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Ya hay demasiados mártires…

Martes, 15 de marzo de 2022
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Seas bendito, oh eterno Dios. Que cesen toda venganza, la incitación al castigo o a la recompensa. Los delitos han superado toda medida, todo entendimiento. Ya hay demasiados mártires. No peses sus sufrimientos en la balanza de tu justicia, Señor, y no dejes que estos carniceros se ceben con nosotros. Que se venguen de otro modo.

Da a los verdugos, a los delatores, a los traidores y a todos los hombres malvados el valor, la fuerza espiritual de los otros, su humildad, su dignidad, su continua lucha interior y su esperanza invencible, la sonrisa capaz de borrar las lágrimas, su amor, sus corazones destrozados pero firmes y confiados ante la muerte, sí, hasta el momento de la más extrema debilidad […].

Que todo esto se deposite ante ti, Señor, para el perdón de los pecados como rescate para que triunfe la justicia; que se lleve cuenta del bien y no del mal. Que permanezcamos en el recuerdo de nuestros enemigos no como sus víctimas, ni como una pesadilla, ni como espectros que siguen sus pasos, sino como apoyo en su lucha por destruir el furor de sus pasiones criminales. No les pediremos nada más. Y cuando todo esto acabe, concédenos vivir como hombres entre los hombres y que la paz reine sobre nuestra pobre tierra. Paz para los hombres de buena voluntad y para todos los demás.

*

Oración anónima, escrita en yiddish,
Encontrada en Auschwitz-Birkenau,
cit. en B. Ducruet, Con la pace nel cuore, Milán 1998, 42s.

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La soledad es una madre severa

Sábado, 12 de marzo de 2022
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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 “Cada vez veo más claramente que con la soledad no se juega: es extremadamente seria. Y pese a lo mucho que la he deseado, no he sido lo bastante serio. No basta con que “guste la soledad“, ni siquiera con amarla. Incluso aunque te “guste“, puede destrozarte, creo yo, si la deseas únicamente por tu propio bien. De manera que sigo adelante… pero con miedo y temblando, y frecuentemente con una sensación de estar perdido, y tratando de tener cuidado con lo que hago, porque estoy empezando a darme cuenta de que cada paso en falso se paga muy caro. Por ello vuelvo a la oración, o intento hacerlo. Sin embargo, no importa, porque hay gran belleza y paz en esta vida de silencio y vacío. Pero perder el tiempo tontamente provoca una terrible desolación. Cuando se pierde el tiempo, incluso la belleza de la vida solitaria se vuelve implacable. La soledad es una madre severa que no tolera tonterías. Surge esta pregunta: ¿estoy tan lleno de tonterías como para que me arroje fuera? Ruego que no, y creo que ello va a necesitar mucha oración”.

*

Thomas Merton,
Diarios

(26 de febrero de 1965)

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Oración

Miércoles, 2 de febrero de 2022
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Del blog de José Arregi umbrales de luz:

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Miren odiaba visceralmente el miedo que su madre llevaba pegado al cuerpo, la tendencia a ver en cada paso huellas del mal y de la muerte, el lenguaje construido a base de cuidados y porsiacasos. Odiaba visceralmente las consecuencias de aquel miedo: el día a día plagado de prohibiciones, normas, oraciones, misas y de demás ritos opresores. Le sacaba de quicio ver a su madre sin voluntad propia ni independencia, siempre sometida a algo más grande e inconcreto.

Para escándalo de su madre, a los 15 años se plantó ante todo eso: mató a Dios, y se designó como guías la valentía, la razón y la voluntad. Desde entonces, a quien quiera escucharle le dice que la vida es única y que hay que estrujarla hasta el fin, que luego no serviremos más que para abono, que no derramen lágrimas en su entierro. Sea como fuere, Miren huye de todo lo que huele a muerte: cementerios, quietud, hospitales, ancianos… sobre todo los ancianos. Asimismo, vive aferrada a la vida: movimiento, acción, deporte, cosmética, juventud… sobre todo la juventud.

Hoy, Miren ha visto en el espejo sus ojeras hinchadas, la comisura del labio arrugada, los pechos caídos, las carnes flojas, el vientre hinchado. “No, por favor, todavía no”, ha dicho suplicante. Como si estuviera rezando.

*
(Idurre Eskisabel,
Diario BERRIA,
15-06-2014)
(Traducido del vasco)

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2022, bajo el signo de la confianza

Sábado, 1 de enero de 2022
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Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.

¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;

si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.

Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.

* * *

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.

Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.

¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.

Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
y guíame por el camino eterno.

*

Salmo 139 (138)

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“Estar bien con Dios”, por Gema Juan OCD

Martes, 14 de diciembre de 2021
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st-john-of-the-crossDe su blog Juntos Andemos:

Visitar a Juan de la Cruz es siempre un disfrute. Más allá de lo útil, que nunca falta en la cita, se da la dicha del encuentro con un hombre entero. Si fue recordado por quienes le trataron como alguien sumamente amable y afectuoso, todavía ahora, al escucharle en letra de molde, una impresión muy cálida cobija al que se acerca.

Juan de la Cruz se hace próximo y aproxima a lo profundo del ser y de la vida. A la bondad y a la luz. Acerca a Dios. Y, cerca de él, se aprende libertad.

Palabras graves y pequeños consejos, poemas inmensos junto a dichos y letrillas, densa teología, sabiduría y alguna regañina… En su arquilla, que eso parecen sus obras completas, hay multitud de cosas. No es que tenga de todo, es que con él se vislumbra el Todo.

No deja de ser impresionante que el mismo hombre que habla de la terrible profundidad que puede alcanzar la noche de los humanos y de la maravillosa hondura que tiene Dios en todas las personas, ese mismo hombre es capaz de resumir todo el itinerario de la fe, diciendo que se trata de «estar bien con Dios». Así de sencillo.

Eso escribía Juan, desde Segovia, a una doncella de un pueblecito de Ávila. Y con mucha suavidad, reconducía la conversación que llevaban entre manos, pacificándola e invitándola a ir hacia dentro. A conocerse y reconocerse ante Dios, a no gastarse en lo que no llena y a no vaciarse en lo que consume.

«Procure el rigor de su cuerpo con discreción» –apuntaba– nada de excesos externos, Juan era enemigo de toda exterioridad. En cambio, la animaba a la «mortificación y no querer hacer su voluntad y gusto en nada». Y eso –una vez más hay que recordarlo hablando de este santo– no tiene nada que ver con generarse fastidio a uno mismo sino, como él mismo aclara: todo se refiere a «la pasión del Señor» y eso quiere decir que, al igual que Jesús, cualquier renuncia está dirigida a unir la voluntad al Padre bueno y, por tanto, a cuidar de los demás.

Juan creía que los artificios violaban la sinceridad y, en su mayor parte, «el rigor» del tipo que sea, es búsqueda y alarde de sí. Mientras que no buscar la propia voluntad y gusto es, literalmente, preocuparse del bien de los demás, descentrarse del ego y poner delante la alegría y el bien de los otros.

A esta mujer, y en otros lugares de sus escritos, invita Juan a hacer hábito de la presencia de Dios, a acostumbrarse a encontrarle en cualquier circunstancia, para «estar bien con Él». Si a la doncella le recuerda que Dios siempre da gracia, es decir, siempre da su Espíritu para vivir, en otra ocasión dirá que «cuanto más se fuere habituando el alma en dejarse sosegar», en dejarse en las manos de Dios, más crecerá la «amorosa noticia» de Dios.

Y no solo eso. Estar bien con Dios siempre será estar bien con uno mismo: avanzar por el camino de la integración, de la sanación y la liberación. A la doncella le hablará de lograr «toda en todo» vivir en el amor. La unificación profunda. En otro escrito, hablará de «paz interior y quietud y descanso». Y la paz es siempre señal de plenitud.

Después, como si quisiera resumir el evangelio y ponerlo en las manos de todos, desgranando cómo se está bien con Dios, escribió un Dicho que decía:

«Andar a perder y que todos nos ganen es de ánimos valerosos, de pechos generosos; de corazones dadivosos es condición dar antes que recibir, hasta que vienen a darse a sí mismos, porque tienen por gran carga poseerse, que más gustan de ser poseídos y ajenos de sí, pues somos más propios de aquel infinito Bien que nuestros».

Descubrir que «somos más propios de aquel infinito Bien que nuestros» y que la infinita bondad es nuestra, nos hace generosos y nos lleva a sentir con el evangelio. Juan sabía que solo «el hilo del amor» descubre esa pertenencia y une a Dios. Por eso, confiaba a esa experiencia la salud del corazón y la transformación de la vida:

«Hace tal obra el amor
después que le conocí
que si hay bien o mal en mí
todo lo hace de un sabor
y al alma transforma en sí
y así en su llama sabrosa
la cual en mí estoy sintiendo
apriesa sin quedar cosa,
todo me voy consumiendo».

Eso es estar bien, dejarse ganar por el amor. Eso es estar bien con Dios, dejar que su amor consuma todo lo que no es Él.

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Luz

Viernes, 26 de noviembre de 2021
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(Dibujo de John Singer Sargent)

La experiencia de la luz en la luz nos hace intuir una presencia que no vemos con sus contornos, puesto que el Seńor no tiene limitaciones. Sin embargo, ‘gustamosť su presencia. Todas las manifestaciones de Dios en la Biblia van en este sentido. Existe una presencia, Dios habla, pero no le vemos (Ex 3,1-6; 33,18-23). El hombre lo siente, participa de su luz, pero no ve al Seńor (Ex 34,29; 2 Cor 3,7-4,6). La experiencia de una presencia que no se ve es luz porque se ‘siente’ que el Seńor es el Dios “misericordioso y piadoso, lento a la ira y rico en gracia y fidelidad” (Ex 34,6ss). Como a Moisés, esta experiencia nos lleva a invocarle “mientras está cerca” (Is 55,6) con una certeza confiada de que seremos oídos, porque él es “rico en misericordia con los que le invocan” (Sal 85,8; Rom 10,12) y no deja a nadie sin respuesta (Eclo 2,12). De hecho, como su grandeza, así es su misericordia (Ecl 2,18; Sab 7,7).

Es luz porque se percibe la presencia de una Bondad que nos envuelve y que antes no conocíamos. Por consiguiente, es un nuevo modo de ser, puesto que esta ‘presencia’ nos libera de nuestras tinieblas, de nuestra soledad. Instaura una nueva relación con nosotros mismos. Nos damos cuenta de que somos diferentes porque somos amados, algo que antes no era posible.

Estábamos ciegos, había una oscuridad en la que estábamos sumergidos. Ahora existe la luz, la luz del amor. “En un tiempo fuisteis tinieblas, ahora sois luz en el Seńor.” Y la luz, como decíamos, no se puede expresar en cuanto tal; se percibe en la luz, pero su expresión necesita concretarse. Por eso “el fruto de la luz consiste en toda bondad”(Ef 5,8ss). Se trata de la experiencia de la bondad del Seńor, que ilumina el corazón y se difunde en todo nuestro ser.

La experiencia de esta Bondad se convierte, si así podemos llamarla, en oración. Es oración en el sentido de que el amor quiere crecer, la alegría quiere ser completa y la alabanza quiere ser simplemente exultación. Es oración porque la prenda requiere la compleción.

*

B. Boldini,
Desde lo hondo a ti grito,
Ediciones San Pablo, Madrid 1986.

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Enséñanos a orar. Origen, formas y meta de la oración (CITES, Ávila:19-21.10.21)

Viernes, 19 de noviembre de 2021
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140b52a229a0199a0b5b0f77e425d131_XLDel blog de Xabier Pikaza:

Un día estaba Jesús orando en cierto lugar y cuando terminó uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos». Él les dijo: “Cuando oréis decir: Padre…” (Lc 11, 1-2).

Jesús respondió como quien era, diciendo simplemente: “Orad así, Padre…”. Yo no me atrevo a responder así, pero, con un poco de experiencia, algo más de letras (he sido profesor de espiritualidad en la Universidad de la CEE en Salamanca) y mucho deseo de seguir aprendiendo, os invito a compartir el pequeño curso on line o presencial que voy a ofrecer los próximos días 19-21 desde el CITES Ávila, una de las “ciudades de oración” más importantes de Castilla e incluso del mundo entero.

El CITES (Centro Internacional teresiano sanjuanistas) es uno de los centros más significativos para el estudio y experiencia de la espiritualidad en general y de la oración en particular.

Conforme al título, mi curso podría estar dedicado a la oración de Jesús (Padre-nuestro), pero he preferido quedarme en el “pórtico”, conforme al título del curso, al que os invito a inscribiros, de forma on line o presencial. Aquí ofrezco el motivo, esquema del curso y los temas que voy a desarrollar. Dios mediante, al fin del curso os ofreceré un material extenso de todo lo desarrollado.

ORIGEN, FORMAS Y META DE LA ORACIÓN

(Oración del cosmos y de la interioridad, oración profética y cristiana)

El curso ofrece “una historia” y sentido de la oración, porque pueden trazarse varias, según la perspectiva en que se sitúe cada orante. La mía es básicamente cristiana, en línea católica, es decir, universal: Quiero ofrecer una visión de conjunto del principio, caminos y meta de la oración, tal como se ha dado y se está dando en la historia de la humanidad, mirada desde un lugar privilegiado, que es Jesús de Nazaret.

            No puedo ofrecer una historia completa, ni explicar todos los caminos, ni trazar de un modo seguro “la” meta, como si hubiera una sola que es clara y segura para todos, sino ofrecer el esquema o esbozo, que vengo desarrollando desde el año 1973-1977, cuando era profesor de la Cátedra de Espiritualidad en la Univ. Pontifica de Salamanca. Éste será el esquema del curso que ofrezco en el CITES

Un principio. Del cosmos sagrado a la oración “ecológica”.

Oración y religión. Tres formas principales. La oración forma un elemento esencial de las religiones, que pueden dividirse en tres grupos: (1) Mundo sagrado, religiones cósmicas. (2) Interioridad habitada por lo divino, religiones “místicas”. (3) Historia de Dios, historia de los hombres, religiones proféticas.

Oración cósmica, mundo sagrado. Del Paganismo a la ecología.(Con Francisco de Asis y Juan de la Cruz),

Cuando se “despierta” a la conciencia de sí mismo, el hombre se descubre en un mundo “habitado” por divinidades o espíritus sagrados, de forma que siente la “necesidad” de invocarles, escucharlos, y dialogar con ellos, como indican los ritos y mitos primigenios. Por eso, la oración primera es “oración de mundo” (un tipo de comunicación cósmica), que no es pura magia, ni hechicería, ni espiritismo, sino un modo de ser, de sentir, de vivir en un mundo sagrado. En esa línea, toda oración tiene un elemento cósmico, vinculado al despliegue de la misma vida, a la identidad de la conciencia humana.

140b52a229a0199a0b5b0f77e425d131_XLDe la “identificación sagrada con el cosmos” hemos pasado a una visión ecológica “sagrada” del mundo, a través de un largo y fascinante proceso, que se entiende en clave de conocimiento y técnica, de trabajo y economía, pero también de oración. Desde ese fondo puede ofrecerse una primera visión de los ritos y mitos, de los sacrificios y los dioses, tal como se han dado y se siguen dando en las culturas primigenias y en la nueva cultura técnico-sagrada de la actualidad. En ese sentido podemos afirmar que formamos parte de una gran oración cósmica (el mundo ora en nosotros, nosotros en el mundo), como han dicho de forma insuperable los más grandes cristianos, como Francisco de Asís y Juan de la Cruz.

Religiones “místicas” o advaitaS (de la interioridad sagrada).

Religión como espiritualidad:

Descubrimiento y cultivo del valor sagrado del “alma” (ser profundo del hombre).

Más que revelación de un Dios personal y trascendente, la religión aparece como revelación y despliegue del carácter trascendente (divino, numinoso) de la vida humana. En esa línea, más que diálogo con Dios, la oración es un proceso de interiorización (esto es, de inmersión) en la hondura divina de la vida humana. Por eso se habla en esta línea de una experiencia de la “no dualidad” (advaita): Lo “divino” (numinoso, sagrado) no es algo ajeno, objetivo, sino la misma realidad de la conciencia (trasconciencia) del hombre.

  1. Caminos fundamentales: hinduismo, budismo, tao. Son muy distintas y, sin embargo, pueden fundirse y completarse, como han hecho y siguen haciendo en un proceso fascinante de descubrimiento y despliegue de la interioridad sagrada. (1). El hinduismo puede entenderse en clave de oración de identificación: “Eso, lo que veo y siendo, eso soy yo”, la realidad es mi interior”. (2) El budismo tiene un elemento fundamental de negación: Cuando no deseas eres; cuando superas tu voluntad te descubres integrado en un “nirvana” superior e iluminado; de esa forma, no siendo tú eres tú mismo. (3). Tao. Oración de integración. Puede vincularse con las dos formas anteriores (hinduismo, budismo), pero mantiene y desarrolla un elemento “cósmico” muy importante de inmersión en la “dualidad” fundante de todo lo que existe: cielo y tierra, individuo y sociedad, mundo y persona.

            Estas formas de oración de interioridad pueden expresarse a través de una técnica fundamental de “yoga”, como ejercicio de integración somática (respiración), mental (no pensamiento) y religiosa. Pueden variar los contenidos. Un tipo de “yoga” (equilibrio interior y exterior) es siempre el mismo. Resulta básico el estudio de la diferencia y convergencia entre una oración tipo “yoga” y una oración profética, de diálogo con Dios en la historia.

religiones proféticas. Revelación y comunión con Dios

a. Religión como revelación.

Oración como escucha y diálogo. En esta sección entran las religiones proféticas y (o) históricas, definidas por la manifestación personal de Dios que se revela y dialoga con los hombres. En ellas resulta fundamental la dualidad teológica o, mejor dicho, la relación de conocimiento y amor entre Dios y el hombre. Estas religiones pueden tener y tienen un elemento místico, como el de las religiones de la interioridad, pero se trata de una “mística profética” de fe y de comunión personal, dentro de un mundo creado por Dios.

Caminos fundamentales: judaísmo e islam. El punto de partida y base de este tipo de religión/oración profética es el Antiguo Testamento, es decir, judaísmo, cuyo testimonio fundamental son los Salmos, testimonio clave de espiritualidad de la historia de occidente: Libro de recuerdo, de compromiso personal y de esperanza de salvación. Junto a los salmos, como ejemplo posterior de “contaminación” (complementación) entre judaísmo y helenismo ha de entenderse y estudiarse la oración de la cábala. El islam puede interpretarse como recreación universalista (árabe) del judaísmo, y su oración básica es la sahada (confesión de fe) y las cinco plegarias de sometimiento a Dios (salat), en línea de sumisión y aceptaciónradical de la revelación divina. En esa línea avanza el sufismo, que es una experiencia suprema de inmersión de amor (o realidad) en Dios, que puede culminar en una forma de panenteísmo, esto es, de identificación con Allah que es el “ser” de todo lo que existe.

El futuro de la oración de una parte considerable de la humanidad depende de la actualización de judaísmo e islam. El judaísmo es una religión numéricamente pequeña, pero es la matriz no sólo del cristianismo y el islam, sino de gran parte del mundo moderno. El islam-islam es una religión compacta, que se expresa en forma  de oración de escucha y sometimiento al Dios del Corán. Del sentido  de esa escucha depende parte del futuro de la humanidad.

Religión de encarnación, cristianismo

689El cristianismo empieza siendo una “re-interpretación” o recreación del judaísmo. Por eso, el libro de cabecera de oración de los cristianos sigue siendo el de los Salmos, tanto en un plano litúrgico (Celebración de las horas, Eucaristía) como de oración privada. En el principio y centro de la espiritualidad los cristianos sigue estando “la oración de Jesús hombre” (como la fe de Jesús, carta a los Hebreos), que ha tendido a transformarse después en “oración dirigida a Jesús” (a partir de los concilios de Nices-Calcedonia, que le definen como Dios-hombre verdadero). Desde ese fondo ha de entenderse la oración como encuentro de amor con (en) Jesús, en la línea de la espiritualidad de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz.

Oración y Espíritu Santo. Yo y el Padre somos uno. Esa es la experiencia originaria que deriva de la “encarnación” de Dios (Jn 1, 14: La Palabra/Dios se hizo carne), que culmina en la palabra de Jn 10,30-33: “Yo y el Padre somos Uno”. Como sabe toda la tradición cristiana desde Orígenes a Teresa de Lisieux “yo” de Jesús que dice (yo y el Padre somo uno) es el suyo, personal, pero con él (en él) de los cristianos, que pueden decir y dicen “yo y el Padre somos Uno”, recreando así como dualidad de amor el shema judío de Dt 6, 5-7: “Escucha, Israel, Yahvé, nuestro Dios es Uno”. (En esa línea ha de entenderse el “yo” del celebrante de la eucaristía cuando dice “esto es mi cuerpo”, afirmando así que el cuerpo de Jesús es el suyo y el de toda la comunidad).

            La reforma o actualización del cristianismo depende de su manera de actualizar la oración de Jesús (que nunca puede convertirse del todo en oración a Jesús), sino que ha de seguir siendo oración de amor con Jesús, diálogo con él, no para quedarse en el puro diálogo a dos, sino para caminar unidos abriendo (reabriendo) los caminos de Dios en la historia.

Una meta: De la oración de petición a la oración de encarnación

Punto de partida. No quiero abandonar ninguno de los caminos anteriores, de la oración de naturaleza, interioridad e historia. Pero pienso que todos ellos pueden y deben integrarse (sin imposiciones externas, sin sometimientos) en el camino de encarnación que se expresa y realiza en Jesucristo.

Oración y escucha de Dios y de los pobres: Oración comunión (de petición, amor y compromiso) con Jesús, en apertura a todos los hombres. En esa línea, el cristianismo ha de ser ante todo una “escuela compartida” de oración, que se aplica después en forma de amor activo (de comunión y liberación). El cristianismo es (ha de ser) una escuela compartida de “oración de reino”, que no busca y espera simplemente el cumplimiento futuro de la promesa, porque ella es ya en sí misma expresión y presencia resucitada del reino de Dios en los hombres.

Bibliografía orientativa:

                                    Este curso se inspira básicamente en algunos textos propios:  La oración cristiana, Verbo Divino, Estella, 2001; La Mujer en las religiones, Verbo Divino, Estella 1989;  Las Grandes Religiones. Historia y actualidad, Tempora, Madrid  2003; Gran Diccionario de la Biblia,  VD, Estella 2015; Diccionario de las tres religiones. Judaísmo, cristianismo, islam, VD, Estella 20111. Cf. también:

Ancilli, E. (ed.), Alia ricerca di Dio. Le tecniche della Preghiera. Teresianum, Roma 1978.

Bernard, Ch. A., La preghiera cristiana. Ateneo Salesiano, Roma 1967

Boccassino, R., La preghiera, I-III. Ancora, Milano 1967s.

Bouyer, L., (ed.), Histoire de la spiritualité chrétienne, I-III. Aubier, Paris 1967s.

Enomiya-Lasalle, H. M., El Zen, un camino hacia la propia identidad. Mensajero, Bilbao 1975; Vivir en la nueva conciencia. Paulinas, Madrid 1986.

Fabro, C., La preghiera nel pensiero moderno. Storia e Letteratura, Roma 1979

García de la Fuente, O., La búsqueda de Dios en el AT. Guadarrama, Madrid 1971

González, A., La oración en la Biblia. Cristiandad, Madrid 1968; La oración de la Biblia para el hombre de hoy. Marova, Madrid 1977

Guerra, A. (ed.), Oración cristiana para tiempos nuevos. Ed. Espiritualidad, Madrid 1976; Oración cristiana. Ed. Espiritualidad, Madrid 1984.

Gutiérrez, G., Beber en su propio pozo. En el itinerario espiritual de un pueblo. CEP, Lima 1983 (Sigúeme, Salamanca 1985).

Hamman, A., La oración, Herder, Barcelona 1967.

Heiler, F., La priére. Payot, Paris 1931.

Herraiz, M., La oración, pedagogía y proceso. Narcea, Madrid 1985.

Jeremías, J., Abba. El mensaje central del NT. Sigúeme, Salamanca 1981

Lacquet, L., Les Psaumes et le cœur de l’homme, Duculot, Gembloux 1979

Mello, T. de,  Sadhana. Un camino de oración. ST, Santander 1988

Merton, T., Acción y contemplación. Kairós, Barcelona 1982.

Moschner, F. M., La oración cristiana. Rialp, Madrid 1966.

Ruiz Salvador, F., Camino del espíritu. Ed. Espiritualidad, Madrid 1978.

Biblia, Espiritualidad ,

Oración y Reforma

Sábado, 30 de octubre de 2021
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Mañana se celebra el Día de la Reforma, pero siendo domingo, la celebramos hoy…

“Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”
(Fil. 2: 12-13).

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“Tengo tantas cosas que hacer,

que pasaré las primeras tres horas orando”

(…)

“La oración no es para cambiar los planes de Dios.

Es para confiar,

descansar en Él,

y hallar la paz”

*

Martin Lutero

***

“Omnipotente y eterno Dios, ¡qué terrible es este mundo! ¡Cómo quiere abrir sus quijadas para devorarme! ¡Y qué débil es la confianza que pongo en ti! Dios mío, protégeme en contra de la sabiduría mundanal. Lleva a cabo la obra, puesto que no es mía; sino tuya. No tengo nada que me traiga aquí, ni tengo controversia alguna con estos grandes de la tierra. Desearía pasar los días que me quedan de vida, tranquilo, feliz y lleno de calma. Empero, la causa es tuya; es justa; es eterna. ¡Dios mío, ampárame, tú eres fiel y no cambias nunca¡ No pongo mi confianza en ningún hombre.

¡Dios mío, Dios mío!, ¿No me oyes? ¿Estás muerto? No, no estás muerto, más te escondes. Dios mío, ¿dónde estás? Ven, ven. Yo sé que me has escogido para esta obra. ¡Levántate, pues, y ayúdame! Por amor de tu amado Hijo Jesucristo, que es mi defensor, mi escudo y mi fortaleza, ponte de mi lado. Estoy listo, dispuesto a ofrecer mi vida, tan obediente como un cordero, en testimonio de la verdad. Aun cuando el mundo estuviera lleno de diablos; aunque mi cuerpo fuera descoyuntado en el ‘potro’, despedazado y reducido a cenizas, mi alma es tuya: tu Sagrada Escritura me lo dice. Amén. ¡Dios mío, ampárame! Amén.”

*

Martín Lutero
Salmo 43
Oración antes de presentarse ante la dieta de Worms.

***

Lutero, orante de gran fe, visitó a Melanchton en una ocasión en que éste se encontraba en estado agonizante. Su muerte parecía tan próxima como inevitable. Entre sollozos, oró Lutero pidiendo a Dios la recuperación física de su más íntimo colaborador. Una exclamación vehemente al final de la oración hizo salir a Melanchton de su estupor. Sólo pronunció unas palabras: «Martín, ¿por qué no me dejas partir en paz?» «No podemos prescindir de ti, Felipe», fue la respuesta. Lutero, de rodillas junto al lecho del moribundo, continuó orando por espacio de una hora. Después persuadió a su amigo para que comiera una sopa. Melanchton empezó a mejorar y pronto se restableció totalmente. La explicación la daba Lutero con estas palabras: «Dios me ha devuelto a mi hermano Melanchton en respuesta directa a mis oraciones»

*

José M. Martínez
Pensamiento Cristiano, Octubre 2011

***

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“Concede, Dios Todopoderoso, que desde que estamos bajo la dirección de tu Hijo hemos sido unidos al cuerpo de tu Iglesia que, en muchas ocasiones se ha dispersado o desgarrado en pedazos; permite que podamos continuar en la unidad de la fe, y que luchemos con perseverancia en contra de todas las tentaciones de este mundo y que nunca nos desviemos del camino correcto, sin importar los nuevos problemas que se presenten diariamente; y aunque estemos expuestos a muchas muertes, permite que el temor no se apodere de nosotros/as de manera tal que extinga la esperanza de nuestros corazones; sino que, al contrario, levantemos nuestros ojos y nuestras mentes y todos nuestros pensamientos a tu gran poder, por el cual aligeraste la muerte, y levantaste de la nada cosas que no existían, para que así, aunque estamos expuestos a ruina diariamente, nuestras almas puedan aspirar a la salvación eterna hasta que verdaderamente te reveles como la fuente de vida, cuando podamos disfrutar de esa dicha sin fin que ha sido obtenida para nosotros por la sangre de tu único Hijo nuestro Señor. Amén.”

*

Juan Calvino

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«Acostumbro a definir este libro como una anatomía de todas las partes del alma, porque no hay sentimiento en el ser humano que no esté ahí representado como en un espejo. Diría que el Espíritu Santo colocó allí, a lo vivo, todos los dolores, todas las tristezas, todos los temores, todas las dudas, todas las esperanzas, todas las preocupaciones, todas las perplejidades hasta las emociones más confusas que agitan habitualmente el espíritu humano».

*

Juan Calvino (1509-1564)
prefacio de su comentario a los salmos

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““El Señor nos mandó a orar. El lo ordenó, no tanto para su propio bien, sino para el nuestro. El actúa –como es correcto– para que la gloria sea para él, el reconocimiento de que todo lo que deseamos y consideramos para nuestro beneficio, viene de él.”

Dispuestos en la mente y el corazón, como corresponde a aquellos que entran en conversación con Dios… desde  el fondo de nuestro corazón… las únicas personas que debida y correctamente se ceñirán para orar son los que están tan conmovidos por la majestad de Dios, que, libre de cuidados y afectos terrenales, llegan a la misma… manteniendo la disposición de un mendigo… con afecto sincero de corazón, y al mismo tiempo el deseo de obtenerlo de él… pedir con fe, no dudando nada…”

“… A menos que nos fijemos ciertas horas en el día para la oración, fácilmente se deslizará de nuestra memoria… A pesar de que nuestras mentes siempre deben estar levantadas a Dios, hay ciertas horas que no debemos dejar pasar sin oración- cuando nos levantamos en la mañana; cuando comenzamos y terminamos los alimentos cuando nos vamos a la cama. Pero también cuando nosotros u otros estamos siendo amenazados de cerca por peligro debemos volvernos a Dios por ayuda; cuando el bien nos llega debemos volvernos a Él en acción de gracias. De nuevo, debemos siempre dejar a Dios Su libertad y no decirle lo que debe hacer. Dejamos nuestra voluntad a Su disposición, y paciencia, no debemos cansarnos de orar.”

*

Juan Calvino
en T. H. L. Parker. John Calvin. A Biography. Página 62.

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“Oración agradecida “, por Gabriel Mª Otalora

Jueves, 7 de octubre de 2021
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Oracion_2216788316_14447695_667x375Leído en su blog Punto de encuentro:

Gracias por tu pan de hoy, y el de mañana

La principal virtud cristiana es la humildad. Gracias a ella, activamos la capacidad de admiración que es la mejor puerta para la actitud de agradecimiento. Jesús nos pide fijarnos en los niños para comportarnos como seguidores suyos, porque ellos viven en total confianza lo que sus padres les dan. Lo que percibo, sin embargo, es que nosotros, adultos y adultas cristianos, estamos centrados en lo que nos falta más que en todo lo que tenemos por pura gracia, gratis.

Todo es gracia, exclamaba santa Teresita del Niño Jesús. De ahí la importancia de la oración de agradecimiento teniendo presente que la Eucaristía señala, desde el enunciado, su importancia (del griego eucharistía, acción de gracias).

Si nos ponemos a pensar en esto, viene a la cabeza la cantidad de bienes y dones que Dios nos ha dado y que jamás se lo agradeceremos porque ni siquiera somos conscientes de que los tenemos como el fruto de un acto supremo de amor hacia cada persona. Valoramos realmente las utilidades de la mano y del brazo cuando se lastiman. Somos plenamente conscientes de lo que atesora algo tan cotidiano como una conversación familiar cuando sentimos el mordisco de la soledad. Y así seguiríamos hasta descubrir montones de gracias que Dios nos regala, cada día, empezando por la propia vida. Damos por hecho lo que tenemos, incluso la experiencia de la fe y del amor.

Recordemos la “pirámide de Maslow” para visualizar mejor las grandes necesidades humanas que hasta el mundo empresarial está de acuerdo tenerlas en cuenta: Necesidades básicas: salud, comida, bebida, vestido… Necesidades de seguridad y protección: vivienda, trabajo, dinero… Necesidades sociales: amistades, familia, pareja… Necesidades de estima: aceptación, logros, competencias, estatus, la propia autoestima… Necesidad de autorrealización: creatividad, madurez, desarrollo de la inteligencia espiritual…

Por eso llevo unas semanas añadiendo a mi oración de agradecimiento diario a Dios por los dones recibidos, la coletilla “…y gracias también por los dones que me vas a regalar en un futuro”. Dios se nos regala en abundancia cada día, hoy, mañana… Solo el hecho de tener tantas potencialidades ya nos debiera infundir sentimientos de humildad ante lo que somos y aquí y esperamos ser en plenitud y para siempre en esas “estancias” que llamamos “Cielo” que el Padre nos tiene preparadas.

Por tanto, me parece una estupenda oración dirigirnos al Padre agradecidos también por todo lo que nos tiene reservado para mañana y el resto de los días, aunque hoy no lo conozcamos. Es un pasito más en la actitud de agradecimiento lleno de humildad sabiendo que nunca podremos igualar el agradecimiento a la generosidad de Dios con nosotros por nuestra limitación; es que ni siquiera somos capaces, como decía, de recordar ni valorar los millones de dones materiales, emocionales y espirituales, grandes y pequeños, que nos provee cada día para hacer el camino conforme a los talentos recibidos, la realidad vital y la actitud de cada persona.

La importancia del agradecimiento está presente en toda la Biblia hasta el punto de que Jesús lo une indisolublemente con la actitud de la confianza cristiana: resulta paradigmáticos los textos de Mateo, Lucas o el apócrifo de Tomás en los que Jesús nos invita a mirar los lirios del campo, cómo crecen, no se fatigan ni hilan; a mirar los pájaros que ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embar­go, nuestro Padre celestial los alimenta. La conclusión es rotunda: “confiad agradecidos, no estéis agobiados por las circunstancias de la vida. ¿No valéis vosotros más que ellos?”.

     Con todo mi corazón te daré gracias;
     por tu misericordia y tu fidelidad.
     En el día que invoqué, me respondiste;
     me hiciste valiente con fortaleza en mi alma.
     Gracias por tu pan de cada día, el de hoy y el de mañana.

                                                                         En torno al Salmo 138

Postdata – Una de las maneras mejores de evangelizar es valorar lo que tenemos viviendo con la alegría de sentirnos agradecidos por el Proyecto de Amor al que hemos sido llamados para ofrecer a los demás con actitud agradecida y alegre. Porque Buena Noticia será dependiendo de la actitud que tengamos sus seguidores.

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Isabel C. Ruiz Fortes: Un libro hondo y sugerente, muy recomendable.

Jueves, 7 de octubre de 2021
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A901A203-0E32-4DDC-87A9-E7143F098748La Editorial Verbo Divino acaba de publicar el libro “Momentos y lugares con duende para orar”. Su autor, Florentino Ulibarri, es colaborador, casi desde los inicios, de Fe Adulta y miembro de las Comunidades Cristianas Fe y Justicia. Ha ejercido de educador, profesor y maestro en centros privados y públicos. Ha escuchado y leído muchos rostros, libros y signos. Ha acompañado a personas y grupos, dialogado con gente muy diversa, animado y dirigido encuentros, convivencias, seminarios, cursillos, oraciones, celebraciones, retiros…, tanto aquí como en Alemania, a agentes de pastoral, formadores y emigrantes, jóvenes y adultos. También ha escrito algunos libros que han sido bien recibidos (Gritos y plegarias, Conocer, gustar y vivir la palabra, Al viento del Espíritu, Al calor del Evangelio, Brisa y rocío, Encrucijadas y encuentros…) y, a lo largo de los años, se le han roto muchos paradigmas y credos. Está casado y tiene dos hijos adoptados venidos de Etiopía.

En su vida ha tenido múltiples experiencias a través de los encuentros y caminos recorridos. Y ha habido cosas que se han grabado de forma indeleble, en lo más íntimo de sus entrañas y espíritu, convirtiéndose en hitos y mojones que le llevan a ser lo que es, creyente cristiano.

“Momentos y lugares con duende para orar” recoge pequeños y no tan pequeños destellos tenidos a lo largo de los años en contacto con la creación, la naturaleza, la historia, la vida, las personas y grupos con los que he caminado y camina, a veces con esperanza y gozo, a veces con dolor y oscuridad. En estas oraciones, plegarias y poemas están presentes el agua, el amanecer, el atardecer, el día, la noche, los almendros, los caminos, las praderas, los acantilados, las montañas, las flores, el andar, la lluvia, el sol, el arcoíris, el otoño, la primavera, las hojas, el viento, las playas, las fuentes, la nieve, el fuego, los viajes, la oscuridad, las tormentas, la luz, las nubes, las tareas, las reuniones, el hogar, la comunidad, la iglesia, los hermanos, las ventanas, las terrazas, los compañeros, los encuentros, la fraternidad, el sufrimiento, los mojones, los mimbres, las mudanzas, las reparaciones, las pérdidas, las ganancias, las seducciones, los yugos y cargas, las cruces, el pueblo, la ciudad, las calles y plazas, los rincones, las huellas, los desengaños, los umbrales, los zaguanes, los gestos humanos, los sentidos, las personas, los desengaños, los deseos, los anhelos, los sueños, las promesas, los descubrimientos, las esperanzas, las siembras, las tormentas, las sequías, los adioses, los ojos, las manos, los pies, el oído, el olfato, el corazón, las entrañas, la piel, los olores, los colores, los sabores, los tránsitos… O sea, muchas piezas, pequeñas pero imprescindibles, que conforman el puzle de nuestra historia y vida.

En el libro se presentan ordenadas alfabéticamente para su mejor búsqueda. Y se han añadido unos índices temáticos que pueden ayudar a la hora de buscarlas y usarlas tanto en oraciones personales y comunitarias como en celebraciones.

Su lenguaje es sencillo, claro, hondo y muy actual. Se ha empezado a usar en muchos grupos de cristianos laicos, comunidades eclesiales y parroquias, también en colegios y encuentros formativos.

La publicación tiene 364 páginas y más de 250 plegarias muy diversas con las que nos podemos sentir identificados en uno u otro momento. El libro puede pedirse y adquirirse en cualquier librería religiosa, y también en la tienda online de Fe Adulta.

Terminamos transcribiendo unas palabras del autor: Hoy más que nunca estoy convencido que vivir y orar aquí y ahora es lo que podemos y necesitamos hacer para ser hijos, hijas, hermanos, hermanas, discípulos, discípulas de Jesús de Nazaret, que nos enseñó e invitó a orar en todo momento y lugar, a tiempo y a destiempo, porque nosotros estábamos tocados y sorprendidos por su forma de hacerlo”.

Isabel C. Ruiz Fortes

Fuente Fe Adulta

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Misa sobre el Mundo

Lunes, 23 de agosto de 2021
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Oración de la Misa sobre el Mundo de Pierre Teilhard de Chardin

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Ya que, una vez más, Señor […] no tengo ni pan, ni vino, ni altar, me elevaré por encima de los símbolos hasta la pura majestad de lo Real y te ofreceré, yo, que soy tu sacerdote, sobre el altar de la tierra entera, el trabajo y el dolor del mundo.

El sol acaba de iluminar, allá lejos, la franja extrema del horizonte. Una vez más, la superficie viviente de la tierra se despierta, se estremece y vuelve a iniciar su tremenda labor bajo la capa móvil de sus fuegos.

Yo colocaré sobre mi patena, oh, Dios mío, la esperada cosecha de este nuevo esfuerzo. Derramaré en mi cáliz la savia de todos los frutos que serán molidos hoy.

Mi cáliz y mi patena son las profundidades de un alma ampliamente abierta a todas las fuerzas que, en un instante, van a elevarse desde todos los puntos del globo y a converger hacia el Espíritu.

¡Que vengan, pues, a mí el recuerdo y la mística presencia de aquellos a quienes la luz despierta para un nuevo día!

Señor, voy viendo y los voy amando, uno a uno, a aquellos a quienes tú me has dado como sostén y como encanto naturales de mi existencia. También uno a uno voy contando los miembros de esa otra y tan querida familia que han ido juntando poco a poco en torno a mí, a partir de los elementos más dispares, las afinidades del corazón, de la investigación científica y del pensamiento.

Más confusamente, pero a todos sin excepción, evoco a aquellos cuya multitud anónima constituye la masa innumerable de los vivientes; a aquellos que me rodean y me soportan sin que yo los conozca; a los que vienen y a los que se van; a aquellos, sobre todo, que, en la verdad o a través del error, en su despacho, en su laboratorio o en su fábrica, creen en el progreso de las cosas y perseguirán apasionadamente hoy la luz.

Quiero que en este momento mi ser resuene acorde con el profundo murmullo de esa multitud agitada, confusa o diferenciada, cuya inmensidad nos sobrecoge; de ese océano humano cuyas lentas y monótonas oscilaciones introducen la turbación en los corazones más creyentes.

Todo lo que va a aumentar en el Mundo en el transcurso de este día, todo lo que va a disminuir —todo lo que va a morir también—, he aquí, Señor, lo que trato de concentrar en mí para ofrecértelo; he aquí la materia de mi sacrificio, el único sacrificio que a ti te gusta.

Antiguamente se depositaban en tu templo las primicias de las cosechas y la flor de los rebaños. La ofrenda que realmente estás esperando, aquella de la que tienes misteriosamente necesidad todos los días para saciar tu hambre, para calmar tu sed, es nada menos que el acrecentamiento del Mundo arrastrado por el universal devenir.

Recibe, Señor, esta hostia total que la creación atraída por tus gracias, te presenta en esta nueva aurora.

Sé perfectamente que este pan, nuestro esfuerzo, no es en sí mismo más que una desagregación inmensa. Este vino, nuestro dolor, no es todavía, ¡ay!, más que un brebaje disolvente.

Mas tú has puesto en el fondo de esta masa informe —estoy seguro de ello, porque lo siento— un irresistible y santificante deseo que nos hace gritar a todos, desde el impío hasta el fiel: “Señor, ¡haz de nosotros un solo individuo!”.

https://youtu.be/P2lkVUoqd6k

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Los pilares de la oración contemplativa

Jueves, 29 de julio de 2021
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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Hablando a un grupo de religiosas contemplativas en diciembre de 1967, Thomas Merton decía: Tenemos que enfocar la oración en forma inmanente.Dios no es un Objeto… Dios es el Sujeto, el más profundo “Yo”. Él es la razón de la subsistencia de mi ser personal.

Cuando en la misma conferencia le preguntaron: “¿En qué forma podemos ayudar mejor a las personas a lograr la unión con Dios?“, Merton respondió muy claramente. Tenemos que decirles que ya están unidas con Dios. La oración contemplativa no es otra cosa sino darse cuenta de lo que existe. Dice Merton: “Tenemos que amar a Dios como a nuestro otro “yo”, es decir, como a nuestro yo más verdadero y profundo“.

 El conocer a Dios como el origen de todo lo que existe y a la oración contemplativa como el hacernos conscientes de la realidad que ya existe, son los dos pilares sobre los cuales podemos construir la “espiritualidad contemplativa”.

*

William H. Shannon

Silencio en llamas

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Oración

Miércoles, 14 de julio de 2021
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Oración

Dios es el hacedor de todo y es en Dios que nosotros y todas las personas encontramos nuestra verdadera dignidad y valor.

Celebramos la diversidad radical de Dios entretejida en el rico tapiz de la creación. Trabajaremos y adoraremos junto con aquellos que son como nosotros y aquellos que no lo son. Buscamos la fuerza para no callar nunca ante la injusticia. Haremos espacio para los demás, incluso cuando nos cueste mucho.

Nos unimos a la misión de Dios en busca de una vida de florecimiento y fidelidad, luchando con las Escrituras y siempre abiertos al mensaje del Evangelio de amor sin fin. Nos regocijamos en nuestra tradición wesleyana de transformación, justicia y santidad social.

Ojalá que hoy demos solo un paso en este camino.
Que podamos ofrecer una mano abierta a cada uno de nuestros
vecinos.
Que seamos un pueblo valiente.
Dios de todos, que así sea en nuestros días.
Dios de justicia, trabaja a través de nuestras vidas.
Dios de amor, transforma nuestra iglesia y nuestro mundo.

Amén.

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Orar

Miércoles, 26 de mayo de 2021
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Orándote,
me acerco
sin llegar.

La oración está presente en todos los seres
como un impulso hacia su fuente.

Mientras pido,
me exilio de Quien está en lo que es dado
y me aparto de Quien se da
en lo que vivo.

Uno sabe que será Mar
–lo es–,
pero lo que desea ahora
es contemplarlo como el Otro de sí.

Mirar y ser mirado
y ser lentamente tomado en la profundidad de su oleaje.

Cuando, adentrados en el Mar,
seamos mar,
seremos totalizados,
conjuntados todos los sentidos del cuerpo y del alma
en una plenitud-vacuidad
que aquí no tenemos palabras para describir.

Pero en este estadio del recorrido
aún hay necesidad de identificarse con un yo
de contornos separados
desde el que poder contemplar
el Tú
del Mar Infinito.

La oración es posible
porque
hay
dos.

Cuando todo sea colmado,
no habrá palabra
ni hará falta oración
porque todo estará repleto
de Presenciación.

Todavía no ha llegado el momento.
Es el tiempo del gozo que produce
el roce de la cercanía
antes de que se consume la unión.

*

Javier Melloni,
Sed de ser.

***

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Ante la Cruz…

Viernes, 2 de abril de 2021
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ANTE LA CRUZ

Ante la cruz me llamas
en tu agonía.
Ante la cruz me llamas.
Y he aquí que tropiezo
con las palabras.

Porque si dices ante
¿no me pides, Señor,
sino que mire
frente a frente la cruz
y que la abrace?

Si te miro, Señor,
y Tú me miras,
es un horno de amor
lo que en ti veo,
y lo que veo en mí,
Señor, no es nada,
nada, nada, Señor,
sino silencio.

Un silencio vacío:
si Tú lo llenas
se habrá hecho la luz
en las tinieblas.

Y si en la cruz te abrazo
y Tú me abrazas,
el silencio, Señor,
es más palabra.

Ante la cruz, Señor,
aquí me tienes,
ante la cruz, Señor,
pues Tú lo quieres.

II

VÍA DOLOROSA

I

PARA DECIR LO QUE PASÓ AQUEL VIERNES…

…a Jesús, en cambio, lo hizo azotar
y lo entregó para que fuese crucificado.
(Mt.27,26)

Para decir lo que pasó aquel viernes
en los palacios de Jerusalén y en sus afueras
no bastan las palabras.
Por eso no hay
en las avenidas del relato
-Mateo, Marcos, Juan- sino una capa
de misericordia, un leve
y condensado recuerdo a los azotes.
Para decir lo que pasó aquel viernes
en los palacios de Jerusalén: la sangre,
los insultos, los golpes, la corona
de espinas,
los gritos, la locura, la ira desatada
contra el más bello y puro de los hombres,
contra el más inocente…
para decir lo que pasó aquel viernes
solo valen las lágrimas.

II

SIMÓN DE CIRENE SE ENCUENTRA CON LA CRUZ

Al salir encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón,
y le obligaron a que cargara con la cruz de Jesús.
(Mt. 27, 32)

Pesan los días y pesan los trabajos
y en las venas el cansancio es veneno
que apresura los pasos hacia el dulce
reposo del hogar;
los pasos hacia el dulce
abrazo del amor y del sueño.
Ni siquiera
hay espacio en el alma para el canto
de un pájaro. Tampoco para el sordo
rumor que empieza a arder
sobre el polvo en la plaza.
Viene Simón el de Cirene convertido
en pura sed, en pura
materia de fatiga.
Esa cruz
le sobreviene como un alud de asombro
y rebeldía.
Pero
entre la náusea de la sangre sabe
que siempre hay un dolor que añadir al dolor.
Entre la náusea de la sangre mira
y encuentra esa mirada como un pozo
encendido,
como un pozo
donde se funde el Galileo
con el dolor del mundo.
Apenas un instante y el abrazo
del corazón y la madera hasta la cima.
Vuelve Simón el de Cirene. Queda
una cruz en su piel.
Y una mirada.

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III

MUJER EN JERUSALÉN

Lo seguía muchísima gente, especialmente
mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él.
(Lc. 23, 27)

Mis ojos suben por las calles de Jerusalén
bajo una lluvia de dolor,
bajo una lluvia
que va a lavar el mundo.
Mis ojos suben arrimados
a la cal de las paredes
mientras todo el fragor del sufrimiento
se hace eco en mis párpados.
Puedo sentir tu sed,
la quemazón de tus rodillas rotas
sobre los filos de la tierra.
Toma mi corazón, toma mis lágrimas,
déjalas que ellas laven tus heridas
ahora que soy
mujer en Jerusalén y que te sigo.
Mis ojos se adelantan
por los empedrados de Jerusalén
para encontrar los tuyos.
Y no hay en ellos
rebeldía.
Bajo la cruz
Tú eras una antorcha
de mansedumbre. Derramabas
una piedad universal con cada aliento.

Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí
(Lc.23,28)

¿Y cómo no llorar, Señor?
Déjame, al menos,
si no llorar por Ti, llorar contigo.

III

GÓLGOTA

I

EL CORAZÓN DE LAS MUJERES

Muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea
para asistirlo, contemplaban la escena desde lejos.
(Mt 27, 55)

Estirándose sobre la distancia,
el corazón de las mujeres
se hizo cruz en el Gólgota.
¡Oh corazón de las mujeres, cruciforme,
arca lúcida,
oscura estancia del amor y permanente
arcaduz del misterio!
¡Oh corazón de las mujeres,
prodigioso arroyo fiel que mana
desde el mar de Galilea hasta el Calvario!
¡Y más allá del Calvario, hasta los límites
verticales y alzados,
hasta la orilla de la fe donde se trueca
el destino del hombre!
Mujeres, con vosotras he visto
la salvación del mundo,
su rostro ensangrentado, la medida
de sus brazos abiertos,
la extensión de su abrazo,
que acerca hasta nosotros
la dádiva incansable de sus manos
abiertas y horadadas para siempre.
Y he visto su corazón de par en par,
su corazón como una cueva dulce,
su corazón, abrigo
para toda intemperie.
He visto con vosotras
los pies del redentor, nunca cansados
de venir hacia mí, también heridos
de mí, por mí, también clavados
para la eternidad.
¡Oh pies de Cristo
impresos
sobre la arena de mi corazón!
¡Oh Cristo que atrajiste
hasta Ti el corazón de estas mujeres,
déjame ahora
latir en su latido:
contemplarte.

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II

STABAT MATER

Estaba la madre al pie
de la cruz. La madre estaba.
Enhiesta y crucificada,
color de nardo la piel.
En el pecho el hueco aquel
que vacío parecía.
No me lo cierres, María
que quiero encerrarme en él,
que quiero encerrarme y ver
todo lo que tú veías.
Sé tú mi madre, María,
como lo quería Él.

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III

CIERRA EL CIELO LOS OJOS …

Desde el mediodía hasta las tres de la tarde
la tierra se cubrió de tinieblas.
(Mt. 27, 45)

Cierra el cielo los ojos:
cae
la noche a plomo sobre el mediodía
de aquel viernes de abril en el Calvario.
No puede el cielo ser tan impasible
cuando en la cruz está muriendo un hombre,
ya solo sufrimiento y sangre,
cuando muere
el amado de Dios.
¿O acaso vuelve el rostro el cielo
también
y es abandono
lo que creían sombra?
Pesa, pesa, pesa…
Pesa esta oscuridad
que hace crujir los hombros
mientras el ser se vence
inexorablemente hacia el abismo.
Esta tiniebla tiene
peso, longitud, altura,
y penetra en el alma
y duele y vela
la mirada de Dios en la distancia.
¿No hay otro modo, Señor, no hay otro modo
de morir, de vivir, que hacer a ciegas
esta larga jornada de camino?
Pues si ha de ser así, Señor, te pido
que al menos en la muerte no me falte
un bordón de plegaria: que no olvide
tu nombre dulce con el que llamarte.

IV

EL GRITO

Y Jesús, dando de nuevo un fuerte grito entregó su espíritu
(Mt.27, 50)

Un grito. Luego el silencio.
Y en silencio estoy aquí
mientras resucitas Tú
y resucitan los muertos.
¡Cristo, ten piedad de mí!

Con Cristo

*

Mercedes Marcos Sánchez,

Poeta ante la Cruz (Meditación en Mateo)

***

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Getsemaní…

Jueves, 1 de abril de 2021
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I
GETSEMANÍ
I
SOLEDAD EN GETSEMANÍ

Llegó Jesús con ellos a un huerto llamado Getsemaní y dijo a sus discípulos:
“Sentaos aquí, mientras yo voy más allá a orar”. Y llevándose a Pedro
y a los dos hijos del Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia.
(Mt. 26, 36-37)

En la piedra del miedo
se habían afilado las traiciones
y la noche de Jerusalén ya no escondía
la densidad del abandono.
El Maestro lo supo,
y no un presentimiento, una certeza
comenzó a golpearle contra la soledad.
Ahora la soledad no era
aquella extensión dulce donde encontrar al Padre,
ni era
el campo de batalla donde el Hijo
de Dios fuera tentado como Hijo
de Dios.
La soledad era una fuerza
incontenible: vaciaba de luz
todas las casas del espíritu, dolía
como el frío
cuando hiela la sangre.
La soledad mordiendo
el corazón del hombre,
la soledad poniendo al descubierto
al hombre, solo al hombre.
(La soledad es una calle larga
que lleva a la tristeza).
Quiso salir de la ciudad. Bajo la luna
la espalda de los que se volvían era un incendio
que le abrasaba la memoria.
Acaso
fueran piadosos los olivos con su óleo
de intimidad donde resuena
la palabra del Padre.
¡Oh paradoja del ascenso
donde los pies se hunden
en el lodo del hombre!
¡Oh paradoja del conocimiento
donde todo es maraña de raíces!
Getsemaní no es una zarza ardiendo,
es la espesura sin piedad
donde el hombre está solo,
desnudamente solo, sin asilo,
despojado del hombre,
despojado de Dios.
Getsemaní no es óleo, es agonía,
es otra vez un campo de batalla donde el Hijo
del Hombre ha de enfrentarse
con todos los demonios del hombre:
el tedio, la amargura, la angustia, los peldaños
que van a dar al morir.
Getsemaní no es óleo. Es agonía:
y en el centro del huerto queda solo
un verdadero hombre verdadero
abrazado al silencio de Dios, pero obediente.
Fiat, Señor, digo hoy contigo,
fiat, Señor, aunque me duela.

II

 NO ERA EL SUEÑO, SEÑOR…

Bajo la luna llena encanecían los olivos.
La quietud era sólida y destilaba
un plomo ardiente que invadía los cuerpos.
El silencio
se había vuelto mineral
y en la sangre aún rompían las palabras
anunciadoras y terribles
que se habían mezclado con el vino.

Regresó y volvió a encontrarlos dormidos,
pues sus ojos estaban cargados
(Mt. 26, 43)

No era el sueño, Señor, era el espanto
lo que subía
río arriba del alma hasta los ojos:
era el espanto
de ver luchar a Dios y no hacer nada.

III

 EL BESO

Entonces todos los discípulos
lo abandonaron y huyeron.
(Mt. 26, 56)

En la piedra del miedo
se habían afilado las traiciones
y ahora
iban subiendo entre las luces,
ensayando
el más turbio, el más falso
de los besos.
¿Quién dijo que el amor era un abrazo?
Este beso no es beso, es un cuchillo
que asesina de lejos y empozoña
el corazón de muchos y lo cubre
de la callosidad del abandono.
En el puente del beso se ha cumplido
lo que dijeron los profetas, pero
Señor te pido ahora que me quites
esa suerte de puente y que me dejes
del lado del amor, en tus orillas.

IV

ORACIÓN PARA NO DORMIR

 Pedro lo siguió de lejos
(Mt., 26, 58)

Oh, Señor, en esta hora
en que también se confunde
la distancia con el miedo,
si Tú me ves que me aparto
de tu agonía y que duermo
para no ver al que sufre
ni ver mi interior desierto,
mírame, que yo te sigo,
aun como Pedro de lejos.
Mírame y en tu mirada
sostenme para que el fuego
de tanto amor me despierte
siempre que me venza el sueño.

*

Mercedes Marcos Sánchez,

Poeta ante la Cruz (Meditación en Mateo)

***

El día de Jueves Santo se celebra la memoria de la primera vez que Nuestro Señor tomó el pan y lo convirtió en su cuerpo, tomó el vino y lo transformó en su sangre. Esta verdad requiere de nosotros una gran humildad, que sólo puede ser un don suyo. Me refiero a esa humildad de mente por la que conocemos la verdad de que lo que antes era pan ahora es su cuerpo y lo que antes era vino ahora es su sangre. Por eso nos arrodillamos para honrar a Jesús en el Santísimo Sacramento. Sucesivamente, cuando se ora ante el altar de la Reserva, nos damos cuenta de cómo estamos unidos a él en el sufrimiento del huerto de Getsemaní, tan cercanos a él como María Magdalena cuando lo encontró en el huerto el primer domingo de pascua: este hecho es el que nos causa más extrañeza.

El día de Jueves Santo […] evocamos también cómo nuestro Señor, durante la última cena, se levantó y se puso a lavar los pies de sus apóstoles y, con este gesto, nos mostró algo de la divina bondad.

Jesús nos revela en qué consiste lo divino. Jesús lavó los pies de sus discípulos para mostrar las atenciones y la gran bondad que Dios tiene con nosotros. Es un pensamiento maravilloso que podría ocupar nuestra mente y nuestras plegarias.

Si esta bondad divina puede manifestársenos, ¿qué podremos hacer nosotros a cambio? ¿No deberíamos igualar esta dulce bondad suya, que rebosa amor por nosotros, y brindar la misma bondad y el mismo amor? Esto demostraría que el amor, la caridad cristiana, no es sólo una palabra fácil, sino algo que nos lleva a la acción y al servicio, especialmente al de los pobres y al de cuantos pasan necesidad.

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B. Hume,
Il mistero e l’assurdo,
Cásale Monf. 1999, 107s

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Despedida

Os quiero y querré siempre, amigos;
no he tenido con vosotros secretos
y seguiré compartiendo alegrías y penas,
esperanzas, sueños y proyectos.
Y esto no es un loco arrebato
ni cosa de un momento de ensueño.
Yo os amé primero y no me desdigo.

Os quiero, de por vida, compañeros;
y tanto os amo y deseo hacerlo,
a pesar del poco tiempo transcurrido
desde que os elegí y nos conocemos,
que os abro mi corazón
y os hago testigos de mis secretos,
utopía, reino y evangelio.

Os quiero como a hermanos pequeños
pues tenemos el mismo Padre
aunque seamos tan distintos.
Yo estaré siempre con vosotros;
y no busquéis razones para ello,
es que os quiero y miro
como me enseñaron y me gusta hacerlo.

Os quiero como a mí mismo me quiero,
y aunque parezca locura
no me avergüenza ser mendigo
hacerme servidor vuestro
y dar la vida por entero,
aunque sea Señor y Maestro
y me miréis con respeto.

Os quiero discípulos y amigos,
y sólo anhelo y os pido
que os améis con locura,
con pasión y ternura,
sin medida ni barreras,
como me habéis visto hacerlo.
Es mi único mandamiento.

Os quiero llenos de Espíritu
y mecidos por su brisa y viento,
libres y muy dispuestos
para curar a heridos y enfermos,
ser sal en medio del mundo
y prójimos que ofrecen consuelo.
¡Sed iguales y multiplicad los servicios!

*

Florentino Ulibarri

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José I. González Faus: “¿Cómo hacer oración? Una invitación”

Lunes, 15 de marzo de 2021
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Oracion_2216788316_14447695_667x375De su blog Miradas Cristianas:

“La plegaria es algo así como la respiración del alma”

“La mejor definición de la oración no es la de ‘hablar con Dios’ sino la de ‘buscar a Dios'”

“Una postura cómoda pero no repantigada, vertical más bien; cobrar conciencia del movimiento de inspirar y espirar: lentos y hasta el fondo de los pulmones”

“Cuando esa respiración silenciosa (o casi silenciosa) se haya convertido en un hábito, es muy probable que vaya dejando en nosotros una sensación profunda del misterio que nos envuelve”

“Quedan ahora las diversas partituras a seguir: reflexionar sobre una palabra de Jesús, o imaginar una escena evangélica, o contemplar desde nuestra interioridad la enorme maldad y el inmenso sufrimiento que hay en nuestro mundo, o desgranar las palabras de alguna plegaria oral compuesta por otros; o simplemente, seguir estando ahí paladeando esa sensación de Misterio”

Cualquier acompañante espiritual, habrá recibido varias veces la pregunta de cómo hacer oración. Antes que una respuesta, estas líneas quisieran ser una invitación. Dicen que la plegaria es algo así como la respiración del alma. Quizá pues sea útil comenzar partiendo de la respiración del cuerpo: porque respirar es  la actividad más importante y más inconsciente de todas las que hacemos. Vayamos a empezar por haderla conscie nte.

1.- Una postura cómoda pero no repantigada, vertical más bien; cobrar conciencia del movimiento de inspirar y espirar: lentos y hasta el fondo de los pulmones. Este movimiento repetirlo una y otra vez sin palabras. En realidad (como decía Jesús), en la oración sobran las palabras; si son necesarias es solo para evitar nuestras constantes distracciones. Pero la meta es un silencio lleno, no un silencio vacío. Y que acabará siendo solo silencio exterior pero no interior.

Intentemos pues llenar ese silencio de pequeños mantras que procuren ser expresiones de afectos y necesidades personales, bien breves y dichas bien despacio (Te adoro, quiero amarte, gracias, necesito tu ayuda, quiero confiar en Ti, dime qué debo hacer… o alguna petición del Padrenuestro).

2.- Esto será en los comienzos un mero ejercicio que habría que procurar convertir en hábito: los hábitos vuelven fácil lo que antes era difícil. Si resulta costoso, tengamos en cuenta que la mejor definición de la oración no es la de “hablar con Dios” sino la de “buscar a Dios” (Ignacio de Loyola no temía decir que de cien personas que dicen tener mucha oración es probable que noventa no la tengan). Por tanto: la sensación de tiempo perdido o de distracciones, convirtámosla en una demostración práctica de que eso de encontrar a Dios, me importa tanto que estoy dispuesto a gastar todo el tiempo y todo el esfuerzo que haga falta. Recordando aquella “quimera del oro” de Charlot, hagamos nosotros una auténtica “quimera de Dios”.

3.-Cuando esa respiración silenciosa (o casi silenciosa) se haya convertido en un hábito, es muy probable que vaya dejando en nosotros una sensación profunda del misterio que nos envuelve. En contraposición a lo que es mero “enigma”, el verdadero misterio sigue siendo más misterio cuanto más te adentras en él: porque el misterio es la infinitud. Eso que llamamos Dios es el Infinito. Por eso, cuando queremos encerrarlo en nuestros esquemas o nuestras ideas, lo falsificamos y lo convertimos en ídolo.

 Esa percepción de Misterio que nos envuelve irá dejándonos una sensación de paz. De profunda paz. Entonces ya no acudiremos a la oración como quien va a un ejercicio pesado e inútil, sino buscando esa paz. Y esa búsqueda ya es ejercicio de un afecto no expresado.

4.- Luego, según tradiciones diversas, pero válidas para todos, esa sensación del Misterio puede desplegarse por diversos caminos.

4.1.- Para las tradiciones orientales, el Misterio está “dentro de mí”, en lo más profundo de mí: bajar a esa profundidad de mi ser equivale a encontrarme con lo mejor de mí mismo; y eso es lo que pide la plegaria cristiana cuando reza “ven Espíritu Santo”.

4.2.- La tradición judía tiene muy presente que el Misterio es el Creador y el Liberador. Creador quiere decir que es la Fuente de todo, pero de manera incomprensible para mí y no de la manera como yo puedo fabricar cosas. Los teólogos discutieron si era mejor llamar a Dios Causa o Fundamento. Y esa discusión, que no tiene respuesta, sirve para mostrar que la acción de Dios es diferente de todo lo que podemos imaginar: se ha comentado a veces el acierto de la Biblia cuando usa para la creación de Dios un verbo (barah) que no usa nunca para las obras humanas. Las lenguas latinas lo quisieron hacer más comprensible usando esa palabra “crear” para las obras de arte: como cuando algún Mozart saca “de la nada” una melodía y unos acordes que no estaban en ninguna parte, o Miguel Ángel saca un moisés de un bloque de mármol donde no estaba el tal personaje. Pero es aún más fina la intuición bíblica.

Liberador quiere decir que nosotros tenemos algo o mucho de esclavitud no reconocida en nuestro interior. El libro del Éxodo cuenta que los hebreos se quejaban en Egipto de la esclavitud exterior a que los sometía el Faraón. Pero, contra todo pronóstico, cuando Dios llama a Moisés para que los saque de Egipto y los libere, una de las objeciones que le pone Moisés es esta: “Señor, ellos no van a querer” (6,12). Efectivamente: nos es más fácil renegar de las esclavitudes exteriores que buscar nuestra libertad interior.

4.3.- Finalmente, la tradición cristiana añade a esas experiencias del Misterio algo increíble: ese Misterio es Amor. Tanto que, por amor al ser humano, y para llevarnos plenamente hasta Él, ha llegado a vivir nuestra misma vida, tomando fragilidad humana y exponiéndose a nuestra maldad, en aquel “Empapado” (o “Ungido” = Cristo) de Dios, que fue Jesús de Nazaret.

Luego la razón y las culturas humanas trataron de explicar eso y hablaron de subsistencia y naturalezas: lenguaje que hoy se nos escapa, pero resultaba inevitable desde la cultura griega (y que dio lugar a esa extraña expresión de “unión hipostática”). Como seguramente, si el cristianismo se hubiese implantado en India, habrían hablado de “advaita” o “no-dualidad”: una expresión que nosotros solemos deformar desde nuestro orientalismo barato, pero que viene a decirnos que nosotros solo somos una pretensión de advaita y que Cristo es la plenitud de esa no-dualidad que hace que no seamos (como creía Sartre) “una pasión inútil”.

Resumiendo: la apertura al Misterio puede tener la forma de llamada a lo más profundo de mí mismo, de conciencia de mi situación de dependencia (pero una dependencia del amor), de oferta de una libertad plena y de llamada al amor más desinteresado, sobre todo hacia aquellos en quienes la autonomía y el pecado de la creación impiden que aparezca la voluntad amorosa del Creador (por eso, en la vida de Jesús, los enfermos y los pobres y oprimidos fueron los verdaderos protagonistas).

5.- Con estos contextos de fondo, todo ese hábito de respiración serena y profunda llenará el silencio con unas sensaciones afectivas y unos estados de ánimo que quizá necesiten alguna palabra para no distraernos, como antes dije, pero saben bien que todo nuestro lenguaje, por elaborado que nos parezca, no pasa de ser algo así como los sonidos que emite el bebé cuando comienza a hablar y que solo puede entenderlos su madre.

6.- Todo lo anterior no ha sido más que ese afinar los instrumentos que solemos oír cuando vamos a un concierto antes de que comience la música. Quedan ahora las diversas partituras a seguir: reflexionar sobre una palabra de Jesús, o imaginar una escena evangélica, o contemplar desde nuestra interioridad la enorme maldad y el inmenso sufrimiento que hay en nuestro mundo, o desgranar las palabras de alguna plegaria oral compuesta por otros; o simplemente, seguir estando ahí paladeando esa sensación de Misterio. Aquí ya no puedo describir más estos caminos que el orante podrá ir encontrando con facilidad cuando haya afinado su instrumental.

7.- Pero sí quisiera concluir con otra observación: el título que di a estas reflexiones es una parodia de la complicada “Invitación al vals” de C. M. von Weber, que luego Berlioz orquestó y la hizo más asequible para nosotros los profanos. Ahora bien: el título alemán de la obra de Weber era propiamente “invitación a la danza”, pero sus compases tienen esos armónicos de placidez y sugerencia, tan típicos del vals, donde parece que, más que bailar, eres bailado; y supongo que de ahí viene el título castellano. He querido decir con esa parodia que la oración puede convertirse en una especie de descanso, plácido y sugerente como la danza.

Sí. Pero una danza que, en nuestra situación de Alianza, nos lleva a la esperanza e, inmediatamente, a ese esfuerzo de la “labranza”.

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Crecer en la amistad

Miércoles, 17 de febrero de 2021
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F486DB25-50CB-4B3A-836D-83DEBC1B1959Pregón de Cuaresma

Carmen Herrero Martínez,
Fraternidad Monástica de Jerusalén,
Tenerife

ECLESALIA, 27/02/17.- Con la celebración del Miércoles de Ceniza, comenzamos una nueva Cuaresma. Tiempo de gracia, de conversión y de misericordia, por parte del Padre bueno que constantemente invita a sus hijos al banquete de la Pascua. Pues, Cuaresma es un caminar con alegría y jubilo hacia Pascua, la resurrección de Cristo y nuestra propia resurrección.

Pero, ¿cómo conducirse por este camino que durante cuarenta días nos lleva a la Pascua? Y, ¿qué provisiones tomar para llegar a resucitar con Cristo y vivir en plenitud la vivencia pascual?

Debemos conducirnos con dignidad, esa dignidad que nos viene de ser lo que somos: hijos e hijas de Dios, amados del Padre desde toda la eternidad, salvados en su Hijo. Desde esta convicción y certeza caminaremos con gozo y los obstáculos y dificultades del camino podrán ser superados; porque no caminos solos, sino con Aquel que es nuestro Camino: Jesús. En él pongo toda mi esperanza, él es mi fortaleza, mi energía y dinamismo que me lleva a caminar con paso firme y ligero a su lado; siempre mirando hacia adelante, sin volver la vista atrás, apoyando mis pasos sobre sus pasos.

¿Qué provisiones poner en mi mochila para este camino de cuarenta días?

La primera condición es que mi mochila tiene que estar muy ligera de peso para que no sea un obstáculo al caminar. Entonces mi primera disposición es la sobriedad.

De qué sobriedad se trata: sobriedad en tus deseos, pensamientos, sueños y fantasías. La sobriedad te lleva a revenir a tu propia realidad concreta, y esto pasa por la conversión. ¡Déjate convertir! Evangelizar las zonas más profundas de tu corazón; es decir, deja que la gracia de la cuaresma entre en ti y te reconstruya desde el interior. Seguro que, si logras hacer esta experiencia, tu caminar será más ligero y rápido, tu alegría mayor y tu esperanza infinita.

La sobriedad te lleva a la verdad. Vivir en verdad, hacer la verdad en tu vida. “la verdad os harás libres” (Jn 8, 32). Y, ¿qué es la verdad? La verdad es Cristo, conocer a Cristo nos lleva a hacer la verdad en nuestra vida, pues no podemos conocer a Cristo y vivir en la mentira, en el pecado, el desorden, la esclavitud de tantos ídolos como nos acechan. La cuaresma, ante todo, tiene que llevarte a un mayor conocimiento de Jesucristo, a rechazar con energía todo ídolo que se te presente y se anteponga al amor a Jesús y a vivir en verdad y libertad.

El conocimiento de Jesús te lleva al amor y el amor a la identificación. La cuaresma tienen que ayudarnos, a nosotros los cristianos, a identificarnos cada vez más con Cristo, y a partir de esta identificación podremos vivir esta muerte y resurrección que nos conduce a la Pascua.

Desde este conocimiento, amor e identificación con Jesús; las cuatro características propias de cuaresma serán la necesidad del: desierto, la oración, el ayuno y la limosna; en nuestro lenguaje actual, el compartir, el ayudar a nuestros hermanos necesitados, manifestada de mil maneras….

– Desierto: Vivir el desierto no como una ascesis sin alma, sino como una necesidad para estar asolas con Aquel que se me ama y quiere entablar una relación de amor conmigo: “La llevaré al desierto y le hablaré al corazón” (Oseas 2,4). Retirarse al desierto como necesidad de escucha amorosa y de estar a solas con Dios. Descubrir la mística del desierto, no quedarse solamente en la austeridad que implica el desierto, ésta es real, pero la mística es superior.

– Oración: La oración es el fruto del desierto, “acostumbrarse a soledad es gran cosa para la oración” dirá Teresa de Jesús. El desierto nos conduce a la escucha, la escucha al amor y el fruto del amor es la oración que transforma y une con el ser Amado. La oración que le agrada al Señor, es la oración de un corazón sosegado, acallado, unificado; abierto a acoger su Presencia y a vivir en su intimidad. No todos podemos retirarnos al desierto como lugar geográfico para orar; pero si podemos retirarnos, y debemos retirarnos, al desierto de nuestro propio interior. Pues el desierto no es la ausencia de las personas, sino la presencia de Dios. Y orar es vivir en su presencia.

– Ayuno: El ayuno es esencial en el seguimiento de Jesús, y también para vivir una relación, justa y armoniosa entre mi yo y las cosas. No dejándome poseer por ellas ni tampoco quererlas poseer. La justa relación con las cosas, y los alimentos, consiste en reconocer con gratitud su valor, su necesidad, y como dice san Ignacio de Loyola. “Las cosas se usan tanto en cuanto me ayudan al fin perseguido”. El saber privarse, sentir la necesidad y hasta el hambre material, nos lleva a la libertad y a valorar las cosas que Dios ha creado para nuestra necesidades; y a pensar en tantos hermanos nuestros como carecen de lo más esencial, en parte por el mal uso que hacemos de los recursos de la naturaleza; del acaparamiento y la posesión desmesurada. Ahí tendría que ir orientado nuestro ayuno.

Y siendo muy importante esta orientación del ayuno material, él debe de conducirnos mucho más lejos, a ese otro ayuno del yo que es el que realmente nos quita la libertad, nos esclaviza y nos impide ver al hermano con amor. Como le pasó al rico de la parábola de Lázaro (Lc 16, 19-31). Su pecado no está en que fuese rico, sino en que ignoró a su hermano en necesidad. Vivía al margen de Dios y como consecuencia no reconoció a su hermano. El papa Francisco en su mensaje de Cuaresma dice: “toda persona es un don”. El ayuno de mi yo me lleva a reconocer el de mi hermano, y juntos caminar hacia la Pascua.

– Compartir: el compartir nos lleva al despojo, a la generosidad, a la pobreza evangélica; y, sobre todo, a tener en cuenta al hermano más necesitado. Quien sabe compartir nunca se empobrece, antes bien, se enriquece con creces. La sagrada Escritura nos lo certifica; pero también la vida misma. “El que siembra escasamente, escasamente cosechará; y el que siembra abundantemente, abundantemente cosechará. Cada uno dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, porque Dios ama al  que da con alegría” (2 Cor 9,6-7).

Quiero terminar con las palabras del papa Francisco en su mensaje de Cuaresma: “El cristiano está llamado a volver a Dios «de todo corazón» (Jl 2,12), a no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor”. Y si crezco en la amistad con el Señor, creceré también en el amor ami mi hermano, y unidos celebraremos la Pascua, la plenitud de la vida cristiana-

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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Vámonos a otra parte…

Domingo, 7 de febrero de 2021
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 ¡Vámonos a otra parte!

No es bueno dormirse en los laureles
ni asentarse allí donde nos reconocen.
No es bueno mantener nuestro puesto y estatus
mientras otros son marginados y expulsados.

Y sucede cada día, Señor,
aquí y en otros lugares de nuestra tierra.

No es bueno ser el centro del encuentro
mientras hay quienes se quedan fuera, al margen.
No es bueno vivir con abundancia y confort
mientras otros carecen de lo básico y necesario.

Y sucede cada día, Señor,
aquí y en otros lugares de nuestra tierra.

No es bueno que a uno le atienda y sirvan
mientras a otros se les esconde y olvida.
No es bueno tener tanta calidad de vida
mientras hay quienes luchan por ella cada día.

Y sucede cada día, Señor,
aquí y en otros lugares de nuestra tierra.

No es bueno creer que estamos en lo cierto
mientras hay tantos hermanos perdidos.
No es bueno quedarse donde hemos llegado
habiendo tantos caminos que no hemos recorrido.

Y sucede cada día, Señor,
aquí y en otros lugares de nuestra tierra.

¡Vámonos a otra parte!

*

Florentino Ulibarri

***

Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron.

– “Todo el mundo te busca.”

Él les respondió:

“Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.

Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

*

(Marcos 1,29-39)

***

La compasión es una cosa diferente a la piedad. La piedad sugiere distancia, incluso una cierta condescendencia. Yo actúo frecuentemente con piedad: doy dinero a un mendigo en las calles de Toronto o de Nueva York, pero no le miro a los ojos, no me siento a su lado, no le hablo. Mi dinero sustituye a mi atención personal y me proporciona una excusa para proseguir mi camino. La compasión, en cambio, es un movimiento de solidaridad hacia abajo. Significa hacerse próximo a quien sufre. Ahora bien, sólo podemos estar cerca de otra persona si estamos dispuestos a volvernos vulnerables nosotros mismos. Una persona compasiva dice: «Soy tu hermano; soy tu hermana; soy humano, frágil y mortal, justamente como tú. No me producen escándalo tus lágrimas. No tengo miedo de tu dolor. También yo he llorado. También yo he sufrido». Podemos estar con el otro sólo cuando el otro deja de ser «otro» y se vuelve como nosotros.

Tal vez sea ésta la razón principal por la que, en ciertas ocasiones, nos parece más fácil mostrar piedad que compasión. La persona que sufre nos invita a llegar a ser conscientes de nuestro propio sufrimiento. ¿Cómo puedo dar respuesta a la soledad de alguien si no tengo contacto con mi propia experiencia de la soledad? ¿Cómo puedo estar cerca de un minusválido si me niego a reconocer mis minusvalías? ¿Cómo puedo estar con el pobre si no estoy dispuesto a confesar mi propia pobreza? Debemos reconocer que hay mucho sufrimiento y mucho dolor en nuestra vida, pero ¡qué bendición cuando no tenemos que vivir solos nuestro dolor y nuestro sufrimiento! Estos momentos de verdadera compasión son a menudo, además, momentos sin palabras, momentos de profundo silencio.

Recuerdo haber pasado por una experiencia en la que me sentía totalmente abandonado: mi corazón estaba sumido en la angustia, mi mente enloquecía por la desesperación, mi cuerpo se debatía con violencia. Lloraba, gritaba, pataleaba contra el suelo y me daba contra la pared. Como en el caso de Job, tenía a dos amigos conmigo. No me dijeron nada: simplemente, estaban allí. Cuando, algunas horas más tarde, me calmé un poco, todavía estaban allí. Me echaron encima sus brazos y me tuvieron abrazado, meciéndome como a un niño.

*

H. J. M. Nouwen,
Vivir en el Espíritu,
Brescia 41998, pp. 101-103, passim

***

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2021, bajo el signo de la confianza

Viernes, 1 de enero de 2021
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El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
Él me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.

*

Salmo 22 (23)

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numeros-6-24-26

Que al comenzar este año sintamos, una vez más,
cómo Dios nos mira con ternura
y nos envía con gozo y amor a la vida.

Que nos veamos envueltas en su manto
y seguras bajo sus alas protectoras.

Que alumbre nuestros días monótonos y grises
y sea nuestra fuerza en las horas débiles.

Que nos dé tiempo y sabiduría
para conocerlo, saborearlo y vivirlo sin rutina.

Que nos llene de sensibilidad y silencio
para leer los susurros de los corazones.

Que nos colme de paz y alegría
para vivir entregadas a todas las personas.

Que cure y sane nuestras heridas,
sobre todo, las que nos encierran en nosotras mismas.

Que sea en todo momento nuestro horizonte y fuente
para que nosotras podamos ser signos de vida nueva.

Que nos empape de su amor, como rocío mañanero,
para que destilemos esperanza por todos los senderos.

Que nos limpie del barro y costra, el cuerpo y el espíritu,
para que brillemos como estrellas en el firmamento.

Que nos tienda su mano protectora y amiga
para que el cansancio no detenga nuestros pasos.

Que a lo largo de este año
nuestros deseos se hagan realidad,
pues duermen y despiertan en el regazo de Dios,

Padre-Madre, que nos quiere y bendice.

*

Florentino Ulibarri

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