En nuestra España, años después de la aprobación del Matrimonio Igualitario y de la primerísima Ley de Identidad de Género, son ya necesarias nuevas leyes que hagan frente a las necesidades de las personas no heterosexuales y que garanticen que nuestros derechos no serán violados impunemente. Para conseguirlo, tal como propone desde hace tiempo el activismo, son necesarias diferentes normas.
Mis abuelas escriben su carta a los Reyes Magos, como ordena la tradición española. Mis padres, para facilitarse la vida un tanto teniéndonos a mí y a mi hermana entretenidos con juguetes todas las fiestas cuando éramos pequeños, enviaban nuestras peticiones a Papá Noël. Yo, desde mi laicismo militante con tintes paganos y mi imaginación un tanto grotesca, escribo al Árbol Mágico de Finde Año, que agradece los adornos que le hemos colocado en casa defecándonos unos regalitos durante el tiempo que empleamos en comer uvas para celebrar el cambio de año.
Mi casa se llena de personajes mágicos durante las últimas semanas de diciembre y la primera de enero, del mismo modo en que durante estas semanas nuestros medios de comunicación y redes sociales se han llenado de la magia de las elecciones generales que celebramos el próximo fin de semana. Como los Reyes Magos, como Papá Noël, incluso como el Árbol Mágico de Fin de Año, todos los candidatos se ocupan estos días de escuchar nuestras demandas sociales y presentar cuáles llevarán a cabo. En nuestro caso, como lesbianas, gais, bisexuales y transexuales, ¿qué debemos pedir a los partidos estas elecciones? ¿Y cuáles de entre todos ellos podrán traernos lo que pedimos?
En nuestra España, años después de la aprobación del Matrimonio Igualitario y de la primerísima Ley de Identidad de Género, son ya necesarias nuevas leyes que hagan frente a las necesidades de las personas no heterosexuales y que garanticen que nuestros derechos no serán violados impunemente. Para conseguirlo, tal como propone desde hace tiempo el activismo, son necesarias diferentes normas.
En primer lugar, para incorporar al Código Penal como delitos específicos -no sólo como un agravante para penar la comisión de otro tipo delictivo, como sucede ahora- los crímenes que se comenten contra nosotros y nosotras, iguales a los que afectan a otras minorías sociales, es necesaria una Ley contra los Delitos de Odio, que debe ser nacional porque es en el Parlamento donde están las competencias para modificar el Código Penal. Con esta nueva normativa se conseguirá que todas las agresiones e insultos a las minorías sociales estén perseguidas de igual manera: la discriminación debe ser perseguida indistintamente de su origen, sea la orientación sexual y la identidad de género, la etnia, el origen nacional, las creencias personales, etc.
Pero una vez promulgada esta reforma será preciso que se pongan en práctica determinadas acciones positivas encaminadas a garantizar nuestros derechos. Y para hacerlo bien es necesario tener en cuenta las diferencias que nos caracterizan como lesbianas, gais, bisexuales y transexuales respecto a otras minorías susceptibles de ser discriminadas porque, por un lado, somos la forma de diversidad que menos acciones positivas ha conseguido, mientras para otras existen ya Institutos oficiales, observatorios públicos, etc; y porque, por otra parte, nuestra otredad como personas no heterosexuales es particular entre las formas de la diversidad ya que la diferencia sobre la que se asienta nuestra especificidad es relativamente invisible y, como consecuencia, si bien disfrutamos del amparo del armario para escapar de la discriminación –aunque signifique negarnos a nosotros mismos-, esa invisibilidad propicia que nuestra otredad pueda considerarse relativa y puedan llevarse a cabo prácticas de tortura que persiguen nuestra asimilación a la norma, como son las fraudulentas terapias que “curan” la homosexualidad, que no existen en el caso de las diversidades visibles, como puede ser la diversidad étnica.
Como cada forma de diversidad es, en sí misma, específica, garantizar nuestros derechos en positivo exige una regulación específica. Necesitamos una Ley Integral de Protección de los Derechos de las Personas Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales y contra la Discriminación con motivo de Orientación Sexual y la Identidad de Género. Necesitamos una Ley LGTB.
Por su parte, para el caso más concreto de la transexualidad, tema para el que son precisas mayores especificidades, es necesario actualizar la Ley de Identidad de Género de 2007, que tan innovadora fue en su momento, para incorporar muchas más cuestiones.
Hace falta una Ley Integral de Transexualidad que contenga consideraciones sobre la inserción laboral de las personas trans, la eliminación del requisito temporal para los cambios registrales, que despatologice totalmente la transexualidad, reconozca los derechos de los migrantes y los menores trans y asegure que todo tratamiento médico será gratuito en la sanidad pública.
Dicho todo esto, veremos qué ofrece cada partido político en sus programas para saber cómo los Reyes, Papá Noël y el Árbol Mágico responderán a nuestras demandas. Esta misma semana FELGTB, la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales, publica una comparativa entre los programas electorales de los principales partidos políticos que se presentan a estas elecciones, según recojan o no las demandas de las entidades que reivindican derechos para las personas no heterosexuales.
Así se observa que salvo UPyD, que sólo ofrece la promoción de la visibilidad, tanto PSOE como Izquierda Unida, Podemos y Ciudadanos se comprometen a la aprobación de una Ley de promoción de los derechos de las personas LGTB, aunque sólo el PSOE incorporará la inversión de la carga de la prueba en los casos de agresiones, e IU es la única formación que afirma que prohibirá las llamadas “terapias de conversión”. Por su parte Ciudadanos no se compromete a la vigilancia de la ley con un Observatorio, como sí hacen Podemos, IU y el PSOE.
De igual manera, a excepción de UPyD, PSOE, Ciudadanos, Podemos e Izquierda Unida recogen en su programa la futura aprobación de una Ley Integral de Transexualidad a nivel nacional, si bien Ciudadanos no se compromete a ofrecer atención integral a personas migrantes ni el PSOE a ofrecer formación al personal sanitario.
En cuanto a las acciones en educación, PSOE, Ciudadanos, Podemos y UPyD ofrecen un gran pacto, no así Izquierda Unida, como UPyD no atenderá a los aspectos educativos respeto a la Diversidad Sexual, de Género y Familiar, ni Ciudadanos prevendrá el acoso escolar por LGTBfobia, de igual manera que ni UPyD ni Podemos ofrecen formar y sensibilizar a los profesores en la cuestión ni una asignatura similar a Educación para la Ciudadanía, que sí defiende el PSOE, Izquierda Unida y Ciudadanos.
Por último en cuanto al tema del VIH y sida, que si bien no me gusta relacionar específicamente con nuestro colectivo merece nuestra atención ahora que las nuevas infecciones nos afectan tan especialmente, únicamente el PSOE recoge todas las demandas de FELGTB, mientras se ignora si Ciudadanos las ha tenido en cuenta del mismo modo en que se desconoce si Podemos y UPyD pretenden promover un Pacto de Estado frente al VIH. También carece Izquierda Unida de compromiso con la detección precoz, UPyD no recoge el acceso universal al tratamiento, y UPyD y Podemos no se comprometen a luchar contra el estigma y la discriminación asociados al VIH.
Si bien con algunas carencias más o menos llamativas, que se entienden puesto que los partidos políticos suelen elaborar sus programas antes de que los colectivos sociales recuerden hacerles llegar sus demandas, todos ellos, en mayor o menor medida, dan respuesta a las reivindicaciones de la Federación; y en estas fiestas electorales PSOE, Izquierda Unida, Podemos, Ciudadanos y UPyD nos traerán algunas de las reivindicaciones que hemos pedido. Todos salvo el Partido Popular, que ni siquiera ha aceptado reunirse con FELGTB y entiendo que sólo nos traerá carbón. Un carbón que aunque ahora nos lo hagan pasar por dulce se me parece demasiado al que durante tantos años empleó la Inquisición.
Y, para terminar, como es evidente ya que el llamado “voto rosa” no es más que una entelequia y lesbianas, gais, bisexuales y transexuales votamos teniendo en cuenta muchos más aspectos que los que nos afectan directamente por nuestra sexualidad, no está de más recordar que es muy necesario comprometernos no sólo con nuestros derechos como personas no heterosexuales, sino también con los derechos de las mujeres. Porque es habitual que los partidos que no aman a las mujeres tampoco tengan especial cuidado por nuestros derechos, aun cuando a priori parezcan increíblemente comprometidos. Ahora que la campaña electoral nos pone los pelos de punta, que parece que los Reyes Magos, Papá Noël y hasta mi Árbol Mágico de Fin de Año son capaces de traernos cualquier cosa, igual que cualquier partido político parece capaz de atender cualquiera de nuestras reivindicaciones, pongamos especial cautela y exijamos más que palabras huecas en miles de mítines. Exijamos un Pacto de Estado para erradicar la Discriminación por Orientación Sexual e Identidad de Género donde no quepa la reserva para aceptar algunos derechos. Porque como lesbianas, gais, bisexuales y transexuales nuestros derechos no pueden aislarse en pequeños fragmentos, en líneas de una tabla. Nuestra dignidad se reconoce en conjunto o se ignora en total.
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