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“Quemar virus e iluminar sombras”, por Juan Zapatero Ballesteros

Lunes, 24 de junio de 2024
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IMG_5493La pasada noche, miles de hogueras iluminaron la tierra… Recuperamos este artículo.

Juan Zapatero Ballesteros
Sant Feliú de Llobregat (Barcelona).

ECLESALIA, 18/06/21.- Después de quince meses de pandemia, la “oficial”claro, ha llegado una vez más el solsticio de verano. Y es que, por mucho que se empeñen los unos y los otros, los de aquí y los de allá, los de arriba y los de abajo, el ciclo vital es imparable; a pesar, desgraciadamente, de que a unos cuantos les gustaría dominarlo, controlarlo y doblegarlo a su antojo, sin ningún otro tipo de ley que la fuerza y la sinrazón. Cogido de la mano del solsticio ha llegado también san Juan, el santo con qué la Iglesia pretendió cristianizar desde muy pronto dicha efemérides, por si en ella pudiera haber algún resquicio de mundanidad y de paganismo.

El solsticio de verano nos invita siempre a hacer un canto a la luz y al fuego, como elementos esenciales de cara a posibilitar la vida del cosmos y de todo cuanto lo habita. San Juan Bautista, por su parte, irrumpe cada solsticio en nuestra historia, como veinte siglos atrás lo hizo en la del pueblo judío, con una fuerza inusitada, anunciando la necesidad de conversión y de cambio que hagan posible el comienzo de una manera de vivir nueva y renovada, en la que el amor, la igualdad, la verdad, la justicia, el perdón y la solidaridad, etc. sean los elementos constitutivos de la mejor de las vacunas de cara a conseguir una humanidad fraternal y un cosmos lleno de vida. Y esto, por cierto, no podía llegar de la mano de cualquier persona, sino de quien por el mismo Jesús de Nazaret fue considerado precisamente como “el mayor entre los nacidos de mujer” (Mt 11,11).

La gente vino al desierto, donde se encontraba Juan, y le preguntaba:

– Entonces, ¿qué haremos?

Y respondiendo, les dijo:

– El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo.

Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron:

– Maestro, ¿qué haremos? Él les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado.

También le preguntaron unos soldados, diciendo:

– Y nosotros, ¿qué haremos?

Y les dijo:

– No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestra soldada”.

(Lc 3, 10-14)

Se trata, pues, de un proyecto que supone un transformaciónesencial y profunda que llegará a partir, no precisamente de un cambio de estructuras, sino de un giro radical, de arriba abajo, de vida de cada persona, dependiendo del estado y la situación personal que cada uno/a puede estar viviendo; también a nivel de grupos e instituciones. No se trata, pues, de barnices ni de pinturas, sino de destruir el edificio viejo y edificar uno nuevo, basado en cimientos fuertes y sólidos capaces de aguantar ante cualquier tipo de amenazas y embates, “pareciéndose a aquel hombre prudente que edificó sobre roca y aguanta, por ello, a pesar de que venga lluvia, se desborden los ríos y soplen vientos fuertes” (Mt 7, 24-25). Juan no habla a la gente que acude a escucharle de una nueva religión que exija un culto diferente, sino de una nueva forma de vivir que llene verdaderamente de sentido la propia existencia y marque las pautas definitivas que hagan posible que la relación con los demás hombres y mujeres sea realmente fraterno-sororal, junto al respeto, mimo y cuidado del entorno natural, de cerca y de lejos, que nos rodea.

Justamente en la doble línea que cada año nos recuerda el solsticio de verano: el fuego y la luz. El fuego que queme y destruya, o como mínimo purifique, toda serie de virus malignos y venenosos, tales como el consumo feroz, el odio y la violencia, que no hacen sino destruir el cosmos y el universo y las personas que lo habitan. El virus del egoísmo que ya hace tiempo comenzó a propulsar a la humanidad a una escalada salvaje de un gastar, comprar, tener, poseer, etc., más que desenfrenado a costa de degradar sin piedad el planeta y todo su entorno. El virus de la injusticia que produce desigualdades entre las personas y los pueblos, provocando que unos pocos sean los amos de los bienes del mundo que debieran ser propiedad de todas y de todos, mientras una inmensa mayoría carece de lo más elemental y necesario. El virus de la explotación y del abuso de los más pobres y débiles, especialmente de los niños y de las niñas, convirtiendo sus vidas en un mercado de relaciones totalmenteabusivas e indignas. El virus de las guerras que matan personas de manera indiscriminada,enfrenta a naciones entre sí y aniquilan todo lo que encuentran a su paso; sin otro fin que el de destruir y hacer de ellas instrumento de ganancias escandalosas y pingües negocios. El virus del machismo de muchos varones que considera a la mujer un ser inferior sin ningún tipo de argumento ni razón que no sea la diferencia sexual y/o bilógica, hasta el extremo aberrante de concebirla, por parte de algunos, como un objeto único de placer y de deseo; también el machismo a nivel institucional por parte de ideologías, partidos políticos, grupos culturales y deportivos, instituciones religiosas, etc.; y lo que aún es más grave: el virus del machismo elevado a la máxima expresión de la violencia de género. El virus que convierte a los más débiles e indefensos, especialmente los niños y niñas, en presa apetecible y fácil de sus instintos más primitivos.

Junto a esta quema de virus, la explosión de luz que ilumine tantas oscuridades y sombras que nos impiden avanzar con claridad por la vida, repletos de optimismo y esperanza. La luz que desvele para siempre los lados oscuros de la honestidad y la honradez que no tienen otro resultado, a la postre, que el de condenarnos a vivir enfangados en medio de hipocresías estériles y relaciones putrefactas. La luz que destape de una vez por todas las mentiras y patrañas que nos llevan a denominar con frecuencia amor todo aquello que es pura y simplemente egoísmo disfrazado. La luz que clarifique los puntos oscuros, o como mínimo poco claros, de nuestras verdades a medias y de nuestras mentiras “pseudogenerosas” o justificadoras de bondad y/o altruismo desinteresado. La luz, en definitiva, que rompa para siempre las tinieblas producidas por dogmas estériles y verdades impuestas; pues unos y otras no hacen sino convertirnos en obedientes sumisos y en marionetas manipulables al antojo de vete tú a saber quiénes.

Son “virus de pandemias no oficiales”, pero no por ello menos nocivos, incrustados muchas vecesen lo más hondo del universo y de las personas, que vienen reclamando desde hace tiempo “vacunas eficaces” capaces de aniquilarlos para siempre y aportar toda la luz necesaria que haga posible una vida abundante y en verdad de las personas y de todo el entorno que habitan.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

Espiritualidad , , ,

Los mitos

Miércoles, 27 de diciembre de 2023
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Del blog Nova Bella:

 

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Esa claridad tras la que encerramos todo lo oscuro.

*

Joan Margarit

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , ,

“Quemar virus e iluminar sombras”, por Juan Zapatero Ballesteros

Sábado, 24 de junio de 2023
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Hoguera-San-JuanLa pasada noche, miles de hogueras iluminaron la tierra… Recuperamos este artículo.

Juan Zapatero Ballesteros
Sant Feliú de Llobregat (Barcelona).

ECLESALIA, 18/06/21.- Después de quince meses de pandemia, la “oficial” claro, ha llegado una vez más el solsticio de verano. Y es que, por mucho que se empeñen los unos y los otros, los de aquí y los de allá, los de arriba y los de abajo, el ciclo vital es imparable; a pesar, desgraciadamente, de que a unos cuantos les gustaría dominarlo, controlarlo y doblegarlo a su antojo, sin ningún otro tipo de ley que la fuerza y la sinrazón. Cogido de la mano del solsticio ha llegado también san Juan, el santo con qué la Iglesia pretendió cristianizar desde muy pronto dicha efemérides, por si en ella pudiera haber algún resquicio de mundanidad y de paganismo.

El solsticio de verano nos invita siempre a hacer un canto a la luz y al fuego, como elementos esenciales de cara a posibilitar la vida del cosmos y de todo cuanto lo habita. San Juan Bautista, por su parte, irrumpe cada solsticio en nuestra historia, como veinte siglos atrás lo hizo en la del pueblo judío, con una fuerza inusitada, anunciando la necesidad de conversión y de cambio que hagan posible el comienzo de una manera de vivir nueva y renovada, en la que el amor, la igualdad, la verdad, la justicia, el perdón y la solidaridad, etc. sean los elementos constitutivos de la mejor de las vacunas de cara a conseguir una humanidad fraternal y un cosmos lleno de vida. Y esto, por cierto, no podía llegar de la mano de cualquier persona, sino de quien por el mismo Jesús de Nazaret fue considerado precisamente como “el mayor entre los nacidos de mujer” (Mt 11,11).

“La gente vino al desierto, donde se encontraba Juan, y le preguntaba:Entonces, ¿qué haremos? Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo. Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? Él les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado. También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestra soldada”.

(Lc 3, 10-14)

Se trata, pues, de un proyecto que supone un transformaciónesencial y profunda que llegará a partir, no precisamente de un cambio de estructuras, sino de un giro radical, de arriba abajo, de vida de cada persona, dependiendo del estado y la situación personal que cada uno/a puede estar viviendo; también a nivel de grupos e instituciones. No se trata, pues, de barnices ni de pinturas, sino de destruir el edificio viejo y edificar uno nuevo, basado en cimientos fuertes y sólidos capaces de aguantar ante cualquier tipo de amenazas y embates, “pareciéndose a aquel hombre prudente que edificó sobre roca y aguanta, por ello, a pesar de que venga lluvia, se desborden los ríos y soplen vientos fuertes” (Mt 7, 24-25). Juan no habla a la gente que acude a escucharle de una nueva religión que exija un culto diferente, sino de una nueva forma de vivir que llene verdaderamente de sentido la propia existencia y marque las pautas definitivas que hagan posible que la relación con los demás hombres y mujeres sea realmente fraterno-sororal, junto al respeto, mimo y cuidado del entorno natural, de cerca y de lejos, que nos rodea.

Justamente en la doble línea que cada año nos recuerda el solsticio de verano: el fuego y la luz. El fuego que queme y destruya, o como mínimo purifique, toda serie de virus malignos y venenosos, tales como el consumo feroz, el odio y la violencia, que no hacen sino destruir el cosmos y el universo y las personas que lo habitan. El virus del egoísmo que ya hace tiempo comenzó a propulsar a la humanidad a una escalada salvaje de un gastar, comprar, tener, poseer, etc., más que desenfrenado a costa de degradar sin piedad el planeta y todo su entorno. El virus de la injusticia que produce desigualdades entre las personas y los pueblos, provocando que unos pocos sean los amos de los bienes del mundo que debieran ser propiedad de todas y de todos, mientras una inmensa mayoría carece de lo más elemental y necesario. El virus de la explotación y del abuso de los más pobres y débiles, especialmente de los niños y de las niñas, convirtiendo sus vidas en un mercado de relaciones totalmenteabusivas e indignas. El virus de las guerras que matan personas de manera indiscriminada,enfrenta a naciones entre sí y aniquilan todo lo que encuentran a su paso; sin otro fin que el de destruir y hacer de ellas instrumento de ganancias escandalosas y pingües negocios. El virus del machismo de muchos varones que considera a la mujer un ser inferior sin ningún tipo de argumento ni razón que no sea la diferencia sexual y/o bilógica, hasta el extremo aberrante de concebirla, por parte de algunos, como un objeto único de placer y de deseo; también el machismo a nivel institucional por parte de ideologías, partidos políticos, grupos culturales y deportivos, instituciones religiosas, etc.; y lo que aún es más grave: el virus del machismo elevado a la máxima expresión de la violencia de género. El virus que convierte a los más débiles e indefensos, especialmente los niños y niñas, en presa apetecible y fácil de sus instintos más primitivos.

Junto a esta quema de virus, la explosión de luz que ilumine tantas oscuridades y sombras que nos impiden avanzar con claridad por la vida, repletos de optimismo y esperanza. La luz que desvele para siempre los lados oscuros de la honestidad y la honradez que no tienen otro resultado, a la postre, que el de condenarnos a vivir enfangados en medio de hipocresías estériles y relaciones putrefactas. La luz que destape de una vez por todas las mentiras y patrañas que nos llevan a denominar con frecuencia amor todo aquello que es pura y simplemente egoísmo disfrazado. La luz que clarifique los puntos oscuros, o como mínimo poco claros, de nuestras verdades a medias y de nuestras mentiras “pseudogenerosas” o justificadoras de bondad y/o altruismo desinteresado. La luz, en definitiva, que rompa para siempre las tinieblas producidas por dogmas estériles y verdades impuestas; pues unos y otras no hacen sino convertirnos en obedientes sumisos y en marionetas manipulables al antojo de vete tú a saber quiénes.

Son “virus de pandemias no oficiales”, pero no por ello menos nocivos, incrustados muchas vecesen lo más hondo del universo y de las personas, que vienen reclamando desde hace tiempo “vacunas eficaces” capaces de aniquilarlos para siempre y aportar toda la luz necesaria que haga posible una vida abundante y en verdad de las personas y de todo el entorno que habitan.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

Biblia, Espiritualidad , , ,

Encendamos una vela

Jueves, 20 de octubre de 2022
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7CEB0141-0374-43FA-BF36-B733CEB9E9CD“Más vale encender una vela que maldecir la oscuridad”
(Proverbio chino)

Si echamos un vistazo al mundo, enseguida nos llegan a los ojos las guerras, muertes, hambre, refugio… La lista de calamidades es tremenda. Pero quiero tener una visión al revés. Sin negar lo malo que existe, vamos a fijarnos en lo positivo, en lo bueno, en lo justo que se da ya en el mundo. Podríamos hacer una lista enorme. El otro día hacíamos en un grupo la dinámica de encender una velita por cada cosa buena que hemos visto este verano. Y enseguida faltaron velas, porque hicimos previamente un lavado de ojos, y nos pusimos las gafas muy limpias. Necesito cada día leer y escuchar y ver los medios de comunicación con otros ojos y fijarme y valorar las cosas pequeñas, los detalles sencillos, lo positivo que brota aun entre las piedras de la fachada, entre las baldosas del suelo.

Nos hemos habituado a dejarnos impresionar por lo negativo sin pararnos a valorar lo que hay en cada uno y en la sociedad de alternativo. A veces puede en nosotros la visión religiosa más que la cristiana y valoramos lo popular, lo externo, lo “milagroso” más que lo humano, lo natural, lo divino. Era más importante entrar en el templo, como David, y comer los dones de la proposición, para quitar el hambre por encima de lo que se consideraba religioso y sagrado.

Por supuesto que existen guerras, muertes, hambre, calamidades, epidemias…. Pero escarbemos debajo de esas realidades y seguramente que encontramos rescoldos de perdón, amor, entrega, servicio, preocupación por los demás, ayuda….

Me llega en este momento propaganda del libro de Santos Urías: “La calle es un cántico nuevo lleno de risas, llanto, danzas y pasión. Con ojos nuevos”.

Me ofende cada vez que se cuenta la muerte de una esposa a manos de su marido contando toda clase de detalles. Lo mismo que siempre que se narran los aspectos más truculentos de un crimen. Es cierto que necesitamos que nos informen de las guerras, los desastres, el hambre… Pero no creo que darnos más detalles hirientes nos ayude a sanar.

Voy a predicar en la eucaristía sobre el dinero. Creo que animo más a compartir, ofreciendo alternativas positivas, propuestas de justicia, más que censurar el egoísmo que me hace más cerrado.

En medio de la oscuridad, encendamos una vela.

Gerardo Villar

Fuente Fe Adulta

Espiritualidad , ,

“Quemar virus e iluminar sombras”, por Juan Zapatero Ballesteros

Jueves, 23 de junio de 2022
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Hoguera-San-JuanEsta noche, miles de hogueras iluminarán la tierra… Recuperamos este artículo.

Juan Zapatero Ballesteros
Sant Feliú de Llobregat (Barcelona).

ECLESALIA, 18/06/21.- Después de quince meses de pandemia, la “oficial” claro,ha llegado una vez más el solsticio de verano. Y es que, por mucho que se empeñen los unos y los otros, los de aquí y los de allá, los de arriba y los de abajo, el ciclo vital es imparable; a pesar, desgraciadamente, de que a unos cuantos les gustaría dominarlo, controlarlo y doblegarlo a su antojo, sin ningún otro tipo de ley que la fuerza y la sinrazón. Cogido de la mano del solsticio ha llegado también san Juan, el santo con qué la Iglesia pretendió cristianizar desde muy pronto dicha efemérides, por si en ella pudiera haber algún resquicio de mundanidad y de paganismo.

El solsticio de verano nos invita siempre a hacer un canto a la luz y al fuego, como elementos esenciales de cara a posibilitar la vida del cosmos y de todo cuanto lo habita. San Juan Bautista, por su parte, irrumpe cada solsticio en nuestra historia, como veinte siglos atrás lo hizo en la del pueblo judío, con una fuerza inusitada, anunciando la necesidad de conversión y de cambio que hagan posible el comienzo de una manera de vivir nueva y renovada, en la que el amor, la igualdad, la verdad, la justicia, el perdón y la solidaridad, etc. sean los elementos constitutivos de la mejor de las vacunas de cara a conseguir una humanidad fraternal y un cosmos lleno de vida. Y esto, por cierto, no podía llegar de la mano de cualquier persona, sino de quien por el mismo Jesús de Nazaret fue considerado precisamente como “el mayor entre los nacidos de mujer” (Mt 11,11).

“La gente vino al desierto, donde se encontraba Juan, y le preguntaba:Entonces, ¿qué haremos? Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo. Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? Él les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado. También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestra soldada”.

(Lc 3, 10-14)

Se trata, pues, de un proyecto que supone un transformaciónesencial y profunda que llegará a partir, no precisamente de un cambio de estructuras, sino de un giro radical, de arriba abajo, de vida de cada persona, dependiendo del estado y la situación personal que cada uno/a puede estar viviendo; también a nivel de grupos e instituciones. No se trata, pues, de barnices ni de pinturas, sino de destruir el edificio viejo y edificar uno nuevo, basado en cimientos fuertes y sólidos capaces de aguantar ante cualquier tipo de amenazas y embates, “pareciéndose a aquel hombre prudente que edificó sobre roca y aguanta, por ello, a pesar de que venga lluvia, se desborden los ríos y soplen vientos fuertes” (Mt 7, 24-25). Juan no habla a la gente que acude a escucharle de una nueva religión que exija un culto diferente, sino de una nueva forma de vivir que llene verdaderamente de sentido la propia existencia y marque las pautas definitivas que hagan posible que la relación con los demás hombres y mujeres sea realmente fraterno-sororal, junto al respeto, mimo y cuidado del entorno natural, de cerca y de lejos, que nos rodea.

Justamente en la doble línea que cada año nos recuerda el solsticio de verano: el fuego y la luz. El fuego que queme y destruya, o como mínimo purifique, toda serie de virus malignos y venenosos, tales como el consumo feroz, el odio y la violencia, que no hacen sino destruir el cosmos y el universo y las personas que lo habitan. El virus del egoísmo que ya hace tiempo comenzó a propulsar a la humanidad a una escalada salvaje de un gastar, comprar, tener, poseer, etc., más que desenfrenado a costa de degradar sin piedad el planeta y todo su entorno. El virus de la injusticia que produce desigualdades entre las personas y los pueblos, provocando que unos pocos sean los amos de los bienes del mundo que debieran ser propiedad de todas y de todos, mientras una inmensa mayoría carece de lo más elemental y necesario. El virus de la explotación y del abuso de los más pobres y débiles, especialmente de los niños y de las niñas, convirtiendo sus vidas en un mercado de relaciones totalmenteabusivas e indignas. El virus de las guerras que matan personas de manera indiscriminada,enfrenta a naciones entre sí y aniquilan todo lo que encuentran a su paso; sin otro fin que el de destruir y hacer de ellas instrumento de ganancias escandalosas y pingües negocios. El virus del machismo de muchos varones que considera a la mujer un ser inferior sin ningún tipo de argumento ni razón que no sea la diferencia sexual y/o bilógica, hasta el extremo aberrante de concebirla, por parte de algunos, como un objeto único de placer y de deseo; también el machismo a nivel institucional por parte de ideologías, partidos políticos, grupos culturales y deportivos, instituciones religiosas, etc.; y lo que aún es más grave: el virus del machismo elevado a la máxima expresión de la violencia de género. El virus que convierte a los más débiles e indefensos, especialmente los niños y niñas, en presa apetecible y fácil de sus instintos más primitivos.

Junto a esta quema de virus, la explosión de luz que ilumine tantas oscuridades y sombras que nos impiden avanzar con claridad por la vida, repletos de optimismo y esperanza. La luz que desvele para siempre los lados oscuros de la honestidad y la honradez que no tienen otro resultado, a la postre, que el de condenarnos a vivir enfangados en medio de hipocresías estériles y relaciones putrefactas. La luz que destape de una vez por todas las mentiras y patrañas que nos llevan a denominar con frecuencia amor todo aquello que es pura y simplemente egoísmo disfrazado. La luz que clarifique los puntos oscuros, o como mínimo poco claros, de nuestras verdades a medias y de nuestras mentiras “pseudogenerosas” o justificadoras de bondad y/o altruismo desinteresado. La luz, en definitiva, que rompa para siempre las tinieblas producidas por dogmas estériles y verdades impuestas; pues unos y otras no hacen sino convertirnos en obedientes sumisos y en marionetas manipulables al antojo de vete tú a saber quiénes.

Son “virus de pandemias no oficiales”, pero no por ello menos nocivos, incrustados muchas vecesen lo más hondo del universo y de las personas, que vienen reclamando desde hace tiempo “vacunas eficaces” capaces de aniquilarlos para siempre y aportar toda la luz necesaria que haga posible una vida abundante y en verdad de las personas y de todo el entorno que habitan.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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Oscuro

Miércoles, 9 de marzo de 2022
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Del blog Nova Bella:

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Oscurear la oscuridad,

tal es la puerta

de toda maravilla

*

Lao Tsé

***

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Una luz en el camino

Viernes, 7 de enero de 2022
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Ahora que no hay novedad en nuestra vida
ni en los caminos de la historia,
ni en nuestra memoria personal y colectiva,
ni en lo que proponen los gurús y la ciencia…
es tiempo de reflexionar y ahondar
en todo lo que llevamos a cuestas,
y en las zonas yermas del mundo
y de las entrañas nuestras.

Ahora que tu palabra rompe nuestros planes,
y las estrellas desaparecen de nuestro horizonte,
y en los caminos se mezclan tantas huellas,
y la vida se nos nubla y cierra…
es tiempo de hacer silencio,
de olvidar los tristes sentimientos
y acoger tu insólita propuesta
de ir al reverso del historia.

Porque en esos lugares
Tú siempre estás a la vista,
esperando nuestra llegada
para cuidar la vida
y ofrecernos tu buena noticia.
¡Qué gran horizonte y tarea, para no aburrirnos,
y recrearnos, en esta época triste y oscura!

¡Vamos a encontrarnos, Señor,
en las encrucijadas y caminos,
en las plazas y en las casas que vivimos.

*

Florentino Ulibarri
Fuente Fe Adulta

***

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La luz eres tú

Martes, 6 de julio de 2021
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Del blog Pays de Zabulon:

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Si todo a tu alrededor te parece oscuro

mira bien;

tal vez la luz eres tú.

*

Rumi

***

Fuente de la foto: Greco Rai, modelo de Hélix Studios

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“Quemar virus e iluminar sombras”, por Juan Zapatero Ballesteros

Miércoles, 23 de junio de 2021
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Hoguera-San-JuanEsta noche, miles de hogueras iluminarán la tierra…

Juan Zapatero Ballesteros
Sant Feliú de Llobregat (Barcelona).

ECLESALIA, 18/06/21.- Después de quince meses de pandemia, la “oficial” claro,ha llegado una vez más el solsticio de verano. Y es que, por mucho que se empeñen los unos y los otros, los de aquí y los de allá, los de arriba y los de abajo, el ciclo vital es imparable; a pesar, desgraciadamente, de que a unos cuantos les gustaría dominarlo, controlarlo y doblegarlo a su antojo, sin ningún otro tipo de ley que la fuerza y la sinrazón. Cogido de la mano del solsticio ha llegado también san Juan, el santo con qué la Iglesia pretendió cristianizar desde muy pronto dicha efemérides, por si en ella pudiera haber algún resquicio de mundanidad y de paganismo.

El solsticio de verano nos invita siempre a hacer un canto a la luz y al fuego, como elementos esenciales de cara a posibilitar la vida del cosmos y de todo cuanto lo habita. San Juan Bautista, por su parte, irrumpe cada solsticio en nuestra historia, como veinte siglos atrás lo hizo en la del pueblo judío, con una fuerza inusitada, anunciando la necesidad de conversión y de cambio que hagan posible el comienzo de una manera de vivir nueva y renovada, en la que el amor, la igualdad, la verdad, la justicia, el perdón y la solidaridad, etc. sean los elementos constitutivos de la mejor de las vacunas de cara a conseguir una humanidad fraternal y un cosmos lleno de vida. Y esto, por cierto, no podía llegar de la mano de cualquier persona, sino de quien por el mismo Jesús de Nazaret fue considerado precisamente como “el mayor entre los nacidos de mujer” (Mt 11,11).

“La gente vino al desierto, donde se encontraba Juan, y le preguntaba:Entonces, ¿qué haremos? Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo. Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? Él les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado. También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestra soldada”.

(Lc 3, 10-14)

Se trata, pues, de un proyecto que supone un transformaciónesencial y profunda que llegará a partir, no precisamente de un cambio de estructuras, sino de un giro radical, de arriba abajo, de vida de cada persona, dependiendo del estado y la situación personal que cada uno/a puede estar viviendo; también a nivel de grupos e instituciones. No se trata, pues, de barnices ni de pinturas, sino de destruir el edificio viejo y edificar uno nuevo, basado en cimientos fuertes y sólidos capaces de aguantar ante cualquier tipo de amenazas y embates, “pareciéndose a aquel hombre prudente que edificó sobre roca y aguanta, por ello, a pesar de que venga lluvia, se desborden los ríos y soplen vientos fuertes” (Mt 7, 24-25). Juan no habla a la gente que acude a escucharle de una nueva religión que exija un culto diferente, sino de una nueva forma de vivir que llene verdaderamente de sentido la propia existencia y marque las pautas definitivas que hagan posible que la relación con los demás hombres y mujeres sea realmente fraterno-sororal, junto al respeto, mimo y cuidado del entorno natural, de cerca y de lejos, que nos rodea.

Justamente en la doble línea que cada año nos recuerda el solsticio de verano: el fuego y la luz. El fuego que queme y destruya, o como mínimo purifique, toda serie de virus malignos y venenosos, tales como el consumo feroz, el odio y la violencia, que no hacen sino destruir el cosmos y el universo y las personas que lo habitan. El virus del egoísmo que ya hace tiempo comenzó a propulsar a la humanidad a una escalada salvaje de un gastar, comprar, tener, poseer, etc., más que desenfrenado a costa de degradar sin piedad el planeta y todo su entorno. El virus de la injusticia que produce desigualdades entre las personas y los pueblos, provocando que unos pocos sean los amos de los bienes del mundo que debieran ser propiedad de todas y de todos, mientras una inmensa mayoría carece de lo más elemental y necesario. El virus de la explotación y del abuso de los más pobres y débiles, especialmente de los niños y de las niñas, convirtiendo sus vidas en un mercado de relaciones totalmenteabusivas e indignas. El virus de las guerras que matan personas de manera indiscriminada,enfrenta a naciones entre sí y aniquilan todo lo que encuentran a su paso; sin otro fin que el de destruir y hacer de ellas instrumento de ganancias escandalosas y pingües negocios. El virus del machismo de muchos varones que considera a la mujer un ser inferior sin ningún tipo de argumento ni razón que no sea la diferencia sexual y/o bilógica, hasta el extremo aberrante de concebirla, por parte de algunos, como un objeto único de placer y de deseo; también el machismo a nivel institucional por parte de ideologías, partidos políticos, grupos culturales y deportivos, instituciones religiosas, etc.; y lo que aún es más grave: el virus del machismo elevado a la máxima expresión de la violencia de género. El virus que convierte a los más débiles e indefensos, especialmente los niños y niñas, en presa apetecible y fácil de sus instintos más primitivos.

Junto a esta quema de virus, la explosión de luz que ilumine tantas oscuridades y sombras que nos impiden avanzar con claridad por la vida, repletos de optimismo y esperanza. La luz que desvele para siempre los lados oscuros de la honestidad y la honradez que no tienen otro resultado, a la postre, que el de condenarnos a vivir enfangados en medio de hipocresías estériles y relaciones putrefactas. La luz que destape de una vez por todas las mentiras y patrañas que nos llevan a denominar con frecuencia amor todo aquello que es pura y simplemente egoísmo disfrazado. La luz que clarifique los puntos oscuros, o como mínimo poco claros, de nuestras verdades a medias y de nuestras mentiras “pseudogenerosas” o justificadoras de bondad y/o altruismo desinteresado. La luz, en definitiva, que rompa para siempre las tinieblas producidas por dogmas estériles y verdades impuestas; pues unos y otras no hacen sino convertirnos en obedientes sumisos y en marionetas manipulables al antojo de vete tú a saber quiénes.

Son “virus de pandemias no oficiales”, pero no por ello menos nocivos, incrustados muchas vecesen lo más hondo del universo y de las personas, que vienen reclamando desde hace tiempo “vacunas eficaces” capaces de aniquilarlos para siempre y aportar toda la luz necesaria que haga posible una vida abundante y en verdad de las personas y de todo el entorno que habitan.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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La mañana

Viernes, 14 de mayo de 2021
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Podía ver la mañana

en la hora más oscura de la noche.

*

Andei Tarkovsky
sobre Andres Rublev

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***

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Ramón Hernández Martín: El lado oscuro de la vida. Martirio y santidad.

Miércoles, 26 de agosto de 2020
Comentarios desactivados en Ramón Hernández Martín: El lado oscuro de la vida. Martirio y santidad.

Etica-cuidado_2229687080_14589939_667x375La mañana nos obliga hoy a asomarnos al lado quizá más oscuro de la vida humana, al abismo infernal que, por mor de intereses y pasiones, los humanos se arrojan unos a otros. Dios no ha creado infiernos sencillamente porque no tiene poder para hacerlo, siendo como es él un Dios de ser, de positividad y de amor. Pero el hombre sí que lo tiene debido al error de perspectiva que puede cometer por su cortedad de miras al perseguir intereses a flor de piel y buscar el disfrute precipitado de cosas que le dañan.

Un infierno es, desde luego, el alcoholismo que anega en toxicidad las neuronas hasta hacerles creer que no hay vida fuera del encharcamiento en que se encuentran. Y también lo es la drogadicción por el paraíso alucinógeno que lleva aparejado, paraíso que suplanta todas las dimensiones y expectativas de la vida humana. Pero si estos infiernos, podría decirse, son individuales, incluso cuando uno ha sido arrastrado a ellos por otros, el horror que crean las armas es el más atroz de todos los infiernos porque su objetivo no es ya crear sucedáneos de vida individual, sino arrebatarla de forma indiscriminada, cruel y despiadada, por intereses tan mezquinos y parciales como el poder o la riqueza de unos pocos.

Esta prolija introducción se debe a que, un día como hoy de 1945, la humanidad, concentrada esencialmente toda ella en Hiroshima, recibió el pavoroso impacto de una bomba atómica, la primer arma de destrucción masiva que descargó toda su fuerza sobre la piel de ciudadanos normales, completamente ajenos a los intereses que se estaban jugando a otro nivel. La intensa radiactividad desplegada por esa bomba mató en pocos segundos a más de setenta mil personas y a decenas de miles más en los días y semanas siguientes. Creyendo que el castigo no había sido lo suficientemente duro, tres días después se lanzó otra bomba atómica sobre Nagasaki, con similar devastación. Cierto que se detuvo así una guerra que, de haberse continuado, habría producido quizá el doble o triple de víctimas, pero, además de que nunca se podrá justificar el sacrificio de una víctima inocente, hemos de reconocer que el lanzamiento de esas bombas causó un gran horror dentro de otro mayor, el de la guerra, de cualquier guerra, aunque sus únicos muertos fueran soldados obligados a combatir con quienes, de conocerse, probablemente podrían ser sus amigos.

El hecho nos lleva a la espantosa contemplación de la industria de la muerte que ha desarrollado la tecnología humana. Cierto que la autodefensa ha acelerado el desarrollo de tecnologías válidas para otros muchos usos que no sean el de matar, aunque, armándose de sentido común, valga el oxímoron, uno no entiende por qué la autodefensa agudiza más el ingenio que el hecho de no pasar hambre, hecho que, de suyo, mata a tantos diariamente de otra forma. Los cristianos deberíamos tener claro en este contexto que el “no matarás” incluye la fabricación de instrumentos de muerte. Se puede matar a un ser humano con una piedra o con un cuchillo de cocina, pero esos no son de suyo herramientas de muerte. Los fusiles, las granadas, los tanques y las bombas de toda clase, desde las caseras a las nucleares y bacteriológicas, son fabricados para matar, son instrumentos de muerte. ¡Qué ciega ha estado durante siglos nuestra Iglesia, esa que, habiendo sido creada como instrumento de vida, ha jugado descaradamente con la muerte por intereses que nada tenían que ver con la paz, cuando ella estaba obligada a predicar en todo tiempo y lugar la concordia y el amor!

Cierto que es muy encomiable y que nunca será reconocida del todo la inmensa labor de los cristianos en favor de la vida de los hombres en tantos lugares y tiempos como, por ejemplo, hace patente la actual pandemia, cuando un simple virus está llevando la delantera a una humanidad tan tecnificada y avanzada. Pero se trata de una encomiable labor de voluntariado que también se da en ámbitos muy alejados de la Iglesia, labor que brota del corazón compasivo de tantos seres humanos, aunque ni siquiera sean creyentes. Falta, pues, ver la alineación clara y precisa de nuestra Iglesia en favor de la vida no solo de los no nacidos, sino también de todos los nacidos. La Iglesia, como institución y agrupación humana, debería pasarse los días gritando la sinrazón de los hombres que hacen posible el hambre y, buscando la muerte violenta de muchos, cometen el horrendo pecado de fabricar armas mortíferas en vez de arados, azadones y mangueras de riego, pongamos por caso. Será mejor perder el tiempo debatiendo si las mujeres son “dignas de lo santo”, es decir, de ejercer los ministerios sagrados, o hilando fino sobre cómo, cuándo y con quién el ser humano puede desfogarse sexualmente. ¡Qué empecinamiento y qué cobardía!

El día nos pone en la mesa la presencia de un hombre en cuyo hieratismo parecían reflejarse todas las tristezas humanas. Eso fue lo que me pareció cuando un Miércoles de Ceniza, en Santa Sabina de Roma, tuve la ocasión de saludarlo y desearle “buena será”. Me refiero al santo varón, también santo canónico, que fue y sigue siendo en su magisterio, al papa Pablo VI, que murió un día como hoy de 1978. Mérito suyo sin ninguna duda fue la culminación de la magna obra emprendida por su predecesor, Juan XXIII, el Concilio Vaticano II, un concilio de siembra retardada cuyos principales frutos, es de desear, se verán en los años venideros. Un hombre inteligente y perspicaz, pero lastrado, a mi modesto entender, por una formación espiritual que le obligaba a mirar más a las alturas del cielo que a las cloacas de la tierra y que por ello, seguramente, nunca pudo entender la legítima y auténtica función de la sexualidad en la vida humana. Siendo yo todavía un recién nacido al pensamiento crítico, el mismo día en que fue publicada su “Humanae vitae” la leí de un atracón y me llevé un cabreo teológico monumental. ¡Bendito amigo san Pablo VI, ahora que vives en la claridad total, libra a la Iglesia que te honraste en presidir de la oscuridad que la sigue dominando!

Ahondando en la historia, hoy nos encontramos, además, con otro terrible episodio de muerte en España, en el que tiene mucho que ver la fe de los creyentes, de unos como justicieros diábolos y de otros como mártires devotos. En efecto, un día como hoy del año 953, doscientos monjes benedictinos del monasterio de san Pedro de Cardeña fueron ajusticiados por tropas musulmanas omeyas de Al-Ándalus en plena Reconquista española. Cuenta la leyenda que, en el aniversario de su muerte, el claustro del monasterio en el que fueron enterrados se empapaba de sangre. Parece ser que tan gran prodigio cesó de repente a finales del s. XV, cuando los árabes fueron definitivamente expulsados de la península ibérica. Sea o no cierto, lo terrible es la constatación de que han sido muchas las víctimas humanas cuya ejecución se ha atribuido a mandatos divinos en unos contextos en los que lo divino no era más que un instrumento mortífero en manos de los hombres.

Urge, pues, que los cristianos de nuestro tiempo llamemos al pan, pan, y que pongamos cada cosa en su sitio, discerniendo claramente lo que son sublimes mandatos divinos de los rastreros intereses humanos. No podemos de ningún modo jugar con mandatos tan claros como dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, consolar al triste, albergar al peregrino y hacer, en suma, cuanto favorezca la vida de quienes viven a nuestro alrededor o en cualquier otra parte del mundo. La cosa es tan clara como que los cristianos estamos obligados a propugnar todo lo que favorece la vida humana y a luchar a brazo partido (aquí sí que deberíamos usar todas las armas disponibles) contra todo lo que la deteriora. ¡A buen entendedor, pocas palabras, pues no otra cosa significa que Jesús pasó por la vida haciendo el bien!

Ramón Hernández Martín

Fuente Fe Adulta

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Por lo más oscuro amanece Dios

Viernes, 17 de enero de 2020
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Refugiados que vienen y no saben a dónde van…
“Menas”, así les llaman, perdidos, asustados, acosados…
Políticos incompetentes, inconscientes, corruptos y descarados…
Brockers, háckers, financieros, empresarios, psicópatas y encanallados…
Obreros y obreras, parados, desanimados, precarios y desclasados…
Jóvenes empapados de una desesperanza atroz
sólo sustituida a veces por sucedáneos de fugaces ilusiones,
fuegos fatuos, adicciones, espectáculos, ficciones…
Cambio climático acelerado, fascismo, neoliberalismo y terror…

¿Acaso en este mundo presente se puede ser
sencilla y maravillosamente humano
sin que se nos rompa la esperanza, la vida y la fe?

Se lo pregunto a Pulgarcito y me responde:
– No lo sé, de verdad que no lo sé.
No puedo ya volver a casa de mis padres,
¡nos perderían otra vez!

Se lo pregunto a Luis Guitarra
y me lo canta: “¡Hay que desaprender!”

Se lo pregunto a Atlante, aquel gigante
que sostiene sobre sus hombros la esfera:
– ¡Uf!, ¡ya no puedo más, joder!
Este pedazo de joya se me va a caer y romper!

Se lo pregunto a Habacuq y me contesta:
– Gimo ante el día de la angustia…
Pero Dios me da piernas de gacela
y me hace caminar por las alturas.

Le pregunto a Rabindranath Tagore:
– Cada niño que viene al mundo nos dice:
“Dios aún espera del hombre”

Y yo le insisto: Pero ¿qué espera? ¿Qué?
¿Qué?

Entonces se lo pregunto a María y a José:
– ¿Qué te vamos a decir nosotros?
No entendemos lo que pasa…
Pero sabemos lo que nos toca hacer.

Y el Niño Jesús, convencido, balbucea:
– Por lo más oscuro amanece Dios.
Pero hay que estar muy atentos, en vela
y en conexión, perseverantes en la espera…
para que vosotros mismos seáis como yo
la salvación que viene de Dios.

Entonces y aún sin acabar de comprender
del todo las palabras de Jesús…
Se apiada de mí Artabán el mago
y me susurra muy quedo:
“La corteza de esta tierra la podemos recorrer:
Alegrías y tristezas, bondad, locura e insensatez…
Toda la vida aprendiendo; pero quizás sin entender…
Sólo las que se conectan a Aquél que nos da el ser
encuentran la Sabiduría, la Paz y la Alegría…
¡A Dios y que te vaya muy bien!

*

Luis Sandalio

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda
la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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Cuando los menas eran niños y niñas españoles.

Los Niños de la Guerra

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Luz

Jueves, 24 de enero de 2019
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Del blog Nova Bella:

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“Su luz se difunde

a través de mi obscuridad”

*

Dolores Aleixandre

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Música

Sábado, 10 de marzo de 2018
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Del blog Nova Bella:

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“Mandar luz a la oscuridad del corazón de los hombres,

ése es el deber del artista.”

*

Robert Schumann

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Desde los espesores de la oscuridad

Viernes, 16 de diciembre de 2016
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Del blog de la Communion Béthanie:

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Dios nuestro, te hablamos desde los espesores de la oscuridad.
Es de noche y tu pueblo se encuentra entumecido por el frío del invierno,
frotando las manos sin poder calentarse.
Llevamos en nuestras espaldas nuestras pequeñas faltas,
pequeñas faltas, pequeños orgullos, egoísmos ensartados como otras tantas perlas amargas
en el collar de nuestras vanidades.
Y oyendo el persistente goteo de nuestras faltas,
nos decimos: ” sin duda que Dios tiene llena la espalda, a la larga, de nuestras tonterías “.
Y Tú, como un Padre amoroso, como una Madre amorosa,
Tú sólo sabes llenar el corazón, una y otra vez,
con nuestras historias, con nuestras tinieblas,
y nos sostienes con el cuidado de tus alas.
Ven, a nuestras vidas, en el hueco de nuestros lomos desgarrados,
ven, te rogamos,
a poner una y otra vez en nosotros la ardiente luz de tu amor ardiente

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Señor, Tú nos quieres y nos quieres felices…

Martes, 8 de noviembre de 2016
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Del blog de la Communion Béthanie:

El hermano Roger es un profeta de nuestro tiempo. Centró toda su vida en Cristo, en cuyo nombre dio la bienvenida a cualquier persona, cualquiera que sea su origen, su pasado, su edad, su religión. Hombre de oración, el fundador de la comunidad ecuménica de Taizé no ha dejado de animar a los hombres a reconciliarse. Su testamento espiritual continúa sosteniendo a aquellos que deseen desarrollar un monaquismo interior. Os proponemos oraciones y palabras del hermano Roger para alimentar cada semana la vida interior en el seguimiento del Dios uno y trino. (Citas sacadas del libro “Vivir para amar” Ed. Les Presses de Taizé, 2010).

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*

“Dios de misericordia,

tenemos una sed tan grande de la paz del corazón.

Y el Evangelio nos posibilita percibir que,

incluso en las horas de oscuridad,

Tú nos quieres y nos quieres felices.“

*

Frère Roger de Taizé,

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El sol de la Justicia

Martes, 20 de enero de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

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En 1932, dos mujeres entregan su existencia a Dios y reciben en su oración, día día, palabras de Vida. Dos libros van a nacer de este compañerismo con Cristo, que te proponemos descubrir a lo largo de este año.

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Estoy ahí para entrar contigo en los rincones oscuros,

por lo que incluso hasta el lugar más negro

puede ser alumbrado

por los rayos del Sol de Justicia. “

*
El 12 de enero, Vivir por el Espíritu.

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La Confianza.

Jueves, 13 de marzo de 2014
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Del blog À Corps… À Coeur:

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La confianza, es caminar con los ojos cerrados

Y no tener miedo del que te sujeta la mano.

Es llorar sobre el hombro de un amigo, sin pudor.

La confianza es amar sin restricciones,

Y aceptar también que se te quiere

Porque tú eres diferente.

La confianza es compartir un secreto

Sin temer ser traicionado.

Es creer sin explicación …

Y seguir sin vacilación.

La confianza, es amar el corazón abierto,

Con los ojos cerrados,

esto es la luz en la oscuridad.

*

Autor desconocido

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