“No ha sido una chorrada. Educación y suicidio del niño Diego” seguido de “J. Cabrera: Mea Culpa”
La disculpa del Doctor viene al final pr lo que es ncesario leer los dos artículos que hemos leído en el blog de Xabier Pikaza:
***
Hace unos días se suicidó el niño Diego, 11 años, del colegio de Ntra. Señora de los Ángeles de Madrid, regentado por los Padres Mercedarios Descalzos, por supuesto acoso escolar. Se le hacía imposible volver al colegio y no encontró más salida que el suicidio.
El tema ha conmovido a la opinión, se han dado, como es normal, opiniones distintas y lo único seguro es que el niño Diego se ha suicidado y que sus padres (a quienes saludo desde aquí, emocionado por la carta que les ha escrito su hijo, antes de “marcharse”, ánimo padres) están destrozados.
El caso no ha sido una chorrada, sino un dolor, una tragedia, que puede repetirse, pues sigue habiendo en colegios un fuerte acoso escolar, y son bastantes los suicidios conocidos (se citan en el periódico los Jokin, Carla o Aránzazu) y muchos más los desconocidos, entre los que yo mismo, poco experto en noticias de de ese tipo, conozco algunos, que no han saltado a la prensa.
No tengo datos para intervenir en concreto en este caso, ni es mi función hacerlo, pero conozco el colegio de los Ángeles, tuve allí profesores amigos, y alguna vez lo he visitado, aunque los mercedarios que lo regentan son descalzos, con quienes he tenido menor relación.
Les ha tocado a ellos, como podía haber tocado a otros, y lo lamento mucho, porque son buena gente y hacen todo lo que pueden por la educación de los niños… Ánimo también a vosotros, pero las cosas hay que explicarlas mejor, no llevando a un hombre como Cabrera a decir despropósitos
Pues bien, esta mañana me han mandado muy temprano una edición digital de El Mundo (5.2.16), y he encontrado allí tres páginas dedicadas al tema (28-30), con un duro juicio introductorio en pág. 5; un famoso forense, habitual en un programa de televisión, que prometo no ver ya más, ha dicho, según parece, cosas que no pueden ni deben decirse, afirmando que el caso Diego era una chorrada (juicio que, evidentemente, habrá de situarse en su contexto).
Me he sentido impactado por lo que dice ese forense, y así quiero publicar hoy una postal en tres tiempos.
— Noticias sobre Diego: El Mundo.
— Memoria del suicidio de un religioso, estudiante de teología
— Educación, un tema fundamental.
(1) NOTICIAS SOBRE DIEGO: EL MUNDO
Nota crítica: José Cabrera. Indignantes palabras sobre el suicidio de Diego:
Publicamos hoy unas indignantes declaraciones del médico forense, portavoz oficioso del colegio Nuestra Señora de los Ángeles, don de estudiaba Diego, el niño de 11 años que se suicidó por supuesto acoso. El médico manifestó en tono chulesco a los padres del centro en una charla que el suicidio de Diego era para él «una chorrada» y que «al chaval no le gustaba ir al colegio». Debería intervenir el Colegio de Médicos (El Mundo, 5 febrero 2015, pag. 4). Trabajo extenso en pags. 28-30
Trabajo de J. M. Díaz Aguado: Características de los alumnos que acosan (pags. 28-29). Valioso estudio de fondo. Me gustaría publicarlo entero, pero puede verse en El Mundo. Pone de relieve el tema del acoso escolar, en sus diversas facetas. Un tema al que volveré, si Dios quiere y encuentro tiempo.
Pablo Herraiz / Quico Alsedo: Caso Diego, una Chorrada (según el médico forense J. Cabrera) (Mundo, pag. 30). Recoge la intervención de José Cabrera, con una serie de preguntas posteriores y respuestas suyas. Indignante lo que dice en famoso José Cabrera, habitual de Cuarto Milenio, indignante y vergonzoso. No debería andar por ahí diciendo estas cosas:
El suicidio de Diego González, de 11 años, es para él «una chorrada», en los colegios «toda la vida ha habido peleas», «al chaval no le gustaba ir a clase» y vivía «una dinámica familiar muy compleja» antes de tirarse por la ventana de un quinto piso en la vivienda familiar de Leganés.
Son palabras del televisivo forense José Cabrera a los padres de los alumnos del colegio Nuestra Señora de Los Ángeles el pasado 22 de enero. Cabrera acudió a la reunión informativa del centro e intervino secundado por los padres mercedarios descalzos que dirigen el colegio. La juez de Leganés y la Comunidad de Madrid investigan el suicidio del niño tras dejar una nota en la que de cía: «No puedo volver al colegio y esta es la única manera de no ir» (Mundo, pag. 5).
PALABRAS DE JOSÉ CABRERA
«Esto empezó siendo un acoso es colar, hoy es una agresión sexual y mañana uno de ellos [señala a los padres mercedarios] le habrá tirado por el balcón al niño. Lo mataron, porque un hermano mercedario le tiró por el balcón…. Entonces, esto es una… Para mí es una chorrada. Pero no tengáis miedo: toda la vida en los colegios ha habido peleas: este tal, ahora te doy una a ti, ¡eso no es acoso! [interviene una mujer, que dice: ‘Y el gordo, el empollón y el gafotas’]. Claro, joder, siempre. Acudid a la Policía, pero no al abogado de la familia, qué va a decir: que esto es una canallada, que los curas son unos golfos, ¡al Vaticano a prenderle fuego! Claro, joder. Es lo que hay» (Mundo pag. 30)
Este periódico se puso ayer en contacto con José Cabrera para preguntarle por su participación en las reuniones con los padres de los alumnos del colegio Nuestra Señora de Los Ángeles. Ésta fue su respuesta: «Yo he participado en cuatro reuniones con las familias porque soy amigo de la orden [de los padres mercedarios] desde hace más de 20 años, soy amigo personal del general y él me ha pedido que hable con los padres. No soy ni asesor, ni contratado, ni portavoz. Y, bueno, te puedo decir que yo conozco exactamente qué ha pasado en esta historia. Lo sé todo. Esto se ha despiporrao». ¿Respalda el colegio lo que usted dijo allí?, se le preguntó. «Sí, estoy respaldado porque soy amigo del general», dijo (Mundo pag. 30).
(2) UNA EXPERIENCIA PERSONAL
(a) Principios sobre el caso Diego
Como se ve en este caso, la escuela no es sólo un lugar de aprendizaje teórico, sino un espacio y tiempo de maduración personal (individual y social), donde es básico el seguimiento, el consejo y la corrección, al servicio de la madurez de cada uno y de la relación entre todos. Es claro que algo falló en la escuela de Diego, para que viniera a suicidarse.
‒ En esta caso-Diego se han cruzado y han intervenido, sin duda, una serie de factores personales, que no son fáciles de determinar, que han llevado al suicidio de Diego y al dolor de los padres.
‒ Ciertamente, ha debido existir una falta de comunicación con los padres, que suele ser normal en esa edad; por las causas que fueren, Diego no pudo decir todo a sus padre, ni a contarles al fin su decisión de suicidarse, porque les quería, y porque hay cosas que son difíciles de contar… dejando sólo una carta emocionada con los motivos de su marcha, sin acusarles de nada, animándoles a vivir, pidiéndoles perdón por lo que iba a hacer. Ánimo a los padres, a los dos, seguro que habéis hecho todo lo que habéis podido.Todo mi respeto por vosotros, toda mi presencia).
‒ Ha habido sin duda un desajuste fuerte con la autoridades escolares y con los educadores del Colegio que no sólo no ayudaron al niño, ni crearon un ambiente de cordialidad, confianza y justicia entre los estudiantes, sino que (según parece) no atendieron a las quejas y peticiones de los padres.
‒ Ha existido también un duro contraste de Diego con otros compañeros con quienes, por lo que sea, no ha podido entenderse. El acoso escolar ha sido para él insuperable… y quizá no ha encontrado mejor salida que suicidarse, con lo que eso implica.
‒ Está en el fondo el hecho de que se trata de un colegio dirigido por religiosos de la Merced, dedicados a la “redención de cautivos”, es decir, a la asistencia y ayuda hacia los más desfavorecidos. Es evidente que ni en el mejor de todos los colegios pueden preverse todos los casos y superarse todos los riesgos, pero no parece que haya quedado claro el que colegio haya podido ofrecer lo mejor (al menos según la versión que ofrece el desafortunado José Cabrera).
Es evidente que, en contra de lo que diga el gran José Cabrera, el caso del niño Diego no ha sido una chorrada, sino una tragedia, un misterio de dolor, para el niño y sus padres, un dolor e impotencia para el colegio, y más siendo un colegio religioso.
Al final de todo es claro que casi todos pueden ser inocentes, no han podido hacer más… ni los directores mercedarios del colegio, ni los profesores… Es fácil acusarles ahora, pero es muy posible que hayan hecho todo lo que podía.
Pero el único inocente-inocente ha sido digo, quien ha preferido salir de la escena, porque nadie de verdad le ha dado la mano, le ha seguido y acompañado, ha apostado por él, le ha logrado convencer de que la vida es lo más grande (incluso dejando para ello el colegio).
No quiero ni puedo juzgar más. Que lo hagan los lectores o aquellos que conozcan mejor el caso. Pero en este contexto puedo renovar un recuerdo doloroso.
(2) Recuerdo: suicidio de un joven teólogo de la Pontificia (1974/5)
No quiero recordar el nombre ni la comunidad a la que pertenecía. Era religioso, estudiante profeso de primero de teología. Yo acababa de venir a Salamanca… No le recordaba mucho, un poco su cara, algo su tristeza. Pero nunca me preocupe, como quizá no se preocuparon otros. Además, en la universidad no se sigue en un plano personal a los alumnos, como se hace en un colegio.
El caso es que un día despertamos con la triste noticia de que X. se había suicidado… por los temas que fuera. Todos empezamos a rebobinar: Tristezas y ausencias, compañías y soledades. Sólo entonces, cuando ya se había matado una noche triste, empezamos a entender algunas cosas, pero era demasiado tarde.
El día siguiente celebraron un funeral de intimidad, al que sólo asistimos los alumnos compañeros y los profesores, en la pequeña capilla abarrotada del teologado. El formador responsable de X era un religioso conocido, actualmente cardenal de la Iglesia de Roma.
En medio de un silencio sepulcral el Prof. X pronunció una homilía impactante, de las dos o tres más fuertes que he podido escuchar en mi vida. Habló de la vida y del suicidio, habló de Dios que acoge a los muertos, y en especial a los suicidados, quienes, como en este caso (dijo) quedaban directamente en manos de la misericordia infinita de Dios.
Podría recodar más cosas de aquel sermón, del lugar donde estaba, y del hueco que dejaba aquel muchachito en su comunidad religiosa y en la teología de la Pontificia. Todo estaba bien en el sermón (no en la muerte de X, por supuesto). Pero hay una cosa que quedó pendiente. El Prof. X habló del cara a cara del suicida con Dios. No habló (que yo recuerdo) del cara a cara frustrado del suicida con sus compañeros de colegio y facultad, con sus profesores.
Ciertamente, el teólogo X. se había suicidado, poniéndose en manos de Dios (lo mismo que Diego), sin acusar a nadie. Pero es claro que habían quedado cuestiones pendientes, con sus compañeros, con los mismos profesores (entre los que estaba hoy, aún me recorre un escalofrío por los huesos cuando lo recuerdo). No supimos presentir, adelantarnos… Todo quedó para Dios. Leer más…
Comentarios recientes