La primera mujer piloto de la Armada habla de la homofobia en el Ejército
Patricia Campos cuenta su historia en el libro Tierra, mar y aire, donde explica que se vio obligada a abandonar su profesión debido a los comentarios y críticas por parte de sus compañeros por ser mujer y lesbiana.
“Tierra, mar y aire” cuenta la historia de una mujer que siempre tuvo aficiones que tradicionalmente se consideran propias del sexo masculino: el fútbol y el pilotaje militar. Campos es desde la infancia una luchadora, aunque como ella misma dice, nunca pretendió “ser la primera o la pionera”; simplemente cumplir sus sueños. Durante todas las actividades profesionales que desarrolló siempre buscó “estimular la mente de las personas para que vean que las mujeres y los homosexuales somos seres humanos, y que también somos profesionales”. El libro, dice, “se lo debía a las mujeres y hombres que han dado la vida por los derechos humanos”, a las mujeres que murieron defendiendo el sufragio femenino. Es un agradecimiento a todas esas personas y también una reflexión sobre el machismo aún existente en la sociedad y especialmente en ámbitos como las fuerzas armadas.
Aunque a Patricia no le gustan las etiquetas y no entiende por qué los gais tienen que definirse como tal, defiende su salida de armario como “una decisión muy personal y muy pensada” que tomó porque creía que así ayudaba a otras chicas en su situación. Ella no llegó a decir públicamente en el ejército que era lesbiana –hasta que “se liberó” en su libro–, y aún así tuvo que soportar los comentarios de sus compañeros, sus actitudes y sus críticas y que fuese observada mucho más que ellos sólo por ser mujer. “Es injusto llevar todo el peso de nuestro sexo durante toda la carrera profesional”, lamenta en su libro.
Hace dos años que dejó su profesión porque no le compensaba “vivir de ese modo”. Su otro gran sueño tampoco resultaba fácil. Juega al fútbol desde pequeña y desde entonces ha recibido reproches por lo poco femenino de sus aficiones. De hecho, para poder cumplir su deseo de entrenar a un equipo de fútbol ha tenido que trasladarse a Estados Unidos porque en España una mujer “no tiene posibilidad” de entrenar a un equipo. Esto también la convirtió en pionera: Campos es la primera española que dirige a un equipo de fútbol en un país norteamericano.
Compatibiliza este trabajo –ahora en Hawái– con el voluntariado en Uganda, donde colabora para que niños, niñas y mujeres infectados con VIH tengan una vida mejor y puedan disfrutar del fútbol a través de la ONG, Soccer Without Borders (Fútbol Sin Fronteras). Dice que esto último es lo que le hace “más feliz” y muestra orgullosa las pelotas que han hecho “sus niños” con bolsas de basura y cuerda. Patricia Campos demuestra en su libro que “se pueden conseguir los sueños, a pesar de que tu infancia sea más o menos dura, de tu sexualidad o de los obstáculos que nos encontramos en el camino”.
Fuente Cáscara amarga
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