Expectación
El Señor Jesús no vendrá rápidamente más que si lo esperamos con ardor. Lo que hará estallar la Parusía es una acumulación de deseos. Cristianos, encargados tras Israel de conservar viva sobre la tierra la llama del deseo, tan sólo veinte siglos después de la Ascensión, ¿qué hemos hecho de la espera?
¿Cuál es el cristiano en el que la nostalgia impaciente por Cristo llega no a hundir (como debiera ser), sino tan siquiera a equilibrar sus cuidados de amor y sus humanos intereses? ¿Dónde está el católico tan apasionadamente vertido (por convicción y no por convención) a la esperanza de la Encarnación, que ha de extenderse, como lo están muchos humanitaristas a los sueños de una Ciudad nueva? Seguimos diciendo que velamos en expectación del Señor. Pero en realidad, si queremos ser sinceros, hemos de confesar que ya no esperamos nada.
Hay que reavivar la llama a cualquier precio. A toda costa hay que renovar en nosotros el deseo y la esperanza del gran Advenimiento.
*
Pierre Teilhard de Chardin,
El medio divino,
Madrid 61967, 171-172).
***
Comentarios recientes