Memorias del encuentro con la obispa Patricia Fresen, en Frankfurt, Abril 13/14
Interesante relato que hemos leído en la web E :
Patricia Fresen, es una de nuestras Obispas del Movimiento RCWP. Es Obispa y es hermana y amiga. Natural de Sudafrica 7 de Diciembre de 1940 de padres de Alemania e Irlanda.
Ella se desplazó generosamente regalándonos su tiempo desde Stuttgart hacia Frankfurt, aceptando la invitación de nuestra amiga común Elfriede, quien fue nuestra comunicadora a través de su buena traducción por excelencia. Aquí no importa si era largo o corto el trayecto entre estas dos ciudades, lo importante ha sido nuestro encuentro fraterno y el aprovechar la riqueza de sus años y sabiduría.
Nos acompañó Leila Betancurt misionera USEMI, otra amiga y hermana, de búsqueda en este caminar de Iglesia. Juntas disfrutamos las delicias de este encuentro y charla, con Patricia y Elfriede.
En España, alguien me dijo: “hay una obispa que es negra” No, le respondí, y le conté de Patricia lo que sabía. Nació en Sudafrica. Era una religiosa de la Orden de los Predicadores, es decir una dominicana, fiel discípula de Santo Domingo en la “contemplación y acción”. Misionera y profesora, enseñando en un Seminario; la Homilética, Teología Sistemática y Espiritualidad, a los futuros sacerdotes. Más adelante fue profesora en la Universidad privada de San Agustín en Johannesburgo.
Fue ordenada sacerdote en Agosto del 2003 y obispa en Enero del 2005.
Queríamos no solo conocer a Patricia, sino saber acerca de su vida. Nos cuenta, cómo dando Homilética a los seminaristas, se cuestiona, el por qué ella, no podría ser sacerdote, si estaba formando sacerdotes? Ella, desde su Bautismo, lleva en su interior un fuerte llamado a la justicia y equidad, por ello también se había involucrado en la lucha contra el racismo en Sudafrica, lo que la llevó a la cárcel, y nos dice: “si no se puede cambiar una ley injusta, al final hay que romperla” .
Siendo religiosa fue ordenada presbitera, cuando regresa a su Congregación y comparte con sus Hermanas de Comunidad, fue acusada por una de sus Hermanas, ante la Congregación de la Fe, haciendo que inmediatamente se solicitara a la Superiora, le pidiera el que se retractara o se retirara. Pagó un costo muy alto, el mantenerse firme ante la llamada del Espíritu: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29). Amando su Congregación, fue retirada. No dice con qué recursos contaba cuando salió, pero si nos comentó, pasó varios días comiendo, solo pasta. No tenía empleo, no contaba con una pensión, ni el Seguro Social y ningún subsidio. Eso sin contar con las secuelas que este sufrimiento ha dejado en su salud.
Con estos antecedentes Patricia, ante el llamado del Espíritu, va mar a dentro en la barca petrina de la Iglesia de Cristo, como presbitera, misionera, profeta y líder, enseñándonos a evangelizar para ser cada vez más humanos/as
¿Patricia, de qué vives? Nos respondió: “Me invitan a dar conferencias, me pagan los viajes. Escribo artículos. En Alemania, recibo un subsidio del estado y vivo en un techo que me ha proporcionado, una Pastora amiga, sin tenerle que pagar arriendo”.
Ella, fue llamada a ser Obispa. En su primera llamada, dijo: “No, eso no es para mí”. No pasó mucho tiempo, y vuelva la llamada, en esta ocasión, esa llamada, viene con finos argumentos: 1) “El episcopado no es para ti, es al servicio de la Iglesia, serás Obispa, sin palacio ó casa episcopal, sin automóvil y chofer a la puerta. Es así que esta obra de la justicia puede continuar en la Iglesia.” 2) “Eres una mujer preparada, tienes estudios suficientes…”, 3) “Tienes el idioma, la lengua nativa” 4) “Y tienes la edad…”. Terminados los argumentos, ella, se pone de pie. Creen que se va a retirar, hay un momento de suspenso y de sus labios sale esta respuesta: “Estoy lista!”
Se acuerda la fecha y el lugar, apenas corrieron unos meses, suficientes para hacer oración y entrar en retiro espiritual.
El ritual fue católico romano, en plena sucesión apostólica y de servicio. A discreción se mantiene en reserva el nombre del celebrante, sus acompañantes y testigos. En el momento de la postración, el obispo retiro su asiento a un lado del altar y le dijo: “No te postrarás delante de mí, sino delante de Dios”.
Cuando Patricia se levanta, alcanza a ver en el piso una gotas de agua, ella, no entendía que era, hasta que descubre que son lágrimas del obispo…
En la unción, cuenta ella, que el aceite que le echo en su cabeza, le rodaba, y él le dijo: “Esto tengo que hacerlo, muy bien hecho”. La suave fragancia del aceite, le duró por varios días, nos dice.
Patricia, es una más de nuestras obispas, sin mitra y sin báculo, sin usanzas clericales, una hermana y amiga entre nosotras/os. Es toda una obispa; a pie! Sin guardas espaldas, ni vigilancias especiales, tiene suficiente con la protección Divina, que la arropa, la lleva y la trae anunciando su mensaje:
“Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre…y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Mateo 28:19)
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