La prohibición a varones gais y bisexuales de donar sangre en Estados Unidos se revela absurda tras la masacre de Orlando
Pese a las informaciones que aseguraban lo contrario, lo cierto es que ni siquiera una tragedia de las dimensiones de lo sucedido en Orlando ha permitido poner fin, ni siquiera temporalmente, a la discriminación explícita de los varones homosexuales y bisexuales a la hora de donar sangre en los Estados Unidos. Una discriminación que la FDA (Food and Drug Administración, la agencia federal responsable de la regulación de medicamentos, productos sanitarios y alimentos en ese país), decidió mantener, aunque de forma parcial, hace ya dos años y medio.
Ante la confusión derivada de informaciones contradictorias, One Blood, la compañía que provee de sangre a los centros sanitarios de Florida, publicaba ayer domingo en su perfil de Twitter un mensaje dejando claro que las directrices de la FDA seguían plenamente vigentes, y que las informaciones que aseguraban lo contrario eran simplemente falsas:
All FDA guidelines remain in effect for blood donation. There are false reports circulating that FDA rules were being lifted. Not true.
— OneBlood (@my1blood) 12 de junio de 2016
A pesar de ello, no pocos medios siguieron reproduciendo, de forma errónea, que la prohibición había sido levantada temporalmente.
¿Cuáles son las susodichas directrices? A finales de 2014, la FDA puso fin a la exclusión absoluta de los varones homosexuales y bisexuales a la hora de donar sangre vigente hasta entonces, recomendando que se permitiera a los hombres que mantuvieran relaciones sexuales con otros hombres donar sangre… siempre y cuando no lo hubieran hecho durante un año. Una medida que insulta a la inteligencia: se anunciaba “el fin de la discriminación” pero se les imponía un periodo de abstinencia con independencia del tipo de prácticas que mantuviesen, una política que los expertos hace años que consideran obsoleta.
En España, por ejemplo, la ley establece la exclusión de la donación de sangre en función de la existencia previa de conductas de riesgo, con independencia de la orientación sexual. Tras el cese de la conducta de riesgo la ley marca que se excluya la donación“durante un periodo determinado por la enfermedad en cuestión y por la disponibilidad de pruebas apropiadas en cada caso”. En la práctica este periodo suele ser de un año. Hay que tener en cuenta que la sangre donada es sometida a tests de VIH, entre otros agentes infecciosos. Y aunque existe la posibilidad de que una infección recién transmitida no sea detectada debido a la existencia de un “periodo ventana” entre el momento preciso de la transmisión y el momento en que las pruebas dan positivo, la introducción de pruebas más sensibles (que detectan material genético del virus en lugar de anticuerpos) ha reducido este periodo ventana al mínimo. De hecho, en los últimos diez años no se ha producido en nuestro país ni un solo caso de transmisión del VIH debido a una transfusión de sangre o hemoderivados (y no es que la situación epidemiológica del VIH en el colectivo de hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres sea en España especialmente buena, por desgracia).
Cuando el peso del prejuicio vence a la ciencia
Una medida similar a las adoptadas por Suecia (en 2009) y Reino Unido (en 2011), que también exigen a los hombres que mantienen relaciones con otros hombres y quieren donar sangre un año de abstinencia, aunque menos rígida que la de Canadá, que desde 2013 exige a los gais donantes de sangre cinco años sin mantener relaciones sexuales. Los últimos países de nuestro entorno en sumarse a esta posición han sido Portugal y Francia (este último caso es es especialmente sangrante, dado que las autoridades francesas llegaron a elevar el tema hasta la justicia europea para conseguir mantener la discriminación).
Bastante más razonables han sido los cambios de normativa en Alemania, que eliminó de su normativa la mención explícita a la homosexualidad en 2010, o en México, Chile y Argentina, por mencionar tres países de América Latina con una normativa más acorde a la evidencia científica, y que eliminaron en 2012, 2013 y 2015 la prohibición de donar a hombres homosexuales y bisexuales, supeditando la selección no a la orientación sexual, sino a la existencia o no de prácticas de riesgo previas.
Indignación entre el activismo
Ya hubo reacciones muy duras entre el activismo LGTB cuando la FDA anunció sus nuevas recomendaciones. Gay Men’s Health Crisis (GMHC), una de las más batalladoras ONG estadounidenses de lucha contra el VIH/sida, con sede en Nueva York, consideró la decisión “ofensiva y dañina”. Para GMHC, los expertos de la FDA deberían hacer caso de las ya mencionadas Cruz Roja, Asociación Médica Americana o Asociación Americana de Bancos de Sangre y preocuparse de implementar un sistema de cribado basado en las prácticas de riesgo para la infección por VIH, con independencia de si se es gay, bisexual o heterosexual. “El VIH se transmite por lo que haces, no por lo que eres”, expresó entonces la GMHC.
Una indignación que se ha reproducido con ocasión de la masacre de Orlando. “Tenemos que poner fin a la moralmente ruinosa y peligrosa prohibición a los gais de donar sangre. Hay algo más absurdo que se prohíba a alguien donar sangre a su propio marido?”, tuiteaba el congresista demócrata por Colorado (y abiertamente gay) Jared Polis, por mencionar solo un ejemplo.
Esperemos que lo sucedido reabra un debate que en su momento se cerró en falso.
Fuente Dosmanzanas
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