El Papa Francisco y Lynn Discenza en una audiencia en la Plaza de San Pedro en 2024
Hoy es el Día del Recuerdo Transgénero, que se celebra cada 20 de noviembre para lamentar a las víctimas trans de violencia y renovar el compromiso con los esfuerzos de apoyo a las personas de género diverso. La siguiente es una reflexión para este día del recuerdo de la colaboradora invitada Lynn Discenza.
Mi nombre es Lynn Discenza y soy una mujer trans católica que es miembro activo de mi parroquia franciscana, St. Patrick-St. Anthony, Hartford, Connecticut, después de mi transición en 2019. Soy ministra de la Eucaristía, sacristana y codirectora de nuestro ministerio LGBT+ Open Hearts. En septiembre, tuve la bendición de encontrarme con el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro con otras tres mujeres trans, y me gustaría compartir un poco sobre la experiencia, así como algunas buenas noticias que siguieron.
El verano pasado, en la conferencia Outreach 2024 celebrada en la Universidad de Georgetown, conocí al padre Andrea Conochia, un sacerdote italiano que ha estado llevando a mujeres trans de su parroquia a visitar al Papa. Pensé: soy una mujer trans y me gustaría conocer al Papa también. Con la ayuda del padre Andrea, pude hacerlo, junto con otras tres mujeres trans que han estado activas y visibles en muchas conferencias LGBT católicas, y nos hemos reunido y compartido nuestras historias con varios obispos estadounidenses.
Después de la reunión, Camillo Barone, de The National Catholic Reporter, me preguntó si estaba emocionada de ver al Papa, y respondí un tibio “sí”, diciendo que no me interesan mucho los Papas, pero que pensaba que la visita podría lograr cosas que contribuirán a mejorar la vida de las personas trans católicas.
Recientemente, nuestra parroquia celebró una misa en anticipación del Día del Recuerdo de las Personas Transgénero (TDOR), que el mundo conmemora hoy. En la misa, preparé una mesa en el altar, con tres velas, una bandera trans y fotos de las personas trans fallecidas por la violencia el año pasado. De manera especial, recordamos a Lucero Rodríguez Valdivia, una mujer trans argentina que se reunió con el Papa al menos dos veces, pero que fue asesinada durante el verano. Me enteré de su asesinato cuando, mientras estaba en Italia, el padre Andrea llevó a nuestro grupo de mujeres trans a la parroquia de Lucero junto al mar al sur de Roma. Me conmovió hasta las lágrimas por esta tragedia sin sentido, y juntos nuestro grupo rezó el rosario por ella.
Esta Misa se ha celebrado durante los últimos cuatro años, pero este año tuvo un giro, ya que tenía buenas noticias para compartir sobre una visita con el arzobispo de Hartford, Connecticut, después de mi encuentro con el Papa.
En una reflexión después de la comunión en la Misa TDOR, le hice a la congregación tres preguntas: ¿Qué podemos hacer para facilitar la vida de las personas trans? ¿Cómo podemos, como parroquia, seguir dando la bienvenida a las personas trans como yo? ¿Qué podemos hacer como comunidad católica para apoyar las vidas trans?
El altar de la Iglesia de San Patricio-San Antonio, Hartford, para una Misa en conmemoración del Día del Recuerdo de las Personas Transgénero
Siguiendo mis propias reflexiones sobre las dos primeras preguntas, proporcioné una respuesta informativa a la tercera pregunta:
“Después de mi visita con el Papa Francisco, pude reunirme con nuestro nuevo arzobispo Christopher Coyne. Durante la reunión, el arzobispo dejó en claro que da la bienvenida y apoya a la comunidad LGBTQ. Estuvo de acuerdo conmigo en que, como arquidiócesis, podemos hacer más. Reconoció que St. Patrick-St. Anthony es una parroquia acogedora. Es la única parroquia en nuestra Arquidiócesis que tiene un ministerio LGBT. Me alegra que haya reconocido eso.
“La otra cosa es que estuvo de acuerdo conmigo en que necesitamos crear espacios seguros para los jóvenes en nuestras escuelas católicas. En este momento, los jóvenes en nuestras escuelas católicas no reciben ningún tipo de reconocimiento o apoyo por ser LGBT. Una de las iniciativas que vamos a tomar aquí en nuestra parroquia es crear un espacio seguro para nuestros estudiantes LGBT.
“Lo último de lo que hablé con el Arzobispo fue nuestra política arquidiocesana para los estudiantes trans. Estuvo de acuerdo conmigo en que no refleja sus valores de bienvenida y dignidad para todos. Estuvo de acuerdo en marcar eso y cambiarlo para que sea más positivo”.
Esta última declaración fue seguida por aplausos. Realmente creo que estoy cerrando el círculo con la ayuda del Espíritu Santo para abrazar el llamado de Dios a vivir una vida de servicio y activismo dentro de la Iglesia Católica como mujer trans. Me esfuerzo por ayudar a mejorar las vidas de todos los católicos trans para que puedan sentirse seguros tanto en sus identidades católicas como trans como yo.
Termino con una oración que ofrecimos en la Misa:
“Dios de amor y misericordia, escúchanos mientras venimos ante ti en solemne recuerdo de tus hijos transgénero que han muerto a manos de personas violentas. Habla paz y consuelo a nuestros corazones y ayúdanos a forjar un nuevo camino de comprensión y aceptación en nuestra sociedad que a menudo rechaza a quienes son diferentes. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén”.
Trato de comprender bien y aprecio firmemente las intenciones de apertura que el Papa Francisco quiso fijar como objetivo para las Congregaciones – Dicasterios especialmente de fe y de culto.
Pero para realizar verdaderamente un giro pastoral, una apertura real, es necesario comprender y fundamentar las intenciones en un nivel sistemático, institucional y jurídico. Porque cuando “formas de vida” están implicadas en una disposición magisterial, el reconocimiento formal se convierte en parte constitutiva y decisiva de bienvenida y de carta de ciudadanía. Una acogida sin reconocimiento es una contradicción.
Sin embargo, si se accede a una pastoral que adopta esta forma “no oficial“, el punto de inflexión no alcanza su objetivo, porque siempre y sólo actúa “bajo la superficie“: es decir, no adquiere realmente el concepto de “pastoral” que el Concilio Vaticano II introdujo con nueva autoridad. Una “bendición pastoral” que no profundiza en la elección que “Tametsi” hizo hace casi 500 años en otro mundo, sino que sigue siendo víctima de ella, está condenada al fracaso.
¿Qué es una bendición que no tiene espacio, tiempo, forma ni circunstancias? ¿Qué es una “pastoral” que se reduce casi a un ejercicio casi clandestino del ministerio ordenado? Una “tradición” que no puede “hacer tradición“, porque no deja ni puede dejar ninguna huella escrita de sí misma, corre el riesgo de convertirse en una mistificación, no en una verdadera realidad pastoral. Tener el coraje de “otra oficialidad” (con toda la prudencia geográfica e histórica, pero también con toda la determinación necesaria) es el camino obligado para orientar verdaderamente la conciencia común y la conciencia individual.
La tarea de la acogida pastoral requiere, por tanto, la elaboración de al menos dos prioridades:
1.- Desarrollar una nueva definición de “formas de vida de relación (incluida la sexual)” respecto de las cuales podamos ejercitar el discernimiento de la bendición: sin estandarizar diferentes situaciones, pero dando reconocimiento a cada condición por lo que cada relación logra en términos de “bien“.
Éste es el modo de poder bendecir, en formas diferenciadas, un espectro de situaciones más amplio de lo que la “institución sacramental” puede prever. La identificación entre litúrgico y sacramental y la falta de “articulación litúrgica” de la acción eclesial son aquí las cuestiones que siguen cansando o completamente bloqueadas a nivel doctrinal. Dar reconocimiento a las formas de vivencia del bien relacional no es sólo una posibilidad, sino una tarea eclesial. Aquí la Iglesia no se enfrenta a una eventualidad accesoria, sino a una tarea original y esencial.
2.- Salir de la sombra de una “competencia exclusiva” de la Iglesia en materia de matrimonio, de relaciones de pareja, de comunión de vida implica una precisa diferenciación de las identidades entre bautismo y matrimonio, lo que exige escapar doctrinalmente a los automatismos que “Tametsi” asumió desde las posiciones teológicas de la época, y que luego cristalizaron en la rigidez decimonónica contra el Estado liberal, primero con Pío IX, luego a través del Código de 1917 hasta el código de 19831.
Esta línea doctrinal ofrece todavía una reconstrucción directa e inmediata de la relación entre bautismo y matrimonio, que ya no permite leer otras “formas de vida“. En esencia habrá que llegar, eclesialmente, al reconocimiento de formas de unión entre bautizados que no son sacramento del matrimonio, tal como la doctrina supo reconocer incluso después de 1563, al menos hasta el siglo XIX y antes del CJC que impuso jurídicamente lo que hoy se puede discutir pastoral y teológicamente. La ley no está por encima de la teología, sino por debajo. Imponer teológicamente una norma jurídica no siempre es un signo de fidelidad a la tradición (como efectivamente dice Amoris Laetitia 304).
“Es mezquino detenerse sólo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley o norma general, porque eso no basta para discernir y asegurar una plena fidelidad a Dios en la existencia concreta de un ser humano. Ruego encarecidamente que recordemos siempre algo que enseña santo Tomás de Aquino, y que aprendamos a incorporarlo en el discernimiento pastoral: «Aunque en los principios generales haya necesidad, cuanto más se afrontan las cosas particulares, tanta más indeterminación hay […] En el ámbito de la acción, la verdad o la rectitud práctica no son lo mismo en todas las aplicaciones particulares, sino solamente en los principios generales; y en aquellos para los cuales la rectitud es idéntica en las propias acciones, esta no es igualmente conocida por todos […] Cuanto más se desciende a lo particular, tanto más aumenta la indeterminación». Es verdad que las normas generales presentan un bien que nunca se debe desatender ni descuidar, pero en su formulación no pueden abarcar absolutamente todas las situaciones particulares. Al mismo tiempo, hay que decir que, precisamente por esa razón, aquello que forma parte de un discernimiento práctico ante una situación particular no puede ser elevado a la categoría de una norma. Ello no sólo daría lugar a una casuística insoportable, sino que pondría en riesgo los valores que se deben preservar con especial cuidado” (Amoris Laetitia 304).
Estos dos frentes no resueltos convergen en una condición, por lo menos, paradójica:
a.- por una parte, no se desea traducir de ningún modo la doctrina, que sigue construida de tal modo que asegura una definición de la «condición de las relaciones homosexuales» como condición de pecado;
b.- por otra parte, se desea abrir un espacio de maniobra de carácter pastoral, pero sin elaborar una noción de bendición que no sea una especie de «oficialización» y de «regularización». Así, la «bendición pastoral», si ha de existir, debe protegerse tanto del objeto de la bendición como del instrumento que emplea.
Es evidente que, en estas condiciones, una «bendición pastoral» ni siquiera es concebible como «ente de razón». Sin una debida elaboración tanto del juicio eclesial sobre las «formas de vida» como de los instrumentos con los que la Iglesia toma iniciativas pastorales, la finalidad de la intervención puesta en marcha por “Fiducia Supplicans” puede fácilmente resultar sin efecto sustancial.
Si alguien quisiera ‘ungir a los enfermos‘ en secreto, inmediatamente estaríamos dispuestos a censurarlo. Algo parecido ocurre hoy con esta «bendición», captada, por una parte, por una comprensión unilateral de la Iglesia como «garante del orden establecido», privada así de toda profundidad profética. Por otra, obligada a cultivar y practicar sólo casi «a escondidas» formas de «cercanía» manchadas de paternalismo clandestino.
El Papa Francisco saluda a Maxwell Kuzma, a la izquierda, y a George White ( Outreach )
“Soy un hombre transgénero”, le dijo Maxwell Kuzma al Papa Francisco cuando se dieron la mano después de una audiencia general en la Plaza de San Pedro a fines de octubre. Kuzma fue uno de los cuatro hombres transgénero que se reunieron brevemente con el Papa ese día.
“Poder conocer a Francisco como mi verdadero yo, sin máscara ni falsa personalidad, fue un privilegio y una gracia”, escribió Kuzma en el National Catholic Reporter sobre esta experiencia. “Estoy orgulloso de mí mismo por decirle que soy transgénero en su lengua materna, e igualmente orgulloso de que la Iglesia Católica tenga un Papa que responde de manera tan cálida y pastoral a los miembros transgénero de su rebaño”.
La reunión fue organizada por el sacerdote italiano Fr. Andrea Conocchia, quien anteriormente ha llevado grupos de personas trans al Vaticano. El grupo habló brevemente con el Papa Francisco y le obsequió el libro Trans Life and the Catholic Church Today (editado por las teólogas Nicolete Burbach y Lisa Sowle Cahill), junto con cartas personales de dos de los miembros del grupo. El Papa Francisco les estrechó la mano, les agradeció y los bendijo.
El grupo incluía a George White y al hermano Christian Matson, ambos hombres trans que sirven en ministerios católicos en la actualidad. El National Catholic Reporter destacó recientemente sus historias en un artículo sobre las barreras que enfrentan los católicos trans cuando buscan unirse a la vida religiosa.
White, un hombre de 30 años que vive en el Reino Unido, ingresó a la Iglesia Católica a la edad de 16 años gracias al apoyo del personal de su escuela secundaria católica. Le dijo a NCR que se sintió llamado al sacerdocio como Salesiano de Don Bosco, una congregación religiosa enfocada en la educación. NCR informó: “Si bien las respuestas desde dentro de la orden [salesiana] han sido de apoyo, reflejan la postura actual de la iglesia sobre las cuestiones transgénero, lo que lo deja en la tarea de reconciliar su llamado con la realidad de las políticas de la iglesia“. A pesar de las barreras para entrar en la vida religiosa y el sacerdocio, White vive su vocación sirviendo como profesor de religión en la escuela católica St. Paul en Leicester, Reino Unido.
El hermano Matson es un ermitaño diocesano religioso de Lexington, Kentucky. Como informó anteriormente Bondings 2.0, Matson fue recibido por el obispo John Stowe, OFM Conv., en 2021. En 2023, Matson renovó sus votos por tres años. Se cree que es el primer ermitaño diocesano abiertamente transgénero en la historia de la Iglesia Católica. Antes de convertirse en ermitaño, Matson intentó unirse a los jesuitas. Pasó por un proceso de discernimiento y habló con varios directores vocacionales entre 2011 y 2018, quienes lo consideraron un candidato “excelente“, pero finalmente lo rechazaron debido a su “historial médico” como hombre trans.
NCR informó la historia de otro hombre trans, James Pawlowicz, que también discernió una vocación con los jesuitas. Cuando Pawlowicz se lo contó a su director de vocaciones, “la respuesta fue una mezcla de apoyo personal y rechazo institucional”. Pawlowicz dice que el director le dijo: “Tienes que nacer varón y seguir siendo varón para poder unirte a la vida religiosa”.
El abogado canónico Daniel Quinan explicó que, si bien cada orden se rige por su propia constitución, las congregaciones religiosas suelen utilizar definiciones tradicionales de sexo biológico, en lugar de identidad de género. Quinan informa que los casos de personas transgénero que buscan ingresar a la vida religiosa han sido poco frecuentes, pero cada vez son más comunes.
Durante el año pasado, ha surgido una red informal de apoyo mutuo entre los hombres que están discerniendo la vida religiosa. Se reúnen mensualmente por Zoom y se han conocido en persona. Matson se ha convertido en una persona de contacto para estos hombres, que han pasado cada uno por su propio proceso de discernimiento y, en muchos casos, de persecución.
Matson enfatiza el amor genuino a la iglesia que motiva a estos hombres. Él le dijo a NCR:
“En lugar de asumir que todos somos personas que están dispuestas a socavar la iglesia… la gente necesita darse cuenta de que estamos allí para la Eucaristía… Estamos allí para Cristo. Es por eso que estamos en la iglesia y por eso no vamos y hacemos que toda nuestra vida sea sobre ser trans. Nuestras vidas están todas centradas en Cristo”.
A pesar de los rechazos, muchos de estos hombres están encontrando formas de vivir sus vocaciones. Matson ha “encontrado consuelo en la idea de que su identidad como hermano religioso era intrínseca a su ser, un llamado que no podía ser fácilmente descartado”.
Quinan cree que los principios del derecho canónico establecen un marco para la inclusión de las personas transgénero en la vida religiosa, al insistir en un llamado universal a buscar la santidad. Si todos los católicos comparten un “derecho y deber de discernir una vida dedicada a los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia”, entonces los católicos transgénero también comparten ese llamado.
Quinan dice: “Creo que admitir a las personas transgénero en la vida consagrada y religiosa es ciertamente posible; pero luego tenemos que lidiar con todas las realidades concretas de cada caso particular, que pueden no ser tan simples”.
Las realidades de las personas transgénero que viven y ejercen su ministerio dentro de la Iglesia Católica hoy en día están plagadas de barreras. Incluso con esas dificultades, Kuzma celebra la libertad que experimentó al afirmar su identidad en su encuentro con el Papa Francisco. “Sentí al Espíritu Santo obrando en Roma”, reflexiona Kuzma, “no solo en el apretón de manos de Francisco, sino en los peregrinos que llenaban la plaza y en las sonrisas esperanzadas de mis compañeros de viaje transgénero”.
—Ariell Watson Simon (ella), New Ways Ministry, 6 de noviembre de 2024
Un nuevo estudio revela que los católicos de Estados Unidos y América Latina siguen divididos sobre las cuestiones LGBTQ+, pero el apoyo está aumentando en algunas áreas.
El estudio del Pew Research Center study encuestó a más de 5.600 católicos de siete países y dijo que las diferencias se dan en gran medida a nivel nacional.
En Argentina y Chile, la mayoría de los católicos creen que la Iglesia debería reconocer la igualdad matrimonial, lo que demuestra la creciente aceptación de las relaciones LGBTQ+ en estas regiones. En contraste, menos de la mitad de los católicos en México y Perú apoyan el reconocimiento de los matrimonios entre personas del mismo sexo. En los Estados Unidos, poco más de la mitad de los católicos creen que la Iglesia debería reconocer tales matrimonios.
Argentina tiene el mayor número de católicos que desean reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo, con un 70%. Seguido de Chile con un 64% y Estados Unidos con un 54%. Casi la mitad de los mexicanos apoyan el reconocimiento de la igualdad matrimonial, al igual que el 43% de los brasileños y el 40% de los colombianos. Perú, con un 32%, tiene el menor número de católicos en América Latina que apoyan dicho reconocimiento.
El estudio de Pew también analiza la ordenación de mujeres como sacerdotes, donde hay más consenso, ya que la mayoría de los católicos en todos los países encuestados apoyan la ordenación de mujeres. Asimismo, la mayoría de los católicos cree que la iglesia debería permitir el uso de métodos anticonceptivos.
Existe un mayor desacuerdo sobre si se debería permitir que los sacerdotes se casen. Alrededor de dos tercios de los católicos en Argentina, Chile y los EE. UU. apoyan esta idea, mientras que en México y Perú, la mayoría de los católicos se oponen a ella, con solo el 38% y el 32% a favor, respectivamente.
La brecha generacional es otro factor importante. Los católicos más jóvenes se inclinan más por el progresismo, y específicamente los católicos entre las edades de 18 y 39 años son mucho más propensos a apoyar cambios progresistas. En Colombia, el 65% de los católicos jóvenes cree que se debería permitir que las mujeres se conviertan en sacerdotes, en comparación con el 49% de los católicos de mayor edad. De manera similar, los católicos más jóvenes de la región son más propensos a estar a favor de reconocer los matrimonios entre personas del mismo sexo, lo que demuestra que la afirmación de la comunidad LGBTQ+ puede crecer con la generación más joven a medida que adquieren roles más destacados en la iglesia.
Entre los católicos que asisten a misa semanalmente o rezan a diario, hay menos apoyo a la inclusión LGBTQ+. En México, solo el 38% de los feligreses semanales cree que la iglesia debería reconocer la igualdad matrimonial, mientras que el 52% de los asistentes a misa con menos frecuencia apoya esta idea. Aunque las encuestadoras como Pew a menudo utilizan la asistencia a misa como un barómetro de la fidelidad, es importante recordar que vivir la fe católica se extiende mucho más ampliamente.
El Papa Francisco, un motivador principal para la aceptación de las personas LGBTQ+ por parte de muchos católicos, también fue un tema de la encuesta. Sigue siendo ampliamente popular en todos los países encuestados. Sin embargo, sus índices de favorabilidad han disminuido en la última década, especialmente en Argentina, su país de origen, donde solo el 74% de los católicos lo ven ahora favorablemente, en comparación con el 98% hace una década. De manera similar, en Estados Unidos, una encuesta de febrero de 2014 reveló que el 85% de los católicos tenían una opinión favorable del Papa, y ahora esta encuesta más reciente revela que solo el 75% todavía mantiene esa opinión.
ROMA—La publicación de hoy es un resumen de cómo los defensores católicos LGBTQ+ y otros fieles reformistas han respondido al cierre del Sínodo de la Sinodalidad. Para leer la declaración de New Ways Ministry sobre el Documento final, del Sínodo, haga clic aquí.
Los católicos LGBT+ de Westminster reconocieron que el documento final del Sínodo “no utilizó el acrónimo LGBT+”, pero elogiaron el reconocimiento en el párrafo 50 de que algunas personas siguen sintiendo dolor al ser excluidas debido a “su situación matrimonial, identidad o sexualidad”. La respuesta del grupo continuó:
“El Informe enfatiza la pluralidad de contextos (párrafos 18-20) en los que la Iglesia está llamada a responder a la diversidad de necesidades entre el pueblo de Dios. Un principio clave de subsidiariedad sustenta gran parte de lo que el Informe propone en el desarrollo de los ministerios pastorales de la Iglesia y la inclusión de aquellos que han sido marginados en la Iglesia y la sociedad. También se destaca la autoridad de la Iglesia local en el desarrollo de caminos presentes y futuros de reflexión pastoral y doctrinal sobre los llamados “temas controvertidos”.
DignityUSA dijo en una declaración que el documento del Sínodo “decepcionará y frustrará a muchos de los que participaron y siguieron el proceso mundial”, incluidos los católicos pro-LGBTQ+. Marianne Duddy-Burke, directora ejecutiva, comentó además:
“Muchos católicos ya están profundamente comprometidos en trabajar por una iglesia más justa e inclusiva, para las personas LGBTQIA+, las mujeres, los migrantes, las personas con discapacidades y tantos otros que aún no se sienten completamente en casa. Animamos a la gente a seguir haciendo este trabajo de vital importancia, en parroquias y comunidades católicas independientes. Si nuestra iglesia puede estar verdaderamente abierta al tipo de cambios sinodales que pide el informe, veremos más equidad y mejor atención pastoral con el tiempo”.
El padre James Martin, SJ, delegado en la asamblea del Sínodo, elogió el resultado de Outreach como un paso positivo para las personas LGBTQ+. Martin ofreció siete puntos sobre por qué este Sínodo fue realmente bueno para las cuestiones LGBTQ+, que en general surgieron de su declaración: “Me sorprendió encontrar que las conversaciones sobre los católicos LGBTQ+ fueron mucho más amigables, mucho más relajadas y mucho más abiertas este año”.
Entre sus puntos, Martin defendió la eliminación de los temas “controvertidos” para los grupos de estudio, lo que hizo que fuera “más fácil tener conversaciones abiertas y amistosas sobre el tema”. Dijo que no usar el término “LGBTQ” ayudó porque “parecía permitir que la gente escuchara más”, ya que algunos ven el término como “incendiario”. También sugirió que “puede haber habido alguna conversión”, ya que los delegados que eran escépticos el año pasado ahora eran más amigables con él y le hacían preguntas de buena fe. Martin concluyó, en parte:
“[E]l consenso general es que la iglesia necesita acercarse a las personas LGBTQ, incluso si no se usa el término. (Francamente, la inclusión de la palabra “identidad” [en el párrafo 50] fue una agradable sorpresa para mí.)
“En segundo lugar, durante los últimos dos años, más de 350 líderes católicos de todo el mundo (cardenales, arzobispos, obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, líderes laicos) pueden haber oído hablar de las personas LGBTQ de maneras que antes no lo habían hecho. Eso es seguramente algo bueno.
“En tercer lugar, gracias al Sínodo, el tema está ahora más ‘sobre la mesa’ para la iglesia universal. Llevará tiempo que el tema madure en ciertas culturas y diócesis, pero ahora el tema está más ‘fuera’”.
Mary McAleese, expresidenta de Irlanda, respondió llamando al documento del Sínodo “un gran bostezo de palabras que no significa absolutamente nada”, añadiendo, en parte:
“No hay nada en el informe que no pudiera haber sido escrito en medio día por DDF antes de que comenzara el circo sinodal. La Iglesia Magistral y su cohorte de cortesanos están ahora en camino de aburrir a los fieles hasta la muerte vendiendo esta horrible y trillada palabrería proteccionista, cada palabra diseñada para evitar el reconocimiento de la plena igualdad ordenada por Dios de todos los miembros de la Iglesia. El resultado me recuerda a un reciente sínodo diocesano de dos años en Irlanda, cuya principal recomendación fue que debería haber una taza de té después de la misa. Tiene más mérito que el informe final del Sínodo sobre la sinodalidad”.
La The Women’s OrdinationConference (Conferencia de Ordenación de Mujeres) dijo en su declaración que el documento del Sínodo era “una respuesta insuficiente y decepcionante al proceso de varios años destinado a responder a las necesidades de la iglesia hoy”. La organización hace una observación sobre la ordenación de mujeres que podría aplicarse de manera similar a las cuestiones LGBTQ+:
“El ‘estudio’ interminable sobre el tema de las mujeres es una táctica patriarcal de dilación por parte de los hombres ordenados para mantener el status quo. Los hombres ordenados deciden los parámetros y el ritmo de la sinodalidad, y cuándo es el momento “maduro” para los ministerios de las mujeres. Y lo hacen a un costo incalculable. La iglesia ha perdido generaciones de mujeres que soportaron el dolor y la humillación de tener que demostrar la validez de su llamado. ¿Cuánto tiempo deben esperar las mujeres? O, más consecuentemente: ¿Esperarán las mujeres?”
We Are Church International, una coalición de grupos de reforma de la iglesia, emitió una declaración diciendo que “no se encontró igualdad en el Sínodo”, y continuó:
“A pesar de las grandes esperanzas iniciales para el proceso sinodal, éste volvió al modelo jerárquico patriarcal de “el padre sabe más”. No hay un proceso acordado para la selección y participación de los laicos y en particular de las mujeres en los futuros Sínodos. Quitar los 10 temas de estudio del Sínodo y excluir el debate sobre las mujeres en los ministerios ordenados socavó totalmente el proceso sinodal. Las reformas urgentemente necesarias en nuestra iglesia vendrán de las comunidades y las iglesias locales y no de Roma. Las propuestas de descentralización en el documento final del Sínodo pueden facilitar estas reformas”.
John Allen, Jr., editor de Crux, escribió un análisis sobre por qué el Sínodo no condujo a un cambio importante como muchos esperaban -o temían- sino que, en cambio, terminó con “un resultado básicamente cauteloso y no revolucionario”. Allen explica:
“Una explicación puede ser que la minoría más conservadora en el sínodo pegó más de lo que le correspondía, otra una fatiga general entre los participantes con los argumentos que estallaron la última vez y un deseo de terminar con una nota pacífica. En general, sin embargo, hay que decir que fue el Papa Francisco quien dirigió el Sínodo hacia este aterrizaje suave, sacando de la mesa la mayoría de los temas polémicos y enviando señales de que quería que el foco estuviera en el viaje, no en el destino…
“Quizás, aunque hay otra perspectiva a considerar. En una era profundamente dividida y polarizada, el hecho de que la Iglesia católica pudiera organizar un ejercicio consultivo tan masivo y aún así lograr de alguna manera mantener a todos unidos al final, incluso si nadie está completamente satisfecho, tiene que calificarse como un milagro menor –y, pensándolo bien, tal vez no tan menor después de todo”.
El cardenal Jean-Claude Hollerich de Luxemburgo, relator general del Sínodo, ofreció estas palabras a los fieles católicos:
“Verán con el tiempo una Iglesia donde ellos cuentan, donde son importantes, donde sus talentos, sus dones, su experiencia de vida, son importantes porque pertenecen al pueblo de los bautizados”.
Una última respuesta notable es la del Papa Francisco. Al concluir la Asamblea General, con la aprobación del Documento Final, el Papa anunció que en lugar de emitir su propio documento de enseñanza post-sinodal, como se hace habitualmente, aceptaba el documento de la Asamblea como enseñanza magisterial. Francisco explicó:
“No pretendo publicar una Exhortación Apostólica, basta con lo que hemos aprobado. En el Documento ya hay indicaciones muy concretas que pueden ser una guía para la misión de las Iglesias, en sus continentes y contextos específicos. Por eso lo pongo inmediatamente a disposición de todos, por eso dije que se publicara. De este modo, quiero reconocer el valor del camino sinodal realizado, que a través de este Documento entrego al santo pueblo fiel de Dios…
“El Documento es un don para todo el pueblo fiel de Dios, por la variedad de sus expresiones. Es obvio que no todos se propondrán leerlo. Les corresponderá en gran medida a ustedes, junto con muchos otros, hacer accesible lo que contiene en las Iglesias locales. El texto, sin el testimonio de la experiencia vivida, perdería gran parte de su valor”.
—Robert Shine (él), New Ways Ministry, 29 de octubre de 2024
La Asamblea General del Sínodo sobre la Sinodalidad publicó anoche (sábado 26) su Documento Final, con lo que no solo concluye la reunión de este mes, sino también el proceso más amplio de tres años iniciado por el Papa Francisco en 2021. El Papa ha aclarado que no emitirá una exhortación apostólica, como había sido habitual en los sínodos anteriores, por lo que este Documento Final es, de hecho, la última palabra por ahora.
A continuación, se incluye una declaración de Francis DeBernardo, Director Ejecutivo de New Ways Ministry, sobre el documento y la conclusión de este Sínodo. Bondings 2.0 brindará más cobertura a lo largo de esta semana.
ROMA—Por segunda vez, la Asamblea General del Sínodo no incluyó las cuestiones LGBTQ+ en su Documento Final, a pesar de que los fieles católicos insistieron en nombrarlas como una prioridad máxima. Tal omisión sin duda decepcionará a muchos católicos pro-LGBTQ+ que esperaban un cambio positivo a través de este proceso sinodal. Pero si bien el Documento Final se queda corto, el proceso sinodal ha preparado un terreno fértil para el cambio.El New Ways Ministry insta a los católicos a no desesperarse, sino a continuar su trabajo por la justicia y la igualdad.
Los laicos de la Iglesia deben ahora alzar la voz y ser más vigorosos que nunca en la defensa de la reforma. El mejor resultado del proceso sinodal es la reafirmación del firme llamado del Vaticano II a que todo el pueblo de Dios sea corresponsable de la Iglesia y participe en todos los niveles de la toma de decisiones. Los defensores católicos de los derechos LGBTQ+ no deben permitir que las esperanzas frustradas de una mayor reforma a través del Sínodo les impidan participar más en el gobierno eclesial.
Independientemente de este Documento Final, queda trabajo por hacer del catolicismo “un hogar para todos”, como lo ha imaginado el Papa Francisco.
Los papas autoritarios de 1978 a 2013 sofocaron cualquier discusión real sobre las cuestiones LGBTQ+ en la Iglesia, incluso en los niveles más altos. Ahora, llevará tiempo que el catolicismo crezca hasta convertirse en un modo sinodal. Este desafío se hace más difícil porque muchos obispos, particularmente en los Estados Unidos, fueron nombrados por los dos papas anteriores y comparten sus tendencias autocráticas incluso ahora. El derecho canónico debe revisarse lo suficiente para que la participación de los laicos y la consulta amplia sean obligatorias o esos obispos y líderes de la Iglesia intransigentes no cambiarán.
Cuando se les preguntó en las conferencias de prensa del Sínodo de este mes sobre la posibilidad de tal obstrucción, orador tras orador alentó a los laicos a tomar iniciativas sinodales incluso si no se presenta ninguna de los líderes de sus diócesis o parroquias. Estos últimos tres años han demostrado que la sinodalidad es el camino a seguir para la Iglesia, y no se le negará.
El Sínodo sobre la sinodalidad en su conjunto sigue siendo un momento histórico en la historia de la Iglesia para los católicos LGBTQ+. Por primera vez a nivel mundial, las preocupaciones y los deseos de las personas LGTBIQ+ y sus aliados no solo fueron expresados, sino que fueron escuchados atentamente por los líderes del Vaticano. El proceso sinodal dejó en claro que la inclusión LGBTQ+ es una preocupación clave para los fieles. Durante más de dos años de consultas en todos los continentes y en todos los niveles, los católicos hicieron saber a sus líderes que ha llegado el momento de poner fin a la discriminación y la exclusión.
Nunca más se puede decir que la inclusión LGBTQ+ en la iglesia es un tema de nicho o descartado como una simple preocupación occidental. Nunca más la Iglesia institucional puede pretender no saber el daño que se ha hecho o los caminos que se ofrecen para avanzar. Este viaje sinodal dejó en claro que el pueblo de Dios anhela una iglesia que acoja a todas las personas, que incluya todas las identidades sexuales y de género.
Junto con muchas otras preocupaciones urgentes expresadas por los fieles, la Asamblea General de este mes no respondió adecuadamente a los católicos LGBTQ+ y sus aliados. Debido a que la Asamblea careció de transparencia sobre sus procedimientos y rendición de cuentas a la Iglesia en general, no sabemos cómo ni por qué sucedió esto. Sabemos que algunos delegados LGBTQ+ se esforzaron por plantear estas cuestiones, pero las respuestas de otros delegados siguen siendo un misterio. Claramente, se vieron obstaculizados por la decisión preventiva del Papa Francisco y los líderes del Sínodo de eliminar la inclusión LGBTQ+ y otros temas considerados demasiado controvertidos de la agenda de la Asamblea. En resumen, la Asamblea General del Sínodo no logró ser sinodal.
El ministerio católico LGBTQ+ se ha llevado a cabo de manera sinodal mucho antes de que la Iglesia en general comprendiera el valor de la sinodalidad. Durante décadas, el ministerio LGBTQ+ se ha basado en el encuentro, la escucha, la educación recíproca y la toma de decisiones colaborativa. Los defensores católicos LGBTQ+ conocen bien estos métodos y conocen bien sus frutos.
El trabajo del diálogo sinodal permitirá que la iglesia se convierta aún más a partir de las experiencias vividas por los católicos LGBTQ+. La Asamblea Sinodal de este mes, y de hecho los tres años de este Sínodo sobre la sinodalidad, son solo el comienzo de un proceso más largo, y por eso los católicos deben asegurarse de que la implementación de las reformas estructurales se realice de manera sólida, transparente e íntegra.
—Francis DeBernardo, New Ways Ministry, 27 de octubre de 2024
Para ver la cobertura completa de Bondings 2.0 sobre el Sínodo sobre la sinodalidad, haga clic aquí. Además, todos los recursos de New Ways Ministry sobre la sinodalidad (seminarios web, resúmenes de conversaciones espirituales LGBTQ+, registros de los participantes sobre temas LGBTQ+ y más) están disponibles haciendo clic aquí. (En los dos primeros enlaces – cobertura y Sínodo sobre la sinodalidad -, puede verse casi toda la información en español)
Fuente New Ways Ministry
En palabras del director de Religión Digital José Manuel Vidal, “Si, como decía el profético cardenal Martini, llevamos doscientos años de retraso, la verdad es que el documento final del Sínodo no parece colmarlos. Es evidente que el documento trasluce un nuevo comienzo, un reinicio, un reset de la Iglesia en clave sinodal. ¿Es suficiente este nuevo comienzo? El proceso sinodal es un proceso, pero, a fuer de quedarse en mera palabrería, debería aterrizar en lo concreto y dar pasos sinodales desde el principio.”
Explica su compromiso con este colectivo: “Los jesuitas tenemos que caminar con los excluidos”
“Yo trabajo con los católicos LGBTQ+ porque soy sacerdote jesuita. Como dice la Compañía de Jesús, estamos llamados a ‘caminar con los excluidos’. ¿Y quién se siente más excluido que ellos mismos de la Iglesia?”
“Definitivamente creo que el Papa Francisco, que tiene que equilibrar la profecía con la unidad, está haciendo lo mejor que puede. Sé que las personas LGBTQ+ tienen un amigo en Francisco”
“Tal vez lo que estamos viendo es que el propio Papa está llegando a nuevas comprensiones de esas cuestiones, a medida que escucha, reza, sopesa y discierne lo que ve, lee y oye”
“Yo trabajo con los católicos LGBTQ+ porque soy sacerdote jesuita. Como dice la Compañía de Jesús, estamos llamados a ‘caminar con los excluidos’. ¿Y quién se siente más excluido que ellos mismos de la Iglesia? Básicamente, trabajo con ellos porque Jesús siempre se acercó a quienes se sentían marginados. Y definitivamente creo que el Papa Francisco, que tiene que equilibrar la profecía con la unidad, está haciendo lo mejor que puede. Sé que las personas LGBTQ+ tienen un amigo en Francisco”.
Tras algunas críticas vertidas porque las cuestiones sobre este colectivo habían desaparecido de la segunda fase del Sínodo de la Sinodalidad que se está celebrando en Roma, el religioso y pionero en la pastoral con estas personas, James Martin, lo tiene muy claro: “En cuestiones LGBTQ+, creo que definitivamente [el papa Francisco] ha hecho grandes avances”.
Así lo asegura el también padre sinodal -en la sesión del año pasado vio cómo otro de los padres sinodales se levantaba de su lado en la mesa en la que le había tocado al percatarse de su presencia- en una entrevista con NCR, en donde pasa revista a las expectativas levantadas sobre la segunda parte de esta histórica asamblea sinodal.
Enfriar las expectativas
Sobre por qué razones Francisco se muestra más comprensivo con la cuestión LGTBI+ o el papel de la mujer en la Iglesia que sus predecesores, pero luego enfría las expectativas y elimina ambos focos de la reflexión sinodal, Martin señala que “tal vez lo que estamos viendo es que el propio Papa está llegando a nuevas comprensiones de esas cuestiones, a medida que escucha, reza, sopesa y discierne lo que ve, lee y oye”.
Dear friends: We’re about halfway through the @Synod_va so I thought that, without breaking any confidences, I could give you an overview of what’s been going on. In essence, 350 delegates from around the world have come together to discern ways of helping the church be more… pic.twitter.com/hXyfvAEJeP
“También tenemos que recordar que está equilibrando los deseos de varios grupos en la Iglesia, varias diócesis, varias culturas, etc. Así que lo que puede parecer tibio en Occidente es candente en otras partes del mundo”, asegura el jesuita.
En cuanto a si, finalmente, tras las expectativas levantadas en torno a este Sínodo, que comenzó a trabajarse ya en 2021, pueden cumplirse o la decepción prenderá en no pocos, Martin muestra su confianza en los avances: “Estoy seguro de que se logrará algo, pero sólo el Espíritu Santo sabe en qué consiste”.
“El progreso del año pasado fue, como mínimo, una profundización de las amistades que comenzaron el pasado mes de octubre. Ahora bien, como dijo el padre Radcliffe el año pasado, la gente podría decir: ‘¡Qué desperdicio! ¡Hacer todo ese camino sólo para hacer amigos!’. Pero este es un paso esencial en el proceso. Como dijo san Juan Pablo II: ‘La colegialidad afectiva precede a la colegialidad efectiva’. En otras palabras, la amistad precede al diálogo. No se puede hablar de cosas difíciles a menos que se conozca a la otra persona como un amigo”.
En este sentido sí que destaca que el ambiente ha mejorado con respecto al año pasado: “Este año el ambiente es más festivo, la gente no saluda a extraños, sino a amigos. Eso debería facilitar, como dije, la construcción de puentes y la solución de cualquier problema difícil que pueda surgir”.
El Papa Francisco se reúne con la delegación del New Ways Ministry. De izquierda a derecha, la Dra. Cynthia Herrick, Laurie Dever, Deacon Ray Dever, Michael Sennett y Nicole Santamaría
A mediados de octubre, el Papa Francisco recibió a la hermana Jeannine Gramick, cofundadora del Ministerio New Ways, y a un grupo de católicos transgénero, intersexuales y aliados en una audiencia de 80 minutos en su residencia privada. En la audiencia, los asistentes ofrecieron testimonios personales al Papa.
Bondings 2.0 ha estado publicando esos testimonios en su totalidad, en el orden en que fueron presentados en la audiencia. Para leer más sobre la reunión del Ministerio New Ways con el Papa Francisco, haga clic aquí. Para ver testimonios anteriores, consulte la parte inferior de esta publicación.
El testimonio de hoy es de la Dra. Cynthia Herrick, médica especializada en endocrinología y codirectora de una clínica de medicina de género.
Soy endocrinóloga y llevo más de 15 años ejerciendo la medicina. Además de tratar la diabetes, los problemas de tiroides y otras afecciones hormonales, atiendo a cientos de adultos transgénero, lo que constituye uno de los trabajos más gratificantes y que más humildad me brinda. Apoyar a las personas transgénero para que vivan su verdad y su propósito es una celebración de la creación de Dios y el máximo compromiso con la vida.
La identidad de género no se basa en una nueva teoría o ideología, y no es contagiosa. La forma en que entendemos nuestro género está determinada por áreas especializadas dentro de nuestro cerebro. Así como no elegimos ser diestros o zurdos, tampoco elegimos nuestro género. Las personas transgénero se identifican con un género que difiere de las características sexuales de su cuerpo. El respeto por este concepto innato de sí mismo que se origina en el cerebro, como parte del cuerpo, es esencial para reconocer la dignidad de cada ser humano.
Las personas transgénero han existido en numerosas culturas a lo largo de la historia. Esta es una parte intrínseca de la identidad natural de una persona y estas variaciones en el desarrollo humano mejoran la diversidad. Cuando veo a alguien que busca terapia hormonal para la transición de género, a menudo ha pasado años y, a veces, décadas comprendiendo su identidad y discerniendo lo que esto significa para él en un mundo a menudo hostil. En una encuesta a más de 27.000 adultos transgénero en los EE. UU., el 81 % de las personas dijeron que reconocieron que su género era diferente al sexo en su certificado de nacimiento antes de los 16 años, pero solo 1 de cada 5 se lo dijo a alguien más en ese momento. (1) Algunos de mis pacientes describen que tenían miedo de revelar su condición de transgénero en su juventud, sintiéndose profundamente deprimidos por la desconexión entre quiénes son y quiénes sus familias y la sociedad quieren que sean.
La atención médica para las personas transgénero es altamente individualizada y adaptada al bienestar total de la persona. Antes de la pubertad, la única atención brindada es la atención de salud mental y el apoyo social. Después de que comienza la pubertad, los medicamentos pueden detener la pubertad si los cambios corporales están causando una angustia significativa. Más tarde, la terapia hormonal o la cirugía para alinear los atributos físicos del cuerpo con la identidad de género expresada en el cerebro pueden aliviar el sufrimiento que se produce a partir de esta desconexión. En mi práctica, los adultos jóvenes que comenzaron su transición antes de los 18 años a menudo prosperan y tienen confianza, avanzan hacia sus metas en la vida, agradecidos por la atención que tuvieron disponible en la adolescencia. En los adultos, a las pocas semanas de comenzar la terapia hormonal, mis pacientes me dicen que sienten “como si se hubieran quitado un peso de encima“, como si “estuvieran en el camino correcto” y se sienten “mucho más cómodos” en su cuerpo. Numerosos pacientes me han dicho que esta atención les salvó la vida.
Como con cualquier intervención médica, existen preocupaciones justificables sobre los resultados inesperados y el arrepentimiento por el tratamiento. Es importante comprender estos resultados y apoyar a las personas que destransicionan. Sin embargo, la gran mayoría de las personas transgénero que reciben terapia hormonal (98%) y cirugía (97%) informaron una mejor satisfacción con la vida en la encuesta más reciente de más de 90.000 personas transgénero en los EE. UU. (2)
Las amenazas de restringir severamente o prohibir la atención médica para las personas transgénero generan un daño moral significativo para mí y mis colegas porque entendemos el inmenso beneficio de esta atención y vemos la desesperación que resulta cuando se niega la atención médica esencial. Los líderes de la iglesia deben tomar una postura contra la discriminación y arrojar luz sobre el mundo tal como Dios lo creó: increíblemente hermoso en su diversidad y complejo más allá de los confines de nuestra comprensión humana.
James, S.E., Herman, J.L., Durso, L.E., & Heng-Lehtinen, R. (2024). Early Insights: A Report of the 2022 U.S. Transgender Survey. National Center for Transgender Equality, Washington, DC. https://transequality.org/sites/default/files/2024-0tim
El Papa Francisco se reúne con la delegación del New Ways Ministry. De izquierda a derecha, la Dra. Cynthia Herrick, Laurie Dever, Deacon Ray Dever, Michael Sennett y Nicole Santamaría
A mediados de octubre, el Papa Francisco recibió a la hermana Jeannine Gramick, cofundadora del Ministerio New Ways, y a un grupo de católicos transgénero, intersexuales y aliados para una audiencia de 80 minutos en su residencia privada. En la audiencia, los asistentes ofrecieron testimonios personales al Papa.
Bondings 2.0 ha estado publicando esos testimonios en su totalidad, en el orden en que fueron presentados en la audiencia. Para leer más sobre la reunión del Ministerio New Ways con el Papa Francisco, haga clic aquí. Para testimonios anteriores, consulte la parte inferior de esta publicación.
Permítanme comenzar contándoles acerca de mi familia. Mi esposa Laurie y yo hemos estado casados por 31 años, y he sido diácono en la iglesia por 15 años. Tenemos tres hijas adultas, la mayor de las cuales es una mujer transgénero de 30 años llamada Lexi. Sus problemas de identidad de género salieron a la luz hacia el final de la escuela secundaria y el comienzo de la universidad. Durante ese tiempo, casi la perdimos, ya que tuvo tres intentos de suicidio. Con nuestro amor y apoyo incondicional, finalmente salió del armario y realizó la transición completa, social, legal y médica, un proceso que llevó casi 10 años; si no lo hubiera hecho, probablemente no estaría viva hoy. Hemos reconciliado nuestro apoyo hacia ella con nuestra fe y estamos totalmente en paz con eso. La vida de nuestra hija fue lo primero. La vida siempre es lo primero. El amor siempre es lo primero.
Si puedo hablar honesta y francamente, me gustaría compartir dos pensamientos, basados en nuestros años de experiencia en la intersección de la familia y la iglesia. En primer lugar, reconozco las preocupaciones de la Iglesia con respecto a la teoría de género, pero hemos aprendido que simplemente no hay conexión entre la teoría de género y las personas transgénero, personas que luchan con la disforia de género tal como la define la profesión médica, algo que claramente no es una elección personal ni el resultado de alguna ideología. Debido a esta confusión, las personas transgénero están siendo excluidas de la vida de la Iglesia en demasiadas diócesis y parroquias: se les niegan los sacramentos, no se les permite asistir a escuelas católicas. Creo que eso es trágico y claramente incorrecto. Existe una necesidad desesperada de que la Iglesia hable, aprenda y discierna la verdad sobre estos temas.
En segundo lugar, lo que realmente me ha afectado más personalmente es la asombrosa falta de compasión dentro de gran parte de la Iglesia hacia las personas transgénero: personas como nuestra hija, personas que seguramente fueron creadas a imagen y semejanza de Dios, personas de todo el mundo que están lidiando con problemas de identidad de género sin culpa propia y que solo quieren vivir sus vidas con la misma dignidad y respeto que cualquier otra persona. Y quiero agradecerles personalmente la compasión que han demostrado hacia las personas transgénero.
Me duele decir esto, pero en este momento creo que, como iglesia, estamos haciendo más daño que bien en nuestro enfoque de la teoría de género y las personas transgénero. Estamos causando un daño real a estas personas y a las familias que las aman y las apoyan. Espero y rezo para que, en el espíritu del Sínodo, podamos comenzar a abrirnos a la verdad y discernir un mejor camino a seguir. Y espero y rezo para que todos podamos encontrar en nuestros corazones algo de misericordia y compasión genuinas para las personas transgénero, la misma misericordia y compasión que estamos llamados a mostrar por cada uno de los amados hijos de Dios.
El Papa Francisco se reúne con la delegación del Ministerio New Ways. De izquierda a derecha: la Dra. Cynthia Herrick, Laurie Dever, el diácono Ray Dever, Michael Sennett y Nicole Santamaria
A mediados de octubre, el Papa Francisco recibió a la hermana Jeannine Gramick, cofundadora del New Ways Ministry, y a un grupo de católicos transgénero, intersexuales y aliados, en una audiencia de 80 minutos en su residencia privada. En la audiencia, los asistentes ofrecieron testimonios personales al Papa.
Bondings 2.0 está publicando ahora esos testimonios en su totalidad, en el orden en que fueron presentados en la audiencia. Para leer más sobre la reunión del Ministerio New Ways con el Papa Francisco, haga clic aquí.
El testimonio de hoy es de Michael Sennett, un hombre transgénero y estudiante de posgrado en teología, que ha estado involucrado en el ministerio de la iglesia durante muchos años y es un colaborador habitual de Bondings 2.0.
La invitación a descubrir lo Divino en nuestras vidas me ha proporcionado una base para la fe y me permite ver mis experiencias de fe de la infancia a través de una nueva lente. Ver lo sagrado en mi historia me ayuda a comprender mejor mi relación con Dios: Él siempre ha estado conmigo y permanecerá a mi lado.
Cuando era niña, la gente me describía como una marimacha; no tenía el lenguaje para comunicar que, de hecho, era un niño. Mi familia nunca me obligó a encajar en un molde. Me amaban incondicionalmente.
En 2004, mi clase se estaba preparando para la Primera Comunión. Mientras esperaba en la fila el día de la Primera Reconciliación, le dije inocentemente a la catequista que deseaba usar un traje. Su reacción severa me sorprendió. Dijo que las niñas solo podían usar vestidos y que usar ropa de niño lastimaría a Jesús. Le advirtió al sacerdote sobre nuestra conversación. En el confesionario, el sacerdote me gritó: “¡Tus pecados son muy malos! ¡No recibirás la comunión si finges ser un niño!”. Me dijo que Dios no me reconocería con ropa de niño. Dijo que iría al infierno si moría con ropa de niño. Lloré porque estaba convencida de que Dios me odiaba. Solo tenía ocho años.
De vez en cuando, en la misa, los sacerdotes predicaban contra las personas LGBTQ+. Aunque todavía no podía expresarlo bien, en el fondo sabía que estaban hablando de mí. El miedo a no ser digna finalmente me atrapó. Dejé de ir a misa en sexto grado. La pubertad no fue simplemente incómoda: los cambios corporales que trajo consigo fueron mental y físicamente angustiantes.
En octavo grado, me topé con el término transgénero y de repente lo entendí: esa era yo. Esta constatación me aterrorizó e hice todo lo posible por negar mi verdadero yo. Enmascararme me costó depresión y ansiedad. Cortarme se convirtió en mi método para lidiar con el dolor, lo que provocó aún más tensión en mi cuerpo.
Durante mi tercer año de secundaria, toqué fondo e intenté suicidarme. Pasé mi cumpleaños número 17 en el pabellón psiquiátrico. Fue uno de los puntos más bajos de mi vida, pero también marcó el comienzo de mi curación. Una enfermera católica y lesbiana compartió su historia conmigo y me abrió los ojos. Tal vez no era imposible ser yo misma.
Cuando salí del hospital, me confesé. Estaba nerviosa cuando pedí perdón por ser transgénero. La respuesta del sacerdote me dio vida. Dijo: “Ser trans no es un pecado. No necesitas arrepentirte de quién Dios te creó para ser. Negar quién eres, eso sería la tragedia”.
Aproximadamente un año después, recibí mi primera dosis de testosterona. Mi rutina semanal cuando tomo testosterona comienza con un examen y termina con una oración de gratitud a Dios por la bendición de la terapia de reemplazo hormonal. Tres años después, me sometí a una mastectomía doble para tener un pecho plano. Esta operación fue un acto radical de autocuidado. Me hicieron una histerectomía al año siguiente.
A lo largo de mi viaje de transición médica, me he conectado con dos historias del Evangelio: La resurrección de Lázaro y El bautismo de Jesús. Como Lázaro, Jesús me llamó para que saliera de la tumba, ayudándome a sanar mi cuerpo y a aceptarlo. Las partes de mí que estaban constreñidas ahora son libres para vivir plenamente.
Y así como la identidad de Jesús se afirmó en el bautismo, mi identidad se afirma a través de la atención que afirma el género. A cada paso, siento la voz de Dios que me llama: “Tú eres mi hijo amado, en quien tengo complacencia”. Las hormonas y las cirugías no son solo transformaciones físicas. Son afirmaciones santas de quién soy a los ojos de Dios. No he interferido en el plan de Dios para la creación. Simplemente me he convertido más plenamente en la persona que Dios me creó para ser.
Actualmente, además de comenzar un trabajo en una parroquia, estoy estudiando Atención Pastoral en la Universidad de Fordham. Mi objetivo es apoyar a las personas LGBTQ con fe a través del encuentro y el diálogo. Creo en el cuidado de la persona en su totalidad. Mi viaje me ha enseñado que vivir auténticamente me acercará a Dios. Dios me ama tal como me creó maravillosamente.
Comentarios desactivados en Una persona católica intersexual le cuenta al Papa Francisco una historia de fe, violencia y la misericordia de Dios
El Papa Francisco se reúne con la delegación del Ministerio New Ways. De izquierda a derecha, la Dra. Cynthia Herrick, Laurie Dever, el diácono Ray Dever, Michael Sennett y Nicole Santamaria
El sábado pasado, el Papa Francisco recibió a la hermana Jeannine Gramick, cofundadora del New Ways Ministry, y a un grupo de católicos transgénero, intersexuales y aliados para una audiencia de 80 minutos en su residencia privada. En la audiencia, los asistentes ofrecieron testimonios personales al Papa.
A lo largo de esta semana, Bondings 2.0 publicará esos testimonios en su totalidad, en el orden en que fueron presentados en la audiencia. Para leer más sobre la reunión del Ministerio New Ways con el Papa Francisco, haga clic aquí.
El testimonio de hoy es de Nicole Santamaria, una mujer intersexual de El Salvador que emigró a los Estados Unidos debido a amenazas de muerte.
Mi nombre es Nicole Santamaria y soy una mujer con muchas identidades, porque soy hija, hermana, cuidadora, terapeuta, etc., pero sobre todo nací mujer indígena, intersexual. Y por esas identidades me vi obligada a huir y me convertí en inmigrante. Sí, mis identidades oscilan entre comunidades que han sido históricamente invisibilizadas, perseguidas, hasta exterminadas.
Nací exactamente el mismo día que estalló la guerra civil en mi país, El Salvador. Y en medio de la confusión social, el miedo y la muerte, mi madre, profesora y estudiante de sociología en la universidad, dio a luz a su tercer bebé, yo.
El pediatra aconsejó a mis padres que “arreglaran el defecto”. Como había un clítoris alargado, reconstruyeron mis genitales para poder tener un niño y hacer como si nada hubiera pasado. Mi madre, dado el contexto social, encontró alivio en criar a un niño en lugar de una niña en medio de una guerra.
Mis primeros recuerdos se remontan a cuando tenía tres años. Mi hermano me descubrió jugando con un vestido y las muñecas de nuestra hermana. Ese día mi padre me dio mi primera paliza. Con los años, los castigos por decir que era niña aumentaron y se intensificaron. Cuando mis pechos empezaron a desarrollarse, mi padre calentaba una moneda y presionaba mis pezones hasta extraerles la grasa. (Él lo llamaba romper el pezón.)
Entre los 11 y 12 años tuve mi primera regla. El director del colegio jesuita al que asistía me llamó aparte y me preguntó si sabía qué me estaba pasando. No supe qué responder. Me dijo: “Sabes que los ángeles no son ni hombres ni mujeres. Sólo sirven y alaban a Dios a través de sus actos de ayuda a los humanos. Cada vez que alguien te diga algo hiriente, recuerda que eres como un ángel. Tienes una misión en este mundo, alabar y servir a Dios y al prójimo”. Sus palabras quedaron en mi corazón, y aunque no sabía exactamente qué le estaba pasando a mi cuerpo, sabía que yo era diferente a los demás niños y niñas.
Pasaron los años. A los 16 años me independicé de mi familia, que era muy violenta. Me mudé a Costa Rica. Ya empezaba a escuchar nuevas terminologías, como transexual, transgénero, travesti, etc. Encontré una endocrinóloga, quien me confundió con una mujer cisgénero que quería hacer la transición a hombre. Cuando le expliqué mi situación, me pidió exámenes médicos y determinó que era una mujer hermafrodita. Resulta que tenía útero y ovarios y un clítoris que intentaron hacer pasar por pene. Hasta el día de hoy no sé qué procedimientos quirúrgicos me hicieron cuando era bebé.
En 2015, tras huir de mi país para trabajar en la igualdad LGBTQI+, sobreviví a un salvaje atentado contra mi vida en el que me dieron por muerta. En 2019, ya trabajando para El/La Para TransLatinas, una organización que trabaja para personas Trans, Intersexuales y de Género Diverso, tuve la oportunidad de acceder a una cirugía de “normalización vaginal”, que incluyó una histerectomía.
Las personas intersexuales o hermafroditas somos las más invisibilizadas, incluso dentro de la comunidad LGBT. Nacemos con una condición física que no encaja en parámetros socioculturales, por lo que nuestros cuerpos son mutilados sin consentimiento y nuestras identidades son forzadas a encajar en lo masculino o lo femenino. Tampoco somos tan raros, somos tan comunes como las personas pelirrojas. A la fecha, se conocen más de 80 rasgos intersexuales.
Trabajo con la comunidad trans porque, aunque no es toda mi experiencia, puedo entender el sufrimiento de expresar tu identidad y de ser excluida, violentada e incluso exterminada, ya que también fui forzada a ser criada en un género que no era el biológico.
Nací dentro de la fe católica, fui bautizada católica y moriré en mi fe, cumpliendo el mandamiento ignaciano de “En todo amar y servir”. En esta vida, Dios me puso al servicio de lo que se cree inexistente, de lo despreciado, de lo condenado, del misterio. El Gran Espíritu también creó y se manifiesta en algunos de nuestros cuerpos. Como mujer intersexual o hermafrodita, me siento cerca de Dios, del amor de Dios, de la misericordia de Dios y del misterio de Dios.
Comentarios desactivados en New Ways Ministry reúne a católicos transgénero e intersexuales y aliados católicos para dialogar con el Papa Francisco
El 11 de marzo, un grupo diverso de católicos transgénero, intersexuales y aliados se reunió con el Papa Francisco, entre ellos un médico que brinda atención para la transición de género. El grupo instó al Papa Francisco a dejar atrás el enfoque negativo de la Iglesia hacia las personas de género diverso y a alentar a los líderes de la Iglesia a escuchar con más atención las vidas y la fe de las personas LGBTQ+.
La reunión de casi 90 minutos fue organizada por la hermana Jeannine Gramick, SL, una monja estadounidense que ha trabajado con personas LGBTQ+ y sus familias durante más de 50 años. La visita fue patrocinada por New Ways Ministry, un ministerio católico nacional de extensión a la comunidad LGBTQ+, que la hermana Gramick cofundó en 1977 con el difunto padre Robert Nugent, SDS.
Cinco del grupo de 11 católicos que se reunieron con el Papa compartieron sus testimonios con él, entre ellos:
Nicole Santamaria, una mujer intersexual de El Salvador que emigró a los Estados Unidos debido a amenazas de muerte.
Michael Sennett, un hombre transgénero y estudiante de posgrado en teología, que ha estado involucrado en el ministerio de la iglesia durante muchos años.
El diácono Raymond y Laurie Dever, ministros pastorales que son padres de una hija transgénero, cuya difícil transición la llevó a un intento de suicidio.
La Dra. Cynthia Herrick, médica especializada en endocrinología y codirectora de una clínica de medicina de género.
El Papa Francisco con el personal del Ministerio New Ways. De izquierda a derecha, Francis DeBernardo, Bernadette Donlon, Robert Shine, Brian Flanagan y la Hna. Jeannine Gramick. El personal del Ministerio New Ways también asiste a la reunión: la Hna. Jeannine Gramick, cofundadora; Francis DeBernardo, director ejecutivo; Robert Shine, director asociado; Brian Flanagan, teólogo y miembro principal; Matthew Myers, gerente de operaciones; Bernadette Donlon, coordinadora de contenido digital.
La hermana Gramick organizó la reunión después de leer la declaración del Vaticano Dignitas Infinita, publicada en abril. Aunque el documento enfatiza que la Iglesia trata a todas las personas con dignidad y respeto, también contiene una condena a la atención médica para las personas transgénero que hacen la transición. Quería que el Papa Francisco escuchara directamente a los católicos transgénero e intersexuales y a quienes los apoyan, por lo que se puso en contacto con el pontífice, y él aceptó con entusiasmo la oportunidad.
Las personas que brindaron testimonio al Papa participaron en una reunión a principios de este año donde compartieron sus historias personales con un grupo invitado de obispos católicos estadounidenses. New Ways Ministry ha celebrado dos reuniones de este tipo, en 2023 y 2024, para que los obispos aprendan y discutan temas LGBTQ+ con teólogos, otros académicos, profesionales médicos, ministros pastorales y las propias personas LGBTQ+.
El Papa Francisco sentado con la hermana Jeannine Gramick, SL, cofundadora de New Ways Ministry
“Estoy agradecida con el Papa Francisco por estar dispuesto a escuchar las experiencias de las personas intersexuales y transgénero”, dijo la hermana Gramick. “Solo escuchando las historias de estas personas, así como de las personas que se preocupan por ellas, la Iglesia podrá escuchar plenamente la voz del Espíritu Santo que llama a la comunidad católica a romper con las enseñanzas y prácticas antiguas y mal informadas”.
“Esperamos que el ejemplo del Papa Francisco de escuchar a las personas LGBTQ+ inspire a otros líderes católicos a hacer lo mismo”, dijo DeBernardo. “Según su propia admisión, la jerarquía católica ha emitido pronunciamientos sobre género y sexualidad sin consultar primero a las personas más directamente relacionadas con estos temas. El Papa Francisco está mostrando a la Iglesia una nueva forma de desarrollar su enseñanza”.
New Ways Ministry le entregó al Papa una copia de su publicación más reciente, Cornerstones: Sacred Stories of LGBTQ+ Employees in Catholic Institutions, pidiéndole que reflexione sobre las vidas y la fe de las personas LGBTQ+ que quieren servir a la Iglesia pero que también experimentan discriminación.
En las próximas semanas, Bondings 2.0 publicará los textos de cada uno de los testimonios de los oradores al Papa Francisco.
Esta es la segunda reunión que la Hna. Gramick y el personal de New Ways Ministry han tenido con el Papa Francisco en menos de un año. La primera reunión, que duró 50 minutos, tuvo lugar el 17 de octubre de 2023.
—Robert Shine (él), New Ways Ministry, 12 de octubre de 2024
Comentarios desactivados en Madeleine Delbrêl (1904-1964)
PARA CONSTRUIR UNA IGLESIA MÁS AMABLE Y AMOROSA
Diego Fares,
Madeleine Delbrêl
Escribir sobre Madeleine Delbrêl es escribir sobre «una de las más grandes místicas del siglo XX», cómo dijo el cardenal Martini[1]. Y si es verdad lo que el mismo cardenal afirmó sobre la Iglesia – «La Iglesia está atrasada 200 años. ¿Cómo es posible que no se sacuda? ¿Tenemos miedo, miedo en lugar de coraje?»[2] -, releyendo la vida de Madeleine podemos decir que en esta hija suya, en su testimonio de vida y en su pensamiento, la Iglesia se adelantó 80 años.
Martini, al hablar del atraso, se refería principalmente a la Iglesia en Europa y al aspecto institucional. Decía: «La Iglesia está cansada en la Europa del bienestar y en Estados Unidos. Nuestra cultura está envejecida, nuestras Iglesias son grandes, nuestras casas religiosas están vacías y el aparato burocrático de la Iglesia está fermentando, nuestros ritos y nuestra vestimenta son pomposos. ¿Acaso estas cosas expresan lo que somos nosotros hoy? […] El bienestar pesa. Estamos ahí como el joven rico que se marchó entristecido cuando Jesús lo llamó para convertirlo en su discípulo. Sé que no podemos dejar todo fácilmente. Pero al menos podemos buscar hombres libres que estén más cerca del prójimo. […] ¿Dónde están esas personas llenas de generosidad como el buen samaritano?, ¿que tienen fe como el centurión romano?, ¿el entusiasmo de Juan Bautista?, ¿quién busca lo nuevo como Pablo?, ¿quiénes son fieles como María Magdalena? Aconsejaría al Papa y a los obispos que busquen doce personas fuera de lo común para los puestos de dirigencia. Hombres que estén cerca de los más pobres y que estén rodeados de jóvenes y que prueben cosas nuevas. Necesitamos enfrentarnos con hombres que ardan, de modo que el espíritu pueda difundirse por todas partes»[3].
Madeleine es una de esas grandes mujeres que reúnen en sí la fidelidad de María Magdalena, la audacia de Pablo, la generosidad del buen samaritano y la fe y el entusiasmo en y por Jesús de tantos personajes del Evangelio. Muchas, por no decir todas sus propuestas de vida cristiana en medio del mundo – especialmente en los lugares de periferia geográfica y existencial, como la Ivry marxista de hace 80 años – , son las que Francisco actualiza hoy en sus gestos y escritos oficiales.
Retrato
Madeleine Delbrêl nació el 24 de octubre de 1904 en Mussidan (Dordoña, Francia). Inesperadamente para sus más cercanos, falleció un 13 de octubre de 1964, en su casa de la Rue Raspail 11, en Ivry-sur-Seine, la «villa marxista» donde había elegido ir a vivir y a servir con sus compañeras de comunidad, 30 años antes.
Su amigo y propagador de sus obras, Jacques Loew, nos brinda su mejor retrato, escrito por Krystyna W., compañera de Madeleine, del que tomamos un fragmento: «Vista de lejos, daba el perfil de una mujer sutil, ágil y frágil, pero su porte, y cada gesto, trasuntaba la energía y la decisión de un viejo combatiente en quien el reflejo de estar preparado para entrar en acción siguiendo las órdenes recibidas ha dejado huellas indelebles. Si uno se acercaba a ella, aparecían sus ojos: grandes, luminosos, color marrón claro, que te miraban con atención. Incluso si no tenías ganas de hablar hasta ese momento, algo hacía que se entablara un diálogo, una conversación, en el sentido profundo, etimológico de la palabra. Si no eras capaz de hablar o si no tenías necesidad, todo podía limitarse a un estrechón de manos, a una mirada profunda. Pero, si dejándote atraer por la expresión de su rostro, te animabas a correr el riesgo de dejar entrever un poco de tu alegría o de tu pena, entonces todo su rostro se animaba, como si el viento hiciera temblar la superficie transparente del agua: las expresiones de la compasión, de la comprensión auténtica, del sufrimiento realmente sentido, permitían ver, como a través de una puerta entreabierta, el inmenso camino que había tenido que recorrer esta mujer para llegar a generar encuentros así»[4].
Hija única de Jules Delbrêl y de Lucile Junière, heredó de su padre, ferroviario, el dinamismo, el sentido de la organización y el don de la comunicación; y de su madre, la sensibilidad, la firmeza y el encanto cautivador. Debido a los traslados por el trabajo de su padre y a su salud frágil, Madeleine recibió una formación no convencional. A los doce años hizo su primera comunión, deseada y ferviente, pero a partir de entonces, el trato con amigos cultos y no creyentes de su padre ejercería en ella una fuerte influencia que la llevó a declararse atea a los 17 años. Marcó su vida el encuentro con Jean Maydieu, joven del que se enamora y que la corresponde, pero que la dejará para entrar en la orden dominicana en 1925.
En 1926, Dios se abre una brecha en su vida y Madeleine, deslumbrada, se convierte. Al reflexionar que no es rigurosamente imposible que Dios exista, decide tratarlo como una persona viva y, en consecuencia, comienza a rezar[5]. Según ella testimonia, el Evangelio, con el que el padre Jacques Lorenzo le enseñó a interactuar, «le explotó» en el corazón y la convirtió de atea de un Dios abstracto en creyente fiel del Dios vivo, una persona a quien se puede amar, como dice Santa Teresa.
En 1933, luego de haber obtenido el diplomado en enfermería y de ser admitida en la Escuela práctica de servicio social, junto a Suzanne Lacloche y Hélène Manuel ingresan para siempre en la comuna de Ivry, para vivir el evangelio entre la gente obrera y estar al servicio de la Parroquia de San Juan Bautista[6]. En 1943, visita su comunidad el padre Jacques Loew. Comienza entre ellos una colaboración y amistad estrecha. En diciembre del mismo año Madeleine publica Misioneros sin barca. Hasta 1946, en que decide dedicarse a tiempo completo a su comunidad, Madeleine desplegó una actividad incansable en el servicio social, primero privadamente y luego en cargos públicos, con diferentes administraciones, marxistas y anti-marxistas, siendo respetada y buscada por todos[7]. Madeleine resiste la «tentación marxista»: trabaja codo a codo con todos, pero desde su amor por Jesucristo y la Iglesia. Su fidelidad al Papa la lleva en agosto de 1952 a peregrinar a Roma con el fin de rezar en San Pedro por la renovación misionera que ha surgido en Francia, para que permanezca en la unidad de la Iglesia. En 1953, realiza una nueva peregrinación en medio de la crisis del movimiento de sacerdotes obreros, para interceder por ellos ante Pío XII. En 1961 abren una fraternidad en Costa de Marfil, adonde viajará a pesar de no encontrarse bien de salud. En 1962 se le pedirá un trabajo sobre las formas de ateísmo contemporáneo con vistas al Concilio. Madeleine envía un dossier sobre «Ateísmo y evangelización» pocos días antes de la apertura conciliar. Muere en 1964. En 1996 es declarada Sierva de Dios.
Madeleine y papa Francisco
Francisco confiesa no haber conocido en su juventud mucho de la vida y los escritos de Madeleine, pero lo que le impresiona de esta «gran mujer» es «cómo se metía en las barriadas más pobres»[8].
Dos breves menciones a la venerable. En el 2015, el papa Francisco y el resto de los miembros de la curia romana se reunieron en Ariccia, en la Casa Divin Maestro de los religiosos paulinos, para realizar los Ejercicios Espirituales. El retiro de Cuaresma estaba dedicado a la vida del profeta Elías; pero «junto a Elías, hubo una “compañera” de viaje en los ejercicios de la curia. En el programa preparado para la ocasión por la Prefectura de la Casa Pontificia, al lado de una imagen de un icono que representaba al profeta con su carro de fuego, hay un breve escrito de la mística francesa Madeleine Delbrêl. «La verdadera soledad», se lee, «no es la ausencia de los hombres, es la presencia de Dios», y continúa: «no hay soledad sin silencio. El silencio: a veces es callar, siempre es escuchar»[9].
El Papa también citó expresamente a Madeleine en la audiencia dirigida a los sacerdotes de la diócesis de Créteil, e invitó a rogar por su intercesión: «Pedid insistentemente al Espíritu Santo que os guíe e ilumine. Que os ayude, en el ejercicio de vuestro ministerio, a hacer que la Iglesia de Jesucristo sea amable y amorosa, de acuerdo con la bella expresión de la Venerable Madeleine Delbrȇl[10]. Con esta fuerza proveniente de lo alto, os sentiréis empujados a salir para estar más cerca de todos cada día, especialmente de aquellos que están heridos, marginados, excluidos»[11].
Madeleine Delbrêl es una de las Santas de la puerta de al lado de las que siempre habla el Papa; una mujer que situó su vida en medio de las barriadas pobres marxistas y ateas de Ivry. Es la mujer que, para escuchar a Dios, no se va al desierto de arena, sino al desierto de las multitudes, al medio de la calle, al metro, a los barrios más pobres: va con la actitud de la que quiere ser hermana de todos y servir a todos y, escuchando a cada uno, aprender a escuchar la voz de Dios, que habla siempre a través de los más pequeñitos y abandonados.
Escribir sobre Madeleine Delbrêl implica un continuo deshacer el camino andado hacia la literatura para reemprender el camino hacia el evangelio. En la corrección trabajosa de sus escritos se nota este empeño de Madeleine no de hacer literatura, sino de sacar todo lo que pueda quitar la palabra a Dios. En su meditación sobre el silencio hará notar que el silencio es activo: activa escucha de Dios. Que no lo impiden los ruidos normales ni las palabras normales de la vida. Lo impide la actitud del que con sus palabras le quita la palabra a Dios. El 15 de marzo de 1956 ella hace notar que no escribía por el gusto de escribir: «evitar caer un día u otro en la “literatura”, lo que me parecería el peor de los males»[12]. Por eso, cuando escribe, dice que no quiere hacer un trabajo de síntesis, sino dejar – siguiendo la vida – que se constituya un dossier sobre diversos aspectos de los temas.
Si Madeleine viviera hoy podríamos decir que cada exhortación apostólica y encíclica del Papa hubiera caído como anillo al dedo a su carisma y a sus aspiraciones. Al respecto, afirma don Luciano Luppi: «Cuando leemos hoy la Evangelii gaudium del papa Francisco, o Fratelli tutti, a la luz de muchos pasajes de la obra de Delbrêl, se observa una sorprendente consonancia entre los dos. Y, sin embargo, han pasado décadas desde entonces. ¿Por qué? Las motivaciones pueden ser múltiples. El papa Francisco y Madeleine Delbrêl tienen varias cosas en común: la cercanía a las enseñanzas espirituales de sanFrancisco y san Ignacio; una lectura del Evangelio que no es abstracta o espiritualista, sino preocupada de la adhesión profunda a lo concreto del Evangelio y de la vida; la voluntad de dejarse interpelar por el dolor de los pobres, escogiendo compartir la marginalidad y la pequeñez, el conocimiento vivo del Evangelio como el de una noticia sorprendente y decisiva, de la que el cristiano no puede sino sentirse en deuda con todos»[13].
Una Iglesia que “se construye”
Un hecho singular en la vida de Madeleine ayuda a comprender su concepción de la Iglesia. En 1952 Madeleine hizo un viaje relámpago a Roma para rezar ante la tumba de Pedro. Había manifestado a sus compañeras la necesidad de rezar por la misión de Francia. Estaba convencida de que a los sacerdotes obreros les estaba faltando el fundamento de la oración de todos los cristianos y había sentido la necesidad de hacer una peregrinación a Roma para orar ante la tumba de San Pedro. Iba a pedir que la gracia del apostolado que le había sido dado a Francia no se perdiera, sino que se mantuviera en la unidad y que esta gracia fuera reconocida y fortalecida por la Iglesia. Sin embargo, alguien le susurró al oído que le parecía un poco caro hacer un viaje de ida y vuelta a Roma sólo para rezar unas horas en San Pedro.
Esa misma semana, una amiga sudamericana de Madeleine que había visitado la comunidad, no habiendo podido comprar flores para dejar de regalo, compró un billete de lotería. Lo dejó sobre la mesa y nadie le prestó atención, hasta que se dieron cuenta de que era un billete ganador. ¡Y exactamente de la suma que se requería para hacer un viaje como el que quería hacer Madeleine! Fue así como ella viajó dos días y dos noches, estuvo 12 horas casi ininterrumpidas rezando en San Pedro – «à cœur perdu… et à perdre cœur» – y luego regresó a su tierra. Toda esta peripecia la hacía sin saber que un tal Jean Guègen la estaba esperando ese 6 de mayo de 1952 en Termini, con un billete para una audiencia con Pío XII.
En el prólogo a su biografía de Madeleine, Guéguen cuenta que en marzo de 1952 una amiga de Madeleine, con la que se habían conocido estando ella de gira por Roma, le escribió pidiéndole que recibiera «a una amiga» que llegaría a Roma, a la estación de Termini. Guèguen no conocía el aspecto de Madeleine y no lograron encontrarse[14]. Al regresar a su casa, Jean puso el billete para la audiencia con el Papa Pío XII en una carta y se lo envió a Madeleine al nº 11 de la calle Raspail, en Ivry. Cuando Madeleine lo recibió, le escribió una carta al Papa pidiendo perdón y así comenzó la amistad con Jean Guèguen[15]. Al año siguiente, Guèguen le ayudará a obtener la entrevista. Este es quizá un bello ejemplo del desfase de tiempos entre lo que el Espíritu obra en el corazón de un miembro pequeño del pueblo fiel de Dios y lo que obra en la maquinaria oficial de la iglesia jerárquica. Lo interesante no es el desfase, sino cómo lo vive con buen espíritu la primera interesada. En su libro Noi delle strade, Madeleine cuenta que fue a Roma para rezar y no para pedir «luces», pero algunas cosas se le impusieron como una misión[16]. Una, que Jesús, que había hablado tanto del poder del Espíritu Santo y de su vitalidad a propósito de la Iglesia, dijo que la habría edificado sobre Pedro, que se había convertido en una piedra. «¡Una piedra a la que se le ha pedido que ame! Según el pensamiento de Cristo la Iglesia no debe ser sólo algo vivo, sino algo construido[17]».
Esta revelación, que se le impone sencillamente, del pensamiento de Cristo acerca de una Iglesia que debe ser «construida», resuena en todas las dimensiones y acciones de la vida de Madeleine. Destacamos cuatro. La primera, que para construir la Iglesia hay que «hacer lugar a Dios». No necesariamente un gran lugar. Basta dejar que Él se abra una brecha y entre en nuestra vida. Segundo: para construir la Iglesia hace falta situarse. No en cualquier lugar ni en todo el espacio, sino allí donde el Espíritu abrió su brecha. A veces hemos confundido el espíritu de ir a todos los pueblos con ocupar territorialmente todo el mundo, cuando de hecho, hay lugares donde hay que permanecer y otros de los que hay que sacudir hasta el polvo de las sandalias, al menos hasta que venga un tiempo favorable. En tercer lugar, para construir la Iglesia hay que profundizar. Profundizar en la oración y en la conversión. Por último, para construir la Iglesia hay que incluir a todos.
La brecha: permitir que Dios se haga lugar
Para construir la Iglesia hay que permitirle al Señor que se haga lugar. «A los veinte años – confesaría años despúes Madeleine – fui literalmente “deslumbrada por Dios”; lo que había encontrado en Él no lo había encontrado en nada. Fue el abad Lorenzo quien hizo estallar, para mí, el Evangelio… el cual se convirtió no sólo en el libro del Señor vivo, sino en el libro del Señor para ser vivido»[18].
Madeleine descubre a un Señor que está del lado de la vida. Un Dios que no niega la danza, la poesía, la música, la literatura, el teatro, la filosofía… Ahora que ve la vida de esta manera cada minuto adquiere una importancia singular. Gracias al abad Lorenzo Dios deslumbró a Madeleine, el Evangelio se abrió paso en su vida no como una luz que viene de lo alto y entra en la oscuridad de un bosque, sino como una luz que «estalla», como una onda expansiva de luz que se expande desde adentro hacia afuera. Así concebirá Madeleine la misión del cristiano, como la misión de dar vida y salud al que nunca la tuvo o ya no la tiene. Afirma: «Si los cristianos deben recibir la Gracia en ellos, rezar y sufrir para que la evangelización del mundo sea eficaz, para que los pecadores sean curados, esto no puede eximirlos de ser, cada uno en la frontera con el no creyente con el que confina = brecha para el Evangelio»[19].
Recibir la gracia en sí está en tensión con ser brecha para que la gracia llegue a los demás. No se trata solo de «ser» iluminados por el Evangelio, sino de, al mismo tiempo, ser «brecha» para que pase a los otros esta luz. Y no solo para que pase: importa también discernir dónde esta luz del Evangelio está ya operante: «Discernir en toda persona lo que es luz, incluso fragmentaria, incluso distorsionada. Ser conscientes de que es difícil arrancar la cizaña sin arrancar el trigo bueno. Buscar poner en toda persona siempre más y más grano bueno, sin ocuparse de la cizaña. Respetar a cada uno: no ensuciar su ideal a causa de sus desencantos o rencores. No combatir contra el mal, sino sembrar un poco de vida donde se encuentra el mal, ya que el mal es ausencia de bien[20].
Situarse
Para construir la Iglesia hay que situarse. Madeleine fue una mujer situada, que encontró su lugar en el mundo y allí echó raíces y fructificó. El lugar tiene que ver no solo con la construcción, sino con las cosas superfluas que se dejan de lado para que la vida crezca en lo esencial. Se va a vivir a las barriadas pobres porque la palabra, para ser experimentada y escuchada y entendida, necesita este espacio de la proximidad y cercanía.
Pero lo que maravilla es cómo se concreta esta concepción suya, que es a la vez la más simple y tradicional: la del mal como ausencia de bien. Se concreta en ir a vivir allí donde, más que «haber» mal, lo que hay es «ausencia de bien». Sin ocuparse de la cizaña, ir a sembrar un poco de bien y de vida donde falta. No se trata de ir a arrancar la cizaña sino a sembrar(se) como un poco de trigo bueno. Es todo lo contrario de alejarse del mundo e ir al desierto para vivir allí la propia santidad. Para Madeleine, es en medio de los hombres donde Dios ama estar. Se convierte así en la mujer que una y otra vez pone su vida como levadura en la masa. Madeleine como las santas de la puerta de al lado, se mete en medio de su pueblo para hacerle lugar a Dios en la acción y en la palabra.
La acción con la que Madeleine le hace lugar al obrar de Dios tiene que ver con el estilo de las bienaventuranzas. Afirma Madeleine en «Felices los mansos»: «Para cumplir tu obra sobre la tierra, tú Señor no tienes necesidad de nuestras acciones sensacionales, sino de un cierto volumen de acatamiento amoroso, de un cierto grado de obediente docilidad, de un cierto peso de ciego abandono, situado no importa donde en medio de la multitud de los hombres. Y si en un solo corazón se encontraran juntos todo este peso de abandono, este acatamiento amoroso y esta docilidad, el aspecto del mundo cambiaría, ciertamente. Porque este solo corazón te abriría el camino, se convertiría en la brecha para tu invasión, en el punto débil donde cedería la rebelión universal»[21]. La invasión de la que habla Madeleine recuerda lo que dice el papa Francisco acerca del «desborde de la Misericordia»: «Se trata de discernir el punto concreto – de apertura, de fragilidad, de abajamiento – que permite el desborde de Dios. Cuando decimos “punto concreto”, nos referimos al hecho de que el desborde puede ocurrir sea por medio de una intervención en el momento justo, sea por un cambio de tono, o quizás por un gesto de abajamiento y/o de acercamiento al otro, que desequilibria lo que bloqueaba la relación vital»[22].
Profundizar
Para construir la Iglesia es necesario profundizar. A partir de 1933, en que se establece en Ivry, Madeleine pasa de la idea de una «misión en extensión», con las consiguientes partidas a lugares lejanos, desarraigos y nuevas fundaciones, a lo que ella llama una «misión en profundidad»[23]. Lo expresa mejor que en ningún otro escrito en un breve retrato de Santa Teresita del Niño Jesús: «Quizás Teresa de Lisieux, patrona de todas las misiones, fue designada para vivir al comienzo de este siglo un destino en el cual el tiempo estaba reducido al mínimo, los actos reconducidos a lo minúsculo, el heroísmo indiscernible a los ojos que lo ven, la misión limitada a un metro cuadrado: y esto para que nos enseñase que ciertas eficacias se escapan a la medida del reloj, que la visibilidad de los actos no siempre los recupera, que a las misiones en extensión se estaban por agregar aquellas en intensidad (que van) al fondo de las almas humanas, las misiones en profundidad, allí donde el espíritu del hombre interroga al mundo y oscila entre el misterio de un Dios que lo quiere pequeño y despojado y el misterio del mundo que lo quiere poderoso y grande. Prueba evidente de que consolidar un compromiso misionero con el marxismo no es algo accesorio, un refuerzo artificial, sino un retomar las fuerzas vitales en el lugar mismo en que se quiere minar la fe»[24].
En una charla que dio a sus compañeras de comunidad en 1956[25], Madeleine hace unas reflexiones muy hermosas y prácticas acerca de saber aprovechar los momentos en que se nos vuelve cercano Jesús haciendo lugar a Dios en la profundidad. Su charla era sobre la oración, porque es en la oración donde se nos aproxima Jesús, donde maduran la apertura del Reino y nuestra capacidad para entrar en él. Madeleine afronta un problema muy actual: no tenemos ni espacios ni tiempos adecuados para rezar. No los tenemos tal como los imaginamos cuando pensamos cómo deberían ser un lugar y un tiempo de oración, según una imagen un poco idealizada de la vida contemplativa. Ella nos hace ver que la oración es encuentro con el Dios vivo: cuando rezamos «nos encontramos al Cristo vivo»[26]. Y para las personas vivas siempre hay tiempo y espacio, aunque no sea el ideal (y si no lo hay, las personas mismas se lo hacen).
Aquí, Madeleine hace una consideración muy interesante acerca de una cercanía que, si no se da «horizontalmente», siempre se puede dar «en profundidad»[27]. Recuerda que en la antigüedad, para obtener calor había que quemar madera o sacar carbón, lo cual requería trabajar sobre grandes extensiones de tierra. Hoy se «perfora» un pozo petrolífero y se obtiene un combustible aún mejor. La cuestión es que el deseo de calor y de energía es lo que mueve a buscar los medios. En la oración es igual: el deseo de Jesús – de su calidez y de su energía vital – es el que crea espacios de oración y hace que se encuentren momentos maduros dondesea que uno esté.
Escuchemos a Madeleine sobre los espacios y tiempos para rezar: «El retiro al desierto puede consistir en cinco estaciones del metro al fin de un día en el cual estuvimos perforando un pozo (profundizando con nuestro deseo de Jesús) hacia esos mínimos instantes que la vida nos regala. Y por el contrario, el desierto mismo puede ser sin “retiro” si hemos esperado a estar allí para empezar a desear el encuentro con el Señor. Nuestras idas y nuestros retornos – y no solamente aquellos que se hacen de un lugar a otro, sino también los momentos en los que nos vemos obligados a esperar – ya sea para pagar en la caja, para que se libere el teléfono o para que se haga un lugar en el micro, son momentos de oración preparados para nosotros en la medida en que nosotros nos hayamos preparado para ellos. A ver los momentos desperdiciados porque no estábamos listos, podemos considerarlos como aquello que son: un pecado venial. Pero si un día en nuestra relación con el Señor no se tratará más de considerar pecados, sino amor, quizá tomaríamos conciencia de haber sido ridículos amantes»[28]. «¡Ridículos amantes!» Qué bien captado lo esencial y qué bien expresado. El que ama aprende rápido de sus errores sin necesidad de que otro se los eche en cara.
La cercanía o lejanía del Reino, en la cosmovisión de Delbrêl, es cuestión de amor. El que está enamorado profundiza todo el día en el deseo de encontrar a la persona amada y no se pierde la oportunidad de un encuentro porque sea breve; al contrario, si se trata de un encuentro casual, en el que se tiene poquísimo tiempo, se aprovecha mejor, y da una alegría más grande que si se hubiera planeado y se contara con todo el tiempo del mundo. Continúa Madeleine: «Harían falta muchísimos ejemplos para hacer comprender que en el Evangelio no es el tiempo o el lugar lo que más cuenta. Entre personas que se aman, el tiempo que han tenido para decírselo a veces ha sido brevísimo. Cada uno ha tenido tal vez que salir para su trabajo o para cumplir con una obligación. Pero ese trabajo y esa obligación no habrán sido ese día otra cosa que el eco de las pocas palabras dichas con amor en pocos minutos. Si hemos perdido a alguien a quien amamos y nos encontramos con una carta suya o con alguna nota que nos dicen un poco de su vida nos parece haber encontrado un tesoro. Y nuestro espíritu queda verdaderamente pleno con este tesoro. Y si por casualidad estas notas hablaran acerca de lo que esta persona amada pensaba de nosotros, lo que deseaba que nosotros hiciéramos, esas palabras se convertirían en nuestro pensamiento dominante. El Evangelio es un poco todo esto para nosotros o, al menos, debería serlo. Si lo queremos estudiar desde el punto de vista histórico o teológico el Evangelio requerirá tiempo. Pero si en el Evangelio buscamos algo del Señor vivo que todavía ignoramos: su palabra, su pensamiento, su modo de obrar, aquello que quiere de nosotros; en fin, algo de Él mismo, éste “Él mismo” que buscamos en todos los lugares donde Él nos dice que está, y que nunca encontramos tanto como querríamos, para esto, no es de tiempo que tenemos necesidad. Más exactamente: es de todo nuestro tiempo que, en un cierto sentido, tendremos necesidad. En efecto, vivir no exige tiempo: se vive todo el tiempo, y el Evangelio debe ser, antes de todo, vida para nosotros. Para que las palabras del Evangelio que hemos leído, rezado, y que quizá hemos estudiado, puedan realizar su trabajo de vida en nosotros, es necesario llevarlas con nosotros todo el tiempo que les es propio, para que la luz que les es propia nos ilumine y vivifique»[29].
Incluir
Un modelo actual de inclusión era para ella Charles de Foucauld. «Para estos hombres [como el padre de Foucauld] el amor a Jesucristo lleva al amor a todosnuestros hermanos. […] Sin esperar resultados, sin alterarse por su total fracaso; conserva su paz cuando, después de pasar toda su vida en el desierto, su único balance es la conversión – no muy firme – de un africano y de una anciana. Ama por amar, porque Dios es amor y está en él, y porque amando «hasta el extremo» a todos los suyos, imita – en la medida de lo posible – a su Señor” [30]. «Señor, haz que todos los humanos vayan al cielo», es la primera oración que se propone enseñar a los catecúmenos que nunca tendrá[31]. Para Madeleine, el Padre de Foucauld ha resucitado para nosotros «la figura fraterna de todos de Jesús en Palestina, que acoge en su corazón, a lo largo de los caminos, a obreros y sabios, judíos y gentiles, enfermos y niños, tan sencillo que a todos les resulta inteligible. Nos enseña que, al lado de los apostolados necesarios, en los que el apóstol debe impregnarse del medio que tiene que evangelizar y con el que casi tiene que desposarse, hay otro apostolado que requiere una simplificación de todo el ser, un rechazo de todo lo adquirido anteriormente, de todo nuestro yo social, una pobreza que da vértigo. Esta especie de pobreza evangélica o apostólica nos da una disponibilidad total para reunimos en cualquier sitio con cualquiera de nuestros hermanos, sin que ningún bagaje innato o adquirido nos impida correr hacia él. Al lado del apostolado especializado, se plantea la cuestión del todo a todos[32].
Reza Madeleine en su «Liturgia de los sin oficio», una noche entre 1945 y 1950, en que va con sus compañeras a un café y contempla a tantas personas que «solo están allí por no estar en otro sitio»: «Dilata nuestro corazón para que quepan todos; grábalos en ese corazón para que queden inscritos en él para siempre»[33]. Para construir la Iglesia hay que incluir a todos. La presencia de todos en el deseo básico, inicial, cotidiano, y el trabajo por hacer real esta inclusión de todos, uno a uno, será lo que dé la medida y las estructuras de la construcción. El uno a uno es un universal concreto: es por donde se desborda la misericordia de Dios.
M. Delbrêl, Noi delle strade, Milano, Gribaudi, 1969, 8-9, con la introducción de Jacques Loew, de 1957.↑
Cfr. Ibid., 17; M. Delbrêl, Ville marxiste, terre de mision, París, Editions du Cerf, 1957, 225. ↑
La caridad de Jesús fue el nombre que dieron a su comunidad de mujeres laicas Madeleine y sus primeras compañeras en 1933. El grupo no estaba ligado a ninguna organización, no preveía votos ni promesas oficiales. La vida común era muy intensa. El fin era unirse lo más posible a Cristo en pleno mundo, imitar su vida, obedecer al Evangelio y transmitirlo. Lo cual exigía una vida de oración fuerte y dejarse conducir por la caridad hacia una acción siempre concreta, viendo un hermano en el prójimo, tratándolo sin tacticismos, sino con todo el amor de Jesús (cfr M. Delbrêl, «Pedido de información a propósito de su modo de vida», en https://it.cathopedia.org/wiki/Anne_Marie_Madeleine_Delbrêl#La_Charit.C3.A9_de_J.C3.A9sus. ↑
En 1937 obtiene con la nota máxima el diploma de asistente social. Su tesis «Amplitud independencia del servicio social» es publicada inmediatamente. En 1938 publica «Nosotros, gente de la calle» en la revista Études Carmelitaines. El 21 de septiembre de 1939 es nombrada asistente social de la comuna de Ivry. En 1940, la administración comunista es destituida en Ivry y Madeleine coordinará todo el servicio social. Cuando regresen los comunistas, en 1944, continuará su trabajo colaborando con ellos. ↑
«L’Église, il faut s’acharner à la rendre aimable. L’Église, il faut s’acharner à la rendre aimante»: «Hay poner todo el empeño para volver amable a la Iglesia, hay que esforzarse al máximo para hacerla amable». (M. Delbrêl, Nous autres, gens des rues, París, Seuil, 1995, 137). ↑
Francisco, Discurso a los sacerdotes de la diócesis de Créteil, 1 de octubre de 2018. ↑
M. Delbrêl, La alegría de creer, Santander, Sal Terrae, 1997, 22. ↑
L. Luppi, «Delbrêl, la mistica che ama le periferie come Bergoglio», en Credere, 15 de Marzo de 2015, 48-51. ↑
Cfr J. Guèguen, Madeleine Delbrêl. Una mistica nel mondo, Milano, Massimo, 1997, 6-8. ↑
«Jean se convierte en el hombre de confianza y el facilitador de los contactos cada vez que va a Roma. Este visita con frecuencia el 11 rue Raspail, en Ivry, y se vuelve un familiar de los “Equipes Madeleine Delbrêl”, bastante después de la muerte de Madeleine, el 13 de octubre de 1964» (G. François, «Décès du Père Jean Gueguen, premier postulateur de la cause en béatification de Madeleine Delbrêl» en Église catholique en Val-de-Marne [https://bit.ly/36qm5R7]. ↑
Le escribe Madeleine a Jean: «Cuatro personas que no conocía antes de estos últimos años me ayudaron sin motivo. Tú eres una de ellas y puedo decirte que las cuatro, en diferentes terrenos, me han dado incomparablemente más de lo que puedes imaginar» (M. Delbrêl, La alegría de creer, cit. 27). ¿De qué se había «hecho cargo» Madeleine cuando le escribió: «Lo que tengo como encargo, es, después de Dios, gracias a ti»? (traducción nuestra del francés). Tal vez, sin Jean Guéguen, Madeleine «sólo» habría ido a Roma a rezar. Para ella eso era lo esencial. Pero Jean la había «cargado» (con una misión) poniéndola en contacto con Pío XII y con el obispo Veuillot. A partir de entonces, Madeleine fue a Roma cada año durante los siguientes diez años. Guéguen la había ayudado a concretar ese «indispensable ir y venir entre la jerarquía y los fieles», sin el cual la misión no podría prosperar. Sobre todo y más allá de eso, Jean fue también el amigo inesperado durante los años más difíciles, de 1955 a 1958, cuando la «Caridad» estaba en crisis y el apoyo a Madeleine se había esfumado. Fueron entonces cuatro los que ayudaron a Madeleine «sin razón», cuatro personas providenciales mientras Madeleine vivía con gran dificultad este tiempo de gran dolor y aislamiento (cfr J. Guéguen, Madeleine Delbrêl. Una mistica nel mondo, cit., 66-67). ↑
Cfr D. Roccheti, «Madaleine Delbrêl, una donna di fuoco», cit. ↑
M. Delbrêl, «Lettera del 18 aprile 1951 a padre J. Loew», en Id., Insieme a Cristo per le strade del mondo, vol. 2: Corrispondenza 1942-1952, Milano, Gribaudi, 2008, 167. ↑
Fue un miembro del Colegio de Escritores de La Civiltà Cattolica, entre 2015 y 2022. Ingresó a la Compañía de Jesús en 1976, se ordenó sacerdote en 1986: su padrino de ordenación fue el entonces Provincial de los jesuitas en Argentina, Jorge Mario Bergoglio. Tras graduarse en teología, obtuvo un doctorado en filosofía con una tesis sobre “La fenomenología de la vida en el pensamiento de Hans Urs von Balthasar” (1995). Antes de incorporarse a nuestra revista, fue profesor de Metafísica en la Universidad del Salvador (USAL), en Buenos Aires, y de la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA). Entre los años 1995 y 2015 trabajó como Director de El Hogar de San José, para personas en situación de calle y pobreza extrema. El padre Fares falleció el día 19 de julio de 2022, dejando un valioso legado de escritos sobre diversos temas.
Si la máxima de Ortega, “yo soy yo y mis circunstancias” fuera cierta, no lo sería menos referida a la espiritualidad del ser humano. En cualquier circunstancia, una espiritualidad que diera la espalda a la realidad histórica estaría renunciando a un componente muy sustancial de su propia identidad, y, por eso mismo, estaría acumulando sobrados motivos para ser tachada de engañabobos. Pero, a su vez, una espiritualidad religiosa, cristiana, que renunciara a la tras”-des”-cendencia”y “calidez” del misterio, sería, cuando menos, imperfecta y difícil de entender. Uniendo ambas dimensiones, el papa Francisco, desde su llegada al obispado de Roma, no cesa de clamar contra la“cultura de la indiferencia” y de proponer como revulsivo “la revolución de la ternura”.
La espiritualidad en las religiones siempre ha estado tentada por el escapismo o la huida de la realidad, y por refugiarse en mundos imaginarios y fantásticos frecuentemente aberrantes. La historia, como se irá evidenciando en estas páginas, está cuajada de ejemplos en este sentido. Pero simultáneamente se ha venido desarrollando otro tipo de espiritualidad, generalmente incomprendida por las instituciones, que, desde tiempos inmemoriales, se ha ido haciendo cargo de las irritaciones y desafíos de la realidad. Las tradiciones bíblicas —desde los primeros capítulos del libro del Éxodo, pasando por los Salmos, Job y los profetas hasta Jesús de Nazaret— no han cesado de preguntarse, desde el lado oscuro de la historia, “¿dónde está tu Dios?”. Porque el Dios bíblico, descubierto como amor, es también Dios de justicia; siendo la justicia la mejor imagen que representa al Dios que es amor.
Desde el último cuarto del pasado siglo, el teólogo J. B. Metz ha venido calificando este tipo de espiritualidad, profundamente bíblico, como “Mística de ojos abiertos” (cfr. Por una Mística de los ojos abiertos. Cuando irrumpe la espiritualidad). Una espiritualidad samaritana que, en la terminología del mártir Ignacio Ellacuría, se hace cargo de, carga con, y se encarga de la realidad doliente. A juicio de este eminente teólogo de Münster, cofundador de la revista Concilium, se trata de una espiritualidad que, mirando de reojo al juicio evangélico de las naciones (Mt 25), asume como imperativo ético y político la centralidad y autoridad de las víctimas.
Pues la búsqueda incesante del ser humano por un más allá —que la teodicea reasume en la pregunta por Dios— solo se justifica plenamente desde el sufrimiento y la justicia debida a las personas que sufren y a las empobrecidas. Se trata entonces de una espiritualidad que sitúa en la encrucijada de la historia humana el conflicto entre la injusticia reinante (que proyecta el ser humano a una tarea mesiánica, liberadora) y la plenitud de la justicia que se espera del futuro.
Dedicamos estas páginas a Teresa de Ávila en el quinto centenario de su nacimiento. Es nuestro pequeño homenaje a esta mujer tan entrañablemente nuestra. Fue la suya una espiritualidad de “ojos abiertos”. Nos sigue cautivando aquel gracejo del que es ejemplo su disgusto ante el único retrato en su vida, que le hizo fray Juan de la Miseria: “Me habéis hecho fea y legañosa, fray Miseria, ¡Que Dios os lo perdone!”.
Nos sigue sorprendiendo la profundidad que una mujer “sin letras” —como ella misma se dice en el Libro de su Vida— llegó a cultivar su propio “huerto” y alcanzar una tal experiencia del ser humano y de la divinidad. Nos sobrecoge, sobre todo, su gran habilidad para moverse al filo de la censura doctrinaria de la institución y sortear las siempre amenazantes llamas de la Inquisición. La riqueza personal, de la que Teresa es plenamente consciente, la empuja a moverse con serenidad y sabiduría entre aquellas aguas turbulentas de la religión de su tiempo. El extraordinario temple de esta mujer singular se refleja plenamente en la confesión que le hizo a un fraile carmelita cuando ya rondaba los cincuenta años: “Sabed, padre, que en mi juventud me dirigían tres clases de cumplidos; decían que era inteligente, que era una santa y que era hermosa; en cuanto a hermosa, a la vista está; en cuanto a discreta, nunca me tuve por boba, en cuanto a santa, solo Dios sabe”.
Editorial del nº 127 de EXODO, espiritualidad: Teresa de Jesús, hoy
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Cuatro asuntos capitales para la reforma de la Iglesia, cuatro frenos
“Como teólogo, estoy disfrutando -desde su elección como Papa- de una libertad de pensamiento que no han tenido la gran mayoría de los colegas que me han antecedido. Y que, por fortuna, tambien disfrutan todos los cristianos en el seno de la Iglesia católica”
“Me gustaría que no fuera fallida, pero tengo importantes indicios de que, finalmente, lo va a ser, al menos, en cuatro asuntos que entiendo capitales para el futuro de la reforma de la Iglesia católica en la Europa occidental: el acceso de la mujer al sacerdocio ordenado; la defensa de su dignidad y protagonismo en igualdad de condiciones con los varones; el desalojo del ejercicio y justificación del modelo de un poder unipersonal, absolutista y monárquico que sigue imperando y la apuesta -clara y firme- en favor de una reorganización codecisiva, descentralizada y policéntrica en todo aquello que es opinable, que, por cierto, es mucho;bastante más de lo que se cree“
Reconozco estar sorprendido -y casi alucinado- por la vitalidad de este singular hombre que, con 87 años, se mete entre pecho y espalda un larguísimo viaje a algunas de las “periferias” de la otra parte del mundo y que, por si eso fuera poco, en vísperas de la última sesión del Sínodo Mundial 2024 -que ya se está celebrando en Roma desde el 2 hasta el 29 de octubre- se desplaza -del 26 al 29 de septiembre- a Luxemburgo y Bélgica para celebrar, en este último país, el 600 aniversario de una de las Universidades Católicas más grande del mundo: la de Lovaina. Además, mi reconocimiento por semejante vitalidad va unido al agradecimiento porque, como teólogo, estoy disfrutando -desde su elección como Papa- de una libertad de pensamiento que no han tenido la gran mayoría de los colegas que me han antecedido. Y que, por fortuna, tambien disfrutan todos los cristianos en el seno de la Iglesia católica.
Pero, ya que me he adentrado en el refranero, no me parece que esté de más recordar que “lo cortés, no quita lo valiente”, sin que ello quiera decir que yo lo sea, sino, más bien, que voy a hacer uso de la libertad de la que digo que estoy disfrutando gracias a Francisco. Creo que tengo que emplearla para explicar por qué pongo entre paréntesis e interrogantes eso de que a Francisco le ha llegado la hora(¿fallida?) de la verdad. Me gustaría que no fuera fallida, pero tengo importantes indicios de que, finalmente, lo va a ser, al menos, en cuatro asuntos que entiendo capitales para el futuro de la reforma de la Iglesia católica en la Europa occidental: el acceso de la mujer al sacerdocio ordenado; la defensa de su dignidad y protagonismo en igualdad de condiciones con los varones; el desalojo del ejercicio y justificación del modelo de un poder unipersonal, absolutista y monárquico que sigue imperando y la apuesta -clara y firme- en favor de una reorganización codecisiva, descentralizada y policéntrica en todo aquello que es opinable, que, por cierto, es mucho;bastante más de lo que se cree. Y visto que, es altamente probable que Francisco falle o se quede muy corto en la resolución de estos asuntos, no me queda más remedio que esperar a otro Papa que, además de “abrir procesos” de reforma (como dice y hace el actual), los vaya cerrando de manera creativa y esperanzadora. E, igualmente, desear que no sea del perfil, por ejemplo, de Juan Pablo II y que existan, para entonces, al menos, restos o rescoldos significativos de la Iglesia católica en la Europa Occidental.
El Papa, junto a mujeres en la primera fase del Sínodo Vatican Media
Tengo muchísimas dudas sobre el primero de los asuntos: creo que Francisco va a volver a fallar en las primeras de las urgencias. Lo vengo percibiendo desde el principio de su pontificado, en particular, cuando expuso su programa. Desde entonces, no ha hecho más que repetir -por activa y por pasiva- que “el sacramento del orden sacerdotal está reservado para los hombres”. Por eso, así me parece, ha creado tres comisiones para no llegar a nada y, de esta manera, dar la impresión de que la resolución del problema no es suya. Este modo de proceder se asemeja mucho a lo de estar “mareando la perdiz”.
Pero esto, siendo importante, no es todo. Hace unos días,en la Universidad Católica de Lovaina ha vuelto a repetir -a preguntas de los alumnos y profesores- algo que tambien ha dicho antes de ahora sobre la igualdad de género: “la mujer, en el pueblo de Dios, es hija, hermana, madre”. La dignidad que “caracteriza a la mujer” -ha sentenciado- “no está determinada por consensos o ideologías”, sino “garantizada por una ley original, no escrita en el papel, sino en la carne”.
La Universidad Católica de Lovaina contra el Papa
Dos días después, la Rectora de la Universidad Católica ha publicado un comunicado en el que -tras reconocer “convergencias en relación con las desigualdades ambientales y sociales” con el Papa- critica la “gran divergencia” existente entre la Universidad y Francisco “en lo que respecta al lugar de las mujeres en la sociedad”, manifestando “su incomprensión y desaprobación de la posición expresada por el Papa”. El sucesor de Pedro -sostiene la Rectora- mantiene una comprensión “determinista y reduccionista” sobre el lugar de las mujeres en la sociedad ya que no contempla debidamente la autorrealización de cada uno “independientemente de su origen, género u orientación sexual”.
¡Envidiable libertad la de esta Rectora que me gustaría poder apreciar en otras instituciones, organismos, empresas y ámbitos, incluidos los de la Iglesia, y que muestra que el disfrute de la libertad -al que me he referido más arriba-no es solo personal! Y, a la vez, preocupantes las dificultades que parece tener Francisco para entender y acoger que la reivindicación de la igualdad brota de que todos -independientemente del género- somos iguales en dignidad, derechos, trato y proyectos personales de vida. Creo que también en este asunto, la hora de la verdad de Francisco está resultando fallida. Y, por eso, sospecho que se incrementará el número de las mujeres que no estarán dispuestas a seguir esperando.
El Papa, en su mesa del Sínodo
Y fallida me resulta -al menos, hoy por hoy- la necesidad de desalojar -teórica y prácticamente- la concepción y ejercicio unipersonal, absolutista y monárquico del poder en la Iglesia, así como la apuesta -clara y firme- en favor de un modelo de Iglesia católica codecisivo, descentralizado y policéntrico. Es una conclusión que no puedo evitar cuando oigo a Francisco insistir en la centralidad de la “escucha” en el Sínodo mundial, sin tocar, para nada, dichas concepción y estructura unipersonal, monárquica y absolutista del poder. Es algo que no anuncia nada bueno. Y eso, a pesar de que en la actual Constitución Apostólica sobre el Sínodo se señala que el Papa puede aprobar el Documento final como “magisterio ordinario”, en cuyo caso dicho Documento sería publicadocon su firma junto a la del resto de los miembros del Sínodo.
Si algo de esto sucediera, me encontraría con un Sínodo deliberativo y, sin duda alguna, con la decisión más revolucionaria de todo el pontificado de Francisco. Pero, oído lo oído hasta el presente, no puedo evitar traer a colación y parafrasear -ya que me he adentrado en el refranero y en los dichos populares- que “no creo en las meigas, pero haberlas, las hay”, es decir, que el Papa tiene abierta esa posibilidad, pero a la hora de la verdad no la va a aplicar.
E indicar -si fallara en este pronóstico, es decir, si Francisco procediera en conformidad con tal revolucionaria posibilidad- que no me quedaría más remedio que reconocer -con una inmensa alegría- que me he equivocado, al menos, en lo referente a la superación de un modelo -no se olvide que medieval- de ejercicio del poder unipersonal, absolutista y monárquico, adobado -como lo viene siendo estos ultimos años- con una sinodalidad “escuchante”.
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Este mes, Bondings 2.0 informa en vivo desde Roma mientras se reúne la Asamblea General final del Sínodo sobre la Sinodalidad.
ROMA—No soy una persona de procesos. Cuando estoy en una reunión y escucho las palabras “ejercicio para romper el hielo”, quiero salir corriendo. Prefiero discutir temas, no hacer ejercicios para llegar a los temas de la reunión de manera indirecta o discutir cómo los vamos a discutir. Prefiero mucho más discutir temas sustantivos, no procesos.
Esta predilección mía es la razón por la que, en el primer día completo de trabajo de la Asamblea General del Sínodo, ayer, me sentí tan perturbado cuando los participantes en la conferencia de prensa diaria hablaron sobre cómo la reunión de octubre se centrará en el proceso, no en la sustancia.
Los primeros indicios de esta semana indican que la Asamblea del Sínodo no va a hablar de algunas de las cuestiones clave que los fieles católicos han planteado en las conversaciones sinodales desde 2021. La Asamblea lo intentó el año pasado y se topó con un obstáculo en una serie de cuestiones, en particular los temas LGBTQ+ y la igualdad de roles para las mujeres en la Iglesia. Este año, en cambio, los líderes del Sínodo tienen la intención de discutir CÓMO la Iglesia puede tener discusiones sobre las cuestiones sustanciales.
Me quejé internamente al escuchar este enfoque. ¿No hemos estado discutiendo y discutiendo algunos de estos temas durante décadas? ¿Cuándo se detendrán las discusiones y se tomarán algunas decisiones? Como dice el viejo refrán, “no decidir es una decisión en sí misma“.
A pesar de mi fuerte prejuicio contra el proceso, debo reconocer a regañadientes que idear procesos es una etapa importante en la discusión, especialmente en una institución tan grande y diversa como la Iglesia Católica Romana. ¿Y hay alguna institución en nuestro planeta más grande y diversa que la Iglesia Católica Romana? La Asamblea del Sínodo se lleva a cabo en seis idiomas diferentes, lo que dista mucho de la cantidad de idiomas y grupos culturales que componen la Iglesia. Por lo tanto, sí, se necesita un proceso, pero llega un momento en que se deben tomar decisiones.
El padre Giacomo Costa, SJ, que ha estado liderando la metodología sinodal, dijo en la conferencia de prensa que esta asamblea “no es el momento para tomar decisiones”. Quiero que se tomen decisiones. Desde mi punto de vista, hemos estado hablando de estos temas durante demasiado tiempo. El famoso dicho del reverendo Martin Luther King, Jr. de que “la justicia diferida es justicia denegada” parece particularmente apropiado para la respuesta de la jerarquía católica a las personas LGBTQ+.
Son tantos los problemas que pesan mucho en las mentes y los corazones de los católicos, problemas que causan un tremendo dolor emocional y daño espiritual, problemas que dividen a las comunidades. Tanta gente sufre porque la Iglesia avanza tan lentamente. Por ejemplo, las personas LGBTQ+ que quieren desesperadamente seguir siendo católicas han tenido tantos obstáculos en su camino durante tanto tiempo. ¿Hará algo la Iglesia alguna vez para solucionar estos problemas o seguirá simplemente creando comisiones para estudiarlos?
El cardenal Mario Grech, secretario general de la oficina sinodal del Vaticano, se dirigió ayer a la Asamblea sinodal y explicó que los grupos de estudio establecidos para esta Asamblea continuarán hasta junio de 2025, y que estos grupos “están llamados a permanecer abiertos a una participación más amplia, la de todo el Pueblo de Dios”. Explicó lo que esto significará:
“. . . será posible que todos envíen contribuciones, observaciones, propuestas. Pastores y líderes eclesiales, pero también y sobre todo cada creyente, hombre o mujer, y cada grupo, asociación, movimiento o comunidad podrán participar con su propia contribución”.
Una vez más, es genial que se invite e incluso se fomente la participación de las bases, pero si las personas siguen participando y su participación solo se encuentra con más estudios, perderán la esperanza.
Las cuestiones LGBTQ+ ya habían surgido como una de las principales preocupaciones de los fieles en las consultas de 2021-2023. ¿Cuánto tiempo más seguirán comprometidos los católicos LGBTQ+ y sus partidarios si su participación se ve respondida con un trabajo interminable de comités, pero no con acciones? Imagino que muchos se desmoralizarán por la falta de respuesta. Imagino que muchos otros se sentirán desanimados, como yo a veces me siento, porque sus deseos y llamadas a la acción muy concretos se empantanaron en procesos que solo producen un lenguaje vago, general y abstracto, no decisiones.
Un día estuve en Roma y ya estoy teniendo una crisis de fe, no en Dios, sino en cómo funciona la Iglesia. Hoy llovió a cántaros aquí, todo el día, lo que no ayudó a mi ánimo. Pero me aferro a un rayo de esperanza de que el progreso puede generar en la Asamblea del Sínodo. Tal vez fue demasiado ingenuo pensar que 368 personas serían capaces de resolver todos los problemas de la Iglesia donde la diversidad de opiniones es tan amplia. Por eso, estoy dispuesto a darle al Sínodo un poco más de tiempo.
Cuando el Papa Francisco empezó a hacer comentarios positivos sobre las personas LGBTQ+, como parte de sus esfuerzos por construir una Iglesia basada en el diálogo, el encuentro y el caminar juntos, me sentí muy inspirado. Muchas personas sintieron que sus declaraciones y acciones eran solo una fachada. Cuando los periodistas me preguntaron por qué tenía una visión optimista del Papa, les dije que creía que la intransigencia de la jerarquía católica en temas LGBTQ+ era tan profunda que lo que sucedió es que se metieron en un callejón sin salida. Sentí que el énfasis del Papa Francisco en estar abierto a las personas LGBTQ+ y renovar los objetivos del ministerio pastoral eran sus formas de mostrarle a la jerarquía una manera de salir de ese callejón sin salida.
Si los delegados del Sínodo pueden idear de manera similar una manera práctica para que la Iglesia salga de tantos callejones sin salida en los que la metieron tantos papas y obispos anteriores, eso será un gran regalo para la Iglesia.
Todavía no me doy por vencido con el Sínodo sobre la sinodalidad.
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—Francis DeBernardo, New Ways Ministry, 4 de octubre de 2024
Comentarios desactivados en “Francisco de Asís, en quien el ser humano resultó bien”, por Leonardo Boff
Considerando el panorama mundial, la violencia bélica en varias naciones con terribles matanzas de seres humanos, o la violencia de estudiantes que, enardecidos, invaden una escuela y abaten a tiros a decenas de compañeros, por no hablar de las torturas y de los abusos que se cometen contra inocentes, nos surge espontánea la pregunta: ¿el ser humano ha resultado bien? ¿No somos una excrecencia del proceso evolutivo?
Nos cuesta identificar figuras ejemplares que nos desmientan esta tétrica impresión. Pero gracias a Dios existen, como un Don Helder Câmara, una Hermana Dulce, la Hermana Teresa de Calcuta, un Chico Mendes, un José Mujica, ex-presidente de Uruguay, un Gandhi, un Dalai Lama y un Papa Francisco, entre otras.
Pero quiero detenerme en una figura seminal en la que la humanidad resultó bien de un modo convincente: San Francisco de Asís. Uno de los legados más fecundos del “Sol de Asís” como lo llama Dante, actualizado hoy por Francisco de Roma, es la predicación de la paz, tan urgente en los días actuales. El primer saludo que dirigía a los que encontraba por los caminos era “Paz y Bien”,que corresponde al Shalom bíblico. La paz que ansiaba no se restringía a las relaciones interpersonales y sociales. Buscaba una paz perenne con todos los elementos de la naturaleza, tratándolos con el tierno nombre de hermanos y hermanas.
Su primer biógrafo Tomás de Celano testimonia maravillosamente el sentimiento fraterno que lo invadía:
«Se llenaba de inefable gozo todas las veces que miraba el sol, contemplaba la luna y dirigía su vista hacia las estrellas y el firmamento. Cuando se encontraba con las flores, les predicaba como si estuviesen dotadas de inteligencia y las invitaba a alabar a Dios. Lo hacía con tiernísima y conmovedora candidez: exhortaba a la gratitud a los trigales y los viñedos, a las corrientes de los ríos, a la belleza de las huertas, a la tierra, al fuego, al aire y al viento».
Esta actitud de reverencia y de ternura lo llevaba a recoger las babosas de los caminos para que no las pisasen. Durante el invierno daba miel a las abejas para que no muriesen de escasez y de frío. Pedía a los hermanos que no cortasen los árboles por la raíz con la esperanza de que pudiesen rebrotar. Hasta las malas hierbas debían tener un lugar reservado en los huertos, para que pudiesen sobrevivir, pues «ellas también anuncian al hermosísimo Padre de todos los seres».
Sólo puede vivir esta intimidad con todas las cosas quien ha escuchado su resonancia simbólica dentro del alma, uniendo la ecología ambiental con la ecología profunda. Jamás se situaba por encima de las cosas sino a su mismo nivel como quien convive verdaderamente como hermano y hermana, descubriendo los lazos de parentesco que unen a todos.
El universo franciscano y ecológico nunca es inerte. Todas las cosas están animadas y personalizadas. Descubrió por intuición lo que sabemos actualmente por vía científica (a través de Crick y Dawson, que descifraron el ADN): que todos los vivientes somos parientes, primos, hermanos y hermanas, pues todos tenemos el mismo código genético de base.
De esta actitud nació una paz imperturbable, sin miedos y sin amenazas. San Francisco realizó plenamente la espléndida definición que la Carta de la Tierra encontró para la paz: «Es la plenitud creada por relaciones correctas consigo mismo, con las demás personas, con otras culturas, otras vidas, con la Tierra y con el Todo mayor del cual somos parte» (n.16 f).
El Papa Francisco parece estar realizando las condiciones para la paz, fundada en la compasión por los que sufren, por la valiente denuncia del sistema que produce miseria y hambre, y por la permanente búsqueda de la justicia social que deja atrás la filantropía para dar lugar a los cambios estructurales.
La suprema expresión de la paz, hecha de convivencia fraterna y cálida acogida de todas las personas y cosas está simbolizada por el conocido relato de la perfecta alegría, donde, a través de un artificio de la imaginación, Francisco presenta todo tipo de injurias y violencias contra dos cofrades, uno de ellos él mismo. Aunque habían sido reconocidos como cofrades, fueron vilipendiados moralmente y rechazados como gente de mala fama.
En este relato de la perfecta alegría, que encuentra paralelos en la tradición budista, Francisco va paso a paso, desmontando los mecanismos que generan la cultura de la violencia.
La verdadera alegría no está en la autoestima, ni en la necesidad de reconocimiento, ni en hacer milagros y hablar lenguas. En su lugar coloca los fundamentos de la cultura de la paz: el amor, la capacidad de soportar las contradicciones, el perdón y la reconciliación más allá de cualquier reclamación, retribución o exigencia previa. Vivida esta actitud irrumpe la paz, la paz del corazón, inalterable, capaz de convivir jovialmente con las más duras oposiciones, paz como fruto de un completo despojamiento. ¿No son estas las primicias de un Reino de justicia, de paz y de amor que tanto deseamos?
Esta visión de la paz de San Francisco representa otro modo de estar-en-el-mundo junto con las cosas, una alternativa al modo de ser de la modernidad y de la posmodernidad, asentado sobre el estar-sobre-las-cosas, dominándolas y usándolas de forma irrespetuosa para el enriquecimiento y el disfrute sin el menor sentido de sobriedad.
El descubrimiento de la hermandad cósmica nos infundirá un espíritu de respeto y nos devolverá la claridad y la inocencia infantil de la edad adulta, importantes para que salgamos bien de la crisis.
Comentarios desactivados en Cómo el activismo por el alto el fuego en Gaza fortaleció mi fe como católica queer
La publicación de hoy es de Flora x. Tang, candidata a doctorado en teología y estudios de paz en la Universidad de Notre Dame, donde escribe e investiga sobre teología postraumática, teología queer y teología asiática descolonial. Flora trabajó anteriormente como capellán de hospital, becaria de ministerio universitario y coordinadora de programas de aprendizaje-servicio para estudiantes universitarios. Flora es originaria de Beijing, China y actualmente vive en South Bend, Indiana.
Hace varios meses, un breve clip del Papa Francisco hablando durante una entrevista de 60 Minutos se volvió viral en mis redes sociales: el Papa respondió firme y secamente “no” cuando la entrevistadora Norah O’Donnell preguntó sobre la posibilidad de abrir un debate sobre las mujeres. diáconos. Las palabras de decepción e ira de mis amigas católicas queer y feministas llenaron mi línea de tiempo en las redes sociales, provocando el resurgimiento de la conversación veraniega pero familiar de “¿deberíamos quedarnos?” ¿Deberíamos permanecer en una Iglesia católica patriarcal y heterosexista que parece querer sólo empujar a las mujeres y a las personas queer hacia los márgenes?
Dejé que la entrevista papal continuara, hasta que llegué a un clip que aún no había visto publicado en mis redes sociales. “Todas las tardes a las 7 de la tarde”, dijo el Papa en voz baja, “llamo a la parroquia de Gaza”. El Papa relata las terribles condiciones de hambruna y asedio que enfrentan los feligreses todos los días. Cuando se le pregunta qué le dice al sacerdote católico de Gaza y a sus seiscientos feligreses, el Papa simplemente responde: “Yo escucho”.
Aquí hice una pausa.
Este clip no se compartió tan ampliamente en las redes sociales en mis círculos católicos queer progresistas. Sin embargo, era precisamente lo que necesitaba ese día de verano después de un año académico agotador participando en protestas, mítines, seminarios y eventos educativos para abogar por un alto el fuego en Israel y Gaza. En una época en la que mis limitados esfuerzos de activismo desde South Bend, Indiana, parecen distantes e inútiles, recordé que (¡de alguna manera!) estoy en comunión con la iglesia de Gaza, una iglesia que se reduce cada día a medida que sus miembros son asesinados por francotiradores. y sus edificios siguen sitiados.
En un mundo donde nadie en posiciones de poder puede oír o escuchar los gritos de la gente de Gaza, recordé que tal vez la iglesia sí escuche.
Pero lo más importante es que recordé que Dios escucha.
Como mujer católica queer, a menudo me siento distante de la Iglesia católica institucional, sus liturgias y sus historias. Las historias de la iglesia parecen excluir a personas como yo y, a menudo, no me veo en las historias de la iglesia. Cuanto más protestaba contra la guerra, cuanto más hablaba en mítines sobre las demandas de paz y justicia de la Doctrina Social Católica, cuanto más hablaba con mis alumnos sobre cómo responder a este momento de múltiples crisis de derechos humanos, más me sentía espiritualmente más cerca de larga tradición de constructores de paz católicos que son mis antepasados en la iglesia.
Por primera vez en mucho tiempo, las protestas y mítines por la paz fueron donde la tradición católica que heredé se sintió como en casa. Sabía que la larga tradición de constructores de paz católicos –desde el beato Franz Jaggerstatter, que murió al negarse a unirse al ejército nazi, hasta Dorothy Day y el padre Dan Berrigan, que protestó contra la guerra de Vietnam– caminan conmigo, y que con humildad (pero) con orgullo) siguiendo sus pasos.
Estudiantes de la Universidad de Notre Dame protestan frente a Morrissey Manor contra el genocidio en curso en Gaza en la primavera de 2024Photo by Gray Nocjar / The Observer
Mi identidad católica queer también sirve como testimonio cuando me enfrento a preguntas sobre por qué abogo por un alto el fuego en Gaza cuando Hamás, el grupo islamista que gobierna Gaza, mantiene posturas y políticas explícitamente anti-LGBTQ. La homofobia palestina se cita a menudo como una de las razones por las que las personas queer como yo deberían dejar de defender la supervivencia y el florecimiento del pueblo de Gaza. Cuando me enfrento a estas preguntas, le hablo a la gente sobre una línea de preguntas similar (mencionada anteriormente en esta publicación) que también recibo con frecuencia: dado que la Iglesia Católica y muchos miembros de su liderazgo son explícitamente anti-LGBTQ y patriarcales, ¿por qué todavía ¿Enseñar y escribir teología católica? ¿Por qué sigues quedándote? ¿Por qué preocuparse por una tradición a menudo homofóbica y su gente, en lugar de permitir que se queme hasta los cimientos?
Respondo hablando de los daños que preguntas como estas pueden causar a personas ya marginadas que existen dentro de estructuras homofóbicas. Le digo a la gente que así como las personas queer (como yo) existen dentro de estructuras como la Iglesia Católica, los palestinos queer en Gaza también existen y nunca deben ser olvidados ni abandonados a su suerte. Cuento a la gente historias de miembros de mi familia en China, que nunca antes habían oído hablar de los términos “gay” o “lesbiana” (ni en inglés ni en su lengua materna), pero que nos tratan a mí y a mis amigos abiertamente queer con aceptación inmediata y amar. Le hablo a la gente de mi amor incluso por aquellos familiares en China que no saben que soy queer, que esas personas siguen siendo mi familia, incluso si nunca aceptan mi identidad. Le hablo a la gente sobre mi fe, lo que me enseña que, independientemente de sus opiniones o prejuicios personales, todos los habitantes de Gaza, Cisjordania e Israel merecen vivir.
Le hablo a la gente sobre mi fe católica, que me enseña a extender misericordia a los demás, incluidas las personas que no extienden la misma misericordia hacia mí.
Así que permanezco dentro de esta iglesia imperfecta que extiende su misericordia a “los más pequeños”, incluso si la misericordia de la iglesia no se extiende hacia mí (en mi identidad como mujer queer) en este momento particular o en la entrevista papal de 60 Minutos. . Permanezco en esta tradición profética que dice “no más” a la quema de niños, al bombardeo de hogares, y que escucha el grito de los habitantes de Gaza y el grito de los pobres. Permanezco en esta tradición imperfecta de misericordia, para que la definición de misericordia de la iglesia continúe ampliándose.
Me quedo, sabiendo que al ser solidario con aquellos que se encuentran en los márgenes del imperio, como continúan haciendo muchos pacificadores católicos, mi fe vacilante no se extinguirá.
Comentarios desactivados en Al inicio del Sínodo, ¿qué podría significar omitir a las personas LGBTQ+ de la vigilia penitencial?
Este mes, Bondings 2.0 informará en vivo desde Roma mientras se reúne la Asamblea General final del Sínodo sobre la Sinodalidad. La publicación de hoy cubre un servicio de oración penitencial celebrado el martes y lo que podría aportar para las cuestiones LGBTQ+ y el Sínodo.
Antes de la Misa de apertura de hoy para la asamblea global final del Sínodo sobre la Sinodalidad, el Papa Francisco se unió a líderes de alto rango de la iglesia y a los delegados del Sínodo para una Vigilia Penitencial celebrada en la Basílica de San Pedro. Como informó anteriormente Bondings 2.0, el objetivo de este servicio de oración era que la iglesia institucional “pidiera perdón llamando a los pecados por su nombre, sintiendo dolor e incluso vergüenza” con miras “hacia el comienzo de una nueva forma de ser Iglesia”. En el comunicado de prensa al respecto, se mencionó explícitamente que los grupos marginados, incluidas las mujeres, los sobrevivientes de abuso sexual, los migrantes y la creación, habían sido perjudicados. Las personas LGBTQ+ no fueron nombradas, aunque la contrición por el pecado de “arrojar la doctrina como piedras” puede haber aludido a los daños causados a la comunidad queer.
Sin embargo, en el servicio de ayer no se mencionó a las personas que han enfrentado discriminación y opresión facilitadas por la iglesia debido a su orientación sexual o identidad de género. Se podría interpretar que varias de las “Solicitudes de perdón” leídas por los cardenales incluyen a personas LGBTQ+, pero el grupo no fue nombrado. A continuación se muestran algunos ejemplos.
—El cardenal Oswald Gracias de Bombay, que ha sido muy positivo LGBTQ+, pidió perdón por el “pecado de falta de coraje”, de no buscar la paz y defender la dignidad humana. Su oración incluía esta línea: “Aún más grave es nuestro pecado, si para justificar la guerra y la discriminación invocamos el nombre de Dios. Perdónanos Señor”.
—Cardenal Sean O’Malley, OFM Cap., arzobispo emérito de Boston, cuyo historial LGBTQ+ es mixto, pidió perdón “por todas las veces que nosotros, los fieles, hemos sido cómplices o hemos cometido directamente abusos de conciencia, abuso de poder y abuso sexual”.
—El cardenal Kevin Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida del Vaticano, también con un historial LGBTQ+ mixto, pidió perdón por no honrar la dignidad de las mujeres, “por todas las veces que hemos juzgado y condenado antes de ocuparnos de las debilidades y heridas de la familia”, y por tiempos “en los que no entendíamos la delicadeza de los pasos de crecimiento [de los jóvenes], el dolor de la formación de la identidad. . .”
—El cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, que está detrás de las declaraciones a favor de las bendiciones entre personas del mismo género y en contra de la transición de género, pidió perdón por reducir el Evangelio a “un montón de piedras muertas para arrojar otros” y cuando la iglesia ha “dado justificación doctrinal al trato inhumano”.
—El Cardenal de Viena Christoph Schönborn, OP, quien repetidamente ha hablado positivamente sobre las personas LGBTQ+, pidió perdón “por todas las veces que no hemos escuchado al Espíritu Santo, prefiriendo escucharnos a nosotros mismos, defendiendo opiniones e ideologías que dañan la comunión en Cristo de todos” y para tiempos “en los que hemos transformado la autoridad en poder, asfixiando la pluralidad, no escuchando a las personas, dificultando la participación de muchos hermanos y hermanas en la misión de la Iglesia. . .”
¿Por qué citarlos extensamente? Porque es una evidencia clara de que algunos de los líderes más altos de la iglesia, incluido el Papa Francisco, reconocen cuánto daño ha causado la iglesia institucional a tantas personas, tanto católicas como no católicas, una conciencia que emerge posiblemente por primera vez.
La Vigilia Penitencial fue realmente conmovedora y señala un cambio genuino de postura y comprensión por parte de estos líderes. Todos los elementos estaban ahí para ofrecer una disculpa genuina al más alto nivel de la iglesia a las personas LGBTQ+. Y dadas sus palabras y acciones anteriores, cardenales como Gracias, Schönborn y Fernández son indudablemente conscientes de que esa disculpa ante las personas queer y sus seres queridos es necesaria.
La Vigilia Penitencial fue un primer momento para incluir explícitamente a las personas LGBTQ+ como parte de este camino sinodal. Podría haber indicado que muchos altos líderes de la iglesia consideran que el status quo es insostenible y quieren reformas.
Este reconocimiento es quizás lo que hace que la omisión de las personas LGBTQ+ en las oraciones de anoche sea más difícil de recibir. Hay honestidad sobre el problema e incluso un deseo de enmendar el problema. Pero parece que ser explícito sobre la discriminación y exclusión que los católicos queer tienen y aún enfrentan está demasiado lejos. ¿Afectará tal actitud a toda la asamblea sinodal?
Las razones de esta flagrante omisión no están claras. Quizás el Papa y los líderes del Sínodo estén preocupados por la unidad, dada la dura oposición a la inclusión LGBTQ+ por parte de algunas regiones eclesiales. Quizás no querían arriesgar a toda la asamblea del Sínodo antes de que comenzara planteando cuestiones de género y sexualidad, que son probablemente las más polémicas en este momento. O tal vez simplemente saben que era necesaria una disculpa y, sin embargo, vacilaron por el “pecado de la falta de coraje”, como lo llamó el cardenal Gracias.
Cuando se anunció la vigilia la semana pasada, Bondings 2.0 cuestionó si el perdón y la reconciliación pueden realizarse, y cómo, si la iglesia institucional no puede disculparse con las personas LGBTQ+ directamente por su nombre. La oportunidad perdida anoche podría indicar que las cuestiones LGBTQ+ de hecho serán suprimidas este mes. O tal vez impulse a los delegados LGBTQ positivos a actuar con más fervor para plantear el tema y buscar una mayor inclusión. Que el Espíritu Santo les conceda la valentía para hacerlo.
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—Robert Shine (él/él), Ministerio New Ways, 2 de octubre de 2024
Comentarios desactivados en El rector de la de la Universidad Católica de Lovaina (KU Leuven), hace un llamamiento al Papa por la inclusión LGBTQ+; el Papa saluda a las mujeres transgénero
El Papa Francisco saluda a Lynn Discenza, una mujer trans católica que ayuda a dirigir el ministerio LGBTQ+ en la Iglesia de San Patricio y San Antonio de Hartford, Connecticut
Un importante católico de Bélgica ha hecho un llamamiento al Papa Francisco para que se produzcan mayores reformas en la Iglesia, incluida la inclusión LGBTQ+, con motivo de una visita papal al país. A principios de mes, el Papa saludó a un grupo de cuatro mujeres trans estadounidenses en una audiencia en la Plaza de San Pedro.
El Papa Francisco visitó Luxemburgo y Bélgica durante tres días la semana pasada, durante los cuales hizo una parada en la Universidad Católica de Lovaina (KU Leuven) antes del 600 aniversario de su fundación en 2025. Al dirigirse al Papa, el rector de la universidad, Luc Sels, abogó por las reformas que buscan muchos católicos belgas. El National Catholic Reporterdetalló:
“En su discurso de amplio alcance —que elogió al Papa por su apoyo a los refugiados, sus esfuerzos para combatir el cambio climático y su compromiso con una mayor participación de los laicos en la vida de la Iglesia— el rector lamentó que la Iglesia “con demasiada frecuencia” proporciona respuestas universales “de una vez por todas”.
“‘Es alentador que usted, el Papa, tenga el coraje de cuestionar públicamente quién es para juzgar a las personas con una orientación diferente’, dijo Sels, en referencia a la famosa respuesta del Papa en 2013 de ‘¿Quién soy yo para juzgar?’ cuando se le preguntó sobre los sacerdotes homosexuales.
“‘¿No ganaría la Iglesia autoridad moral en nuestro rincón del mundo si tuviera un enfoque menos forzado sobre el tema de la diversidad de género y mostrara más apertura hacia la comunidad LGBTQIA+?’, preguntó Sels, señalando que estaba complacido de que tanto los obispos flamencos como los teólogos de Lovaina hayan ampliado su alcance a los católicos homosexuales”.
Sels también apeló a Francisco para que ordene mujeres y amplíe su liderazgo en la iglesia, preguntando: “¿Por qué toleramos esta brecha considerable entre hombres y mujeres en una iglesia que tan a menudo es llevada sobre los hombros de las mujeres? . . . ¿No sería la iglesia una comunidad más cálida si hubiera un lugar prominente para las mujeres, incluso en el sacerdocio?”
Sobre el abuso sexual del clero, que ha involucrado a la iglesia belga en los últimos años, Sels agregó que “el impacto de los casos de abuso sexual y la forma en que esta mala conducta fue o no discutida y condenada abiertamente en el pasado resta autoridad moral a la iglesia en el mundo occidental”.
Según NCR, el Papa no respondió directamente a los comentarios de Sels, aunque alentó la exploración teológica. Cabe destacar que, en la transmisión de la reunión del Vaticano, “el intérprete de idioma inglés no incluyó una traducción de los comentarios del rector sobre las mujeres en el sacerdocio”.
Esta vez, el Papa saludó a un grupo de Estados Unidos que se presentaron como “cuatro mujeres trans que siempre han vivido y trabajado en la Iglesia Católica” antes de que Francisco las bendijera. Las mujeres —Martha Marvel, Maureen Rasmussen, Christine Zuba y Lynn Discenza— estuvieron acompañadas por un sacerdote italiano, el padre Andrea Conocchia, y una religiosa, la hermana Geneviève Jeanningros. Ambas ministras pastorales son conocidas por su labor de divulgación en la comunidad trans de Torvaianica, cerca de Roma.
La pareja de trabajadoras pastorales ya había llevado grupos de mujeres trans al Vaticano antes, para recibir vacunas contra el Covid, para audiencias papales y para un almuerzo por el Día Mundial de los Pobres al que asistió el Papa Francisco. Antes de la audiencia de este mes, las cuatro mujeres estadounidenses se reunieron con sus pares trans en Torvaianica, muchas de las cuales se dedican al trabajo sexual, para rezar juntas y ofrecer una donación. Todas las mujeres estadounidenses están involucradas en ministerios LGBTQ+ en su país, y se conectaron por primera vez con Conocchia en la conferencia Outreach 2024.
Christine Zuba, segunda desde la izquierda, con las otras tres mujeres trans estadounidenses, el padre Andrea Conocchia, en el centro, y miembros de la comunidad parroquial de Torvaianica.
Antes de la audiencia general, las mujeres le escribieron al papa sobre sus historias de vida. El artículo de NCR incluye muchos de esos detalles para las mujeres, todas las cuales salieron del armario y realizaron la transición más tarde en la vida después de una profunda participación en la Iglesia Católica.
Una de las mujeres, Christine Zuba, escribió un ensayo más largo sobre su experiencia de conocer a Francisco para Outreach. Hacia el final, concluye:
“En el largo vuelo de regreso a casa temprano a la mañana siguiente, experimenté emociones conflictivas. Estaba leyendo el nuevo libro [de New Ways Ministry],Cornerstones: Sacred Stories of LGBTQ+ Employees in Catholic Institutions, editado por Ish Ruiz y Mark Guevarra. El libro incluye historias dolorosas sobre personas LGBTQ que han sido despedidas de sus trabajos en la iglesia. Esto ciertamente me entristeció.
“Pero dejé que mi mente vagara de regreso a mi encuentro con el Papa Francisco, y me pregunté si su pedido, ‘Oren por mí, oren por mí’, tenía una resonancia especial o tenía un significado particular para nosotros los católicos transgénero ese día.
“Al viajar por todo el mundo y difundir el mensaje evangélico de amor a personas de todas las religiones, el Papa Francisco está generando cambios. No todos están de acuerdo con él y, aun así, dentro de nuestra iglesia, no todos se sienten incluidos. Pero los cuatro nos sentimos incluidos ese día. Si bien no todos los que se sienten excluidos por la iglesia podrán experimentar el mismo tipo de bienvenida, espero que al compartir nuestra historia, otros sepan que son bienvenidos”.
—Robert Shine (él), New Ways Ministry, 30 de septiembre de 2024
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