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Santa María Madre de Dios. Lunes 01 de Enero de 2024

Lunes, 1 de enero de 2024
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De Koinonia:

0108

*

Números 6,22-27

Invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré

El Señor habló a Moisés:

“Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:

“El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.
El Señor se fije en ti
y te conceda la paz”.

Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.”

*

Salmo responsorial: 66

R. El Señor tenga piedad y nos bendiga.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R.

*

Gálatas 4,4-7

Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer

Hermanos:

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: “¡Abbá! (Padre).” Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

*

Aleluya Heb 1, 1-2

R. Aleluya, aleluya, aleluya.’

V. En muchas ocasiones habló Dios antiguamente
a los padres por los profetas.
En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo. R.

*

Lucas 2,16-21

Encontraron a María y a José, y al niño.

A los ocho días, le pusieron por nombre Jesús

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.

Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

*

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy
(1 de enero de 1978)

Amados hermanos, amados radio-oyentes:

Con el saludo bíblico que Dios mandaba cuando se dirigía a su pueblo, ya que los cristianos hoy somos el Israel espiritual de Dios, somos el pueblo de Dios, y para nosotros es este precioso augurio de Año Nuevo: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz”, no podía hacerse un saludo más oportuno y espléndido para el año nuevo que estas palabras que la Biblia pone a nuestra consideración esta mañana, y al mismo tiempo unir a esta buena voluntad de Dios la presencia de María, la Virgen Madre.

Hay una fiesta oficial de la Iglesia en honor de María y es hoy, 1º de enero. Ocho días después de dar a luz al Redentor del mundo la Iglesia quiere llamar la atención de todos sus hijos para celebrar la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Así se inicia el año bajo la bendición directa de Dios y bajo este título que es toda una inspiración de confianza en el poder de la Virgen, por ser de Dios. Leer más…

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“Nos ha nacido El Salvador”. Santa María, Madre de Dios – B (Lucas 2,16-21)

Lunes, 1 de enero de 2024
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Keywords: togetherness, parent, Caucasian, bond, kissing, female, cute, smiling, facing, studio, head and shoulders, young, closeness, blonde, adult, mother, newborn, maternity, holding, baby, security, child, people, woman, trust, adorable, infant, love, family M‹e segura beb nos braos. Poco a poco lo vamos consiguiendo. Ya hemos logrado celebrar unas fiestas entrañables sin conocer exactamente su razón de ser. Nos felicitamos unos a otros y no sabemos por qué. Se anuncia la Navidad y se oculta su motivo. Muchos no recuerdan ya dónde está el corazón de estas fiestas. ¿Por qué no escuchar el «primer pregón» de Navidad? Lo compuso el evangelista Lucas hacia el año 80 después de Cristo.

Según el relato es noche cerrada. De pronto, una «claridad» envuelve con su resplandor a unos pastores. El evangelista dice que es la «gloria del Señor». La imagen es grandiosa: la noche queda iluminada. Sin embargo, los pastores «se llenan de temor». No tienen miedo a las tinieblas, sino a la luz. Por eso el anuncio empieza con estas palabras: «No temáis». No nos hemos de extrañar. Preferimos vivir en tinieblas. Nos da miedo la luz de Dios. No queremos vivir en la verdad. Quien no ponga estos días más luz y verdad en su vida no celebrará la Navidad.

El mensajero continúa: «Os traigo la Buena Noticia, la gran alegría para todo el pueblo». La alegría de Navidad no es una más entre otras. No hay que confundirla con cualquier bienestar, satisfacción o disfrute. Es una alegría «grande», inconfundible, que viene de la «Buena Noticia» de Jesús. Por eso es «para todo el pueblo» y ha de llegar sobre todo a los que sufren y viven tristes.

Si ya Jesús no es una «buena noticia»; si su Evangelio no nos dice nada; si no conocemos la alegría que solo nos puede llegar de Dios; si reducimos estas fiestas a disfrutar cada uno de su bienestar o a alimentar un gozo religioso egoísta, celebraremos cualquier cosa menos la Navidad.

La única razón para celebrarla es esta: «Os ha nacido hoy el Salvador». Ese niño no les ha nacido a María y José. No es suyo. Es de todos. Es «el Salvador» del mundo. El único en el que podemos poner nuestra última esperanza. Este mundo que conocemos no es la verdad definitiva. Jesucristo es la esperanza de que la injusticia que hoy lo envuelve todo no prevalecerá para siempre.

Sin esta esperanza no hay Navidad. Despertaremos nuestros mejores sentimientos, disfrutaremos del hogar y la amistad, nos regalaremos momentos de felicidad. Todo eso es bueno. Muy bueno. Todavía no es Navidad.

José Antonio Pagola

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Bienaventuranzas 2024: Felices los que alaban a Dios y bendicen a los otros

Lunes, 1 de enero de 2024
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IMG_2169Del blog de Xabier Pikaza:

Estas son las dos bienaventuranzas/
felicidades de los ángeles de la Navidad (Lc 2, 14) que el Papa Francisco ha destacado a finales del 2023, como deseos/programas de vida para la iglesia y la humanidad.

(a) La primera (Alabad a Dios) es del 4.10.23 (Exhortación “Laudate Deum” sobre el cuidado de la naturaleza, en el contexto del COP 28, Dubai). Alabar a Dios es acoger y cuidar su mundo, con la creaturas más amenazadas: hombres, mujeres y niños en situación de violencia, opresión y muerte.

(b) La segunda (bendecíd a los otros) es el tema de  Declaración “Fiducia Supplicans” (confianza suplicante, 18.12.23)  dirigida a todos, en especial a parejas o personas que mantienen relaciones de tipo homo-genérico (homo-sexual), como dice San Pablo “bendecid, no maldigáis” (Rom 12, 14).

Estas dos bienaventuranzas navideñas, extendidas a todo el 2024 se vinculan entre sí, conforme al primero y más importante de los principios teológicos de la iglesia: Gloria Dei / Vivens Homo (La gloria/alabanza de Dios se expresa en la vida/bendición de los hombres vivan en bendición).

Las primera bienaventuranzas (Laudate Deum, alabad a Dios cuidando la tierra) ha encontrado fuertes resistencias en círculos cerrados de cristianismo  “legal”, que no quieren una ecología fraterna (un Dios hermano, para para todos), sino sólo para sus intereses corporativos de tipo clasista (económico/político/militar), tal como se expresan en ciertos estamentos del capitalismo salvaje  USA/China  y de sus países satélites.

La segunda bienaventuranza (Fiducia Supplicans, confianza suplicante) está siendo considerada como herética por circulitos de cardenales y obispos/clérigos, que no son cardo/quicio de evangelio, sino que quieren cerrar su puerta propia de bendición sacramental (matrimonio) a ciertas parejas/bien. El tema es complejo, y por complejo importante.  No ponemos sólo en riesgo el futuro de la Iglesia, sino el de la misma humanidad. En sentido bíblico, negar la bendición es negar la vida (=mandar al infierno) a las personas que nos parecen de otro tipo (no personas, no seres humanos).

Las dos bienaventuranzas 2024 (alabad a Dios en el mundo y bendecíos mutuamente) están vinculadas y deben tratarse en unidad. Pero en este  momento, al principio del 2024, me fijo especialmente en la primera. De la segunda, que parece por ahora más sangrante (con grandes protestas de purpurados y epíscopos contra el Papa) quiero tratar con más extensión otro día.

 Un mundo enfermo de muerte: No alaban a Dios los que destruyen su mundo

Por vez primera en la historia, la humanidad ha logrado unificar de una forma racional y técnica el planeta (una aldea global) y ha querido conquistar un espacio fuera de ella. Pero, al mismo tiempo, corremos el riesgo de perdernos como humanos y, como sabe el evangelio, ¿de qué nos vale ganar el mundo entero, conquistando incluso otros planetas, si es que nos destruimos a nosotros mismos?

Hemos alcanzado altas cotas de producción y vida técnica, de administración social y de mercado que nos hacen inmensamente poderosos, capaces incluso de construir unas máquinas que parecen creadoras (AI, robots que pueden realizar muchos trabajos). Pero este mundo que hemos conquistado y esa sociedad que hemos creado tienen pies de barro, como sabe un libro de la Biblia (Dan 2), de manera que corremos el riesgo de y rompernos, demoliendo nuestro propio ser humano, a través de una apocalíptica de terrores técnicos y destrucciones biológicas, de cansancios y depresiones sin fin, que queremos curar con nuevas tensiones enfermizas de dinero y dominio que, en vez de curarnos nos destruyen

En esa línea de muerte, la palabra clave que planea sobre el mundo es destrucción,con  riesgo de ruptura y quiebra final que se expresa en la violencia hecha sistema, lucha sin fin, dominio de unos sobre otros, depresión y cansancio de todos, con riesgo de muerte ecológica de la tierra. En otro tiempo, solamente unos pocos poetas y profetas hablaban de las convulsiones apocalípticas; ahora lo hacen los medios de comunicación de masas, de manera que son muchos los que ponen ya una fecha de caducidad a la vida humana sobre este planeta Tierra ¿podremos seguir viviendo el año 2024?. Hemos construido un mundo inmenso y poderoso de organizaciones y técnicas, de manera que podemos llamarnos animales fabricantes industriales. Pero mientras más se eleva nuestro edificio técnico de Babel (Gen 11) más aumenta el riesgo de nuestra destrucción, de manera que nuestra cultura puede estallar como una bomba, en enfermedad sin remedio [1].

 Terapia reparadora; la salud del hombre es el amor.

En este contexto podemos apelar a la terapia de Jesús, que no consiste en curar enfermedades concretas, sino en superar el mundo de las enfermedades, a través de un tipo reparación, esto es, de arreglo de la vida. Pero ¿podremos curarnos? ¿Habrá posible  reparación para nosotros?

– Algunos afirman que no hay reparación, añadiendo que estamos científicamente condenados a la destrucción y se basan para ello en el ejemplo de especies vegetales o animales que antaño dominaron en la Tierra y que después desaparecieron (como los dinosaurios). Los hombres hemos enfermado sin remedio, de manera que nuestra vida hombres formaría un paréntesis en el largo y misterioso proceso de la vida cósmica. La misma ciencia firmaría nuestra condena.

– Muchos se limitan a vivir (sobrevivir) por un tiempo, a base de cuidados paliativos y en el fondo engañosas, sin más horizonte que mantenerse hasta que llegue inexorable la muerte, buscando quizá formas de evasión existencial, filosofías del consuelo o de la angustia heroica. En este contexto, algunos se entregan en manos de augures y magos que anuncian los momentos o condiciones de la desaparición del hombre sobre el mundo, apelando a posibles transmigraciones espirituales o metafísicas, que nos llevarían a sembrar la vida humana en otros planetas y/o galaxias.

Otros se engañan a sí mismos mientras viven, buscando nuevas formas de violencia, de dominio y de consumo que se multiplican sin fin, como si estuvieran celebrando la última gran fiesta, como aquella que celebraba el rey Baltasar, mientras una mano oculta iba escribiendo en el muro de la sala del banquete las palabras fatídicas del juicio: Mane, tekel, ufarsin (pesado, condenado, destruido, Dan 5). Piensan así que no hay más solución que comer y beber hasta que miramos todos.

– Pero unos pocos, más lúcidos, amantes, poetas o simplemente “creyentes de la vida” quieren reparar los desperfectos de la historia y así buscan formas de futuro, es decir, aquello que Jesús llamó Reino de Dios y que se identifica, conforme a todo lo anterior, con la Salud de Dios que es la vida de los hombres, es decir, el amor enamorado, en gratuidad gozosa.

   En esa línea de reparación o terapia de amor hemos querido situarnos, añadiendo que aquello que en un sentido parece vejez sin remedio (como la descripción final del Kohelet) puede presentarse en otro sentido como infancia, nuevo nacimiento. Éste es un camino poco recorrido. Apenas hemos explorado los caminos del amor que cura (que es curación), sus emociones, su capacidad reveladora; no hemos sacado todavía las consecuencias personales y sociales del gran Cántico espiritual.

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Solemnidad de Santa María, Madre de Dios

Lunes, 1 de enero de 2024
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0704131434_21Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Fiesta de Santa María, Madre de Dios

Hacía el año 500 comenzó a celebrarse en las iglesias orientales una fiesta de Santa María, Madre de Dios. La iglesia católica romana la aceptó, y fijo su celebración el 11 de octubre; en 1970 la trasladó al 1 de enero, para relacionarla más estrictamente con la Navidad y comenzar el año poniéndolo bajo la protección de María. Pero el 1 de enero se cumplen los ocho días desde el nacimiento; por eso el evangelio termina haciendo referencia a la circuncisión de Jesús.

¡Feliz Año Nuevo! (Números 6,22-27) 

A pesar de lo dicho sobre la Virgen, el saludo que más se repetirá el 1 de enero será: ¡Feliz Año Nuevo! ¿Qué nos deseamos? ¿Salud, dinero y amor, como dice la canción? ¿Quién nos va a garantizar algo de eso? ¿Y si ocurre algo muy distinto, incluso lo contrario? La primera lectura de hoy, tomada del libro de los Números (en hebreo tiene un título más bonito: “En el desierto”), ofrece unas pistas muy buenas:

El Señor habló a Moisés:

– “Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:

“El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz.”

Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.» 

Ante todo, hay alguien que garantiza lo bueno que deseamos: el Señor. Dos veces se lo nombra, y los seis verbos de la bendición lo tienen como sujeto. Podemos agrupar las peticiones en dos bloques: 1) El Señor te bendiga, ilumine su rostro sobre ti, se fije en ti. 2) Te proteja, te conceda su favor, te conceda la paz.

El primer bloque se refiere a la actitud de Dios con cada uno de nosotros. Cabrían tres posibilidades: que nos bendijera, que nos mostrase un rostro airado, que se desinteresase de nosotros. Se pide su bendición, su actitud benévola, su interés.

El segundo bloque indica los tres grandes regalos: no son salud, dinero y amor, sino protección, favor y paz. A alguno le resultará demasiado etéreo. Preferirá cosas más concretas. Pero, en la práctica, cuando el año nos enfrente a situaciones difíciles, no habrá nada mejor que la protección, el favor y la paz de Dios.

De esclavos a hijos (Gálatas 4,4-7)

Hermanos:

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su hijo nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.

Cómo sois hijos, Dios envió a vuestros corazones al Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Abba! (Padre). Así que ya no eres esclavo sino hijo, y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios. 

El texto se ha elegido porque es el único de las cartas de Pablo que hace referencia a María («nacido de una mujer»). Pero se relaciona perfectamente con el anterior del libro de los Números. Pedía la bendición de Dios, su benevolencia, y el Señor responde enviando a su Hijo para liberarnos de la esclavitud y convertirnos en hijos suyos y herederos.

Tres actitudes para el nuevo año (Lucas 2,16-21)

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño.

Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores.

María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.           

Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

El texto relaciona dos acontecimientos muy distintos, separados por ocho días de distancia. El primero, la visita de los pastores, es lo mismo que leímos el 25 de diciembre en la segunda misa, la del alba. En la escena se distinguen diversos personajes:

       * Empieza y termina con los pastores, que corren a Belén y vuelven alabando y dando gloria a Dios. Los pastores simbolizan la “política incorrecta” de Dios. El gran anuncio del nacimiento del Mesías no se comunica al Sumo Sacerdote de Jerusalén, ni a los sacerdotes y levitas, ni a los estudiosos escribas, ni a los piadosos fariseos. Se comunica a unos pastores que, en la escala social de aquel tiempo, ocupan el penúltimo lugar, el de las clases impuras, porque su oficio se equipara al de los ladrones. Sin embargo, esta gente tan poco digna socialmente, corre hacia Jesús, cree que un niño envuelto en pañales y en un pesebre puede ser el futuro salvador, aunque ellos no se beneficiarán de nada, porque, cuando ese niño crezca, ellos ya habrán muerto. La visita de los pastores simboliza lo que dirá Jesús más tarde: “Te alabo Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla.”

         * Está también presente un grupo anónimo, que podría entenderse como referencia a la demás gente de la posada, pero que probablemente nos representa a todos los cristianos, que se admiran de lo que cuentan los pastores.

      * Finalmente, el personaje más importante, María, que conserva lo escuchado y medita sobre ello. En los relatos de la infancia, Lucas ofrece dos imágenes muy distintas de María. En la anunciación, Gabriel le comunica que será la madre del Mesías, y ella termina alabando en el Magnificat las maravillas que Dios ha hecho en ella. Pero, cuando Jesús nace, Lucas habla de María de forma muy distinta. A partir de ese momento, todo lo relacionado con Jesús le resulta nuevo y desconcertante: lo que dicen los pastores, lo que dirá Simeón, lo que le dirá Jesús a los doce años cuando se quede en Jerusalén. En esas circunstancias, María no repite “proclama mi alma la grandeza del Señor”. Se limita a callar y meditar, igual que hará a lo largo de toda la vida pública de Jesús.

Estas tres actitudes se complementan: la admiración lleva a la meditación y termina en la alabanza de Dios. Tres actitudes muy recomendables para el próximo año.

 La segunda escena tiene lugar ocho días más tarde. Algo tan importante y querido para nosotros como el nombre de Jesús lo cuenta Lucas en poquísimas palabras. Su sobriedad nos invita a reflexionar y dar gracias por todo lo que ha supuesto Jesús en nuestra vida.

En vez de propósitos y buenos deseos, una buena compañía 

El comienzo de año es un momento ideal para hacer promesas que casi nunca se cumplen. La liturgia abre el año ofreciéndonos la compañía de Dios Padre, que nos bendice y protege, de Jesús, que nos salva, de María, que medita en todo lo ocurrido.

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01 de Enero. Solemnidad de Santa María Madre de Dios. Ciclo B

Lunes, 1 de enero de 2024
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Al verlo, les contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que decían los pastores. Y María conservaba todas esas cosas, meditándolas en su corazón.”

(Lc2, 16-21)

Celebramos hoy la Solemnidad de María, Madre de Dios y con ella estrenamos este nuevo año, con toda la ilusión y con toda la resaca de ayer.

Si la noche de ayer estaba llena de propósitos y bueno deseos, el día de hoy es un reclamo para “ponernos en marcha”, para hacer realidad todas esas ilusiones.

María tiene en sus brazos al hijo que acaba de nacer; es la realidad de un bebé frágil y necesitado que depende en gran medida de ella. Recibe la visita de los pastores que hablan de ilusiones, de cosas que sucederán, de lo que llegará a ser ese niño… Y ella escucha.

Como buena israelita, escucha. Escucha con atención y medita en su corazón lo que oye y lo que vive. Une, con esfuerzo y empeño, la fragilidad del bebé que sostiene en sus brazos, con las ilusiones que despierta en los pastores. El presente con la promesa de futuro.

De nuevo confía y se compromete. Aunque sus ojos ven fragilidad (acaba de dar a luz en un establo fuera de la ciudad porque no había sitio para ellos…) confía en las promesas de Dios.

Sabe escuchar, en la voz de los pastores, el acento de la voz de Dios y también sabe ver más allá de las apariencias. Seguro que tampoco ella había imaginado que el Mesías esperando nacería en un establo.

Confía, piensa, espera y actúa. Tiene entre los brazos al Hijo de Dios, a su hijo. Y mientras espera a ver cómo se las arregla Dios para que ese bebé sea el Mesías Salvador, ella lo cuida.

Lo mira, lo contempla mientras resuenan en sus oídos las palabras de los pastores, mientras vuelven a su corazón las palabras del ángel: “-El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que va a nacer será santo y se llamará Hijo de Dios.”

Y mira a Jesús dormido en su regazo. Será santo. Ahora solo es un bebé. Ahora es mi hijo pequeño que ha nacido en un establo y todo ha ido bien.

Oración

María, Madre de Dios y madre de un niño nacido en un establo, enséñanos a descubrir las promesas de Dios presentes en nuestra realidad. Pide para nosotras una visión larga y profunda como la tuya. ¡Amén!

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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No te conformes con vegetar, vive la plenitud que te invade.

Lunes, 1 de enero de 2024
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santa-maria-madre-de-diosAÑO NUEVO (B)

Lc 2,16-21

El texto de Lucas que acabamos de leer, aunque es solo un relato, está en línea con lo que venimos diciendo estos días: total inserción de Jesús en este mundo y en las tradiciones judías. Al decirnos que María rumiaba todo esto, está haciéndonos ver la importancia de lo que estaba pasando dentro de ella y de los demás protagonistas. Importante el nombre: Jesús=Dios salva, lo dice todo. Queda desvelado el misterio.

El tema de María Madre merecería más aclaración de la que permite este pequeño comentario. ¡Claro que la maternidad de María es un dogma! Pero no se discutió en el concilio como un tema mariológico, sino cristológico. Fue definido en Éfeso en el 431. Pronto fue mal entendido (hay que tener en cuenta que, en aquella ciudad, se veneraba a la “Magna Mater“, diosa virgen Artemisa o Diana) y tuvo que ser aclarado veinte años después por el concilio de Calcedonia (451) matizando lo formulado en Éfeso, concretando que María era madre de Dios en cuanto a su humanidad“.

Debemos tener en cuenta el contexto en que fue formulado este dogma. Se definió como un intento de confirmar, contra la herejía nestoriana que afirmaba dos personas en Jesús, que el fruto del parto de María fue una única persona. No olvidemos que el concilio de Éfeso lo promovió Nestóreo para condenar a Cirilo, que proclamaba una sola persona en Cristo; y por lo tanto que María era con pleno sentido, madre de Dios. A Nestóreo le salió el tiro por la culata, pero faltó el canto de un duro para que se condenara como herejía lo que se definió como dogma.

En efecto, en una primera sesión, sin la asistencia de Nestóreo, que no quería que se celebrara antes de que llegara su amigo el patriarca de Antioquia, se definió el dogma condenando a Nestóreo. Cuando a los pocos días llegó su amigo Juan de Antioquia, se celebró una sesión paralela y definieron lo contrario, condenando a Cirilo. Visto lo cual, el Emperador Teodosio depone a los dos y los encarcela. Unos días más tarde, cuando llegan los delegados del Papa, convencen al emperador para que acepte lo definido en la primera sesión y libere a Cirilo. A Nestóreo le obligó a retirarse a un monasterio. Teodosio decidió qué era dogma y qué, herejía.

Este dogma es el mejor ejemplo de cómo conservando las palabras, tergiversamos el sentido. Cuando se definió el dogma, se tenía una idea completamente distinta de la maternidad. Se creía que la madre era el recipiente donde el varón depositaba la semilla del nuevo ser, en el que la madre no tenía mas misión que la de acogerle y alimentarle. De hecho, la traducción correcta del termino griego “theotokos“, sería “la que pare a Dios“. Solo desde esa concepción de la maternidad, se pudieron desarrollar las mitologías sobre seres humanos que se consideraron hijos de Dios.

Hoy celebramos que María hace presente a Dios alumbrando a Jesús. S. Agustín dice que María fue madre de Dios, no por su relación biológica, sino por haber aceptado el proyecto de Dios. El evangelio deja claro lo que es importante en María. Cuando le dicen a Jesús, que su Madre y sus hermanos están fuera, contesta: ¿Quién es mi madre y quienes son mis hermanos? El que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre. Seguimos tergiversando el evangelio.

Año Nuevo. Estoy en el tiempo para darme cuenta de lo que soy y descubrir que estoy ya en la eternidad. Mi ser no está en el chronos sino en el kairos. Mi ser lo constituye lo que de divino hay en mí. Soy plenitud y eterno. Mi individualidad es apariencia. No debo empeñarme en meter a Dios en el tiempo, sino en salir yo de él. Soy la ola que aún no ha descubierto que es océano. El océano aun no se ha reflejado en mí. Si descubro que soy océano, el océano me dirá que es ola. Cuando Jesús dice: “Yo y el padre somos uno“, no lo dice desde el falso yo, sino desde su verdadero ser. Es lo que hay en mí de Dios quien dice: Yo y Dios somos uno.

El tiempo en el que se desarrolla nuestra existencia tiene mucha importancia, pero solo como medio para conseguir esa toma de conciencia que me hará trascender. Nuestra reflexión tiene que estar encaminada a descubrir qué estoy haciendo yo con mi tiempo. Puedo estar malgastando lo que se me ha dado para que lo aproveche. Van pasando mis años y con ellos las oportunidades de dar verdadero sentido a mi vida. Esta tiene que ser mi preocupación cuando estamos pasando de un año a otro.

Día de la paz. Creo que merece la pena hacer una denuncia de las circunstancias en las que nos encontramos y poner un poco de luz en la maraña de informaciones e intereses que nos envuelven. En nombre de la libertad, no se puede defender todo.  En nombre de la libertad religiosa no se puede propugnar ideas que vayan contra los más elementales derechos de las personas ni siquiera de una sola persona. En nombre de la libertad política no se pueden defender ideas que no respeten los derechos fundamentales de los demás. Tengo obligación de defender mis derechos; pero mis derechos terminan donde empiezan los derechos del otro.

Debemos desenmascarar el fariseísmo de nuestro mundo que se atreve a celebrar un día de la paz, mientras está sosteniendo, por acción o por omisión, situaciones de injusticia sangrantes. Nos hemos arrogado el derecho de decidir quién es el bueno y quién es el malo. Nos hemos colocado en estadios éticos anteriores a la ley del talión. En ella se decía que, si te rompen un diente, tienes derecho a romperle un diente al agresor, no toda la dentadura. Hoy estamos oyendo todos los días, que hay que romperle todos los dientes al otro, porque si no, el día de mañana me puede morder.

No es deseable la paz a cualquier precio. A nadie le interesa la paz de los cementerios. Tampoco debía interesarnos la paz sobre la que se fundaron todos los imperios, desde el egipcio hasta el que padecemos hoy. La paz que se basa en la fuerza no es verdadera paz. No se trata solo de la fuerza física; también la fuerza de una legalidad que hemos construido los poderosos basados en la ley del embudo. La norma debe ser la verdadera justicia. Hemos pasado milenios predicando la guerra justa. No he encontrado esa idea en ninguna parte del evangelio. Toda violencia es inhumana.

La paz no se puede conseguir directamente. Es un fruto y, como tal, si quiero recogerlo, tengo que plantar primero el árbol y cuidarlo. El mínimo indispensable para que surja la paz es la justicia. La paz, para el que tiene el poder, es que nadie se mueva. Para el que está sometido a la injusticia será algo muy distinto. Si nos interesa la paz, debemos luchar cada día por abandonar toda opresión (el pecado del mundo) y entrar en la dinámica del amor. Si de verdad queremos la paz, tendríamos que dar voz a los que sufren la violencia y nos indicarían como alcanzar la verdadera justicia.

Fray Marcos

Fe Adulta

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En el principio…

Lunes, 1 de enero de 2024
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«En el principio existía el Logos, y el Logos estaba con Dios…»

La vida humana se compone de vivencias, y las vivencias son manifestaciones de nuestra propia naturaleza; es decir, son el resultado de nuestra capacidad de amar, de odiar, de pensar, de comunicarnos, de crear, de destruir, de anhelar, de ambicionar, de renunciar, de oponer la razón a las apetencias, de dejarse arrastrar por ellas, de sentir compasión, emoción, alegría, tristeza, euforia, miedo… Pero hay dos formas de concebir nuestra vida; una, como simple sucesión de vivencias, y otra, como proyecto que integra todas ellas y las dirige a un fin que les dé sentido. Dicho de otro modo, podemos pasar por la vida o vivir la vida con sentido.

Pero la pregunta por el sentido de la vida nos lleva a preguntarnos por nuestra esencia, por nuestra naturaleza, pues nuestra vida tendrá uno u otro sentido según la concepción que tengamos de nosotros mismos. El problema está en que la pregunta por nuestra identidad no tiene una única respuesta y eso complica las cosas. La respuesta científica es sustancialmente insuficiente; ninguna de las respuestas que nos ofrece la filosofía es definitiva, y la concepción religiosa del hombre depende de la fe de cada persona. Pero la multiplicidad de respuestas no significa que la pregunta por “nosotros” sea estéril, sino que cada uno debe buscar la suya propia.

Para Heidegger, somos unos seres arrojados a este mundo sin referencias (“dasein”) cuya vida carece de sentido al tratarse de un simple paréntesis (un “entre”) que va de la nada de antes a la nada del después. A pesar de ello, en su obra “El ser para la muerte” nos invita a no evadirnos de la realidad y vivir la vida con autenticidad, tomando como naturales el sufrimiento y la muerte. En una línea similar, Sartre asegura que el mundo es absurdo, que no existe la Naturaleza humana y que, por tanto, no existe un sentido general de la vida, pero añade que cada uno debe dar sentido a su vida construyéndose a sí mismo. En sentido opuesto se manifiestan, por ejemplo, Spinoza o Hegel, quienes afirman que somos nada menos que existencia de Dios.

Y todas las interpretaciones que hagamos de nuestro verdadero ser están muy bien, y todas aportan algo nuevo, pero, siendo rigurosos, debemos admitir que ignoramos por completo las respuestas que atañen más íntimamente a nuestras vidas. No sabemos quiénes somos, ni cuál es nuestro papel en esta vida, o si estamos aquí para algo, o si hay más vida tras la muerte, o si todo es obra de un Dios que lo ha creado con un propósito determinado, o si Dios se ha desentendido del mundo tras crearlo y estamos abandonados a nuestra suerte, o si está dentro de nosotros como un principio vital que anima nuestras vidas, o si estamos en un mundo absurdo fruto del azar…

Demasiadas preguntas y demasiado importantes para digerirlas sin esfuerzo, lo que provoca que nuestra reacción habitual sea tratar de soslayarlas, es decir, tratar de evadirnos de nuestra Realidad más profunda refugiándonos, en unos casos, en un más allá fruto de nuestros deseos, y en otros (cada vez con mayor frecuencia) en el trabajo compulsivo o el ocio compulsivo.

Pero hay personas que no se conforman con pasar por la vida sin zambullirse de lleno en ella y deciden afrontarlas con seriedad. Estas personas tienen al menos tres caminos distintos para para plantear su búsqueda; tres caminos que unos consideran complementarios, y otros, excluyentes entre sí.

El primero es la razón; sumergirse en planteamientos metafísicos que nos hablan de teísmos, deísmos, panteísmos, dualismos, monismos, inmanencias, trascendencias, esencias, existencias, sustancias, accidentes… lo cual resulta muy interesante e instructivo siempre que no olvidemos que la metafísica no da respuestas fiables. Como decía Kant, «Cualquier proposición metafísica tiene las mismas posibilidades de ser cierta que su contraria».

El segundo es la psique; profundizar en nuestro interior a través de la meditación (o poner la conciencia en blanco a través del silencio) con la esperanza de encontrar las respestas en lo más profundo de nosotros. Los místicos afirman poder alcanzar así la experiencia inmediata de Dios, y la describen como la de un enamorado que funde su espíritu con el de su amada. Pero este poderoso cauce tiene también un serio peligro, y es que nuestra psique es tan enormemente compleja y desconocida, que no podemos saber si una experiencia es genuina o es una simple sugestión creada por ella.

El tercero es la fe. Confiar en alguien hasta el punto de hacer propios sus criterios y creencias y apostar la vida a ellos. La fe puede ser el fruto natural de un ambiente y una educación, puede también adquirirse a través del conocimiento de su líder y la posterior fascinación por él, y puede ser una apuesta, al estilo de la que propuso en su día Blaise Pascal. Porque necesitamos referencias para caminar por la vida sin extraviarnos ni echarla a perder, y si las encontramos en alguien en quien confiamos plenamente, nos aferramos a ellas.

Y así llegamos a Jesús, a quien los cristianos consideramos visibilidad de Dios. En él podemos conocer cómo es Dios para nosotros, y quiénes somos nosotros libres de la esclavitud del pecado. ¿Pero, quién es Jesús?… Unos lo identifican con el Logos que existía desde siempre junto a Dios y que era Dios. Otros, quizá menos pretenciosos, se limitan a afirmar que Jesús es un fruto especial del Espíritu Santo, pues ni su vida ni su legado se pueden entender de otra forma. ¿Pero qué se quiere indicar con esta expresión?...

En Génesis 2,7 el yahvista define al ser humano como “barro con aliento de Dios”; con espíritu de Dios, y esta definición formulada hace más de tres mil años sigue siendo válida para muchos de nosotros. La esencia de lo humano, lo que esencialmente lo distingue de los animales, es ese aliento del que nos habla el Génesis. En todo ser humano sopla el viento de Dios, su espíritu, aunque en algunos este soplo sea apenas perceptible, y en la mayoría de nosotros no pase de ser una brisa que solo en ocasiones pone de relieve nuestra humanidad.

Pero a lo largo de la historia, ese soplo, ese aliento, esa acción de Dios en definitiva, se ha manifestado de forma poderosa en muchos hombres y mujeres de cualquier tiempo, lugar o condición. Sin apenas remontarnos en la historia, podemos recordar a Pedro Arrupe, Vicente Ferrer, Mohandas Gandhi, Teresa de Calcuta, Oscar Arnulfo Romero… y tantos otros que decidieron “negarse a sí mismos” para entregar su vida a los demás. Tampoco es preciso acudir a la biografía de estos personajes para sentir el soplo de Dios en los seres humanos; basta que miremos a nuestro alrededor para que lo veamos en ese pariente, o ese amigo, o aquel compañero de trabajo… Es muy difícil sustraerse a una realidad tan evidente si uno va un poco atento por la vida.

Ahora bien, por encima de todos, hubo un hombre en quien la acción de Dios se manifestó de una forma tan extraordinaria que somos incapaces de entenderla o formularla: Jesús de Nazaret.

Su amigo íntimo, Simón —Pedro, como a él le gustaba llamarle—, lo definió luego como el hombre lleno del Espíritu. Pedro recorrió con él Galilea, Judea y la tierra de gentiles, y conoció a un hombre que hacía propios los problemas ajenos y estaba siempre rodeado de enfermos, lisiados, pobres y pecadores. Que se compadecía de ellos, los sanaba, les enseñaba y les devolvía la esperanza que habían perdido. Que les decía que no eran unos pobres desgraciados —como todos aseguraban—, sino los más importantes a los ojos de Dios; por delante de los sacerdotes, los fariseos, y los doctores.

Ellos le seguían fascinados, no le dejaban descansar y hasta se olvidaban de comer por escucharle. Se sentían necesitados; eran como ovejas sin pastor de las que nadie se ocupaba. Tenían necesidad de que alguien les escuchase y les dedicase su atención; que no los considerase unos malditos empecatados aborrecidos de Dios.

Y eso era precisamente lo que les ofrecía Jesús.

También invitaba a los ricos, a los sabios y a los importantes, pero estos no le seguían porque no se sentían necesitados. Y no solo rechazaban su invitación, sino que le acosaban porque le temían; porque no podían permitir que nada cambiase.

Pues bien, ese hombre abierto a todos, incapaz de permanecer indiferente ante la desgracia ajena, que nos invitaba a llamar Abbá a Dios, que hacía teología contando parábolas sencillas, que no rehuía (sino que buscaba) la compañía de los pecadores, que se cansaba y necesitaba descansar, que se indignó en el Templo, que se angustió en Getsemaní y murió en el Calvario… ese hombre es el objeto de mi fe.

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo sobre este evangelio, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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Bendiciones

Lunes, 1 de enero de 2024
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Jesús-y-María-ft-imgEn la Biblia, “bendecir” se emplea en dos sentidos: en primer lugar, Dios bendice al ser humano dándole la vida, la fecundidad, el éxito. Después, a su vez, éste bendice a Dios por la gracia de sus dones, le da las gracias. La palabra «bendecir» procede del verbo latino bene-dicere, «decir bien».

En la primera lectura de hoy esa bendición es todavía más explícita:

Dios nos aconseja que pidamos no sólo la bendición sino también su  protección

Nada es más propio de un padre y de una madre que el proteger. Ellos, no sólo comunican la vida sino que acompañan la vida del retoño en todo momento: cuidándolo, aconsejándole, enseñándole…sobre todo con el ejemplo de sus propias vidas.

En algunos países de Latinoamérica todavía se guarda una bonita costumbre de “pedir la bendición” a uno de los progenitores, antes de salir de casa y al irse a dormir… “Padre, madre, bendición”-dicen-y se colocan a sus pies, agachan la cabeza y esperan esa  oración con la mano extendida sobre su cabeza, que es un gesto de la bendición misma de Dios.

¿Pedimos entonces una protección para que nada malo nos ocurra? ¿Y qué pasa cuando están ocurriendo tantas cosas malas como la pandemia, los desastres naturales, las guerras con todas sus consecuencias?

La imagen de un Dios “intervencionista” que todo lo ve, que todo lo juzga y a quien debemos implorar todavía está presente en algunos ambientes y si nos descuidamos nos atrapa a nosotrxs también. Dios no nos envía calamidades para que cambiemos de actitud; nosotrxs nos buscamos nuestra propia ruina cuando pisoteamos a los demás pensando sólo en nuestro propio bienestar.

El problema de entender la bendición de Dios como el éxito, la abundancia, el progreso es que quien no participa de estos bienes puede ser considerado como objeto de maldición; esa imagen que nos presentaron en el catecismo de un Dios que premia a los buenos y castiga a los malos.

Nuestras decisiones, nuestras opciones y también nuestras omisiones van decidiendo el curso de la historia. En este momento tan coyuntural tenemos más información de la que necesitamos para cambiar nuestros estilos de vida para proteger la vida en la Tierra y así cambiar la suerte de los más débiles y desprotegidos.

La bendición, el bien-decir de Dios es creador y protector. Su bien-decir sobre nosotrxs, sobre toda la creación, nos va convirtiendo en criaturas a su imagen y semejanza, pero sólo si nosotrxs lo queremos.

Por eso, en un día como hoy, al comienzo de un nuevo año que quisiéramos que fuera diferente al año pasado, podemos tomar algunas decisiones que nos harán cambiar la perspectiva de los acontecimientos que vayan sucediendo. Por ejemplo: puedo decidir pensar más lo que voy a decir y cómo lo voy a decir para no descalificar al otrx, escuchar más para entender su punto de vista, ben-decir con mi palabra, mis actitudes, mi compromiso; intentar construir más que destruir.

Hoy, primer día del año celebramos esa vida que se nos regala y de una manera especial a María, como madre que no solo gesta y da a luz a Cristo sino que bendice y es bendecida por Dios.

Ella, a través de lo que vive y observa va creciendo en conciencia de su papel en la historia, de la manera de actuar de Dios en su vida: “bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”…, y lo hace “conservando y meditando todas estas cosas en su corazón”. En unas pocas palabras Lucas nos describe la actitud de quien está atenta a los acontecimientos, los escucha, los rumia y actúa en consecuencia.

Una invitación a “ponderar”, a saborear para alcanzar la verdadera sabiduría que no viene de los grandes conocimientos sino de la experiencia de nutrir el misterio en nuestro interior.

Se irá revelando nuestro auténtico yo y más que luchar contra nuestro “ego”, éste irá desapareciendo para dar paso al hijx de Dios que somos.

El fruto será la paz.

Una paz que  no es sólo ausencia de conflictos interpersonales, familiares, entre países. Tampoco una paz ñoña, una sensación placentera de bienestar. SHALOM, es un deseo mucho más profundo: “que seas una persona completa, acabada” y que eso lo podamos extender a todas las áreas de nuestra vida.

Lo mismo que deseo para mí te lo deseo a ti, y me comprometo a hacer todo lo que esté en mi mano para que lo logremos.

Ese el verdadero “rostro” de Dios. Ojalá lo veamos.

Carmen Notario, SFCC

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“Llena eres de gracia”, por Carlos Osma

Lunes, 1 de enero de 2024
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Maria+-+IsabelDe su blog Homoprotestantes:

Cuando el ángel se le apareció a María para decirle que tendría un hijo, primero la saludó con la palabra “salve” o “Dios te guarde”, bueno en realidad Lucas utiliza la palabra χαῖρε, que parece ser era un saludo bastante habitual en la época en la que se escribió el evangelio. Fue después cuando añadió lo de “llena eres de gracia”, una expresión que al leerla me ha parecido tan protestante que me he preguntado si el ángel Gabriel no era amigo íntimo de Lutero.

Tendría que haber ido al griego para saber cuál es la palabra exacta que utiliza el evangelista, pero en vez de hacer eso, he cometido el error de ir a Google para intentar entender que significa lo de “llena eres de gracia”. Y en la primera entrada he encontrado la siguiente explicación: “al tener el privilegio de nacer inmune al pecado, la plenitud de gracia verifica la parte positiva de esa admirable limpieza original del alma de María”. ¡Qué maravillosa la María de esta interpretación! Pero qué poco practica para el resto de Marías que vivimos hoy en el mundo y no hemos sido bendecidas con su limpieza original. Sobre todo para las bolleras, maricas o trans, que en los entornos donde esta interpretación es mayoritaria, hemos tenido más bien la mala fortuna de ser unas desviadas alejadas de la gracia innata de María.

Pero bueno, en vez de tirar la toalla y cerrar mi Biblia, he decidido seguir leyendo el relato para ver que puede aportar esta María llena de gracia a pecadoras como nosotras, y me he topado con que, al escuchar lo que el ángel le decía, se “turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta”. O como lo dirían algunas de mis alumnas adolescentes que tienen aproximadamente la misma edad que ella en el relato: “se quedó rayada con lo que le había dicho”. A María le asustó escuchar que era llena de gracia, que había sido favorecida por dios. Y es importante este matiz, porque creo que esa gracia de la que nos habla el relato, no pertenece a ninguna María, sino que tiene su único origen en dios. Además no hace perfecta a nadie, sino que nos muestra el amor de dios por todas las Marías, aquellas que no poseemos ninguna limpieza original. Ese es uno de los elementos más relevantes que encuentro en el texto, que en palabras de Pablo se expresaría de la siguiente forma: lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es”. [1] Por eso la vil María del evangelio de Lucas, sobre la que dios puso su gracia, tiene algo que decirnos a quienes no llegamos a los estándares religiosos, sociales o familiares que se nos imponen.

La gracia que recibió María fue una gracia cara, no como las gracias baratas y sensibleras que regalan muchos iluminados, porque la gracia divina no le ha salido gratis a nadie que se deja invadir por ella. “Has hallado gracia delante de Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús” [2]. Si aceptaba la gracia, se haría evidente, no habría forma de esconderla ante los demás. Y esa gracia no la situaría encima de ningún altar, sino en un lugar marginal que no solo ponía en peligro su matrimonio, sino su propia vida. Y he dicho conscientemente “si la aceptaba” porque aunque el texto parece dar por hecho que aquello ocurriría, María podía decir sí o no, podía escoger llevar adelante el embarazo o rechazarlo. El dios de Lucas no escogió una vasija, sino una mujer, y le reconoció el derecho a decir sí o no. Y siempre funciona así cuando hablamos de la gracia de dios, de la gracia cara de dios, que podemos aceptarla o rechazarla libremente. Hay personas, instituciones y legislaciones que coartan el derecho de las mujeres sobre su cuerpo, su ministerio, su responsabilidad… pero el dios de María lo respetó. De la misma forma, también creo que dios respeta el derecho de las personas LGTBIQ a mostrar, o a no mostrar, la identidad con la que dios nos ha dado su gracia. De decir sí o no a trabajar para que el reino de dios se haga presente en nuestras vidas, visibilizando la riqueza de la diversidad con la que nos ha bendecido, aunque eso nos sitúe en los márgenes de nuestras familias, iglesias o amistades. Cuando no hay decisión, cuando no hay libertad de elección, no hay presencia de Dios, sino dogma e imposición, porque “Dios respeta absolutamente la libertad del hombre. Él la crea, y no para petrificarla o violarla. Por eso Dios no grita ni se impone nunca”. [3]

María aceptó, le dijo que sí a dios, “hágase conmigo conforme a tu palabra”. Estos días recordamos y celebramos lo que la valentía de María ha supuesto para la vida de cristianas y cristianos de todos los tiempos: la irrupción de la salvación, la llegada de la vida de dios para todos los seres humanos. Sabemos también por el evangelista, que esa salvación no fue como ella esperaba, que pareció fracasar en más de una ocasión, pero la gracia de dios no se alejó nunca más de ella. A veces confundimos la gracia con la alienación, con la dependencia ciega respecto a un dogma o una institución, y muchas machorras, mariconas y travelos cristianas creemos que hemos perdido la gracia porque hemos sido expulsadas de nuestras comunidades. Pero lo que hemos perdido ha sido solo la gracia barata, la gracia cara de la que nos habla Lucas tiene que ver con asumir el riesgo que supone poder respirar, gritar, vivir, tal y como Dios nos ha pensado y amado. Y es un riesgo que, aunque no lo percibamos, no tiene solo que ver con nuestra vida, ya que en cada una de nuestras acciones por vivir de verdad, ayudamos a que muchas otras personas se atrevan también a hacerlo. En cada pluma gay que dejamos caer al movernos, la salvación de dios se hace presente para quienes están a nuestro alrededor.

Dietrich Bonhoeffer escribió que “la gracia barata es la negación de la palabra viva de Dios, es la negación de la encarnación del Verbo de Dios” [4], y me permito añadir yo a esto: la negación de la encarnación por medio de una mujer que libremente aceptó la gracia cara de dios. Porque María representa otra gracia, una que no puede ser entregada a los perros, una que va indisolublemente unida al seguimiento, a la valentía, aunque quede a la intemperie de las teologías de la gracia barata. Y las personas LGTBIQ estos días de Navidad somos interpeladas por esta María, y por la gracia que recibió. Y debemos responder como ella, sí o no a la vida que dios pone dentro de nosotros, si o no a la gracia cara. Porque “la gracia cara es la encarnación de Dios”. [5]

 Carlos Osma

 Notas:

[1] 1 Cor 1,28.

[2] Lc 1,30-31.

[3] Paul Lebeau, Etty Hillesum. Un itinerario espiritual. Ámsterdam 1941- Auschwitz 1943, Santander: Sal Terrae 2000, 113.

[4] Dietrich Bonhoeffer, El precio de la gracia, Salamanca: Ediciones Sígueme 1995, 15.

[5] Ibid.17.

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Consulta dónde encontrar “Solo un Jesús marica puede salvarnos”  

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AÑO NUEVO: El tiempo termina en la eternidad y el hombre en Dios

Lunes, 1 de enero de 2024
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relojes-blandosDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.– DIVISIÓN DEL TIEMPO.

El final y comienzo de un año constituyen un momento propicio para pensar un poco en esta realidad que es la duración humana y llamamos tiempo, así como para caer en cuenta de la fugacidad de la existencia humana.

Toda división del tiempo es siempre artificial, aunque necesaria. De hecho han existido y existen varios calendarios o modos de fragmentar y estructurar el tiempo. Ya el Génesis es una manera de ordenar la duración humana: el tiempo. Dios crea el primer día, el segundo, etc. y el séptimo descansa. ¿Sería el primer calendario laboral?

Algunas consideraciones.

02. EXPERIENCIA DE LA FUGACIDAD.

Cuando uno es adulto o anciano tenemos la viva sensación de la fugacidad del tiempo. Tempus fugit, decían los relojes de pared clásicos; es verdad: el tiempo huye.

Parece que fue ayer” solemos repetir. Parece que fue ayer cuando comenzábamos el año, parece que fue ayer cuando murió tal persona, cuando estudiábamos, cuando éramos jóvenes, etc., pero han pasado muchos años. Hemos vivido mucho y guardamos muchas vivencias y recuerdos.

Y esta rapidez irreversible -el tiempo no hay quien lo pare- y ello puede causarnos una cierta sensación de desasosiego, de que se nos va la vida como el agua entre las manos.

03. ¿QUÉ ES, PUES, EL TIEMPO?

“Ya San Agustín allá por el siglo IV / V, se preguntaba qué es el tiempo:

Si nadie me lo pregunta, lo sé; si quiero explicarlo al que me pregunta, no lo sé.”

El mismo San Agustín dice que el tiempo radica en el alma, en la memoria, que es donde se hacen presentes y donde se guardan las vivencias, los acontecimientos, la propia experiencia.

Es algo que podemos observar en la Virgen María cuando el evangelio dice de ella que: conservaba todas las cosas en su corazón.

En el fondo, pues, el tiempo lo vivimos en el fondo de nuestro corazón.

04. VIVIMOS ENTRE EL PASADO Y EL FUTURO.

PASADO

El ser humano es -ni tiene, es- su propio pasado, somos lo que hemos sido. Es cierto que el pasado en cuanto tiempo de reloj, de calendario, ha pasado, pero lo vivido -bueno o malo- queda, permanece en nosotros. La infancia, las enfermedades, los encuentros y desencuentros en la vida, los estudios, los trabajos, la cultura y la fe que recibimos permanecen vivas en nosotros.

Podemos decir que quien no recuerda su pasado personal y comunitario, no vive. Si no recordamos, si no guardamos la memoria, somos como un algo suspendido en la historia, como seres flotantes.

El presente en gran medida pende del pasado. Recordamos grandes acontecimientos (positivos o negativos). Somos hijos del Concilio Vaticano II, la guerra civil sigue latente en el “subconsciente del pueblo”. Sobre todo guardamos la memoria del Señor, del Evangelio.

Ex memoria, spes. La memoria (el pasado) es el fundamento de nuestra esperanza, de nuestro futuro

Un presente que no tiene pasado, carece de futuro. (R. Latourelle).

Vivir es recordar.

FUTURO

Vivir también es el futuro. En cierto modo, somos lo que pretendemos ser o llegar a ser. El futuro que esperamos condiciona y encauza nuestro momento actual: quien desea ser sacerdote, religioso, casarse, etc. vive amablemente condicionado por ese futuro que añora. Lo mismo en el plano eclesial, político, etc.

Quien desea una Iglesia férrea, ultramontana, configura su vida conforme a un estilo ultraconservador en sus criterios, en su doctrina, vestimentas, liturgias, en sus normas, ideología, etc.

El futuro que se desea, condiciona el momento presente y los pasos a dar.

Somos futuro. En cierto modo, pues, somos lo que queremos ser.

PRESENTE

El presente es mucho más fugaz e inconsistente. ¿Quién puede amarrar el presente?

Hoy en día vivimos sin pasado y sin futuro: sin memoria y sin esperanza. Solamente nos vale el presente. Vivimos en una cultura del presente, es la cultura del momento, del instante.

Pero el presente solamente tiene consistencia si lo vivimos desde un pasado y desde un futuro.

LAS ETAPAS DE LA VIDA

El NIÑO es puro presente: el niño vive en el reducido ámbito de su familia, de su aula escolar… Todavía no tiene pasado y el futuro le queda muy lejos. Decirle a un niño “el año que viene es como decirle nunca”.

El JOVEN es futuro. De joven se tiene todo “por delante”. El joven vive desplegando todas su capacidades, ilusiones, proyectos, “está todo por hacer y experimentar”… Un joven es como Cristóbal Colón (pero sin América).

El ANCIANO vive, -vivimos- del o en el pasado. En aquellos tiempos había valores, criterios, se vivía mejor…

05. NO TODOS LOS QUE VIVIMOS A LA VEZ, SOMOS COETÁNEOS.

Todos vivimos “al mismo tiempo”, si bien no todos los que vivimos el mismo tiempo somos coetáneos. En el siglo XXI hay personas que viven el siglo XVI, siendo optimistas; otros se han apuntalado en el XIX, etc. No todos los contemporáneos, somos coetáneos.

Y esto es fuente de diferencias, distanciamientos como bien sabemos.

06. CONSUELO DEL TIEMPO.

¿No nos queda otro remedio que vivir entre lo que “ya no es”, porque pasó, y “lo que todavía no es”, porque no allegado?

El consuelo de la fugacidad del tiempo es llenarlo de contenido o de mérito.

Intentemos llenar el tiempo de mérito; quizás no de éxito, pero sí de contenido.

Las vida no es un pasatiempo, un “matar el tiempo”, un divertirse por norma. Nos hace bien llenar la vida de realización, de densidad.

07. TIEMPO Y ETERNIDAD.

La duración del ser humano es el tiempo. Vivimos en esta historia unos años, muchos o pocos.

La duración de Dios es la eternidad. Y Dios nos llama a terminar “nuestros días”, nuestra tiempo en Él, en su eternidad. Estamos llamados a la vida eterna, lo cual produce una inmensa serenidad y un gran gozo, que San Pablo recoge con patencia cuando escribe aquellas palabras a los cristianos de Roma:

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada? … Dios, que nos ama, hará que salgamos victoriosos de todas estas pruebas. (Rm 8, 33-37).

Desde el pasado de la redención de Cristo y desde el futuro que nos espera en la eternidad, nos deseamos feliz año, meditando y guardando todas estas cosas en nuestro corazón.

Terminemos el año dando gracias a Dios por el tiempo y por la eternidad que nos aguarda.

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Santa María Madre de Dios. Viernes 01 de Enero de 2021

Viernes, 1 de enero de 2021
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De Koinonia:

0108

*

Números 6,22-27

Invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré

El Señor habló a Moisés:

“Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:

“El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.
El Señor se fije en ti
y te conceda la paz”.

Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.”

*

Salmo responsorial: 66

El Señor tenga piedad y nos bendiga.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R.

*

Gálatas 4,4-7

Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer

Hermanos:

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: “¡Abbá! (Padre).” Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

*

Aleluya Heb 1, 1-2

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. En muchas ocasiones habló Dios antiguamente
a los padres por los profetas.
En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo. R.

*

Lucas 2,16-21

Encontraron a María y a José, y al niño.

A los ocho días, le pusieron por nombre Jesús

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.

Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

*

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy
(1 de enero de 1978)

Amados hermanos, amados radio-oyentes:

Con el saludo bíblico que Dios mandaba cuando se dirigía a su pueblo, ya que los cristianos hoy somos el Israel espiritual de Dios, somos el pueblo de Dios, y para nosotros es este precioso augurio de Año Nuevo: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz”, no podía hacerse un saludo más oportuno y espléndido para el año nuevo que estas palabras que la Biblia pone a nuestra consideración esta mañana, y al mismo tiempo unir a esta buena voluntad de Dios la presencia de María, la Virgen Madre.

Hay una fiesta oficial de la Iglesia en honor de María y es hoy, 1º de enero. Ocho días después de dar a luz al Redentor del mundo la Iglesia quiere llamar la atención de todos sus hijos para celebrar la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Así se inicia el año bajo la bendición directa de Dios y bajo este título que es toda una inspiración de confianza en el poder de la Virgen, por ser de Dios. Leer más…

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“Ante un año nuevo”. Santa María, Madre de Dios – B (Lucas 2,16-21)

Viernes, 1 de enero de 2021
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5F19EC3D-E3FD-454A-85E7-AE6C91C0F95FDice el teólogo Ladislao Boros en alguno de sus escritos que uno de los principios cardinales de la vida cristiana consiste en que «Dios comienza siempre de nuevo». Con él nada hay definitivamente perdido. En El todo es comienzo y renovación.

Por decirlo de manera sencilla, Dios no se deja desalentar por nuestra mediocridad. La fuerza renovadora de su perdón y de su gracia es más vigorosa que nuestros errores y nuestro pecado. Con El, todo puede comenzar de nuevo.

Por eso, es bueno comenzar el año con voluntad de renovación. Cada año que se nos ofrece de vida es un tiempo abierto a nuevas posibilidades, un tiempo de gracia y de salvación en el que se nos invita a vivir de manera nueva. Por ello, es importante escuchar las preguntas que pueden brotar de nuestro interior.

¿Qué espero yo del nuevo año? ¿Será un año dedicado a «hacer cosas», resolver asuntos, acumular tensión, nerviosismo y malhumor o será un año en que aprenderé a vivir de manera más humana?

¿Qué es lo que realmente quiero yo este año? ¿A qué dedicaré el tiempo más precioso e importante? ¿Será, una vez más, un año vacío, superficial y rutinario, o un año en que amaré la vida con gozo y gratitud?

¿Qué tiempo reservaré para el descanso, el silencio, la música, la oración, el encuentro con Dios? ¿Alimentaré mi vida interior o viviré de manera agitada, en permanente actividad, corriendo de una ocupación a otra, sin saber exactamente qué quiero ni para qué vivo?

¿Qué tiempo dedicaré al disfrute íntimo con mi pareja y a la convivencia gozosa con los hijos? ¿Viviré fuera de mi hogar organizándome la vida a mi aire o sabré amar con más dedicación y ternura a los míos?

¿Con quiénes me encontraré este año? ¿A qué personas me acercaré? ¿Pondré en ellas alegría, vida, esperanza, o contagiaré desaliento, tristeza y muerte? Por donde yo pase, ¿será la vida más gozosa y llevadera o más dura y penosa?

¿Viviré este año preocupado solo por mi pequeño bienestar o me interesaré también por hacer felices a los demás? ¿Me encerraré en mi viejo egoísmo de siempre o viviré de manera creativa, tratando de hacer a mi alrededor un mundo más humano y habitable?

¿Seguiré viviendo de espaldas a Dios o me atreveré a creer que es mi mejor Amigo? ¿Permaneceré mudo ante El, sin abrir mis labios ni mi corazón, o brotará por fin desde mi interior una invocación humilde pero sincera?

José Antonio Pagola

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2021: Perdón y nuevo nacimiento (Un programa con H. Arendt)

Viernes, 1 de enero de 2021
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AD10B9E6-FB84-47EF-9A70-CD65FA84C51CDel blog de Xabier Pikaza:

2021 una apuesta por la paz y nuevo nacimiento

En la línea de postales anteriores, ofrezco este programa de Navidad y Año Nuevo 2021, con Hanna Arendt (1906-1975),la más aguda analista política y socióloga del siglo XX, experta en violencias y totalitarismos, abierta a un futuro de natalidad y perdón universal desde el judaísmo.

Natalidad. El hombre es Navidad, no está condenado a repetir eternamente el ritmo de la naturaleza (como el año solar), sino que puede y debe renacer desde sí mismo, como indica el signo de Jesús-Navidad.

Perdón: No está condenado a llevar para siempre la culpa a sus espaldas, en un eterno retorno de odio y venganza, sino que puede y debe romper su pasado de lucha y violencia, a través del perdón.

Sólo así podemos superar el destino de un tipo de nazismo y de capitalismo,que nos siguen dominando el siglo XXI y que no sólo llevan a la muerte, sino que son en sí la muerte.

H. Arendt,  que era judía de “raza” y amante joven de M. Heidegger (cristiano des-castado y mal-paganizado), sigue ofreciendo a mi juicio la mejor pre-teología de la Navidad, como he desarrollado en La Palabra se hizo carne   y en Cristianismo y construcción de la paz

Empezar con el Perdón.

El pensamiento de H. Arendt ha crecido desde el fondo del nazismo (con M. Heidegger, heraldo de la violencia infinita de los poderosos), para descubrir desde su raíz judía la esencia de la Navidad cristiana, que es el perdón. Ella dice así que el primer requisito para alcanzar la paz, en las condiciones de una humanidad violenta, entre fascismo y capitalismo, dividida por la imposición de unos, la revancha de otros y la angustia de todos ante la muerte, es el perdón,  el único poder que rompe el círculo del eterno retorno de la muerte.

El descubridor del papel del perdón en la esfera de los asuntos humanos fue Jesús de Nazaret. El hecho de que hiciera este descubrimiento en un contexto religioso y lo articulara en un lenguaje religioso no es razón para tomarlo con menos seriedad en un sentido estrictamente secular (La condición humana, Paidós, Barcelona 1993, 258).

 El perdón rompe la “lógica” de la venganza (del talión que siempre se repite: ojo por ojo, diente por diente); de esa forma libera al hombre del automatismo de la violencia y permite que su vida trascienda el nivel de la ley, donde nada se crea ni destruye, sino que sólo se transforma. Sólo el perdón nos sitúa en un nivel de gratuidad creadora.  El perdón es gracia (novedad creadora) y  de esa forma supera el pasado y abre un comienzo de vida allí donde la vida se cerraba en sus contradicciones y luchas de poder[1].

 00B8569A-5E28-4A77-A16D-57118E902CB9H. Aredt con M. Heidegger

El perdón, un nuevo nacimiento   

            Sólo el perdón capacita a los hombres para superar la fatalidad de aquello que vuelve siempre de forma necesaria (como puro destino), haciéndoles responsables y creadores de un futuro que, por un lado, les desborda (es don de Dios) y que, por otro, ellos mismos puedan realizar de una manera humana, renunciando a la imposición y a la arbitrariedad.

Nietzsche entendió la capacidad de prometer como el carácter específico de un hombre, que (en contra del animal, prendido a un antes y después que no son suyos), puede asumir de manera personal su futuro, dándole un sentido; pero él no supo sacar las consecuencias, y siguió condenando al hombre al eterno retorno de una voluntad de poder que desemboca en la muerte de todos.

En contra de eso, H. Arendt ha mostrado que, más que voluntad de poder y eterno retorno de lo mismo, el hombre es persona porque puede prometer y nacer de esas forma de nuevo, trazando  un futuro de vida, que puede y debe ser presencia de paz[2].

  Los hombres pueden liberarse de la esclavitud del pasado (perdón), abriendo un camino de futuro distinto  (promesa, pacto) porque son creados y nacen: no están hechos desde siempre o fabricados (como cosas), definidos de antemano. Ellos se definan, más bien, a sí mismos como seres natales, que no están fijados de antemano, sino que pueden trazar su trayectoria y ser distintos, lo que ellos mismos quieran:

 Sin la articulación de la natalidad estaríamos condenados a girar para siempre en el repetido ciclo del llegar a ser, sin la facultad para deshacer lo que hemos hechos y controlar parcialmente los procesos que hemos desencadenado[3](La condición humana 262-264.)

            Nacer significa ser creado y vivir por encima de una ley de eterno retorno de la ira y la venganza, que nos ata a lo que ha sido y debe ser, definiéndonos desde fuera, en un todo que nos determina. Todo nacimiento se define como creación: Es el surgimiento de un ser autónomo, que puede asumir su propia realidad (su destino) y realizarse de esa forma, de manera distinta, autónoma.  Por eso, cada nacimiento es una promesa de vida

  1. Arendt ha conducido así las tradiciones de Israel hasta el lugar donde ellas pueden volverse más fecundas, de un modo mesiánico, vinculadas de manera intensa con la raíz del cristianismo (es decir, con el nacimiento de Dios en la vida de los hombres). Ella piensa que el futuro de la paz, es decir, de vida humana (porque una nueva guerra mundial puede llevarnos a la destrucción de todos), sólo es posible en coordenadas de gracia, esto es, allí donde los hombres superan el nivel de la pura ley y de la guerra del sistema, abriéndose al milagro de una vida que es don de Dios y que puede ser distinta de aquello que ha sido en las eras pasadas y en el nazismo y capitalismo actual.

La paz es posible si brota, según eso, del milagro del perdón y de la palabra de promesa de los hombres, que sitúan su vida en un nivel donde los gestos primordiales son la fe y la esperanza.

  • En un plano de sistema económico-social hay un tipo de violencia necesaria para mantener el orden del conjunto. Pero en sí misma ella resulta insuficiente y al final destructora, porque cierra a los hombres en aquello que siempre es lo mismo, en la batalla incesantemente repetida por los poderes de la vida, dentro de un todo de violencia. Esto significa que los hombres no viven sólo de lucha por el poder (nazismo) o por el dinero (capitalismo) ni pueden resolver recrear su vida en ese plano, que en si mismo (sin nuevo nacimiento de perdón) nos lleva a la muerte.
  • Más allá de la imposición del poder (nazismo antiguo o nuevo) y del capital ha de abrirse por la “navidad” (nuevo nacimiento) espacio de comunicación superior,vinculada al perdón, a la palabra de promesa, a la natalidad. Éste es el sentido de la nueva humanidad, que los judíos antiguos buscaron y que los cristianos siguen formulando en su signo de la Navidad (nacer de nuevo en amor originario, al servicio del amor abierto a todos).

Por eso, para que sea posible la vida de los hombres como tales, para que exista un futuro para ellos, tenemos que pasar del plano del puro poder (simbolizado en el nazismo de fondo en que seguimos viviendo, en un tipo de falsa derecha o izquierda)  y del tener de la idolatría del Dios capital. Sólo en ese contexto (de fe y esperanza personal), es posible el despliegue del perdón, que capacita a los hombres para regalarse gratuitamente la vida, superando el orden del destino,  abriéndose a la promesa de una vida que puede y debe ser diferente, como evoca el mesianismo judío (Isaías) y como confiesa el símbolo cristiano (Nacimiento de Dios en los hombres).

Nacimiento de Dios: La paz del hombre, sobre el puro poder y el capital

  36B97809-5B1D-4819-8530-93C52C0FBFF5 Los viejos y nuevos imperios del año 2020 (un nazismo omnipresente y un capitalismo opresor) están encerrando al hombre en la “caja de hierro” en sus pretendidas conquistas sociales y económicas, que acaban destruyendo su existencia. En contra de esos imperios, la esperanza mesiánica (vinculada al Jesús que es Dios naciendo al descampado)   nos abre a la paz de la vida compartida (del don de la vida) se expresa y despliega en un nivel más alto de vida compartida en amor, de nuevo nacimiento  perdón.

Esa paz mesiánica no puede establecerse ni asentarse sobre bases de imposición, sobre un tipo de racionalismo ontológico, como el que ha venido dominando en Occidente sobre claves de poder político y económico. La paz mesiánica de la Navidad   sólo es posible allí donde los hombres, superando la racionalidad instrumental del sistema, con la pura ley de acción y reacción, dejan que su vida se ilumine y se vuelva creadora en claves de perdón y de promesa, es decir, de fe y de esperanza.

 Esta fe y esperanza en el mundo encontró tal vez su más gloriosa y sucinta expresión en las pocas palabras que en los evangelios anuncian la gran alegría: «Os ha nacido hoy un Salvador»[4]. Leer más…

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Solemnidad de Santa María, Madre de Dios

Viernes, 1 de enero de 2021
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0704131434_21Lo Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Seis peticiones para el nuevo año (Números 6.22-27)

El Señor habló a Moisés:

Di a Aarón y a sus hijos: Esta es la fórmula con que bendeciréis a los hijos de Israel: «El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz». Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré.

Muchas personas piensan que esta bendición es de san Francisco de Asís. La escribió muchos siglos antes un autor bíblico para que la pronunciaran los sacerdotes sobre los israelitas. Aunque es muy breve, pide al Señor seis cosas.

«El Señor te bendiga». Es lo que hace Dios después de crear a la primera pareja humana, asegurándoles la fecundidad, el dominio de la tierra y el sustento (Gn 1,28-30) y lo que hace un padre antes de morir. La bendición de Isaac implica riqueza material y dominio sobre sus hermanos y otros pueblos (Gn 27,27-29).

«Te proteja». El mejor comentario se encuentra en el salmo 121, que repite a menudo este verbo, presentando a Dios como protector o guardián de Israel. « No duerme ni reposa, está a tu derecha, te guarda de todo mal, guarda tus entradas y salidas».

«Ilumine su rostro» no es una metáfora usual entre nosotros; pero sí hablamos de lo contrario: un rostro sombrío. Un rostro radiante inspira alegría y confianza; Sal 67,2 relaciona el rostro radiante de Dios con su bendición. El salmo 80 lo relaciona con la liberación de los enemigos (Sal 80,4.8.20), igual que Sal 31,16.

«Te conceda su favor». Se puede referir al don de los hijos (Gn 33,5), a dones materiales, la liberación de los enemigos y del pecado.

«Te muestre su rostro» es una petición extraña, porque nadie puede ver el rostro de Dios. En realidad, el texto hebreo dice: «levante su rostro hacia ti», se muestre benévolo, «se fije en ti».

«Te conceda La Paz», que no es solo la ausencia de guerra, sino el conjunto de todos los bienes.

En el contexto de la Navidad, recordemos que todo esto que pedimos nos lo ha concedido Dios en Cristo, en quien nos ha proporcionado toda clase de bendiciones espirituales y celestiales.

La única referencia paulina a María (Gálatas 4,4-7)

En la fiesta de Santa María, la liturgia ha querido incluir esta única referencia de Pablo a la madre de Jesús, de suma importancia cuando la celebramos como madre del Hijo de Dios.

El texto habla de dos envíos del Padre: en el primero nos envía a su Hijo, para rescatarnos y recibir la adopción filial; en el segundo, nos envía al Espíritu de su Hijo, que completa la obra impulsándonos a llamar a Dios «Padre» y nos convierte en herederos. Nos ha tocado la lotería de Navidad. Pero este regalo ha necesitado de la colaboración imprescindible de una mujer.

Hermanos: Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción filial. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abba, Padre!». Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Tres actitudes para el nuevo año y un nombre para toda la vida (Lucas 2,16-21)

El texto relaciona dos acontecimientos muy distintos, separados por ocho días de distancia: la visita de los pastores y la circuncisión de Jesús.

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño.

Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores.

María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.

Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

La visita de los pastores la leímos el 25 de diciembre, en la misa de la aurora. De ese relato podemos deducir tres actitudes fundamentales para el nuevo año: los pastores nos enseñan a responder al anuncio del ángel y a alabar y dar gloria a Dios; los presentes, a admirarnos de lo que nos cuentan; María, a guardar y meditar todo lo ocurrido. En el comentario a la misa de la aurora desarrollé estas ideas.

La circuncisión tiene lugar ocho días más tarde. Aunque la práctica es anterior a los israelitas, el libro del Génesis la relaciona con una orden expresa de Dios a Abrahán: «Circuncidad a todos vuestros varones, y será una señal de mi pacto con vosotros» (Gn 17,10-11). De ese modo, el varón israelita lleva en su carne un signo de su unión con el pueblo de Dios (en Israel no existe la circuncisión femenina, lo cual no significa que la mujer no esté en relación con el pueblo de Dios). Al principio, la imposición de un nombre al recién nacido no estaba vinculada con la circuncisión. El nombre se ponía en el momento de nacer, como lo demuestra el ejemplo de Moisés con su hijo Guersón (Éx 2,22) o el de Obed, nieto de Rut (Rut 4,17). Más tarde se introdujo la costumbre de unir ambos hechos, como recoge Lucas en los casos de Juan Bautista (Lc 1,59) y Jesús.

Lucas y Mateo, que ofrecen dos relatos muy distintos de la infancia, coinciden sin embargo en que el nombre de Jesús («Salvador») fue impuesto por un ángel, cuando se apareció a José (Mt 1,21) o a María (Lc 1,31). Solo Mateo explica su sentido: «porque él salvará a su pueblo de sus pecados».

Pero esta salvación a través de la muerte hará que el nombre de Jesús sea interpretado, más tarde, como título de gloria. La carta a los Filipenses, después de recordar su humillación, añade: «Por eso Dios lo exaltó y le concedió un nombre superior a todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, la tierra y el abismo» (Fil 2,9-10).

A las ideas de salvación y gloria se añadió más tarde un aspecto íntimo, cordial, que refleja muy bien el himno «Iesu dulcis memoria»:

Es dulce el recuerdo de Jesús,
que da verdadero gozo al corazón
cuya presencia es más dulce que la miel
y que todas las cosas.
Nada se canta más suave,
nada se oye más alegre,
nada se piensa más dulce
que Jesús el Hijo de Dios.

En vez de propósitos y buenos deseos, una buena compañía

El comienzo de año es un momento ideal para hacer promesas que casi nunca se cumplen. También se formulan deseos de felicidad, generalmente centrados en la clásica fórmula: salud, dinero y amor. La liturgia nos traslada a un mundo muy distinto. Abre el año ofreciéndonos la compañía de Dios Padre, que nos bendice y protege; de Jesús, que nos salva y concede ser hijos de Dios; del Espíritu, que nos convierte en herederos; de María, que medita en todo lo ocurrido.

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Vive en el tiempo la eternidad.

Viernes, 1 de enero de 2021
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10606318_617273248399111_8746883897478240454_nLc 2, 16-21

El texto de Lucas que acabamos de leer, aunque es solo un relato, está en línea con lo que venimos diciendo estos días: total inserción de Jesús en este mundo y en las tradiciones judías. Al decirnos que María rumiaba todo esto, está haciéndonos ver la importancia de lo que estaba pasando dentro de ella y de los demás protagonistas. Importante el nombre: Jesús=Dios salva, lo dice todo. Desvelado el misterio.

El tema de María Madre merecería más aclaración de la que permite este pequeño comentario. ¡Claro que la maternidad de María es un dogma! Pero no se discutió en el concilio como un tema mariológico, sino cristológico. Fue definido en Éfeso en el 431. Inmediatamente fue mal entendido (hay que tener en cuenta que, en aquella ciudad, se veneraba a la “Magna Mater”, diosa virgen Artemisa o Diana) y tuvo que ser aclarado veinte años después por el concilio de Calcedonia (451) matizando lo formulado en Éfeso, concretando que María era madre de Dios “en cuanto a su humanidad”.

Debemos tener en cuenta el contexto en que fue formulado este dogma. Se definió como un intento de confirmar, contra la herejía nestoriana que afirmaba dos personas en Jesús, que el fruto del parto de María fue una única persona. No olvidemos que el concilio de Éfeso lo promovió Nestóreo para condenar como hereje a Cirilo, que proclamaba una sola persona en Cristo; y por lo tanto que María era, con pleno sentido, madre de Dios. A Nestóreo le salió el tiro por la culata, pero faltó el canto de un duro para que se condenara como herejía lo que se definió como dogma.

En efecto, en una primera sesión, sin la asistencia de Nestóreo, que no quería que se celebrara antes de que llegara su amigo el patriarca de Antioquía, se definió el dogma condenando a Nestóreo. Cuando a los pocos días llegó su amigo Juan de Antioquia, se celebró una sesión paralela y definieron lo contrario, condenando como hereje a Cirilo. Visto lo cual, el Emperador Teodosio depone a los dos, (Cirilo y Nestóreo) y los encarcela. Unos días más tarde, cuando llegan los delegados del Papa, convencen al emperador para que acepte lo definido en la primera sesión y libere a Cirilo. A Nestóreo le obligó a retirarse a un monasterio. Teodosio decidió qué era dogma y qué era herejía.

Este dogma es el mejor ejemplo de cómo conservando las palabras, tergiversamos el sentido. Cuando se definió el dogma, se tenía una idea completamente distinta de la maternidad. Se creía entonces que la madre era solo el recipiente donde el varón depositaba la semilla del nuevo ser, en el que la madre no tenía mas misión que la de acogerle y alimentarle. De hecho la traducción correcta del termino griego “theotokos”, sería “la que pare a Dios”. Solo desde esa concepción de la maternidad, se pudieron desarrollar las mitologías sobre seres humanos que se consideraron hijos de Dios.

Lo que estamos celebrando es que María hace presente a Dios alumbrando a Jesús. S. Agustín dice que María fue madre de Dios, no por su relación biológica, sino por haber aceptado el proyecto de Dios. El evangelio deja claro lo que es importante en María. Cuando le dicen a Jesús, que su Madre y sus hermanos están fuera, contesta: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? El que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre. Seguimos empeñados en tergiversar el evangelio.

Año Nuevo.- Estamos en el tiempo para darme cuenta de mi verdadero ser y descubrir que estoy ya en la eternidad, que mi verdadero ser no está en el chronos sino en el kairos. Seré cada año más joven si soy cada día más libre. Mi verdadero ser lo constituye lo que de divino hay en mí, y eso es eterno. No tengo que esperar nada. Soy ya la plenitud y estoy en la eternidad. Mi singularidad e individualidad es apariencia. No debemos empeñarnos en meter a Dios en el tiempo, sino en salir nosotros de él. Soy la ola que aún no se ha dado cuenta de que es océano. El océano aún no se ha reflejado en mí. Tengo que darme cuenta de que soy océano y entonces el océano me dirá que él es ola. Cuando Jesús dice “Yo y el padre somos uno”, no lo dice desde el falso yo, sino desde su verdadero ser. Es lo que hay en mí de Dios quien dice: Yo y Dios somos uno.

El tiempo en el que se desarrolla nuestra existencia tiene mucha importancia, pero solo como medio para conseguir esa toma de conciencia que me hará trascender. Nuestra reflexión de hoy tiene que estar encaminada a descubrir qué estoy haciendo yo con mi tiempo. Puedo estar malgastando o perdiendo lo que se me ha dado para que lo aproveche. Van pasando mis años y con ellos las oportunidades de dar verdadero sentido a mi vida. Esta tiene que ser mi preocupación cuando estamos pasando de un año a otro.

Día de la paz.- Creo que merece la pena hacer una denuncia de las circunstancias en las que nos encontramos y tratar de poner un poco de luz en la maraña de informaciones e intereses que nos envuelven. En nombre de la libertad, no se puede defender todo. En nombre de la libertad religiosa no se puede propugnar ideas que vayan contra los más elementales derechos de las personas ni siquiera de una sola persona. En nombre de la libertad política no se pueden defender ideas que no respeten los derechos fundamentales de los demás. Tengo la obligación de defender mis derechos; pero mis derechos terminan donde empiezan los derechos del otro, que se convierte en obligaciones para mí.

Debemos desenmascarar el fariseísmo de nuestro mundo occidental, que se atreve a celebrar un día mundial de la paz, mientras está sosteniendo, por acción o por omisión, situaciones de injusticia que claman al cielo. Nos hemos arrogado el derecho de decidir quién es el bueno y quién es el malo. Nos hemos colocado en estadios éticos anteriores a la ley del talión. En ella se decía que si te rompen un diente, tienes derecho a romperle un diente al agresor, no toda la dentadura. Hoy estamos oyendo, todos los días, que hay que romperle todos los dientes al otro, porque si no, el día de mañana me puede morder.

No es deseable la paz a cualquier precio. A nadie le interesa la paz de los cementerios. Tampoco debía interesarnos la paz sobre la que se fundaron todos los imperios, desde el egipcio hasta el que padecemos hoy. La paz que se basa en la fuerza no es verdadera paz. No se trata solo de la fuerza física; también la fuerza de una legalidad que hemos construido los poderosos basados en la ley del embudo. La norma debe ser la verdadera justicia. Hemos pasado milenios predicando la guerra justa. No he encontrado esa idea en ninguna parte del evangelio. Toda violencia es inhumana.

La paz no se puede conseguir directamente. Es un fruto y, como tal, si quiero recogerlo, tengo que plantar primero el árbol y cuidarlo. El mínimo indispensable para que surja la paz es la justicia. La paz, para el que tiene el poder, es que nadie se mueva. Para el que está sometido a la injusticia será algo muy distinto. Si nos interesa la paz, debemos luchar cada día por abandonar toda opresión (el pecado del mundo) y entrar en la dinámica del amor. Si de verdad queremos la paz, tendríamos que dar voz a los que sufren la violencia injustificada. Ellos nos indicarían como alcanzar la verdadera justicia.

Meditación

María no entiende nada de lo que está pasando,
pero hace un esfuerzo de penetración del misterio.
Tanto las cosas como los acontecimientos tienen varias lecturas.
Podemos quedarnos en una comprensión superficial,
o podemos profundizar en el mensaje que toda realidad
aporta, más allá de sí misma.

Fray Marcos

Fe Adulta

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Bendiciones.

Viernes, 1 de enero de 2021
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Jesús-y-María-ft-imgEn la Biblia, “bendecir” se emplea en dos sentidos: en primer lugar, Dios bendice al ser humano dándole la vida, la fecundidad, el éxito. Después, a su vez, éste bendice a Dios por la gracia de sus dones, le da las gracias. La palabra «bendecir» procede del verbo latino bene-dicere, «decir bien».

En la primera lectura de hoy esa bendición es todavía más explícita:

Dios nos aconseja que pidamos no sólo la bendición sino también su  protección

Nada es más propio de un padre y de una madre que el proteger. Ellos, no sólo comunican la vida sino que acompañan la vida del retoño en todo momento: cuidándolo, aconsejándole, enseñándole…sobre todo con el ejemplo de sus propias vidas.

En algunos países de Latinoamérica todavía se guarda una bonita costumbre de “pedir la bendición” a uno de los progenitores, antes de salir de casa y al irse a dormir… “Padre, madre, bendición”-dicen-y se colocan a sus pies, agachan la cabeza y esperan esa  oración con la mano extendida sobre su cabeza, que es un gesto de la bendición misma de Dios.

¿Pedimos entonces una protección para que nada malo nos ocurra? ¿Y qué pasa cuando están ocurriendo tantas cosas malas como la pandemia, los desastres naturales, las guerras con todas sus consecuencias?

La imagen de un Dios “intervencionista” que todo lo ve, que todo lo juzga y a quien debemos implorar todavía está presente en algunos ambientes y si nos descuidamos nos atrapa a nosotrxs también. Dios no nos envía calamidades para que cambiemos de actitud; nosotrxs nos buscamos nuestra propia ruina cuando pisoteamos a los demás pensando sólo en nuestro propio bienestar.

El problema de entender la bendición de Dios como el éxito, la abundancia, el progreso es que quien no participa de estos bienes puede ser considerado como objeto de maldición; esa imagen que nos presentaron en el catecismo de un Dios que premia a los buenos y castiga a los malos.

Nuestras decisiones, nuestras opciones y también nuestras omisiones van decidiendo el curso de la historia. En este momento tan coyuntural tenemos más información de la que necesitamos para cambiar nuestros estilos de vida para proteger la vida en la Tierra y así cambiar la suerte de los más débiles y desprotegidos.

La bendición, el bien-decir de Dios es creador y protector. Su bien-decir sobre nosotrxs, sobre toda la creación, nos va convirtiendo en criaturas a su imagen y semejanza, pero sólo si nosotrxs lo queremos.

Por eso, en un día como hoy, al comienzo de un nuevo año que quisiéramos que fuera diferente al año pasado, podemos tomar algunas decisiones que nos harán cambiar la perspectiva de los acontecimientos que vayan sucediendo. Por ejemplo: puedo decidir pensar más lo que voy a decir y cómo lo voy a decir para no descalificar al otrx, escuchar más para entender su punto de vista, ben-decir con mi palabra, mis actitudes, mi compromiso; intentar construir más que destruir.

Hoy, primer día del año celebramos esa vida que se nos regala y de una manera especial a María, como madre que no solo gesta y da a luz a Cristo sino que bendice y es bendecida por Dios.

Ella, a través de lo que vive y observa va creciendo en conciencia de su papel en la historia, de la manera de actuar de Dios en su vida: “bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”…, y lo hace “conservando y meditando todas estas cosas en su corazón”. En unas pocas palabras Lucas nos describe la actitud de quien está atenta a los acontecimientos, los escucha, los rumia y actúa en consecuencia.

Una invitación a “ponderar”, a saborear para alcanzar la verdadera sabiduría que no viene de los grandes conocimientos sino de la experiencia de nutrir el misterio en nuestro interior.

Se irá revelando nuestro auténtico yo y más que luchar contra nuestro “ego”, éste irá desapareciendo para dar paso al hijx de Dios que somos.

El fruto será la paz.

Una paz que  no es sólo ausencia de conflictos interpersonales, familiares, entre países. Tampoco una paz ñoña, una sensación placentera de bienestar. SHALOM, es un deseo mucho más profundo: “que seas una persona completa, acabada” y que eso lo podamos extender a todas las áreas de nuestra vida.

Lo mismo que deseo para mí te lo deseo a ti, y me comprometo a hacer todo lo que esté en mi mano para que lo logremos.

Ese el verdadero “rostro” de Dios. Ojalá lo veamos.

Carmen Notario, SFCC

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AÑO NUEVO: El tiempo acontece en el alma / en la memoria, en la intimidad de la propia persona.

Viernes, 1 de enero de 2021
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tiempo_2300479938_15201348_660x371Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

  1. Feliz año nuevo. consideraciones sobre el tiempo.

         En primer lugar feliz año nuevo, feliz vida.

         No es fácil saber y definir lo que sea el tiempo. Decía San Agustín: Si no me preguntas, sé lo que es; en cuanto me peguntas, no sé lo que es.

 “Ayer” ya pasó; “mañana” todavía no es. Vivimos entre lo que “ya no es” porque pasó y lo que “todavía no es”, porque “no ha llegado”. El “presente” es algo muy fugaz, rápido, se nos escapa como el agua en las manos. Nuestra existencia transcurre y la vamos llenando de vivencias, acontecimientos, “historia e historias”. Vivimos entre el pasado y el futuro.

Pasado

Recordamos nuestro pasado: fragmentos de nuestra más lejana infancia: los abuelos, el pueblo, el caserío, las fiestas, personas, tal vez una enfermedad que sufrimos, un accidente, una muerte. Más adelante en la adolescencia hicimos las primeras opciones en los estudios, en la vida religiosa, en los primeros balbuceos afectivos. Más tarde trabajamos, estudiamos, tomamos otras opciones de hondo calado: matrimonio, hijos, sacerdocio, vida religiosa, opciones también políticas, sindicales, culturales, etc. En el transcurrir de la vida hemos vivido acontecimientos densos: la muerte de nuestros padres, de alguno de nuestros hermanos, quizás la vida nos ha deparado enfermedades, hemos asistido a acontecimientos políticos notables: la dictadura, la transición, conflictos culturales en el euskera (Arázanzu por los años 1950-1960), en la teología, hemos vivido el Concilio Vaticano II.

El tiempo no son los calendarios y agendas que con una cierta ilusión estrenamos cada año, cada curso. Decía San Agustín (354-430) que

El tiempo acontece en el alma / memoria, en la intimidad de la propia persona. El tiempo de la existencia humana es la distensión, el transcurrir del alma humana.[1]

         Podemos pensar que el tiempo son todas las vivencias que hemos tenido en nuestro transcurrir, que, aunque ya pasaron en el tiempo, sin embargo hoy están muy presentes en nosotros. En cierto sentido somos hoy lo que fuimos. Nuestro pasado personal y colectivo (pueblo – Iglesia) están presentes hoy en nuestra vida. El preconcilio, aquella educación moral férrea, el hambre que pasamos en la larga postguerra, la educación, la escuela a la que fuimos en cierto sentido están hoy presentes en nuestra alma (memoria), en nuestro modo de pensar e interpretarnos e interpretar la historia.

         Somos hoy nuestro propio pasado.

Futuro

         Al mismo tiempo, y en cierto sentido, somos lo que queremos ser: somos futuro. El futuro condiciona nuestro presente. Las opciones de vida que tomamos hoy respecto del futuro, condicionan nuestro presente. Si somos creyentes o menos, nuestra ideología política, nuestras aspiraciones, etc. condicionan el modo de vida presente.

         Somos futuro.

Presente

         El presente, que parece lo más consistente que tenemos, se nos escurre como el agua entre las manos.

         El presente es una síntesis del pasado, de lo ya vivido y del futuro, de lo que deseamos ser.

         Si hacemos una lectura de las etapas de la vida:

  • ü el niño es puro presente: todavía “no tiene” pasado, su memoria personal es muy pequeña, su futuro, visto desde el niño, le queda muy lejano.
  • ü El joven es puro futuro: Tiene toda la vida por delante, todo está por hacer: los estudios, el trabajo, la afectividad, las amistades, el deporte, etc.
  • ü El anciano es más bien pasado: vive de lo que ha vivido, recuerda: en aquellos tiempos… Por eso el anciano recuerda siempre y se “refugia” en el pasado: “entonces había, éramos, se vivía…”
  1. Del cronómetro al tiempo vivido: kronos y kairós.

El tiempo medido, el calendario es algo distinto al tiempo vivido, o como dice Francisco en la Fratelli tutti: la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro (n 66).

Cuando estamos enfermos, una noche se nos hace “eterna” y no pasa nunca. Cuando estamos sumidos en un problema, un conflicto, el tiempo es infinitamente más largo a cuando estamos en una situación amable, más o menos feliz.

Muy tempranamente en la iglesia al tiempo vivido serenamente como salvación le comenzaron a denominar kairós: tiempo de gracia, salvifico.

         El nuestro no es un mero transcurrir, sino que estamos en un tiempo, en una historia de salvación. Cristo es el centro del tiempo: principio y fin. Nuestro tiempo y nuestra historia, como la de Cristo, termina en la eternidad de Dios.

  1. Ex memoria, spes: La esperanza nace de nuestra memoria, de nuestro recuerdo.

         Esto es algo que los hijos de la ilustración no aceptamos de buen grado, porque pensamos que la salida a la vida está en el progreso y en el futuro de la ciencia, en estos momentos nuestra esperanza está en la vacuna. Pero en realidad la salida al tiempo, a la vida (y a la muerte) está en el pasado vivido por Cristo. La salida al problema de la vida -y de la muerte- está en la resurrección, no en el hospital.

         El tiempo es la duración del ser humano, la eternidad es la duración de Dios. La salida al tiempo está en la eternidad.

  1. Como María.

         En este día de año nuevo, celebramos la fiesta de María, la como Madre del Señor. En el transcurrir de nuestra vida, tengamos la actitud de María, que meditaba todas estas cosas, guardándolas en su corazón.

[1] San AGUSTÍN, Las confesiones, libro XI, cp 26, n 33

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Santa María Madre de Dios. Lunes 01 de Enero de 2018

Lunes, 1 de enero de 2018
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De Koinonia:

0108

 

 

Números 6,22-27

Invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré

El Señor habló a Moisés:

“Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:

“El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.
El Señor se fije en ti
y te conceda la paz”.

Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.”

Salmo responsorial: 66

El Señor tenga piedad y nos bendiga.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R.

Gálatas 4,4-7

Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer

Hermanos:

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: “¡Abbá! (Padre).” Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Aleluya Heb 1, 1-2

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. En muchas ocasiones habló Dios antiguamente
a los padres por los profetas.
En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo. R.

Lucas 2,16-21

Encontraron a María y a José, y al niño.

A los ocho días, le pusieron por nombre Jesús

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.

Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

*

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy
(1 de enero de 1978)

Amados hermanos, amados radio-oyentes:

Con el saludo bíblico que Dios mandaba cuando se dirigía a su pueblo, ya que los cristianos hoy somos el Israel espiritual de Dios, somos el pueblo de Dios, y para nosotros es este precioso augurio de Año Nuevo: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz”, no podía hacerse un saludo más oportuno y espléndido para el año nuevo que estas palabras que la Biblia pone a nuestra consideración esta mañana, y al mismo tiempo unir a esta buena voluntad de Dios la presencia de María, la Virgen Madre.

Hay una fiesta oficial de la Iglesia en honor de María y es hoy, 1º de enero. Ocho días después de dar a luz al Redentor del mundo la Iglesia quiere llamar la atención de todos sus hijos para celebrar la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Así se inicia el año bajo la bendición directa de Dios y bajo este título que es toda una inspiración de confianza en el poder de la Virgen, por ser de Dios. Leer más…

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“Hoy”. Santa María, Madre de Dios – B (Lucas 2,16-21)

Lunes, 1 de enero de 2018
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07_Santa_Maria_B-180x300Lucas concluye su relato del nacimiento de Jesús indicando a los lectores que «María guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón». No conserva lo sucedido como un recuerdo del pasado, sino como una experiencia que actualizará y revivirá a lo largo de su vida.

No es una observación gratuita. María es modelo de fe. Según este evangelista, creer en Jesús Salvador no es recordar acontecimientos de otros tiempos, sino experimentar hoy su fuerza salvadora, capaz de hacer más humana nuestra vida.

Por eso Lucas utiliza un recurso literario muy original. Jesús no pertenece al pasado. Intencionadamente va repitiendo que la salvación de Jesús resucitado se nos está ofreciendo hoy, ahora mismo, siempre que nos encontramos con él. Veamos algunos ejemplos.

Así se nos anuncia el nacimiento de Jesús: «Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador». Hoy puede nacer Jesús para nosotros. Hoy puede entrar en nuestra vida y cambiarla para siempre. Ahora mismo podemos nacer con él a una existencia nueva.

En una aldea de Galilea traen ante Jesús a un paralítico. Jesús se conmueve al verlo bloqueado por su pecado y lo sana ofreciéndole el perdón: «Tus pecados quedan perdonados». La gente reacciona alabando a Dios: «Hoy hemos visto cosas admirables». También nosotros podemos experimentar hoy el perdón, la paz de Dios y la alegría interior si nos dejamos sanar por Jesús.

En la ciudad de Jericó, Jesús se aloja en casa de Zaqueo, rico y poderoso recaudador de impuestos. El encuentro con Jesús lo transforma: devolverá lo robado a tanta gente y compartirá sus bienes con los pobres. Jesús le dice: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa». Si dejamos entrar a Jesús en nuestra vida, hoy mismo podemos empezar una vida más digna, fraterna y solidaria.

Jesús está agonizando en la cruz en medio de dos malhechores. Uno de ellos se confía a Jesús: «Acuérdate de mí cuando estés en tu reino». Jesús reacciona inmediatamente: «Hoy estarás conmigo en el paraíso». También el día de nuestra muerte será un día de salvación. Por fin escucharemos de Jesús esas palabras tan esperadas: «Descansa, confía en mí, hoy estarás conmigo para siempre».

Hoy comenzamos un año nuevo. Pero ¿qué puede ser para nosotros algo realmente nuevo y bueno? ¿Quién hará nacer en nosotros una alegría nueva? ¿Qué psicólogo nos enseñará a ser más humanos? De poco sirven los buenos deseos. Lo decisivo es estar más atentos a lo bueno que Jesús despierta en nosotros. La salvación se nos ofrece cada día. No hay que esperar a nada. Hoy mismo puede ser para mí un día de salvación.

José Antonio Pagola

Audición del comentario

Marina Ibarlucea

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Tres actitudes para el nuevo año. Fiesta de Santa María, Madre de Dios

Lunes, 1 de enero de 2018
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0704131434_21Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Un extraño cambio en 1970

Cualquier judío sabe que a un niño hay que circuncidarlo a los ocho días de nacer. Así lo ordenó Dios a Abrahán: “A los ocho días de nacer, todos vuestros varones de cada generación serán circuncidados” (Génesis 17,12). Por consiguiente, cuando la iglesia adoptó el 25 de diciembre como fecha del nacimiento, el 1 de enero pasó a celebrarse la fiesta de la circuncisión e imposición del nombre de Jesús.

            Existía también una fiesta de Santa María, Madre de Dios, solemnidad que se había introducido en las iglesias orientales hacia el año 500 y que la iglesia católica romana terminó celebrando el 11 de octubre. Parecía lógico relacionar más estrechamente esta fiesta de la maternidad de María con el nacimiento de Jesús. Por eso, a partir de 1970 se trasladó la fiesta al 1 de enero.

            Esto implicó unir dos celebraciones importantes el mismo día: nombre de Jesús y Maternidad divina de María. Por si fuera poco, a Pablo VI se le ocurrió celebrar también el 1 de enero la Jornada Mundial por la Paz.

            Dado que incluso los cristianos más piadosos celebran el Fin de Año y no están al día siguiente con la cabeza demasiado despejada, se ha decidido aligerar un poco de celebraciones el 1 de enero.

            Y lo ha pagado quien menos se podía imaginar. La fiesta del Nombre de Jesús ha perdido la categoría de fiesta y pasa este año 2016 a celebrarse el día 3 de enero, aunque se mantiene en la misa del día 1 la referencia a la circuncisión e imposición del nombre.

El libro bíblico de los Números no lo escribió san Francisco de Asís

            La primera lectura de hoy dice:

El Señor habló a Moisés: Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz.” Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.»

            Muchas personas piensan que esta bendición es de san Francisco de Asís. La escribió muchos siglos antes un autor bíblico para que la pronunciaran los sacerdotes sobre los israelitas. Es tan breve, clara y profunda que cualquier comentario sólo sirve para estropearla.

Tres actitudes para el nuevo año (Lucas 2,16-21)

            En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño.

            Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores.

            María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

            Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.

            Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

            El texto relaciona dos acontecimientos muy distintos, separados por ocho días de distancia. El primero, la visita de los pastores, es lo mismo que leímos el 25 de diciembre en la segunda misa, la del alba. En la escena se distinguen diversos personajes:

  • ü Empieza y termina con los pastores, que corren a Belén y vuelven alabando y dando gloria a Dios. Los pastores simbolizan la “política incorrecta” de Dios. El gran anuncio del nacimiento del Mesías no se comunica al Sumo Sacerdote de Jerusalén, ni a los sacerdotes y levitas, ni a los estudiosos escribas, ni a los piadosos fariseos. Se comunica a unos pastores que, en la escala social de aquel tiempo, ocupan el penúltimo lugar, el de las clases impuras, porque su oficio se equipara al de los ladrones. Sin embargo, esta gente tan poco digna socialmente, corre hacia Jesús, cree que un niño envuelto en pañales y en un pesebre puede ser el futuro salvador, aunque ellos no se beneficiarán de nada, porque, cuando ese niño crezca, ellos ya habrán muerto. La visita de los pastores simboliza lo que dirá Jesús más tarde: “Te alabo Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla.”
  • ü Está también presente un grupo anónimo, que podría entenderse como referencia a la demás gente de la posada, pero que probablemente nos representa a todos los cristianos, que se admiran de lo que cuentan los pastores.
  • ü Finalmente, el personaje más importante, María, que conserva lo escuchado y medita sobre ello. En los relatos de la infancia, Lucas ofrece dos imágenes muy distintas de María. En la anunciación, Gabriel le comunica que será la madre del Mesías, y ella termina alabando en el Magnificat las maravillas que Dios ha hecho en ella. Pero, cuando Jesús nace, Lucas habla de María de forma muy distinta. A partir de ese momento, todo lo relacionado con Jesús le resulta nuevo y desconcertante: lo que dicen los pastores, lo que dirá Simeón, lo que le dirá Jesús a los doce años cuando se quede en Jerusalén. En esas circunstancias, María no repite “proclama mi alma la grandeza del Señor”. Se limita a callar y meditar, igual que hará a lo largo de toda la vida pública de Jesús.

            Estas tres actitudes se complementan: la admiración lleva a la meditación y termina en la alabanza de Dios. Tres actitudes muy recomendables para el próximo año.

            La segunda escena tiene lugar ocho días más tarde. Algo tan importante y querido para nosotros como el nombre de Jesús lo cuenta Lucas en poquísimas palabras. Su sobriedad nos invita a reflexionar y dar gracias por todo lo que ha supuesto Jesús en nuestra vida.

En vez de propósitos y buenos deseos, una buena compañía

            El comienzo de año es un momento ideal para hacer promesas que casi nunca se cumplen. También se formulan deseos de felicidad, generalmente centrados en la clásica fórmula: salud, dinero y amor. La liturgia nos traslada a un mundo muy distinto. Abre el año ofreciéndonos la compañía de Dios Padre, que nos bendice y protege, de Jesús, que nos salva, de María, que medita en todo lo ocurrido.

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