena que hacer fuera de los mares tranquilos de vuestra Roma.
Después del fracaso en Nazaret (que leímos el domingo pasado), la liturgia dominical omite algunos episodios y pasa a la vocación de los primeros discípulos, aunque el relato de Lucas podríamos titularlo, con más razón, “La vocación de Pedro”. Como paralelo del Antiguo Testamento, la primera lectura cuenta la vocación de Isaías. Y la segunda, aunque se centra en el contenido de la primera predicación cristiana, hace una referencia clara a la vocación de Pablo. Buen tema de reflexión en una época en la que tanto nos preocupa la escasez de vocaciones.
A propósito de la visita de Jesús a Nazaret vimos que Lucas se basa en el evangelio de Marcos, pero lo modifica para enfocar el episodio de forma nueva. Hoy ocurre lo mismo con la vocación de los primeros discípulos. Para comprender el relato de Lucas conviene recordar el de Marcos.
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El escueto relato de Marcos sobre la vocación de los primeros discípulos
Caminando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban las redes al lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo:
“Veníos conmigo y os haré pescadores de hombres”.
Al punto, dejando las redes, le siguieron.
Un trecho más adelante vio a Santiago de Zebedeo y a su hermano Juan, que arreglaban las redes en la barca. Inmediatamente los llamó. Y ellos dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron con él.
El relato no puede ser más breve. Parecen simples notas para ser desarrolladas por Marcos en su comunidad. Dos parejas de hermanos, un lago, unas redes, una barca, el padre de dos de ellos, unos jornaleros. En este ambiente tan sencillo y cotidiano, Jesús se encuentra por primera vez con estos cuatro muchachos, los llama, y ellos lo siguen dejándolo todo. Una reacción que desconcierta a cualquier lector atento.
La versión de Lucas
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara, un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
– «Remad mar adentro, y echada las redes para pescar.»
Simón contestó:
– «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.»
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo:
– «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.»
Y es que el asombro- se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón:
– «No temas; desde ahora serás pescador de hombres.»
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Los tres cambios que introduce Lucas
Pretende hacer más comprensible el seguimiento de los discípulos. No es la primera vez que se encuentran con Jesús. Él ya ha estado antes en Cafarnaúm, incluso ha comido en casa de Simón y ha curado a su suegra. Luego ha seguido su vida de predicador itinerante y solitario, pero, cuando vuelve a Cafarnaúm, no es un desconocido. Es un maestro famoso y la gente se agolpa para escucharle. El lector no se extraña de que lo sigan.
Centra su atención en Pedro, no en los cuatro discípulos, hasta el punto de que ni siquiera nombra a su hermano Andrés. Jesús sube a la barca de Simón, le pide que se aleje un poco de tierra; con él dialoga después de hablar a la multitud, ordenándole adentrarse en el lago y echar las redes; y Simón Pedro es el único que reacciona arrojándose a los pies de Jesús y reconociéndose pecador. Aunque luego se menciona a Santiago y Juan, que también seguirán a Jesús, las palabras finales y decisivas las dirige Jesús solo a Simón: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”.
Subraya la importancia de Jesús. No se limita a pasear por el lago (como cuenta Marcos) sino que está predicando a la gente, que se agolpa a su alrededor hasta el punto de necesitar subirse a una barca. Luego, Simón le da el título de “Maestro” y le obedece, volviendo a pescar, aunque parece absurdo. Finalmente, Simón cae de rodillas y lo reconoce como un personaje santo, no un pobre pecador como él. La vocación de los discípulos supone un mayor conocimiento de Jesús.
¿Qué pretende decirnos Lucas con estos cambios?
La finalidad del primero es clara: hacer más comprensible el seguimiento de los discípulos.
El segundo pone de relieve la figura de Pedro. Lo mismo hace Lucas al final de su evangelio, cuando pone en boca de los discípulos estas palabras: “Realmente ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón” (Lc 24,34). Simón protagonista al comienzo y al final del evangelio de Lucas. Es posible que algunos cristianos, basándose en el duro ataque de Pablo a Pedro en Antioquía (contado en la carta a los Gálatas), pusiesen en discusión su autoridad, y Lucas quisiera ponerla a salvo.
El tercero nos recuerda que cualquier vocación sirve para conocer mejor a Jesús. El relato de Marcos dice que Jesús no es un francotirador cuya obra desaparecerá con su muerte; quiere y busca colaboradores que continúen su misión. Lucas añade el aspecto de la enseñanza y la autoridad. Pero sugiere también algo mucho mayor: es un personaje santo, que provoca en Simón un sentimiento de indignidad. Para comprender este aspecto hay que recordar la vocación de Isaías, primera lectura de este domingo.
El relato de la vocación de Isaías (1ª lectura)
El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo. Y vi serafines en pie junto a él. Y se gritaban uno a otro, diciendo: “¡Santo, santo, santo, el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria!” Y temblaban los umbrales de las puertas al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.
Yo dije: “¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos.”
Y voló hacia mí uno de los serafines, con una ascua en la mano, que había cogido del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo: “Mira; esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado.”
Entonces, escuché la voz del Señor, que decía: “¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?”
Contesté: “Aquí estoy, mándame.”
Retrocedamos ocho siglos, al año 739 a.C., cuando muere el rey Ozías. En ese momento sitúa Isaías su vocación. Pero la cuenta de un modo muy distinto. En ese encuentro inicial con Dios lo que más le llama la atención es su majestad y soberanía, que destaca mediante tres contrastes. El primero con Ozías, muerto; del rey mortal se pasa al rey inmortal. El segundo, con los serafines, a los que describe detenidamente, mientras de Dios solo puede decir que “la orla de su manto llenaba el templo”. El tercero, con Isaías, que se siente impuro ante el Señor. Tenemos tres binomios que subrayan la soberanía de Dios (vida-muerte, invisibilidad-visibilidad, santidad-impureza). Todo esto, enmarcado en un terremoto que hace temblar los umbrales y llena de humo el templo.
Basándose en la queja de Isaías (“soy un hombre de labios impuros”), un serafín purifica sus labios, como símbolo de la purificación de toda la persona. Por eso, la consecuencia final no es que Isaías ya tiene los labios puros, sino que “ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado”. Cuando Dios pregunte “¿A quién mandaré? ¿Quién irá de mi parte?”, Isaías podrá ofrecerse voluntariamente: “Aquí estoy, mándame”.
La vocación de Isaías y la vocación de Simón
Lucas, gran conocedor del Antiguo Testamento, parece ofrecer en su relato de la vocación de Simón Pedro una relectura de la vocación de Isaías. Al menos es interesante advertir las diferencias.
El escenario. La vocación de Isaías tiene lugar en el ámbito sagrado del templo, con Dios en un trono alto y excelso, rodeado de serafines. La de Pedro, en una barca dentro del lago, rodeado de los compañeros y jornaleros.
La persona que llama. En el caso se Isaías se subraya la majestad y santidad de Dios. A Jesús se lo presenta inicialmente de forma muy humana, aunque capaz de congregar a una multitud y de convencer a Pedro para que vuelva a pescar. Solo después de la pesca advertirá Pedro que se encuentra ante un personaje excepcional.
La reacción inicial del llamado. En ambos casos el protagonista se siente pecador. La reacción de Isaías es más trágica (“estoy perdido”) porque parte de la idea de que nadie puede ver a Dios y seguir con vida. Pedro se reconoce simplemente ante un personaje sagrado junto al cual no puede estar (“apártate de mí”).
La preparación del enviado. A Isaías, un serafín lo purifica como paso previo para poder realizar su misión. Jesús no realiza nada parecido con Pedro. La forma de prepararse es seguir a Jesús. “Dejándolo todo lo siguieron”.
La misión. La liturgia ha suprimido la parte final del relato de Isaías, donde recibe la desconcertante misión de endurecer el corazón del pueblo judío y cegar sus ojos; la misión principal de Isaías consistirá en transmitir un mensaje durísimo. En cambio, la de Pedro será positiva, “pescador de hombres”.
La reacción finaldel elegido. Aquí no hay diferencia. En ambos casos se advierte la misma disponibilidad, aunque en los discípulos se subraya que lo dejan todo para seguir a Jesús.
La breve referencia de Pablo a su vocación (2ª lectura)
Al enumerar las apariciones de Jesús, Pablo no evita una referencia a sí mismo: “por último, como a un aborto, se me apareció también a mí”. La gran diferencia con Isaías y Pedro es que Pablo ha sido un perseguidor de la iglesia. Pero también él recibe una misión, y ha respondido con toda generosidad. Incluso con cierto orgullo confiesa: “he trabajado más que todos ellos”. Para corregirse inmediatamente: “Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo”.
Reflexión y pregunta
La generosidad de los cuatro primeros discípulos, dejándolo todo para seguir a Jesús, nos recuerda a tantas personas que siguen dejando todo, incluso la familia y la patria, a veces para ser “pescadores de hombres”, otras para ayudar a cualquiera que lo necesite, incluso de religión distinta. Un ejemplo que sirve de estímulo y demuestra el poder de la llamada de Jesús.
La pregunta: ¿Cuántas veces a la semana cumplo su mandato: “Rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies”?
Y hay que decir que esta vez “todo” era mucho. Eran dos barcas tan llenas de peces que casi se hundían…
Lo normal hubiera sido que Pedro o los hijos de Zebedeo hubieran contratado a Jesús como pescador. Con él en la empresa los beneficios hubieran aumentado considerablemente. Sus familias se habrían enriquecido y con parte de los beneficios podrían haber ayudado a otras muchas personas. Podrían haber fundado una escuela de predicadores y una ONG, por ejemplo.
Así son las cosas como las pensamos nosotros. Dios suele tener otras ideas y aquí es cuando estos pescadores, el mejor día de toda su carrera laboral deciden dejarlo TODO.
Una decisión absolutamente absurda desde el punto de vista humano. Es una pena no conocer la reacción de las familias y amigos de estos pescadores. Pero seguro que fue similar a la de tantas familias que ven como una hija, un hermano, una sobrina o un primo se encuentra con Dios y lo deja todo.
Quienes lo ven desde fuera no lo comprenden. Una vez, hace años, una persona que vino a la hospedería, conversando con la hospedera, se interesaba por una hermana. Había oído decir que en el monasterio había una hermana que era médico y preguntaba si era cierto. Ante la respuesta afirmativa dijo: “-¡Qué desperdicio de vida!”
Que una persona que tenía una buena profesión decida meterse monja suscita incomprensión e incluso desprecio. No hay lógica humana que comprenda que alguien sea capaz de dejar dos barcas llenas de peces y seguir a un Maestro medio desconocido. No se comprende, pero sigue sucediendo.
Jamás podrá comprenderse porque es una respuesta que tiene que ver con el corazón, no con la razón. El amor nunca es razonable. Y ahí van quedando barcas llenas de peces en muchas orillas. Porque cuando Dios irrumpe en la vida de alguien primero la hace rebosar y después se lo pide TODO.
Oración
Ven, Trinidad Santa, a nuestras orillas, cuando repasamos nuestras redes vacías, cuando dejamos nuestras barcas llenas. Amén.
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DOMINGO 5º (C)
Lc 5,1-11
Empezamos hoy el c. 5 del evangelio de Lucas con un episodio múltiple: La multitud que se agolpa en torno a Jesús para escuchar la palabra de Dios; la enseñanza desde la barca; la invitación a remar mar adentro; pesca inesperada; la confesión de la indignidad de Pedro; la llamada de los discípulos y el inmediato seguimiento. No nos dice de qué les habla Jesús, pero lo que sigue nos da la verdadera pista para descubrir de qué se trata. Este relato es muy parecido al que narra Juan en el capítulo 21. Los dos abren un horizonte nuevo. Los dos nos invitan a conocer a Jesús y a conocernos mejor para parecernos a él.
Hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada. El hecho de que la pesca abundante sea precedida de un total fracaso, tiene un significado teológico muy profundo. ¿Quién no ha tenido la sensación de haber trabajado en vano durante décadas? Solo tendremos éxito cuando actuemos en nombre de Jesús. Esto quiere decir que debemos actuar de acuerdo con su actitud vital, más allá de nuestras posiciones raquíticas y a ras de tierra. Lo que se nos pide es muy distinto a decir: por Jesucristo nuestro Señor.
Rema mar adentro. La multitud se queda en tierra, solo Pedro y los suyos (muy pocos) se adentran en lo profundo. Esta sugerencia de Jesús es también simbólica. En griego “bados” y en latín “altum” significan profundidad (alta mar), y expresa mejor el simbolismo. Solo de las profundidades del hombre se puede sacar lo más auténtico. Todo lo que buscamos en vano en la superficie está ya dentro de nosotros mismos. Pero ir más adentro exige traspasar las falsas seguridades del yo superficial y adentrarse en aguas incontroladas. Adentrarse en lo que no controlamos exige fe-confianza. Decía Teilhard de Chardin: Cuando bajaba a lo hondo de mi ser, dejé de hacer pie y parecía que me deslizaba hacia el vacío.
Fiado en tu palabra, echaré las redes. El que Pedro se fíe de la palabra de Jesús que le manda, contra toda lógica, echar las redes a una hora impropia, tiene mucha miga. Las tareas importantes las debemos hacer siempre fiándonos de otro. Tenemos que dejarnos conducir por la Vida. Cuando intentamos controlar lo que es más que nosotros, aseguramos nuestro fracaso. El mismo Nietzsche dijo: “El ser humano nunca ha llegado más lejos que cuando no sabía a donde le llevaban sus pasos”. Lo que trasciende a nuestro ser consciente es mucho más importante que el pequeñísimo espacio que abarca nuestra razón. Dejarnos llevar por lo que es más que nosotros es signo de verdadera sabiduría.
No temas. El temor y el progreso son incompatibles. Mientras sigamos instalados en el miedo, la libertad mínima indispensable para crecer será imposible. Más de 130 veces se habla en la Biblia del miedo ante lo divino. Casi siempre, sobre todo en los evangelios, se afirma que no hay motivo para temer nada. El miedo nos paraliza e impide cualquier decisión hacia la Vida. Si el acercamiento a Dios nos da miedo, ese Dios es falso. Cuando la religión sigue apostando por el miedo, está manipulando el evangelio y abusando de Dios.
El mar era el símbolo de las fuerzas del mal. “Pescar hombres” era un dicho popular que significaba sacar a uno de un peligro grave. No quiere decir, como se ha entendido con frecuencia, pescar o cazar a uno para la causa de Jesús. Aquí quiere decir: ayudar a los hombres a salir de todas las opresiones que el impiden crecer. Solo puede ayudar a otro a salir de la influencia del mal, el que ha encontrado lo auténtico de sí mismo. Crecer en mi verdadero ser es lo mejor que puedo hacer por todos los demás. La principal tarea de todo ser humano está dentro de él. Dios quiere que crezcas siendo lo que eres de verdad.
Y, dejándolo todo, lo siguieron. Seguimos en un lenguaje simbólico, teológico. Es imposible que Pedro y sus socios dejaran las barcas, los peces cogidos, la familia… y se fueran físicamente detrás de Jesús desde aquel instante. El tema de la vocación es muy importante en la vida de todo ser humano. La vida es siempre ir más allá de lo que somos, por lo tanto, el mismo hecho de vivir nos plantea las posibilidades que tenemos de ir en una dirección o en otra. Con demasiada frecuencia se reduce el tema de la “vocación” al ámbito religioso. Nada más ridículo que esa postura. Quedaría reducido el tema a una minoría. Todos estamos llamados a la plenitud, a desplegar todas nuestras mejores posibilidades.
La vocación no es nada distinto de mi propio ser. No es un acto puntual y externo de Dios en un momento determinado de mi historia. Dios no tiene otra forma de decirme lo que espera de mí, que a través de mi propio ser. Elige a todos de la misma manera, sin exclusiones ni preferencias. La meta es la misma para todos. Dios no puede tener privilegios con nadie. Soy yo el que tengo de adivinar todas las posibilidades de ser que yo debo desarrollar a lo largo de mi existencia. Ni puede ni tiene que añadir nada a mi ser. Desde el principio están en mí todas esas posibilidades, no tengo que esperar nada de Dios.
Mi vocación sería encontrar el camino que me llevará más lejos en esa realización personal, aprovechando al máximo todos mis recursos. Los distintos caminos no son, en sí, ni mejores ni peores. Lo importante es acertar con el que mejor se adecue a mis aptitudes personales. La vocación la tenemos que buscar dentro de nosotros mismos, no fuera. No debemos olvidar nunca que toda elección lleva con sigo muchas renuncias que no se tienen que convertir en obsesión, sino en la conciencia clara de nuestra limitación. Si de verdad queremos avanzar hacia una meta, no podemos elegir más que un camino. El riesgo de equivocarnos no debe paralizarnos, porque aunque nos equivoquemos, si hacemos todo lo que está de nuestra parte, llegaremos a la meta, aunque sea con un mayor esfuerzo.
Este relato está resumiendo el proyecto vital de todo ser humano. Jesús estaba desarrollado su proyecto de vida y quiere que los demás desarrollen el suyo. No se trata de una imitación externa sino de un vivir lo que él vivió desde su ser más auténtico y profundo. Pedro lo ve como imposible y hace patente su incapacidad. Está instalado en su individualidad y en su racionalidad y es figura de todos nosotros que no somos capaces de superar el ego psicológico y el ego mental. Todo lo que no son mis sentimientos y mis proyectos racionales lo considero inalcanzable. Todas las posibilidades de ser que están más allá de esta ridícula acotación no me interesan y ni siquiera tengo interés en descubrirlo.
Pero la verdad es que más allá de lo que creo ser, está lo que soy de verdad. Aquí está la clave de nuestro fracaso espiritual. Descubrimos que hay seres humanos que han alcanzado ese nivel superior de ser, pero a mí me parece inalcanzable porque “soy un pecador”. “¿Quién te ha dicho que estabas desnudo?” Dios se lo pregunta a Adán, dando por supuesto que Él no ha sido. Notad el empeño que ha tenido la religión en convencernos de que estábamos empecatados y que no debíamos aspirar más que a reconocer nuestros pecado y hacer penitencia. Ojalá superásemos esa tentación y aspirásemos todos a la plenitud a la que podemos llegar. Ni lo biológico, ni lo psicológico, ni lo racional constituyen la meta del hombre, pero en nuestro mundo es la única aspiración y lo único que cuenta.
Meditación
Llega a lo profundo de tu ser.
Sin esa profundización, no es posible la plenitud humana.
La contemplación es el único camino.
Aprende a pescar en tu propio pozo.
Lo que con tanto afán buscas fuera de ti,
lo tienes al alcance de la mano dentro de ti.
«Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron»
En mayor o menor medida, todos nos sentimos llamados a hacer algo en la vida.
El hedonista se siente llamado a disfrutar de los placeres y momentos gratos que le brinda la vida, el existencialista a construirse a sí mismo para dotar de una esencia personal a la existencia que ha recibido, el místico a buscar a Dios en lo más íntimo de su ser, el hinduista a cultivar el equilibrio interior que le permita contribuir a la armonía universal, el cristiano a responder al amor de Dios con amor a los demás…
En el caso del cristiano, hay muchas formas de responder a la llamada dependiendo de la personalidad de cada uno, aunque, básicamente, podemos decir que unos responden alabando a Dios con la oración y la práctica frecuente de los sacramentos y otros ayudando a quienes los necesitan. No obstante, si levantamos un poco la vista hacia el horizonte, quizá veamos que la misión última del cristiano es construir humanidad; es decir, colaborar en la obra de Dios porque Dios necesita de nosotros para sacarla adelante.
Desde esta perspectiva, también podemos comprobar que todas estas formas de sentir la llamada y responder a ella están engarzadas entre sí y encaminadas a un mismo fin, porque la “humanidad” solo se puede construir con una actitud de ayuda a los demás, y para lograr esta actitud es precisa la oración.
Es probable que conozcan la leyenda de aquel maestro de obra que, en plena Edad Media, visitaba la sección de cantería en el solar donde se estaba construyendo una catedral. Dice la leyenda que se acercó a uno de los canteros, y le preguntó: «¿Qué estás haciendo?», y él le respondió: «Estoy tallando este bloque de mármol». Le hizo la misma pregunta a un segundo cantero, y éste le dijo: «Estoy fabricando un capitel». Siguió su camino, y ante la misma pregunta un tercer cantero le respondió: «Estoy construyendo una catedral»… Los tres estaban haciendo lo mismo, pero con una perspectiva y una motivación muy diferentes.
Nuestra catedral es la humanidad, y para construirla es necesario convertirse en servidor, compartir lo que tenemos con los que no tienen, perdonar setenta veces siete, trabajar por la paz y la justicia, y, en definitiva, hace falta que «los hombres vean en nuestras buenas obras el amor del Padre» (Mt 5,16). Nosotros creemos en Abbá porque lo hemos visto reflejado en Jesús, y “los hombres” solo podrán creer en Jesús si ven en nosotros unos criterios de vida más sólidos y convincentes que los que les ofrece el mundo.
Y es que responder a la llamada de Jesús comporta una gran responsabilidad. Por eso, Ruiz de Galarreta proponía el siguiente lema como propio del cristiano: «Máximo compromiso, máxima confianza»… Máximo compromiso porque la envergadura de la tarea así lo requiere, y máxima confianza porque ese compromiso es con nuestra Madre.
Miguel Ángel Munárriz Casajús
Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí
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Lc 5, 1-11
Sí, se dice Pedro a sí mismo, “dejándolo todo… lo seguimos”. Es la frase que lo explica todo. Recuerda emocionado aquellos días y hechos que le cambiaron el rumbo, que le dieron un nombre y una identidad nueva, otra forma de pensar y de vivir. Y todo empezó con Jesús… con ese Nazareno que le salió al encuentro, que se subió a su barca, que intentó darle lecciones de pesca, a él, que no había hecho otra cosa en su vida… Todo empezó con ese hombre que le hizo conocerse por dentro y sentirse en relación con Dios, cerca de Él. Por él, por Jesús, todo había cambiado… dejó todo: barca, redes, trabajo, amigos, familia…
Sí, habían pasado muchos años y aún lo recordaba vivamente. Él estaba afanado y malhumorado por una noche de trabajo inútil, con ganas de terminar de remendar las redes para irse a casa y entonces Jesús se sube a su barca como si nada, y se pone a hablar a todos. Son tantos los que le escuchan que se ve obligado a separar la barca de la orilla para que no lo aplasten… ¡Como si no tuviera más que hacer! pero recuerda como poco a poco él mismo va dejando las redes y también escucha… ¡Nadie ha hablado como este hombre! Está entusiasmado él también… Y cuando termina se siente más tranquilo, de mejor humor. Y entonces viene lo inesperado, oye que Jesús le dice: “Rema mar adentro y echa las redes para pescar”… Y recuerda que tuvo que hacer un esfuerzo para no gritarle: ¿A estas horas? Que sabrás tú de pesca…
Pero vuelve a sentirse como entonces, y ahora entiende por qué no le discutió. Recuerda que contra toda lógica empezó a hacer lo que le decía y que llevado por una fuerza desconocida en él se oye decir: Lo hago porque tú lo dices, solo porque tú lo dices. Pero, ¿quién eras tú para mí entonces? Un maestro que hablaba de lo que no sabía… aun así obedeció saltándose toda lógica.
Y sucedió el milagro. Sí, el milagro, recuerda Pedro, no fue pescar mucho a mediodía, con ser al menos algo fuera de lo normal. El milagro es lo que le pasó por dentro: cómo se descubrió a él mismo y cómo descubrió a Jesús, fue como verse con el alma y el corazón desnudo frente a Dios, un Dios que te sonríe y te quiere y eso le hacía sentirse más pobre, más pecador, más indigno de estar con Él.
Y entonces vino la frase “pescador de hombres” y Pedro, que seguía sin entender nada, hizo lo mismo que acababa de hacer con la pesca… en tu nombre, porque tú lo dices… “lo dejo todo y te sigo”.
Han pasado muchos años, fue testigo de su muerte. Es testigo de su vida de resucitado y ahora en Roma está a punto de terminar su vida, está condenado a muerte. Y de nuevo “Por Él”. ¿Ha valido la pena?
La pregunta no es para Pedro sino para ti y para mí. Porque el evangelio de este domingo habla de nuestra vida, de la de todo cristiano. ¿Podemos vislumbrar nuestra propia historia, como Pedro, a la luz de este evangelio?
Escuchamos a Ana, una mujer sencilla del grupo de reflexión bíblica. Al terminar de leer este texto, toma la palabra y un tanto emocionada nos dice:
Yo era joven, estudiante. Poco a poco, entre voluntariados, charlas y celebraciones al aire libre la imagen de Jesús se fue perfilando ante mí, tan impresionante como la describe Lucas en la orilla de Tiberíades. Sin que yo lo decidiera, así es como lo recuerdo, Él se metió en mi vida, se subió a mi barca y casi sin darme cuenta sus palabras captaron mi atención; lo que decía era verdad y me llenaba el corazón. Y empecé a escucharle día tras día, a leer los evangelios, a buscar a los que hablaban de Él y a rezar hablando con Él como tantos a mi alrededor.
Y una tarde, recuerdo el sitio y la hora, me dijo algo parecido a ese “rema mar adentro”… me sonó a “Dedícate a cuidar a los que nadie cuida…” Deja todas tus preocupaciones y planes sobre el futuro y sígueme. Yo, que estaba terminado la carrera y tenía ya ofertas de empleo en una gran multinacional, yo que me prometía un futuro exitoso y brillante… Y como Pedro pensé: “Qué sabrás tú de éxitos y ganancias en esta sociedad del s. XXI tan distinta a la que tú viviste…”
Yo quería seguir con él, pero ¿dejarlo todo? ¿No podíamos llegar a “un arreglo”? Poco a poco, mis mismas preguntas y dudas me ayudaron a conocerme…. A descubrirme tan poca cosa para recibir su invitación… a no entender cómo me invitaba a mí que era… Y, como Pedro, solo le quería decir “apártate de mí que soy así” Pero también yo escuché aquello de “Te haré…” y la alegría me envolvió, me entusiasmó de tal forma que aún sin entender nada, dejé todos mis planes, mis ofertas de trabajo en las que iba a ganar tanto dinero y… aquí estoy cuidando cada día a los que nadie más cuida… ganándome la vida de otra forma, con otros criterios, más cercanos a los suyos. Y me siento tan feliz y agradecida por su invitación y su llamada… Aún me repito: me llamó a mí, a pesar de mi falta de fe, a pesar de mi pobreza y mi pecado…
Como Pedro, como Ana, ¿podremos descubrir en este evangelio nuestra historia? ¿Cómo narraríamos nuestro encuentro con Jesús, ese encuentro que nos cambió la vida? ¿O aún estamos buscando “arreglos” que nos ayuden a seguir siendo sus discípulos, sus discípulas, sin dejarlo todo?
Abramos nuestro corazón y “en su nombre”, solo porque El lo dice, hagamos que este evangelio sea nuestra historia, recordemos que lo es y demos gracias a Dios por ello.
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Domingo V del Tiempo Ordinario
6 febrero 2022
Lc 5, 1-11
Es propio de la lectura dualista proyectar la “salvación” en un ser separado, que termina siendo idealizado o incluso divinizado. En paralelo, se produce una desconexión de la propia identidad, cayendo en el olvido y la ignorancia de lo que realmente somos. El resultado, objetivamente, no puede ser otro que la alienación y el sufrimiento.
El ser, la vida, el poder, la “salvación”… no es “algo” que “alguien” podría otorgarnos, aunque todos puedan enseñarnos y de todos podamos necesitar.
De acuerdo con nuestra constitución paradójica, somos vulnerabilidad -que se cansa de bregar y parece no conseguir nada, según el simbolismo del relato- y somos también, en nuestra identidad profunda, plenitud de vida: paz, confianza, fuerza, dinamismo.
En Jesús, como en tantas otras personas, hemos podido descubrir a alguien que ha vivido en esa certeza. El error está en que, en lugar de verlo como un espejo que reflejaba lo que somos todos, lo hemos visto como un ser separado y distinto de nosotros y hemos terminado alienándonos.
En la comprensión no-dual se advierte que lo que es Jesús lo somos todos. Y que solo necesitamos ahondar en nuestra verdad más profunda -ahí donde somos uno con todos los seres- para escuchar con fuerza: “No temas, rema mar adentro…”
Esto no es un endiosamiento del propio yo, ya que la conexión con nuestra verdadera identidad -si es tal, y la vivimos de manera consciente- desnuda al yo y lo disuelve. Dicho de modo más simple: no es el yo quien nos “salva”, sino más bien al contrario, la comprensión de lo que realmente somos nos “salva” del (de la identificación con el) yo.
La conexión consciente con nuestra verdadera identidad se revela como plenitud, como un estado de ser caracterizado por la consciencia de unidad. En medio de todas las circunstancias de nuestra existencia, vivimos anclados en lo que somos y en unidad con todos, en un sí consciente a la vida.
¿Descubro en mí ese “fondo” que es plenitud de vida y de presencia?
Comentarios desactivados en ¿Crisis de vocaciones? Dios nos llama a todos
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
01.- Llamadas de la vida.
Las tres lecturas de hoy nos hablan de la llamada de Dios y de la vida. La llamada de Isaías en la primera lectura, la de San Pablo en la segunda lectura (1Corintios) y la llamada de Pedro (y algunos discípulos) en el evangelio
La historia de la Salvación y la historia de la humanidad están llenas de llamadas de Dios y de la vida.
Por otra parte, quienes reciben –quienes recibimos- la llamada del Señor, (que somos todos) somos débiles: hombre de labios impuros (Isaías), un aborto (S Pablo), pecador (Pedro) y por eso sentimos miedo: ¡ay de mí estoy perdido! Sino embargo acogen la llamada: “aquí estoy, mándame”.
Isaías, como Pablo, como Pedro y aquellos pescadores siguieron a Cristo.
No temas, le dice Jesús a Pedro, ha sido perdonada tu culpa escucha Isaías. Pablo es lo que es no por sus méritos, sino por la gracia de Dios.
02.- Todos somos llamados.
La llamada de Dios es la que da sentido a nuestra vida. Cuando escuchamos la voz de la ultimidad, sabemos –creemos- hacia dónde vamos, cuál es el horizonte de nuestra vida. Cuando sabemos quién nos llama y hacia dónde vamos sabemos lo definitivo en la vida.
+ Nosotros entendemos que la llamada de Dios es para la vida religiosa o para ser sacerdote… Luego “sacralizamos” esa llamada y surge el clero, las personas sagradas, etc. Y no es así. Dios nos llama a todos. Todos somos llamados por Dios a la vida.
+ Haríamos bien en repensar –con más detenimiento que el breve espacio de una homilía- la distinción entre laicos y mundo sagrado. Podemos ser iglesia sin tal distinción.
+ En la época del Nuevo Testamento no había laicos y los criterios para la ministerialidad eran:
El que presidía la comunidad, presidía la Eucaristía.
Atender las necesidades de la comunidad eclesial: enfermos, necesitados, niños, etc.
En la época del Nuevos Testamento no había crisis de vocaciones, porque la comunidad cristiana se “autoabastecía” de las personas que atendían las necesidades de la comunidad.
03.- Llamados a la misión (rema mar adentro).
El lugar de la llamada a la misión no es el templo, sino el mundo, significado como el mar.
El mar –en la mentalidad bíblica- es el lugar de peligro, de la profundidad, donde incluso peligra la vida.
Surcar y navegar mar adentro es adentrarse en la vida, profundizar en los problemas, en las dificultades.
En este aspecto hemos conocido cambios importantes en el modo de entender el cristianismo. No hace muchas décadas, los movimientos cristianos eran de compromiso: “Juventud obrera católica (joc)”, “Juventud estudiantil, rural…” “Hombres obreros católicos (hoac)”. Pablo VI, siendo joven cura en Roma sufrió mucho con sus jóvenes estudiantes católicos (jóvenes Acción católica italiana) por la persecución del fascismo de Mussolini. Era un cristianismo que remaba mar adentro.
Quizás hoy en día el cristianismo se ha edulcorado y nos basta con un icono y dos velas.
Tenemos la tentación de la comodidad, de no arriesgar, y permanecer en las seguridades del puerto, nos quedamos en tierra. Sin embargo, el evangelio y la misma vida nos dicen: rema mar adentro…
04.- La barca es la figura de la iglesia
Este relato de la pesca tiene un marcado colorido eclesial: el mar, la barca, las redes, los peces, la pesca…
Este texto refleja la experiencia de las primeras comunidades cristianas (y de todas las comunidades): dificultades, galernas, noches, ausencia de eficacia pastoral, etc.
Necesitamos que en nuestra Iglesia esté JesuCristo. Jesús sentado en la barca…
05.- La pesca abundante por la palabra de JesuCristo
Por nuestras propias fuerzas seguramente que pescaremos poco, aunque nos pasemos la noche bregando.
La eficacia de la tarea está en la confianza en quien nos envía y va en la barca con nosotros.
Así lo entienden Pedro y los compañeros: Por tu Palabra, echaré las redes.
Fiarse de esa Palabra hace posible que acontezca lo impensable o, lo que es lo mismo, la utopía, la cual jamás será posible desde la lógica del pragmatismo.
Fiarse de la Palabra de Jesús nos introduce en una dinámica nueva. Nos libra de nuestras prepotencias más o menos inconfesadas y nos hace descansar en la esperanza.
La pesca abundante es la meta soñada, la utopía de la plenitud del Reino de Dios.
La llamada termina en la pesca abundante, en la plenitud
06.- Desde ahora serás pescador de hombres. dejándolo todo, lo siguieron.
Ser pescador (y sembrador) son tareas nobles y humanizadoras.
Quemar las naves y seguir a Cristo, aceptar la PALABRA es un acto de plena confianza capaz de llenar y dar sentido a la existencia humana. Es el abandono pleno en la ultimidad de Dios.
Comentarios desactivados en Magda Bennásar: Poseo la unción interior del espíritu.
(1Jn 2,20)
Estos días los textos que la comunidad cristiana nos propone hablan tanto del amor, del ser hijxs… que podemos pasar rápido. Pero no, no lo hagas, no te lo pierdas. Aquí está el tesoro. Entrar en esta cueva habitada de nuestra interioridad y escuchar, escuchar y Creer.
Creer que a través de todo el montaje navideño se nos comunica algo: «Si sabéis que él es justo, deducid que todo el que practica la justicia ha nacido de él» (1Jn 2,29). Los textos hablan de nuestro nacimiento, no del de Jesús hace un montón de siglos, sino de nuestro nacimiento en el Espíritu.
Saber es conocer. Si conozco a Dios, sé que la primera característica del que ha nacido de Dios es la práctica de la justicia-amor-compasión. Esta palabra tiene muchos significados y a la hora de nuestros compromisos podemos perdernos parte de su contenido bíblico.
La injusticia es el pecado que consiste en impedir la Vida de la persona porque es rebelión contra Dios cuyo deseo es que toda persona alcance su plenitud. Esto es mucho más que dar pan, evitar la enfermedad, educar… es descubrir, comunicar, que todxs tenemos los mismos derechos como hijxs de la familia de Dios. Cada cual con su Dios, pero la fuente común es sólo una: el amor.
Quien vive como nacido de Dios no comete pecado (injusticia), porque lleva dentro la semilla de Dios. Luego quien no practica la justicia, quien no ama, no es de Dios. Será el amor de obra la prueba visible de que la persona posee la Vida, de que la persona tiene a Dios. Luego la justicia es la conducta y criterio que permite establecer la autenticidad de la experiencia interior (1Jn 14a).
La conducta manifiesta el ser de la persona y muestra a quien damos nuestra adhesión. Una definición de pecado es que es la opción por una ideología (tiniebla) que frustra el proyecto creador al suprimir en las personas la vida o la aspiración a ella, impidiendo la búsqueda de la plenitud.
Por eso titulo esta reflexión «Poseo la unción interior del Espíritu», porque es increíblemente potente nuestra capacidad de dar vida o simplemente enterrar el talento.
Ese talento es la semilla de Dios en nosotrxs. Me duele ver que por orgullo herido o malos entendidos podemos romper la relación (el amor) entre personas, rompiendo así la cadena de bondad y perdón que es nuestra identidad. ¿Es injusticia no perdonar? ¿Es injusticia negarle la palabra a alguien? ¿Es injusticia proyectar en otrxs nuestra tiniebla? Desde estos textos sí es injusticia todo lo que no es amor, que implica y da por supuesto el compartir nuestros bienes con los menos afortunados, sabiendo que bienes son también y sobre todo la inteligencia, la espiritualidad, la cultura, la capacidad creativa que no podemos desaprovechar porque es una prueba más de que somos de la familia de Dios.
Y sobre todo ¿Es injusticia no comunicar la Palabra, dando las herramientas para que la persona la descubra? Es a través de ella que descubrimos nuestra identidad, encontrando así el amor y la plenitud que nada ni nadie puede darnos.
Reconozco que no nos han formado con estas verdades como base de todo. Pero, estamos a tiempo de optar por seguir viviendo desde unas claves u otras.
Me da pena que sólo entendamos, en general una definición de justicia, sin comprenderla en su sentido profundo. Es decir, que si descubrimos la libertad interior, tendremos la fuerza y luz para ser más proféticxs en el anuncio y la denuncia. Vivamos y comuniquemos a las personas que poseemos y poseen esa unción interior del Espíritu. Es el mejor regalo de Reyes que le puedes hacer a alguien.
Seguimos agradeciendo los donativos para Filipinas que mañana por la tarde enviaremos. Hasta ahora 1040 € colectados. Las hermanas de allá no se cansan de agradecer y decirnos que rezan por todos nosotros, los que hemos compartido y los que no.
Comentarios desactivados en ¿La falta de énfasis del Papa Francisco en los “pecados de la carne” abre una puerta para los católicos LGBTQ?
Papa Francisco
Durante una conferencia de prensa del plan papal a su regreso de una reciente visita a Grecia y Chipre, el Papa Francisco declaró que “los pecados de la carne no son los más graves”, pero el pecado del odio y el orgullo suscita una mayor preocupación. Esta declaración ha llamado la atención de algunos líderes católicos preocupados por los problemas LGBTQ.
Francis DeBernardo, director ejecutivo de New Ways Ministry, dijo a PinkNews que a lo largo de la historia, los líderes católicos han “enfatizado los pecados sexuales como los peores” y “han utilizado este enfoque para excluir a las personas de la comunidad eclesiástica”. Él continuó:
“‘ Esto ha sido especialmente cierto para las personas LGBTQ que a menudo han sido tratadas como parias por algunos en la iglesia. Desde una de sus primeras entrevistas después de convertirse en Papa, Francisco ha estado tratando de que los obispos se concentren en cuestiones sociales y económicas, ya que reconoce que la sexualidad no es el enfoque más importante que la iglesia debería tener. Jesús no dijo nada sobre la sexualidad en los Evangelios, pero dijo mucho sobre cómo las personas deben tratarse unas a otras, vivir con justicia y tratar a los que están en la pobreza o la debilidad ”.
DeBernardo dijo que el recordatorio del Papa de que los pecados sexuales no son los más graves envía un “mensaje positivo de bienvenida e inclusión y de otros que han sido excluidos debido a su sexualidad”.
Cuando el Papa declara que “la sexualidad no es el área más pecaminosa de la vida”, dijo DeBernardo, “ayuda a terminar con la tiranía de enfocarse en la sexualidad, que no solo ha dañado a muchas personas sino que también presenta una imagen estrecha y mezquina para la iglesia. , cuyas enseñanzas y valores son mucho más “.
El Papa Francisco hizo este comentario después de aceptar la renuncia del arzobispo Michael Aupetit de París. Aupetit fue acusado de tener una “relación ambigua” con una mujer en 2012, lo que ha negado, pero renunció para “preservar a la diócesis de la división que siguen provocando la sospecha y la pérdida de confianza“. El Papa admite que hubo pecado “pero no del peor tipo” y cree que Aupetit fue una “víctima de la injusticia” porque “ya no podía gobernar” debido a la opinión pública y los chismes.
Si bien la declaración del Papa es un paso positivo, deberá aclarar más esta idea para que sane el aguijón de la prohibición del Vaticano de bendecir a parejas del mismo sexo en marzo de este año La Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano (CDF ) emitió esta directiva después de que el Papa respaldara públicamente las leyes de unión civil para parejas del mismo sexo. ¿Responderá ahora la CDF al alivio del pecado sexual de Francisco? Esperemos que no.
El contexto en el que el Papa hizo el comentario sobre la poca importancia de los pecados sexuales también es preocupante. El Papa apoyó al arzobispo Aupetit y condenó a quienes lo atacaban. Esperamos que muestre el mismo tipo de apoyo cuando los empleados católicos laicos, especialmente los de la comunidad LGBTQ, sean despedidos de sus trabajos debido al énfasis discriminatorio de las instituciones católicas en la moralidad sexual. También debe denunciar el odio y el orgullo de estas instituciones.
Algunos líderes católicos tienen un doble rasero obvio para evaluar la gravedad del pecado sexual. Esta actitud tiene sus raíces en el clericalismo y la homofobia. Esperemos que la nueva declaración del Papa sea un pequeño paso hacia un mayor amor y aceptación de las personas LGBTQ.
—Elise Dubravec (ella / ella), New Ways Ministry, 3 de enero de 2022
Comentarios desactivados en Sí, la transfobia es un pecado: una respuesta de Clifford Longley
En su artículo para The Tablet, “¿Es la transfobia un pecado?”, El autor Clifford Longley ofrece una defensa católica de la identidad transgénero que lleva la comprensión científica moderna del género y el sexo y la experiencia vivida a conversación con la teoría de la ley natural. Longley defiende la dignidad inherente de las personas trans, pero no condena inequívocamente la transfobia como un pecado, y prefiere ver a las personas en un espectro en lugar de en dos campos distintos.
Empezaría con una advertencia. Si bien creo que el autor tiene buenas intenciones en su intento de aliarse, muchas frases empleadas están desactualizadas, son levemente insensibles o no son el idioma preferido de la comunidad trans. Estas frases pueden resultar dañinas para que algunas personas las lean. También estoy en desacuerdo con sus conclusiones y creo que su argumento podría beneficiarse de una argumentación y una cita más cuidadosas, ya que algunas afirmaciones son amplias o vagas y otras son simplemente incorrectas, como cuando insinúa que hay más mujeres trans que hombres.
Longley comienza afirmando que el argumento de la ley natural católica contra la moralidad de la identidad transgénero proviene de la premisa de que el género y el sexo están alineados en las imágenes complementarias del hombre y la mujer. Sin embargo, argumenta: “el [l] aw natural todavía puede ayudarnos, pero solo si miramos el panorama completo”.
Longley es crítico y escéptico de la teoría de género y la construcción social del género. Él cree que es injusto ver la transfobia habituada de las personas como algo que contribuye a una naturaleza pecaminosa, que él siente está relacionada con “cancelar la cultura“. También advierte contra las suposiciones injustas de que, debido a que una persona es transfóbica, también es portadora de otras fobias o ismos. Encuentro estas afirmaciones infundadas y problemáticas.
Longley reconoce que “los intentos de negar [la identidad transgénero] pueden ser peligrosos para el bienestar de esa persona. Su salud mental está en riesgo … Pero si esta creencia puede ser acomodada y aceptada, su salud mental se recupera y su deseo de vivir una vida útil regresa … ¿Podemos negar que eso es lo que Dios quería [?] ”
Él ve que la aceptación de la identidad trans puede conducir al florecimiento humano, algo crucial para la evaluación moral dentro de un marco de ley natural. Él escribe con cariño sobre la historia personal de la mujer trans Jan Morris, enfatizando que “no es hasta que uno confronta casos individuales que uno puede comenzar a dar sentido” a la identidad transgénero.
Como personas y aliados LGBTQ, ¿qué hacemos con la posición de Longley? Los católicos progresistas a menudo se encuentran con personas que, aunque tienen buenas intenciones, no reconocen la insensibilidad en sus posiciones. Por un lado, Longley potencialmente está llegando a una audiencia que necesita conversiones sobre temas queer de una manera útil. Por otro lado, podría beneficiarse leyendo lo que los propios eruditos católicos LGBTQ escriben y dicen sobre estos temas.
Creo que es importante para los católicos condenar inequívocamente la transfobia como un pecado. Nunca está bien discriminar, llamar intencionalmente a una persona por sus pronombres incorrectos o ignorar la violencia física, sexual o económica contra las personas trans. La transfobia tiene graves consecuencias. Por ejemplo, la Encuesta Nacional del Proyecto Trevor 2021 informa que los jóvenes transgénero y no binarios que informaron que las personas en sus comunidades respetaban sus pronombres intentaron suicidarse a la mitad de la tasa de aquellos jóvenes cuyos pronombres no fueron respetados.
La solución para Longley es seguir leyendo sobre las experiencias vividas de las personas trans e incorporar datos de las ciencias sociales sobre las consecuencias de la transfobia en su marco moral. Algunos eruditos católicos LGBTQ y feministas están interesados en hacer recuperaciones de la ley natural similares a su intento aquí. Recomendaría especialmente el trabajo de Craig Ford y Cristina Traina, además de Todd Salzman y Michael Lawler.
Sin embargo, algunos eruditos cristianos se están moviendo más allá de la apologética y desean afirmar la dignidad LGBTQ a través de otros métodos éticos, como descubrir la experiencia vivida a través de la investigación cualitativa. Este es el enfoque de Thelathia Nikki Young en su libro sobre asuntos LGBTQ y familia. Linn Tonstad ha escrito el texto principal sobre por qué la erudición LGBTQ es más convincente cuando se resiste a los marcos que nos han oprimido.
Espero ver más artículos confusos a medida que los eruditos católicos comiencen a comprender la gravedad de la opresión experimentada por el simple hecho de identificarse como transgénero. También espero ver más académicos católicos escuchando y privilegiando las voces de sus homólogos LGBTQ en el campo mientras realizan este importante trabajo. Como comunidad eucarística, estamos llamados a sentarnos juntos a la mesa con todos nuestros hermanos en Cristo.
—Barbara Anne Kozee (ella / ella), New Ways Ministry, 2 de diciembre de 2021
Comentarios desactivados en “Eucaristía y crisis económica”. 17 Tiempo Ordinario – B (Juan 6,1-15)
Todos los cristianos lo sabemos. La eucaristía dominical se puede convertir fácilmente en un «refugio religioso» que nos protege de la vida conflictiva en la que nos movemos a lo largo de la semana. Es tentador ir a misa para compartir una experiencia religiosa que nos permite descansar de los problemas, tensiones y malas noticias que nos presionan por todas partes.
A veces somos sensibles a lo que afecta a la dignidad de la celebración, pero nos preocupa menos olvidarnos de las exigencias que entraña celebrar la cena del Señor. Nos molesta que un sacerdote no se atenga estrictamente a la normativa ritual, pero podemos seguir celebrando rutinariamente la misa sin escuchar las llamadas del evangelio.
El riesgo siempre es el mismo: comulgar con Cristo en lo íntimo del corazón sin preocuparnos de comulgar con los hermanos que sufren. Compartir el pan de la eucaristía e ignorar el hambre de millones de hermanos privados de pan, de justicia y de futuro.
En los próximos años se van a ir agravando los efectos de la crisis mucho más de lo que nos temíamos. La cascada de medidas que se nos dictan de manera inapelable e implacable irá haciendo crecer entre nosotros una desigualdad injusta. Iremos viendo cómo personas de nuestro entorno más o menos cercano se van empobreciendo hasta quedar a merced de un futuro incierto e imprevisible.
Conoceremos de cerca inmigrantes privados de asistencia sanitaria, enfermos sin saber cómo resolver sus problemas de salud o medicación, familias obligadas a vivir de la caridad, personas amenazadas por el desahucio, gente desasistida, jóvenes sin un futuro nada claro… No lo podremos evitar. O endurecemos nuestros hábitos egoístas de siempre o nos hacemos más solidarios.
La celebración de la eucaristía en medio de esta sociedad en crisis puede ser un lugar de concienciación. Necesitamos liberarnos de una cultura individualista que nos ha acostumbrado a vivir pensando solo en nuestros propios intereses, para aprender sencillamente a ser más humanos. Toda la eucaristía está orientada a crear fraternidad.
No es normal escuchar todos los domingos a lo largo del año el evangelio de Jesús sin reaccionar ante sus llamadas. No podemos pedir al Padre «el pan nuestro de cada día» sin pensar en aquellos que tienen dificultades para obtenerlo. No podemos comulgar con Jesús sin hacernos más generosos y solidarios. No podemos darnos la paz unos a otros sin estar dispuestos a tender una mano a quienes están más solos e indefensos ante la crisis.
Comentarios desactivados en María y Jesús son la antítesis de Eva y Adán en la historia
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
Por un tipo de humanidad, Adán y Eva, surgió el pecado en la historia. En el origen de la vida del ser humano hay situaciones de pecado. Pensemos en los hijos que nacen después de una guerra, pensemos que en el origen de la vida de un niño hijo de drogadictos, hay una situación más que difícil, etc…
Por otro tipo de humanidad: María y Cristo, sobreabundó la gracia y el bien, dice San Pablo. María es la antítesis de Eva, como Jesús lo es de Adán
Quizás el pecado original haya que entenderlo no como una mancha que se nos transmite por generación. Menos todavía -como se pensó durante siglos- que el pecado original se nos comunica por la generación sexual, sino más bien se podría pensar que: cuando en la escala de la evolución se llega a una cota de inteligencia y de libertad (hominización), surge el mal.
El mal existe desde el comienzo, (pecado original). El pecado existe y existirá siempre donde esté el ser humano por aquello de que la inteligencia y la libertad son capacidades muy hermosas, al mismo tiempo que muy difíciles de “controlar”. Adán y Eva, sean quienes fueren los primeros humanos, hicieron el mal, pecaron. Adán y Eva es -somos- la humanidad bajo el signo del mal.
Por un tipo de humanidad, Adán y Eva, surgió el pecado en la historia. En el origen de la vida del ser humano hay situaciones de pecado. Pensemos en los hijos que nacen después de una guerra, pensemos que en el origen de la vida de un niño hijo de drogadictos, hay una situación más que difícil, etc…
Por otro tipo de humanidad: María y Cristo, sobreabundó la gracia y el bien, dice San Pablo. María es la antítesis de Eva, como Jesús lo es de Adán. A pesar de los pesares: odios, pecado, muerte, estamos en una historia de gracia y salvación:
Si bien es cierto que el recuerdo de María, llena de gracia y madre del Señor, está presente en la Iglesia desde el comienzo (Pentecostés), Éfeso (año 431), fue el concilio que proclamó a María como madre de Dios (theo-tokos), etc., la explicitación formal del dogma de la Inmaculada la hizo el papa Pío IX en 1854. María fue llena de la gracia, del amor de Dios. Y por eso no hubo pecado en su vida.
María entregó su vida y su persona, su libertad al designio salvífico de Dios.
La madre es siempre memoria de la vida. En nuestra vida personal y familiar, la madre es la fuente de la vida, es la referencia fundamental. María es memoria del Señor. Recordar a la Virgen nos hace bien, porque a su vez nos recuerda a JesuCristo. Dios te salve, María, llena de gracia.
María, esperanza de la humanidad.
La Inmaculada es la Virgen de Adviento, de la esperanza.
En estos tiempos de noche oscura, provocada por la pandemia, por las ideologías egoístas e injustas, que impiden al hombre aspirar a la plenitud de vida, María Inmaculada es madre de la esperanza del ser humano, del pueblo.
Todas las grandes promesas en la Biblia pasan por una mujer: la historia, mal que bien, se abre con la mujer, Eva (y Adán); sigue con la mujer Sara, Débora, Ana, Judit, Esther, Isabel, María…y -de modo apocalíptico- la historia humana termina con la mujer (María) coronada de estrellas, en lucha con el dragón, que concentra todo el poder del infierno y del mundo, que termina siendo vencido.
Así, la Inmaculada quiere decir que el mal, el pecado en sus raíces más profundas, puede ser vencido. La Inmaculada significa que la historia se encamina hacia la plenitud de vida y que podemos esperar “un cielo nuevo y una tierra nueva donde habite la justicia”.
María, orgullo de nuestra raza.
Tal vez la expresión, “orgullo e nuestra raza”, resulte un poco anacrónica, pero en el fondo quiere decir que podemos estar felices de que una mujer es orgullo de la humanidad.
María, una muchacha del pueblo, escucha al mensajero de Dios y, desde su pequeñez y fragilidad, se atreve a creer que para Dios no hay nada imposible. María se fía de Dios y acoge el mensaje de Dios. Así se realizará la Encarnación. “Encarnarse” significa que Dios asume la condición humana, comparte nuestra pobreza y acepta nuestra miseria para elevarnos a nosotros a compartir su misma vida.
Gracias al “sí” de María, una muchacha de una aldea ignorada, Nazaret, ocurre la encarnación de Dios en la historia y se cumple el gran proyecto salvador de Dios. María es como la nueva Eva, de ahí la expresión: “madre de los vivientes”. Por todo esto, la gracia de ser inmaculada más que un don personal exclusivo es un don a toda la humanidad a la que pertenece. María, estrella de esperanza para nuestro mundo y orgullo de nuestra raza.
Comentarios desactivados en “La frescura del amor de Dios”, por Gabriel Mª Otalora
De su blog Punto de encuentro:
| Gabriel Mª Otalora
Llama la atención que la mística Juliana de Norwich, en pleno siglo XIV, afirmase que “El pecado es necesario, pero todo acabará bien”. Lo dijo varias veces, y leído así, puede parecer algo propio de una conciencia deformada en la fe. Pero lo que Juliana experimentó y nos legó es que el pecado debe ser visto como parte del proceso de aprendizaje de la vida, no solo como la malicia que necesita perdón ya que el pecado realizado por los seres humanos es debido a que somos más ignorantes que malos. Lo esencial de su revelación es que es que Dios es fundamentalmente Amor y Sanación que nos vela con amor paterno y materno (por expresarlo con categorías humanas) mientras que el pecado nos despierta a la realidad como contraste brutal con el amor como el significado del universo.
Esta mujer fue audaz cuando aplicaba la teoría de que, para aprender, debemos fallar. Nuestra imperfección nos impide evitar al pecado; caemos, pero lo importante es la disposición a levantarnos y a mejorar. El dolor causado al pecar es un recordatorio del dolor de la pasión injustísima de Cristo. Así, esta mujer mística le da la vuelta al pecado mismo, sin quitarle un ápice de lo que significa de ausencia de Dios, pero señalando que Dios logra darle una utilidad, y es que volvamos a Él: Juliana creía que el pecado, además de inherente a la condición humana, era necesario porque nos purga al tiempo que nos lleva al conocimiento de uno mismo. Esto facilita, a su vez, nuestra aceptación del papel necesario de Dios en la vida como seres imperfectos que somos, pero nacidos para el Amor.
Ya que pecamos, que sea lo menos posible; pero cuando nuestra imperfección nos lleve a caer en la tentación, que la experiencia de nuestro vacío por la falta de amor (eso es el pecado en sus distintas intensidades) sirva para buscar lo que realmente nos hace libres y dichosos.
Juliana cree que todas las cosas creadas por Dios son intrínsecamente buenas, y el pecado o el mal no es una “cosa”, ni un ser, ni una sustancia creada por Dios, sino la consecuencia de nuestra imperfección. No es una creación de Dios. Y la vida es el camino de aprendizaje para dejarnos trabajar por el amor divino incluso desde el fracaso del pecado. En este sentido, me viene al recuerdo una de las ideas mejores que he leído sobre el verdadero aprendizaje, atribuida a Confucio: Escucho… y olvido. Veo… y recuerdo. Hago… y comprendo. Aplicado a Juliana, el pecado tiene el papel de despertarnos a la realidad de que el amor es el significado del universo: peco y siento, casi físicamente, el daño que causo y me causo; y necesito convertirme.
Su tiempo fue una época de turbulencias, cuando las calamidades llegaron en forma de hambruna, guerras y la peste bubónica que provocaron una crisis a todos los niveles hasta cuestionar el papel de la Iglesia y el rol de los monarcas. Sin embargo, su experiencia mística le hizo vivir esperanzada, hablando del amor a Dios en términos de alegría y de compasión más que de la ley y el deber formal. La experiencia teologal que dejó escrita es única en tres aspectos: su visión de Cristo desde la donación y ternura de la madre, el pecado como oportunidad y su experiencia de que en Dios no cabe la ira. Tenemos mucho que aprender de esta casi desconocida gran mujer y de su mística audaz y práctica. Es importante para reflexionar a fondo en clave oracional y sobre el valor cristiano del perdón.
Juliana no eligió encerrarse en sí misma degustando sensibilidades teologales. Vivió en una celda anexa a la iglesia de San Julián (de ahí su nombre de Juliana), pero convertida en centro de escucha y consejo para miles de personas que iban en busca de luz porque ella fue una radical de la esperanza en el amor de Dios. Venerada por católicos y protestantes, ¿por qué sigue siendo para nosotros una gran desconocida?
Comentarios desactivados en Miguel Ángel Munárriz: La libertad y el pecado.
Es habitual entre nosotros concebir el pecado como ofensa a Dios y en clave eminentemente jurídica: «Eres libre, obras mal, luego eres culpable y mereces castigo». Pero la concepción que se desprende del evangelio es mucho más profunda: «Estás enfermo y Dios es el médico». El evangelio no nos considera libres sin más, sino esclavos del pecado, y desde esa óptica, el papel de Dios no es el del juez que juzga a personas libres y responsables, sino el del padre que ayuda a sus hijos a que vean mejor y se liberen de sus cadenas.
Pablo, en una de sus cartas a los romanos se lamenta amargamente de su falta de libertad: «Realmente, mi proceder no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que aborrezco. Y, si hago lo que no quiero, en realidad ya no soy yo quien obra, sino el pecado que habita en mí».
Esta falta de libertad que Pablo refleja en su carta es un hecho evidente que todos experimentamos en nuestro interior, pero, a pesar de ello, seguimos aferrados a esa noción jurídica basada en nuestra libertad para obrar. El problema es que no somos libres hasta ese punto, y que es precisamente el pecado lo que nos impide actuar con libertad; bien sea por error o bien por debilidad. «Me esclaviza la ley del pecado», dice Pablo en esa misma carta.
En el evangelio, vemos a Jesús acercarse a los pecadores y cenar con ellos, lo que indica que no considera al pecador como un ser malvado, sino necesitado. Y cuando los santos de Israel le increpan por su actitud, les contesta que son enfermos, y que los enfermos necesitan que les atienda un médico. Y es que el evangelio parte del hombre tal como es, con sus virtudes y sus defectos, y considera que en el mundo real no hay justos que merecen premio y pecadores que merecen castigo, sino solo pecadores amados por su padre Abbá y necesitados de ayuda.
En el episodio de la mujer adúltera, Jesús no adopta el papel de juez al que le empujan los fariseos, sino que pone todo su afán en salvarla; primero de la muerte y luego del pecado: «Yo tampoco te condeno, anda y no peques más»; anda y no sigas destrozando tu vida…
El hijo pródigo espera ser más feliz lejos de la casa de su padre, pero se equivoca, y cuando vuelve lleno de miseria, su padre no se siente ofendido, sino loco de alegría por su regreso: «Porque este hermano tuyose había perdido y ha sido hallado». Nada de ofensas, solo el amor de un padre feliz por el regreso de su hijo. Esta concepción del pecado, tan presente en todo el evangelio, queda remachada con la frase destemplada que Jesús dedica a los fariseos: «Las prostitutas y los publicanos —los pecadores públicos— os precederán en el Reino de los cielos».
Podemos concebir el pecado como una carga pesada de la que Dios quiere librarnos, y Jesús, fiel reflejo de su padre Abbá, nos libera de esa carga descubriéndonos un tesoro escondido que, cuando alguien lo encuentra, renuncia a todo lo demás por conseguirlo. Y lo hace «lleno de alegría»; todo lo demás deja de tener valor para él.
Ruiz de Galarreta solía decir: «Habitualmente hablamos del pecado cometido, pero rara vez del pecado padecido». Añadía que nuestra condición humana se ve atraída por lo que no le conviene y es propensa a engañarse acerca del bien y el mal. Nos apetece lo que no merece la pena; nos fascina lo que nos perjudica. Por eso, nuestra condición de pecadores significa que no sabemos distinguir; que nos sentimos atraídos por cosas que nos parecen buenas, pero que estropean nuestra vida y hacen daño a los demás.
Y quizás sea ésta una excelente definición de pecado: preferir el mal engañados por su apariencia de bien; como le ocurre al hijo pródigo y como nos ocurre a todos nosotros.
Comentarios desactivados en Francisco y “El Diablo Cojuelo”
San Francisco: El cántico de las criaturas
El mundo necesita el ejemplo de San Francisco
Tachar de enemigo del alma a la mujer por mujer, antes o después de identificarla con la “carne”, es aberrante capitulo aparte de la teología moral, necesitado de redención, cultura y decencia
El cuerpo –la “carne”– es morada preferida de Dios
La historia, las leyendas, la ascética y la mística, la devoción popular, el “sensus fidelium”, el sentido común, los santos evangelios y la misma Iglesia “oficial”, aúnan sus fuerzas y su teología, y siguen declarando santo por antonomasia a un tal Francisco, nacido en Asís, – Italia- el año 1182…
Según se refiere, al nacer y ser bautizado, su madre le puso de nombre Juan Pedro Bernardone. Ausente su padre por razones de trabajo –se dedicaba al comercio de tejidos-, al llegar al hogar y ver a su hijo, le cambió el nombre por el de Francisco –diminutivo de “El Franco”- , en agradecimiento a los buenos resultados que en tal país conseguía con su mercadeo. (“Franco” significa “libre”).
La historia sigue refiriendo que en su juventud, Francisco se entusiasmó soberanamente con cuanto tenía alguna relación con las guerras, como con las declaradas entre Asís y Perugia y, sobre todo, por la que alcanzó categoría de “cruzada” de Apulia- entre la iniciada por el noble don Gutierre III de Brienne, para conquistar para sí y los suyos el señorío pontificio…
En estas lindas, nobles y juveniles atracciones y actividades, en su “vida y milagros” se narra la escena de su conversión, apareciéndosele Dios en persona en un sueño, mandándole reparar la iglesia-templo de san Damián que amenazaba ruina. Francisco tomó al pie de la letra la misión divina, pero prestamente percibió que su vocación no habría de detenerse en la restauración de las piedras de un templo material, sino en las de la Iglesia universal -doctrinas y comportamientos, sobre todo jerárquicos- , cada día más alejados y contrapuestos con los principios cristianos.
La restauración de la Iglesia universal habría de ser aspiración y meta de su vocación…Y es que, en sus tiempos, al igual que en los anteriores y en los posteriores, la Iglesia, especialmente en cuanto se relacionara con la pobreza apenas, si tenía y tiene semejanza con la descrita por y en los santos evangelios….
Pobre-pobre –“de aquí en adelante solo tendré un Padre, que es el del cielo”– porteador de un bastón y una túnica, con un grupo de amigos de sus antiguas andanzas, se echó a andar por los caminos de Dios, predicando y ejerciendo la pobreza, con sus palabra y sus testimonios de vida, sin evitar hacerlo en castillos feudales y sin dejar a un lado los mansiones episcopales en las que obispos, arzobispos y cardenales “predicaban” y vivían con idéntica o superior ostentación y aún vicios, haciéndolo además con hipócrita tranquilidad de conciencia y hasta “en el nombre de Dios”. Bien pronto, el pueblo-pueblo conectó con el “nuevo” estilo alegre de Francisco, a quien piadosa y convencidamente motejaron de “Trovador de Dios” y de “Segundo Cristo”.
San Francisco de Asís predicando a los pájaros y las flores
Y precisamente en este contexto popular es en el que se agiganta y y canoniza la imagen de Francisco, redescubriendo para sí y para los demás que el mundo-todo el mundo- era, y es, la casa que el mismo Dios les preparó a quienes han de habitar en su obra creada ejerciendo su oficio y su profesión, por naturaleza sagrados, aunque no lo parezca, y tal término siga siendo acaparado y limitado por las campanas, candelarios, olores a incienso, ornamentos sagrados, mitras y báculos, privilegios y regímenes de señoríos feudales con inclusión de los pontificios…
“El mundo es la casa de Dios”; “Mi monasterio es el mundo”; “ A Dios se le descubre en todos los rincones del mundo”; “En todas las personas y en toda la obra creada, se le rinde a Dios el culto verdadero”. La ecología es teología. Es catequesis. Es mandamiento de Dios y de la Iglesia. Es “Credo” y “Gloria in excelsis”. Es misa y misión, que dejan de serlo si no están presentes las demás personas, plantas, animales y aún las piedras.
“El cántico de las criaturas“, de san Francisco es letanía y liturgia. El hermano sol, la luna, el agua, el fuego la madre tierra, el hermano lobo de Gubio… son invocaciones y expresiones de Dios. Quien abraza al mundo abraza a la vez a Dios. Este arde y se hace presente en cada arbusto, en cada gota de agua, en el canto –“pìo, pío…¡- del pájaro, y hasta en los aullidos de las fieras. Todos estos sonidos son palabras de Dios…
El mundo actual precisa con urgencia de la presencia y ejemplos de multitud de Franciscos. El papa actual los capitanea con las letanías de “El canto de las criaturas” de su homónimo. Santa Clara –también de Asís o de Francisco-, les acompaña en tan maternal ministerio.
Lo de que “los enemigos del alma son “el mundo, el demonio y la carne”, del clásico ordenamiento catequístico, demanda fórmulas y explicaciones mucho más serias, profundas, congruentes y ortodoxas. El “mundo” , por mundo –de por sí, bueno, limpio, cara y casa de Dios y de sus criaturas,- jamás será enemigo ni del alma ni del cuerpo. Tampoco lo será el diablo, a no ser, que, como en griego también significa “desunión” y literariamente se apellide “El Cojuelo”, se dedique de por vida a tan desdichada tarea de enfrentarnos entre unos y unos. Tachar de enemigo del alma a la mujer por mujer, antes o después de identificarla con la “carne”, es aberrante capitulo aparte de la teología moral, necesitado de redención, cultura y decencia. El cuerpo –la “carne”- es morada preferida de Dios.
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