Faustino Vilabrille: “El pecado no ofende a Dios absolutamente en nada”
Leído en su blog:
“La idea del pecado, asociada al mismo tiempo a la del infierno como castigo del mismo por ser una terrible ofensa a Dios, fue uno de los mas grandes martillos, usado durante siglos por la Iglesia oficial para mantener a sus fieles sumisos, dominados, obedientes y dóciles”
“La muerte de Jesús no fue cargar con nuestros pecados como víctima propiciatoria de un ser humano ofrecida a Dios para reparar las graves ofensas de los hombres a Dios”
“El infierno no es una venganza de Dios, ni un castigo reparador, pues Dios no necesita ser reparado de nada”
| Faustino Vilabrille sacerdote
Cuenta el Evangelio de hoy que Juan Bautista, al ver a Jesús que se acercaba exclamó: “este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.
La idea del pecado, asociada al mismo tiempo a la del infierno como castigo del mismo por ser una terrible ofensa a Dios, fue uno de los mas grandes martillos, usado durante siglos por la Iglesia oficial para mantener a sus fieles sumisos, dominados, obedientes y dóciles. Nada más lejos de Jesucristo y su mensaje, porque:
– El pecado es simplemente el mal que hacemos, a nosotros mismos, a los demás o a la creación, o el bien que dejamos de hacernos a nosotros mismos, a los demás o a la creación.
– El pecado no ofende a Dios absolutamente en nada.
– Dios no necesita ningún sacrificio reparador de nadie.
– La muerte de Jesús no fue cargar con nuestros pecados como víctima propiciatoria de un ser humano ofrecida a Dios para reparar las graves ofensas de los hombres a Dios.
– La muerte de Jesús no fue una víctima sacrificada exigida por Dios para sentirse reparado de las ofensas de los hombres. Esto sería ser un dios, cruel, tirano, justiciero, vengativo, sádico…, que exige ser expiado. Ya el Salmo 39 lo predecía así: “Tu no quieres sacrificios ni ofrendas; no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios”. El sacrificio por el sacrificio, o sea, el sufrimiento por el sufrimiento es absurdo: no tiene sentido, solo tiene sentido en función del servicio a los demás, como fue el caso de Jesús y de tantas personas que dan lo mejor de si mismas al servicio de los demás, y en especial de los más empobrecidos, enfermos y necesitados.
– El infierno no es una venganza de Dios, ni un castigo reparador, pues Dios no necesita ser reparado de nada. El miedo a Dios fue un invento de los hombres. La muerte de Jesús fue un asesinato tramado por las “autoridades” religiosas y políticas, confabuladas contra El, por defender a los oprimidos y denunciar a los opresores religioso-políticos del pueblo, que vivían a costa del pueblo al que “imponían grandes cargas a los demás sin mover ni un dedo para ayudarles, que banqueteaban espléndidamente a costa del pueblo, que se hacían llamar señores”.
Jesús dice: “quien me ve a mi ve al Padre”. Por tanto, Jesús es la verdadera imagen de Dios. Dios es lo que vemos en Jesús.
¿Qué vemos en Jesús? Preocupación por los enfermos, por lo hambrientos, por los marginados, por los débiles, por los despre-ciados, por los indefensos, por los vulnerables.
¿Qué vemos en Jesús? Bondad, ternura, compresión, perdón, fraternidad, amistad, sensibilidad, delicadeza, acogida.
¿Qué vemos en Jesús? Honradez, lealtad, misericordia, nobleza, sinceridad.
Todo eso es lo que vemos en Jesús. Por tanto, todo eso es Dios. Todo eso es lo que debemos ser nosotros. Jesús mismo dice: “yo he venido para que todos tengan vida y vida en abundancia”. Nuestra misión en este mundo es luchar con El y como El para que haya vida en abundancia para Todos los Seres Humanos y para Toda la Creación.
Por tanto, quitar el pecado del mundo es quitar las injusticias, el hambre, las guerras, la corrupción, la violencia, el odio, los malos tratos, los abusos, los engaños, las mentiras, las desigualdades, los miedos, todo aquello que hace sufrir al Ser Humano o a la Creación. Todos esos males son el pecado que vino a quitar Jesús del mundo, que ahora es misión nuestra eliminar. Creer en Jesús es seguirlo a El para hacer en este mundo lo mismo que El hizo.
Jesús lo sintetizó todo en un único mandamiento promulgado por primera vez en la historia de la humanidad, que El formuló así: “un mandamiento nuevo os doy, que os améis unos a otros”, y lo repite: “este es mi mandamiento, que os améis unos a otros”. Donde hay amor, no hacen falta leyes. Donde no hay amor, no hay leyes que valgan.
Y nunca mejor dicho: Un abrazo muy cordial a tod@s.-Faustino
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