El Tribunal Arbitral del Deporte avala la discriminación a Caster Semenya: deberá medicarse por sus niveles de testosterona si quiere seguir compitiendo.
Vergonzosa decisión del Tribunal Arbitral del Deporte (también conocido como TAS, sus siglas en francés), el órgano que dirime las disputas deportivas, que da la razón a la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) en su disputa con la atleta Caster Semenya. La IAAF, recordemos, ha implementado un nuevo reglamento que tiene como fin impedir que la sudafricana pueda competir a no ser que se medique para rebajar sus niveles de andrógenos, que de forma natural ella sintetiza en mayor cantidad que la mayoría de las mujeres. Semenya, una luchadora nata, se niega a medicarse y anuncia que dará la batalla ante la justicia.
El Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) ha fallado en contra de la medallista de oro Caster Semenya, quien cuestionó la implementación de reglas que limitarían los niveles de testosterona de las atletas femeninas.
El histórico fallo del 1 de mayo, presentado por la tricampeona mundial sudafricana, se produce tras una larga y amarga disputa sobre las normas propuestas por la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) el año pasado.
Según el reglamento, la IAAF establece que las atletas femeninas con una supuesta diferencia de desarrollo sexual (DSD), tendrán que someterse a restricciones de testosterona. La ONU condenó ese trato como un “procedimiento médico innecesario, humillante y perjudicial”.
En reacción a la decisión, la atleta simplemente tuiteó un gráfico que decía: “a veces es mejor reaccionar sin reacción”.
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— Caster Semenya (@caster800m) 1 de mayo de 2019
La sentencia del TAD establece: “Las normas del DSD son discriminatorias, pero la mayoría de los miembros del Panel consideraron que… dicha discriminación es un medio necesario, razonable y proporcionado para lograr el objetivo de la IAAF de preservar la integridad del atletismo femenino en las pruebas restringidas”.
En respuesta a la decisión, la IAAF se mostró “agradecida al Tribunal de Arbitraje Deportivo por su detallada y rápida respuesta” y “satisfecha de que el reglamento se considerara un medio necesario, razonable y proporcionado para lograr el objetivo legítimo de la IAAF de preservar la integridad del atletismo femenino”.
Semenya, de 28 años, que tiene naturalmente altos niveles de testosterona, ahora tendrá que someterse a terapia hormonal durante al menos seis meses antes de competir en cualquier competición. Las reglas estipulan que las corredoras con el llamado DSD que compiten en pruebas entre los 400 metros y una milla tendrán que someterse al procedimiento.
Una declaración de la IAAF en febrero explicaba las propuestas: “Si un atleta del DSD tiene testículos y niveles masculinos de testosterona, obtiene los mismos aumentos en tamaño y fuerza ósea y muscular y en hemoglobina que un hombre cuando atraviesa la pubertad, que es lo que da a los hombres tal ventaja de rendimiento sobre las mujeres. Por lo tanto, para preservar la competencia justa en la categoría femenina, es necesario exigir a los atletas del DSD que reduzcan su testosterona a niveles femeninos antes de competir a nivel internacional”.
¿Y si gana?
Se sugirió que, si el veredicto iba en contra de la IAAF, el atletismo podría haber introducido una categoría “abierta” en la que los hombres y las mujeres podrían, en teoría, competir uno al lado del otro, y una categoría “protegida” basada en los niveles hormonales, en lugar del género.
Su equipo legal argumentó que sus ventajas no son diferentes de otras variaciones genéticas que se celebran en el deporte, y que “su don genético debe ser celebrado, no discriminado”. También mantuvieron: “Su caso trata de los derechos de las mujeres que nacen como mujeres, son criadas y socializadas como mujeres, a las que se les permite competir en la categoría femenina sin discriminación”.
Finalmente, dijeron que el requisito de la IAAF de que los DSD tomen supresores hormonales para reducir la testosterona es éticamente incorrecto y plantea potencialmente un riesgo para la salud.
Una amarga disputa por los atletas de DSD. El caso Semenya dividió las opiniones en todo el mundo del atletismo. Una de las personas con las opiniones más abiertas en contra del caso fue la corredora de maratón Paula Radcliffe. Radcliffe dijo que el fallo podría dar a los atletas intersexuales y transgéneros una ventaja injusta y, en última instancia, poner fin al deporte femenino. El ex corredor de maratón afirmó que si la apelación de Semenya tuviera éxito, los entrenadores podrían comenzar a buscar mujeres con niveles de testosterona igualmente altos. “Sería ingenuo pensar que si esta regla no se aprobara, no habría algunas personas, gerentes o federaciones, que buscarían activamente a chicas con esta condición y dirían:’Bien, van a hacer este deporte y este evento para que podamos ganar'”, dijo a Sky News el jueves (18 de abril).
Mientras que el presidente de la IAAF, Lord Sebastian Coe, explicó la decisión de presentar las propuestas: “Ningún atleta individual ha sido el objetivo de la creación del reglamento. Necesitamos crear categorías de competición dentro de nuestro deporte que aseguren que el éxito esté determinado por el talento, la dedicación y el trabajo duro, en lugar de por otros factores que no se consideran justos o significativos, como las enormes ventajas físicas que un adulto tiene sobre un niño, o que un atleta masculino tiene sobre una atleta femenina”, dijo.
Los críticos del desafío legal de Semenya, como Radcliffe, argumentan que “abriría la puerta a los casos de los atletas trans”, que actualmente tienen que bajar sus niveles de testosterona para completar. Radcliffe ha defendido anteriormente la prohibición de que los atletas trans compitan en deportes de élite.
Joanna Harper, que asesora al Comité Olímpico Internacional (COI) sobre regulaciones para atletas trans, ha dicho a The Guardian que “el COI está esperando a ver qué pasa en el caso Semenya” antes de anunciar los límites de testosterona para los atletas trans en los juegos de Tokio 2020.
A lo largo del caso, Semenya ha dicho:“Sólo quiero correr naturalmente, como nací”. Llevamos siguiendo la carrera de Caster Semenya desde hace años y muy especialmente los numerosos episodios de discriminación a los que se ha tenido que enfrentar. La atleta sudafricana, abiertamente lesbiana, fue la ganadora de los 800 metros lisos en los campeonatos mundiales de 2009 y 2017, así como el oro en la misma categoría en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016. Sin embargo, ya desde sus inicios sus logros han sido discutidos. Primero fue debido a una supuesta intersexualidad que llegó a ser investigada por la IAAF (la cuestión, por cierto, fue tratada en su momento con una evidente falta de respeto por parte de cierta prensa). Finalmente, Semenya volvía a la competición, después de que la IAAF concluyera que no había razón para impedirle participar en la competición como la mujer que era. Y ello pese a las críticas irrespetuosas de algunas de sus rivales. Críticas que la sudafricana siempre ha rechazado. «Dios me hizo como soy y me acepto así», aseguraba en una entrevista gracias a la que fue portada de la revista sudafricana You en 2009.
Sin embargo, su hiperandrogenismo natural la ha mantenido en el punto de mira de la organización que gobierna el atletismo mundial, hasta el punto de promover una nueva normativa para mujeres con «desarrollo sexual diferente» sospechosamente ajustada a sus circunstancias personales, obviando el hecho de que tanto hombres como mujeres sintetizan de forma natural tanto estrógenos como testosterona, y que la obliga a medicarse si quiere seguir compitiendo. Nuevas normas que ahora el TAS ve adecuadas pese a reconocerlas como discriminatorias al considerarla «necesarias, razonables y proporcionadas» para preservar la integridad del atletismo femenino. Algo que ella rechaza y que combatirá en los tribunales de justicia, lo que seguramente la impedirá participar en los próximos Mundiales de Atletismo, que se celebrarán en Doha (Catar) a finales de septiembre.
Es cierto que el caso de Caster Semenya ha puesto sobre la mesa la problemática que supone casar la diversidad de género existente en la vida real con la concepción binaria de las competiciones tradicionales. Pero no es menos cierto el tufillo discriminatorio hacia una deportista privilegiada por su físico. Son muchos los que estos días se preguntan por qué a nadie se le ha ocurrido poner límites, por ejemplo, al nadador Michael Phelps, cuyo organismo genera menos ácido láctico de lo habitual, y de hecho se le considera un «prodigio genético» mientras que a Semenya se le veta.
¿Será que Semenya es mujer, africana, negra y lesbiana, nos atrevemos a sugerir?
Fuente Cromosomax
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