Eva, la primera mujer a reivindicar.
Quizás en esto de buscar la igualdad para las mujeres en la Iglesia, nos podríamos remontar al Gn 3 y reivindicar a Eva. Pero no reivindicarla para sacarle el título de pecadora, de tentadora, que ha cargado a lo largo de la historia, sino para reconocerla como quien, dentro del plan del Creador, nos conquistó la libertad.
Siempre había leído ese texto en clave de “pecado original”, de “caída”. Y veo con tristeza que aún se sigue leyendo de la misma manera. Tuve la suerte y el privilegio de participar hace más de 10 años en un curso de Exégesis y Hermenéutica Feminista de la Biblia, dictado por Mercedes Navarro Puerto, en la ciudad de Córdoba, Argentina. Allí descubrí un relato totalmente novedoso y fascinante.
Voy a tratar de contar con mis palabras lo que me quedó de aquella experiencia con respecto a Eva. Soy consciente de mis limitaciones, y espero ser todo lo fiel posible a la exégesis de Navarro Puerto.
Siempre me enseñaron que Eva es la que lo arruinó todo. Culpa de su pecado fuimos expulsados del paraíso y perdimos esa situación original de vida sin conflicto y sin sufrimiento. Sin embargo, también podríamos decir que gracias a la transgresión de Eva el ser humano adquiere el conocimiento diferenciado, que es justamente lo que nos hace capaces de elegir entre el bien y el mal, o sea, libres.
En el diálogo con la serpiente surge el deseo de Eva de realizar su semejanza a Dios: “Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman de ese árbol se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal” (Gen 3,5) remitiendo a Gen 1, 26. Y también el hecho de que Eva ve la dimensión buena/bella (Tôb) del árbol, para unirlo analépticamente al capítulo 1 del Génesis. De esta forma el narrador da una pista para que el lector una la dimensión tôb de la creación con el deseo humano de conocer, de adquirir sabiduría.
Desde Génesis 1, el lector va viendo que Dios busca la autonomía de lo que va creando, siendo la libertad, necesaria para lograr dicha autonomía. Como diríamos en mi país, Dios con su prohibición “le dejó a Eva la pelota picando en el área chica”. Esta prohibición tiene una función positiva frente a la libertad, pero necesita de la desobediencia de Eva para que aparezca la capacidad de la libre opción de los humanos. Sabemos que la libertad implica una tensión permanente entre la elección entre el bien y el mal, y que para reconocer la autoridad divina necesitamos ser libres.
Esto es una simplificación y mi propia interpretación de lo que aprendí en el curso acerca de la “caída”. Sé que es una temeridad de mi parte, no siendo ni biblista, abordar este tema. Lo hago reconociendo la capacidad humana de hacer teología, entendiendo por esto, la capacidad de tener nuestra propia “palabra sobre Dios”. Ver en el despliegue del relato una intencionalidad de Dios de darle al ser humano la capacidad de elegir llevando a su Creación a un nivel superior es mucho más interesante. La teología clásica del “pecado original” empobrece la imagen de Dios y culpabiliza a la mujer, con todas las consecuencias que ya conocemos. Salir de los relatos sexistas del origen es indispensable para este tiempo de búsqueda de igualdad entre el varón y la mujer. Dentro y fuera de la Iglesia. Y ya es tiempo agradecerle a Eva por habernos abierto los ojos.
Patricia Paz
Buenos Aires, Argentina
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